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ISRAEL Y LOS PALESTINOS (Juan Eslava Galán)

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Mensaje por Cybernauta Miér Abr 09, 2014 12:38 pm

Usted lleva años escuchando que los palestinos son inocentes víctimas de los perversos israelíes. Es el monotema de la prensa progre. No obstante para juzgar con cierta ecuanimidad conviene escuchar a las dos partes. Conozcamos ahora la versión israelí.

Recordará el lector que, en tiempos de Cristo, Judea era una provincia del Imperio romano. Los levantiscos judíos se sublevaron en el año 70. Roma los aplastó, les destruyó Jerusalén y les arrasó el segundo Templo, (del que sólo quedó, para muestra, el muro de las Lamentaciones). El quebranto fue tal que muchos optaron por emigrar y dispersarse por el Imperio romano. Por doquier formaron comunidades más cerradas que abiertas y siguieron tercamente apegados a su religión incluso cuando todo el imperio acepto el cristianismo.

Esta fidelidad o contumacia, según se mire, les iba a costar cara a los judíos porque, a lo largo de la Edad Media y hasta nuestros días, las comunidades cristianas descargaron en ellos los malos rumores, unas veces porque la Iglesia predicaba que habían sido lo asesinos del Señor (Nadie parecía reparar en que, sin la crucifixión, Cristo jamás hubiera demostrado que era Dios y por tanto, jamás hubiera habido cristianismo, como la propia doctrina de la Iglesia enseña) Y otras veces porque les culpaban de las epidemias (se ignoraba todavía la relación entre falta de higiene, contagio y microbios).

En el siglo XIX, cuando el romanticismo impulsó los movimientos nacionalistas, muchos judíos acariciaron la idea de regresar a la tierra de sus mayores y refundar el Estado de Judea, o sea, Israel (A ese movimiento político se le llamó sionismo, por Sion, uno de los nombre bíblicos de Jerusalén. Los sionistas suelen ser laicos de ideas avanzadas que sostienen la identidad nacional judía y su derecho a poseer un Estado propio. En Israel existe un movimiento ultraortodoxo opuesto al sionismo, que rechaza la identidad nacional (ni siquiera reconoce al Estado de Israel, al que considera obstáculo para la esperada venida del mesías)

La tierra que la Biblia describe como un vergel que mana leche y miel se había deteriorado bastante desde los tiempos en que reinaba el rey David. Las guerras y el asentamiento de poblaciones pastoriles son dos circunstancias propensas a la tala de árboles. A finales del siglo XIX los cerros estaban desforestados, la erosión había convertido los sembrados en pedregales y los pantanos favorecían un endémico paludismo que aquejaba a la escasa población formada por cristianos drusos, judíos y árabes (con neta predominancia de estos últimos). (En total 142.000 árabes, según el censo otomano de 1882)


Última edición por CYBERNAUTA el Sáb Jul 12, 2014 2:50 pm, editado 3 veces
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Mensaje por Cybernauta Miér Abr 09, 2014 12:40 pm

Los árabes llamaban aquella tierra siria. Los cristianos la conocían por Tierra Santa ¿De dónde ha salido el nombre de Palestina? Paradójicamente, de los propios judíos que, cuando empezaron a instalarse allí se empezaron por diferenciar la antigua tierra de Israel que aspiraban a restaurar, del resto de la Siria otomana. (Palestina jamás ha sido un término político, sino meramente geográfico, usado por los romanos del siglo II para evitar el nombre de Judea que les recordaba a los levantiscos nativos. El topónimo de Palestina procede en última instancia de Philistina, <la tierra de los filisteos>, un pueblo costero que fue absorbido por los judíos en tiempos bíblicos.

Imagen idílica: desde un cerro, un mozalbete árabe que apacienta un rebaño de cabras contempla con curiosidad los afanes de los colonos judíos que se empeñan, con mil sudores, en cultivar las tierras bajas y pantanosas que le han adquirido al rentista turco dueño de la comarca.

