Esqueletos de niños sacrificados ritualmente por la cultura Chimú son hallados en Perú
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Esqueletos de niños sacrificados ritualmente por la cultura Chimú son hallados en Perú
Chimú es una cultura preincaica que se desarrolló en la costa norte tras el decaimiento del Imperio huari entre los años 1000 y 1200. Los hallazgos sugieren sacrificios de niños a los cuales se les extirpó el corazón como ofrenda de sangre a los dioses.
Las excavaciones en el sector Pampa La Cruz del asentamiento humano Las Lomas, en el distrito de Huanchaco (Trujillo), permitieron el descubrimiento de 47 individuos, 77 tumbas y entierros, 40 restos de camélidos y unas 115 vasijas asociadas a las culturas Chimú, Salinar y Virú.
También se han registrado algunos fragmentos de la Fase III de la Cultura Moche.
Este descubrimiento se produjo durante los trabajos de rescate arqueológico que impulsa la comuna de Huanchaco con el objetivo de liberar el área y ejecutar los trabajos de agua y alcantarillado. La extensión es de 12 hectáreas.
Sin embargo, lo que más llama la atención en el hallazgo de individuos es el considerable número de niños que presentan ciertas fracturas en las costillas y cortes en el tórax, lo que da a entender que estos cortes han sido a propósito para poder extirparles el corazón y ofrecerlos como sacrificios, explicó el arqueólogo Víctor Campos León, director del Proyecto de Rescate Arqueológico Las Lomas 2017-2018, durante la presentación de los hallazgos junto con el burgomaestre de Huanchaco, José Ruiz Vega.
«Son algo de doce niños. También hemos encontrado un neonato, un recién nacido, que también ha sido sacrificado. En otras áreas hemos ubicado un niño que ha estado asociado a una pendiente a manera de ofrenda y pertenece a la Cultura Virú», detalló. En la zona también hay arquitectura de la Cultura Salinar (Ancash).
Todo este sitio arqueológico tiene una antigüedad de 1,600 años.
Por su parte el alcalde José Ruiz Vega informó que los restos encontrados serán conservados en una vivienda alquilada en Las Lomas y dejó abierta la posibilidad de que se construya un museo para exhibir los hallazgos al turismo nacional e internacional.
Las excavaciones en el sector Pampa La Cruz del asentamiento humano Las Lomas, en el distrito de Huanchaco (Trujillo), permitieron el descubrimiento de 47 individuos, 77 tumbas y entierros, 40 restos de camélidos y unas 115 vasijas asociadas a las culturas Chimú, Salinar y Virú.
También se han registrado algunos fragmentos de la Fase III de la Cultura Moche.
Este descubrimiento se produjo durante los trabajos de rescate arqueológico que impulsa la comuna de Huanchaco con el objetivo de liberar el área y ejecutar los trabajos de agua y alcantarillado. La extensión es de 12 hectáreas.
Sin embargo, lo que más llama la atención en el hallazgo de individuos es el considerable número de niños que presentan ciertas fracturas en las costillas y cortes en el tórax, lo que da a entender que estos cortes han sido a propósito para poder extirparles el corazón y ofrecerlos como sacrificios, explicó el arqueólogo Víctor Campos León, director del Proyecto de Rescate Arqueológico Las Lomas 2017-2018, durante la presentación de los hallazgos junto con el burgomaestre de Huanchaco, José Ruiz Vega.
«Son algo de doce niños. También hemos encontrado un neonato, un recién nacido, que también ha sido sacrificado. En otras áreas hemos ubicado un niño que ha estado asociado a una pendiente a manera de ofrenda y pertenece a la Cultura Virú», detalló. En la zona también hay arquitectura de la Cultura Salinar (Ancash).
Todo este sitio arqueológico tiene una antigüedad de 1,600 años.
Por su parte el alcalde José Ruiz Vega informó que los restos encontrados serán conservados en una vivienda alquilada en Las Lomas y dejó abierta la posibilidad de que se construya un museo para exhibir los hallazgos al turismo nacional e internacional.
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Hallan los restos del que podría ser el mayor sacrificio de niños de la historia
Ocurrió hace unos 550 años en Perú, donde arqueólogos descubrieron los restos de más de 140 niños y 200 llamas.
El descubrimiento, que obligaría a revisar la historia de sacrificios humanos, ocurrió en un acantilado sobre el océano Pacífico, en la región norteña de La Libertad, una zona donde se expandió la civilización precolombina Chimú.
«Aunque se han registrado incidentes de sacrificios humanos entre los aztecas, los mayas y los incas en las crónicas españolas de la era colonial y se han documentado en excavaciones científicas modernas, el descubrimiento de un evento de sacrificios de niños a gran escala en la poco conocida civilización precolombina Chimú es un hallazgo sin precedentes no solo en América, sino en todo el mundo», señaló National Geographic en su informe.
Las investigaciones fueron realizadas por un equipo interdisciplinario internacional liderado por el explorador peruano Gabriel Prieto, de la Universidad Nacional de Trujillo, y John Verano, de la Universidad Tulane (EE.UU.).
Las excavaciones se remontan a 2011, cuando se encontraron los restos de 42 niños y 76 llamas en un templo de 3.500 años de antigüedad. Para cuando finalizaron en 2016, se habían descubierto en el sitio más de 140 restos de niños y 200 llamas jóvenes.
Pruebas con radiocarbono a sogas y textiles fecharon los objetos hallados en las tumbas entre los años 1400 y 1450. El lugar de los sacrificios, señala la publicación, es conocido como Huanchaquito-Las Llamas y se halla a unos 300 metros sobre el nivel del mar en medio de un complejo de viviendas residenciales en expansión de Huanchaco, distrito vecino a Trujillo.
«Los niños fueron enterrados mirando el mar y los animales hacia el este, donde están los Andes. Se trata de un sacrificio en forma de ritual, y es muy sistemático», subraya Verano. La civilización Chimú se extendió a lo largo de la costa peruana hasta el el actual Ecuador. El año 1475 desapareció al ser conquistada por el imperio inca.
Fuente:
El descubrimiento, que obligaría a revisar la historia de sacrificios humanos, ocurrió en un acantilado sobre el océano Pacífico, en la región norteña de La Libertad, una zona donde se expandió la civilización precolombina Chimú.
«Aunque se han registrado incidentes de sacrificios humanos entre los aztecas, los mayas y los incas en las crónicas españolas de la era colonial y se han documentado en excavaciones científicas modernas, el descubrimiento de un evento de sacrificios de niños a gran escala en la poco conocida civilización precolombina Chimú es un hallazgo sin precedentes no solo en América, sino en todo el mundo», señaló National Geographic en su informe.
Las investigaciones fueron realizadas por un equipo interdisciplinario internacional liderado por el explorador peruano Gabriel Prieto, de la Universidad Nacional de Trujillo, y John Verano, de la Universidad Tulane (EE.UU.).
