Así fue la Inquisición
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Así fue la Inquisición
Los libros de historia propiciados por los enciclopedistas del siglo XVIII exageran la leyenda negra de la Inquisición. Los cuadros pintados por Jean Paul Laurens no muestran de la Inquisición más que calabozos tenebrosos y víctimas jadeantes, postradas a los pies de monjes sádicos. Incluso en pleno año 2001, una revista presentaba el libro negro de la Inquisición, acompañado con el subtítulo: Caza de brujas y cátaros. Retrato de un fanático: Torquemada. Las torturas y la confesión. De las ilustraciones del documento, siete representan una hoguera y una escena de tortura.
Pero los hombres de la primitiva Inquisición medieval del siglo XIII, vivieron la Inquisición como una liberación. La historiadora Regine Pernoud dice que la Inquisición fue la reacción de defensa de la sociedad ante las herejías en tiempos en que la fe era tan importante como en nuestros días lo es la salud física.
Evidentemente, con la mentalidad del siglo XXI es difícil entender la Inquisición.
Pero, en aquellos tiempos, lo que no se toleraba era la herejía o apostasía de la fe católica. Y en cuanto a la Inquisición española, fundada en 1478, dice Henry Kamen, inglés no católico: "En una época en que el uso de la tortura era general en los tribunales criminales europeos, la Inquisición española siguió una política de benignidad y circunspección. La tortura era empleada sólo como último recurso y aplicada en muy pocos casos. Las confesiones obtenidas por la tortura jamás eran aceptadas como válidas, porque evidentemente habían sido obtenidas por coacción. Por lo tanto, era esencial que el acusado ratificara su confesión al día siguiente de haber sido torturado…
Los archivos de la Inquisición son exhaustivos y completos al describir el curso de las sesiones de tortura. Cada palabra, cada gesto era anotado por el secretario presente. Como reportajes, estos relatos carecen de paralelo en su época… Comparándola con la crueldad deliberada y la mutilación practicadas en los tribunales seculares ordinarios, se ve con una luz mucho más favorable de lo que sus detractores se han molestado en admitir. Si se agrega a esto las relativas buenas condiciones de sus prisiones, queda claro que el tribunal, en su conjunto, no tenía interés por la crueldad y que intentó en todo momento temperar la justicia con un trato misericordioso".
Por eso, como dice el historiador peruano Fernando Ayllón: "El número de condenados a muerte por el tribunal de la Inquisición no fue tan exagerado como decían sus detractores… En todo caso, el número de condenados fue mucho menor que en los demás países europeos en que las guerras religiosas y las quemas de brujas multiplicaron por decenas, cuando no por miles de veces, esta cifra. La leyenda negra contra el tribunal, conforme lo sostienen la mayoría de los investigadores hoy en día, resulta por demás insostenible".
Y continúa: "En los Estados en donde el protestantismo había calado profundamente, no existía en verdad la Inquisición; pero, en su defecto, existía algo peor: el capricho y la voluntad omnímoda de los reyes y príncipes o de los jefes confesionales, como sucedía en los cantones suizos… El mundo protestante fue mucho más cruel e implacable en la persecución de quienes profesaban doctrinas diferentes de las profesadas por ellos. En suma, las llamadas crueldades de la Inquisición no eran ni pecado de la Inquisición ni culpa de España, sino naturales consecuencias del criterio dominante en asuntos procesales y penales. Por ello, podemos terminar este epígrafe, diciendo que la Inquisición fue en todo mejor que la fama que dejó de sí".
Y en cuanto a la quema de brujas, el gran especialista en este tema Gustav Henningsen, no católico, afirma: "La exagerada suposición de que la Inquisición, en el siglo XV y XVI, hubiera quemado a 30.000 brujas, hace tiempo que ha dejado de tenerse en consideración por la ciencia.
Y dice más: Las cifras de la quema de brujas por la Inquisición, por inesperadas, resultan asombrosas. Para Portugal es 4, para España 59 y para Italia 36".
Con respecto a la Inquisición española, según muchos expertos, el número de muertos en toda su historia sería entre 1.500 y 2000. Por ello podemos preguntarnos:
¿Habría habido menos muertos sin la Inquisición?
Y en los países en que no hubo Inquisición como Inglaterra y Alemania, ¿cuántos muertos hubo por las guerras religiosas? Creemos que el balance es más positivo que negativo. Henningsen dice: La Inquisición fue la salvación de miles de personas acusadas (de brujería), de un crimen imposible. Y
Roth Cecil afirma: Por este servicio a la humanidad y a la verdad (de librar de la muerte a acusados de brujería, pues hubo 20.000 juicios) la Inquisición española merece la gratitud de todos los hombres civilizados.
¿Qué les podemos decir a aquellos que, como el autor del Código da Vinci, dicen que la Inquisición mató cinco millones de brujas? ¿Que son mentirosos, ignorantes, perversos?
Padre Ángel O. Peña. ¿Europa sin Cristo? Pp 42 a 45.
>> Casi todo lo que Vd creía saber sobre la Inquisición es falso
>> La Inquisición Protestante: Reforma, Intolerancia y Persecución
Pero los hombres de la primitiva Inquisición medieval del siglo XIII, vivieron la Inquisición como una liberación. La historiadora Regine Pernoud dice que la Inquisición fue la reacción de defensa de la sociedad ante las herejías en tiempos en que la fe era tan importante como en nuestros días lo es la salud física.
Evidentemente, con la mentalidad del siglo XXI es difícil entender la Inquisición.
Pero, en aquellos tiempos, lo que no se toleraba era la herejía o apostasía de la fe católica. Y en cuanto a la Inquisición española, fundada en 1478, dice Henry Kamen, inglés no católico: "En una época en que el uso de la tortura era general en los tribunales criminales europeos, la Inquisición española siguió una política de benignidad y circunspección. La tortura era empleada sólo como último recurso y aplicada en muy pocos casos. Las confesiones obtenidas por la tortura jamás eran aceptadas como válidas, porque evidentemente habían sido obtenidas por coacción. Por lo tanto, era esencial que el acusado ratificara su confesión al día siguiente de haber sido torturado…
Los archivos de la Inquisición son exhaustivos y completos al describir el curso de las sesiones de tortura. Cada palabra, cada gesto era anotado por el secretario presente. Como reportajes, estos relatos carecen de paralelo en su época… Comparándola con la crueldad deliberada y la mutilación practicadas en los tribunales seculares ordinarios, se ve con una luz mucho más favorable de lo que sus detractores se han molestado en admitir. Si se agrega a esto las relativas buenas condiciones de sus prisiones, queda claro que el tribunal, en su conjunto, no tenía interés por la crueldad y que intentó en todo momento temperar la justicia con un trato misericordioso".
Por eso, como dice el historiador peruano Fernando Ayllón: "El número de condenados a muerte por el tribunal de la Inquisición no fue tan exagerado como decían sus detractores… En todo caso, el número de condenados fue mucho menor que en los demás países europeos en que las guerras religiosas y las quemas de brujas multiplicaron por decenas, cuando no por miles de veces, esta cifra. La leyenda negra contra el tribunal, conforme lo sostienen la mayoría de los investigadores hoy en día, resulta por demás insostenible".
Y continúa: "En los Estados en donde el protestantismo había calado profundamente, no existía en verdad la Inquisición; pero, en su defecto, existía algo peor: el capricho y la voluntad omnímoda de los reyes y príncipes o de los jefes confesionales, como sucedía en los cantones suizos… El mundo protestante fue mucho más cruel e implacable en la persecución de quienes profesaban doctrinas diferentes de las profesadas por ellos. En suma, las llamadas crueldades de la Inquisición no eran ni pecado de la Inquisición ni culpa de España, sino naturales consecuencias del criterio dominante en asuntos procesales y penales. Por ello, podemos terminar este epígrafe, diciendo que la Inquisición fue en todo mejor que la fama que dejó de sí".
Y en cuanto a la quema de brujas, el gran especialista en este tema Gustav Henningsen, no católico, afirma: "La exagerada suposición de que la Inquisición, en el siglo XV y XVI, hubiera quemado a 30.000 brujas, hace tiempo que ha dejado de tenerse en consideración por la ciencia.
Y dice más: Las cifras de la quema de brujas por la Inquisición, por inesperadas, resultan asombrosas. Para Portugal es 4, para España 59 y para Italia 36".
Con respecto a la Inquisición española, según muchos expertos, el número de muertos en toda su historia sería entre 1.500 y 2000. Por ello podemos preguntarnos:
¿Habría habido menos muertos sin la Inquisición?
