Los voluntarios del Mars One, el proyecto suicida de la NASA con cobayas humanas
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Los voluntarios del Mars One, el proyecto suicida de la NASA con cobayas humanas
El geólogo y meteorólogo, Juanjo Díaz-Guerra es uno de los españoles que participa
"Seremos las ratas de laboratorio. Vamos a hacer el trabajo sucio de lo que va a venir"
El geólogo y meteorólogo, Juanjo Díaz-Guerra es uno de los españoles que ha decidido presentarse como candidato al proyecto Mars One, una empresa holandesa que quiere crear un asentamiento permanente en Marte.
Su deseo es viajar al planeta rojo, tal y como promete este proyecto, a partir de 2023, y asegura que sabe a lo que va. "Lo que busca Mars One son cobayas humanas".
"Seremos las ratas de laboratorio. Vamos a hacer el trabajo sucio de lo que va a venir", ha declarado el geólogo, en declaraciones a Europa Press, quien ha añadido que "en diez años la NASA tendrá más información sobre viajes a Marte gracias" a los que participen en esta iniciativa.
En este sentido ha precisado que temas como el viaje en la nave, que durará entre 10 meses y un año, el transporte de alimentos, o las consecuencias de la radiación en un planeta con una atmósfera más fina que la de la Tierra, serán algunas de las cosas que se comprueben a través de la experiencia de los 'astronautas' de Mars One.
Candidatos sin billete de vuelta
Entre las cosas que más sorprenden de este proyecto es que aquellos que se han apuntado para participar nunca regresarán a la Tierra.
Pero Díaz-Guerra asegura que eso no le ha echado hacia atrás.
"Si te ofrecen ahora un trabajo y te dicen que es en Australia, te mentalizas para ello, igual me he mentalizado yo, pero no me voy a otro país sino a otro planeta", ha insistido. A su juicio, este tipo de oportunidades deben cogerse "con fe ciega" en el proyecto.
Del mismo modo que sabe que no podrá volver, Díaz-Guerra también sabe que el cuerpo humano no puede tolerar la radiación existente en Marte más de cinco años.
"Sé que es algo loco y suicida, pero estoy dispuesto".
Entrenamiento de seis años
Los aspirantes a la aventura Mars One -se han apuntado más de 200.000 personas entre las que hay unos 3.700 españoles- sabrán en 2014 quiénes son los 40 elegidos para el viaje.
En 2015, todos ellos comenzarán un entrenamiento que incluye formación técnica y también física. Esta última se llevará a cabo en un desierto que reproduzca el ambiente marciano y también en el ártico, para que se acostumbren a las altas temperaturas del planeta rojo.
El aventurero español ha señalado que su "motivación", debido a sus estudios, es investigar la geología y el clima de Marte, pero además valora la formación que le puede proporcionar Mars One.
Preguntado si se sentiría decepcionado si, después de tantos años de trabajo acaba por no viajar, Díaz Guerra ha indicado que habrá tenido más de seis años de formación y que su currículum puede abrirle nuevas puertas para trabajar en el futuro.
"Podré ofrecer todo lo que me han enseñado a mi, ya sea para formar a otras personas o en una agencia espacial".
Dudas sobre la capacidad de la tecnología actual
El profesor titular de la Escuela de Aeronauticos, Bartolomé Luque, duda de que este proyecto se pueda llevar a cabo porque la tecnología existente o la que pueda existir en 2023 no está preparada para realizar un misión de estas características.
Según Mars One, el proceso de asentamiento se llevará a cabo lanzando un cohete cada dos años, comenzando por los que llevan las piezas de los módulos-viviendas o la comida, hasta que comiencen a viajar los aspirantes.
Al respecto, Luque ha explicado que "con la estadística que existe actualmente de lanzamientos a Marte, Mars One debería triplicar la actividad para conseguirlo". "Ahora mismo una de cada tres naves enviadas a Marte no llega", ha indicado.
Inviabilidad
El profesor no ve viable que la nave cargue con más de dos toneladas y media de comida al espacio, tal y como informa la empresa holandesa.
"Nunca se ha llevado cantidad semejante" al espacio, ha reconocido Luque, quien ha precisado, además, que haría falta transportar un mecanismo que la mueva.
"Yo lo veo imposible".
Ante estas dudas de que el proyecto se lleve finalmente a cabo, Díaz-Guerra defiende que los datos que facilita Mars One en la web no son del todo abiertos y que "eso puede hacer dudar", pero, a su juicio, esta falta de información es una forma de evitar que otras empresas cojan su idea.
Para el aspirante a asentarse en el planeta rojo el mundo está preparado "al 80 por ciento para llevar a cabo" este proyecto y ese porcentaje "se irá mejorando año tras año" hasta 2023. Proyecto pionero de la ciencia
"Seremos las ratas de laboratorio. Vamos a hacer el trabajo sucio de lo que va a venir"
El geólogo y meteorólogo, Juanjo Díaz-Guerra es uno de los españoles que ha decidido presentarse como candidato al proyecto Mars One, una empresa holandesa que quiere crear un asentamiento permanente en Marte.
Su deseo es viajar al planeta rojo, tal y como promete este proyecto, a partir de 2023, y asegura que sabe a lo que va. "Lo que busca Mars One son cobayas humanas".
"Seremos las ratas de laboratorio. Vamos a hacer el trabajo sucio de lo que va a venir", ha declarado el geólogo, en declaraciones a Europa Press, quien ha añadido que "en diez años la NASA tendrá más información sobre viajes a Marte gracias" a los que participen en esta iniciativa.
En este sentido ha precisado que temas como el viaje en la nave, que durará entre 10 meses y un año, el transporte de alimentos, o las consecuencias de la radiación en un planeta con una atmósfera más fina que la de la Tierra, serán algunas de las cosas que se comprueben a través de la experiencia de los 'astronautas' de Mars One.
Candidatos sin billete de vuelta
Entre las cosas que más sorprenden de este proyecto es que aquellos que se han apuntado para participar nunca regresarán a la Tierra.
Pero Díaz-Guerra asegura que eso no le ha echado hacia atrás.
El geólogo ha explicado que viajar a Marte "no es algo que haya soñado" desde pequeño pero, ahora, se lo toma como una oferta de trabajo."Es una experiencia que no puedo vivir en la Tierra y una vez mentalizado sé que debo asumir unos riesgos, yo lo tengo claro".
"Si te ofrecen ahora un trabajo y te dicen que es en Australia, te mentalizas para ello, igual me he mentalizado yo, pero no me voy a otro país sino a otro planeta", ha insistido. A su juicio, este tipo de oportunidades deben cogerse "con fe ciega" en el proyecto.
Del mismo modo que sabe que no podrá volver, Díaz-Guerra también sabe que el cuerpo humano no puede tolerar la radiación existente en Marte más de cinco años.
"Sé que es algo loco y suicida, pero estoy dispuesto".
Entrenamiento de seis años
Los aspirantes a la aventura Mars One -se han apuntado más de 200.000 personas entre las que hay unos 3.700 españoles- sabrán en 2014 quiénes son los 40 elegidos para el viaje.
En 2015, todos ellos comenzarán un entrenamiento que incluye formación técnica y también física. Esta última se llevará a cabo en un desierto que reproduzca el ambiente marciano y también en el ártico, para que se acostumbren a las altas temperaturas del planeta rojo.
El aventurero español ha señalado que su "motivación", debido a sus estudios, es investigar la geología y el clima de Marte, pero además valora la formación que le puede proporcionar Mars One.
Preguntado si se sentiría decepcionado si, después de tantos años de trabajo acaba por no viajar, Díaz Guerra ha indicado que habrá tenido más de seis años de formación y que su currículum puede abrirle nuevas puertas para trabajar en el futuro.
"Podré ofrecer todo lo que me han enseñado a mi, ya sea para formar a otras personas o en una agencia espacial".
Dudas sobre la capacidad de la tecnología actual
El profesor titular de la Escuela de Aeronauticos, Bartolomé Luque, duda de que este proyecto se pueda llevar a cabo porque la tecnología existente o la que pueda existir en 2023 no está preparada para realizar un misión de estas características.
Según Mars One, el proceso de asentamiento se llevará a cabo lanzando un cohete cada dos años, comenzando por los que llevan las piezas de los módulos-viviendas o la comida, hasta que comiencen a viajar los aspirantes.
Al respecto, Luque ha explicado que "con la estadística que existe actualmente de lanzamientos a Marte, Mars One debería triplicar la actividad para conseguirlo". "Ahora mismo una de cada tres naves enviadas a Marte no llega", ha indicado.
Inviabilidad
El profesor no ve viable que la nave cargue con más de dos toneladas y media de comida al espacio, tal y como informa la empresa holandesa.
"Nunca se ha llevado cantidad semejante" al espacio, ha reconocido Luque, quien ha precisado, además, que haría falta transportar un mecanismo que la mueva.
"Yo lo veo imposible".
Ante estas dudas de que el proyecto se lleve finalmente a cabo, Díaz-Guerra defiende que los datos que facilita Mars One en la web no son del todo abiertos y que "eso puede hacer dudar", pero, a su juicio, esta falta de información es una forma de evitar que otras empresas cojan su idea.
Para el aspirante a asentarse en el planeta rojo el mundo está preparado "al 80 por ciento para llevar a cabo" este proyecto y ese porcentaje "se irá mejorando año tras año" hasta 2023. Proyecto pionero de la ciencia
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Mars One crea la réplica de la casa de los futuros colonos en Marte
La compañía ha puesto en marcha un proyecto de simulación de las condiciones marcianas para que los aspirantes a la misión puedan entrenarse
Recreación de las casas en las que vivirán los colonos en Marte, según Mars One
La compañía holandesa 'Mars One', que pretende enviar seres humanos a Marte en un viaje sin regreso, ha puesto en marcha un proyecto de simulación en el que los aspirantes a la misión puedan realizar su entrenamiento. Según explica la empresa en un comunicado, el primer paso será crear una réplica de la casa que habitarán los futuros colonos del Planeta rojo.
