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El nacionalismo no se basa en el amor a Cataluña, sino en el odio al resto de España

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Mensaje por Extranauta Lun Nov 26, 2012 2:10 pm

Molesta la libertad editorial de la prensa de Madrid

Irene Rigau lamenta que Rajoy quiera "españolizar la educación catalana"

El miedo es una sensación curiosa. Se dice de él que es libre, que es precisamente lo que nunca es, al menos para quien lo padece. Lo que realmente se quiere significar con este dicho es que es variado, misterioso, aleatorio; que lo que a uno asusta a otro deja indiferente: aracnofobia, agorafobia, claustrofobia, aerofobia...

O eleuterofobia, el miedo irracional e insalvable a la libertad, que parece afectar, entre otros, a un Ernest Folch, que escribe en 'El Periódico de Catalunya'.

¡Uuuuuuuuuh!

Folch debía tener un día flojo: nos puede pasar a cualquiera; me pasa. Debe de ser por eso por lo que se arranca así en una tribuna bajo el asustante titular de "La industria del miedo": "El miedo ya no es un sentimiento: es una industria. De infligir temor en vivo cada vez a más gente, como demuestra la ola de histeria que ha desatado en algunos medios la manifestación pacífica del 11-S y sus posteriores consecuencias. El espacio estrella de esta maquinaria son las tertulias de Intereconomía y otros imitadores, que son la ventana por donde sale toda la porquería que luego embadurna nuestra atmósfera política. Todo este detritus ideológico no es fruto de ninguna casualidad ni de ninguna banda de esquizofrénicos, sino que responde a una estrategia muy pensada y, sobre todo, muy rentable".

Si, como afirma Folch, el 'miedo anticatalán' es una industria, hay que añadir inmediatamente que, lejos de ser muy rentable, es absolutamente ruinosa. Más sobre eso, después.

Antes, quiero advertir de que la eleuterofobia puede ser adquirida y no sólo congénita, y que en el caso de Cataluña -de los medios catalanes, muy especialmente-, el contagio es común. Cuenta, por ejemplo, Folch: "Después del turismo, la caza del catalán debe ser una de las actividades que más contribuyen al PIB español: en estos momentos se disputan este espacio tres diarios de tirada nacional (uno de los cuales, por cierto, es propiedad de la empresa editora que dice que se irá a Cuenca si Catalunya es independiente), cuatro o cinco televisiones y tantas radios que ya no caben en este artículo. Todo negocio que se precie debe tener unos buenos ideólogos: capitaneados por Alejo Vidal-Quadras, cuentan con la inestimable ayuda de Fernando Savater, Arcadi Espada o Hermann Tertsch".

Dejo un momento mi escopeta humeante a un lado, después de haberme pasado la mañana en la caza al ojeo del catalán Castellana arriba en compañía de Xavier Horcajo, Javier Algarra, Paco Segarra, Paco Pou, Gonzalo Bans, Pedro Juan Viladrich, Carles Toda y otros catalanófobos de Intereconomía, para responder por alusiones. O por ilusiones, que no otra cosa es la jeremiada de Folch.

A ver: si Folch puede citar a Alejo Vidal-Quadras, Fernando Savater, Arcadi Espada o Hermann Tertsch y yo no puedo hacer otro tanto, es porque los disidentes se pueden contar con los dedos de una mano, y porque en 'Madrit' Folch puede contar con aliados en abundancia, que aquí somos más de tirarnos los trastos a la cabeza de un periódico a otro e incluso a la osadía de pensar cada cual por su cuenta que de publicar todos juntitos el mismo editorial. Vamos, ni por el forro; eso es más de regímenes unánimes.

Pero Folch proyecta o, como aconsejaba Goebbels, atribuye al contrario los defectos propios. Porque sí hay un lugar donde el miedo es una industria floreciente, donde los periodistas pueden disentir en detalles, pero no en lo fundamental, donde existe un organismo, el CAC, para premiar a los buenos y castigar a los malos.

Españolizando el 'Principat'

Un ejemplo de ahora: la consejera de Enseñanza de la Generalidad, Irene Rigau, ha reaccionado a las palabras del ministro Wert -quien ha apuntado que el desmadre educativo ha contribuido al nacionalismo- y se ha echado las manos a la cabeza al grito de "¡Que vienen els castellans!".

Concretamente, ha lamentado que el Gobierno de Rajoy pretenda "españolizar la educación catalana".

Debe de haber un error por algún lado. El Gobierno no puede "españolizar" nada en Cataluña porque YA es español, ¿no? Si la respuesta es "no", tenemos un problema. De verdad, no inventado por los 'cazacatalanes' de Madrid, porque la legitimidad de la Rigau le viene de su cargo, que forma parte de la estructura, ay, del 'Estat espanyol'. No entro ahora en si debería o no ser así; digo que, de hecho, lo es, que la Rigau lo sabe, y que si denuncia ese estado (y ese Estado) se convierte, inmediatamente, en una usurpadora.

Entiendo a Folch: hay que vivir. El victimismo es el único pilar de un nacionalismo que, sin él, tendría un rostro bastante horrible. No se basa en amar a Catalunya, sino en odiar al resto de España, que 'ens roba'. '¿Catalunya, nou estat d'Europa?'. Lo hablamos, pero para empezar deje su despacho, señora Rigau, que ocupa usted un cargo en el aborrecido Estado español.

http://www.periodistadigital.com/opinion/politica/2012/10/05/folch-caza-catalan-debe-actividades-contribuyen-pib-espanol.shtml
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