Aquellos colonos vestidos de negro a pesar del sol abrasador resultaron, a la postre, ser menos lerdos de lo que parecían. Aclimataron un extraño árbol procedente de Australia, el eucalipto, que ayudaba a desecarlos pantanos y lograron erradicar la malaria y hacer la tierra cultivable.

Mientras tanto no llegaban de llegar judíos, especialmente de Rusia y Polonia, que fundaban kibbusim (granjas colectivas) y moshavim (cooperativas) en las que ponían en práctica sus ideas socialistas. No solo estaban recuperando para los cultivos el antiguo reino de Israel, también estaban recuperando su idioma, el hebreo, la lengua de la Biblia, que ya en tiempos de Cristo estaba en desuso (Cristo y los apóstoles hablaban arameo).

Los árabes que veían prosperar a los extranjeros en el secarral comenzaron a preocuparse. Espoleados por el ejemplo de los judíos, también ellos reclamaron su propia nación independientemente  de los turcos, una gran nación que abarcara las tierras del antiguo califato de la Bagdad o de Damasco, la época dorada del islam.

En 1916 durante la primera guerra mundial, los ingleses estimularon la rebelión de los árabes sometidos al imperio turco por medio de agentes como el Legendario Lawrence de Arabia.

De este modo los aliados lograron arrebatar a los turcos buena parte de su imperio asiático, incluida la Siria otomana. Al finalizar la guerra (1918), Francia e Inglaterra se repartieron aquellas tierras y trazaron las fronteras de Siria, Líbano e Iraq, de una manera bastante caprichosa que obedecía a sus necesidades del momento.

Durante la guerra, los británicos habían prometido a los árabes las tierras arrebatadas a los turcos. Lo malo es que también habían prometido a los judíos < un hogar nacional judío> en Palestina.
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Mensaje por Cybernauta Miér Abr 09, 2014 12:44 pm

Terminada la guerra, la Sociedad de Naciones asigno a los británicos las tierras que hoy ocupan Israel y Jordania con el estatus de <territorio bajo mandato>. Inmediatamente crecieron los problemas entre las dos comunidades (un 80 por ciento de árabes y un 20 por ciento de judíos)

La llegada de los nazis al poder en Alemania fomentó la emigración judía, con el consiguiente descontento de los árabes, que veían fortalecerse a su potencial enemigo. Después de la segunda guerra mundial, el conflicto se enconó. Arreciaba la llegada de judíos supervivientes del Holocausto (recuerden la nóvela de León Uris que inspiró la película Éxodo). El Reino Unido, deseoso de abandonar aquel avispero, transfirió el problema a la recién creada ONU, que optó por una solución salomónica: repartió el territorio entre judíos y árabes (1947)

Los judíos aceptaron el plan de la ONU. Los árabes por el contrario, lo rechazaron. Sus enardecidos líderes prometieron echar a los judíos al mar. <Hermanos –avisaron a sus correligionarios-, retiraos a este lado de la frontera. Ya regresaréis a vuestros hogares cuando hayamos aniquilado a los judíos.> Unos cientos de miles de palestinos los creyeron y se fueron; otros por el contrario, permanecieron en sus aldeas.

Israel declaró su independencia. Aquel mismo día, los ejércitos regulares de los países limítrofes lo invadieron. (Los principales agresores fueron Egipto y Jordania, a los que se unieron importantes contingentes militares procedentes de Siria, Líbano e Iraq. La guerra duró unos meses. Contra todo pronóstico, los judíos resistieron la embestida y devolvieron los golpes. Hasta ganaron terreno al enemigo.

Como resultado del conflicto, el Estado palestino previsto por la ONU quedó repartido entre Israel, Jordania y Egipto. Se había logrado un armisticio (impuestos por las superpotencias), no a la paz. Israel cerró sus fronteras a cal y canto.

