Los inmigrantes musulmanes odian a los españoles por ser occidentales: “¡Acabaré contigo sin que te des cuenta! ¡Nosotros atacamos a traición, hijo de puta!”
Página 1 de 1.
Los inmigrantes musulmanes odian a los españoles por ser occidentales: “¡Acabaré contigo sin que te des cuenta! ¡Nosotros atacamos a traición, hijo de puta!”
Este vídeo es un pequeño ejemplo de los cientos de incidentes que se viven diariamente en todos los lugares de España y Europa. En este caso, es necesario destacar la profesionalidad de los miembros de la seguridad privada que escuchan impasibles la retahíla de insultos y amenazas de un inmigrante norteafricano.
El inmigrante esgrime argumentos como: “Me dais un asco que no veas. (…) Ya nos veremos. Te llevaré a un sitio escondido y acabaré contigo. No te darás ni cuenta.”
El odio de no pocos inmigrantes musulmanes hacia los españoles y su poca capacidad de adaptación a la sociedad queda patente cada día con continuos altercados que pasan, quizá deliberadamente, desapercibidos para la prensa.
La política “buenista”, tanto del Gobierno como de los partidos de izquierda. está provocando un imparable avance de una cultura incompatible con la española.
Tal como afirma el Coronel-Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Granada, Manuel Llamas Fernández hasta no hace poco, el terrorismo de etiología yihadista en el entorno occidental era considerado un fenómeno aislado, esporádico y casi anecdótico. Actos reflejos de un terrorismo que tenía su campo de lucha natural en los países musulmanes, sin embargo, de un tiempo a esta parte, se ha incorporado a la vida cotidiana de forma paulatina.
Es cada vez más frecuente que los noticieros de medio mundo abran sus ediciones anunciando un atentado de esta naturaleza, y que incluso cualquier accidente, aéreo o ferroviario, sea visto como un posible atentado con aquel origen. En terminología yihadista, estos atentados en el entorno occidental, es lo que ellos llaman la lucha contra el enemigo lejano, opuesta a la lucha contra el enemigo próximo; los países musulmanes apostatas, por considerar que estos han abandonado el auténtico Islam, para aliarse con Occidente.
En cómo estructurar y priorizar la lucha contra uno u otro enemigo se diferencian las estrategias de las dos grandes franquicias del yihadismo global; Al Qaeda y Daesh. Algunos expertos, como Gilles Kepel, en su reciente obra “el terror entre nosotros”, tildan el actual estado de las cosas, en esa materia, como la tercera oleada de terrorismo yihadista. En dicha estrategia, planificada por el sirio español Mustafa Setmarian, después de haber agotado las dos anteriores, nacidas de la lucha contra los soviéticos en Afganistán a finales de los ochenta y contra Estados Unidos y sus atentados contra los intereses americanos, se abre paso un nuevo concepto de terrorismo.
Este histórico yihadista, cuyo verdadero nombre es Abu Musab al –Suri que remonta su vínculo con España a los años 80, a donde llegó tras huir de la represión en Siria, en unos levantamientos contra el régimen del padre del actual presidente Basar El Asad. En aquella época, algunos lo han vinculado al atentado del Restaurante Descanso en las inmediaciones de la base americana de Torrejón, en el año 1985. Dicho yihadista, considerado uno de los principales ideólogos del yihadismo global, en su obra “Llamamiento a la resistencia islámica global”, difundida en internet en el año 2005, abogaba por trasladar el campo de batalla a las calles de Occidente.
A raíz de los recientes episodios de violencia yijadista, ha vuelto a resurgir la vieja cuestión: ¿por qué los integristas musulmanes odian tanto a Occidente? Y, en una suerte de justificación parcial de la violencia yijadista, numerosas figuras intelectuales de la izquierda responden enfáticamente: porque Occidente se ha buscado su propio odio.
Durante la Primera Guerra Mundial, Francia e Inglaterra prometieron a los pueblos árabes su independencia si apoyaban su bando (por aquella época eran súbitos del imperio otomano), y en cuanto acabó la guerra, hicieron caso omiso a su promesa, y se repartieron el Medio Oriente entre sí, como trofeos coloniales.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la descolonización impuso fronteras artificiales y dividió al mundo árabe en fronteras arbitrarias. EE.UU., el nuevo poder imperial, ha apoyado sin reservas al Estado de Israel y sus abusos contra el pueblo palestino. También EE.UU. ha mantenido déspotas en los países árabes. Y, para colmo de males, en una tremenda codicia de petróleo, organizó una invasión brutal de Irak que ha incluido toda clase de abusos.
