Tensión en Europa con los musulmanes

La semana pasada hubo graves disturbios entre musulmanes y población local en Rosarno, localidad calabresa. El jueves el distrito holandés de Culemborg se convirtió en un auténtico campo de batalla entre cristianos y musulmanes. Unos días antes, un grupo de integristas intentaba asesinar en Dinamarca al autor de las caricaturas de Mahoma. El diario danés que, en su día, se plegó a la operación islamista contra la libertad de expresión, las volvía a reproducir.

En Suiza, frente al pensamiento débil y a la dejación oficial, contra todo aparente pronóstico, la población mayoritariamente –en algunos cantones con el 70% de los votos- aprobaba prohibir la construcción de nuevos minaretes.

Al comienzo del año, Al Qaeda emitía un comunicado llamando a la reconquista de Al Andalus y a la expulsión de los cristianos; o más bien, al genocidio, pues El Corán abunda en llamadas al crimen y al genocidio. Por ejemplo: “Matadlos allí donde los encontréis”, que no admite muchos matices en la interpretación.

Los asesinos de la masacre de Atocha el 11-N empezaron a organizarse en torno a la mezquita de la M 30 y de tales enseñanzas coránicas. Los integristas no hacen una lectura espuria del Corán sino literal: Mahoma, de su propia mano, exterminó tribus judías y de continuo llama a la conversión por la espada.

Tales doctrinas no quedan amparadas por la libertad religiosa, ni tan siquiera me parece que el islamismo sea una religión. Ningún sentido tiene que se permita en Occidente la predicación del exterminio del infiel. Eso es, cuanto menos, apología del terrorismo. Por lo que las mezquitas no deben estar permitidas.

El que el islamismo se haya convertido en un problema en Europa es culpa de los socialistas y esa degradación de la humanidad de lo políticamente correcto. Los socialistas, cuya ideología es una patraña muerta y cien mil veces fracasada, han encontrado en los islamistas un grupo mascota con el que coinciden en sus enemigos: el cristianismo y los valores occidentales de libertad.

Muchos musulmanes han venido a Europa huyendo de sus satrapías, pero ha sido aquí donde los gobiernos, atenazados por estúpidos complejos de culpa, les han dicho que no se integren, que sigan siendo musulmanes, para experimentar ese imposible de una sociedad multicultural, cretinez supina por la que se supone que una amalgama o yuxtaposición de comunidades cerradas, intolerantes, da como resultado una sociedad plural.

Las sociedades precisan de un mínimo de valores comunes desde el que desplegar la libertad responsable de los individuos produciendo una pluralidad real.

No hace mucho se pretendía ejercer la sharia en Cataluña contra una adúltera o se pegaba una paliza en Ciudad Real a una embarazada, provocando la muerte del nasciturus, por no llevar el velo, símbolo de la inferioridad coránica de la mujer.

La Gaceta ha desvelado la ultracretinez del Ayuntamiento de Logroño cuyo alcalde ha publicado, con el dinero de todos, un calendario en el que se elimina a los santos patrones de la ciudad o la fiesta de la Virgen del Pilar, mientras se ensalza el nacimiento de Mahoma o la fiesta del cordero. Ninguna fiesta judía. ¿Cabe deducir de ello alguna tendencia nacionalsocialista en el equipo de gobierno socialista de Logroño y en el esotérico Partido Riojano que le sostiene? Logroño, en la historia de España, nunca nos había avergonzado, ni era pensable que alcanzara tales niveles de estulticia, hasta que llegaron el PSOE y Tomás Santos.

No es anécdota, sino categoría. El islamismo es excrecencia del socialismo.

Es el decadente socialismo el que apadrina al desquiciado y fanático islamismo.

España no ha tenido una política de inmigración. No la tuvieron los gobiernos del Partido Popular y la política de los gobiernos de Zapatero, como en tantas otras cuestiones, ha sido simplemente demencial, con el papeles para todos y los efectos llamada. Lo que se ha perpetrado es una inmigración subvencionada, dependiente de los llamados servicios sociales, como una especie de caladero de votos futuro, que, simplemente, no se puede sostener.


No es la causa de la crisis, pero ahora mismo se ha convertido en un lastre y en un problema de difícil solución. Los políticos, atrapados por sus propios complejos, han silenciado un debate que está muy intenso en la calle y al que es preciso dar respuesta. Especialmente en lo relacionado con la inmigración musulmana, que, en términos generales, no se integra y forma barrios propios. El para algunos sorprendente resultado del referéndum de Suiza y la decisión del Ayuntamiento de Vic –cuyo equipo de gobierno está formado por CiU, Esquerra y PSC- de no empadronar a los sin papeles, ha roto los diques de lo políticamente correcto. Ya anuncio que me disponga publicar un libro, “Islam, visión crítica”, para explicar el enemigo al que nos enfrentamos.