Un vídeo explica por qué si eres ‘hombre, blanco y cristiano’ estás en desventaja
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Un vídeo explica por qué si eres ‘hombre, blanco y cristiano’ estás en desventaja
Rubin, homosexual y casado con su pareja, desmonta en tan solo cuatro minutos el progresismo de hoy en día, una corriente que se ha convertido “en un movimiento pseudo moral, que acusa de racismo, intolerancia, xenofobia, homofobia, islamofobia y un montón de otras palabras de moda y sin sentido a cada persona con quien no esté de acuerdo”.
Dave Rubin, el estadounidense conocido por presentar “The Rubin report”, un programa político en el que se tratan diversos temas desde una perspectiva progresista, ha publicado un vídeo bajo el título “Why i left the left” (Por qué dejé la izquierda”) en el que explica la razón por la que ha dejado de ser progresista.
Rubin, homosexual y casado con su pareja, desmonta en tan solo cuatro minutos el progresismo de hoy en día, una corriente que se ha convertido “en un movimiento pseudo moral, que acusa de racismo, intolerancia, xenofobia, homofobia, islamofobia y un montón de otras palabras de moda y sin sentido a cada persona con quien no esté de acuerdo”.
En el vídeo, que ya cuenta con más de un millón de visitas, esta personalidad televisiva e icono del movimiento homosexual estadounidense explica que “en los últimos años, el significado de la palabra ‘progresista’ ha cambiado. Defiende que se ha convertido en una ideología “que no juzga a las personas como los individuos, sino como un ente colectivo. Si eres negro, mujer, musulmán, hispano o perteneces a cualquier otro grupo minoritario, no se te juzga igual a lo que puede existir: un hombre blanco cristiano”.
“Prohibir las palabras que no sean ‘políticamente correctas’, expulsar del campus universitario a los oradores que no compartan sus ideas, advertir sobre ‘contenido que pueda ofender’ en los libros, películas, música…la izquierda ‘regresiva’ jerarquiza los grupos minoritarios para que compitan en una especie de “olimpiadas de la opresión”, donde la medalla de oro es para el más ofendido”, continúa Rubin.
“¿Y qué pasa con la libertad religiosa, esa idea de que nadie puede decirnos lo que tenemos que creer? Los progresistas no defienden esto”, defiende.
“Como soy un hombre gay casado, podrías pensar que yo agradecería que el Gobierno obligara a un pastelero, un fotógrafo o una florista cristiana a contradecir los principios de su religión a fin de preparar el pastel, fotografiar o decorar mi boda. Pero eso no es así. Un gobierno que puede obligar a los cristianos a violar sus principios, puede obligarme a mi a violar los míos. Si un pastelero no quiere hacerte un pastel, búscate otro pastelero, no le pidas al Estado que le diga lo que hacer con su propio negocio”, sentencia el estadounidense.
“Yo soy ‘pro-elección’, pero un Gobierno que puede obligar a un grupo de monjas católicas a violar su fe y pagar por anticonceptivos que inducen al aborto, puede obligar a cualquiera a hacer cualquier cosa. La batalla de ideas ha sido reemplazada por una batalla de sentimientos y la indignación ha reemplazado a la honestidad. La diversidad tiene supremacía, siempre y cuando no se trate de la ‘fastidiosa’ diversidad de pensamiento”.
“Esta no es la receta para una sociedad libre, es una receta para el autoritarismo. Por estas razones, ya no puedo considerarme progresista. Soy un libre pensador. La defensa de mis valores liberales se ha vuelto de pronto una posición conservadora”, concluye Rubin.
DESMONTA EL PROGRESISMO DE HOY EN DÍA
Dave Rubin, el estadounidense conocido por presentar “The Rubin report”, un programa político en el que se tratan diversos temas desde una perspectiva progresista, ha publicado un vídeo bajo el título “Why i left the left” (Por qué dejé la izquierda”) en el que explica la razón por la que ha dejado de ser progresista.
Rubin, homosexual y casado con su pareja, desmonta en tan solo cuatro minutos el progresismo de hoy en día, una corriente que se ha convertido “en un movimiento pseudo moral, que acusa de racismo, intolerancia, xenofobia, homofobia, islamofobia y un montón de otras palabras de moda y sin sentido a cada persona con quien no esté de acuerdo”.
En el vídeo, que ya cuenta con más de un millón de visitas, esta personalidad televisiva e icono del movimiento homosexual estadounidense explica que “en los últimos años, el significado de la palabra ‘progresista’ ha cambiado. Defiende que se ha convertido en una ideología “que no juzga a las personas como los individuos, sino como un ente colectivo. Si eres negro, mujer, musulmán, hispano o perteneces a cualquier otro grupo minoritario, no se te juzga igual a lo que puede existir: un hombre blanco cristiano”.
“Prohibir las palabras que no sean ‘políticamente correctas’, expulsar del campus universitario a los oradores que no compartan sus ideas, advertir sobre ‘contenido que pueda ofender’ en los libros, películas, música…la izquierda ‘regresiva’ jerarquiza los grupos minoritarios para que compitan en una especie de “olimpiadas de la opresión”, donde la medalla de oro es para el más ofendido”, continúa Rubin.
“¿Y qué pasa con la libertad religiosa, esa idea de que nadie puede decirnos lo que tenemos que creer? Los progresistas no defienden esto”, defiende.
“Como soy un hombre gay casado, podrías pensar que yo agradecería que el Gobierno obligara a un pastelero, un fotógrafo o una florista cristiana a contradecir los principios de su religión a fin de preparar el pastel, fotografiar o decorar mi boda. Pero eso no es así. Un gobierno que puede obligar a los cristianos a violar sus principios, puede obligarme a mi a violar los míos. Si un pastelero no quiere hacerte un pastel, búscate otro pastelero, no le pidas al Estado que le diga lo que hacer con su propio negocio”, sentencia el estadounidense.
“Yo soy ‘pro-elección’, pero un Gobierno que puede obligar a un grupo de monjas católicas a violar su fe y pagar por anticonceptivos que inducen al aborto, puede obligar a cualquiera a hacer cualquier cosa. La batalla de ideas ha sido reemplazada por una batalla de sentimientos y la indignación ha reemplazado a la honestidad. La diversidad tiene supremacía, siempre y cuando no se trate de la ‘fastidiosa’ diversidad de pensamiento”.
“Esta no es la receta para una sociedad libre, es una receta para el autoritarismo. Por estas razones, ya no puedo considerarme progresista. Soy un libre pensador. La defensa de mis valores liberales se ha vuelto de pronto una posición conservadora”, concluye Rubin.
DESMONTA EL PROGRESISMO DE HOY EN DÍA
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