Y en los países en que no hubo Inquisición como Inglaterra y Alemania, ¿cuántos muertos hubo por las guerras religiosas? Creemos que el balance es más positivo que negativo. Henningsen dice: La Inquisición fue la salvación de miles de personas acusadas (de brujería), de un crimen imposible. Y
Roth Cecil afirma: Por este servicio a la humanidad y a la verdad (de librar de la muerte a acusados de brujería, pues hubo 20.000 juicios) la Inquisición española merece la gratitud de todos los hombres civilizados.
¿Qué les podemos decir a aquellos que, como el autor del Código da Vinci, dicen que la Inquisición mató cinco millones de brujas? ¿Que son mentirosos, ignorantes, perversos?
Padre Ángel O. Peña. ¿Europa sin Cristo? Pp 42 a 45.
>> Casi todo lo que Vd creía saber sobre la Inquisición es falso
>> La Inquisición Protestante: Reforma, Intolerancia y Persecución
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María Elvira Roca: «La Inquisición evitó grandes barbaridades»
María Elvira Roca Barea (El Borge, 1966) acaba de revolucionar el mercado editorial con su ensayo “Imperiofobia y leyenda negra”. Pese a reconocer que proviene de «una familia de masones y republicanos» y que no ha recibido una educación religiosa, reniega de «quienes dicen que si actúas contra el catolicismo eres un moderno. No se dan cuenta de que se están matando a sí mismos».
En su currículum aparece que ha trabajado en Harvard, en el CSIC, pero usted insiste en presentarse como profesora de instituto.
Es que estoy orgullosa de serlo, porque realmente es el trabajo más difícil. Yo estudié Filología Clásica, luego Hispánica, luego me doctoré con una tesis en literatura medieval, efectivamente estuve en EE.UU. trabajando un tiempo, pero volví y luego no he vuelto a irme fuera. Llevo aquí mucho más tiempo. Ahora doy clases en el IES Huerta Alta de Alhaurín de la Torre.
¿Cuál fue la chispa que le hizo escribir este libro?
Mi especialidad es la literatura medieval, tengo otros tres libros publicados, artículos y conferencias… Sobre la hispanofobia y la leyenda negra empecé a interesarme en el tiempo que vivía en Estados Unidos porque me di cuenta de que a los americanos les estaba pasando algo muy parecido a lo que nos pasó a los españoles en nuestros tiempos gloriosos. Me chocó la semejanza y decidí ponerme a estudiar, no para publicarlo sino para satisfacer mi curiosidad. Yo hablaba mucho de este tema con el director de la colección de ensayo de Siruela, Ignacio Gómez de Liaño, con el que tengo amistad. Y hace cuatro años, me llamó y, muy solemnemente, me dijo: «este libro hay que publicarlo. Ya está creado, ya está en tu cabeza y merece la pena que salga a la luz. Lo tienes que escribir». Yo le contesté: «pero mira, que yo soy una mujer trabajadora con dos niños chicos (ahora tienen 9 años)…». El caso es que se publicó y está siendo un éxito absolutamente inesperado. Hay que agradecérselo a él que me animó.
¿De dónde viene el término “leyenda negra”?
Se empezó a utilizar después de la guerra con los Estados Unidos, lo que llamamos el desastre del 98. En ese momento, algunos intelectuales españoles cobran conciencia de hasta qué punto la reputación de España está absolutamente destrozada por efecto de la propaganda que durante siglos habían ido acumulando en el teatro europeo todos los enemigos que España había ido teniendo: el protestantismo luterano, Inglaterra, el secesionismo orangista, luego la ilustración francesa, etc. La expresión la acuña Julián Juderías con un libro que se publicó en 1914 que podemos considerar el pistoletazo de salida de la toma de conciencia de hasta qué punto toda la historia de España estaba tergiversada y había sido manipulada para ofrecer de ella una visión absolutamente negativa en todos sus aspectos. Julián Juderías define la leyenda negra como la opinión común que se tiene en Europa de que España es un país inferior a otros países europeos. España (dicen) es un país bárbaro, intolerante desde el punto de vista religioso, atrasado, un país que no tiene cultura científica ni iniciativa económica, etc. A partir del libro de Juderías empiezan a aparecer otros trabajos que han ido estudiando ese fenómeno. Arnoldson, de la universidad de Gotemburgo, dice que «la leyenda negra es la alucinación colectiva más grande de la Europa Occidental». Hasta ese punto considera que la historia de España ha sido manipulada por toda esa propaganda.
Su tesis es que el sentimiento de culpa de los católicos españoles nos ha sido inoculado…
Ese sentimiento no llega a aparecer hasta el siglo XVIII, cuando viene la dinastía nueva de los borbones, con la ilustración francesa. En ese momento, los intelectuales españoles empiezan a asumir como cierta esa versión de la historia que dice que España tuvo la culpa de todas las guerras de religión; que es la intolerancia religiosa de los católicos, con España al frente, la que provocó esas guerras y la que justifica todas las barbaridades que sucedieron en Europa en los siglos XVI y XVII, etc. De ahí en adelante, una generación de eruditos y de intelectuales, sigue a la anterior y termina por convertirse esto en la versión corriente de nuestra propia historia, asumida por nosotros mismos como una verdad.
Y lo seguimos enseñando así a nuestros hijos…
Ayer, por ejemplo, en el libro de primero de Bachillerato, me encuentro con que en la introducción al tema del Barroco dice que la diferencia entre la Reforma y la Contrarreforma es que en la Reforma la religión se convirtió en un asunto particular y privado que no afectaba a la sociedad mientras que en el mundo católico la religión seguía siendo socialmente influyente. Nada puede haber más falso que esta afirmación. Es justamente al revés. ¿Qué país hay hoy en la Europa Occidental que tenga como jefe del Estado al mismo jefe de la Iglesia? Gran Bretaña. ¿En qué país ha sido imposible hasta hace poco ocupar un cargo público si uno no pertenecía a la religión nacional? En Gran Bretaña y otros países protestantes. Es decir, lo que el protestantismo hizo es constituirse en iglesias nacionales por lo que la disidencia religiosa se transformó, no en un delito religioso, sino en un delito contra la nación, contra el Estado. Así fue también en Dinamarca y en los estados luteranos del Sacro Imperio, los germánicos. O sea, que es justamente la visión contraria la que tendríamos que intentar imponer: es precisamente en el mundo católico donde el delito religioso siguió siendo religioso y no contra el Estado.
Hay una especie de fijación por lo católico…
La Ilustración no luchó nunca contra las otras iglesias. Sólo va contra la Iglesia católica porque contra las otras iglesias no se podía ir porque eran nacionales. Atacar esas iglesias o escribir algo contra ellas era un delito de lesa patria. Hasta el año 1976, existía en Gran Bretaña el “blasphemy”, un delito que consistía en escribir algo contra la Iglesia anglicana. Traducido al español no es exactamente blasfemia. En su Derecho significa expresar opiniones contrarias a la iglesia anglicana nacional o la defensa de posiciones religiosas notablemente papistas, o sea católicas. Fíjese hasta qué punto está desenfocada la idea de que la intolerancia religiosa o la importancia social de la religión ha sido enorme en el lado católico y en el otro no. En el otro lado era un asunto privado, dicen. ¿Cómo privado si un delito de ofensa a la iglesia nacional dura hasta el año 76 en la estupenda Europa?
Pero no podemos negar que la Inquisición existió.
El mecanismo de la leyenda negra funciona siempre no con la mentira absoluta, lo que se dice suele ser verdad. Lo que se hace es que se magnifica y se calla todo lo demás. La Inquisición existió, claro que existió, pero era una institución pequeña, que no tuvo nunca capacidad para influir decisivamente en la vida de los países católicos y de España desde luego que no. Yo siempre pongo el mismo ejemplo, porque es de Perogrullo: el Lazarillo de Tormes se publica y la Inquisición lo prohíbe en la primera edición. ¿Alguien alguna vez tuvo alguna dificultad para comprar el Lazarillo de Tormes? ¿Es que El Lazarillo de Tormes no lo ha conocido nadie? El Lazarillo de Tormes se siguió editando, se siguió comprando y en 20 años ya lo estudiaban en las universidades españolas y todo el mundo lo conocía. ¡Y estaba prohibido por la Inquisición! ¿Y qué? ¿Qué afectó esto a la popularidad del Lazarillo de Tormes? Absolutamente nada.
En el imaginario colectivo, decir Inquisición es hablar de una institución muy poderosa, arbitraria y cruel.
