De como los Españoles llegaban a los confines del mundo…
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De como los Españoles llegaban a los confines del mundo…
La historia del “paso del muerto” de Juan de Oñate
He de reconocerlo. La historia de las exploraciones y los adelantados de España, me fascinan. Impresiona de sobremanera como pudieron llegar a donde llegaron todos nuestros exploradores. Parece que a ellos les gustaba más llamarse conquistadores, hasta que Felipe II por cédula real y seguramente basándose en lo “políticamente correcto” les indicase que era mejor denominarse pacificadores o pobladores. Eso de conquistadores no debía ser buena tarjeta de presentación cuando se presentaba por primera vez en tal poblado o corte incaica armadura y yelmo en ristre. Llamándose como se llamasen, estos adelantados o pacificadores, eran “de novela”. Y ya veréis como terminaban; que si ahogado y arrojado a la mar, que si acribillado a puñaladas por los suyos, que si aseteado por las flechas en las selvas, que si muerto por las fiebres y los mosquitos, que si naufragados… Eran adelantados, e iba con la nómina, con toda su pompa, flor y nata. O mejor dicho en la no nómina. Marchaban a la vanguardia, con la idea fija de conseguir sus sueños, tan, tan alejados siempre de sus encinas de la Extremadura, sus cortijos andaluces o sus palacios castellanos. Adelantados en nombre del rey de España. Con su bandera y mentón bien alto. Con sus letras y sus títulos a modo de patentes de corso allá donde se encontrasen. Y es aquí donde me llamó poderosamente la atención una cuestión que me gustaría compartir. Mira que disfrutamos cuando imaginamos a los descubridores surcar con sus proas los mares, derivando en lugares ignotos, recónditos, vírgenes. Lo que es difícil de imaginar es como se puede llegar a mitad de un desierto, a miles de kilómetros de tu tierra, y allí, en medio de la nada, reclamar aquel peñasco en nombre de su rey. Y de sus cortes.
Pues bien, esto de ver un graffiti en una cueva en medio de la nada, en un característico castellano antiguo, con letras bien redondeadas y juntas, sentenciando algo así como; “Paso por aquí…Don Juan de Oñate del descubrimiento de la mar del Sur, a 16 de Abril del 1605″. 21 palabras que llaman poderosamente la atención y nos sirve para conocer una de esas historias singulares, la de un adelantado. Cuando poco es de reconocer su osadía. Vaya tipo. Dejando claro que se detuvo allí buscando los mares del sur, como si estuviese en el paralelo 38º a la altura del Aconcagua. Para que quede grabado de cara al futuro. Y por curiosidad. ¿Donde esta esa cueva en pos de los descubrimientos de los mares del Sur?. Pues en el Morro. En mitad del desierto, en Ramah a una temperatura de 42 grados. En el Estado de New México, lindando con Arizona y El Colorado, en plena llanura norteamericana, a miles y miles de kilómetros de su tierra de origen. O sea, en el último lugar que un hijodalgo de España podía imaginar terminarían sus huesos. ¿Cómo puede ser que un paisano de Oñate, Vizcaya, llegase hasta ese lugar perdido de Dios y dispusiese “en descubrimiento de los mares del Sur” ,en aquel seco peñasco rodeado por kilómetros y kilómetros de áridos desiertos?….Pues fue. Y lo hizo. Y resulta que ahora, gracias a la arqueología y a la preservación de la historia ahí quedan sus letras. Siglos después de su hazaña. De su olvido. De su vida efímera…quedará posiblemente por una casualidad su recuerdo, más allá del tiempo y del espacio.
Jurisdicción nominada esto de adelantado con rango de dignidad análogo al del almirante. Con estas anduvían por el mundo. De Filipinas al Nuevo Méjico. De España al Callao. El catálogo es numeroso y las fuentes de las épocas nos dejan bien claro como dejaban este mundo. Juzguen ustedes. De esta forma es más fácil comprender el garabato de Juan de Oñate en medio del desierto de New México. Explorando eso si, los mares del sur.