El objetivo principal es que los miembros potenciales de la tripulación comiencen a adaptarse a la experiencia en un entorno real y similar al que se convertirá en su hogar en Marte. El cofundador de Mars One, Bas Lansdorp, ha explicado que el equipo está "ansioso por comenzar la construcción del hardware real para la misión", que, a su juicio, "es importante para la formación de los futuros miembros de la tripulación Mars One y para su preparación de cara a la vida en el Planeta rojo". "Vamos de la teoría a la práctica", ha añadido.
La intención de Mars One es crear eventualmente varios puestos de avanzada en diferentes lugares de la Tierra que recreen con el mayor realismo posible los diferentes climas de Marte. La empresa ha explicado que aún no se ha decidido en qué lugar se va a construir este primer 'hogar'.
El responsable de esta parte del proyecto, el arquitecto Kristian von Bengtson, ha indicado que se trata de una fase "emocionante". En este sentido, ha señalado que "hay mucha gente que está a la espera de la apertura de este proyecto y comenzar a cumplir las diferentes partes del entrenamiento de esta misión".
25 futuros colonos
El proyecto Mars One se encuentra actualmente en fase de selección de futuros colonos. Según su página web, serán 25 las personas que viajarán al espacio y formarán parte del asentamiento que se construirá en el Planeta rojo. Antes de viajar, los elegidos tendrán de pasar por duros entrenamientos como si fueran astronautas profesionales.
La compañía se ha comprometido a que, en los diez próximos años, construirá una colonia habitable y sostenible, diseñada para recibir nuevos astronautas cada dos años. Además, ha explicado que, para ellos, ha desarrollado "un plan preciso y realista basado enteramente en tecnologías existentes".
"Es viable tanto de manera económica como logística, gracias a la suma de proveedores y expertos en exploración del espacio que ya existen", argumenta la empresa en la web. De hecho, Mars One evalúa el coste del primer vuelo en torno a 6.000 millones de dólares. Cada uno de los viajes posteriores, una vez cada dos años, costaría 4.000 millones de dólares.
Según ha explicado, "la idea es financiar el grueso del proyecto con la venta de derechos de transmisión de un 'reality show' que empezará a emitirse ya en la etapa de selección y podría convertirse en el mayor evento mediático a escala global".
Los organizadores de este proyecto han destacado los principales aspectos que hacen de esta idea una iniciativa viable. Así, han explicado que el asentamiento en Marte estará propulsado por paneles solares, concretamente con un modelo que se utiliza habitualmente en el sector y que son fáciles de transportar. La intención es crear un área de 3.000 metros cuadrados como fuente de energía.
Mars One ha señalado que la utilización de energía solar es posible porque no se requiere producción de combustible para un viaje de regreso a la Tierra. En este sentido, la compañía ha dejado claro a los candidatos de que tienen que ir con la idea de que nunca regresarán a sus casas. A partir de su llegada Marte se convertirá en su nuevo hogar, donde van a vivir y trabajar el resto de sus vidas. Link
Recreación de las casas en las que vivirán los colonos en Marte, según Mars One
La compañía holandesa 'Mars One', que pretende enviar seres humanos a Marte en un viaje sin regreso, ha puesto en marcha un proyecto de simulación en el que los aspirantes a la misión puedan realizar su entrenamiento. Según explica la empresa en un comunicado, el primer paso será crear una réplica de la casa que habitarán los futuros colonos del Planeta rojo.
El objetivo principal es que los miembros potenciales de la tripulación comiencen a adaptarse a la experiencia en un entorno real y similar al que se convertirá en su hogar en Marte. El cofundador de Mars One, Bas Lansdorp, ha explicado que el equipo está "ansioso por comenzar la construcción del hardware real para la misión", que, a su juicio, "es importante para la formación de los futuros miembros de la tripulación Mars One y para su preparación de cara a la vida en el Planeta rojo". "Vamos de la teoría a la práctica", ha añadido.
La intención de Mars One es crear eventualmente varios puestos de avanzada en diferentes lugares de la Tierra que recreen con el mayor realismo posible los diferentes climas de Marte. La empresa ha explicado que aún no se ha decidido en qué lugar se va a construir este primer 'hogar'.
El responsable de esta parte del proyecto, el arquitecto Kristian von Bengtson, ha indicado que se trata de una fase "emocionante". En este sentido, ha señalado que "hay mucha gente que está a la espera de la apertura de este proyecto y comenzar a cumplir las diferentes partes del entrenamiento de esta misión".
25 futuros colonos
El proyecto Mars One se encuentra actualmente en fase de selección de futuros colonos. Según su página web, serán 25 las personas que viajarán al espacio y formarán parte del asentamiento que se construirá en el Planeta rojo. Antes de viajar, los elegidos tendrán de pasar por duros entrenamientos como si fueran astronautas profesionales.
La compañía se ha comprometido a que, en los diez próximos años, construirá una colonia habitable y sostenible, diseñada para recibir nuevos astronautas cada dos años. Además, ha explicado que, para ellos, ha desarrollado "un plan preciso y realista basado enteramente en tecnologías existentes".
"Es viable tanto de manera económica como logística, gracias a la suma de proveedores y expertos en exploración del espacio que ya existen", argumenta la empresa en la web. De hecho, Mars One evalúa el coste del primer vuelo en torno a 6.000 millones de dólares. Cada uno de los viajes posteriores, una vez cada dos años, costaría 4.000 millones de dólares.
Según ha explicado, "la idea es financiar el grueso del proyecto con la venta de derechos de transmisión de un 'reality show' que empezará a emitirse ya en la etapa de selección y podría convertirse en el mayor evento mediático a escala global".
Los organizadores de este proyecto han destacado los principales aspectos que hacen de esta idea una iniciativa viable. Así, han explicado que el asentamiento en Marte estará propulsado por paneles solares, concretamente con un modelo que se utiliza habitualmente en el sector y que son fáciles de transportar. La intención es crear un área de 3.000 metros cuadrados como fuente de energía.
Mars One ha señalado que la utilización de energía solar es posible porque no se requiere producción de combustible para un viaje de regreso a la Tierra. En este sentido, la compañía ha dejado claro a los candidatos de que tienen que ir con la idea de que nunca regresarán a sus casas. A partir de su llegada Marte se convertirá en su nuevo hogar, donde van a vivir y trabajar el resto de sus vidas. Link
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Mars One busca voluntarios para colonizar Marte
Mars One ya busca voluntarios para colonizar el Planeta Rojo en 2024.
La primera vez que el empresario holandés Bas Lansdorp deseó viajar a Marte era aún estudiante. Fue a mediados de 1997, cuando la televisión emitió las imágenes enviadas a la Tierra por Sojourner, el primer vehículo espacial que se desplazó por la superficie de otro planeta. "Cuando vi las imágenes, por alguna razón quise ir a Marte y empecé a preguntarme: ¿Podemos hacerlo? Lentamente, me puse a trabajar en ello".
En julio de 1997 era tecnológicamente inviable perforar una roca marciana, analizar su composición y transmitir los datos a la Tierra, como lo hace ahora el Mars Science Laboratory, conocido como Curiosity. Aun así, Sojourner conquistó un lugar importante en la historia de las exploraciones espaciales por presentarnos la primera galería del planeta Marte. En su corta vida –perdió la comunicación en menos de tres meses–, envió más de 16.000 imágenes, a partir de las cuales la NASA reconstruyó paisajes enteros del Planeta Rojo, que se convirtió en un destino por explorar.
Así lo vio Bas Lansdorp. Desde 1997 se propuso hacer posible viajar a él. Hoy, con 37 años, dirige el Proyecto Mars One, una asociación no lucrativa que busca comenzar la colonización de Marte con cuatro humanos en 2025.
Lansdorp se graduó en Ciencias e Ingeniería Mecánica en la Universidad de Twente (Holanda). En 2008 fundó la empresa de energía eólica Ampyx Power. Tres años después se centró en hacer realidad su sueño: "Vendí parte de mis acciones para tener capital inicial y empecé a trabajar a tiempo completo en Mars One en marzo de 2011".
Un día marciano
No ha sido el único fascinado por Marte. Al ser uno de los cuerpos celestes que se identifican a simple vista desde la Tierra, siempre ha captado la atención de los humanos. Los babilonios lo llamaron Nergal y lo consideraron el rey de la guerra. Los egipcios lo nombraron Har Decher (el Rojo), y los griegos, Ares. Los mayas lo identificaban con el dios de la lluvia, Chaac. Los romanos –que le dieron su nombre actual– también lo relacionaban con la guerra.
Cautivó a William Herschel, uno de los más importantes astrónomos del siglo XVII, quien calculó en 25º la inclinación de su eje axial (el de la Tierra es de 23,5°) y determinó que un día marciano duraba 24 horas y 39 minutos; lo aceptado hoy son 24 horas y 37 minutos. El también fabricante de telescopios observó nubes de una tenue atmósfera e identificó el encogimiento y alargamiento periódicos de la mancha de hielo en los polos del planeta, que atribuyó –de forma correcta– al paso de las estaciones, casi el doble de largas que las nuestras, ya que un año marciano dura 687 días terrestres.
En 1947, el científico Wernher von Braun, considerado el padre de la ciencia de los viajes espaciales, publicó los datos técnicos necesarios para una expedición tripulada a Marte. Dos años después de terminar la Segunda Guerra Mundial, y una década antes de que Rusia lograra poner un satélite en órbita, el Planeta Rojo ya era un objetivo a conquistar, como narra Jack W. Stuster en su libro Bold Endeavors.