Es la tergiversación más fenomenal de todas las tergiversaciones. La Inquisición era una institución muy organizada, mucho mejor reglamentada que cualquiera otra en su momento, y en la que la religión seguía siendo asunto de la religión y no del Estado. Se ocupaba de delitos que todavía lo son hoy día, como por ejemplo los que se conocían como delitos contra la honestidad: el proxenetismo, la pederastia, la trata de blancas, la falsificación de monedas y documentos... Tenía un campo muy amplio de trabajo. El hecho de constituirse como una forma organizada, reglamentada y judicialmente estable de tratar las disidencias religiosas evitó las matanzas que estas provocaron en el lado protestante. Nosotros sabemos todas y cada una de las sentencias a muerte que aquí se firmaron. Están muy bien documentadas en un estudio del profesor Contreras y de un danés, Henningsen. La Inquisición juzgó un total de 44.000 causas desde 1560 hasta 1700, con el resultado de 1.340 muertos aproximadamente. Y esa es toda la historia. Calvino mandó a la hoguera a 500 personas en solo 20 años por herejía. Cuando uno se pone a ver las barbaridades que sucedieron en el lado protestante, es que no hay color, entre otras cosas porque el cálculo de muertos que la intolerancia protestante pudo provocar sólo puede hacerse aproximadamente puesto que en la mayoría de los casos no hubo juicio, ni abogados, ni derecho a defenderse, fue por el procedimiento bárbaro del linchamiento, nada más. Esto no ocurrió nunca en las zonas católicas, jamás.
Juzgamos la historia desde coordenadas actuales y el resultado es ese sentimiento de culpa.
Decir que los españoles han sido intolerantes desde el punto de vista religioso porque tuvieron la Inquisición, es la falsedad de todas las falsedades. La intolerancia era el modo de pensar de todo el mundo en aquella época. El fenómenos de la tolerancia tiene ¿cuánto? ¿30 años? ¿40 años? Nadie pensaba que hubiera que tolerar al que no pensaba como tú desde el punto de vista religioso. Intolerancia había desde el estrecho de Gibraltar hasta la Península Escandinava. Ese era el modo de pensar de todo el mundo. Lo que hay que ver es cómo se gestionaba esa intolerancia religiosa en cada sitio y, desde luego, fue mucho más civilizada y mucho más comprensiva en la parte católica y desde luego en España. En Inglaterra o en los principados luteranos protestantes en el norte de Europa, las persecuciones de la población fueron horrorosas. Aparte, todo el fenómeno de la caza de brujas, absolutamente demencial, que provocó miles de muertos. Esto no pasó en el mundo católico y no pasó en España porque existía la Inquisición, que evitó aquellas barbaridades.
O sea, que los católicos pecamos de no conocer nuestra historia.
Aunque yo no sea creyente, llevo a mis hijos a la catequesis y tengo mis discusiones con el cura del barrio. Le digo: «vamos a terminar siendo los agnósticos y ateos de buena voluntad los que tengamos que limpiar el nombre de la Iglesia porque ustedes tienen una pasividad absolutamente incomprensible». A quitarse esa costra hay que ponerse; porque es falsa y porque perjudica a todos, a los católicos practicantes y a todos los demás. Este es un país de cultura católica. Eso es irremediable, se sea creyente o no. La Iglesia tendría que haberse puesto de manera un poco activa a limpiar su buen nombre y no esperar a que venga un señor como Stephen Haliczer, de la Universidad de Illinois, a publicar un trabajo de investigación sobre la Inquisición y a decirnos: «vamos a ver, ¡pero si esta institución era ejemplar en su tiempo! ¡Si el uso de la tortura era absolutamente limitado! ¡Si las cárceles suyas eran más benignas! ¡Si los juicios tenían más garantías que todos los demás! ¿No cree usted que la Iglesia tendría que haber dicho algo?
Si lo ha dicho, quizá ha encontrado poco eco o demasiada oposición.
Pero es que esa actitud de que “hemos perdido la batalla cultural” no se puede tener. Hay que reaccionar, porque no es solo perjudicial para los católicos, creyentes o no creyentes, sino para el mundo que la iglesia católica ha engendrado. Esa actitud que la Iglesia adopta de borrego degollado a mí me resulta muy molesta. Yo la Iglesia la he visto desde fuera toda mi vida. No he tenido contacto con ella más allá de la costumbre y del trato social para no ser muy raro. Y por eso me resultó siempre tan chocante, desde que estaba en la Universidad, que cualquiera fuera bueno para venir a meterse con la Iglesia. Y la Iglesia, ¿no contesta? ¿No se defiende? ¿Porqué no se defiende? Porque la Iglesia de Roma no es la ramera de Babilonia como decía Lutero. Tiene en su haber logros muy importantes, cosas muy buenas que ha hecho por el mundo y por la sociedad. ¿Por qué no enseña esa parte de sí misma que es hermosa y que merecería ser mejor conocida?
Otro asunto por el que se suele juzgar injustamente a España y a la Iglesia es por la conquista de América.
Los dos pilares más longevos de la hispanofobia y de la leyenda negra han sido, primero la conversión de la Inquisición en el horrendo monstruo que todo el mundo cree que fue; y, la siguiente, es el asunto de América. ¿Por qué? Aquello era muy grande, era una enormidad. Un imperio con 20 millones de kilómetros cuadrados que se sostiene durante prácticamente tres siglos es algo que las otras naciones de Europa habían intentado hacer y no consiguieron. Era necesario teñir todo eso de barbarie, de destrucción y de horror para que no quedara como un gran logro en la historia de la humanidad. Empezó con la utilización del texto de fray Bartolomé de las Casas, que no pretendía en absoluto convertirse en historia. Es asombroso que estemos en el siglo XXI y tengamos que seguir desmintiendo el hecho de que Fray Bartolomé estuviera haciendo historia. Él estaba haciendo un texto de polémica religiosa. La Iglesia tiene una larga historia de polémica. Es un sistema tradicional de formación el de la polémica, desde la Edad Media, con las famosas disputationes de un sacerdote enfrente de otro discutiendo en torno a una idea.
¿El problema entonces es que se sacó de contexto?
El texto se publica en Sevilla y, aparte del revuelo que pudiera causar localmente, nadie le había hecho caso. Pasó el tiempo y, 25 años después, Guillermo de Orange lo descubre, lo traduce, le incorpora los grabados de De Bry, donde se ven a los españoles partiendo a un niño por la mitad o asando indios, y lo convierte en un best seller en Europa. Es el texto ilustrativo de: "Estos son los españoles. Esto es lo que le pasa a la gente que se trata con los españoles. Hay que acabar con ellos porque son unos monstruos”. Evidentemente esto es un argumento del nacionalismo orangista. Hay que luchar contra esta gente y echarlos de Holanda porque son el Anticristo redivivo, el demonio “pinchapapas”. Desde entonces, el texto de Fray Bartolomé no ha dejado nunca de editarse y siguió siendo utilizado en contra de España. Las últimas ediciones estupendas las hicieron los Estados Unidos en la época de la guerra de Cuba, por ejemplo.
¿Y qué hay de verdad en lo que cuenta?
Pues uno va a América y se la encuentra llena de ciudades que fueron construidas, no voy a decir por los españoles, porque los españoles fueron siempre muy pocos, pero sí por los españoles y por la población indígena que se incorpora a ese imperio. Los españoles guerrearon, sí, pero pactaron mucho más. Era imposible poblar América a partir de la exportación de gente desde la península. Ni había medios ni había gente para hacerlo. De hecho, el archivo de indias nos dice que hasta 1700 no debió superar el número de 250.000 los que cruzaron el charco. Entonces, ¿quién era todo el mundo que allí había? Pues eran muchos indios, muchos mestizos y mucha gente que se incorpora a ese imperio a veces por medio de pactos, a veces por medio de guerras. Pero, una vez que pasa ese momento de confrontación inicial, las poblaciones se integran en el imperio y viven en él durante muchísimo tiempo, siglos. ¡Y viven bien!
Aquí se sigue viendo como una matanza indiscriminada.
¿Usted no habrá estudiado en la escuela las guerras de América? Yo tampoco, porque no las hubo. No hubo grandes guerras en América en absoluto. Ese largo periodo de paz y prosperidad es anómalo. ¿Cuántos territorios con tanto millones de kilómetros cuadrados pueden presumir de haber vivido tantos siglos de paz y prosperidad conviviendo gente tan diferente, con lenguas distintas, unos cristianizados y otros en proceso de cristianización? Esa gente convivía razonablemente bien por que si no habría habido un estado de guerra viva y permanente que no hubo, luego aquello funcionaba. No hubo guerras significativas hasta las independencias. Por lo tanto es ese mundo mestizo capaz de integrar gentes muy diversas y hacerlas convivir el que verdaderamente deberíamos estudiar. Hay pocos ejemplos en la historia de la humanidad de convivencia de gente tan diversa en un espacio común y sin embargo no es eso lo que estudiamos.
