Fracasados
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Fracasados
¿Puede existir una prueba más solvente del fracaso de los políticos españoles que haber logrado convertirse en el tercer mayor problema de la nación y ser rechazados directamente por casi uno de cada tres españoles?
Si un director de empresa obtuviera los resultados que están logrando los políticos españoles al frente de la gran empresa llamada "España, SA", a la que están llevando hasta la ruina, la desesperación y el desastre, tendría que dimitir por decencia o, en caso de resistirse, sería inmediatamente destituido por el Consejo de Administración y por la Asamblea de Accionistas.
Pero en España ocurre justo lo contrario: los políticos han fracasado hasta límites insospechados, destruyendo el prestigio internacional de la nación, corrompiéndola, generando corrientes disgregadoras y llenando el país de desempleados, pobres y gente triste y sin esperanza, pero ellos no sólo no dimiten sino que se han apropiado del poder en la empresa, se han atrincherado en ella y han desplazado y subyugado a los ciudadanos, que son los únicos propietarios legales.
Las pruebas de que los políticos españoles son verdaderos fracasados son más que evidentes y pueden comprobarlas cualquier ciudadano que tenga interés en la verdad: han acabado con la prosperidad, han destruido los valores básicos, han instaurado la corrupción en las administraciones públicas, han abusado del poder, han sustituido la democracia por una dictadura camuflada de partidos y, sin otro objetivo que controlar el poder y mantenerse en él, incluso contra la voluntad de la ciudadanía, se han atrincherado en el Estado, del que se han apropiado, para imponer desde allí su voluntad a la voluntad popular, que es sagrada en democracia.
Han utilizado todos los recursos del Estado, desde el dinero público a las leyes, sin excluir la fuerza y la propaganda, no para impulsar el bien común y defender el interés general, sino para reforzar su poder y sus privilegios, anteponiendo siempre los propios intereses al de los ciudadanos. El resultado ha sido una España postrada, que era próspera y vital hace poco más de una década y que ahora es un país pordiosero y desprestigiado, contemplado por los grandes países e instituciones internacionales como el mayor problema de Europa y de todo el mundo occidental.
La España que ellos han creado gobernando, una tarea por la que cobran altos sueldos y disfrutan de grandes privilegios, es un auténtico desastre. Las cifras del desempleo, la frustración de los jóvenes, el renacimiento de la emigración de españoles a otros países en busca de trabajo, los 500 desahucios que se producen cada día, la corrupción masiva en la política y en las instituciones del Estado, la degeneración de la democracia, las agresiones que padece el español, convertido por su gobierno en el ciudadano europeo que mas impuestos paga y menos recibe a cambio, la inmoralidad descarada del poder cuando practica abusos y tropelías, el saqueo de las cajas de ahorros y otros fondos públicos, perpetrados por una clase política impune que ni ha sufrido cárcel, ni ha devuelto lo robado... y un larguísimo etcétera que incluye la vigencia de la injusticia social y la ruina de la nación son pruebas concluyentes de que nadie ha fracasado en España más que la clase política y con ella la ciudadanía, culpable de haber soportado con cobardía y sumisión un sistema sin dignidad ni decencia suficientes para gobernar a hombres y mujeres libres y decentes.
Detrás del fracaso de los políticos españoles hay una filosofía del poder que no funciona y que entra en colisión directa con la democracia, un sistema que se basa en la confianza de los administrados en sus administradores, confianza que está ausente del panorama político español, marcado por el creciente rechazo ciudadano a sus dirigentes, un fenómeno que devalúa el sistema y que deslegitima a los gobiernos, que, al gobernar en medio de un rechazo amplio de la sociedad, se tornan opresivos e ilegítimos.
http://www.votoenblanco.com/Fracasados_a4975.html#last_comment
Si un director de empresa obtuviera los resultados que están logrando los políticos españoles al frente de la gran empresa llamada "España, SA", a la que están llevando hasta la ruina, la desesperación y el desastre, tendría que dimitir por decencia o, en caso de resistirse, sería inmediatamente destituido por el Consejo de Administración y por la Asamblea de Accionistas.
Pero en España ocurre justo lo contrario: los políticos han fracasado hasta límites insospechados, destruyendo el prestigio internacional de la nación, corrompiéndola, generando corrientes disgregadoras y llenando el país de desempleados, pobres y gente triste y sin esperanza, pero ellos no sólo no dimiten sino que se han apropiado del poder en la empresa, se han atrincherado en ella y han desplazado y subyugado a los ciudadanos, que son los únicos propietarios legales.