Estos datos son indiscutibles. Pero, me parece que los izquierdistas se equivocan gravemente. La principal fuente de odio contra Occidente no son los abusos de las potencias occidentales. Más bien, es el propio contenido de la religión islámica. O, en todo caso, los abusos occidentales no son suficientes para generar estas reacciones violentas. Es necesaria también una religión que sirva como detonante de este resentimiento.
Sam Harris muy elocuentemente ha señalado que los cristianos de Cisjordania sufren las mismas vejaciones a manos del ejército israelí, pero con todo, no hay mártires cristianos colocando bombas en Tel Aviv. Los iraquíes cristianos han sufrido la invasión tanto como el resto de sus compatriotas, pero no se ven cristianos árabes masacrando a los caricaturistas de Charlie Hebdo cuando éstos se burlaron de Jesucristo.
El integrismo musulmán no busca, en palabras del propio ayatolá Jomeini, “hacer bajar el precio del melón”. Su intención no es meramente hacer que EE.UU. deje de invadir países y que los barrios marginados de Marsella tengan mejores condiciones sociales. Busca algo mucho más profundo. Y eso es, sencillamente, hacer desaparecer los valores propios del materialismo capitalista, pero también, los valores propios de la Ilustración. El integrismo musulmán odia a Bush por invadir Irak, tanto como a Mickey Mouse por invitar al hedonismo, y tanto como a Darwin por negar que Dios creó al hombre de arcilla.
En esta discusión, es muy pertinente tener presente la figura de Sayyed Qutb. El renovado integrismo musulmán de finales del siglo XX debe mucho a este personaje. Él fue quien, a mediados del siglo XX, lanzó el movimiento que luego desembocaría en los Hermanos Musulmanes, y que luego nutriría ideológicamente a grupos como Al Qaeda y Ejército Islámico.
Cierto es que Qutb, cuya obra es vastísima, nunca hizo un llamado a matar inocentes empleando tácticas terroristas. Pero, sí hizo un llamado a destruir Occidente. Mucho antes de que Samuel Huntington hiciera popular su tesis sobre el choque de las civilizaciones, fue el propio Qutb quien postuló que era inevitable una confrontación. ¿Por qué era necesario destruir a Occidente? Qutb no ofrece las respuestas típicas de los izquierdistas (de hecho, fue ejecutado por Nasser, ¡un dictador muy mimado por la izquierda!). Para Qutb, las invasiones, el apoyo a dictadores, y el ejercicio del poder imperial, es apenas un motivo secundario. El verdadero motivo de su cruzada es la decadencia moral de Occidente.
Qutb estuvo de visita en EE.UU., y quedó horrorizado de ver que los muchachos adolescentes bailaran con las muchachas (esto fue a mediados del siglo XX, ¡sin duda hoy quedaría más horrorizado con el reguetón!). A partir de esa experiencia tan traumática, quiso salvar al mundo musulmán de la depravación occidental. Su enemigo, pues, no era meramente EE.UU., Francia o Inglaterra, los típicos poderes imperiales. Era también Suiza, Luxemburgo y Andorra, paisitos que no ejercen ninguna depredación imperial, pero cuya cultura es lo suficientemente ofensiva como para ameritar su destrucción. ¿Por qué integristas musulmanes colocaron una bomba en una discoteca en Bali? ¿Acaso el gobierno indonesio ha extraído petróleo de otros países musulmanes a los cuales ha invadido? No: los terroristas colocaron una bomba en la discoteca, ¡precisamente porque odian las discotecas!
El error fundamental de izquierdistas como Chomsky es no darse cuenta de que los propios valores que ellos defienden, son motivo de odio para el integrismo musulmán, y que la depredación imperial es apenas un motivo secundario. La izquierda clásica ha defendido el Estado laico, la promoción de la ciencia, la liberación femenina, la liberación sexual, la creación artística, etc. El integrismo musulmán aborrece todo eso. Mark Steyn muy cómicamente lo resumía así: el yijadista estará muy dispuesto a matar a Susan Sontang (una prominente izquierdista norteamericana) antes de que ésta tenga suficiente tiempo para decirle, “pero, espera, ¡yo estoy de tu lado!”.
(Vídeo)
El inmigrante esgrime argumentos como: “Me dais un asco que no veas. (…) Ya nos veremos. Te llevaré a un sitio escondido y acabaré contigo. No te darás ni cuenta.”
El odio de no pocos inmigrantes musulmanes hacia los españoles y su poca capacidad de adaptación a la sociedad queda patente cada día con continuos altercados que pasan, quizá deliberadamente, desapercibidos para la prensa.