Pero no sólo fue guerra y violencia lo que llevaron los españoles.
Nos empeñamos en la destrucción, ¿y la construcción? En eso la Iglesia tuvo mucho que ver. Una parte grande de la integración se debió al trabajo de los misioneros. Existe la idea tradicional de que los españoles llegaron allí y fue fácil la conquista porque las poblaciones estaban sedentarizadas y vivían en ciudades. Sí, algunos sí, pero otros muchos no. Había tremendas zonas de selva y poblaciones de gente nómadas, seminómadas, puros cazadores y recolectores. Ahí la Iglesia hizo un trabajo absolutamente asombroso. Yo le dediqué un capítulo a uno de esos asombros que es el fenómeno de la conservación de la música barroca en el Amazonas. El trabajo que hicieron los jesuitas en la zona de Chiquitos y Moxos ha permitido conservar un patrimonio de música barroca que es capaz de competir con el que existe en Europa. Y era todo población india. Hoy siguen siendo músicos extraordinarios y han conservado este legado después del destrozo que provocó la expulsión de la compañía de Jesús, que fue una cosa increíble. Increíble que los prejuicios ilustrados hicieran a Carlos III pegarse aquel tiro en el pie porque la Compañía de Jesús era útil y era necesaria y de ella dependían infraestructuras educativas que no tenían sustitución y fue un desastre. ¿A usted qué más le da que fueran jesuitas? En este imperio son muy útiles y extraordinariamente eficaces en su trabajo y no están provocando muerte, destrucción ni pobreza para nada ¿Por qué? Es una cosa muy difícil de explicar que el puro prejuicio es simplemente porque son jesuitas.
En la película la Misión aparece muy reflejado cómo contribuyeron los jesuitas al desarrollo social y humano…
Fueron capaces de controlar territorios verdaderamente imposibles, la zona de los Moxos es una zona de la Amazonia verdaderamente difícil, y consiguieron un nivel de integración y de asimilación de las poblaciones indígenas asombroso hasta el punto de convertirlos en músicos excepcionales. Comunidades muy prósperas y hasta ricas que no le costaban dinero al imperio para nada, generaban beneficios, comerciaban con la vainilla y exportaban. Los jesuitas fueron los que descubrieron el uso de la quinina y la convirtieron en un medicamento de uso corriente en Europa. ¿Es que eso no vale nada sólo por el hecho de que los que lo hacían eran jesuitas?
¿Qué le diría a un católico que siga teniendo complejo de inferioridad?
Que se informe. Que haga el favor de informarse y no conformarse con la visión de la historia de Europa y del mundo que han impuesto a base de propaganda y de tergiversación de los hechos las naciones que se apoyaron en la lucha religiosa para combatir contra el Imperio español. Ese es el quid de la cuestión. ¿Que la hispanofobia no existe o el anticatolicismo no existe? ¡Falso! ¿Usted cómo va a justificar la existencia del protestantismo si no denigra al catolicismo? ¿Cómo justifica usted el nacimiento del protestantismo? Surgió porque era necesario liberarse de aquella tiranía atroz y de aquella oscuridad mental. Por lo tanto los católicos son atroces. Y como los católicos viven en ese mundo oscuro y tenebroso de la intolerancia, para eso hemos nacido nosotros, para librarnos de eso. Cuando un niño protestante se cristianiza, es eso lo que aprende en cualquiera de sus iglesias y las he frecuentado varias de ellas durante bastante tiempo. Es que no puede aprender otra cosa. ¿Cómo surgió mi iglesia presbiteriana? Luchó contra la “ramera de Babilonia” para existir. Eso está en su ADN.
En su libro habla de una inmensa operación propagandística.
Cuando uno estudia la época álgida de las guerras religiosas, se percata de la producción torrencial de folletos y de imágenes infamantes y atroces en el lado protestante. Y luego ve los folletos con los que los católicos se promocionaban en la época de la Contrarreforma, su idea del mundo y tal, y dan pena. Frente a la agresividad que se muestra en el otro lado, la pasividad con que en el lado de acá se acepta que, bueno, que nosotros no nos defendemos. ¡Pero es que uno no puede defenderse como uno quiere, uno tiene que defenderse en función de cómo es atacado lo quiera o no! Si te atacan con armas químicas, ¿tú que haces con un tirachinas en la mano? Absolutamente nada. Y la Iglesia no lo ha hecho nunca, ni los países católicos, ni España. La Iglesia intentó dialogar, intentó hablar... pero se nos ha quedado en la memoria esa historia de que Martín Lutero no tuvo más remedio que romper con la Iglesia porque la Iglesia era intolerante. No, ellos eran intolerantes. Los príncipes protestantes obligaron a las conversiones forzosas. Si no te mataban, te confiscaban los bienes. Si no te marchabas, te tenías que convertir. ¿Que los católicos no toleraban a los protestantes? Bien, pero los protestantes toleraban todavía menos.
El diálogo no era el punto fuerte de los hombres de aquella época.
Hubo intentos. En el Coloquio de Ratisbona, por ejemplo, Carlos V llegó con su oferta de que el que se quiera hacer protestante y niegue su obediencia a Roma que lo haga, pero que se deje en paz a los católicos que quieran seguir siéndolo. Pues Lutero no lo aceptó. Por no hablar luego del tema de las propiedades de la Iglesia que fueron confiscadas. Aquello se convirtió en la excusa fenomenal para un latrocinio monumental. Hasta lo que pasó con los judíos en la Segunda Guerra Mundial, ha sido probablemente el latrocinio más grande de la historia de Europa: el robo de todas las propiedades de la Iglesia y de las de todos los católicos que se negaban a la conversión forzosa.
Católicos y protestantes estamos ahora en un proceso de diálogo muy fructífero. Usted misma ha experimentado la apertura al diálogo de la Iglesia con creyentes o no…
Yo le digo al párroco que le pida al obispo una catequesis para agnósticos y ateos de buena voluntad, a ver si os quitáis toda esta mugre que os han echado encima. Es el punto cateto de pensar que si actúas contra el catolicismo eres un moderno, sin darte cuenta de que te estás matando a ti mismo, seas creyente o no. Porque estás renegando de tu pasado y de tus antepasados, y esos son los cimientos que nos sostienen. Y sin ellos, nos venimos abajo. Y si nosotros nos venimos abajo, otros se quedan arriba. ¿Me explico?
En su currículum aparece que ha trabajado en Harvard, en el CSIC, pero usted insiste en presentarse como profesora de instituto.
Es que estoy orgullosa de serlo, porque realmente es el trabajo más difícil. Yo estudié Filología Clásica, luego Hispánica, luego me doctoré con una tesis en literatura medieval, efectivamente estuve en EE.UU. trabajando un tiempo, pero volví y luego no he vuelto a irme fuera. Llevo aquí mucho más tiempo. Ahora doy clases en el IES Huerta Alta de Alhaurín de la Torre.
¿Cuál fue la chispa que le hizo escribir este libro?
Mi especialidad es la literatura medieval, tengo otros tres libros publicados, artículos y conferencias… Sobre la hispanofobia y la leyenda negra empecé a interesarme en el tiempo que vivía en Estados Unidos porque me di cuenta de que a los americanos les estaba pasando algo muy parecido a lo que nos pasó a los españoles en nuestros tiempos gloriosos. Me chocó la semejanza y decidí ponerme a estudiar, no para publicarlo sino para satisfacer mi curiosidad. Yo hablaba mucho de este tema con el director de la colección de ensayo de Siruela, Ignacio Gómez de Liaño, con el que tengo amistad. Y hace cuatro años, me llamó y, muy solemnemente, me dijo: «este libro hay que publicarlo. Ya está creado, ya está en tu cabeza y merece la pena que salga a la luz. Lo tienes que escribir». Yo le contesté: «pero mira, que yo soy una mujer trabajadora con dos niños chicos (ahora tienen 9 años)…». El caso es que se publicó y está siendo un éxito absolutamente inesperado. Hay que agradecérselo a él que me animó.
¿De dónde viene el término “leyenda negra”?