Las excavaciones se remontan a 2011, cuando se encontraron los restos de 42 niños y 76 llamas en un templo de 3.500 años de antigüedad. Para cuando finalizaron en 2016, se habían descubierto en el sitio más de 140 restos de niños y 200 llamas jóvenes.
Pruebas con radiocarbono a sogas y textiles fecharon los objetos hallados en las tumbas entre los años 1400 y 1450. El lugar de los sacrificios, señala la publicación, es conocido como Huanchaquito-Las Llamas y se halla a unos 300 metros sobre el nivel del mar en medio de un complejo de viviendas residenciales en expansión de Huanchaco, distrito vecino a Trujillo.
Les extrajeron el corazón
«Los restos esqueléticos de los niños y los animales muestran evidencias de cortes en el esternón, así como también dislocaciones de las costillas, lo que sugiere que el pecho de las víctimas se abrió y se separó, quizás para facilitar la extracción del corazón», detalla el informe. Los 140 niños sacrificados tenían edades que iban desde los 5 hasta los 14 años y, en el caso de las llamas, tenían menos de 18 meses de edad.Durante la ceremonia, a muchos de los niños se les embadurnó el rostro con un pigmento rojo a base de cinabrio antes de que se les abriera el pecho, probablemente para quitarles el corazón. Las llamas de los sacrificios parecen haber tenido el mismo destino.
«Los niños fueron enterrados mirando el mar y los animales hacia el este, donde están los Andes. Se trata de un sacrificio en forma de ritual, y es muy sistemático», subraya Verano. La civilización Chimú se extendió a lo largo de la costa peruana hasta el el actual Ecuador. El año 1475 desapareció al ser conquistada por el imperio inca.
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Descubren un templo en México en el que los sacerdotes despellejaban a sus víctimas
Fue construido en honor a un dios prehispánico conocido como Xipe Tótec
Un grupo de arqueólogos descubrió en México el primer templo dedicado a Xipe Tótec, conocido como “nuestro señor desollado” (nuestro señor despellejado), un dios prehispánico de la fertilidad que era representado por un cadáver desgarrado.
Este descubrimiento se realizó durante una serie de excavaciones hechas en el estado mexicano de Puebla, así lo dio a conocer en Instituto Nacional de Antropología e Historia, que también informó sobre el hallazgo de dos esculturas de piedra con forma de cráneo y una de un torso que representan a este personaje.
Estas representaciones fueron halladas en unas ruinas del grupo étnico popolca, destacando que a una de las figuras le cuelga una mano extra de uno de los brazos, lo que se supone es una muestra de que el dios vestía la piel de una víctima sacrificada.
Los expertos explicaron que los sacerdotes honraban a Xipe Tótec despellejando a sus víctimas y luego vistiendo sus pieles, este era un ritual que se llevaba a cabo para asegurar la fertilidad y la regeneración.
De acuerdo a las narraciones hechas sobre la cultura popolca, las víctimas morían al estilo de los gladiadores, es decir en combate, o por medio de flechas sobre una plataforma y luego eran despellejadas en otra.
Los trazos encontrados en este templo, construido entre los años 1000 y 1260 d.C. y conocido como Ndachjian-Tehuacán, coinciden con esas descripciones hechas con los sitios que eran destinados para el sacrificio, y que eran descritos por fuentes documentales.
También se dio a conocer que cada uno de los cráneos, esculpidos en roca volcánica, mide unos 2.2 pies de altura y pesa alrededor de 440 libras.
Un grupo de arqueólogos descubrió en México el primer templo dedicado a Xipe Tótec, conocido como “nuestro señor desollado” (nuestro señor despellejado), un dios prehispánico de la fertilidad que era representado por un cadáver desgarrado.
Este descubrimiento se realizó durante una serie de excavaciones hechas en el estado mexicano de Puebla, así lo dio a conocer en Instituto Nacional de Antropología e Historia, que también informó sobre el hallazgo de dos esculturas de piedra con forma de cráneo y una de un torso que representan a este personaje.
Estas representaciones fueron halladas en unas ruinas del grupo étnico popolca, destacando que a una de las figuras le cuelga una mano extra de uno de los brazos, lo que se supone es una muestra de que el dios vestía la piel de una víctima sacrificada.
Los expertos explicaron que los sacerdotes honraban a Xipe Tótec despellejando a sus víctimas y luego vistiendo sus pieles, este era un ritual que se llevaba a cabo para asegurar la fertilidad y la regeneración.
De acuerdo a las narraciones hechas sobre la cultura popolca, las víctimas morían al estilo de los gladiadores, es decir en combate, o por medio de flechas sobre una plataforma y luego eran despellejadas en otra.
Los trazos encontrados en este templo, construido entre los años 1000 y 1260 d.C. y conocido como Ndachjian-Tehuacán, coinciden con esas descripciones hechas con los sitios que eran destinados para el sacrificio, y que eran descritos por fuentes documentales.
También se dio a conocer que cada uno de los cráneos, esculpidos en roca volcánica, mide unos 2.2 pies de altura y pesa alrededor de 440 libras.
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Los sacrificios masivos de niños, un ritual habitual en el Antiguo Perú
Se han encontrado los esqueletos de 364 niños ejecutados en al menos tres episodios distintos acontecidos en un lapso de unos 100 o 150 años.
Lejos de lo que se pensaba hasta ahora, los sacrificios masivos de niños fueron un ritual habitual en el Antiguo Perú, donde hasta el momento se han encontrado los esqueletos de 364 niños ejecutados en al menos tres episodios distintos acontecidos en un lapso de unos 100 o 150 años.
Así lo ha asegurado a la Agencia Efe el arqueólogo Gabriel Prieto, director de las excavaciones realizadas en la coste norte de Perú, cuya última temporada de trabajos concluyó con la seguridad de estar ante uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimas décadas en América.
Los investigadores estaban convencidos de haber dado con un evento sumamente extraordinario cuando el año pasado anunciaron el hallazgo del mayor sacrificio de niños de la América prehispánica, donde había restos de 137 menores, pero las nuevas excavaciones revelan que esta práctica era algo más común de lo que pensaban. A dos kilómetros del primer lugar encontraron otros 227 restos de niños con las mismas señales: un gran corte en el pecho que fracturó el esternón y las costillas y que habla de la práctica de sacrificios humanos.
El modus operandi coincidente de las ejecuciones revela que los autores de los sacrificios fueron los chimú, la gran civilización que dominó la costa norte de Perú entre los años 1200 y 1450 y una de las pocas que ofreció resistencia armada a la expansión de los incas.
Los últimos descubrimientos realizados este año han llenado de interrogantes a los especialistas, no solo por sus causas sino también para entender por qué esta sociedad comenzó a practicar estas masacres que no tienen precedentes conocidos ni en civilizaciones previas del Antiguo Perú ni en el resto de América.