Paradoja: Israel aceptó e integró a las comunidades judías procedente de los países árabes (donde los musulmanes les hacían la vida imposible), pero lo Estados árabes limítrofes no aceptaron ni integraron a sus hermanos palestinos (que se hacinaron en los famosos <campamentos palestinos> Hoy verdaderas ciudades caóticamente urbanizadas que en nada se distinguen de las de cualquier ciudad árabe de la zona).

Los hijos y nietos de aquel exilio cultivan el victimismo que les permiten vivir de las subvenciones de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), de ONG internacionales y de las ayudas humanitarias de diversos países. (En realidad no existen diferencias sustanciales entre palestinos, sirios, libaneses o jordanos. Son todos ellos un mismo pueblo. El mantenimiento de la <identidad palestina> se debe solamente a razones políticas. Aleccionados por la propaganda, estos palestinos en el exilio reprochan su atraso y su desgracia a Occidente, en espacial a Estados Unidos, lo que explica que inteligentemente se echarán a la calle, con grandes manifestaciones de júbilo, para celebrar los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York.
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Mensaje por Cybernauta Miér Abr 09, 2014 12:47 pm

Sucesivas guerras entre Israel y sus vecinos árabes: enconaron el conflicto. Egipto y Jordania han reconocido el derecho. El resto de los países insisten en la idea de aniquilar a Israel y echar a los judíos al mar.

1956. Tras el anuncio del líder egipcio Nasser de que la batalla contra Israel sería total con el objetivo de destruir totalmente a Israel, los israelíes les conquistaron la franja de Gaza y la península del Sinaí, hasta el canal de Suez.

1967. La guerra de los seis días, en la que Israel derrotó a sus tres vecinos (Egipto, Jordania y Siria) y conquistó Judea, Samaria, Gaza, la península del Sinaí y la meseta del Golán. En 2005, tras el acuerdo de Camp David, Israel devolvió el Sinaí a Egipto y se retiró unilateralmente de Gaza.

1983. La guerra del Yom Kipuur. Israel, sorprendido por el ataque árabe, logró volver las tornas y derrotar a Egipto y Siria.

Complejo problema el de Israel y sus vecinos. Para los árabes no se trata tan sólo de defender los derechos de los palestinos (que recordemos jamás tuvieron un estado propio) sino de eliminar lo que ellos consideran un bastión del imperialismo occidental. A las dictaduras islámicas de la región, ancladas en regímenes feudofascistas, les molesta la vecindad de un Estado moderno, libre y democrático, dotado de justicia independiente, derechos cívicos, libertad de prensa, igualdad de oportunidades, igualdad de la mujer, tolerancia religiosa y libertad de expresión (o sea, todo lo que les fala a ellos) y se sirven del él como justificación de sus carencias sociales y su retraso. Los países árabes e Irán acumulan el 80 por ciento del petróleo y el gas del mundo. Ni siquiera contando con esos recursos se han desarrollado debido a los gobiernos corruptos y el aniquilamiento social que les acarrea la ideología religiosa dominante.

Paradójicamente, la población árabe que vive dentro de las fronteras de Israel goza de mayores derechos y de un nivel de vida más elevado que la de cualquier otro país árabe. Esto no se percibe en Occidente, donde los intelectuales de izquierdas, los medios de comunicación y los bobos antisistema demonizan a Israel y acatan a pie juntillas el discurso victimitas palestino.

En los decenios de 1970 y 1980, los palestinos liderados por Yassir Arafat, fundador de la organización terrorista Al Fatah, perpetraron numerosos atentados en Israel y Occidente (secuestro de aviones, asesinatos…). Eso duró hasta que los países occidentales adoptaron el infalible método saudí de sobornar regularmente a Arafat (y a sus sucesores) bajo la especie de ayudas humanitarias. Incluso lograron que los palestinos dejaran de entrenar a terroristas europeos (entre ellos los de la ETA).
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Mensaje por Cybernauta Miér Abr 09, 2014 12:49 pm

