El invento de Isaac Peral que pudo haber evitado la pérdida de los territorios de Ultramar
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Re: El invento de Isaac Peral que pudo haber evitado la pérdida de los territorios de Ultramar
Cuatro submarinos de la Armada han llevado el nombre del marino español Isaac Peral, inventor del submarino eléctrico
El 22 de mayo de 1895, Isaac Peral murió en Berlín por culpa de una meningitis. Había viajado a Alemania semanas antes para someterse a una operación por el cáncer de piel que padecía, y aunque la operación salió bien, falleció días después. Su legado habla por sí solo, fue el inventor del submarino eléctrico, sin embargo, el teniente de navío sufrió una campaña de desprestigio por la que solicitó su baja de la Real Armada, y empezó una vida de civil dedicada también a la innovación. De hecho, durante toda su vida, su vocación por las ciencias y la docencia lo convirtieron en uno de los marinos más completos de la época.
Isaac Peral fue enterrado en el cementerio de la Almudena de Madrid, y años después sus familiares trasladaron su cuerpo a Cartagena, su ciudad natal, donde descansa desde entonces. Había nacido en 1851, y su vida había estado ligado al mar desde entonces. Ingresó en la Real Academia de Guardiamarinas, donde realizó sus primeros embarques en la fragata Almansa, que fue buque-escuela, la fragata Victoria, y otros buques en los que prestó servicio.
Estuvo destinado en Cuba donde combatió, y en España participó en la guerra carlista. Después dedicó el tiempo a los saberes científicos, las matemáticas, la física, pero también a los idiomas, como el alemán, que dominaba. Con ese espíritu innovador desarrolló, en secreto, un proyecto único, el diseño del primer «torpedero-submarino» de la historia. Junto a otros compañeros ideó la construcción de un buque sumergible capaz de lanzar torpedos bajo el agua, es decir, un submarino destinado al combate. Desde el ministerio de Marina no prestaron atención al proyecto, pero gracias al apoyo que tuvo del propio ministro de Marina, el almirante Manuel de la Pezuela, consiguió la aprobación de su construcción a través de una Real Orden firmada por la Reina regente María Cristina.
La mayor dificultad era conseguir un buque sumergible autónomo, que pudiera permanecer varias horas bajo la superficie, por lo tanto, «el problema queda reducido a ver si se puede obtener por medio de los gases fuerza y oxígeno como para dos o tres horas y, si esto es posible como creo, el problema está resuelto. Desde ahora me propongo estudiarlo», afirmó el marino. En septiembre de 1888 se realizó la botadura después de algún que otro imprevisto.
Desde ese momento Isaac Peral lideró las pruebas de mar y las arriesgadas inmersiones por la que le otorgaron la Cruz al Mérito Naval con distintivo rojo. El prototipo navegó bien durante las pruebas, entre otras, recorrió nueve kilómetros bajo el agua y consiguió lanzar un torpedo a un objetivo fijo a más de 300 metros de distancia.
Pero el éxito aparente no fue suficiente para que el ministerio destinase más recursos en la construcción de otras unidades, e incluso por varios problemas y recelos internos, a partir de noviembre de 1890 se ordenó el desmantelamiento del buque, así como una campaña de desprestigio contra el inventor que le obligó a solicitar la baja en la Marina. Dos años después, del Peral apenas quedaba intacto el casco, a la espera de ser desguazado. Una orden que jamás se cumplió.
Con este nuevo prototipo de submarinos quizá se hubiera podido dar un giro a la guerra entre España y Estados Unidos; sin embargo, esta decisión del Ministerio de Marina contribuyó a dejar indefensa los últimos territorios de Ultramar, perdiendo muchas vidas y barcos.
La memoria histórica (un concepto muy politizado en los últimos años) de Isaac Peral y su proyecto de sumergible eléctrico permaneció en el olvido durante décadas. En 1915, se aprobó la Ley Miranda, que propició la creación del Arma Submarina Española y la adquisición de submarinos procedentes de Estados Unidos e Italia. Fue entonces cuando desde la Armada se bautizó al submarino A-0 de la clase Holland con el nombre de Isaac Peral.
Poco tiempo después, el capitán de corbeta Mateo García de los Reyes, recuperó el prototipo Peral y lo trasladó a Cartagena, donde se restauró y se instaló en tierra para conmemorar al inventor. Desde entonces cuatro submarinos han llevado el nombre del ilustre marino: el C1 que sirvió hasta la década de los cincuenta, el S-32 que sirvió entre los setenta y los ochenta, y el submarino S-81 de última generación que se incorporó al servicio en 2023.