Los investigadores tienen bastante claro que el primer grupo de niños que encontraron fue sacrificado para calmar a los dioses ante inundaciones causadas probablemente por el fenómeno climatológico del Niño. Las huellas de los verdugos estaban aún marcadas en un barro totalmente inédito en el arenoso desierto de esa zona de Perú.
En los dos multitudinarios entierros descubiertos en los últimos meses no hay evidencias de inundaciones, por lo que los arqueólogos apuntan a que su finalidad fue conmemorar victorias militares en la expansión de los chimú por el territorio peruano. "Por el norte llegaron casi hasta Ecuador y por el sur casi hasta Lima. Ellos pelearon con muchas otras sociedades contemporáneas, y eso quedó registrado en las crónicas españolas", ha recordado Prieto.
"El evento más antiguo, entre los años 1200 y 1250, coincide con esas campañas expansivas del estado chimú hacia la zona norte y en el último ya hay presencia inca (1450). Lo interesante es que aquí vemos lo importante que fueron para esta población los sacrificios humanos que incluso los incas los continuaron realizando", ha destacado.
De hecho, el director del Programa Arqueológico Huanchaco recuerda que los incas también practicaban sacrificios de niños, aunque en número mucho menor, dentro de ceremonias llamadas "capacocha".
"Pensamos de manera preliminar que, de repente, estas ceremonias incas, que fueron muy bien documentadas por los españoles, fueron una idea tomada de los chimú", sostiene Prieto.
Otra diferencia entre los distintos sacrificios es que los niños tenían en su mayoría entre 6 y 8 años en el primero descubierto el año pasado, y marcado por las inundaciones en Huanchaquito-Las Llamas, un paraje muy próximo a Chan Chan, la mayor ciudad de barro de América, que fue la gran capital de los chimú.
En cambio, las edades oscilan entre 10 y 14 años en los restos encontrados en Pampa La Cruz, muy cerca del balneario de Huanchaco, la playa más famosa de Trujillo, la capital de la región La Libertad, que se encuentra a unos 570 kilómetros al norte de Lima.
Allí también constataron que algunos de los niños procedían de la elite chimú, pues fueron enterrados con suntuosos telares y conchas spondylus, el molusco de color rojizo procedente de aguas tropicales al que daban un valor incluso superior al oro.
Otro elemento hallado fue el cuchillo ceremonial con el que supuestamente fueron ejecutados los niños, una pieza con forma de hongo y revestida de cobre que al moverlo sonaba como un sonajero.
Las excavaciones comenzaron en 2011 con apoyo de la Municipalidad de Huanchaco y la Universidad de Yale, pero no se reanudaron hasta 2014 con financiación de National Geographic.
Este año se trabajó gracias al Fondo del Embajador de los Estados Unidos para la Preservación del Patrimonio Cultural del Perú y a la Universidad Nacional de Trujillo (UNT), en cuyo laboratorio han sido almacenados todos los restos desenterrados.
Ahora "la gran prioridad" de los arqueólogos es conseguir que se haga un museo para exhibir todos los hallazgos, una instalación que podría incluso impulsar la oferta turística y cultural de la región. LD.
Lejos de lo que se pensaba hasta ahora, los sacrificios masivos de niños fueron un ritual habitual en el Antiguo Perú, donde hasta el momento se han encontrado los esqueletos de 364 niños ejecutados en al menos tres episodios distintos acontecidos en un lapso de unos 100 o 150 años.
Así lo ha asegurado a la Agencia Efe el arqueólogo Gabriel Prieto, director de las excavaciones realizadas en la coste norte de Perú, cuya última temporada de trabajos concluyó con la seguridad de estar ante uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimas décadas en América.
Los investigadores estaban convencidos de haber dado con un evento sumamente extraordinario cuando el año pasado anunciaron el hallazgo del mayor sacrificio de niños de la América prehispánica, donde había restos de 137 menores, pero las nuevas excavaciones revelan que esta práctica era algo más común de lo que pensaban. A dos kilómetros del primer lugar encontraron otros 227 restos de niños con las mismas señales: un gran corte en el pecho que fracturó el esternón y las costillas y que habla de la práctica de sacrificios humanos.
El modus operandi coincidente de las ejecuciones revela que los autores de los sacrificios fueron los chimú, la gran civilización que dominó la costa norte de Perú entre los años 1200 y 1450 y una de las pocas que ofreció resistencia armada a la expansión de los incas.
¿Por qué?
Los últimos descubrimientos realizados este año han llenado de interrogantes a los especialistas, no solo por sus causas sino también para entender por qué esta sociedad comenzó a practicar estas masacres que no tienen precedentes conocidos ni en civilizaciones previas del Antiguo Perú ni en el resto de América.
Los investigadores tienen bastante claro que el primer grupo de niños que encontraron fue sacrificado para calmar a los dioses ante inundaciones causadas probablemente por el fenómeno climatológico del Niño. Las huellas de los verdugos estaban aún marcadas en un barro totalmente inédito en el arenoso desierto de esa zona de Perú.
En los dos multitudinarios entierros descubiertos en los últimos meses no hay evidencias de inundaciones, por lo que los arqueólogos apuntan a que su finalidad fue conmemorar victorias militares en la expansión de los chimú por el territorio peruano. "Por el norte llegaron casi hasta Ecuador y por el sur casi hasta Lima. Ellos pelearon con muchas otras sociedades contemporáneas, y eso quedó registrado en las crónicas españolas", ha recordado Prieto.
"El evento más antiguo, entre los años 1200 y 1250, coincide con esas campañas expansivas del estado chimú hacia la zona norte y en el último ya hay presencia inca (1450). Lo interesante es que aquí vemos lo importante que fueron para esta población los sacrificios humanos que incluso los incas los continuaron realizando", ha destacado.
Los incas también sacrificaron niños
De hecho, el director del Programa Arqueológico Huanchaco recuerda que los incas también practicaban sacrificios de niños, aunque en número mucho menor, dentro de ceremonias llamadas "capacocha".
"Pensamos de manera preliminar que, de repente, estas ceremonias incas, que fueron muy bien documentadas por los españoles, fueron una idea tomada de los chimú", sostiene Prieto.
Otra diferencia entre los distintos sacrificios es que los niños tenían en su mayoría entre 6 y 8 años en el primero descubierto el año pasado, y marcado por las inundaciones en Huanchaquito-Las Llamas, un paraje muy próximo a Chan Chan, la mayor ciudad de barro de América, que fue la gran capital de los chimú.
En cambio, las edades oscilan entre 10 y 14 años en los restos encontrados en Pampa La Cruz, muy cerca del balneario de Huanchaco, la playa más famosa de Trujillo, la capital de la región La Libertad, que se encuentra a unos 570 kilómetros al norte de Lima.