Se empezó a utilizar después de la guerra con los Estados Unidos, lo que llamamos el desastre del 98. En ese momento, algunos intelectuales españoles cobran conciencia de hasta qué punto la reputación de España está absolutamente destrozada por efecto de la propaganda que durante siglos habían ido acumulando en el teatro europeo todos los enemigos que España había ido teniendo: el protestantismo luterano, Inglaterra, el secesionismo orangista, luego la ilustración francesa, etc. La expresión la acuña Julián Juderías con un libro que se publicó en 1914 que podemos considerar el pistoletazo de salida de la toma de conciencia de hasta qué punto toda la historia de España estaba tergiversada y había sido manipulada para ofrecer de ella una visión absolutamente negativa en todos sus aspectos. Julián Juderías define la leyenda negra como la opinión común que se tiene en Europa de que España es un país inferior a otros países europeos. España (dicen) es un país bárbaro, intolerante desde el punto de vista religioso, atrasado, un país que no tiene cultura científica ni iniciativa económica, etc. A partir del libro de Juderías empiezan a aparecer otros trabajos que han ido estudiando ese fenómeno. Arnoldson, de la universidad de Gotemburgo, dice que «la leyenda negra es la alucinación colectiva más grande de la Europa Occidental». Hasta ese punto considera que la historia de España ha sido manipulada por toda esa propaganda.
Su tesis es que el sentimiento de culpa de los católicos españoles nos ha sido inoculado…
Ese sentimiento no llega a aparecer hasta el siglo XVIII, cuando viene la dinastía nueva de los borbones, con la ilustración francesa. En ese momento, los intelectuales españoles empiezan a asumir como cierta esa versión de la historia que dice que España tuvo la culpa de todas las guerras de religión; que es la intolerancia religiosa de los católicos, con España al frente, la que provocó esas guerras y la que justifica todas las barbaridades que sucedieron en Europa en los siglos XVI y XVII, etc. De ahí en adelante, una generación de eruditos y de intelectuales, sigue a la anterior y termina por convertirse esto en la versión corriente de nuestra propia historia, asumida por nosotros mismos como una verdad.
Y lo seguimos enseñando así a nuestros hijos…
Ayer, por ejemplo, en el libro de primero de Bachillerato, me encuentro con que en la introducción al tema del Barroco dice que la diferencia entre la Reforma y la Contrarreforma es que en la Reforma la religión se convirtió en un asunto particular y privado que no afectaba a la sociedad mientras que en el mundo católico la religión seguía siendo socialmente influyente. Nada puede haber más falso que esta afirmación. Es justamente al revés. ¿Qué país hay hoy en la Europa Occidental que tenga como jefe del Estado al mismo jefe de la Iglesia? Gran Bretaña. ¿En qué país ha sido imposible hasta hace poco ocupar un cargo público si uno no pertenecía a la religión nacional? En Gran Bretaña y otros países protestantes. Es decir, lo que el protestantismo hizo es constituirse en iglesias nacionales por lo que la disidencia religiosa se transformó, no en un delito religioso, sino en un delito contra la nación, contra el Estado. Así fue también en Dinamarca y en los estados luteranos del Sacro Imperio, los germánicos. O sea, que es justamente la visión contraria la que tendríamos que intentar imponer: es precisamente en el mundo católico donde el delito religioso siguió siendo religioso y no contra el Estado.
Hay una especie de fijación por lo católico…
La Ilustración no luchó nunca contra las otras iglesias. Sólo va contra la Iglesia católica porque contra las otras iglesias no se podía ir porque eran nacionales. Atacar esas iglesias o escribir algo contra ellas era un delito de lesa patria. Hasta el año 1976, existía en Gran Bretaña el “blasphemy”, un delito que consistía en escribir algo contra la Iglesia anglicana. Traducido al español no es exactamente blasfemia. En su Derecho significa expresar opiniones contrarias a la iglesia anglicana nacional o la defensa de posiciones religiosas notablemente papistas, o sea católicas. Fíjese hasta qué punto está desenfocada la idea de que la intolerancia religiosa o la importancia social de la religión ha sido enorme en el lado católico y en el otro no. En el otro lado era un asunto privado, dicen. ¿Cómo privado si un delito de ofensa a la iglesia nacional dura hasta el año 76 en la estupenda Europa?
Pero no podemos negar que la Inquisición existió.
El mecanismo de la leyenda negra funciona siempre no con la mentira absoluta, lo que se dice suele ser verdad. Lo que se hace es que se magnifica y se calla todo lo demás. La Inquisición existió, claro que existió, pero era una institución pequeña, que no tuvo nunca capacidad para influir decisivamente en la vida de los países católicos y de España desde luego que no. Yo siempre pongo el mismo ejemplo, porque es de Perogrullo: el Lazarillo de Tormes se publica y la Inquisición lo prohíbe en la primera edición. ¿Alguien alguna vez tuvo alguna dificultad para comprar el Lazarillo de Tormes? ¿Es que El Lazarillo de Tormes no lo ha conocido nadie? El Lazarillo de Tormes se siguió editando, se siguió comprando y en 20 años ya lo estudiaban en las universidades españolas y todo el mundo lo conocía. ¡Y estaba prohibido por la Inquisición! ¿Y qué? ¿Qué afectó esto a la popularidad del Lazarillo de Tormes? Absolutamente nada.
En el imaginario colectivo, decir Inquisición es hablar de una institución muy poderosa, arbitraria y cruel.
Es la tergiversación más fenomenal de todas las tergiversaciones. La Inquisición era una institución muy organizada, mucho mejor reglamentada que cualquiera otra en su momento, y en la que la religión seguía siendo asunto de la religión y no del Estado. Se ocupaba de delitos que todavía lo son hoy día, como por ejemplo los que se conocían como delitos contra la honestidad: el proxenetismo, la pederastia, la trata de blancas, la falsificación de monedas y documentos... Tenía un campo muy amplio de trabajo. El hecho de constituirse como una forma organizada, reglamentada y judicialmente estable de tratar las disidencias religiosas evitó las matanzas que estas provocaron en el lado protestante. Nosotros sabemos todas y cada una de las sentencias a muerte que aquí se firmaron. Están muy bien documentadas en un estudio del profesor Contreras y de un danés, Henningsen. La Inquisición juzgó un total de 44.000 causas desde 1560 hasta 1700, con el resultado de 1.340 muertos aproximadamente. Y esa es toda la historia. Calvino mandó a la hoguera a 500 personas en solo 20 años por herejía. Cuando uno se pone a ver las barbaridades que sucedieron en el lado protestante, es que no hay color, entre otras cosas porque el cálculo de muertos que la intolerancia protestante pudo provocar sólo puede hacerse aproximadamente puesto que en la mayoría de los casos no hubo juicio, ni abogados, ni derecho a defenderse, fue por el procedimiento bárbaro del linchamiento, nada más. Esto no ocurrió nunca en las zonas católicas, jamás.
Juzgamos la historia desde coordenadas actuales y el resultado es ese sentimiento de culpa.
Decir que los españoles han sido intolerantes desde el punto de vista religioso porque tuvieron la Inquisición, es la falsedad de todas las falsedades. La intolerancia era el modo de pensar de todo el mundo en aquella época. El fenómenos de la tolerancia tiene ¿cuánto? ¿30 años? ¿40 años? Nadie pensaba que hubiera que tolerar al que no pensaba como tú desde el punto de vista religioso. Intolerancia había desde el estrecho de Gibraltar hasta la Península Escandinava. Ese era el modo de pensar de todo el mundo. Lo que hay que ver es cómo se gestionaba esa intolerancia religiosa en cada sitio y, desde luego, fue mucho más civilizada y mucho más comprensiva en la parte católica y desde luego en España. En Inglaterra o en los principados luteranos protestantes en el norte de Europa, las persecuciones de la población fueron horrorosas. Aparte, todo el fenómeno de la caza de brujas, absolutamente demencial, que provocó miles de muertos. Esto no pasó en el mundo católico y no pasó en España porque existía la Inquisición, que evitó aquellas barbaridades.
O sea, que los católicos pecamos de no conocer nuestra historia.
Aunque yo no sea creyente, llevo a mis hijos a la catequesis y tengo mis discusiones con el cura del barrio. Le digo: «vamos a terminar siendo los agnósticos y ateos de buena voluntad los que tengamos que limpiar el nombre de la Iglesia porque ustedes tienen una pasividad absolutamente incomprensible». A quitarse esa costra hay que ponerse; porque es falsa y porque perjudica a todos, a los católicos practicantes y a todos los demás. Este es un país de cultura católica. Eso es irremediable, se sea creyente o no. La Iglesia tendría que haberse puesto de manera un poco activa a limpiar su buen nombre y no esperar a que venga un señor como Stephen Haliczer, de la Universidad de Illinois, a publicar un trabajo de investigación sobre la Inquisición y a decirnos: «vamos a ver, ¡pero si esta institución era ejemplar en su tiempo! ¡Si el uso de la tortura era absolutamente limitado! ¡Si las cárceles suyas eran más benignas! ¡Si los juicios tenían más garantías que todos los demás! ¿No cree usted que la Iglesia tendría que haber dicho algo?