Desde 1980, varias generaciones de astronautas de la NASA se han entrenado pensando que podrían ser los primeros en hacer el viaje a Marte. Así lo aseguró el ex astronauta John Grunsfeld en abril pasado, en un foro donde se detalló cómo la agencia espacial estadounidense planea una exploración humana del planeta en la década de 2030.
¿Dejas la vajilla para mañana?
Bas Lansdorp espera que su sueño se haga realidad en 2024, año en que planea lanzar la nave. Sus cuatro pasajeros llegarían a Marte en 2025 para nunca volver, ya que su misión será colonizar el planeta. A diferencia de la de la NASA, su iniciativa (que podría costar 6.000 millones de dólares) no será financiada por ningún gobierno, sino con patrocinios de diversas empresas y los derechos de transmisión de los documentales sobre el entrenamiento de los potenciales colonizadores. Bas Lansdorp explica que a partir de 2015 comenzarán a realizarlos y difundirlos.
La empresa también piensa poner en órbita de Marte un satélite, en 2018, que realice las transmisiones cuando la colonia humana esté instalada. Para ello, publicaron un proyecto en la web de crowdfunding Indiegogo en diciembre de 2011. La campaña terminó en febrero de 2014 y consiguió que 8.151 donantes aportaran 313.744 dólares, el 78% de su meta de 400.000 dólares. Ya tienen fabricante: Surrey Satellite Technology Ltd. (SSTL), una empresa británica que ha puesto 41 satélites en órbita. "La llegada de los humanos a Marte para construir una nueva Tierra será un acontecimiento emocionantísimo. Queremos compartirlo con el mundo entero", explica Lansdorp.
Se ha cuestionado si esta transmisión será un "Gran Hermano espacial". Lansdorp lo niega e insiste en que las transmisiones tendrán "un estilo mucho más documental […], será televisión muy seria acerca de los humanos, dando el próximo gran paso para la humanidad". Aunque la empresa Endemol –la holandesa creadora de Gran Hermano– será la encargada de las grabaciones.
En 2011, Mars One lanzó la convocatoria para reclutar a los interesados en formar parte del primer asentamiento humano en el Planeta Rojo. La empresa, con sede en Holanda, recibió más de 200.000 solicitudes. Para seleccionar a los primeros 705 finalistas, entre los que quedaron 13 españoles, los organizadores de Mars One pidieron a los interesados que completaran un cuestionario y enviaran un vídeo con sus motivos y un certificado de buena salud, basado en diversas pruebas médicas. "Me alegra que lo hiciéramos, porque [con esas pruebas] algunos candidatos averiguaron que tenían cáncer o que necesitaban una operación o tenían una enfermedad de la que no sabían", dijo Norbert Kraft, jefe médico de Mars One y responsable del proceso de selección.
El siguiente paso de Mars One es realizar entrevistas individuales por regiones y proporcionar a los candidatos una tarea que aprender, sobre la que les examinarán "para demostrar que realmente pueden estudiar algo y entenderlo". Los que pasen esta prueba responderán cuestionarios sobre su vida diaria, por ejemplo, si les gusta dejar la vajilla sucia durante la noche y lavarla al día siguiente, si les molesta que la gente deje ropa en áreas comunes y otras preguntas sobre convivencia e higiene. "Parecen minucias, pero no lo son cuando vives con alguien las 24 horas del día. En la vida diaria no lo parece, porque vas a trabajar y luego vuelves a casa, pero sale a flote cuando vives con esta persona cada segundo", explica Norbert Kraft.
A partir de estas pruebas se elegirán seis grupos de cuatro personas en 2015. Los seleccionados recibirán un contrato como empleados de Mars One (aún no se ha determinado el sueldo) y deberán pasar por un entrenamiento que incluye tres meses al año de confinamiento en un hábitat simulado, en el que tienen que demostrar los conocimientos aprendidos.
Norbert Kraft detalla que "habrá constantes revisiones médicas, exámenes y entrenamiento. Solo si los pasas cada año tienes la oportunidad de ir a Marte. Así que no hay garantías y nos da [a los organizadores] la oportunidad de observarlos y encontrar a la gente ideal".
A los cuatro finalistas les esperan, pues, nueve años de entrenamiento antes de partir a Marte en 2024. Mientras, Mars One planea enviar
–desde 2018 hasta 2023– un satélite de comunicaciones, dos cápsulas de supervivencia, dos sistemas de soporte vital, dos unidades de provisiones y un robot explorador (similar al Curiosity) que ensamblará un hábitat antes de la llegada de los humanos.
En Marte, las personas deberán poder cultivar sus alimentos, dar mantenimiento a las unidades de soporte vital y de habitación, dar atención médica y seguimiento a los experimentos. "Piensa en cuatro ‘MacGyvers’ trabajando juntos como grupo […] Que resuelva los problemas no una persona, sino cuatro personas en equipo, y por eso están entrenados en todas las disciplinas –geología, biología, medicina–, para que puedan complementarse entre sí", explica Norbert Kraft.
Excavar cuevas bajo el hielo
A pesar de la suspicacia que ha despertado Mars One sobre su viabilidad mediática, financiera, técnica y científica, el proyecto ha recibido apoyo público de decenas de consultores y especialistas en diversas ciencias y disciplinas, como el doctor Mason Peck, experto en ingeniería aeroespacial de la Universidad de Cornell; el doctor James Rice, astrogeólogo con experiencia en la NASA, y el mismo Norbert Kraft, médico premiado por la NASA. Aun así, son muchas las voces que cuestionan el proyecto.
Bas Lansdorp asegura que es posible establecer una colonia humana, aunque "una misión a Marte siempre tendrá riesgos". Por ejemplo, cómo evitar que los cuatro humanos estén expuestos a las altas dosis de radiación cósmica. Un viaje de siete meses hacia Marte expondría a los astronautas a más de 300 milisieverts de radiación, cuatro veces más que una estancia de la misma duración en la EEI y 200 veces más que la exposición promedio de una persona en la Tierra, según datos de la NASA. "Una vez en Marte, pueden estar seguros. En los Polos de Marte hay hielo. Pueden excavar cuevas debajo y esa agua les protegería de la radiación", explica el doctor Jack W. Stuster, miembro del Consejo Científico del Instituto de Conceptos Avanzados de la NASA.
También tendrían que resolver cómo impedir la atrofia muscular y la desmineralización ósea debidas a la falta de gravedad en el espacio. Sus huesos podrían debilitarse tanto "que fácilmente podrían romperse una pierna al llegar a Marte, con un tercio de la gravedad de la Tierra", resalta Stuster.
Ya se está trabajando para superar algunos de esos obstáculos. Las mediciones de la radiación que realiza el Curiosity servirán para estimar la exposición que tendrían los humanos durante el viaje y la estancia. Pero aunque se llegue a resolver todos los problemas técnicos que implica un viaje de tal magnitud, en el espacio, en un planeta totalmente diferente de la Tierra, los humanos podrían simplemente convertirse en sus peores enemigos.
Si te aburres, no vales
La atmósfera de Marte carece de oxígeno y es tóxica para los humanos (se compone principalmente de dióxido de carbono, nitrógeno y argón). Además, es 100 veces menos densa que la terrestre, lo que deja su superficie expuesta a los rayos cósmicos. Quienes pretendan poblar este planeta solo podrán salir dos horas diarias.
Los colonizadores podrían sentirse hartos por la falta de espacio, como le sucedió al astronauta Jerry Linenger, quien pasó 132 días en la Mir y confesó en una carta: "Un simple paseo estaría perfecto. O remar en canoa. Estar en interiores no basta. Necesito aire fresco. Sentir la brisa […], el sonido del viento a través de los árboles".
Norbert Kraft resalta un requisito esencial de las personas seleccionadas para vivir en Marte: "Si alguien se aburre no es la persona adecuada, porque si te aburres te falta creatividad". En ese sentido, Jack W. Stuster destaca una paradoja de este viaje espacial: "La gente que quiere ir a Marte tiende a estar muy orientada a la acción; les gusta mucho hacer cosas y montan en bicicleta, escalan, esquían. Esa es exactamente la persona equivocada para confinar en una pequeña nave durante un largo periodo".
Stuster publicó en 2010 un análisis de los diarios de seis astronautas con misiones en la Estación Espacial desde 2003 hasta 2007 e insiste en que los candidatos deben pensar si podrían hacer un viaje con otras personas en una casa rodante en confinamiento, sin poder bajarse del vehículo durante años y, aun así, divertirse.
Norbert Kraft conoce bien los problemas potenciales de la convivencia en confinamiento; fue comandante de una tripulación mixta internacional en 1999, en una simulación espacial de 110 días. El experimento incluyó a cuatro cosmonautas rusos que pasaron 120 días en aislamiento, a los cuales se unieron una astronauta canadiense, uno japonés y el mismo Kraft. Dos de los rusos pelearon a golpes y otro acosó sexualmente a la canadiense, un precedente para considerar en futuras misiones.
El comandante ruso Yuri Glaskov cuenta su experiencia en otra simulación realizada en la década de los noventa durante los entrenamientos para la Estación Espacial Mir: "Teníamos que tolerarnos uno al otro, perdonar uno al otro y aceptar las fallas o experiencias mutuas. Una persona no aprecia las características de la otra, pero tienen que aprender a adaptarse". Glaskov se refería a 35 días. No al resto de la vida.
Otro de los retos del viaje y la vida en Marte es la falta de privacidad. Actualmente, una nave tarda entre siete y ocho meses en llegar allí. "Si se presenta una tormenta solar, tendrán que entrar al refugio antirradiación, y este es un espacio muy, muy pequeño. Y tienen que quedarse ahí dos o tres semanas. No hay baño, tendrán que comer y defecar en una zona muy confinada", explica Norbert Kraft. Ya en su destino, además, el procesamiento de agua no alcanzará para bañarse bajo una regadera ni seguir sus rutinas de limpieza diarias.