Allí también constataron que algunos de los niños procedían de la elite chimú, pues fueron enterrados con suntuosos telares y conchas spondylus, el molusco de color rojizo procedente de aguas tropicales al que daban un valor incluso superior al oro.
Otro elemento hallado fue el cuchillo ceremonial con el que supuestamente fueron ejecutados los niños, una pieza con forma de hongo y revestida de cobre que al moverlo sonaba como un sonajero.
Las excavaciones comenzaron en 2011 con apoyo de la Municipalidad de Huanchaco y la Universidad de Yale, pero no se reanudaron hasta 2014 con financiación de National Geographic.
Este año se trabajó gracias al Fondo del Embajador de los Estados Unidos para la Preservación del Patrimonio Cultural del Perú y a la Universidad Nacional de Trujillo (UNT), en cuyo laboratorio han sido almacenados todos los restos desenterrados.
Ahora "la gran prioridad" de los arqueólogos es conseguir que se haga un museo para exhibir todos los hallazgos, una instalación que podría incluso impulsar la oferta turística y cultural de la región. LD.
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Niños incas fueron abandonados en la cima de volcanes para ser fulminados por rayos
Los cuerpos sacrificados de niños a lo largo y ancho del Imperio inca fueron llevados a la cima de montañas y volcanes para que sean golpeados por rayos, afirma un nuevo estudio científico de la Universidad de Varsovia.
Esta extraña práctica pretendía elevar a los infantes a un estatus intermedio entre el reino de los mortales y los dioses. Los expertos creen que ser atravesado por 300 millones de voltios de electricidad proveniente de los cielos era una manifestación de favoritismo de la deidad.
Ahora, los restos de seis de estos sacrificios descubiertos hace más de dos décadas, sentados sobre plataformas rectangulares en las montes de Ampato y Pichu Pichu, en Perú, han sido reanalizados utilizando rayos-X y otros métodos no invasivos para preservar los cuerpos.
«De acuerdo a los incas, si una persona era golpeada por un rayo recibía un gran honor, ya que la deidad expresaba interés en esa persona», explica Dagmara Socha, bioarqueóloga del Centro para Estudios Andinos de la Universidad de Varsovia (CEAC), al portal polaco de ciencia PAP. «La creencia de que los niños son puros e inmaculados facilitaba la tarea de persuadir a los dioses para tomar determinadas decisiones».
Los restos se encuentran actualmente albergados en el Museo Santuarios Andinos. Y mientras algunos están casi momificados, otros están más deteriorados y presentan marcas de quemaduras y evidencia en los tejidos blandos y ropas de haber sido azotados por rayos.
El área donde fueron hallados es conocida por sus descargas eléctricas; de hecho, el suelo alrededor de los niños sacrificados estaba cristalizado, lo que solo ocurre ante una inmensa presión y temperatura.
Los científicos todavía no saben cuál era la clave para seleccionar a los infantes que eran sacrificados, pero creen que eran tomados de todas las esquinas del Imperio con el objetivo de unir simbólicamente regiones lejanas.
«Ciertamente tenían que tener algunas características excepcionales, como belleza o linaje», señala Socha.
Entre los restos analizados están los de dos niñas que fueron encontradas en una plataforma construida en el volcán Pichu Pichu, en el departamento de Arequipa. Los investigadores notaron que estas tenían un cráneo alargado, producto de una práctica muy habitual en la élite inca, sobre todo de aquella que habitaba las tierras bajas, lejos del lugar donde fueron halladas.
Asimismo, el análisis dental de una de las niñas reveló que probablemente experimentó un evento traumático a la edad de tres años, que especulan pudo ser el tiempo en que fue separada de su familia. «Se supone que fue cuando la niña fue tomada para ser traída a Cuzco, la capital del Imperio, donde fue preparada por tres años antes de ser sacrificada en la cima del volcán», concluye Socha.
Fuente
Esta extraña práctica pretendía elevar a los infantes a un estatus intermedio entre el reino de los mortales y los dioses. Los expertos creen que ser atravesado por 300 millones de voltios de electricidad proveniente de los cielos era una manifestación de favoritismo de la deidad.
Ahora, los restos de seis de estos sacrificios descubiertos hace más de dos décadas, sentados sobre plataformas rectangulares en las montes de Ampato y Pichu Pichu, en Perú, han sido reanalizados utilizando rayos-X y otros métodos no invasivos para preservar los cuerpos.
«De acuerdo a los incas, si una persona era golpeada por un rayo recibía un gran honor, ya que la deidad expresaba interés en esa persona», explica Dagmara Socha, bioarqueóloga del Centro para Estudios Andinos de la Universidad de Varsovia (CEAC), al portal polaco de ciencia PAP. «La creencia de que los niños son puros e inmaculados facilitaba la tarea de persuadir a los dioses para tomar determinadas decisiones».
Los restos se encuentran actualmente albergados en el Museo Santuarios Andinos. Y mientras algunos están casi momificados, otros están más deteriorados y presentan marcas de quemaduras y evidencia en los tejidos blandos y ropas de haber sido azotados por rayos.
El área donde fueron hallados es conocida por sus descargas eléctricas; de hecho, el suelo alrededor de los niños sacrificados estaba cristalizado, lo que solo ocurre ante una inmensa presión y temperatura.
Los científicos todavía no saben cuál era la clave para seleccionar a los infantes que eran sacrificados, pero creen que eran tomados de todas las esquinas del Imperio con el objetivo de unir simbólicamente regiones lejanas.
«Ciertamente tenían que tener algunas características excepcionales, como belleza o linaje», señala Socha.
Entre los restos analizados están los de dos niñas que fueron encontradas en una plataforma construida en el volcán Pichu Pichu, en el departamento de Arequipa. Los investigadores notaron que estas tenían un cráneo alargado, producto de una práctica muy habitual en la élite inca, sobre todo de aquella que habitaba las tierras bajas, lejos del lugar donde fueron halladas.
Asimismo, el análisis dental de una de las niñas reveló que probablemente experimentó un evento traumático a la edad de tres años, que especulan pudo ser el tiempo en que fue separada de su familia. «Se supone que fue cuando la niña fue tomada para ser traída a Cuzco, la capital del Imperio, donde fue preparada por tres años antes de ser sacrificada en la cima del volcán», concluye Socha.
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Pirámide peruana de 5.000 años arroja pistas espeluznantes sobre sacrificios humanos
Arqueólogos descubrieron una pirámide peruana que tiene alrededor de 5.000 años y perteneció a la cultura Sechín. La pirámide se encuentra en la provincia norteña de Casma, ubicada en la región Áncash, Perú. Este sitio es reconocido por formar parte de una enigmática sociedad prehistórica.