Si lo ha dicho, quizá ha encontrado poco eco o demasiada oposición.
Pero es que esa actitud de que “hemos perdido la batalla cultural” no se puede tener. Hay que reaccionar, porque no es solo perjudicial para los católicos, creyentes o no creyentes, sino para el mundo que la iglesia católica ha engendrado. Esa actitud que la Iglesia adopta de borrego degollado a mí me resulta muy molesta. Yo la Iglesia la he visto desde fuera toda mi vida. No he tenido contacto con ella más allá de la costumbre y del trato social para no ser muy raro. Y por eso me resultó siempre tan chocante, desde que estaba en la Universidad, que cualquiera fuera bueno para venir a meterse con la Iglesia. Y la Iglesia, ¿no contesta? ¿No se defiende? ¿Porqué no se defiende? Porque la Iglesia de Roma no es la ramera de Babilonia como decía Lutero. Tiene en su haber logros muy importantes, cosas muy buenas que ha hecho por el mundo y por la sociedad. ¿Por qué no enseña esa parte de sí misma que es hermosa y que merecería ser mejor conocida?
Otro asunto por el que se suele juzgar injustamente a España y a la Iglesia es por la conquista de América.
Los dos pilares más longevos de la hispanofobia y de la leyenda negra han sido, primero la conversión de la Inquisición en el horrendo monstruo que todo el mundo cree que fue; y, la siguiente, es el asunto de América. ¿Por qué? Aquello era muy grande, era una enormidad. Un imperio con 20 millones de kilómetros cuadrados que se sostiene durante prácticamente tres siglos es algo que las otras naciones de Europa habían intentado hacer y no consiguieron. Era necesario teñir todo eso de barbarie, de destrucción y de horror para que no quedara como un gran logro en la historia de la humanidad. Empezó con la utilización del texto de fray Bartolomé de las Casas, que no pretendía en absoluto convertirse en historia. Es asombroso que estemos en el siglo XXI y tengamos que seguir desmintiendo el hecho de que Fray Bartolomé estuviera haciendo historia. Él estaba haciendo un texto de polémica religiosa. La Iglesia tiene una larga historia de polémica. Es un sistema tradicional de formación el de la polémica, desde la Edad Media, con las famosas disputationes de un sacerdote enfrente de otro discutiendo en torno a una idea.
¿El problema entonces es que se sacó de contexto?
El texto se publica en Sevilla y, aparte del revuelo que pudiera causar localmente, nadie le había hecho caso. Pasó el tiempo y, 25 años después, Guillermo de Orange lo descubre, lo traduce, le incorpora los grabados de De Bry, donde se ven a los españoles partiendo a un niño por la mitad o asando indios, y lo convierte en un best seller en Europa. Es el texto ilustrativo de: "Estos son los españoles. Esto es lo que le pasa a la gente que se trata con los españoles. Hay que acabar con ellos porque son unos monstruos”. Evidentemente esto es un argumento del nacionalismo orangista. Hay que luchar contra esta gente y echarlos de Holanda porque son el Anticristo redivivo, el demonio “pinchapapas”. Desde entonces, el texto de Fray Bartolomé no ha dejado nunca de editarse y siguió siendo utilizado en contra de España. Las últimas ediciones estupendas las hicieron los Estados Unidos en la época de la guerra de Cuba, por ejemplo.
¿Y qué hay de verdad en lo que cuenta?
Pues uno va a América y se la encuentra llena de ciudades que fueron construidas, no voy a decir por los españoles, porque los españoles fueron siempre muy pocos, pero sí por los españoles y por la población indígena que se incorpora a ese imperio. Los españoles guerrearon, sí, pero pactaron mucho más. Era imposible poblar América a partir de la exportación de gente desde la península. Ni había medios ni había gente para hacerlo. De hecho, el archivo de indias nos dice que hasta 1700 no debió superar el número de 250.000 los que cruzaron el charco. Entonces, ¿quién era todo el mundo que allí había? Pues eran muchos indios, muchos mestizos y mucha gente que se incorpora a ese imperio a veces por medio de pactos, a veces por medio de guerras. Pero, una vez que pasa ese momento de confrontación inicial, las poblaciones se integran en el imperio y viven en él durante muchísimo tiempo, siglos. ¡Y viven bien!
Aquí se sigue viendo como una matanza indiscriminada.
¿Usted no habrá estudiado en la escuela las guerras de América? Yo tampoco, porque no las hubo. No hubo grandes guerras en América en absoluto. Ese largo periodo de paz y prosperidad es anómalo. ¿Cuántos territorios con tanto millones de kilómetros cuadrados pueden presumir de haber vivido tantos siglos de paz y prosperidad conviviendo gente tan diferente, con lenguas distintas, unos cristianizados y otros en proceso de cristianización? Esa gente convivía razonablemente bien por que si no habría habido un estado de guerra viva y permanente que no hubo, luego aquello funcionaba. No hubo guerras significativas hasta las independencias. Por lo tanto es ese mundo mestizo capaz de integrar gentes muy diversas y hacerlas convivir el que verdaderamente deberíamos estudiar. Hay pocos ejemplos en la historia de la humanidad de convivencia de gente tan diversa en un espacio común y sin embargo no es eso lo que estudiamos.
Pero no sólo fue guerra y violencia lo que llevaron los españoles.
Nos empeñamos en la destrucción, ¿y la construcción? En eso la Iglesia tuvo mucho que ver. Una parte grande de la integración se debió al trabajo de los misioneros. Existe la idea tradicional de que los españoles llegaron allí y fue fácil la conquista porque las poblaciones estaban sedentarizadas y vivían en ciudades. Sí, algunos sí, pero otros muchos no. Había tremendas zonas de selva y poblaciones de gente nómadas, seminómadas, puros cazadores y recolectores. Ahí la Iglesia hizo un trabajo absolutamente asombroso. Yo le dediqué un capítulo a uno de esos asombros que es el fenómeno de la conservación de la música barroca en el Amazonas. El trabajo que hicieron los jesuitas en la zona de Chiquitos y Moxos ha permitido conservar un patrimonio de música barroca que es capaz de competir con el que existe en Europa. Y era todo población india. Hoy siguen siendo músicos extraordinarios y han conservado este legado después del destrozo que provocó la expulsión de la compañía de Jesús, que fue una cosa increíble. Increíble que los prejuicios ilustrados hicieran a Carlos III pegarse aquel tiro en el pie porque la Compañía de Jesús era útil y era necesaria y de ella dependían infraestructuras educativas que no tenían sustitución y fue un desastre. ¿A usted qué más le da que fueran jesuitas? En este imperio son muy útiles y extraordinariamente eficaces en su trabajo y no están provocando muerte, destrucción ni pobreza para nada ¿Por qué? Es una cosa muy difícil de explicar que el puro prejuicio es simplemente porque son jesuitas.
En la película la Misión aparece muy reflejado cómo contribuyeron los jesuitas al desarrollo social y humano…
Fueron capaces de controlar territorios verdaderamente imposibles, la zona de los Moxos es una zona de la Amazonia verdaderamente difícil, y consiguieron un nivel de integración y de asimilación de las poblaciones indígenas asombroso hasta el punto de convertirlos en músicos excepcionales. Comunidades muy prósperas y hasta ricas que no le costaban dinero al imperio para nada, generaban beneficios, comerciaban con la vainilla y exportaban. Los jesuitas fueron los que descubrieron el uso de la quinina y la convirtieron en un medicamento de uso corriente en Europa. ¿Es que eso no vale nada sólo por el hecho de que los que lo hacían eran jesuitas?
¿Qué le diría a un católico que siga teniendo complejo de inferioridad?
Que se informe. Que haga el favor de informarse y no conformarse con la visión de la historia de Europa y del mundo que han impuesto a base de propaganda y de tergiversación de los hechos las naciones que se apoyaron en la lucha religiosa para combatir contra el Imperio español. Ese es el quid de la cuestión. ¿Que la hispanofobia no existe o el anticatolicismo no existe? ¡Falso! ¿Usted cómo va a justificar la existencia del protestantismo si no denigra al catolicismo? ¿Cómo justifica usted el nacimiento del protestantismo? Surgió porque era necesario liberarse de aquella tiranía atroz y de aquella oscuridad mental. Por lo tanto los católicos son atroces. Y como los católicos viven en ese mundo oscuro y tenebroso de la intolerancia, para eso hemos nacido nosotros, para librarnos de eso. Cuando un niño protestante se cristianiza, es eso lo que aprende en cualquiera de sus iglesias y las he frecuentado varias de ellas durante bastante tiempo. Es que no puede aprender otra cosa. ¿Cómo surgió mi iglesia presbiteriana? Luchó contra la “ramera de Babilonia” para existir. Eso está en su ADN.
