Los refugiados y la decadencia moral de Europa
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Los refugiados y la decadencia moral de Europa
La gran mayoría de los inmigrantes musulmanes no se integra y que cuando pasa de cierto número tiende a crear guetos donde no rigen las normas culturales y legales europeas.
En el embrollado problema de los refugiados -mezclados con emigrantes- de países árabes a la UE se mezclan todo tipo de culpas y errores. Aparentemente se trata de millones de personas desesperadas que huyen de la guerra, lo cual es cierto solo en parte, pues muchos vienen de países en paz. Dos preguntas al respecto podrían ser: ¿Por qué no emigran a países musulmanes ricos, que los hay y muy próximos a esos países? ¿Por qué Europa tendría que pagar el precio de unas guerras desatadas entre los propios musulmanes?
Empecemos por la segunda. Hace años escribí este comentario: “La UE asesina a Gadafi”: La caterva de bestias que han torturado, sodomizado y asesinado a Gadafi, son los protegidos de la UE, o del sector europeo de la OTAN, aquellos sádicos y fanáticos a quienes han defendido los aviones de la Doctora Burrianes (Carmen Chacó, entonces ministra de defensa) entre otros. Aquellos a quienes los capitostes europeos esperan manipular previa manipulación de la opinión pública europea, presentándolos como demócratas y liberadores frente a una tiranía que de pronto han descubierto intolerable después de haber estrechado tantas veces la mano del intolerable tirano. La OTAN europea es la autora más que indirecta de un crimen espeluznante y revelador. Puestos a buscar tiranos, ¿no tenían más a punto, en especial los españoles, a Mohamed VI? Pocas cosas prueban mejor la infamia y la decadencia moral de la UE, aparte de una estupidez que recuerda el dicho “los dioses ciegan a quienes quieren perder”.
Aún no he logrado entender los motivos de esta guerra oculta y vergonzante, a fuer de criminal, contra un régimen que no era más despótico que la mayoría en África y Asia, y que era favorable a Occidente. Lo mismo la euforia ante la caída de las dictaduras de Egipto y Túnez, otros dos regímenes pro occidentales no más corruptos, quizá menos y menos despóticos que otros tantos antioccidentales. ¿Qué lección pueden extraer de ahí los políticos africanos y asiáticos? Evidentemente, que la amistad de Europa es un pésimo negocio, ante el carácter traicionero y bellaco de los gobiernos europeos, capaces de ayudar a masacrar a sus amigos después de haberles extraído unas cuantas rentas políticas o económicas. Una Europa capaz de alegrarse del penúltimo éxito de la ETA, por lo que se refiere a España. Una Europa sumida en una crisis que es mucho más que económica, que ha perdido el norte moral y el político, y en la que a España le toca, por cierto, el papel de lacayo. Una Europa indecente, cada vez menos democrática, que cava por muchas vías su propia tumba. De paso les recomiendo este vídeo de unos cuantos segundos, revelador de la clase de gente que dirige la política mundial:
No contentos con desestabilizar a Túnez, hundir a Libia en el caos y el desastre, llevar a Egipto al golpe militar y fracasar, dejando una herencia de guerra civil en Afganistán e Irak, han fomentado la guerra civil en Siria, de la que fingen horrorizarse, impulsado indirectamente un Estado Islámico increíblemente cruel, y vaciado de cristianos el Oriente próximo. Y, como un efecto más de una política realmente criminal, han dado lugar a esa corriente de refugiados y no refugiados, realmente invasora, pues hace caso omiso de las leyes europeas entre otras cosas. No Europa, sino los jefes de la UE (y de Usa) son por lo menos corresponsables mayores de esta sucesión de catástrofes para los árabes y los europeos. Por supuesto, lo vienen haciendo en nombre de la democracia, que, remedando la célebre frase de Samuel Johnson, parece estar convirtiéndose en el último refugio de los canallas.