Este hallazgo es de gran importancia ya que se conoce muy poco sobre esta cultura. Sin embargo, aún se continúan realizando estudios de las pruebas obtenidas en el lugar. Luego de inspeccionar más de cerca, los expertos han encontrado pistas espeluznantes que apuntan a prácticas de sacrificio humano.
Descubrimientos espeluznantes tras excavaciones realizadas en la pirámide peruana
Los expertos del Proyecto Arqueológico Sechín son los encargados de realizar las excavaciones. La investigadora que lleva a cabo este proyecto es Mónica Suárez Ubillus, quien reveló algunos acontecimientos importantes sobre el lugar. Para encontrar la estructura de la pirámide peruana tuvieron que cavar aproximadamente unos 5.4 metros; según informa Andina.
Algo predominante del descubrimiento fue su diseño, ya que es un poco singular, cuenta con escalones hechos de piedras y losas. Además, tiene una altura de 3.5 metros de alto. Al iniciar las investigaciones, los arqueólogos encontraron pistas que pueden estar conectadas a un duro pasado de la cultura antigua Sechín.
Se observaron cráneos y esqueletos desmembrados de humanos, lo que agrega credibilidad a la teoría del sacrificio de personas. Existe la creencia que estos sacrificios suman un significado sobre la forma escalonada de la pirámide. O, que incluso dichos escalones se usaban para llegar a una superficie superior e inferior de la parte central del lugar.
En la edificación de la pirámide también se pudo observar las huellas y pisadas de algunas manos pertenecientes a los que elaboraron la construcción. El hallazgo de esta pirámide, su estructura, materiales y diseño demuestran que la construcción tiene unos 5.000 años de antigüedad.
Cerca de la pirámide, los miembros del equipo arqueológico comenzaron a encontrar pistas que ciertamente parecen apuntar hacia un pasado sangriento, incluidos dos cráneos, uno de los cuales pertenecía a un adulto y el otro a un niño pequeño.
Pero esa fue solo una de las cosas horribles que encontraron los investigadores:
“Al costado de la estructura encontraron un esqueleto que parece haber sido desmembrado. Esto es evidencia de que a una persona le pueden haber cortado las extremidades mientras aún estaba viva o post-mortem”.
El origen de la pirámide
La pirámide peruana fue construida por hombres que pertenecían a la cultura Sechín. Los materiales utilizados fueron tierra y adobe. Estaba oculta por una gran capa de arena y piedras profundas. En su parte superior se evidencian las huellas plasmadas en barro intencionalmente. El tipo de arquitectura usada en la elaboración de la pirámide se apreció en el período de 3500 a 1700 a. C.
Además, los escalones de la pirámide tienen símbolos de algunos personajes guerreros, lo cual demuestra el motivo de este tipo de construcción. Para ese momento su objetivo era algo ceremonial, es decir que marcó momentos importantes en la cultura.
El lugar histórico de Casma ha existido durante muchos años, lo descubrió Julio César Tello en el año 1973. Actualmente, el grupo de expertos del Proyecto Arqueológico Sechín se encargan de realizar las investigaciones en la pirámide y han podido encontrar todas las pistas espeluznantes.
A pesar de ser un gran hallazgo, todavía queda mucho por hacer. Se necesitan realizar más pruebas sobre las cosas descubiertas, como los fechados carbónicos, así como también examinar los esqueletos humanos. Para ello, el equipo sigue realizando más excavaciones e investigaciones.
¿Qué han tenido que afrontar los arqueólogos para llevar a cabo la investigación?
Durante el tiempo que los arqueólogos han estado en la investigación se extrajeron alrededor de 40 muestras y solamente se investigó el 15% del lugar. Sin embargo, el equipo necesita recursos para seguir llevando a cabo este proyecto, pagar sueldos y continuar con las investigaciones científicas.
Aunque la Municipalidad de la Provincia de Casma les ofreció ayuda con 1.000.000 de soles, no ha cumplido con los pagos. Para las primeras investigaciones se esperaba la aprobación de al menos 472.000 soles, pero ni siquiera llegó al 1% del presupuesto presentado.
La primera parte de la investigación se llevó a cabo por los fondos de la propia encargada del proyecto, Mónica Suárez. Quien pidió apoyo de los mismos pobladores, personas extranjeras, colegas, incluso la Municipalidad de Buena Vista Alta. Esta ayuda fue necesaria para lograr culminar la primera parte del proyecto.
Sin duda, es importante seguir la investigación de la pirámide peruana para continuar revelando esta asombrosa arquitectura. Además, los resultados de las primeras pruebas podrán dar una idea más clara sobre los misterios de la cultura Sechín.
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Este hallazgo es de gran importancia ya que se conoce muy poco sobre esta cultura. Sin embargo, aún se continúan realizando estudios de las pruebas obtenidas en el lugar. Luego de inspeccionar más de cerca, los expertos han encontrado pistas espeluznantes que apuntan a prácticas de sacrificio humano.
Descubrimientos espeluznantes tras excavaciones realizadas en la pirámide peruana
Los expertos del Proyecto Arqueológico Sechín son los encargados de realizar las excavaciones. La investigadora que lleva a cabo este proyecto es Mónica Suárez Ubillus, quien reveló algunos acontecimientos importantes sobre el lugar. Para encontrar la estructura de la pirámide peruana tuvieron que cavar aproximadamente unos 5.4 metros; según informa Andina.
Algo predominante del descubrimiento fue su diseño, ya que es un poco singular, cuenta con escalones hechos de piedras y losas. Además, tiene una altura de 3.5 metros de alto. Al iniciar las investigaciones, los arqueólogos encontraron pistas que pueden estar conectadas a un duro pasado de la cultura antigua Sechín.
Se observaron cráneos y esqueletos desmembrados de humanos, lo que agrega credibilidad a la teoría del sacrificio de personas. Existe la creencia que estos sacrificios suman un significado sobre la forma escalonada de la pirámide. O, que incluso dichos escalones se usaban para llegar a una superficie superior e inferior de la parte central del lugar.
En la edificación de la pirámide también se pudo observar las huellas y pisadas de algunas manos pertenecientes a los que elaboraron la construcción. El hallazgo de esta pirámide, su estructura, materiales y diseño demuestran que la construcción tiene unos 5.000 años de antigüedad.
Cerca de la pirámide, los miembros del equipo arqueológico comenzaron a encontrar pistas que ciertamente parecen apuntar hacia un pasado sangriento, incluidos dos cráneos, uno de los cuales pertenecía a un adulto y el otro a un niño pequeño.
Pero esa fue solo una de las cosas horribles que encontraron los investigadores:
“Al costado de la estructura encontraron un esqueleto que parece haber sido desmembrado. Esto es evidencia de que a una persona le pueden haber cortado las extremidades mientras aún estaba viva o post-mortem”.