La vida de un adelantado. Historia de una ida y una vuelta
“Mirad á Jhoan ponce de León, adelantado de la Florida, muerto por los indios: el adelantado Rodrigo de Bastidas, muerto á trayçion á puñaladas por sus soldados: el adelantado Diego Velázquez gastó innumerable dinero en el descubrimiento de la Nueva España, é goçólo otro y él quedóse en blanco: el adelantado Vasco Nuñez de Balboa, adelantado de la mar del Sur y descubridor della primero, fue degollado por traydor, é otros con él, sin ser trayddores, (al final todos degollados) el adelantado liçençiado Lúcas Vázquez de Ayilon, oydor de Su Magestad en el Audiencia real, que reside en esta cibdad de Sancto Domingo, gastó su haçienda é murió en el descubrimiento de çierta gobernaçion que se le dio en la parte del Norte, é aún lo echaron en la mar: Francisco de Garay, adelantado de Panuco, gastó su haçienda con su armada é yr á poblar lo que no sabía, é perdiolo todo é al cabo murió, é aún quisieron algunos deçir que fue entosigado, (entre apuñalamientos y arrojados al mar, faltaba la versión intoxicación, el entosigado del que nos hablan las fuentes) :el adelantado Antonio Sedeño gastó muchos dineros en la conquista de la Trenidad é de la Meta, é al cabo se perdió é murió desastradamente: el adelantado Diego de Ordaz, algo más desatinado que los otros, dexó é perdió quanto tenía é quiso poblar en el río Marañon, é al cabo yendo á España, murió y echáronlo en la mar (que raro).
el adelantado Hernando de Soto, gobernador de la Isla de Cuba, a viendo ydo cargado de oro á España, passó á la Tierra Firme á poblar, é allá murió é no dexó de sí acuerdo ni memoria, (no dejo ni acuerdo, ni memoria, que raro en España, ya nos viene de familia), el adelantado Simón de Alcazaba matáronle á trayçion sus milites, (de nuevo otra traicion: el adelantado Diego de Almagro murió bien y como cathólico: y en fin, su compañero Francisco Piçarro é sus hermanos, en especial Hernando Piçarro, contra toda raçon é justicia le mataron con mal nombre é sin ser sus jueces; pero otro mundo hay sin este”.
He de reconocerlo. La historia de las exploraciones y los adelantados de España, me fascinan. Impresiona de sobremanera como pudieron llegar a donde llegaron todos nuestros exploradores. Parece que a ellos les gustaba más llamarse conquistadores, hasta que Felipe II por cédula real y seguramente basándose en lo “políticamente correcto” les indicase que era mejor denominarse pacificadores o pobladores. Eso de conquistadores no debía ser buena tarjeta de presentación cuando se presentaba por primera vez en tal poblado o corte incaica armadura y yelmo en ristre. Llamándose como se llamasen, estos adelantados o pacificadores, eran “de novela”. Y ya veréis como terminaban; que si ahogado y arrojado a la mar, que si acribillado a puñaladas por los suyos, que si aseteado por las flechas en las selvas, que si muerto por las fiebres y los mosquitos, que si naufragados… Eran adelantados, e iba con la nómina, con toda su pompa, flor y nata. O mejor dicho en la no nómina. Marchaban a la vanguardia, con la idea fija de conseguir sus sueños, tan, tan alejados siempre de sus encinas de la Extremadura, sus cortijos andaluces o sus palacios castellanos. Adelantados en nombre del rey de España. Con su bandera y mentón bien alto. Con sus letras y sus títulos a modo de patentes de corso allá donde se encontrasen. Y es aquí donde me llamó poderosamente la atención una cuestión que me gustaría compartir. Mira que disfrutamos cuando imaginamos a los descubridores surcar con sus proas los mares, derivando en lugares ignotos, recónditos, vírgenes. Lo que es difícil de imaginar es como se puede llegar a mitad de un desierto, a miles de kilómetros de tu tierra, y allí, en medio de la nada, reclamar aquel peñasco en nombre de su rey. Y de sus cortes.