En el embrollado problema de los refugiados -mezclados con emigrantes- de países árabes a la UE se mezclan todo tipo de culpas y errores. Aparentemente se trata de millones de personas desesperadas que huyen de la guerra, lo cual es cierto solo en parte, pues muchos vienen de países en paz. Dos preguntas al respecto podrían ser: ¿Por qué no emigran a países musulmanes ricos, que los hay y muy próximos a esos países? ¿Por qué Europa tendría que pagar el precio de unas guerras desatadas entre los propios musulmanes?
Empecemos por la segunda. Hace años escribí este comentario: “La UE asesina a Gadafi”: La caterva de bestias que han torturado, sodomizado y asesinado a Gadafi, son los protegidos de la UE, o del sector europeo de la OTAN, aquellos sádicos y fanáticos a quienes han defendido los aviones de la Doctora Burrianes (Carmen Chacó, entonces ministra de defensa) entre otros. Aquellos a quienes los capitostes europeos esperan manipular previa manipulación de la opinión pública europea, presentándolos como demócratas y liberadores frente a una tiranía que de pronto han descubierto intolerable después de haber estrechado tantas veces la mano del intolerable tirano. La OTAN europea es la autora más que indirecta de un crimen espeluznante y revelador. Puestos a buscar tiranos, ¿no tenían más a punto, en especial los españoles, a Mohamed VI? Pocas cosas prueban mejor la infamia y la decadencia moral de la UE, aparte de una estupidez que recuerda el dicho “los dioses ciegan a quienes quieren perder”.
Aún no he logrado entender los motivos de esta guerra oculta y vergonzante, a fuer de criminal, contra un régimen que no era más despótico que la mayoría en África y Asia, y que era favorable a Occidente. Lo mismo la euforia ante la caída de las dictaduras de Egipto y Túnez, otros dos regímenes pro occidentales no más corruptos, quizá menos y menos despóticos que otros tantos antioccidentales. ¿Qué lección pueden extraer de ahí los políticos africanos y asiáticos? Evidentemente, que la amistad de Europa es un pésimo negocio, ante el carácter traicionero y bellaco de los gobiernos europeos, capaces de ayudar a masacrar a sus amigos después de haberles extraído unas cuantas rentas políticas o económicas. Una Europa capaz de alegrarse del penúltimo éxito de la ETA, por lo que se refiere a España. Una Europa sumida en una crisis que es mucho más que económica, que ha perdido el norte moral y el político, y en la que a España le toca, por cierto, el papel de lacayo. Una Europa indecente, cada vez menos democrática, que cava por muchas vías su propia tumba. De paso les recomiendo este vídeo de unos cuantos segundos, revelador de la clase de gente que dirige la política mundial:
No contentos con desestabilizar a Túnez, hundir a Libia en el caos y el desastre, llevar a Egipto al golpe militar y fracasar, dejando una herencia de guerra civil en Afganistán e Irak, han fomentado la guerra civil en Siria, de la que fingen horrorizarse, impulsado indirectamente un Estado Islámico increíblemente cruel, y vaciado de cristianos el Oriente próximo. Y, como un efecto más de una política realmente criminal, han dado lugar a esa corriente de refugiados y no refugiados, realmente invasora, pues hace caso omiso de las leyes europeas entre otras cosas. No Europa, sino los jefes de la UE (y de Usa) son por lo menos corresponsables mayores de esta sucesión de catástrofes para los árabes y los europeos. Por supuesto, lo vienen haciendo en nombre de la democracia, que, remedando la célebre frase de Samuel Johnson, parece estar convirtiéndose en el último refugio de los canallas.
¿Y por qué no van los refugiados a otros países árabes?