Los colonizadores se enfrentarán a la soledad de estar muy lejos de sus seres queridos, con quienes comparten recuerdos y cultura. "¿Qué pasa cuando la Tierra se convierte en un punto insignificante en el espacio […], cuando la ves como una píldora entre verde y azul tan lejos de ti? Y ahí es donde están tu familia, tu cultura, tu historia, todo lo que alguna vez te ha importado", comenta el psicólogo Nick Kanas. Norbert Kraft explica que "por eso necesitas gente que sepa alegrarse entre sí, apoyarse. Porque en el momento que vean Marte estarán emocionados, volverán a pensar ‘haremos esto y lo otro y todo está bien de nuevo’, pero el intermedio será duro". Stuster explica que varias de las expediciones que estudió y describió en Bold Endeavors "fueron perturbadas por un miembro de la tripulación que desarrolló una psicosis grave". La NASA, de hecho, tiene un manual para casos de psicosis aguda durante viajes y estadías en el espacio. Las indicaciones incluyen inmovilizar al paciente utilizando cinta aislante, cuerdas y toallas, y sedarlo con medicamentos como el Valium.
Otro punto a considerar es que el promedio de retraso en las comunicaciones de Marte a la Tierra es de 26 minutos, explica en un vídeo de la NASA Kanas, quien estudió el estrés en astronautas en el transbordador espacial y la Estación Mir en la década de los noventa y, actualmente, en la EEI.
Stuster, por su parte, explica que en la EEI los astronautas dedican mucha energía a llevarse bien y ha habido pocos incidentes durante las misiones de seis meses. Sin embargo, apunta que lo que pase en misiones mucho más largas está por verse.
Norbert Kraft, jefe médico de Mars One, asegura que "tienes que encontrar la combinación correcta. Puedes ser muy bueno en un equipo y muy malo en otro. No significa que no sepas jugar en equipo, simplemente no has encontrado el adecuado".
Jack W. Stuster calcula que, a la larga, los colonos marcianos tendrán los mismos problemas que en la Tierra: "La gente muestra su mejor comportamiento cuando son los primeros en hacer algo […]. Inicialmente, en una colonización de Marte, todo el mundo se llevará bien, pero después se convertirá en una situación rutinaria y tendrán los conflictos normales que tienen en la Tierra".
La realidad es que ningún ojo humano ha observado directamente ese paisaje rocoso que el Sojourner transmitió hace lustros, ni persona que haya dicho de las dunas de Marte "esta tierra es mía", como se espera que hagan los futuros pobladores.
En realidad, nadie sabe lo que les espera a quienes emprendan el arriesgado viaje; una travesía que tanto Mars One como la NASA están dispuestos a que sea realidad y no se quede en los terrenos de la ciencia ficción.
Al preguntarle a Jack W. Stuster, miembro del Consejo Científico del Instituto de Conceptos Avanzados de la NASA, sobre la obsesión humana de llegar a Marte, dice: "Bueno, todos somos inherentemente exploradores en la vida, buscando nuestro propio camino. Estas misiones son inevitables, porque la especie que las contempla está impulsada por un deseo insaciable de conocimiento y entendimiento, y porque los elementos técnicos para lograr estos objetivos son posibles". En 2025 se sabrá.
> El MIT cuestiona la misión sin retorno a Marte
> Viaje a Marte dañaría cerebro de astronautas
La primera vez que el empresario holandés Bas Lansdorp deseó viajar a Marte era aún estudiante. Fue a mediados de 1997, cuando la televisión emitió las imágenes enviadas a la Tierra por Sojourner, el primer vehículo espacial que se desplazó por la superficie de otro planeta. "Cuando vi las imágenes, por alguna razón quise ir a Marte y empecé a preguntarme: ¿Podemos hacerlo? Lentamente, me puse a trabajar en ello".
En julio de 1997 era tecnológicamente inviable perforar una roca marciana, analizar su composición y transmitir los datos a la Tierra, como lo hace ahora el Mars Science Laboratory, conocido como Curiosity. Aun así, Sojourner conquistó un lugar importante en la historia de las exploraciones espaciales por presentarnos la primera galería del planeta Marte. En su corta vida –perdió la comunicación en menos de tres meses–, envió más de 16.000 imágenes, a partir de las cuales la NASA reconstruyó paisajes enteros del Planeta Rojo, que se convirtió en un destino por explorar.
Así lo vio Bas Lansdorp. Desde 1997 se propuso hacer posible viajar a él. Hoy, con 37 años, dirige el Proyecto Mars One, una asociación no lucrativa que busca comenzar la colonización de Marte con cuatro humanos en 2025.
Lansdorp se graduó en Ciencias e Ingeniería Mecánica en la Universidad de Twente (Holanda). En 2008 fundó la empresa de energía eólica Ampyx Power. Tres años después se centró en hacer realidad su sueño: "Vendí parte de mis acciones para tener capital inicial y empecé a trabajar a tiempo completo en Mars One en marzo de 2011".
Un día marciano
No ha sido el único fascinado por Marte. Al ser uno de los cuerpos celestes que se identifican a simple vista desde la Tierra, siempre ha captado la atención de los humanos. Los babilonios lo llamaron Nergal y lo consideraron el rey de la guerra. Los egipcios lo nombraron Har Decher (el Rojo), y los griegos, Ares. Los mayas lo identificaban con el dios de la lluvia, Chaac. Los romanos –que le dieron su nombre actual– también lo relacionaban con la guerra.
Cautivó a William Herschel, uno de los más importantes astrónomos del siglo XVII, quien calculó en 25º la inclinación de su eje axial (el de la Tierra es de 23,5°) y determinó que un día marciano duraba 24 horas y 39 minutos; lo aceptado hoy son 24 horas y 37 minutos. El también fabricante de telescopios observó nubes de una tenue atmósfera e identificó el encogimiento y alargamiento periódicos de la mancha de hielo en los polos del planeta, que atribuyó –de forma correcta– al paso de las estaciones, casi el doble de largas que las nuestras, ya que un año marciano dura 687 días terrestres.
En 1947, el científico Wernher von Braun, considerado el padre de la ciencia de los viajes espaciales, publicó los datos técnicos necesarios para una expedición tripulada a Marte. Dos años después de terminar la Segunda Guerra Mundial, y una década antes de que Rusia lograra poner un satélite en órbita, el Planeta Rojo ya era un objetivo a conquistar, como narra Jack W. Stuster en su libro Bold Endeavors.
Desde 1980, varias generaciones de astronautas de la NASA se han entrenado pensando que podrían ser los primeros en hacer el viaje a Marte. Así lo aseguró el ex astronauta John Grunsfeld en abril pasado, en un foro donde se detalló cómo la agencia espacial estadounidense planea una exploración humana del planeta en la década de 2030.
¿Dejas la vajilla para mañana?
Bas Lansdorp espera que su sueño se haga realidad en 2024, año en que planea lanzar la nave. Sus cuatro pasajeros llegarían a Marte en 2025 para nunca volver, ya que su misión será colonizar el planeta. A diferencia de la de la NASA, su iniciativa (que podría costar 6.000 millones de dólares) no será financiada por ningún gobierno, sino con patrocinios de diversas empresas y los derechos de transmisión de los documentales sobre el entrenamiento de los potenciales colonizadores. Bas Lansdorp explica que a partir de 2015 comenzarán a realizarlos y difundirlos.
La empresa también piensa poner en órbita de Marte un satélite, en 2018, que realice las transmisiones cuando la colonia humana esté instalada. Para ello, publicaron un proyecto en la web de crowdfunding Indiegogo en diciembre de 2011. La campaña terminó en febrero de 2014 y consiguió que 8.151 donantes aportaran 313.744 dólares, el 78% de su meta de 400.000 dólares. Ya tienen fabricante: Surrey Satellite Technology Ltd. (SSTL), una empresa británica que ha puesto 41 satélites en órbita. "La llegada de los humanos a Marte para construir una nueva Tierra será un acontecimiento emocionantísimo. Queremos compartirlo con el mundo entero", explica Lansdorp.
Se ha cuestionado si esta transmisión será un "Gran Hermano espacial". Lansdorp lo niega e insiste en que las transmisiones tendrán "un estilo mucho más documental […], será televisión muy seria acerca de los humanos, dando el próximo gran paso para la humanidad". Aunque la empresa Endemol –la holandesa creadora de Gran Hermano– será la encargada de las grabaciones.
En 2011, Mars One lanzó la convocatoria para reclutar a los interesados en formar parte del primer asentamiento humano en el Planeta Rojo. La empresa, con sede en Holanda, recibió más de 200.000 solicitudes. Para seleccionar a los primeros 705 finalistas, entre los que quedaron 13 españoles, los organizadores de Mars One pidieron a los interesados que completaran un cuestionario y enviaran un vídeo con sus motivos y un certificado de buena salud, basado en diversas pruebas médicas. "Me alegra que lo hiciéramos, porque [con esas pruebas] algunos candidatos averiguaron que tenían cáncer o que necesitaban una operación o tenían una enfermedad de la que no sabían", dijo Norbert Kraft, jefe médico de Mars One y responsable del proceso de selección.
El siguiente paso de Mars One es realizar entrevistas individuales por regiones y proporcionar a los candidatos una tarea que aprender, sobre la que les examinarán "para demostrar que realmente pueden estudiar algo y entenderlo". Los que pasen esta prueba responderán cuestionarios sobre su vida diaria, por ejemplo, si les gusta dejar la vajilla sucia durante la noche y lavarla al día siguiente, si les molesta que la gente deje ropa en áreas comunes y otras preguntas sobre convivencia e higiene. "Parecen minucias, pero no lo son cuando vives con alguien las 24 horas del día. En la vida diaria no lo parece, porque vas a trabajar y luego vuelves a casa, pero sale a flote cuando vives con esta persona cada segundo", explica Norbert Kraft.