Las pruebas de que los políticos españoles son verdaderos fracasados son más que evidentes y pueden comprobarlas cualquier ciudadano que tenga interés en la verdad: han acabado con la prosperidad, han destruido los valores básicos, han instaurado la corrupción en las administraciones públicas, han abusado del poder, han sustituido la democracia por una dictadura camuflada de partidos y, sin otro objetivo que controlar el poder y mantenerse en él, incluso contra la voluntad de la ciudadanía, se han atrincherado en el Estado, del que se han apropiado, para imponer desde allí su voluntad a la voluntad popular, que es sagrada en democracia.
Han utilizado todos los recursos del Estado, desde el dinero público a las leyes, sin excluir la fuerza y la propaganda, no para impulsar el bien común y defender el interés general, sino para reforzar su poder y sus privilegios, anteponiendo siempre los propios intereses al de los ciudadanos. El resultado ha sido una España postrada, que era próspera y vital hace poco más de una década y que ahora es un país pordiosero y desprestigiado, contemplado por los grandes países e instituciones internacionales como el mayor problema de Europa y de todo el mundo occidental.
La España que ellos han creado gobernando, una tarea por la que cobran altos sueldos y disfrutan de grandes privilegios, es un auténtico desastre. Las cifras del desempleo, la frustración de los jóvenes, el renacimiento de la emigración de españoles a otros países en busca de trabajo, los 500 desahucios que se producen cada día, la corrupción masiva en la política y en las instituciones del Estado, la degeneración de la democracia, las agresiones que padece el español, convertido por su gobierno en el ciudadano europeo que mas impuestos paga y menos recibe a cambio, la inmoralidad descarada del poder cuando practica abusos y tropelías, el saqueo de las cajas de ahorros y otros fondos públicos, perpetrados por una clase política impune que ni ha sufrido cárcel, ni ha devuelto lo robado... y un larguísimo etcétera que incluye la vigencia de la injusticia social y la ruina de la nación son pruebas concluyentes de que nadie ha fracasado en España más que la clase política y con ella la ciudadanía, culpable de haber soportado con cobardía y sumisión un sistema sin dignidad ni decencia suficientes para gobernar a hombres y mujeres libres y decentes.
Detrás del fracaso de los políticos españoles hay una filosofía del poder que no funciona y que entra en colisión directa con la democracia, un sistema que se basa en la confianza de los administrados en sus administradores, confianza que está ausente del panorama político español, marcado por el creciente rechazo ciudadano a sus dirigentes, un fenómeno que devalúa el sistema y que deslegitima a los gobiernos, que, al gobernar en medio de un rechazo amplio de la sociedad, se tornan opresivos e ilegítimos.
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Los políticos, el mayor fracaso de la civilización
El fracaso de los políticos es tan estruendoso que si tuvieran conciencia y decencia dimitirían en masa. Han perdido la confianza de los ciudadanos, la credibilidad, el aprecio y el respeto. Los ciudadanos no se creen lo que los políticos les dicen o les prometen. La desconfianza ante las vacunas del COVID es la mejor prueba. Millones de ciudadanos creen que las vacunas matan y que son una herramienta para exterminar personas y reducir la población mundial.
Durante mucho tiempo, los humanos creyeron que sus líderes eran elegidos por Dios y los aceptaban como reyes, emperadores o señores. Mas tarde creyeron que eran los más fuertes, y también aceptaron ese liderazgo. Hoy, sin embargo, creen que muchos de los que dirigen el mundo son auténticos sinvergüenzas y usurpadores, que han alcanzado el poder con trucos o apoyados por esas cofradías mafiosas de mediocres que son los partidos políticos.
Miles de millones de ciudadanos desconfían de sus líderes y mas de la mitad de la humanidad los rechaza abiertamente. El número de los que creen que son malvados y delincuentes es elevado y todavía es mayor el número de ciudadanos que creen que sus dirigentes mienten y engañan.
No vale decir que se trata de sospechas infundadas porque el número de los dirigentes que se han hecho y se hacen multimillonarios tras pasar por el poder es inmenso. Incluso los más carismáticos y admirados, como Fidel Castro, Hugo Chávez y otros muchos figuran en las listas de Forbes como multimillonarios gracias al dinero robado a sus pueblos.