Pues bien, esto de ver un graffiti en una cueva en medio de la nada, en un característico castellano antiguo, con letras bien redondeadas y juntas, sentenciando algo así como; “Paso por aquí…Don Juan de Oñate del descubrimiento de la mar del Sur, a 16 de Abril del 1605″. 21 palabras que llaman poderosamente la atención y nos sirve para conocer una de esas historias singulares, la de un adelantado. Cuando poco es de reconocer su osadía. Vaya tipo. Dejando claro que se detuvo allí buscando los mares del sur, como si estuviese en el paralelo 38º a la altura del Aconcagua. Para que quede grabado de cara al futuro. Y por curiosidad. ¿Donde esta esa cueva en pos de los descubrimientos de los mares del Sur?. Pues en el Morro. En mitad del desierto, en Ramah a una temperatura de 42 grados. En el Estado de New México, lindando con Arizona y El Colorado, en plena llanura norteamericana, a miles y miles de kilómetros de su tierra de origen. O sea, en el último lugar que un hijodalgo de España podía imaginar terminarían sus huesos. ¿Cómo puede ser que un paisano de Oñate, Vizcaya, llegase hasta ese lugar perdido de Dios y dispusiese “en descubrimiento de los mares del Sur” ,en aquel seco peñasco rodeado por kilómetros y kilómetros de áridos desiertos?….Pues fue. Y lo hizo. Y resulta que ahora, gracias a la arqueología y a la preservación de la historia ahí quedan sus letras. Siglos después de su hazaña. De su olvido. De su vida efímera…quedará posiblemente por una casualidad su recuerdo, más allá del tiempo y del espacio.
Jurisdicción nominada esto de adelantado con rango de dignidad análogo al del almirante. Con estas anduvían por el mundo. De Filipinas al Nuevo Méjico. De España al Callao. El catálogo es numeroso y las fuentes de las épocas nos dejan bien claro como dejaban este mundo. Juzguen ustedes. De esta forma es más fácil comprender el garabato de Juan de Oñate en medio del desierto de New México. Explorando eso si, los mares del sur.
La vida de un adelantado. Historia de una ida y una vuelta
“Mirad á Jhoan ponce de León, adelantado de la Florida, muerto por los indios: el adelantado Rodrigo de Bastidas, muerto á trayçion á puñaladas por sus soldados: el adelantado Diego Velázquez gastó innumerable dinero en el descubrimiento de la Nueva España, é goçólo otro y él quedóse en blanco: el adelantado Vasco Nuñez de Balboa, adelantado de la mar del Sur y descubridor della primero, fue degollado por traydor, é otros con él, sin ser trayddores, (al final todos degollados) el adelantado liçençiado Lúcas Vázquez de Ayilon, oydor de Su Magestad en el Audiencia real, que reside en esta cibdad de Sancto Domingo, gastó su haçienda é murió en el descubrimiento de çierta gobernaçion que se le dio en la parte del Norte, é aún lo echaron en la mar: Francisco de Garay, adelantado de Panuco, gastó su haçienda con su armada é yr á poblar lo que no sabía, é perdiolo todo é al cabo murió, é aún quisieron algunos deçir que fue entosigado, (entre apuñalamientos y arrojados al mar, faltaba la versión intoxicación, el entosigado del que nos hablan las fuentes) :el adelantado Antonio Sedeño gastó muchos dineros en la conquista de la Trenidad é de la Meta, é al cabo se perdió é murió desastradamente: el adelantado Diego de Ordaz, algo más desatinado que los otros, dexó é perdió quanto tenía é quiso poblar en el río Marañon, é al cabo yendo á España, murió y echáronlo en la mar (que raro).
el adelantado Hernando de Soto, gobernador de la Isla de Cuba, a viendo ydo cargado de oro á España, passó á la Tierra Firme á poblar, é allá murió é no dexó de sí acuerdo ni memoria, (no dejo ni acuerdo, ni memoria, que raro en España, ya nos viene de familia), el adelantado Simón de Alcazaba matáronle á trayçion sus milites, (de nuevo otra traicion: el adelantado Diego de Almagro murió bien y como cathólico: y en fin, su compañero Francisco Piçarro é sus hermanos, en especial Hernando Piçarro, contra toda raçon é justicia le mataron con mal nombre é sin ser sus jueces; pero otro mundo hay sin este”.