A partir de estas pruebas se elegirán seis grupos de cuatro personas en 2015. Los seleccionados recibirán un contrato como empleados de Mars One (aún no se ha determinado el sueldo) y deberán pasar por un entrenamiento que incluye tres meses al año de confinamiento en un hábitat simulado, en el que tienen que demostrar los conocimientos aprendidos.
Norbert Kraft detalla que "habrá constantes revisiones médicas, exámenes y entrenamiento. Solo si los pasas cada año tienes la oportunidad de ir a Marte. Así que no hay garantías y nos da [a los organizadores] la oportunidad de observarlos y encontrar a la gente ideal".
A los cuatro finalistas les esperan, pues, nueve años de entrenamiento antes de partir a Marte en 2024. Mientras, Mars One planea enviar
–desde 2018 hasta 2023– un satélite de comunicaciones, dos cápsulas de supervivencia, dos sistemas de soporte vital, dos unidades de provisiones y un robot explorador (similar al Curiosity) que ensamblará un hábitat antes de la llegada de los humanos.
En Marte, las personas deberán poder cultivar sus alimentos, dar mantenimiento a las unidades de soporte vital y de habitación, dar atención médica y seguimiento a los experimentos. "Piensa en cuatro ‘MacGyvers’ trabajando juntos como grupo […] Que resuelva los problemas no una persona, sino cuatro personas en equipo, y por eso están entrenados en todas las disciplinas –geología, biología, medicina–, para que puedan complementarse entre sí", explica Norbert Kraft.
Excavar cuevas bajo el hielo
A pesar de la suspicacia que ha despertado Mars One sobre su viabilidad mediática, financiera, técnica y científica, el proyecto ha recibido apoyo público de decenas de consultores y especialistas en diversas ciencias y disciplinas, como el doctor Mason Peck, experto en ingeniería aeroespacial de la Universidad de Cornell; el doctor James Rice, astrogeólogo con experiencia en la NASA, y el mismo Norbert Kraft, médico premiado por la NASA. Aun así, son muchas las voces que cuestionan el proyecto.
Bas Lansdorp asegura que es posible establecer una colonia humana, aunque "una misión a Marte siempre tendrá riesgos". Por ejemplo, cómo evitar que los cuatro humanos estén expuestos a las altas dosis de radiación cósmica. Un viaje de siete meses hacia Marte expondría a los astronautas a más de 300 milisieverts de radiación, cuatro veces más que una estancia de la misma duración en la EEI y 200 veces más que la exposición promedio de una persona en la Tierra, según datos de la NASA. "Una vez en Marte, pueden estar seguros. En los Polos de Marte hay hielo. Pueden excavar cuevas debajo y esa agua les protegería de la radiación", explica el doctor Jack W. Stuster, miembro del Consejo Científico del Instituto de Conceptos Avanzados de la NASA.
También tendrían que resolver cómo impedir la atrofia muscular y la desmineralización ósea debidas a la falta de gravedad en el espacio. Sus huesos podrían debilitarse tanto "que fácilmente podrían romperse una pierna al llegar a Marte, con un tercio de la gravedad de la Tierra", resalta Stuster.
Ya se está trabajando para superar algunos de esos obstáculos. Las mediciones de la radiación que realiza el Curiosity servirán para estimar la exposición que tendrían los humanos durante el viaje y la estancia. Pero aunque se llegue a resolver todos los problemas técnicos que implica un viaje de tal magnitud, en el espacio, en un planeta totalmente diferente de la Tierra, los humanos podrían simplemente convertirse en sus peores enemigos.
Si te aburres, no vales
La atmósfera de Marte carece de oxígeno y es tóxica para los humanos (se compone principalmente de dióxido de carbono, nitrógeno y argón). Además, es 100 veces menos densa que la terrestre, lo que deja su superficie expuesta a los rayos cósmicos. Quienes pretendan poblar este planeta solo podrán salir dos horas diarias.
Los colonizadores podrían sentirse hartos por la falta de espacio, como le sucedió al astronauta Jerry Linenger, quien pasó 132 días en la Mir y confesó en una carta: "Un simple paseo estaría perfecto. O remar en canoa. Estar en interiores no basta. Necesito aire fresco. Sentir la brisa […], el sonido del viento a través de los árboles".
Norbert Kraft resalta un requisito esencial de las personas seleccionadas para vivir en Marte: "Si alguien se aburre no es la persona adecuada, porque si te aburres te falta creatividad". En ese sentido, Jack W. Stuster destaca una paradoja de este viaje espacial: "La gente que quiere ir a Marte tiende a estar muy orientada a la acción; les gusta mucho hacer cosas y montan en bicicleta, escalan, esquían. Esa es exactamente la persona equivocada para confinar en una pequeña nave durante un largo periodo".
Stuster publicó en 2010 un análisis de los diarios de seis astronautas con misiones en la Estación Espacial desde 2003 hasta 2007 e insiste en que los candidatos deben pensar si podrían hacer un viaje con otras personas en una casa rodante en confinamiento, sin poder bajarse del vehículo durante años y, aun así, divertirse.
Norbert Kraft conoce bien los problemas potenciales de la convivencia en confinamiento; fue comandante de una tripulación mixta internacional en 1999, en una simulación espacial de 110 días. El experimento incluyó a cuatro cosmonautas rusos que pasaron 120 días en aislamiento, a los cuales se unieron una astronauta canadiense, uno japonés y el mismo Kraft. Dos de los rusos pelearon a golpes y otro acosó sexualmente a la canadiense, un precedente para considerar en futuras misiones.
El comandante ruso Yuri Glaskov cuenta su experiencia en otra simulación realizada en la década de los noventa durante los entrenamientos para la Estación Espacial Mir: "Teníamos que tolerarnos uno al otro, perdonar uno al otro y aceptar las fallas o experiencias mutuas. Una persona no aprecia las características de la otra, pero tienen que aprender a adaptarse". Glaskov se refería a 35 días. No al resto de la vida.
Otro de los retos del viaje y la vida en Marte es la falta de privacidad. Actualmente, una nave tarda entre siete y ocho meses en llegar allí. "Si se presenta una tormenta solar, tendrán que entrar al refugio antirradiación, y este es un espacio muy, muy pequeño. Y tienen que quedarse ahí dos o tres semanas. No hay baño, tendrán que comer y defecar en una zona muy confinada", explica Norbert Kraft. Ya en su destino, además, el procesamiento de agua no alcanzará para bañarse bajo una regadera ni seguir sus rutinas de limpieza diarias.
Los colonizadores se enfrentarán a la soledad de estar muy lejos de sus seres queridos, con quienes comparten recuerdos y cultura. "¿Qué pasa cuando la Tierra se convierte en un punto insignificante en el espacio […], cuando la ves como una píldora entre verde y azul tan lejos de ti? Y ahí es donde están tu familia, tu cultura, tu historia, todo lo que alguna vez te ha importado", comenta el psicólogo Nick Kanas. Norbert Kraft explica que "por eso necesitas gente que sepa alegrarse entre sí, apoyarse. Porque en el momento que vean Marte estarán emocionados, volverán a pensar ‘haremos esto y lo otro y todo está bien de nuevo’, pero el intermedio será duro". Stuster explica que varias de las expediciones que estudió y describió en Bold Endeavors "fueron perturbadas por un miembro de la tripulación que desarrolló una psicosis grave". La NASA, de hecho, tiene un manual para casos de psicosis aguda durante viajes y estadías en el espacio. Las indicaciones incluyen inmovilizar al paciente utilizando cinta aislante, cuerdas y toallas, y sedarlo con medicamentos como el Valium.
Otro punto a considerar es que el promedio de retraso en las comunicaciones de Marte a la Tierra es de 26 minutos, explica en un vídeo de la NASA Kanas, quien estudió el estrés en astronautas en el transbordador espacial y la Estación Mir en la década de los noventa y, actualmente, en la EEI.
Stuster, por su parte, explica que en la EEI los astronautas dedican mucha energía a llevarse bien y ha habido pocos incidentes durante las misiones de seis meses. Sin embargo, apunta que lo que pase en misiones mucho más largas está por verse.
Norbert Kraft, jefe médico de Mars One, asegura que "tienes que encontrar la combinación correcta. Puedes ser muy bueno en un equipo y muy malo en otro. No significa que no sepas jugar en equipo, simplemente no has encontrado el adecuado".
Jack W. Stuster calcula que, a la larga, los colonos marcianos tendrán los mismos problemas que en la Tierra: "La gente muestra su mejor comportamiento cuando son los primeros en hacer algo […]. Inicialmente, en una colonización de Marte, todo el mundo se llevará bien, pero después se convertirá en una situación rutinaria y tendrán los conflictos normales que tienen en la Tierra".
La realidad es que ningún ojo humano ha observado directamente ese paisaje rocoso que el Sojourner transmitió hace lustros, ni persona que haya dicho de las dunas de Marte "esta tierra es mía", como se espera que hagan los futuros pobladores.
En realidad, nadie sabe lo que les espera a quienes emprendan el arriesgado viaje; una travesía que tanto Mars One como la NASA están dispuestos a que sea realidad y no se quede en los terrenos de la ciencia ficción.