Los políticos y sus “buenismos”
La política “buenista”, tanto del Gobierno como de los partidos de izquierda. está provocando un imparable avance de una cultura incompatible con la española.
Tal como afirma el Coronel-Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Granada, Manuel Llamas Fernández hasta no hace poco, el terrorismo de etiología yihadista en el entorno occidental era considerado un fenómeno aislado, esporádico y casi anecdótico. Actos reflejos de un terrorismo que tenía su campo de lucha natural en los países musulmanes, sin embargo, de un tiempo a esta parte, se ha incorporado a la vida cotidiana de forma paulatina.
Es cada vez más frecuente que los noticieros de medio mundo abran sus ediciones anunciando un atentado de esta naturaleza, y que incluso cualquier accidente, aéreo o ferroviario, sea visto como un posible atentado con aquel origen. En terminología yihadista, estos atentados en el entorno occidental, es lo que ellos llaman la lucha contra el enemigo lejano, opuesta a la lucha contra el enemigo próximo; los países musulmanes apostatas, por considerar que estos han abandonado el auténtico Islam, para aliarse con Occidente.
En cómo estructurar y priorizar la lucha contra uno u otro enemigo se diferencian las estrategias de las dos grandes franquicias del yihadismo global; Al Qaeda y Daesh. Algunos expertos, como Gilles Kepel, en su reciente obra “el terror entre nosotros”, tildan el actual estado de las cosas, en esa materia, como la tercera oleada de terrorismo yihadista. En dicha estrategia, planificada por el sirio español Mustafa Setmarian, después de haber agotado las dos anteriores, nacidas de la lucha contra los soviéticos en Afganistán a finales de los ochenta y contra Estados Unidos y sus atentados contra los intereses americanos, se abre paso un nuevo concepto de terrorismo.
Este histórico yihadista, cuyo verdadero nombre es Abu Musab al –Suri que remonta su vínculo con España a los años 80, a donde llegó tras huir de la represión en Siria, en unos levantamientos contra el régimen del padre del actual presidente Basar El Asad. En aquella época, algunos lo han vinculado al atentado del Restaurante Descanso en las inmediaciones de la base americana de Torrejón, en el año 1985. Dicho yihadista, considerado uno de los principales ideólogos del yihadismo global, en su obra “Llamamiento a la resistencia islámica global”, difundida en internet en el año 2005, abogaba por trasladar el campo de batalla a las calles de Occidente.
La izquierda clásica ha defendido el Estado laico, la promoción de la ciencia, la liberación femenina, la liberación sexual, la creación artística, etc. El integrismo musulmán aborrece todo eso
A raíz de los recientes episodios de violencia yijadista, ha vuelto a resurgir la vieja cuestión: ¿por qué los integristas musulmanes odian tanto a Occidente? Y, en una suerte de justificación parcial de la violencia yijadista, numerosas figuras intelectuales de la izquierda responden enfáticamente: porque Occidente se ha buscado su propio odio.
Durante la Primera Guerra Mundial, Francia e Inglaterra prometieron a los pueblos árabes su independencia si apoyaban su bando (por aquella época eran súbitos del imperio otomano), y en cuanto acabó la guerra, hicieron caso omiso a su promesa, y se repartieron el Medio Oriente entre sí, como trofeos coloniales.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la descolonización impuso fronteras artificiales y dividió al mundo árabe en fronteras arbitrarias. EE.UU., el nuevo poder imperial, ha apoyado sin reservas al Estado de Israel y sus abusos contra el pueblo palestino. También EE.UU. ha mantenido déspotas en los países árabes. Y, para colmo de males, en una tremenda codicia de petróleo, organizó una invasión brutal de Irak que ha incluido toda clase de abusos.
Estos datos son indiscutibles. Pero, me parece que los izquierdistas se equivocan gravemente. La principal fuente de odio contra Occidente no son los abusos de las potencias occidentales. Más bien, es el propio contenido de la religión islámica. O, en todo caso, los abusos occidentales no son suficientes para generar estas reacciones violentas. Es necesaria también una religión que sirva como detonante de este resentimiento.
Sam Harris muy elocuentemente ha señalado que los cristianos de Cisjordania sufren las mismas vejaciones a manos del ejército israelí, pero con todo, no hay mártires cristianos colocando bombas en Tel Aviv. Los iraquíes cristianos han sufrido la invasión tanto como el resto de sus compatriotas, pero no se ven cristianos árabes masacrando a los caricaturistas de Charlie Hebdo cuando éstos se burlaron de Jesucristo.