Como cruzar desiertos en nombre de Dios y de España. La jornada del” paso del Muerto” caminando por pleno desierto.
Antes que Oñate, se juró en Español en los desiertos de New México y Arizona. De hecho el primer europeo que contempló el Gran Cañón del Colorado fue García López de Cárdenas. En Quivira se encontraba parte de la expedición comandada por Vázquez de Coronado con treinta hombres y se comisionó a García López junto con un puñado de hombres para encontrar un río del cual los indios Hopi les habían hablado, para lo cual se le concedieron 80 días para que fuera y regresara. En su viaje fue acompañado por Pedro de Sotomayor como cronista del viaje y a quien le debemos la bitácora del viaje. Menuda historia pendiente os queda para contar en espejo de navegantes con el explorador de Llerena. Pero volvamos a Oñate, antes que él, la expedición de Coronado reunió una gran expedición entre 1540-1542 para explorar y encontrar las Siete Ciudades de Oro míticas de Cíbola que describió Cabeza de Vaca, que acababa de llegar de sus penosas travesías de ocho años viajando de México a Florida. Mitos e historias. Caminatas y realidades. desiertos y esperanzas. Todo entremezclado, todo una realidad de su momento.
“Y esta eminentísima sierra le va siguiendo siempre, y los moradores de aquellas regiones no saben dónde termina”
Con 315.194 kilómetros cuadrados de superficies accidentada, con las estribaciones sur de las Montañas rocosas al norte del estado (Sierra de la Sangre de Cristo, que hispano el nombre por otro oado), grandes llanuras al este, y mesetas y más montañas al sur y al oeste, Don Juan de Oñate, tenía un enorme erial por delante. El río grande con su amplio valle divide el estado de norte a sur, repleto de paisajes desérticos, formaciones rocosas, los bosques de montaña y kilómetros y kilómetros de pedregal y arena. La Jornada del Muerto en el estado estadounidense de Nuevo Méjico es el nombre que dieron los españoles a la cuenca del desierto a esa jornada en la cual durante dos días entero no existían pozo alguno de agua. 160 km de estrecha y serpenteante ruta. La primera vez que cruzaron la Jornada del Muerto en 1598, los españoles llamaron a la siguiente ciudad como el Socorro para agradecer la ayuda que se les brindó. Cosas del directo.
El 21 de septiembre de 1595, el rey Felipe II le concedió permiso (capitulación), una de esas cartas que te nombran grande de España y bla, bla, bla. A la sazón les otorga poder para colonizar el territorio que hoy son los estados de Nuevo México y Texas, en lo que hoy conocemos como Estados Unidos. Si uno hojea a día de hoy la estadística linguística el estado. El 43%, hispano parlantes. Por algo será. En el convoy viajaban frailes, colonos y soldados de escolta, así como múltiples artículos: plantones, semillas, muebles, instrumentos musicales, vestuario, papel, tinta, etc. A la retaguardia seguían ovejas, caballos, vacas, cerdos, cabras y el resto de muestrario de la ganadería española lista para ser transplantada en el septentrión hispano. A la vuelta, los carros cargaban vino, productos agrícolas, pieles de bisonte, mantas y otras mercancías de Nuevo Méjico, que eran vendidas en la famosa feria anual de Chihuahua, y más adelante acopiaban plata procedente de las minas del Paral, Guanajuato y Zacatecas. Muchas eran las incertidumbres que enfrentaban los viajeros. Las crecidas de los ríos, como las del Nazas, que podían forzar semanas de espera en las orillas hasta poder vadearlos. En el otro extremo aparecían las sequías prolongadas, que hacían sufrir lo indecible a hombres y animales. Lo más temido era la travesía de la llamada Jornada del Muerto, más allá de El Paso, cien kilómetros sin un solo ojo de agua donde aprovisionarse. También se sentían amedrentados ante las dunas de Samalayuca, arenas móviles que obligaban a dar un gran rodeo a la caravana. Eran tantos los inconvenientes como los temores, y tantas las presentes decepciones como las supuestas riquezas que esperaban allá lejos.