Al preguntarle a Jack W. Stuster, miembro del Consejo Científico del Instituto de Conceptos Avanzados de la NASA, sobre la obsesión humana de llegar a Marte, dice: "Bueno, todos somos inherentemente exploradores en la vida, buscando nuestro propio camino. Estas misiones son inevitables, porque la especie que las contempla está impulsada por un deseo insaciable de conocimiento y entendimiento, y porque los elementos técnicos para lograr estos objetivos son posibles". En 2025 se sabrá.
> El MIT cuestiona la misión sin retorno a Marte
> Viaje a Marte dañaría cerebro de astronautas
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Sheyna Gifford, la astronauta judía que se prepara para vivir en Marte
Sheyna Gifford (36) doctora, periodista científica, astrofísica, investigadora y entusiasta por la ciencia se unió al equipo de expertos que abordó este viernes al simulador de exploración espacial de la NASA, el HI SEAS, ubicado en la base de Hawaii, dónde habitarán durante un año completo. El domo simulador, que se encuentra suspendido a 2.400 metros de altura, tiene por objetivo identificar los riesgos asociados a la exploración espacial de largo plazo, en preparación con un posible viaje a Marte.
Gifford, nativa de Los Ángeles y crecida en Berkeley, servirá como doctora, neurocientífica y periodista científica de la misión.
El equipo, además, incluye a un biólogo experimental, un físico, un astro biólogo, un ingeniero espacial y un arquitecto espacial. Los investigadores del simulador HI SEAS trabajan para desarrollar un equipo efectivo y estrategias de soporte anticipando un viaje de ida y vuelta a Marte, que se estima podría durar unos tres años.
La estructura del primer piso del domo simulador – mide 993 metros cuadrados- incluye una cocina, un comedor, un laboratorio y una zona de ejercicio. El segundo piso – mide 424 metros cuadrados – tiene seis habitaciones pequeñas y un baño.
Siendo el único miembro judío del equipo, Gifford deberá enfrentar varios desafíos específicos. “Ser judía es una actividad comunitaria, de apoyo grupal. Cualquier trabajo individual que haces, lo haces en un contexto global. Además, no habrá otro judío con quien celebrar las fiestas”, expresó.
“Probablemente pueda encender las velas de shabat, o al menos las velas eléctricas porque no puedo hacer fuego en el espacio”, explicó.
Gifford espera poder compartir alguna de las tradiciones y rituales judíos con sus compañeros de equipo. “Ninguno de mis colegas en Berkeley era judío y logré incluirlos en la tradición”, sostuvo.
Siempre quise ser astronauta, ser astronauta significa ser un héroe, un líder y tener la capacidad de difundir lo genial que es la ciencia”, dijo. “No tengo ninguna preocupación mental, física y social, solo curiosidad”, comentó respecto a la experiencia de estar confinada en el domo simulador durante un año completo.
Gifford, nativa de Los Ángeles y crecida en Berkeley, servirá como doctora, neurocientífica y periodista científica de la misión.
El equipo, además, incluye a un biólogo experimental, un físico, un astro biólogo, un ingeniero espacial y un arquitecto espacial. Los investigadores del simulador HI SEAS trabajan para desarrollar un equipo efectivo y estrategias de soporte anticipando un viaje de ida y vuelta a Marte, que se estima podría durar unos tres años.
La estructura del primer piso del domo simulador – mide 993 metros cuadrados- incluye una cocina, un comedor, un laboratorio y una zona de ejercicio. El segundo piso – mide 424 metros cuadrados – tiene seis habitaciones pequeñas y un baño.
Siendo el único miembro judío del equipo, Gifford deberá enfrentar varios desafíos específicos. “Ser judía es una actividad comunitaria, de apoyo grupal. Cualquier trabajo individual que haces, lo haces en un contexto global. Además, no habrá otro judío con quien celebrar las fiestas”, expresó.
“Probablemente pueda encender las velas de shabat, o al menos las velas eléctricas porque no puedo hacer fuego en el espacio”, explicó.
Gifford espera poder compartir alguna de las tradiciones y rituales judíos con sus compañeros de equipo. “Ninguno de mis colegas en Berkeley era judío y logré incluirlos en la tradición”, sostuvo.
Siempre quise ser astronauta, ser astronauta significa ser un héroe, un líder y tener la capacidad de difundir lo genial que es la ciencia”, dijo. “No tengo ninguna preocupación mental, física y social, solo curiosidad”, comentó respecto a la experiencia de estar confinada en el domo simulador durante un año completo.
Así es el plan para colonizar Marte a partir de 2022
El empresario Elon Musk tiene un plan para que la humanidad empiece a colonizar el planeta rojo dentro de seis años.
Los humanos podrían viajar a Marte a partir de 2022 en una nave que transportaría entre 100 y 200 personas cada 26 meses, afirmó hoy en México el científico y empresario Elon Musk.
Cualquier persona "con unos días de entrenamiento" podrá trasladarse al planeta rojo en un viaje que costaría entre 88.900 y 177.800 euros, según el equipaje que lleve, declaró el fundador de la empresa de transporte aeroespacial SpaceX.
El sueño de conquistar Marte será posible con "una comunidad autosostenible" de no menos de un millón de personas, un reto que llevaría entre 40 y 100 años con una flota de 1.000 naves interplanetarias, según lo ha calculado el propio Musk.
Aunque el coste estimado de llevar una persona a ese planeta por métodos tradicionales ronda los 8.900 millones de dólares, Musk afirmó que su empresa tiene el reto de disminuirlo al "coste promedio de una casa en Estados Unidos".
El empresario se convirtió en el orador más esperado del Congreso Internacional de Astronáutica que se desarrolla en la occidental ciudad mexicana de Guadalajara y reúne a los directivos de agencias espaciales de todo el mundo.
Su charla, "Haciendo a los humanos una especie interplanetaria", fue una de las más concurridas no solo por parte de especialistas e investigadores sino de jóvenes estudiantes de diversas nacionalidades que asisten al congreso.
El cofundador de la empresa PayPal dio a conocer un vídeo en el que desvela cómo sería el viaje que realizaría la nave para salir de la Tierra y aterrizar en Marte.
El vehículo estaría impulsado por cohetes reutilizables que volverían a la Tierra unas tres veces para ser recargados, y despegarían después para reabastecer a la nave durante un trayecto que duraría en total entre 80 y 150 días en las primeras misiones y solo 30 en el largo plazo. Además, desplegaría paneles solares para abastecerse de energía durante el viaje.
También mostró las primeras pruebas que la empresa ha realizado de Raptor, el motor que moverá a la nave y tendrá "tres veces la capacidad de empuje" de un motor moderno con el mismo tamaño.
El dueño de la compañía fabricante de coches eléctricos Tesla prometió que la nave será "la más grande que se haya construido hasta ahora", con capacidad de llevar "dos o tres toneladas de carga" con todas las herramientas que permitan lograr la comunidad autosostenible.
"Podrá haber empresas de fundición de metal, pizzerías, lo que sea" para lograr la colonización del planeta, dijo, y añadió que los primeros pobladores deberán tener "espíritu aventurero, talento y ganas". "La idea es que el sistema de transporte dará mucha más facilidad a alguien que quiera ir a Marte, quiera crear algo nuevo y ser parte de la fundación de esta nueva civilización", expresó. Quien desee volver a la Tierra podrá hacerlo de manera gratuita, añadió.
Afirmó que esta nave tendría servicios como restaurante, cine, juegos y gravedad cero "para hacerla más divertida" y atractiva para quienes quieran realizar el viaje. Musk expresó el deseo de que se sumen al proyecto tanto gobiernos como otras empresas privadas internacionales para hacer una "enorme alianza pública y privada".
Ante la pregunta de uno de los asistentes, Musk aceptó que no le gustaría ser uno de los primeros viajeros, pues desea ver crecer a sus hijos. De hacerlo deberá asegurar primero "un plan de sucesión" que permita que nadie impida su proyecto de colonización de Marte, pues en las primeras misiones "el riesgo de morir es alto", admitió. ¿Proyecto suicida?
Los humanos podrían viajar a Marte a partir de 2022 en una nave que transportaría entre 100 y 200 personas cada 26 meses, afirmó hoy en México el científico y empresario Elon Musk.
Cualquier persona "con unos días de entrenamiento" podrá trasladarse al planeta rojo en un viaje que costaría entre 88.900 y 177.800 euros, según el equipaje que lleve, declaró el fundador de la empresa de transporte aeroespacial SpaceX.
El sueño de conquistar Marte será posible con "una comunidad autosostenible" de no menos de un millón de personas, un reto que llevaría entre 40 y 100 años con una flota de 1.000 naves interplanetarias, según lo ha calculado el propio Musk.
Aunque el coste estimado de llevar una persona a ese planeta por métodos tradicionales ronda los 8.900 millones de dólares, Musk afirmó que su empresa tiene el reto de disminuirlo al "coste promedio de una casa en Estados Unidos".
El empresario se convirtió en el orador más esperado del Congreso Internacional de Astronáutica que se desarrolla en la occidental ciudad mexicana de Guadalajara y reúne a los directivos de agencias espaciales de todo el mundo.
Su charla, "Haciendo a los humanos una especie interplanetaria", fue una de las más concurridas no solo por parte de especialistas e investigadores sino de jóvenes estudiantes de diversas nacionalidades que asisten al congreso.
El cofundador de la empresa PayPal dio a conocer un vídeo en el que desvela cómo sería el viaje que realizaría la nave para salir de la Tierra y aterrizar en Marte.
El vehículo estaría impulsado por cohetes reutilizables que volverían a la Tierra unas tres veces para ser recargados, y despegarían después para reabastecer a la nave durante un trayecto que duraría en total entre 80 y 150 días en las primeras misiones y solo 30 en el largo plazo. Además, desplegaría paneles solares para abastecerse de energía durante el viaje.
También mostró las primeras pruebas que la empresa ha realizado de Raptor, el motor que moverá a la nave y tendrá "tres veces la capacidad de empuje" de un motor moderno con el mismo tamaño.
