Gigantesco Nadal: remonta ante Medvedev para hacer Historia con su 21 Grand Slam
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Re: Gigantesco Nadal: remonta ante Medvedev para hacer Historia con su 21 Grand Slam
Rafa se impuso al ruso por 2-6, 7-6, 6-4, 6-4 y 7-5 en una final dramática que se prolongó durante cinco horas y 25 minutos. El español supera los 20 Grandes de Djokovic y Federer
Rafa se dio de bruces con la cruda realidad del ruso. A Medvedev le puedes plantear un plan de partido que en teoría te conviene y si resulta que no le haces cosquillas... Nadal empezó cambiando las intenciones de su derecha. Cambió la profundidad habitual por unos ángulos para desplazarle. Se trataba de moverle porque cuando se ancla en el fondo de la pista mala señal. Es capaz de soportar intercambios eternos para cualquiera y que a él ni le inmutan. En el primer servicio de Nadal ya llegó un aviso con el 40 iguales. En el segundo, salvó dos bolas de break con un par de puntos imposibles. Fue un bote pronto y una subida a la red que alterarían a cualquiera. A cualquiera menos a Daniil. Rafa conservó su saque en un juego que rozó los diez minutos y en el que pasaron más cosas que en algunos sets de otros partidos. Y cuando el que servía era el ruso, la meta era que al menos se lo trabajase, que no fuera el pim-pam-pum de la mayoría de sus partidos. Por ahí tampoco hubo rasguños para él. En modo apisonadora empezó a coleccionar bolas de break y llegaron las rupturas en el quinto y en el séptimo juego. Medvedev no ofrecía ninguna grieta y a Rafa no le funcionaba el saque como en las dos semanas anteriores. La conclusión es que Medvedev empezó la final como un cohete.
Que Nadal iba a tener enfrente un 8.000 lo tenía más que asumido desde que el ruso liquidó a Tsitsipas en semifinales. Sólo su capacidad de adaptarse a situaciones de máxima exigencia le reflotó. Arrancó el segundo set frenando la carrerilla que había cogido Medvedev con cinco juegos seguidos. Era el primer paso. Con 20 errores no forzados a estas alturas y sin un servicio en el que poder respirar aliviado, Rafa no desesperó y encontró premio. Fue después de un punto trabajadísimo en el que mostró la receta para alterar al ruso. Intercambio de golpes, intercambio de alturas, cambios de ritmo y un revés cortado que acabó en un ángulo imposible. El break conllevó un paréntesis en la firmeza del moscovita y Rafa lo aprovechó para escapar (4-1). Sacar partido de las mínimas ausencias del rival era otra de las claves porque no tardó en regresar. Sumó un nuevo break y cuando servía para igualar a cuatro, Nadal volvió a mezclar paciencia y estrategia. Aparecieron el revés cortado y las dejadas para lograr otro break y cuando servía para llevarse el set en el décimo juego llegó otro maratón. Apareció una espontánea, el partido se paró unos instantes, Medvedev salvó una bola de set y logró un break con el que siguió vivo y llevó el desenlace del set hacia el desempate. El tie break estuvo a la altura de una manga agotadora. Rafa llegó a contar con una ventaja de 5-3, pero ahí regresó el jugador gélido capaz de sacarse golpes letales como si fuera lo más sencillo del mundo. Un buen resto, un error de Nadal en la volea, una dejada casi suicida del ruso y un passing con un revés a dos manos ante la subida del español. Y el desempate se lo apuntó Medvedev después de 84 minutos de pelea.
El inicio de la remontada
Después de un palo como el recibido en el segundo set cualquiera hubiera flaqueado. Nadal no y eso con miradas a su palco incluidas en las que revelaba un “este tío es que lo devuelve todo”. Dispuso de una bola de break en el primer juego, pero el ruso logró salvarla. El set se convirtió en un intercambio de golpes hasta el sexto juego cuando el drama se multiplicó. Rafa, con 3-2 en contra, afrontó tres bolas de break y aguantó el pulso. Pura supervivencia. Y en el noveno juego llegó la oportunidad. El ruso titubeó, Nadal aprovechó su oportunidad y Medvedev acabó más preocupado por la reacción del público que por lo que se le venía encima.