En su libro habla de una inmensa operación propagandística.
Cuando uno estudia la época álgida de las guerras religiosas, se percata de la producción torrencial de folletos y de imágenes infamantes y atroces en el lado protestante. Y luego ve los folletos con los que los católicos se promocionaban en la época de la Contrarreforma, su idea del mundo y tal, y dan pena. Frente a la agresividad que se muestra en el otro lado, la pasividad con que en el lado de acá se acepta que, bueno, que nosotros no nos defendemos. ¡Pero es que uno no puede defenderse como uno quiere, uno tiene que defenderse en función de cómo es atacado lo quiera o no! Si te atacan con armas químicas, ¿tú que haces con un tirachinas en la mano? Absolutamente nada. Y la Iglesia no lo ha hecho nunca, ni los países católicos, ni España. La Iglesia intentó dialogar, intentó hablar... pero se nos ha quedado en la memoria esa historia de que Martín Lutero no tuvo más remedio que romper con la Iglesia porque la Iglesia era intolerante. No, ellos eran intolerantes. Los príncipes protestantes obligaron a las conversiones forzosas. Si no te mataban, te confiscaban los bienes. Si no te marchabas, te tenías que convertir. ¿Que los católicos no toleraban a los protestantes? Bien, pero los protestantes toleraban todavía menos.
El diálogo no era el punto fuerte de los hombres de aquella época.
Hubo intentos. En el Coloquio de Ratisbona, por ejemplo, Carlos V llegó con su oferta de que el que se quiera hacer protestante y niegue su obediencia a Roma que lo haga, pero que se deje en paz a los católicos que quieran seguir siéndolo. Pues Lutero no lo aceptó. Por no hablar luego del tema de las propiedades de la Iglesia que fueron confiscadas. Aquello se convirtió en la excusa fenomenal para un latrocinio monumental. Hasta lo que pasó con los judíos en la Segunda Guerra Mundial, ha sido probablemente el latrocinio más grande de la historia de Europa: el robo de todas las propiedades de la Iglesia y de las de todos los católicos que se negaban a la conversión forzosa.
Católicos y protestantes estamos ahora en un proceso de diálogo muy fructífero. Usted misma ha experimentado la apertura al diálogo de la Iglesia con creyentes o no…
Yo le digo al párroco que le pida al obispo una catequesis para agnósticos y ateos de buena voluntad, a ver si os quitáis toda esta mugre que os han echado encima. Es el punto cateto de pensar que si actúas contra el catolicismo eres un moderno, sin darte cuenta de que te estás matando a ti mismo, seas creyente o no. Porque estás renegando de tu pasado y de tus antepasados, y esos son los cimientos que nos sostienen. Y sin ellos, nos venimos abajo. Y si nosotros nos venimos abajo, otros se quedan arriba. ¿Me explico?
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Desmontando la leyenda negra sobre la Inquisición española
La oleada de cristianofobia ha resucitado los mitos sobre la Inquisición para atacar a este tribunal e intentar desacreditar al catolicismo. Un reciente libro de María Elviar Roca Barea desmonta la leyenda negra que ahora asume la corrección política.
(Juan E. Pflüger)- Desde que en la segunda década del siglo XX Julian Juderías escribiera su colección de artículos y las dos recopilaciones sobre la Leyenda Negra empezó a arrojarse luz sobre la realidad de algunos de esos turbios y manipulados episodios de nuestra historia que tanto gustan repetir, sin confirmar su veracidad, a los enemigos de España. Da igual que esos enemigos estuvieran fuera, como era el caso del duque de Orange, promotor de estos relatos antiespañoles en el siglo XVI, o dentro de España, como ocurre con nuestra clase política, tan dada a la corrección política que tan dada es a la manipulación de la historia.
Juderías definía esa propaganda antiespañola en su libro de 1914 “La leyenda negra y la verdad histórica” como: ”los fantásticos relatos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en casi todos los países; las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y como colectividad”.
Recientemente, uno de los tópicos más recurrentes de esos “fantásticos relatos” ha sido usado nada menos que por ISIS en un vídeo de amenaza contra España. En la grabación, un yihadista de origen español, que ha quedado bautizado como “el hijo de la Tomasa”, aseguraba que debían vengarse de los ataques de la Inquisición contra el Islám.
Es cierto que de un terrorista no se debe esperar gran cultura ni conocimientos, menos de quien decide sumarse a un grupo terrorista que sigue a una religión que pretende no evolucionar desde principios del siglo VII. Pero no deja de ser una clara muestra de la ignorancia en la que la leyenda negra, y sus perpetuadores progresistas, han sumido a la sociedad en la que nos ha tocado vivir.
Afortunadamente todavía quedan estudiosos que, lejos de aceptar los dogmas de la imposición cultural del pensamiento único, toman el relevo de Julián Juderías y sacan a la luz la documentación que muestra la realidad de una institución como la Inquisición que, con sus luces y sus sombras, dista mucho de ser lo que muchos pretenden presentar.
Un reciente libro de María Elviar Roca Barea, “Imperiofobia y la leyenda negra”, arroja luz sobre varios de los episodios de nuestro pasado que más son usados tradicionalmente para atacarnos. En lo que respecta a la Inquisición, la autora ha demostrado documentalmente que muchos de los tópicos que los políticos, la sociedad e incluso algunos historiadores han dado por buenos, son falsos y forman parte de esa manipulación antiespañola que ahora vuelven a esgrimir desde la izquierda, en connivencia con los separatismos periféricos.
La Inquisición no fue una creación española. La fundación del Tribunal del Santo Oficio en España data de 1478, bajo la monarquía de los Reyes Católicos, y se inspira en la Inquisición francesa que llevaba funcionando desde 1184, es decir: trescientos años antes.
Su jurisdicción, por mucho que se empeñe en el vídeo “el hijo de la Tomasa” era exclusivamente sobre cristianos bautizados y no podía actuar sobre personas de otras religiones. Por lo tanto no actuó jamás sobre musulmanes ya que al no ser bautizados, no podían cometer herejía.
La primera razón por la que se creó fue la de evitar que las herejías se propagasen por Castilla y Aragón, pero pronto se descubrió que tras su creación, el número de linchamientos que venían produciéndose en el mundo rural bajó considerablemente. Y es que la reglamentación de la herejía y su sometimiento a un tribunal evitó que el pueblo se tomase la justicia por su mano.
En cuanto a las causas abiertas, se conservan completos los archivos inquisitoriales entre 1540 y 1700. En ese periodo se desarrollaron casi 45 mil procesos por herejía, de los que la mayoría fueron resultados absolutorios y 1.346 resultaron condenados a muerte. Si comparamos con la Inquisición protestante en Alemania, para ese periodo, en el país nórdico 25.000 mujeres ejecutadas por brujas, en el caso de España no se llegó a los 300 casos.
Pero no solamente eso. Muchos de los delitos que hoy siguen siéndolo, solamente empezaron a perseguirse con la creación del Tribunal del Santo Oficio. Delitos como la violación o el proxenetismo no eran perseguidos hasta que se consideró herejía y pasaron a depender de la Inquisición.
En los últimos trescientos años de actividad de la Inquisición, solamente fueron condenados 220 protestantes por causa de herejía, de ellos sólo 12 fueron ejecutados, por supuesto en la hoguera. Si comparamos estos datos con los de la Ginebra de Calvino, vemos claras diferencias. La ciudad suiza de Ginebra fue el centro en el que Calvino quiso establecer una teocracia protestante. El municipio tenía una población de 20.000 habitantes en 1541, cuando se asentó allí definitivamente. En los quince primeros años de implantación de su supuesta teocracia, la inquisición calvinista acabó con la vida de cerca de 1.500 personas, es decir, el 7,5% de la población.
Una de las imágenes de la Inquisición española con las que nos bombardean normalmente los medios es la de las salvajes torturas por las que pasaban todos los detenidos para intentar, entre tormentos, arrancar una confesión de herejías en las que no se había participado.
Pero resulta que la Inquisición española es la única que tenía muy limitada la posibilidad de usar la tortura. A diferencia de lo que ocurría con luteranos y calvinistas, y con la Inquisición católica en otros países como Francia o los territorios italianos, la tortura solamente aparece en poco más del 1% de los procedimientos.
