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La era del burro volador

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La era del burro volador  Empty La era del burro volador

Mensaje por Josuhe Mar Sep 07, 2021 10:55 am

El gobierno publica una ley para que los burros vuelen. Pasado un tiempo, se comprueba que los burros, pese a su obligación legal de volar, no lo hacen. Pero el Gobierno, lejos de rectificar, justifica el fracaso de la ley alegando que no se ha gastado lo suficiente para que los burros vuelen y se destinan más recursos para asegurar el éxito de la iniciativa.
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La gente sensata protesta alegando que los burros son burros, no águilas. Entonces, el Gobierno pone en marcha una intensa propaganda para denunciar que hay sectores en nuestra sociedad que odian a los burros y quieren negarles su derecho a volar.

Con el paso del tiempo, una parte importante de la población olvida la cuestión clave: que los burros, en efecto, no son águilas. Y el debate deriva hacia un enfoque moral con dos bandos enfrentados. Por un lado, la línea oficialista, que establece la obligación de amar a los burros y defender su inalienable derecho a volar como las águilas. Por otro, los críticos, que consideran la iniciativa un disparate.

Para neutralizar a los críticos, el Gobierno establece el delito de odio al burro volador. Y para reeducar a los que consideran que los burros voladores son una patraña, se crea la figura del agente experto en perspectiva de burros voladores. Además, a las nuevas generaciones se las orienta hacia la devoción al burro volador. El burro volador y la Democracia son inseparables. Negar la existencia del burro volador significa negar la democracia.

Sin embargo, pese a todos los esfuerzos y después de miles de millones de euros gastados, los burros, que son muy suyos, no ejercen su derecho a volar. Y lógicamente afloran las críticas por la disparidad de los recursos empleados y los resultados obtenidos. Pero el Gobierno de nuevo recurre a la propaganda y neutraliza el debate lanzando una consigna: "¡Ni un paso atrás en la defensa de los burros voladores!". Los importantes avances conseguidos en materia de derechos para el burro volador marcan un antes y un después, son la diferencia entre una sociedad egoísta e insensible y una sociedad diversa y plena de empatía.

Décadas más tarde, los burros siguen sin volar. Nadie ha visto a ninguno hacerlo. Pero el burro volador se ha convertido en un símbolo. Las evidencias ya no importan. Se trata de estar del lado de la historia, promover un mañana mejor en el que los burros puedan surcar los cielos libres y gráciles como palomas. Hasta que ese día llegue, el burro volador es algo aspiracional, una lucha alrededor de la que florecen políticas, observatorios, subvenciones, asociaciones, agencias internacionales, incluso nuevas carreras universitarias. También las multinacionales colocan al lado de sus marcas el sello normalizado del burro alado para demostrar al público que están a favor de la gran causa.

Hay un Día Mundial del Burro Volador, un doodle de Google y huelgas estudiantiles, y de las otras, en defensa del burro volador, porque el burro volador, como símbolo del Bien, siempre estará amenazado por el Mal. La mejor prueba de ello es que los burros siguen sin ejercer su derecho a volar, no porque sean “inasequibles a los deseos del legislador, sino porque subyace una opresión estructural que se lo impide. El mundo académico hace tiempo que se sumó a la causa, y los científicos sociales amontonan estudios con datos agregados sobre la población de burros y la aplicación del derecho a volar. La conclusión es unánime: hay mucho margen de mejora, pero son necesarias nuevas leyes y más recursos. El burro volador goza de un gran protagonismo en las citas electorales. Años de campañas de sensibilización logran que muchas personas consideren que la intención debe prevalecer sobre la evidencia. La intención es legítima y buena; la evidencia, limitante y malvada. Así pues, el burro no debe depender de sus capacidades reales sino de las aspiraciones que se le reconozcan. ¡Por un burro volador digno!

Estar a favor o en contra del burro volador puede marcar la diferencia entre sumar votos o restarlos. Y lo que es más importante: acceder o no al generoso presupuesto al que se ha hecho acreedora la gran causa. Por lo tanto, los partidos que antes consideraban al burro volador como un disparate legislativo, moderan su discurso. Todavía no reconocen el derecho del burro a volar, pero sí su derecho a saltar como una gacela. Entonces, el burrismo se desdobla en dos corrientes: un burrismo radical y un burrismo moderado. Pero el burrismo es ya una corriente dominante.

Pasaje de *La ideología invisible*.

Javier Benegas

Y hablando de burros, estos han sidos los más solemnes burros, dañinos, ofensivos hacia nuestro propio bienertar

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Josuhe
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La era del burro volador  Empty El vuelo de los burros

Mensaje por Josuhe Sáb Oct 02, 2021 7:32 pm

Hace dos décadas un periodista preguntó al eminente físico Stephen Hawking si pensaba que era teóricamente posible que el ser humano viajara en el tiempo. En una muestra insuperable de inteligencia científica Stephen Hawking respondió que empíricamente está demostrado que es imposible: si el hombre pudiera desplazarse en el tiempo ya nos estaría visitando desde el futuro o habría pruebas de su visita en otras épocas.

Esta irrefutable constatación empírica hace científicamente innecesaria cualquier disquisición o elucubración teórica sobre el tema. El hecho de que nadie haya visto nunca un burro volando elimina de raíz la necesidad de investigar teóricamente dicha cuestión, aunque en los tiempos que corren no faltará quien se dedique a ello e incluso encuentre financiación del dinero de todos para hacerlo.

Aplicando un razonamiento similar entiendo que sobra, en consecuencia, cualquier argumentación, a favor o en contra, sobre la viabilidad o bondad de un sistema económico-político basado en el comunismo. Es una pérdida de tiempo buscar un gato negro en un túnel en el que no hay gato. En una ya dilatada experiencia de regímenes basados en este paradigma teórico, ninguno ha demostrado su bondad sino más bien su ineptitud e inoperancia, por no cargar más las tintas y añadir su inherente maldad.

Nadie ha visto nunca un burro volando. Nadie ha visto nunca un ser humano de un siglo por venir que nos visite o haya visitado a Napoleón, Galileo, Mozart u otra figura histórica digna de entrevista. Nadie ha visto nunca un estado comunista digno de defensa como modelo de regulación de nuestra sociedad política o económica. Toda disquisición teórica, en su defensa o ataque, sobra ante esta constatación empírica.

Francisco Garrudo
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