La desconfianza en las vacunas del COVID ha sido la prueba definitiva que ha revelado la baja estima de la clase política y el inmenso grado de desconfianza del pueblo en sus gobernantes. Se cuentan por millones los que creen que las vacunas son veneno para asesinar, a pesar de las campaña publicitarias y el derroche de información desplegado para convencer de la bondad de los sueros inyectables antipandemia.
El enorme descrédito de los políticos y el rechazo masivo a la clase dirigente invalidad la democracia y deteriora la civilización. El mundo no puede avanzar sin confianza en el liderazgo, ni el progreso es viable cuando millones de personas desean la desgracia y hasta la muerte de sus gobernantes.
Los políticos, conscientes de que son despreciados, rechazados y hasta odiados, se han rodeado de privilegios, ventajas y blindajes que les hacen inviolables e impunes ante las rebeliones populares y hasta de la Justicia. En algunos países donde el deterioro del sistema es más profundo, esos políticos son tan odiados que ya no pueden pasear libremente por las calles sin escoltas y sin evitar ser abucheados, pitados e insultados.
La clase política en el siglo XXI es el mayor fracaso de la época y uno de los mayores traspiés de la civilización humana, culpable de que el mundo sea incontrolable y de que los ciudadanos vivan envueltos en la mentira, la desconfianza, la desesperación, el odio y la insatisfacción.
El odio conduce a injusticias y exageraciones. es probable que el número de políticos corruptos sea inferior al que los ciudadanos imaginan, pero no cabe duda de que es lo suficientemente elevado como para impregnar de suciedad y fracaso a toda la clase dirigente del planeta.
Parte de las élites se han comportado como basura pervertida e inhumana, buscando la destrucción del cristianismo tal como Albert Pike dijo en uno de sus escritos en 1872 y para ello han de destruir los valores morales cristianos, entre ellos la familia cristiana.
Algunas personas que han estado en contacto con la élite han denunciado que muchos de sus miembros son pedófilos pervertidos sexuales y homosexuales, y realizan rituales secretos en donde cometen actos de pedofilia tal como explicaba y hasta recomendaba Aleister Crowley.
También Cathy O'Brien denunció en su libro "Trance-formation of America" que ella fue de niña una esclava sexual MK-Ultra de la elite, Cathy explicó en su libro que los políticos de alto nivel de la elite realizaban actos pedófilos con niños y que hasta sacrificaban niños, tras violarlos.
Fíjense en el caso Jeffrey Epstein, que iba a ser juzgado por pedofilia y se "suicido" en la cárcel, tenia una agenda en donde había 1000 números de teléfono entre los cuales estaban Bill Clinton y Donald Trump.
Los filósofos y expertos en liderazgo se preguntan, sin encontrar respuesta, que hacer para regenerar la sucia vida de los líderes y para devolver al pueblo la confianza en sus dirigentes. La mayoría no ha encontrado respuesta, ni cree que exista solución a este drama, que, por desgracia, tiende a crecer, alimentado por el sucio y canalla comportamiento de muchos lideres.
Lo que es seguro y ningún estudioso duda es que con ese nivel de desconfianza y rechazo, la clase política mundial es un fracaso y que carece de legitimidad y mérito para tocar siquiera el timón del poder.
La política española es un extraordinario laboratorio donde poder analizar el comportamiento corrupto y pervertido de la clase política, autora de mentiras, engaños, estafas, manipulaciones, fraudes, robos, acosos, castigos y crueldades de todo tipo, además de terribles sospechas de cosas peores, que no se han comprobado ni podrán comprobarse, pero que el pueblo cree que son obras reales de una de las peores clases dirigentes del planeta.
La visita a Estados Unidos que realiza en estos momentos el presidente español, Pedro Sánchez, cargada de marketing falso, plagada de mentiras y de gestos engañosos, es una muestra palpable de la fea y sucia estofa de la clase política española.
Francisco Rubiales
Durante mucho tiempo, los humanos creyeron que sus líderes eran elegidos por Dios y los aceptaban como reyes, emperadores o señores. Mas tarde creyeron que eran los más fuertes, y también aceptaron ese liderazgo. Hoy, sin embargo, creen que muchos de los que dirigen el mundo son auténticos sinvergüenzas y usurpadores, que han alcanzado el poder con trucos o apoyados por esas cofradías mafiosas de mediocres que son los partidos políticos.
