Pussy Riot: ¿no quedábamos en que tu libertad acaba donde empieza la del otro?
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Pussy Riot: ¿no quedábamos en que tu libertad acaba donde empieza la del otro?
Tres de las chicas que aparecen encapuchadas en este vídeo fueron condenadas ayer a dos años de cárcel por “acciones provocadoras y humillantes en un templo religioso”. Las autoras fueron un grupo de rockeras que se hacen llaman “Pussy Riot”, y el lugar que asaltaron fue una catedral de la Iglesia Ortodoxa en Rusia. Desde luego, dos años de cárcel me parece una pena excesiva, pero discrepo totalmente de quienes defienden a las asaltantes invocando la libertad de expresión e incluso la libre manifestación artística.
JUSTIFICAN EL ASALTO A UNA CATEDRAL INVOCANDO LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Asaltar una iglesia es una clara agresión a la libertad religiosa
Cuando un grupo de personas encapuchadas asalta un templo religioso para montar una bronca en su interior, ofendiendo gratuitamente a los creyentes y agrediendo su derecho a profesar libremente su religión, entonces no estamos ante un ejercicio de la libertad de expresión, sino ante un clarísimo abuso de ella. Una de las asaltantes ha alegado que si en la catedral asaltada hubiesen cantado “Madre de Dios, protege a Putin” en vez de “Madre de Dios, echa a Putin” no habrían sido enjuiciadas. Es una pobre defensa a la vista del vídeo. Y es que para manifestarse contra Putin -algo legítimo- han recurrido a un medio ilegítimo como es agredir la libertad religiosa de terceros. Es una actitud tan criticable como la de aquellos que consideran que su libertad de manifestación les da derecho a cortar calles como y cuando les dé la gana, vulnerando con ello la libertad de circulación de los demás.
¿Aceptarían Sting o Madonna que reventaran así uno de sus conciertos?
Si las asaltantes querían provocar su detención para hacerse las víctimas, y hay que reconocer que no pudieron hacerlo de mejor forma, porque sabían que iban a contar con el apoyo de cantantes como Sting, Madonna, Björk y los Red Hot Chili Peppers, que han salido en su apoyo. Me pregunto si éstos y otros cantantes hablarían de libertad de expresión si en vez de una catedral, los alborotadores de turno hubiesen reventado uno de sus conciertos, montando una trifulca y ofendiendo a esos artistas y a sus seguidores. Si aceptan la idea de que la libertad de expresión concede a cualquiera el derecho a agredir la libertad de los demás, entonces deberían asumir las consecuencias y aceptar, dócilmente, que cualquiera pueda interrumpir sus espectáculos. ¿O es que pisotear la libertad ajena sólo es aceptable cuando los pisoteados son cristianos y la bronca se monta en una iglesia?
La intolerancia a la religión no le da derecho a nadie a asaltar iglesias
Hago esta última pregunta porque cierta izquierda parece haber asumido que para conseguir sus propósitos vale todo, y no es así. El año pasado en España otro grupo de izquierdistas asaltó una capilla católica en la Universidad Complutense de Madrid, ofendiendo y humillando a los creyentes que ejercían su derecho a la libertad religiosa en ella. Esa agresión anticatólica provocó la condena de más de 900 catedráticos y profesores universitarios, pero la izquierda no dudó en salir en apoyo de las asaltantes. Da la sensación de que algunos se han creído que las más elementales normas de convivencia no rigen para ellos, simplemente porque desprecian a quienes profesamos una religión. Esa izquierda parece creer que su intolerancia a ciertas religiones -digo a ciertas porque con los musulmanes no se atreven a meterse- les concede derecho a pisotear la libertad religiosa de los demás, y no es así, de la misma forma que el hecho de rechazar ideologías totalitarias como el marxismo no nos da derecho a otros a asaltar sedes de Izquierda Unida, por poner un ejemplo.
La técnica Gordillo: justificar un asalto desprestigiando al asaltado
La diferencia entre España y Rusia es que aquí está saliendo gratis agredir a los creyentes, y en Rusia el que la hace la paga, con más rigor del que sería deseable. Insisto en que la pena me parece desproporcionada, pero me niego a presentar a estas rockeras, que no han mostrado ningún arrepentimiento por su asalto, como unas mártires de la libertad de expresión. Me niego a aceptar también que se justifique ese asalto con críticas a la Iglesia Ortodoxa. Si hiciera eso tendría que aceptar, por ejemplo, que los condenados por allanamiento de morada sean tratados como mártires de la libertad de circulación siempre que la izquierda considere que el dueño de la propiedad ha hecho algo criticable. A este paso no me extrañaría que viésemos algo así. Ya hemos visto a la izquierda justificar una agresión desprestigiando al agredido en el caso de Sánchez Gordillo: muchos energúmenos no han dudado en defender el robo a un establecimiento de Mercadona lanzando todo tipo de acusaciones contra la empresa propietaria, en una aplicación al ámbito de los supermercados del viejo argumento de la violada como culpable de la violación por llevar minifalda. Y es que cierta izquierda desprecia esa máxima de que la libertad de uno acaba donde empieza la de otro. Algunos creen que su libertad les da derecho a ciscarse en las libertades ajenas, asaltando iglesias, supermercados o bancos, cortando calles o haciendo lo que les dé la gana porque, a fin de cuentas, su ideología les hace superiores a los demás. Ya va siendo hora de que caigan de la burra.