Después de más de tres horas de final, Nadal seguía vivo y eso ya era mucho después de lo vivido en los dos primeros sets. La firmeza del ruso empezó a agrietarse en la misma medida en que la solidez de Rafa se multiplicaba. El español salvó tres bolas de break en su primer saque y logró una ruptura en el tercer juego. Con el partido empinándose, al ruso le alteraban más las reacciones de la grada que el tenis del balear. Pero es tan desconcertante que se reenganchó de inmediato con otro break. El quinto juego fue el no va a más. Un pelea titánica en la que Nadal se ganó siete bolas de break cuando sumaba ocho en el resto del partido. Rafa logró la ruptura y Medvedev sintió que el partido se torcía. El español salvó otras dos bolas de break en el octavo juego y mandó el partido al quinto set.
El ruso buscó resetearse en los vestuarios. Lo necesitaba por el empuje del español y para olvidarse de la grada. El parón no alteró el ritmo a Rafa. Primer saque del moscovita y primera bola de break. Lo abortó una gran secuencia de servicios de Daniil. En el quinto juego volvió a ganarse otra oportunidad. Y la aprovechó a lo grande. Una derecha paralela en carrera increíble después de más de cuatro horas y media de partido mostró el camino. El ruso no se rindió. Dispuso de otras tres bolas de ruptura en el siguiente juego que desactivó Nadal. Con 4-2 ya no había vuelta atrás. Medvedev resolvió su saque con solvencia. Tocaba seguir sufriendo. En eso, como en tantas otras cosas, Rafa es único. Aguantó las acometidas de Medvedev, que logró un break en el décimo juego cuando Nadal sacaba para ganar. ¿La respuesta? Soberbia con otra ruptura para volver a tener la opción de cerrar la final con su servicio. El vigésimo primer Grand Slam estaba ahí y no se escapó. Rafa es único: 21 Grand Slams. Federer y Djokovic, por ahora, se han quedado en 20.
¡Gran capeón!
En una final para la Historia, Nadal amplió su leyenda con su vigésimo primer Grand Slam. Roger Federer, Novak Djokovic y sus 20 Grandes ya están por detrás. Derrotó a Daniil Medveded por 2-6, 6-7 (5/7), 6-4, 6-4 y 7-5 después de cinco horas y 25 minutos en una final dramática. Rafa culminó una remontada que parecía imposible mediado el tercer set ante un jugador heterodoxo y que con frecuencia parece inabordable. El torneo y la gira australiana de Rafa han sido simplemente extraordinarios por lo sucedido y por lo vivido apenas dos meses antes. Nadal no tenía claro si iba a poder seguir jugando al tenis y ha arrancado 2022 mostrándose como el competidor extraordinario que siempre ha sido. Los dos títulos -Melbourne y el Open de Australia- no reflejan del todo la resurrección del balear. Nadal ha vuelto a ser feliz con una raqueta, se ha vuelto a sentir tenista y ha disfrutado compitiendo. El 21 Grand Slam llegó en el Melbourne Park en una final inolvidable.
Rafa se dio de bruces con la cruda realidad del ruso. A Medvedev le puedes plantear un plan de partido que en teoría te conviene y si resulta que no le haces cosquillas... Nadal empezó cambiando las intenciones de su derecha. Cambió la profundidad habitual por unos ángulos para desplazarle. Se trataba de moverle porque cuando se ancla en el fondo de la pista mala señal. Es capaz de soportar intercambios eternos para cualquiera y que a él ni le inmutan. En el primer servicio de Nadal ya llegó un aviso con el 40 iguales. En el segundo, salvó dos bolas de break con un par de puntos imposibles. Fue un bote pronto y una subida a la red que alterarían a cualquiera. A cualquiera menos a Daniil. Rafa conservó su saque en un juego que rozó los diez minutos y en el que pasaron más cosas que en algunos sets de otros partidos. Y cuando el que servía era el ruso, la meta era que al menos se lo trabajase, que no fuera el pim-pam-pum de la mayoría de sus partidos. Por ahí tampoco hubo rasguños para él. En modo apisonadora empezó a coleccionar bolas de break y llegaron las rupturas en el quinto y en el séptimo juego. Medvedev no ofrecía ninguna grieta y a Rafa no le funcionaba el saque como en las dos semanas anteriores. La conclusión es que Medvedev empezó la final como un cohete.