El 30 de abril la avanzada tomó posesión para España del territorio más allá del río Grande (el río Bravo para los mexicanos) y en los primeros días del mes de mayo ya vadearon el río en el punto llamado Paso del Norte. En julio la expedición estableció su primer asentamiento en Pueblo de San Juan, que él bautizó como San Juan de los Caballeros, en la confluencia entre los ríos Grande y Chama, desalojando a los antiguos pobladores , con lo que conseguía extender el camino real, la misión que desde España se les encomendaba, ¡en casi 1000 km de zona desértica¡. En tanto llegaba el resto de la caravana, Oñate exploró las áreas vecinas para consolidar la posición del asentamiento entre los nativos de las tribus hopi y zuñi e inició la construcción de un templo dedicado a San Francisco y la correspondiente misión. El hermano Franciscano tendría el honor de ser el primer templo cristiano construido en los actuales Estados Unidos.
“Y esta eminentísima sierra le va siguiendo siempre, y los moradores de aquellas regiones no saben dónde termina”
Con 315.194 kilómetros cuadrados de superficies accidentada, con las estribaciones sur de las Montañas rocosas al norte del estado (Sierra de la Sangre de Cristo, que hispano el nombre por otro oado), grandes llanuras al este, y mesetas y más montañas al sur y al oeste, Don Juan de Oñate, tenía un enorme erial por delante. El río grande con su amplio valle divide el estado de norte a sur, repleto de paisajes desérticos, formaciones rocosas, los bosques de montaña y kilómetros y kilómetros de pedregal y arena. La Jornada del Muerto en el estado estadounidense de Nuevo Méjico es el nombre que dieron los españoles a la cuenca del desierto a esa jornada en la cual durante dos días entero no existían pozo alguno de agua. 160 km de estrecha y serpenteante ruta. La primera vez que cruzaron la Jornada del Muerto en 1598, los españoles llamaron a la siguiente ciudad como el Socorro para agradecer la ayuda que se les brindó. Cosas del directo.
El 21 de septiembre de 1595, el rey Felipe II le concedió permiso (capitulación), una de esas cartas que te nombran grande de España y bla, bla, bla. A la sazón les otorga poder para colonizar el territorio que hoy son los estados de Nuevo México y Texas, en lo que hoy conocemos como Estados Unidos. Si uno hojea a día de hoy la estadística linguística el estado. El 43%, hispano parlantes. Por algo será. En el convoy viajaban frailes, colonos y soldados de escolta, así como múltiples artículos: plantones, semillas, muebles, instrumentos musicales, vestuario, papel, tinta, etc. A la retaguardia seguían ovejas, caballos, vacas, cerdos, cabras y el resto de muestrario de la ganadería española lista para ser transplantada en el septentrión hispano. A la vuelta, los carros cargaban vino, productos agrícolas, pieles de bisonte, mantas y otras mercancías de Nuevo Méjico, que eran vendidas en la famosa feria anual de Chihuahua, y más adelante acopiaban plata procedente de las minas del Paral, Guanajuato y Zacatecas. Muchas eran las incertidumbres que enfrentaban los viajeros. Las crecidas de los ríos, como las del Nazas, que podían forzar semanas de espera en las orillas hasta poder vadearlos. En el otro extremo aparecían las sequías prolongadas, que hacían sufrir lo indecible a hombres y animales. Lo más temido era la travesía de la llamada Jornada del Muerto, más allá de El Paso, cien kilómetros sin un solo ojo de agua donde aprovisionarse. También se sentían amedrentados ante las dunas de Samalayuca, arenas móviles que obligaban a dar un gran rodeo a la caravana. Eran tantos los inconvenientes como los temores, y tantas las presentes decepciones como las supuestas riquezas que esperaban allá lejos.
