¿Qué había ‘antes’ del Big Bang?
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¿Qué había ‘antes’ del Big Bang?
Dice el físico Alberto Casas que hacerse esta pregunta tiene el mismo sentido que preguntar qué hay al sur del Polo Sur.
Si nos guiáramos solo por las apariencias y creyéramos que la Tierra es plana, podríamos imaginarnos caminando hacia el sur de forma indefinida, del mismo modo que la intuición nos puede hacer pensar que es posible remontarnos a un tiempo anterior al Big Bang. Sin embargo, desde hace algunos siglos sabemos que nuestro planeta es redondo y que, una vez alcanzado el Polo Sur, por más que sigamos caminando en la misma dirección nos estaríamos dirigiendo hacia el norte.
Pues bien, al espacio-tiempo le pasa algo parecido. En su libro El lado oscuro del universo, el investigador del CSIC explica que podemos representar la historia del universo como un gigantesco dedal colocado hacia abajo. En el vértice inferior estaría el Big Bang, “el instante cero en el que todo el universo conocido estaba comprimido en un punto”, y en la abertura superior, el universo actual, con una edad de nada más y nada menos que de 14.000 millones de años.
Si nos desplazáramos hacia arriba por la superficie del dedal encontraríamos que su anchura es cada vez mayor porque, como sabemos, el universo se encuentra en expansión. En cambio, si tratáramos de retroceder en el tiempo y quisiéramos remontarnos ‘más allá’ del Big Bag nos encontraríamos volviendo a avanzar en el tiempo.
“Cuesta imaginarlo, pero matemáticamente no hay ningún problema en formularlo”, explica Casas. En cierto modo, esta conclusión es muy parecida a la que llegó San Agustín cuando, en el siglo V, los teólogos se preguntaban qué hacía Dios antes de crear la Tierra y los Cielos. Su respuesta fue que no tenía sentido preguntar a qué dedicaba Dios su tiempo antes de crear el tiempo.
No hay por qué desanimarse. Aunque la ciencia diga que no podemos remontarnos ‘antes’ del Big Bang, sí que puede explicarnos, y muy bien, qué pasó justo después. Tanto, que los físicos han establecido el ‘nacimiento’ de los primeros protones y neutrones una diezmillonésima de segundo después de la gran explosión, mientras que la aparición de los primeros núcleos formados por protones y neutrones (deuterio, helio, helio-3, litio) se habría producido a los 100 segundos.
Los primeros átomos no se formarían hasta pasados los 380.000 años, pero esta es otra historia de las que nos ocuparemos próximamente…Lo dice la ciencia
Si nos guiáramos solo por las apariencias y creyéramos que la Tierra es plana, podríamos imaginarnos caminando hacia el sur de forma indefinida, del mismo modo que la intuición nos puede hacer pensar que es posible remontarnos a un tiempo anterior al Big Bang. Sin embargo, desde hace algunos siglos sabemos que nuestro planeta es redondo y que, una vez alcanzado el Polo Sur, por más que sigamos caminando en la misma dirección nos estaríamos dirigiendo hacia el norte.
Pues bien, al espacio-tiempo le pasa algo parecido. En su libro El lado oscuro del universo, el investigador del CSIC explica que podemos representar la historia del universo como un gigantesco dedal colocado hacia abajo. En el vértice inferior estaría el Big Bang, “el instante cero en el que todo el universo conocido estaba comprimido en un punto”, y en la abertura superior, el universo actual, con una edad de nada más y nada menos que de 14.000 millones de años.
Si nos desplazáramos hacia arriba por la superficie del dedal encontraríamos que su anchura es cada vez mayor porque, como sabemos, el universo se encuentra en expansión. En cambio, si tratáramos de retroceder en el tiempo y quisiéramos remontarnos ‘más allá’ del Big Bag nos encontraríamos volviendo a avanzar en el tiempo.
“Cuesta imaginarlo, pero matemáticamente no hay ningún problema en formularlo”, explica Casas. En cierto modo, esta conclusión es muy parecida a la que llegó San Agustín cuando, en el siglo V, los teólogos se preguntaban qué hacía Dios antes de crear la Tierra y los Cielos. Su respuesta fue que no tenía sentido preguntar a qué dedicaba Dios su tiempo antes de crear el tiempo.
No hay por qué desanimarse. Aunque la ciencia diga que no podemos remontarnos ‘antes’ del Big Bang, sí que puede explicarnos, y muy bien, qué pasó justo después. Tanto, que los físicos han establecido el ‘nacimiento’ de los primeros protones y neutrones una diezmillonésima de segundo después de la gran explosión, mientras que la aparición de los primeros núcleos formados por protones y neutrones (deuterio, helio, helio-3, litio) se habría producido a los 100 segundos.
Los primeros átomos no se formarían hasta pasados los 380.000 años, pero esta es otra historia de las que nos ocuparemos próximamente…Lo dice la ciencia
Última edición por Científicamente el Mar Mar 25, 2014 7:27 am, editado 1 vez
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Del Big Bang a... ¿los universos múltiples?