JUSTIFICAN EL ASALTO A UNA CATEDRAL INVOCANDO LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Asaltar una iglesia es una clara agresión a la libertad religiosa
Cuando un grupo de personas encapuchadas asalta un templo religioso para montar una bronca en su interior, ofendiendo gratuitamente a los creyentes y agrediendo su derecho a profesar libremente su religión, entonces no estamos ante un ejercicio de la libertad de expresión, sino ante un clarísimo abuso de ella. Una de las asaltantes ha alegado que si en la catedral asaltada hubiesen cantado “Madre de Dios, protege a Putin” en vez de “Madre de Dios, echa a Putin” no habrían sido enjuiciadas. Es una pobre defensa a la vista del vídeo. Y es que para manifestarse contra Putin -algo legítimo- han recurrido a un medio ilegítimo como es agredir la libertad religiosa de terceros. Es una actitud tan criticable como la de aquellos que consideran que su libertad de manifestación les da derecho a cortar calles como y cuando les dé la gana, vulnerando con ello la libertad de circulación de los demás.
¿Aceptarían Sting o Madonna que reventaran así uno de sus conciertos?
Si las asaltantes querían provocar su detención para hacerse las víctimas, y hay que reconocer que no pudieron hacerlo de mejor forma, porque sabían que iban a contar con el apoyo de cantantes como Sting, Madonna, Björk y los Red Hot Chili Peppers, que han salido en su apoyo. Me pregunto si éstos y otros cantantes hablarían de libertad de expresión si en vez de una catedral, los alborotadores de turno hubiesen reventado uno de sus conciertos, montando una trifulca y ofendiendo a esos artistas y a sus seguidores. Si aceptan la idea de que la libertad de expresión concede a cualquiera el derecho a agredir la libertad de los demás, entonces deberían asumir las consecuencias y aceptar, dócilmente, que cualquiera pueda interrumpir sus espectáculos. ¿O es que pisotear la libertad ajena sólo es aceptable cuando los pisoteados son cristianos y la bronca se monta en una iglesia?
La intolerancia a la religión no le da derecho a nadie a asaltar iglesias
Hago esta última pregunta porque cierta izquierda parece haber asumido que para conseguir sus propósitos vale todo, y no es así. El año pasado en España otro grupo de izquierdistas asaltó una capilla católica en la Universidad Complutense de Madrid, ofendiendo y humillando a los creyentes que ejercían su derecho a la libertad religiosa en ella. Esa agresión anticatólica provocó la condena de más de 900 catedráticos y profesores universitarios, pero la izquierda no dudó en salir en apoyo de las asaltantes. Da la sensación de que algunos se han creído que las más elementales normas de convivencia no rigen para ellos, simplemente porque desprecian a quienes profesamos una religión. Esa izquierda parece creer que su intolerancia a ciertas religiones -digo a ciertas porque con los musulmanes no se atreven a meterse- les concede derecho a pisotear la libertad religiosa de los demás, y no es así, de la misma forma que el hecho de rechazar ideologías totalitarias como el marxismo no nos da derecho a otros a asaltar sedes de Izquierda Unida, por poner un ejemplo.
La técnica Gordillo: justificar un asalto desprestigiando al asaltado
La diferencia entre España y Rusia es que aquí está saliendo gratis agredir a los creyentes, y en Rusia el que la hace la paga, con más rigor del que sería deseable. Insisto en que la pena me parece desproporcionada, pero me niego a presentar a estas rockeras, que no han mostrado ningún arrepentimiento por su asalto, como unas mártires de la libertad de expresión. Me niego a aceptar también que se justifique ese asalto con críticas a la Iglesia Ortodoxa. Si hiciera eso tendría que aceptar, por ejemplo, que los condenados por allanamiento de morada sean tratados como mártires de la libertad de circulación siempre que la izquierda considere que el dueño de la propiedad ha hecho algo criticable. A este paso no me extrañaría que viésemos algo así. Ya hemos visto a la izquierda justificar una agresión desprestigiando al agredido en el caso de Sánchez Gordillo: muchos energúmenos no han dudado en defender el robo a un establecimiento de Mercadona lanzando todo tipo de acusaciones contra la empresa propietaria, en una aplicación al ámbito de los supermercados del viejo argumento de la violada como culpable de la violación por llevar minifalda. Y es que cierta izquierda desprecia esa máxima de que la libertad de uno acaba donde empieza la de otro. Algunos creen que su libertad les da derecho a ciscarse en las libertades ajenas, asaltando iglesias, supermercados o bancos, cortando calles o haciendo lo que les dé la gana porque, a fin de cuentas, su ideología les hace superiores a los demás. Ya va siendo hora de que caigan de la burra.
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