El dueño de la compañía fabricante de coches eléctricos Tesla prometió que la nave será "la más grande que se haya construido hasta ahora", con capacidad de llevar "dos o tres toneladas de carga" con todas las herramientas que permitan lograr la comunidad autosostenible.
"Podrá haber empresas de fundición de metal, pizzerías, lo que sea" para lograr la colonización del planeta, dijo, y añadió que los primeros pobladores deberán tener "espíritu aventurero, talento y ganas". "La idea es que el sistema de transporte dará mucha más facilidad a alguien que quiera ir a Marte, quiera crear algo nuevo y ser parte de la fundación de esta nueva civilización", expresó. Quien desee volver a la Tierra podrá hacerlo de manera gratuita, añadió.
Afirmó que esta nave tendría servicios como restaurante, cine, juegos y gravedad cero "para hacerla más divertida" y atractiva para quienes quieran realizar el viaje. Musk expresó el deseo de que se sumen al proyecto tanto gobiernos como otras empresas privadas internacionales para hacer una "enorme alianza pública y privada".
Ante la pregunta de uno de los asistentes, Musk aceptó que no le gustaría ser uno de los primeros viajeros, pues desea ver crecer a sus hijos. De hacerlo deberá asegurar primero "un plan de sucesión" que permita que nadie impida su proyecto de colonización de Marte, pues en las primeras misiones "el riesgo de morir es alto", admitió. ¿Proyecto suicida?
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Los humanos que viajen a Marte pueden sufrir demencia crónica
El cerebro puede verse afectado por la exposición continua a los rayos cósmicos y quizás ni siquiera recordar el viaje
Viajar a Marte, un reto que la NASA se prepara para conseguir a partir de 2030 y que también persiguen algunas empresas privadas, se convertirá en la hazaña del milenio, pero la gran aventura está plagada de peligros, entre ellos los que supone estar sometido a las altísimas dosis de radiación de partículas provenientes del espacio durante el trayecto. Un estudio publicado en la revista Science en 2013 decía que la exposición acumulada, para un astronauta con billete de ida y vuelta, sin contar la estancia más o menos prolongada en el Planeta rojo, equivale a hacerse 33.000 radiografías. Ahora, investigadores de la Universidad de California Irvine (UCI) se han interesado por lo que supondría esa radiación para el cerebro humano y sus conclusiones elevan aún más la alarma. Los astronautas que viajen a Marte podrían sufrir demencia crónica. Quizás, a su regreso, ni se acordarían del viaje.
Según describe en Scientic Reports Charles Limoli, profesor de oncología radiactiva en la Escuela de Medicina de la UCI, la exposición a las partículas cargadas de alta energía -al igual que las que se encuentran en los rayos cósmicos que bombardean a los astronautas durante los vuelos espaciales prolongados- causan importantes daños cerebrales a largo plazo en roedores, lo que resulta en alteraciones cognitivas y demencia. Limoli ya dio a conocer sus resultados en 2015, pero ahora ha ampliado su estudio, comprobando los efectos con el paso del tiempo.
«Esta no es una noticia positiva para los astronautas que hagan un viaje de dos o tres años a Marte», admite el especialista. «El entorno espacial plantea peligros específicos a los astronautas. La exposición a estas partículas puede conducir a una serie de posibles complicaciones del sistema nervioso central que pueden ocurrir durante el trayecto por el espacio y persistir mucho tiempo después, como una disminución del rendimiento, déficit de memoria, ansiedad, depresión y problemas para la toma de decisiones. Muchas de estas consecuencias adversas a la cognición pueden continuar y progresar durante toda la vida».
En el experimento, los roedores fueron sometidos a una irradiación de partículas cargadas (oxígeno totalmente ionizado y titanio) en el Laboratorio de Radiación Espacial de la NASA en el Laboratorio Nacional de Brookhaven en Nueva York, y luego se enviaron al de Limoli en la UCI.
Seis meses después de la exposición (el primer estudio contemplaba los resultados seis semanas después), los investigadores todavía encontraron niveles significativos de inflamación del cerebro y daño en las neuronas de los ratones. La red neural del cerebro se veía afectada por la reducción de las dendritas y espinas de las neuronas, lo cual interrumpe la transmisión de señales entre las células del cerebro. Estas deficiencias fueron paralelas a los malos resultados de las cobayas en las tareas de comportamiento diseñadas para probar el aprendizaje y la memoria.
Tipos similares más graves de disfunción cognitiva son comunes en pacientes con cáncer cerebral que han recibido altas dosis en tratamientos de radiación a base de fotones.
Si bien los déficits parecidos a la demencia en los astronautas tardan meses en manifestarse, el tiempo necesario para una misión a Marte es suficiente para su desarrollo. Las personas que trabajan durante largos períodos en la Estación Espacial Internacional (ISS), sin embargo, no se enfrentan al mismo nivel de bombardeo de rayos cósmicos galácticos porque todavía están en la magnetosfera que protege la Tierra.
El trabajo de Limoli forma parte del Programa de Investigación Humana de la NASA. Investigar cómo afecta la radiación espacial a los astronautas y las maneras de mitigar esos efectos es crítico para los planes de futuras misiones a Marte y más allá.
Las soluciones parciales se están explorando. La nave espacial podría ser diseñada para incluir áreas de aumento de blindaje, tales como las utilizadas para el descanso y el sueño. Sin embargo, estas partículas cargadas de alta energía atravesarán la nave, «y realmente no hay escapatoria».
Los tratamientos preventivos ofrecen alguna esperanza. El grupo de Limoli está trabajando en estrategias farmacológicas que implican compuestos que eliminan los radicales libres y protegen la neurotransmisión.
Lo dice la ciencia
Viajar a Marte, un reto que la NASA se prepara para conseguir a partir de 2030 y que también persiguen algunas empresas privadas, se convertirá en la hazaña del milenio, pero la gran aventura está plagada de peligros, entre ellos los que supone estar sometido a las altísimas dosis de radiación de partículas provenientes del espacio durante el trayecto. Un estudio publicado en la revista Science en 2013 decía que la exposición acumulada, para un astronauta con billete de ida y vuelta, sin contar la estancia más o menos prolongada en el Planeta rojo, equivale a hacerse 33.000 radiografías. Ahora, investigadores de la Universidad de California Irvine (UCI) se han interesado por lo que supondría esa radiación para el cerebro humano y sus conclusiones elevan aún más la alarma. Los astronautas que viajen a Marte podrían sufrir demencia crónica. Quizás, a su regreso, ni se acordarían del viaje.
Según describe en Scientic Reports Charles Limoli, profesor de oncología radiactiva en la Escuela de Medicina de la UCI, la exposición a las partículas cargadas de alta energía -al igual que las que se encuentran en los rayos cósmicos que bombardean a los astronautas durante los vuelos espaciales prolongados- causan importantes daños cerebrales a largo plazo en roedores, lo que resulta en alteraciones cognitivas y demencia. Limoli ya dio a conocer sus resultados en 2015, pero ahora ha ampliado su estudio, comprobando los efectos con el paso del tiempo.
«Esta no es una noticia positiva para los astronautas que hagan un viaje de dos o tres años a Marte», admite el especialista. «El entorno espacial plantea peligros específicos a los astronautas. La exposición a estas partículas puede conducir a una serie de posibles complicaciones del sistema nervioso central que pueden ocurrir durante el trayecto por el espacio y persistir mucho tiempo después, como una disminución del rendimiento, déficit de memoria, ansiedad, depresión y problemas para la toma de decisiones. Muchas de estas consecuencias adversas a la cognición pueden continuar y progresar durante toda la vida».
En el experimento, los roedores fueron sometidos a una irradiación de partículas cargadas (oxígeno totalmente ionizado y titanio) en el Laboratorio de Radiación Espacial de la NASA en el Laboratorio Nacional de Brookhaven en Nueva York, y luego se enviaron al de Limoli en la UCI.
Seis meses después de la exposición (el primer estudio contemplaba los resultados seis semanas después), los investigadores todavía encontraron niveles significativos de inflamación del cerebro y daño en las neuronas de los ratones. La red neural del cerebro se veía afectada por la reducción de las dendritas y espinas de las neuronas, lo cual interrumpe la transmisión de señales entre las células del cerebro. Estas deficiencias fueron paralelas a los malos resultados de las cobayas en las tareas de comportamiento diseñadas para probar el aprendizaje y la memoria.
Miedo y ansiedad
Además, el equipo de Limoli descubrió que la radiación afecta a la «extinción del miedo», un proceso activo por el cual el cerebro suprime asociaciones desagradables y estresantes anteriores, como cuando alguien que casi se ahoga aprende a disfrutar del agua de nuevo. Estos déficits pueden hacer a los sujetos «más propensos a la ansiedad», dice Limoli, lo que podría convertirse en un grave problema en el transcurso de un viaje lleno de dificultades, ya tan estresante de por sí.Tipos similares más graves de disfunción cognitiva son comunes en pacientes con cáncer cerebral que han recibido altas dosis en tratamientos de radiación a base de fotones.
Si bien los déficits parecidos a la demencia en los astronautas tardan meses en manifestarse, el tiempo necesario para una misión a Marte es suficiente para su desarrollo. Las personas que trabajan durante largos períodos en la Estación Espacial Internacional (ISS), sin embargo, no se enfrentan al mismo nivel de bombardeo de rayos cósmicos galácticos porque todavía están en la magnetosfera que protege la Tierra.
El trabajo de Limoli forma parte del Programa de Investigación Humana de la NASA. Investigar cómo afecta la radiación espacial a los astronautas y las maneras de mitigar esos efectos es crítico para los planes de futuras misiones a Marte y más allá.