El integrismo busca hacer desaparecer el capitalismo y en eso coinciden con los partidos de extrema izquierda
El integrismo musulmán no busca, en palabras del propio ayatolá Jomeini, “hacer bajar el precio del melón”. Su intención no es meramente hacer que EE.UU. deje de invadir países y que los barrios marginados de Marsella tengan mejores condiciones sociales. Busca algo mucho más profundo. Y eso es, sencillamente, hacer desaparecer los valores propios del materialismo capitalista, pero también, los valores propios de la Ilustración. El integrismo musulmán odia a Bush por invadir Irak, tanto como a Mickey Mouse por invitar al hedonismo, y tanto como a Darwin por negar que Dios creó al hombre de arcilla.
En esta discusión, es muy pertinente tener presente la figura de Sayyed Qutb. El renovado integrismo musulmán de finales del siglo XX debe mucho a este personaje. Él fue quien, a mediados del siglo XX, lanzó el movimiento que luego desembocaría en los Hermanos Musulmanes, y que luego nutriría ideológicamente a grupos como Al Qaeda y Ejército Islámico.
Cierto es que Qutb, cuya obra es vastísima, nunca hizo un llamado a matar inocentes empleando tácticas terroristas. Pero, sí hizo un llamado a destruir Occidente. Mucho antes de que Samuel Huntington hiciera popular su tesis sobre el choque de las civilizaciones, fue el propio Qutb quien postuló que era inevitable una confrontación. ¿Por qué era necesario destruir a Occidente? Qutb no ofrece las respuestas típicas de los izquierdistas (de hecho, fue ejecutado por Nasser, ¡un dictador muy mimado por la izquierda!). Para Qutb, las invasiones, el apoyo a dictadores, y el ejercicio del poder imperial, es apenas un motivo secundario. El verdadero motivo de su cruzada es la decadencia moral de Occidente.
Qutb estuvo de visita en EE.UU., y quedó horrorizado de ver que los muchachos adolescentes bailaran con las muchachas (esto fue a mediados del siglo XX, ¡sin duda hoy quedaría más horrorizado con el reguetón!). A partir de esa experiencia tan traumática, quiso salvar al mundo musulmán de la depravación occidental. Su enemigo, pues, no era meramente EE.UU., Francia o Inglaterra, los típicos poderes imperiales. Era también Suiza, Luxemburgo y Andorra, paisitos que no ejercen ninguna depredación imperial, pero cuya cultura es lo suficientemente ofensiva como para ameritar su destrucción. ¿Por qué integristas musulmanes colocaron una bomba en una discoteca en Bali? ¿Acaso el gobierno indonesio ha extraído petróleo de otros países musulmanes a los cuales ha invadido? No: los terroristas colocaron una bomba en la discoteca, ¡precisamente porque odian las discotecas!
El error fundamental de izquierdistas como Chomsky es no darse cuenta de que los propios valores que ellos defienden, son motivo de odio para el integrismo musulmán, y que la depredación imperial es apenas un motivo secundario. La izquierda clásica ha defendido el Estado laico, la promoción de la ciencia, la liberación femenina, la liberación sexual, la creación artística, etc. El integrismo musulmán aborrece todo eso. Mark Steyn muy cómicamente lo resumía así: el yijadista estará muy dispuesto a matar a Susan Sontang (una prominente izquierdista norteamericana) antes de que ésta tenga suficiente tiempo para decirle, “pero, espera, ¡yo estoy de tu lado!”.
(Vídeo)
Cybernauta- Co-Administrador
- Mensajes : 1394
Popularidad : 5233
Reputación : 2799
Fecha de inscripción : 24/11/2012
Temas similares
» Musulmanes oran frente a la torre del triunfo en favor de la desaparición de los occidentales.
» Los delincuentes musulmanes cuestan a los españoles 825.000 euros al día
» Jeque Ahmad Abu Quddum: “Atacaremos cualquier país europeo que dificulte su islamización”
» Sorprendente reconocimiento: “Nosotros (los musulmanes) robamos las teorías y conocimientos producidos por occidente y las atribuimos al islam”.
» El coletas del 'lumpen'
» Los delincuentes musulmanes cuestan a los españoles 825.000 euros al día
» Jeque Ahmad Abu Quddum: “Atacaremos cualquier país europeo que dificulte su islamización”
» Sorprendente reconocimiento: “Nosotros (los musulmanes) robamos las teorías y conocimientos producidos por occidente y las atribuimos al islam”.
» El coletas del 'lumpen'
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.