Es más, la Inquisición española prohibía que la tortura, que como hemos señalado se ceñía a casos muy concretos, sobrepasase los 15 minutos de duración y no podía poner en peligro jamás la vida del reo. Además, a diferencia de lo que ocurría en otros tribunales similares, siempre se realizaba en presencia de un médico que se cercioraba de que no se produjeran mutilaciones ni lesiones irreversibles.
También es más que llamativo el hecho de que la Inquisición prohibió totalmente el uso de la tortura en sus interrogatorios a principios del siglo XVIII, mientras que los tribunales civiles españoles y la mayoría de los europeos mantuvo estas prácticas hasta bien entrado el siglo XIX.
Y una curiosidad: muchos reos en procedimientos civiles optaban por blasfemar para que sus juicios se trasladasen a la Inquisición. ¿La razón? Que el trato de los prisioneros en las cárceles del Santo Oficio durante los siglos XVI al XIX fue mucho más decente que el que se padecía en las cárceles convencionales.
> Las razones por las que la Inquisición española no fue la bestia sádica que te ha contado la Leyenda Negra
(Juan E. Pflüger)- Desde que en la segunda década del siglo XX Julian Juderías escribiera su colección de artículos y las dos recopilaciones sobre la Leyenda Negra empezó a arrojarse luz sobre la realidad de algunos de esos turbios y manipulados episodios de nuestra historia que tanto gustan repetir, sin confirmar su veracidad, a los enemigos de España. Da igual que esos enemigos estuvieran fuera, como era el caso del duque de Orange, promotor de estos relatos antiespañoles en el siglo XVI, o dentro de España, como ocurre con nuestra clase política, tan dada a la corrección política que tan dada es a la manipulación de la historia.
Juderías definía esa propaganda antiespañola en su libro de 1914 “La leyenda negra y la verdad histórica” como: ”los fantásticos relatos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en casi todos los países; las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y como colectividad”.
Recientemente, uno de los tópicos más recurrentes de esos “fantásticos relatos” ha sido usado nada menos que por ISIS en un vídeo de amenaza contra España. En la grabación, un yihadista de origen español, que ha quedado bautizado como “el hijo de la Tomasa”, aseguraba que debían vengarse de los ataques de la Inquisición contra el Islám.
Es cierto que de un terrorista no se debe esperar gran cultura ni conocimientos, menos de quien decide sumarse a un grupo terrorista que sigue a una religión que pretende no evolucionar desde principios del siglo VII. Pero no deja de ser una clara muestra de la ignorancia en la que la leyenda negra, y sus perpetuadores progresistas, han sumido a la sociedad en la que nos ha tocado vivir.
Afortunadamente todavía quedan estudiosos que, lejos de aceptar los dogmas de la imposición cultural del pensamiento único, toman el relevo de Julián Juderías y sacan a la luz la documentación que muestra la realidad de una institución como la Inquisición que, con sus luces y sus sombras, dista mucho de ser lo que muchos pretenden presentar.
Un reciente libro de María Elviar Roca Barea, “Imperiofobia y la leyenda negra”, arroja luz sobre varios de los episodios de nuestro pasado que más son usados tradicionalmente para atacarnos. En lo que respecta a la Inquisición, la autora ha demostrado documentalmente que muchos de los tópicos que los políticos, la sociedad e incluso algunos historiadores han dado por buenos, son falsos y forman parte de esa manipulación antiespañola que ahora vuelven a esgrimir desde la izquierda, en connivencia con los separatismos periféricos.
La Inquisición no fue una creación española. La fundación del Tribunal del Santo Oficio en España data de 1478, bajo la monarquía de los Reyes Católicos, y se inspira en la Inquisición francesa que llevaba funcionando desde 1184, es decir: trescientos años antes.
Su jurisdicción, por mucho que se empeñe en el vídeo “el hijo de la Tomasa” era exclusivamente sobre cristianos bautizados y no podía actuar sobre personas de otras religiones. Por lo tanto no actuó jamás sobre musulmanes ya que al no ser bautizados, no podían cometer herejía.
La primera razón por la que se creó fue la de evitar que las herejías se propagasen por Castilla y Aragón, pero pronto se descubrió que tras su creación, el número de linchamientos que venían produciéndose en el mundo rural bajó considerablemente. Y es que la reglamentación de la herejía y su sometimiento a un tribunal evitó que el pueblo se tomase la justicia por su mano.
En cuanto a las causas abiertas, se conservan completos los archivos inquisitoriales entre 1540 y 1700. En ese periodo se desarrollaron casi 45 mil procesos por herejía, de los que la mayoría fueron resultados absolutorios y 1.346 resultaron condenados a muerte. Si comparamos con la Inquisición protestante en Alemania, para ese periodo, en el país nórdico 25.000 mujeres ejecutadas por brujas, en el caso de España no se llegó a los 300 casos.
Pero no solamente eso. Muchos de los delitos que hoy siguen siéndolo, solamente empezaron a perseguirse con la creación del Tribunal del Santo Oficio. Delitos como la violación o el proxenetismo no eran perseguidos hasta que se consideró herejía y pasaron a depender de la Inquisición.
En los últimos trescientos años de actividad de la Inquisición, solamente fueron condenados 220 protestantes por causa de herejía, de ellos sólo 12 fueron ejecutados, por supuesto en la hoguera. Si comparamos estos datos con los de la Ginebra de Calvino, vemos claras diferencias. La ciudad suiza de Ginebra fue el centro en el que Calvino quiso establecer una teocracia protestante. El municipio tenía una población de 20.000 habitantes en 1541, cuando se asentó allí definitivamente. En los quince primeros años de implantación de su supuesta teocracia, la inquisición calvinista acabó con la vida de cerca de 1.500 personas, es decir, el 7,5% de la población.
Una de las imágenes de la Inquisición española con las que nos bombardean normalmente los medios es la de las salvajes torturas por las que pasaban todos los detenidos para intentar, entre tormentos, arrancar una confesión de herejías en las que no se había participado.
Pero resulta que la Inquisición española es la única que tenía muy limitada la posibilidad de usar la tortura. A diferencia de lo que ocurría con luteranos y calvinistas, y con la Inquisición católica en otros países como Francia o los territorios italianos, la tortura solamente aparece en poco más del 1% de los procedimientos.
Es más, la Inquisición española prohibía que la tortura, que como hemos señalado se ceñía a casos muy concretos, sobrepasase los 15 minutos de duración y no podía poner en peligro jamás la vida del reo. Además, a diferencia de lo que ocurría en otros tribunales similares, siempre se realizaba en presencia de un médico que se cercioraba de que no se produjeran mutilaciones ni lesiones irreversibles.
También es más que llamativo el hecho de que la Inquisición prohibió totalmente el uso de la tortura en sus interrogatorios a principios del siglo XVIII, mientras que los tribunales civiles españoles y la mayoría de los europeos mantuvo estas prácticas hasta bien entrado el siglo XIX.
Y una curiosidad: muchos reos en procedimientos civiles optaban por blasfemar para que sus juicios se trasladasen a la Inquisición. ¿La razón? Que el trato de los prisioneros en las cárceles del Santo Oficio durante los siglos XVI al XIX fue mucho más decente que el que se padecía en las cárceles convencionales.
> Las razones por las que la Inquisición española no fue la bestia sádica que te ha contado la Leyenda Negra
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La inquisición en 15 minutos
En este vídeo vamos a hablar de la Inquisición, y sobre todo nos vamos a centrar en la española.
Cuando oímos la palabra inquisición inmediatamente pensamos en muertes, torturas, fanatismo, intolerancia, control y miedo... Estas características indudablemente existieron y por ello se ha tendido a explicar este fenómeno desde un punto de vista un tanto sensacionalista y muchas veces deformado. En este vídeo vamos a desmentir una serie de tópicos comúnmente aceptados, la mayoría de las veces por bombardeo de información errónea . Al final del vídeo incluiremos una pequeña bibliografía para quien quiera abordar este tema desde un enfoque riguroso.
Cuando oímos la palabra inquisición inmediatamente pensamos en muertes, torturas, fanatismo, intolerancia, control y miedo... Estas características indudablemente existieron y por ello se ha tendido a explicar este fenómeno desde un punto de vista un tanto sensacionalista y muchas veces deformado. En este vídeo vamos a desmentir una serie de tópicos comúnmente aceptados, la mayoría de las veces por bombardeo de información errónea . Al final del vídeo incluiremos una pequeña bibliografía para quien quiera abordar este tema desde un enfoque riguroso.
Cybernauta- Co-Administrador
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