Las soluciones parciales se están explorando. La nave espacial podría ser diseñada para incluir áreas de aumento de blindaje, tales como las utilizadas para el descanso y el sueño. Sin embargo, estas partículas cargadas de alta energía atravesarán la nave, «y realmente no hay escapatoria».
Los tratamientos preventivos ofrecen alguna esperanza. El grupo de Limoli está trabajando en estrategias farmacológicas que implican compuestos que eliminan los radicales libres y protegen la neurotransmisión.
Lo dice la ciencia
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Descubren que Marte es más inhabitable de lo que se creía
Muerte en la superficie del planeta rojo. Un nuevo estudio desarrollado por científicos de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) ha concluido que los minerales de sal presentes en la superficie de Marte matan a las bacterias en cuestión de minutos.
Hasta ahora, los científicos tenían sus sospechas acerca de si los microorganismos podrían realmente sobrevivir en la superficie del planeta rojo. Ahora, con las pruebas de laboratorio en mano, la incontestable confirmación de que cualquier pequeña bacteria verde está condenada en contacto con los compuestos del suelo marciano, nos presenta la difícil realidad de la posibilidad de cultivar - patatas, por ejemplo- allí.
La 'culpa', en este caso, la tienen los compuestos químicos marcianos, que contienen percloratos (detectados por primera vez en 2008). Estos compuestos salados se consideran tóxicos para las personas, pero no representan necesariamente un problema para los microbios. Son importantes porque permiten mantener el agua superficial en estado líqyido (esencialmente salmuera) y, se creía que también podría ser beneficioso para la vida.
Sin embargo, los investigadores comprobaron que cuando se exponen a la luz ultravioleta intensa (replicando la que existe en Marte), todo se vuelve muy oscuro para cualquier forma de vida: los percloratos mataban cualquier rastro de bacteria. "El perclorato, aunque estable a temperatura ambiente, es un potente oxidante cuando se activa, por ejemplo a altas temperaturas", escriben los autores.
Los experimentos en laboratorio demuestran que el ambiente en Marte resulta muy tóxico para la vida
La bacteria con la que realizaron los experimentos fue Bacillus subtilis, un microorganismo muy común de las naves espaciales. Ninguna de las bacterias sobrevivió a esta prueba. De hecho, murieron en 30 segundos. Sin la presencia de percloratos, las bacterias sucumbían en aproximadamente un minuto.
Este desafortunado descubrimiento evidencia que si hay vida en Marte, es probable que se esconda muy muy lejos bajo la superficie del planeta.
"Nuestras observaciones muestran que la superficie de la actual Marte es muy perjudicial para las células, causado por un cóctel tóxico de oxidantes, óxidos de hierro, percloratos y radiación UV", concluyen los autores a la revista Scientific Reports.
Pero aún podemos sacar un lado positivo de todo esto. Si el suelo marciano mata a los microbios terrestres nada más entrar en contacto, significa que hay menos posibilidades de que nuestras misiones a Marte puedan contaminar el planeta vecino.
Muy Interesante
Hasta ahora, los científicos tenían sus sospechas acerca de si los microorganismos podrían realmente sobrevivir en la superficie del planeta rojo. Ahora, con las pruebas de laboratorio en mano, la incontestable confirmación de que cualquier pequeña bacteria verde está condenada en contacto con los compuestos del suelo marciano, nos presenta la difícil realidad de la posibilidad de cultivar - patatas, por ejemplo- allí.
¿Cuál es la raíz del problema?
La 'culpa', en este caso, la tienen los compuestos químicos marcianos, que contienen percloratos (detectados por primera vez en 2008). Estos compuestos salados se consideran tóxicos para las personas, pero no representan necesariamente un problema para los microbios. Son importantes porque permiten mantener el agua superficial en estado líqyido (esencialmente salmuera) y, se creía que también podría ser beneficioso para la vida.
Sin embargo, los investigadores comprobaron que cuando se exponen a la luz ultravioleta intensa (replicando la que existe en Marte), todo se vuelve muy oscuro para cualquier forma de vida: los percloratos mataban cualquier rastro de bacteria. "El perclorato, aunque estable a temperatura ambiente, es un potente oxidante cuando se activa, por ejemplo a altas temperaturas", escriben los autores.
Los experimentos en laboratorio demuestran que el ambiente en Marte resulta muy tóxico para la vida
La bacteria con la que realizaron los experimentos fue Bacillus subtilis, un microorganismo muy común de las naves espaciales. Ninguna de las bacterias sobrevivió a esta prueba. De hecho, murieron en 30 segundos. Sin la presencia de percloratos, las bacterias sucumbían en aproximadamente un minuto.
Este desafortunado descubrimiento evidencia que si hay vida en Marte, es probable que se esconda muy muy lejos bajo la superficie del planeta.
"Nuestras observaciones muestran que la superficie de la actual Marte es muy perjudicial para las células, causado por un cóctel tóxico de oxidantes, óxidos de hierro, percloratos y radiación UV", concluyen los autores a la revista Scientific Reports.
Pero aún podemos sacar un lado positivo de todo esto. Si el suelo marciano mata a los microbios terrestres nada más entrar en contacto, significa que hay menos posibilidades de que nuestras misiones a Marte puedan contaminar el planeta vecino.
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Una parte de nosotros tendrá que escapar de la Tierra en los próximos años: así serán las casas de Marte
Después de pisar de nuevo la Luna en 2024, la NASA planea establecer una exploración lunar sostenible para el 2028 con el fin de ganar experiencia y enviar a los primeros humanos a Marte a mediados de la década de 2030
La última vez que la NASA reclutó candidatos a astronautas, a finales de 2015, se recibió un récord de 18.300 aplicaciones. Su afán por la exploración espacial le ha llevado, desde la década de 1960, a seleccionar a 350 personas con el fin de entrenarles para futuras misiones. Dado que, actualmente, cuenta con sólo 48 miembros en el cuerpo de astronautas activos, necesitará más que sirvan como tripulación a bordo de naves espaciales dirigidas a múltiples destinos y para impulsar la exploración como parte de las misiones de Artemis y más allá. Entre los requisitos básicos se encuentran tener un máster en una disciplina relevante, estar preparado para vivir y trabajar a 400 kilómetros sobre la Tierra en la Estación Espacial Internacional y ser ciudadano estadounidense.
Los candidatos también deben tener al menos dos años de experiencia profesional relacionada o 1.000 horas de vuelo en un avión a reacción. ¿El objetivo? Después de pisar de nuevo la Luna en 2024, la NASA planea enviar astronautas a la superficie lunar una vez al año en expediciones rutinarias y establecer una exploración lunar sostenible para el 2028. Ganar esta experiencia nos preparará para enviar a los primeros humanos a Marte a mediados de la década de 2030. Pero, ¿será eso posible? ¿En qué condiciones? ¿Dónde vivirán los astronautas? ¿Cómo serán sus casas?
Para responder a todas estas cuestiones, en Click, Click, Click entrevistamos a Pablo de León, ingeniero aeroespacial. Hoy, dirige el Laboratorio de Vuelos Espaciales Tripulados de la NASA y es investigador en la Universidad de Dakota del Norte y en el Centro Espacial Kennedy sobre expediciones espaciales de larga duración. Fue el Diseñador Principal de varios trajes espaciales desarrollados para proyectos de la NASA, entre ellos el NDX-1 y el NDX-2. Fue consultor en el desarrollo de trajes espaciales para la firma SpaceX y se encuentra desarrollando sistemas de manufactura para trajes avanzados de la agencia. Además, es el responsable del diseño del hábitat que se instalará en la primera misión tripulada a Marte.
Y usted Se iría a vivir a Marte?
La última vez que la NASA reclutó candidatos a astronautas, a finales de 2015, se recibió un récord de 18.300 aplicaciones. Su afán por la exploración espacial le ha llevado, desde la década de 1960, a seleccionar a 350 personas con el fin de entrenarles para futuras misiones. Dado que, actualmente, cuenta con sólo 48 miembros en el cuerpo de astronautas activos, necesitará más que sirvan como tripulación a bordo de naves espaciales dirigidas a múltiples destinos y para impulsar la exploración como parte de las misiones de Artemis y más allá. Entre los requisitos básicos se encuentran tener un máster en una disciplina relevante, estar preparado para vivir y trabajar a 400 kilómetros sobre la Tierra en la Estación Espacial Internacional y ser ciudadano estadounidense.
Los candidatos también deben tener al menos dos años de experiencia profesional relacionada o 1.000 horas de vuelo en un avión a reacción. ¿El objetivo? Después de pisar de nuevo la Luna en 2024, la NASA planea enviar astronautas a la superficie lunar una vez al año en expediciones rutinarias y establecer una exploración lunar sostenible para el 2028. Ganar esta experiencia nos preparará para enviar a los primeros humanos a Marte a mediados de la década de 2030. Pero, ¿será eso posible? ¿En qué condiciones? ¿Dónde vivirán los astronautas? ¿Cómo serán sus casas?
Para responder a todas estas cuestiones, en Click, Click, Click entrevistamos a Pablo de León, ingeniero aeroespacial. Hoy, dirige el Laboratorio de Vuelos Espaciales Tripulados de la NASA y es investigador en la Universidad de Dakota del Norte y en el Centro Espacial Kennedy sobre expediciones espaciales de larga duración. Fue el Diseñador Principal de varios trajes espaciales desarrollados para proyectos de la NASA, entre ellos el NDX-1 y el NDX-2. Fue consultor en el desarrollo de trajes espaciales para la firma SpaceX y se encuentra desarrollando sistemas de manufactura para trajes avanzados de la agencia. Además, es el responsable del diseño del hábitat que se instalará en la primera misión tripulada a Marte.
Y usted Se iría a vivir a Marte?
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