El origen de la pirámide
La pirámide peruana fue construida por hombres que pertenecían a la cultura Sechín. Los materiales utilizados fueron tierra y adobe. Estaba oculta por una gran capa de arena y piedras profundas. En su parte superior se evidencian las huellas plasmadas en barro intencionalmente. El tipo de arquitectura usada en la elaboración de la pirámide se apreció en el período de 3500 a 1700 a. C.
Además, los escalones de la pirámide tienen símbolos de algunos personajes guerreros, lo cual demuestra el motivo de este tipo de construcción. Para ese momento su objetivo era algo ceremonial, es decir que marcó momentos importantes en la cultura.
El lugar histórico de Casma ha existido durante muchos años, lo descubrió Julio César Tello en el año 1973. Actualmente, el grupo de expertos del Proyecto Arqueológico Sechín se encargan de realizar las investigaciones en la pirámide y han podido encontrar todas las pistas espeluznantes.
A pesar de ser un gran hallazgo, todavía queda mucho por hacer. Se necesitan realizar más pruebas sobre las cosas descubiertas, como los fechados carbónicos, así como también examinar los esqueletos humanos. Para ello, el equipo sigue realizando más excavaciones e investigaciones.
¿Qué han tenido que afrontar los arqueólogos para llevar a cabo la investigación?
Durante el tiempo que los arqueólogos han estado en la investigación se extrajeron alrededor de 40 muestras y solamente se investigó el 15% del lugar. Sin embargo, el equipo necesita recursos para seguir llevando a cabo este proyecto, pagar sueldos y continuar con las investigaciones científicas.
Aunque la Municipalidad de la Provincia de Casma les ofreció ayuda con 1.000.000 de soles, no ha cumplido con los pagos. Para las primeras investigaciones se esperaba la aprobación de al menos 472.000 soles, pero ni siquiera llegó al 1% del presupuesto presentado.
La primera parte de la investigación se llevó a cabo por los fondos de la propia encargada del proyecto, Mónica Suárez. Quien pidió apoyo de los mismos pobladores, personas extranjeras, colegas, incluso la Municipalidad de Buena Vista Alta. Esta ayuda fue necesaria para lograr culminar la primera parte del proyecto.
Sin duda, es importante seguir la investigación de la pirámide peruana para continuar revelando esta asombrosa arquitectura. Además, los resultados de las primeras pruebas podrán dar una idea más clara sobre los misterios de la cultura Sechín.
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Ciudad de México se asoma a la gran Tenochtitlán y a los sacrificios humanos del Huey Tzompantli
El Programa de Arqueología Urbana saca a la luz los tesoros de la capital azteca enterrados en la megalópolis. Uno de los descubrimientos es el Huey Tzompantli, donde se clavaban las cabezas de los sacrificados
La catedral Metropolitana de Ciudad de México se construyó utilizando los mismos materiales que soportaban los grandes templos aztecas. La primera piedra la puso Hernán Cortés hacia 1524, dando inicio a un proceso irreversible que iba a enterrar Tenochtitlán para construir sobre sus ruinas los cimientos de la capital de la Nueva España. Casi 500 años después, las calles empedradas del centro histórico se han convertido en un fiel reflejo de la sociedad mestiza que es el México actual, un lugar donde se mezclan iglesias, edificios coloniales, puestos de comida, grandes mercados y donde asoman algunos vestigios de la antigua capital azteca que el Programa de Arqueología Urbana (PAU) se ha encargado de rescatar.
El primer gran hallazgo se dio el 21 de febrero de 1978, cuando un grupo de arqueólogos encontró los restos del Templo Mayor, el principal centro ceremonial de los mexicas. En este imponente edificio, de 45 metros de altura sobre una base cuadrangular de 400 metros por lado, tenían lugar los acontecimientos más importantes de la vida política, económica y religiosa del Imperio. Actualmente, este recinto es uno de los mejor conservados y cuenta con su propio museo, pero no es el único. En total, los expertos estiman que el recinto sagrado de los mexicas estaba formado por 78 edificaciones, la mayoría fueron destruidas o quedaron sepultadas por el paso del tiempo, pero muchas otras se resisten a desaparecer en el olvido.
«El recinto sagrado de Tenochtitlán era un espacio cuadrangular de 500 metros por lado. La ciudad era mucho mayor, esto sólo era el centro», explica Raúl Barrera, supervisor del PAU y director del Programa de Ventanas Arqueológicas. Este veterano arqueólogo lidera desde el año 2007 un equipo encargado de rescatar los tesoros ocultos bajo el subsuelo del recinto sagrado. Hasta la fecha han logrado habilitar un total de 42 ventanas para que, desde la misma calle, los transeúntes puedan asomarse a la antigua capital azteca. «La idea es que lo que rescatemos no se quede solo en museos, sino que conviva con la ciudad actual, que el pasado pueda convivir con el presente», explica Barrera.
El centro histórico de Ciudad de México está considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad y cualquier movimiento bajo tierra, como reparación de cañerías, obras públicas o reforma de edificios, debe ser notificada ante el Instituto Nacional de Historia y Arqueología. Es en ese momento cuando Barrera y su equipo entran en acción, cualquier excusa es buena para tratar de desenterrar tesoros de la vieja Tenochtitlán. Las obras de ampliación del Centro Cultural de España, situado a espaldas de la Catedral Metropolitana, permitieron encontrar en el año 2006, los restos de Calmécac, una escuela donde estudiaban los hijos de los nobles mexicas y los futuros dirigentes del gran imperio.
Bajo los cimientos del edificio Nacional Monte de Piedad, los arqueólogos han encontrado un lugar de especial valor simbólico: el Palacio de Axayácatl, donde los españoles fueron alojados a su llegada a Tenochtitlán. En ese mismo lugar fue hecho prisionero y falleció Moctezuma, el gran líder mexica. Años más tarde, Hernán Cortés mandó construir ahí su propia casa que, a la postre, se convertiría en la sede del primer Cabildo de la Nueva España. Entre otros descubrimientos, los arqueólogos del PAU también han sacado a la luz el Templo de Ehécatl, dios del viento, y la cabecera de la cancha de Juego de Pelota, el mortal deporte que practicaban los mexicas.
En total han sido intervenidos 16 inmuebles en el centro histórico, aunque pocos hallazgos han despertado tanto interés como el Huey Tzompantli, una monumental ofrenda dedicada a Huitzilopochtli, el dios de la guerra. Según los últimos estudios, esta temible estructura estaba compuesta por una plataforma de 36 metros de longitud, sobre la cual se erigían postes con travesaños donde se clavaban las calaveras de los sacrificados. Los postes estaban a su vez flanqueados por dos columnas circulares, de cuatro metros de altura, compuestas por cientos de calaveras. Hasta la fecha se han identificado más de 600, pero se sospecha que hay muchas más. Los arqueólogos continúan trabajando en este espacio que no está abierto al público, pero cuyas puertas abre Barrera a este diario.