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El 22 de mayo de 1895, Isaac Peral murió en Berlín por culpa de una meningitis. Había viajado a Alemania semanas antes para someterse a una operación por el cáncer de piel que padecía, y aunque la operación salió bien, falleció días después. Su legado habla por sí solo, fue el inventor del submarino eléctrico, sin embargo, el teniente de navío sufrió una campaña de desprestigio por la que solicitó su baja de la Real Armada, y empezó una vida de civil dedicada también a la innovación. De hecho, durante toda su vida, su vocación por las ciencias y la docencia lo convirtieron en uno de los marinos más completos de la época.
Isaac Peral fue enterrado en el cementerio de la Almudena de Madrid, y años después sus familiares trasladaron su cuerpo a Cartagena, su ciudad natal, donde descansa desde entonces. Había nacido en 1851, y su vida había estado ligado al mar desde entonces. Ingresó en la Real Academia de Guardiamarinas, donde realizó sus primeros embarques en la fragata Almansa, que fue buque-escuela, la fragata Victoria, y otros buques en los que prestó servicio.
Estuvo destinado en Cuba donde combatió, y en España participó en la guerra carlista. Después dedicó el tiempo a los saberes científicos, las matemáticas, la física, pero también a los idiomas, como el alemán, que dominaba. Con ese espíritu innovador desarrolló, en secreto, un proyecto único, el diseño del primer «torpedero-submarino» de la historia. Junto a otros compañeros ideó la construcción de un buque sumergible capaz de lanzar torpedos bajo el agua, es decir, un submarino destinado al combate. Desde el ministerio de Marina no prestaron atención al proyecto, pero gracias al apoyo que tuvo del propio ministro de Marina, el almirante Manuel de la Pezuela, consiguió la aprobación de su construcción a través de una Real Orden firmada por la Reina regente María Cristina.
El Peral, el primer submarino eléctrico
La construcción empezó en el Arsenal de la Carraca, en Cádiz, bajo un estricto secretismo y un presupuesto de 5.000 pesetas. El prototipo contaría con propulsión eléctrica, además en su interior se fabricaron «dos cámaras de inundar para sumergirse a voluntad a la profundidad que se desee y cuando se quiera hacer flotar se expelerá el agua de dichas cámaras a favor de la fuerza expansiva del gas comprimido», según expuso Isaac Peral en el proyecto inicial.La mayor dificultad era conseguir un buque sumergible autónomo, que pudiera permanecer varias horas bajo la superficie, por lo tanto, «el problema queda reducido a ver si se puede obtener por medio de los gases fuerza y oxígeno como para dos o tres horas y, si esto es posible como creo, el problema está resuelto. Desde ahora me propongo estudiarlo», afirmó el marino. En septiembre de 1888 se realizó la botadura después de algún que otro imprevisto.
Desde ese momento Isaac Peral lideró las pruebas de mar y las arriesgadas inmersiones por la que le otorgaron la Cruz al Mérito Naval con distintivo rojo. El prototipo navegó bien durante las pruebas, entre otras, recorrió nueve kilómetros bajo el agua y consiguió lanzar un torpedo a un objetivo fijo a más de 300 metros de distancia.
Pero el éxito aparente no fue suficiente para que el ministerio destinase más recursos en la construcción de otras unidades, e incluso por varios problemas y recelos internos, a partir de noviembre de 1890 se ordenó el desmantelamiento del buque, así como una campaña de desprestigio contra el inventor que le obligó a solicitar la baja en la Marina. Dos años después, del Peral apenas quedaba intacto el casco, a la espera de ser desguazado. Una orden que jamás se cumplió.
Con este nuevo prototipo de submarinos quizá se hubiera podido dar un giro a la guerra entre España y Estados Unidos; sin embargo, esta decisión del Ministerio de Marina contribuyó a dejar indefensa los últimos territorios de Ultramar, perdiendo muchas vidas y barcos.
La memoria histórica (un concepto muy politizado en los últimos años) de Isaac Peral y su proyecto de sumergible eléctrico permaneció en el olvido durante décadas. En 1915, se aprobó la Ley Miranda, que propició la creación del Arma Submarina Española y la adquisición de submarinos procedentes de Estados Unidos e Italia. Fue entonces cuando desde la Armada se bautizó al submarino A-0 de la clase Holland con el nombre de Isaac Peral.
Poco tiempo después, el capitán de corbeta Mateo García de los Reyes, recuperó el prototipo Peral y lo trasladó a Cartagena, donde se restauró y se instaló en tierra para conmemorar al inventor. Desde entonces cuatro submarinos han llevado el nombre del ilustre marino: el C1 que sirvió hasta la década de los cincuenta, el S-32 que sirvió entre los setenta y los ochenta, y el submarino S-81 de última generación que se incorporó al servicio en 2023.
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