Es un hecho compraba do que los palestinos, en su noble afán por afirmar su identidad nacional, desestabilizan a los países que generosamente los hospedan. Expulsada de Jordania a causa de sus constantes abusos, la OLP se instaló en el vecino Líbano en 1970 e inmediatamente perturbó el equilibrio del apacible país que hasta entonces se había considerado <la Suiza de oriente Medio>. Expulsados los líderes de la OLP del Líbano (donde provocaron una cruenta guerra civil y la invasión israelí) se instalaron en Túnez. Allí dejaron de incordiar, demasiado lejos de Israel y de los campamentos de refugiados.

En 1987 los líderes palestinos cambiaron de táctica e iniciaron la Primera Intifada: niños y adolescentes que apedreaban  a los israelíes. Se saldó con la muerte de unos 160 israelíes y 1.100 palestinos. Simultáneamente el Consejo Nacional Palestino proclamó la creación del Estado palestino (1988). En 1993 los acuerdos de Oslo establecieron una admiración autónoma palestina en Gaza y Cisjordania, embrión de un futuro Estado palestino

Un débil rayo de esperanza iluminó la escuela cuando Arafat y el primer ministro de Israel, Isaac Rabin, se estrecharon las manos antes el presidente Clinton. Fue un espejismo: a los Estados de la región no les interesa la paz con Israel. En el año 2000 se produjo la Segunda Intifada. A la oleada de ataques suicidas palestinos respondió Israel con bombardeos y asesinato selectivos de líderes terroristas. El saldo fue esta vez de unos 1.000 israelíes  y 6.000 palestinos muertos.

Así siguen las cosas: al lanzamiento de cohetes sobre población israelíes, responde Israel puntualmente con bombardeos o asesinatos de líderes terroristas.

Israel impone su superioridad militar, pero los palestinos le han ganado la batalla de la propaganda. Para la maniquea progresía occidental, los palestinos son muy buenos y sufridos y los israelíes muy malos. Se criminaliza a Israel cuando bombardean un campamento (siempre en respuesta por algún atentado) pero se disculpa a los palestinos que cotidianamente bombardean las localidades israelíes. Esto se debe a que el buenismo dominante incurre en una curiosa inversión moral: excusa al agresor cuando pertenece al grupo victimizado y culpa al agredido por pertenecer al grupo opresor. Eso explica, también, que la progresía tan presta condenar los abusos de Israel desvíe la mirada a prefiera sistemática conculcación de los derechos humanos, los asesinatos familiares por honor, la esclavización de las mujeres, la predicación del odio en las escuelas, la corrupción gubernativa, el adiestramiento de niños como bombas humanas, el casamiento de niñas púberes con ancianos…

La prensa occidental participa de esa concepción maniquea. Jalea las condenas a Israel de las Naciones Unidas (cuando responde con violencia a las agresiones de sus vecinos), pero guardan silencio ante los genocidios que los países árabes cometen sobre minorías étnicas o ante la  represión de sus disidentes.

La tendencia es heredera de la progresía izquierdista de los años 60 y 70 que apoyó resueltamente a las cusas palestinas y argelinas en las que veía nacionalismo socialistas y laicos (el naserismo, el baasismo) opuestos al abuso y la intromisión de Estados Unidos. Tras el fracaso de la modernización (impensable en estructuras tribales como las que aún disfrutan las sociedades árabes), la progresía occidental no ha advertido que el socialismo se sustituía paulatinamente por el radicalismo religioso y que las causas que parecían tan nobles se han vuelto enemigas de la libertad. Otro tanto ha ocurrido con la percepción de la revolución cubana: los progres no quieren ver en la dictadura que se ha convertido. La fábula de George Orwell Animal Farm (Rebelión en la granja) resume muy bien la perversión de las nobles teorías políticas que acaban en dictaduras opresoras.

-Malcon X dijo:
“Si no estás prevenido ante los medios de comunicación te harán amar al opresor y odiar al oprimido”


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