Según explica el arqueólogo, la gran mayoría de las calaveras pertenecen a hombres y mujeres de entre 20 y 35 años, «probablemente enemigos capturados o personas que se preparaban toda su vida para ello». También se han encontrado varios menores de edad, una práctica que habla sobre la brutalidad de estos rituales que no son exclusivos de los mexicas. «En Mesoamérica era una práctica muy común, diferentes sociedades recurrieron a los sacrificios por distintas razones, en el caso de los mexicas era una cuestión religiosa, creían que los dioses podían morir y había que alimentarlos para que continuase el ciclo de la vida», apunta Barrera.
El análisis de los cráneos en laboratorio ha permitido conocer mejor la realidad de los sacrificados. «Eran personas muy sanas, tenían muy pocas enfermedades», explica el arqueólogo, quien además lamenta que «muy probablemente», esta columna de cráneos no podrá ser visitada en las mismas condiciones que nos la enseña «por los riesgos que implica para la conservación».
Hasta el momento se ha encontrado una de las dos columnas del recinto, la otra sospechan que se encuentra debajo del jardín de la Catedral. Uno de los conquistadores que acompañó a Hernán Cortés, Andrés de Tapia, estimó el número de calaveras en 136.000 «sin las de las torres».
La tarea del PAU es inmensa, pero Barrera no se desanima y se muestra entusiasmado por «terminar de componer este rompecabezas». En su apogeo, Tenochtitlán fue la ciudad más grande del mundo, con una población estimada de 200.000 personas. Estaba rodeada de volcanes y erigida en medio de un gran lago, lo que le valió el apelativo de la Venecia del Nuevo Mundo. Los cronistas españoles decían que era «más grande que Roma o Sevilla» y estimaron que su plaza central era «dos veces más grande que la de Salamanca». Los conquistadores drenaron el lago y transformaron por completo una ciudad que, 500 años después, se ha convertido en una jungla de asfalto donde viven 22 millones de personas que, gracias a la labor de los arqueólogos, pueden asomarse a su pasado prehispánico.
Fuente.
Restos humanos hallados en la monumental ofrenda conocida como el Huey Tzompantli
La catedral Metropolitana de Ciudad de México se construyó utilizando los mismos materiales que soportaban los grandes templos aztecas. La primera piedra la puso Hernán Cortés hacia 1524, dando inicio a un proceso irreversible que iba a enterrar Tenochtitlán para construir sobre sus ruinas los cimientos de la capital de la Nueva España. Casi 500 años después, las calles empedradas del centro histórico se han convertido en un fiel reflejo de la sociedad mestiza que es el México actual, un lugar donde se mezclan iglesias, edificios coloniales, puestos de comida, grandes mercados y donde asoman algunos vestigios de la antigua capital azteca que el Programa de Arqueología Urbana (PAU) se ha encargado de rescatar.
El primer gran hallazgo se dio el 21 de febrero de 1978, cuando un grupo de arqueólogos encontró los restos del Templo Mayor, el principal centro ceremonial de los mexicas. En este imponente edificio, de 45 metros de altura sobre una base cuadrangular de 400 metros por lado, tenían lugar los acontecimientos más importantes de la vida política, económica y religiosa del Imperio. Actualmente, este recinto es uno de los mejor conservados y cuenta con su propio museo, pero no es el único. En total, los expertos estiman que el recinto sagrado de los mexicas estaba formado por 78 edificaciones, la mayoría fueron destruidas o quedaron sepultadas por el paso del tiempo, pero muchas otras se resisten a desaparecer en el olvido.
«El recinto sagrado de Tenochtitlán era un espacio cuadrangular de 500 metros por lado. La ciudad era mucho mayor, esto sólo era el centro», explica Raúl Barrera, supervisor del PAU y director del Programa de Ventanas Arqueológicas. Este veterano arqueólogo lidera desde el año 2007 un equipo encargado de rescatar los tesoros ocultos bajo el subsuelo del recinto sagrado. Hasta la fecha han logrado habilitar un total de 42 ventanas para que, desde la misma calle, los transeúntes puedan asomarse a la antigua capital azteca. «La idea es que lo que rescatemos no se quede solo en museos, sino que conviva con la ciudad actual, que el pasado pueda convivir con el presente», explica Barrera.
El centro histórico de Ciudad de México está considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad y cualquier movimiento bajo tierra, como reparación de cañerías, obras públicas o reforma de edificios, debe ser notificada ante el Instituto Nacional de Historia y Arqueología. Es en ese momento cuando Barrera y su equipo entran en acción, cualquier excusa es buena para tratar de desenterrar tesoros de la vieja Tenochtitlán. Las obras de ampliación del Centro Cultural de España, situado a espaldas de la Catedral Metropolitana, permitieron encontrar en el año 2006, los restos de Calmécac, una escuela donde estudiaban los hijos de los nobles mexicas y los futuros dirigentes del gran imperio.
Bajo los cimientos del edificio Nacional Monte de Piedad, los arqueólogos han encontrado un lugar de especial valor simbólico: el Palacio de Axayácatl, donde los españoles fueron alojados a su llegada a Tenochtitlán. En ese mismo lugar fue hecho prisionero y falleció Moctezuma, el gran líder mexica. Años más tarde, Hernán Cortés mandó construir ahí su propia casa que, a la postre, se convertiría en la sede del primer Cabildo de la Nueva España. Entre otros descubrimientos, los arqueólogos del PAU también han sacado a la luz el Templo de Ehécatl, dios del viento, y la cabecera de la cancha de Juego de Pelota, el mortal deporte que practicaban los mexicas.
En total han sido intervenidos 16 inmuebles en el centro histórico, aunque pocos hallazgos han despertado tanto interés como el Huey Tzompantli, una monumental ofrenda dedicada a Huitzilopochtli, el dios de la guerra. Según los últimos estudios, esta temible estructura estaba compuesta por una plataforma de 36 metros de longitud, sobre la cual se erigían postes con travesaños donde se clavaban las calaveras de los sacrificados. Los postes estaban a su vez flanqueados por dos columnas circulares, de cuatro metros de altura, compuestas por cientos de calaveras. Hasta la fecha se han identificado más de 600, pero se sospecha que hay muchas más. Los arqueólogos continúan trabajando en este espacio que no está abierto al público, pero cuyas puertas abre Barrera a este diario.
Según explica el arqueólogo, la gran mayoría de las calaveras pertenecen a hombres y mujeres de entre 20 y 35 años, «probablemente enemigos capturados o personas que se preparaban toda su vida para ello». También se han encontrado varios menores de edad, una práctica que habla sobre la brutalidad de estos rituales que no son exclusivos de los mexicas. «En Mesoamérica era una práctica muy común, diferentes sociedades recurrieron a los sacrificios por distintas razones, en el caso de los mexicas era una cuestión religiosa, creían que los dioses podían morir y había que alimentarlos para que continuase el ciclo de la vida», apunta Barrera.