El 30 de abril la avanzada tomó posesión para España del territorio más allá del río Grande (el río Bravo para los mexicanos) y en los primeros días del mes de mayo ya vadearon el río en el punto llamado Paso del Norte. En julio la expedición estableció su primer asentamiento en Pueblo de San Juan, que él bautizó como San Juan de los Caballeros, en la confluencia entre los ríos Grande y Chama, desalojando a los antiguos pobladores , con lo que conseguía extender el camino real, la misión que desde España se les encomendaba, ¡en casi 1000 km de zona desértica¡. En tanto llegaba el resto de la caravana, Oñate exploró las áreas vecinas para consolidar la posición del asentamiento entre los nativos de las tribus hopi y zuñi e inició la construcción de un templo dedicado a San Francisco y la correspondiente misión. El hermano Franciscano tendría el honor de ser el primer templo cristiano construido en los actuales Estados Unidos.
El Estado de New México si recuerda a Oñate
Una grandiosa escultura ecuestre de Don Juan de Oñate, explorador y colonizador novohispano de los siglos XVI y XVII, fue instalada en la ciudad estadounidense de El Paso, Texas, en octubre de 2006, como la segunda de doce esculturas en bronce que se pretenden erigir dramatizando la historia de esta ciudad y del suroeste norteamericano. Es curioso que esta ciudad Norteamericana honrase a los héroes Españoles antes que incluso lo hiciésemos nosotros, (y ha tenido que ser desde la sociedad civil y la iniciativa privada la que lo hiciese con Blas de Lezo en la plaza de Colón madrileña). Esta iniciativa, llevada a cabo por la Fundación XII Travelers Memorial of the Southwest, pretende revitalizar y reactivar el desarrollo económico, el turismo y la calidad de vida de El Paso. Dicho monumento, instalado a la entrada del aeropuerto de la ciudad, ha sido elaborado por el artista americano John Sherrill Houser y hace referencia a la rica herencia, la diversidad cultural, y la atracción hacia las tierras de El Paso del Norte y territorios circundantes, que dan entrada a lo que fue el gran suroeste español que iba de Texas, pasando por Nuevo México, Colorado y Arizona hasta California, con el fin de llamar la atención del público en general, estudiantes, educadores, visitantes, artistas e historiadores. La estatua, de 16 toneladas de peso, mide unos 11 metros de alto y fue terminada diez años después de su comienzo, tras ocho años de construcción y dos años de fundición e instalación. Pocas son las esculturas de este porte que nos encontraremos que conmemoren estos acontecimientos. Menos aún, los Españoles que conocen su paradero, lógico y normal cuando en su país ni tan siquiera existen historias y arqueologías que nos hablen de este pasado.
“Y una muy lucida compañía de 80 españoles entre los cuales había algunos extranjeros casados en estas partes, cuyo capitán era Miguel de Noriega y su Maestre de Campo Tomé Domínguez de Mendoza, y sargentos mayores D. Fernando Duran y Chaves y Juan Lucero Godoy, y mil indios infantes de arco y flecha, todos muy bien armados, así las personas como los caballos, y con todos los demás pertrechos de paz y guerra para todos los contingentes que se nos pudieran ofrecer, y con 36 carros y carretas bien provistos de víveres y municiones, y una carroza, una litera y dos sillas de mano para su persona y 6 piezas de á tres libras de bala, 800 caballos y 300 muías, y llevábamos la derrota al Oriente hasta haber caminado 200 leguas, todas ellas de amenos, apacibles y fértilísimos campos y tan llanos que en todos ellos no se vio sierra ni monte ó collao alguno, los cuales fueron á rematar en una altísima insuperable sierra que está vecina al mar, 8 leguas más allá de la gran ciudad de la Quivira llamada Taracari….”. Míralo. Mi primo lejanísimo. El Capitán Miguel de Noriega con su maestro de campo Tomé Dominguez.
Habrá que seguir la historia del tal Noriega. A saber donde reposaron sus restos y como acabó. La vida y los sueños, como decía Calderón, contemporáneo suyo, “sueños son”, y sus sueños en aquellos desiertos de América era descubrir aquellas dichosas ciudades y montañas de oro de Cíbola. En su camino muchos dejaron sus vidas. Sus huesos. Hoy su recuerdo. Aquí en espejo de navegantes. Donde tenemos la suerte de contar buena parte de esas mejores historias que nos quedan por contar.
Así conquistó el Imperio español lo que hoy es Estados Unidos: la epopeya de Juan de Oñate
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