Miles de millones de ciudadanos desconfían de sus líderes y mas de la mitad de la humanidad los rechaza abiertamente. El número de los que creen que son malvados y delincuentes es elevado y todavía es mayor el número de ciudadanos que creen que sus dirigentes mienten y engañan.
No vale decir que se trata de sospechas infundadas porque el número de los dirigentes que se han hecho y se hacen multimillonarios tras pasar por el poder es inmenso. Incluso los más carismáticos y admirados, como Fidel Castro, Hugo Chávez y otros muchos figuran en las listas de Forbes como multimillonarios gracias al dinero robado a sus pueblos.
La desconfianza en las vacunas del COVID ha sido la prueba definitiva que ha revelado la baja estima de la clase política y el inmenso grado de desconfianza del pueblo en sus gobernantes. Se cuentan por millones los que creen que las vacunas son veneno para asesinar, a pesar de las campaña publicitarias y el derroche de información desplegado para convencer de la bondad de los sueros inyectables antipandemia.
El enorme descrédito de los políticos y el rechazo masivo a la clase dirigente invalidad la democracia y deteriora la civilización. El mundo no puede avanzar sin confianza en el liderazgo, ni el progreso es viable cuando millones de personas desean la desgracia y hasta la muerte de sus gobernantes.
Los políticos, conscientes de que son despreciados, rechazados y hasta odiados, se han rodeado de privilegios, ventajas y blindajes que les hacen inviolables e impunes ante las rebeliones populares y hasta de la Justicia. En algunos países donde el deterioro del sistema es más profundo, esos políticos son tan odiados que ya no pueden pasear libremente por las calles sin escoltas y sin evitar ser abucheados, pitados e insultados.
La clase política en el siglo XXI es el mayor fracaso de la época y uno de los mayores traspiés de la civilización humana, culpable de que el mundo sea incontrolable y de que los ciudadanos vivan envueltos en la mentira, la desconfianza, la desesperación, el odio y la insatisfacción.
El odio conduce a injusticias y exageraciones. es probable que el número de políticos corruptos sea inferior al que los ciudadanos imaginan, pero no cabe duda de que es lo suficientemente elevado como para impregnar de suciedad y fracaso a toda la clase dirigente del planeta.
Parte de las élites se han comportado como basura pervertida e inhumana, buscando la destrucción del cristianismo tal como Albert Pike dijo en uno de sus escritos en 1872 y para ello han de destruir los valores morales cristianos, entre ellos la familia cristiana.
Algunas personas que han estado en contacto con la élite han denunciado que muchos de sus miembros son pedófilos pervertidos sexuales y homosexuales, y realizan rituales secretos en donde cometen actos de pedofilia tal como explicaba y hasta recomendaba Aleister Crowley.
También Cathy O'Brien denunció en su libro "Trance-formation of America" que ella fue de niña una esclava sexual MK-Ultra de la elite, Cathy explicó en su libro que los políticos de alto nivel de la elite realizaban actos pedófilos con niños y que hasta sacrificaban niños, tras violarlos.
Fíjense en el caso Jeffrey Epstein, que iba a ser juzgado por pedofilia y se "suicido" en la cárcel, tenia una agenda en donde había 1000 números de teléfono entre los cuales estaban Bill Clinton y Donald Trump.
Los filósofos y expertos en liderazgo se preguntan, sin encontrar respuesta, que hacer para regenerar la sucia vida de los líderes y para devolver al pueblo la confianza en sus dirigentes. La mayoría no ha encontrado respuesta, ni cree que exista solución a este drama, que, por desgracia, tiende a crecer, alimentado por el sucio y canalla comportamiento de muchos lideres.
Lo que es seguro y ningún estudioso duda es que con ese nivel de desconfianza y rechazo, la clase política mundial es un fracaso y que carece de legitimidad y mérito para tocar siquiera el timón del poder.
La política española es un extraordinario laboratorio donde poder analizar el comportamiento corrupto y pervertido de la clase política, autora de mentiras, engaños, estafas, manipulaciones, fraudes, robos, acosos, castigos y crueldades de todo tipo, además de terribles sospechas de cosas peores, que no se han comprobado ni podrán comprobarse, pero que el pueblo cree que son obras reales de una de las peores clases dirigentes del planeta.
La visita a Estados Unidos que realiza en estos momentos el presidente español, Pedro Sánchez, cargada de marketing falso, plagada de mentiras y de gestos engañosos, es una muestra palpable de la fea y sucia estofa de la clase política española.
Francisco Rubiales
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