La evidencia de la teoría de la inflación abre la puerta a la posibilidad de que nuestro Cosmos no sea el único que existe
Esta misma semana, un equipo de científicos dirigido por el Centro Harvard-Smithsonian para la Astrofísica anunciaba que un telescopio en el Polo Sur (BICEP2) ha encontrado las llamadas ondas gravitacionales, las deformaciones en el espacio-tiempo provocadas por el Big Bang y que suponen la evidencia más fuerte de que el Universo se expandió exponencialmente en una fracción de segundo tras la gran explosión, hace 13.800 millones de años. Cosmólogos, físicos y astrofísicos han celebrado la detección, hasta el punto de que algunos de ellos lo consideran el «descubrimiento del siglo XXI». Es el máximo acercamiento nunca realizado al tiempo cero, cuando el Cosmos tenía el tamaño de una pelota de tenis. Pero las implicaciones de este hallazgo no se quedan ahí, algunos teóricos creen que puede ser la puerta al multiverso, es decir, a la posibilidad de que nuestro Universo no sea el único que existe, sino que varios floten como burbujas en una olla al fuego.
La teoría del multiverso postula que, cuando el Universo creció de manera exponencial en menos de un abrir y cerrar de ojos tras el Big Bang, algunas partes del espacio-tiempo se expandieron más rápidamente que otras, lo que podría haber creado una especie de burbujas que albergarían sus propios universos. Estos «compañeros» podrían tener leyes físicas y constantes fundamentales diferentes a las que conocemos, incluso muy extravagantes, como más dimensiones o la ausencia de átomos, por ejemplo.
Alan Guth, el primero en lanzar formalmente la idea de la inflación en 1979 y actualmente profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), es partidario de esta idea. «Es difícil construir modelos de inflación que no conduzcan a un multiverso», concluye. Su colega Andrei Linde, otro de los «padres» de la teoría de la inflación, físico teórico de la Universidad de Stanford, habló en el mismo sentido el lunes en la presentación del descubrimiento de las ondas gravitacionales: «En la mayoría de los modelos, si tienes una inflación, tienes un multiverso», dijo.
Los nuevos hallazgos permitirán ahondar en un campo del que, por el momento, no se tiene ninguna certeza y que es sumamente controvertido. No son pocos los astrofísicos que rechazan de plano esta posibilidad. Lo cierto es que, por el momento, nadie ha podido confirmar que nuestro Universo no está solo. Los físicos buscan señales en la radiación del fondo de microondas cósmico, la reliquia de la radiación térmica Big Bang, que podrían proporcionar la evidencia de colisiones entre otros universos y el nuestro.
El problema es que, hasta ahora, no ha existido una forma de buscar de manera eficiente esas señales, que fácilmente podrían confundirse con ruido, una marca aleatoria fruto del azar. Posiblemente, nuevos descubrimientos y el trabajo del telescopio espacial Planck de la Agencia Espacial Europea (ESA), que consiguió elaborar el mapa de la radiación del Big Bang, pueden ayudar a resolver el misterio
Esta misma semana, un equipo de científicos dirigido por el Centro Harvard-Smithsonian para la Astrofísica anunciaba que un telescopio en el Polo Sur (BICEP2) ha encontrado las llamadas ondas gravitacionales, las deformaciones en el espacio-tiempo provocadas por el Big Bang y que suponen la evidencia más fuerte de que el Universo se expandió exponencialmente en una fracción de segundo tras la gran explosión, hace 13.800 millones de años. Cosmólogos, físicos y astrofísicos han celebrado la detección, hasta el punto de que algunos de ellos lo consideran el «descubrimiento del siglo XXI». Es el máximo acercamiento nunca realizado al tiempo cero, cuando el Cosmos tenía el tamaño de una pelota de tenis. Pero las implicaciones de este hallazgo no se quedan ahí, algunos teóricos creen que puede ser la puerta al multiverso, es decir, a la posibilidad de que nuestro Universo no sea el único que existe, sino que varios floten como burbujas en una olla al fuego.
La teoría del multiverso postula que, cuando el Universo creció de manera exponencial en menos de un abrir y cerrar de ojos tras el Big Bang, algunas partes del espacio-tiempo se expandieron más rápidamente que otras, lo que podría haber creado una especie de burbujas que albergarían sus propios universos. Estos «compañeros» podrían tener leyes físicas y constantes fundamentales diferentes a las que conocemos, incluso muy extravagantes, como más dimensiones o la ausencia de átomos, por ejemplo.
Alan Guth, el primero en lanzar formalmente la idea de la inflación en 1979 y actualmente profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), es partidario de esta idea. «Es difícil construir modelos de inflación que no conduzcan a un multiverso», concluye. Su colega Andrei Linde, otro de los «padres» de la teoría de la inflación, físico teórico de la Universidad de Stanford, habló en el mismo sentido el lunes en la presentación del descubrimiento de las ondas gravitacionales: «En la mayoría de los modelos, si tienes una inflación, tienes un multiverso», dijo.
Los nuevos hallazgos permitirán ahondar en un campo del que, por el momento, no se tiene ninguna certeza y que es sumamente controvertido. No son pocos los astrofísicos que rechazan de plano esta posibilidad. Lo cierto es que, por el momento, nadie ha podido confirmar que nuestro Universo no está solo. Los físicos buscan señales en la radiación del fondo de microondas cósmico, la reliquia de la radiación térmica Big Bang, que podrían proporcionar la evidencia de colisiones entre otros universos y el nuestro.
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