El ADN revela trata de menores en la inmigración irregular a España
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El ADN revela trata de menores en la inmigración irregular a España
Muchos de los llegados en patera no son hijos de los adultos que los acompañan
Se cree que han podido ser secuestrados
Es la prueba del nueve de que aquello que aparentaba ser inmigración irregular es, además, a veces, trata de seres humanos. En el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla se hicieron, en verano, las pruebas de ADN a un puñado de hombres y mujeres subsaharianos llegados recientemente con menores, en patera, a la ciudad.
“Había conductas que hacían sospechar a los trabajadores sociales porque los supuestos padres no se preocupaban por sus hijos”, explica Carlos Montero, director del CETI donde se hospedan actualmente cerca mil inmigrantes, el doble de su capacidad. Las pruebas han dado negativo. No son sus hijos.
Milagros Núñez, responsable del programa de atención de Cruz Roja a inmigrantes, también señala que sus voluntarios han observado a veces, en sus centros de acogida Andalucía, que “hay mujeres que no recuerdan cuanto tiempo amamantaron a su hijo, cuando le salió el primer diente y hasta les da asco cambiar el pañal”.
A los que en Melilla se sometieron a la prueba de paternidad y el resultado fue negativo se les retiró a los niños que ingresaron en centros de menores dependientes de la ciudad autónoma. “Esa separación no provocó aparentemente dolor”, según Montero.
Falsos progenitores subsaharianos logran niños para evitar que les expulsen
“Algún falso padre incluso se adelantó y nos confesó que el hijo no era suyo”, recuerda Montero. Los que rechazaron hacerse el examen genético son ahora vigilados más de cerca por el personal del CETI.
¿Cómo llegaron esos críos, generalmente muy pequeños a manos de los falsos padres? “Ellos nos dicen que se les encontraron en el camino hacia Melilla; que estaban abandonados y les recogieron”, señala Montero. “No sabemos la verdad ni tampoco donde están los padres biológicos”, prosigue. “Hay mucho que investigar”, asevera. Se cree que han podido ser robados, “alquilados” o secuestrados.
Entrar en Melilla con un menor era hasta ahora una garantía de dar rápidamente el salto —la duración media de estancia en el CETI es de un año— a la Península y hasta de no ser expulsado de España. “Era casi un pasaporte”, comenta un inspector de policía que pide que no se publique su nombre.
“El fenómeno arranca en 2008 cuando en las pateras de subsaharianos empiezan a llegar primero mujeres solas, después embarazadas y finalmente con niños”, recuerda Milagros Núñez. También aparecen varones, supuestos padres de esos niños.
Desde que las voluntarias en costas, donde atienden a los pasajeros de la precaria embarcación, y en los Centros de Internamiento de Extranjeros, sospecharon de la existencia de la trata hasta que las autoridades han empezado a tomar conciencia ha transcurrido casi un lustro.
Durante esos años decenas, acaso cientos, de niños y las adultas que les acompañaban han sido víctimas de redes mafiosas que en origen eran nigerianas, pero ahora son también camerunesas, congoleñas, guineanas etcétera.
En los seis primeros meses del año la Cruz Roja ha identificado a 27 menores —uno de cada cinco— y a 44 mujeres —una de casa siete— llegados irregularmente a España por mar y susceptibles de ser víctimas de trata. Sigue...
Se cree que han podido ser secuestrados
Es la prueba del nueve de que aquello que aparentaba ser inmigración irregular es, además, a veces, trata de seres humanos. En el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla se hicieron, en verano, las pruebas de ADN a un puñado de hombres y mujeres subsaharianos llegados recientemente con menores, en patera, a la ciudad.
“Había conductas que hacían sospechar a los trabajadores sociales porque los supuestos padres no se preocupaban por sus hijos”, explica Carlos Montero, director del CETI donde se hospedan actualmente cerca mil inmigrantes, el doble de su capacidad. Las pruebas han dado negativo. No son sus hijos.
Milagros Núñez, responsable del programa de atención de Cruz Roja a inmigrantes, también señala que sus voluntarios han observado a veces, en sus centros de acogida Andalucía, que “hay mujeres que no recuerdan cuanto tiempo amamantaron a su hijo, cuando le salió el primer diente y hasta les da asco cambiar el pañal”.
A los que en Melilla se sometieron a la prueba de paternidad y el resultado fue negativo se les retiró a los niños que ingresaron en centros de menores dependientes de la ciudad autónoma. “Esa separación no provocó aparentemente dolor”, según Montero.
Falsos progenitores subsaharianos logran niños para evitar que les expulsen
“Algún falso padre incluso se adelantó y nos confesó que el hijo no era suyo”, recuerda Montero. Los que rechazaron hacerse el examen genético son ahora vigilados más de cerca por el personal del CETI.
¿Cómo llegaron esos críos, generalmente muy pequeños a manos de los falsos padres? “Ellos nos dicen que se les encontraron en el camino hacia Melilla; que estaban abandonados y les recogieron”, señala Montero. “No sabemos la verdad ni tampoco donde están los padres biológicos”, prosigue. “Hay mucho que investigar”, asevera. Se cree que han podido ser robados, “alquilados” o secuestrados.
Entrar en Melilla con un menor era hasta ahora una garantía de dar rápidamente el salto —la duración media de estancia en el CETI es de un año— a la Península y hasta de no ser expulsado de España. “Era casi un pasaporte”, comenta un inspector de policía que pide que no se publique su nombre.
“El fenómeno arranca en 2008 cuando en las pateras de subsaharianos empiezan a llegar primero mujeres solas, después embarazadas y finalmente con niños”, recuerda Milagros Núñez. También aparecen varones, supuestos padres de esos niños.
Desde que las voluntarias en costas, donde atienden a los pasajeros de la precaria embarcación, y en los Centros de Internamiento de Extranjeros, sospecharon de la existencia de la trata hasta que las autoridades han empezado a tomar conciencia ha transcurrido casi un lustro.
Durante esos años decenas, acaso cientos, de niños y las adultas que les acompañaban han sido víctimas de redes mafiosas que en origen eran nigerianas, pero ahora son también camerunesas, congoleñas, guineanas etcétera.
En los seis primeros meses del año la Cruz Roja ha identificado a 27 menores —uno de cada cinco— y a 44 mujeres —una de casa siete— llegados irregularmente a España por mar y susceptibles de ser víctimas de trata. Sigue...
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