Muchos quieren creer que se debe al atractivo del modo de vida europeo, pero obviamente no es cierto. Una experiencia de decenios nos dice que la gran mayoría de los inmigrantes musulmanes no se integra y que cuando pasa de cierto número tiende a crear guetos donde no rigen las normas culturales y legales europeas, a las que no admiran, sino que desprecian. De ahí salen numerosas acciones terroristas, y es cierto que se trata de minorías, pero también lo es que la gran mayoría tampoco las condena ni protesta por ellas. Los formadores o manipuladores de la opinión pública europea “olvidan”, por ejemplo, que las acciones del Daesh no son ajenas, sino lo contrario, a una tradición islámica que se remonta a Mahoma, y que el islam es una religión de conquista. Para quienes promueven el islamismo radical, fomentar una corriente de refugiados hacia Europa es una táctica excelente, que ya preconizaron personajes sin embargo occidentalizados y tenidos por moderados, como el argelino Ben Bella: “conquistaremos Europa con el vientre de nuestras mujeres”.
Para entender estas cosas, conviene referirse a la tendencia política predominante en la UE, uno de cuyos objetivos es destruir la raíz cristiana de la cultura Europa (no les extrañe la indiferencia con que han acogido siempre la persecución y “limpieza étnica” de cristianos en Oriente Próximo). Observen la preocupación por la “islamofobia” y la despreocupación por una cristianofobia rampante y omnipresente, fomentada desde el mismo poder y los medios de masa. Parece que los rasgos culturales identitarios más fuertes en la Unión Europa son hoy el abortismo, el homosexualismo y la infantilización social, en una degeneración de la democracia que ya describió premonitoriamente Tocqueville: “Un poder inmenso que busca la felicidad de los ciudadanos, que pone a su alcance los placeres, atiende a su seguridad, conduce sus asuntos procurando que gocen con tal de que no piensen sino en gozar". "Un poder tutelar que se asemejaría, a la autoridad paterna si, como ella, tuviera por objeto preparar a los hombres para la edad viril; pero que, por el contrario, sólo persigue fijarlos irrevocablemente en la infancia". Un aspecto de esa infantilización es la consideración del problema de los refugiados en un plano puramente emocional y demagógico como vienen haciendo muchos medios.
Vladímir Bukovski, un disidente que pasó doce años en el Gulag, ha denunciado repetidamente las derivas antidemocráticas o degeneradoras de la democracia de Bruselas. Y es significativo que Hungría y Polonia, países rebeldes contra la tiranía soviética, sean quienes rhoy plantan cara a las oligarquías de la UE.
La pluma de Pio Moa
Para entender estas cosas, conviene referirse a la tendencia política predominante en la UE, uno de cuyos objetivos es destruir la raíz cristiana de la cultura Europa (no les extrañe la indiferencia con que han acogido siempre la persecución y “limpieza étnica” de cristianos en Oriente Próximo). Observen la preocupación por la “islamofobia” y la despreocupación por una cristianofobia rampante y omnipresente, fomentada desde el mismo poder y los medios de masa. Parece que los rasgos culturales identitarios más fuertes en la Unión Europa son hoy el abortismo, el homosexualismo y la infantilización social, en una degeneración de la democracia que ya describió premonitoriamente Tocqueville: “Un poder inmenso que busca la felicidad de los ciudadanos, que pone a su alcance los placeres, atiende a su seguridad, conduce sus asuntos procurando que gocen con tal de que no piensen sino en gozar". "Un poder tutelar que se asemejaría, a la autoridad paterna si, como ella, tuviera por objeto preparar a los hombres para la edad viril; pero que, por el contrario, sólo persigue fijarlos irrevocablemente en la infancia". Un aspecto de esa infantilización es la consideración del problema de los refugiados en un plano puramente emocional y demagógico como vienen haciendo muchos medios.
Vladímir Bukovski, un disidente que pasó doce años en el Gulag, ha denunciado repetidamente las derivas antidemocráticas o degeneradoras de la democracia de Bruselas. Y es significativo que Hungría y Polonia, países rebeldes contra la tiranía soviética, sean quienes rhoy plantan cara a las oligarquías de la UE.
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