Que Nadal iba a tener enfrente un 8.000 lo tenía más que asumido desde que el ruso liquidó a Tsitsipas en semifinales. Sólo su capacidad de adaptarse a situaciones de máxima exigencia le reflotó. Arrancó el segundo set frenando la carrerilla que había cogido Medvedev con cinco juegos seguidos. Era el primer paso. Con 20 errores no forzados a estas alturas y sin un servicio en el que poder respirar aliviado, Rafa no desesperó y encontró premio. Fue después de un punto trabajadísimo en el que mostró la receta para alterar al ruso. Intercambio de golpes, intercambio de alturas, cambios de ritmo y un revés cortado que acabó en un ángulo imposible. El break conllevó un paréntesis en la firmeza del moscovita y Rafa lo aprovechó para escapar (4-1). Sacar partido de las mínimas ausencias del rival era otra de las claves porque no tardó en regresar. Sumó un nuevo break y cuando servía para igualar a cuatro, Nadal volvió a mezclar paciencia y estrategia. Aparecieron el revés cortado y las dejadas para lograr otro break y cuando servía para llevarse el set en el décimo juego llegó otro maratón. Apareció una espontánea, el partido se paró unos instantes, Medvedev salvó una bola de set y logró un break con el que siguió vivo y llevó el desenlace del set hacia el desempate. El tie break estuvo a la altura de una manga agotadora. Rafa llegó a contar con una ventaja de 5-3, pero ahí regresó el jugador gélido capaz de sacarse golpes letales como si fuera lo más sencillo del mundo. Un buen resto, un error de Nadal en la volea, una dejada casi suicida del ruso y un passing con un revés a dos manos ante la subida del español. Y el desempate se lo apuntó Medvedev después de 84 minutos de pelea.
El inicio de la remontada
Después de un palo como el recibido en el segundo set cualquiera hubiera flaqueado. Nadal no y eso con miradas a su palco incluidas en las que revelaba un “este tío es que lo devuelve todo”. Dispuso de una bola de break en el primer juego, pero el ruso logró salvarla. El set se convirtió en un intercambio de golpes hasta el sexto juego cuando el drama se multiplicó. Rafa, con 3-2 en contra, afrontó tres bolas de break y aguantó el pulso. Pura supervivencia. Y en el noveno juego llegó la oportunidad. El ruso titubeó, Nadal aprovechó su oportunidad y Medvedev acabó más preocupado por la reacción del público que por lo que se le venía encima.
Después de más de tres horas de final, Nadal seguía vivo y eso ya era mucho después de lo vivido en los dos primeros sets. La firmeza del ruso empezó a agrietarse en la misma medida en que la solidez de Rafa se multiplicaba. El español salvó tres bolas de break en su primer saque y logró una ruptura en el tercer juego. Con el partido empinándose, al ruso le alteraban más las reacciones de la grada que el tenis del balear. Pero es tan desconcertante que se reenganchó de inmediato con otro break. El quinto juego fue el no va a más. Un pelea titánica en la que Nadal se ganó siete bolas de break cuando sumaba ocho en el resto del partido. Rafa logró la ruptura y Medvedev sintió que el partido se torcía. El español salvó otras dos bolas de break en el octavo juego y mandó el partido al quinto set.
El ruso buscó resetearse en los vestuarios. Lo necesitaba por el empuje del español y para olvidarse de la grada. El parón no alteró el ritmo a Rafa. Primer saque del moscovita y primera bola de break. Lo abortó una gran secuencia de servicios de Daniil. En el quinto juego volvió a ganarse otra oportunidad. Y la aprovechó a lo grande. Una derecha paralela en carrera increíble después de más de cuatro horas y media de partido mostró el camino. El ruso no se rindió. Dispuso de otras tres bolas de ruptura en el siguiente juego que desactivó Nadal. Con 4-2 ya no había vuelta atrás. Medvedev resolvió su saque con solvencia. Tocaba seguir sufriendo. En eso, como en tantas otras cosas, Rafa es único. Aguantó las acometidas de Medvedev, que logró un break en el décimo juego cuando Nadal sacaba para ganar. ¿La respuesta? Soberbia con otra ruptura para volver a tener la opción de cerrar la final con su servicio. El vigésimo primer Grand Slam estaba ahí y no se escapó. Rafa es único: 21 Grand Slams. Federer y Djokovic, por ahora, se han quedado en 20.
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