El análisis de los cráneos en laboratorio ha permitido conocer mejor la realidad de los sacrificados. «Eran personas muy sanas, tenían muy pocas enfermedades», explica el arqueólogo, quien además lamenta que «muy probablemente», esta columna de cráneos no podrá ser visitada en las mismas condiciones que nos la enseña «por los riesgos que implica para la conservación».
Hasta el momento se ha encontrado una de las dos columnas del recinto, la otra sospechan que se encuentra debajo del jardín de la Catedral. Uno de los conquistadores que acompañó a Hernán Cortés, Andrés de Tapia, estimó el número de calaveras en 136.000 «sin las de las torres».
La tarea del PAU es inmensa, pero Barrera no se desanima y se muestra entusiasmado por «terminar de componer este rompecabezas». En su apogeo, Tenochtitlán fue la ciudad más grande del mundo, con una población estimada de 200.000 personas. Estaba rodeada de volcanes y erigida en medio de un gran lago, lo que le valió el apelativo de la Venecia del Nuevo Mundo. Los cronistas españoles decían que era «más grande que Roma o Sevilla» y estimaron que su plaza central era «dos veces más grande que la de Salamanca». Los conquistadores drenaron el lago y transformaron por completo una ciudad que, 500 años después, se ha convertido en una jungla de asfalto donde viven 22 millones de personas que, gracias a la labor de los arqueólogos, pueden asomarse a su pasado prehispánico.
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Chichén Itzá: Un nuevo estudio revela cómo los mayas sacrificaban niños hace 600 años
Hace más de 600 años, 64 niños fueron sacrificados a los dioses en la antigua Chichén Itzá, una impresionante ciudad precolombina maya ubicada en la península de Yucatán, al sur del actual México
Aunque hoy en día nos parece una forma terrible de morir, el análisis paleogenético de sus huesos proporciona valiosa información sobre una de las culturas más fascinantes y enigmáticas de América, según una investigación publicada en Nature.
Se cree que el códice maya de Dresde (siglos XI-XII) fue enviado por Hernán Cortés a Europa en 1519 como homenaje al rey Carlos I de España.
En 1517, el explorador Francisco Hernández de Córdoba descubrió la península de Yucatán, habitada por los mayas. Esta sociedad destacaba por su monumental arquitectura, profundos conocimientos de astronomía y matemáticas, y un complejo sistema de escritura. Los europeos recién llegados se sorprendieron especialmente por los rituales practicados por los nativos, incomprensibles para la mentalidad europea del siglo XVI. Entre las ciudades mayas, sobresale la sagrada Chichén Itzá, construida entre los años 800 y 1100 de nuestra era y situada en el actual estado de Yucatán.
En el norte de Chichén Itzá se encuentra el emblemático templo de Kukulkán, cercano al cenote sagrado, un sumidero que contiene los restos de más de 200 individuos, la mayoría de ellos niños sacrificados a sus deidades.
El estudio de los restos de 64 de estos menores ofrece una ventana a la comprensión de la mitología maya, así como a sus vínculos genéticos, su dieta y el origen de los individuos sacrificados. También permite explorar las consecuencias demográficas y epidemiológicas que tuvo el contacto con los europeos en esta mítica cultura mesoamericana.
Sacrificios y Gemelos
Hasta ahora, se pensaba que las inmolaciones mayas incluían tanto a mujeres como a varones, pero los análisis paleogenómicos actuales contradicen esta creencia: todos los 64 niños estudiados eran varones. Además, entre ellos había nueve parejas de hermanos, dos de las cuales eran gemelos idénticos. Estos resultados confirman la preferencia ritual de los mayas por sacrificar varones seleccionados por su parentesco biológico. La presencia de gemelos refleja la importancia ritual de estos en la cultura maya. En el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, se narra el sacrificio de dos gemelos al inframundo, donde habitaban los dioses de la enfermedad y la muerte.
El cenote sagrado de Chichén Itzá podría simbolizar el inframundo y los gemelos sacrificados evocarían a estos dioses.
Vida Cotidiana de las Víctimas
Se ha determinado que la dieta de los niños sacrificados se basaba en el maíz, complementada con animales terrestres y acuáticos. Las variaciones en la dieta sugieren que procedían de comunidades cercanas, aunque algunos podrían haber venido del centro de México o lugares tan lejanos como Honduras. La similitud en la dieta de los niños emparentados indica que fueron criados en una red familiar que les proporcionaba los mismos cuidados.
Además, los que estaban estrechamente relacionados murieron a edades similares, lo que sugiere que pudieron ser sacrificados en el mismo evento.
Continuidad Genética y Efectos del Contacto Europeo
El estudio revela que, a pesar de los cambios culturales y demográficos en los últimos 500 años, existe una continuidad genética entre los antiguos y actuales mayas. Sin embargo, también se observan genes europeos y africanos en la población maya actual, un 7 % y 0,03 % respectivamente. Este mestizaje se realizó preferentemente entre varones extranjeros y mujeres autóctonas. Las guerras, hambrunas y epidemias relacionadas con el contacto con los europeos causaron una drástica disminución de la población maya, que pasó de unos 20 millones en el momento del contacto a 2 millones a finales del siglo XVI, una disminución del 90 % en menos de un siglo.
Adaptación y Supervivencia
El contacto con los conquistadores también tuvo otras consecuencias indirectas significativas. La población maya actual ha desarrollado genes relacionados con el metabolismo de los lípidos y la fertilidad, como reacción a las hambrunas y restricciones desde la época colonial. Además, se ha detectado una selección a favor de genes del sistema inmune que protegen contra enfermedades infecciosas, como la Salmonella enterica, causante de la epidemia de cocoliztli que devastó Mesoamérica en 1545.
Este estudio, publicado en Nature, demuestra cómo las técnicas de investigación antropológica actuales son útiles no solo para estudiar la biología de las poblaciones del pasado, sino también para reconstruir e interpretar su cultura.
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Aunque hoy en día nos parece una forma terrible de morir, el análisis paleogenético de sus huesos proporciona valiosa información sobre una de las culturas más fascinantes y enigmáticas de América, según una investigación publicada en Nature.
Se cree que el códice maya de Dresde (siglos XI-XII) fue enviado por Hernán Cortés a Europa en 1519 como homenaje al rey Carlos I de España.
En 1517, el explorador Francisco Hernández de Córdoba descubrió la península de Yucatán, habitada por los mayas. Esta sociedad destacaba por su monumental arquitectura, profundos conocimientos de astronomía y matemáticas, y un complejo sistema de escritura. Los europeos recién llegados se sorprendieron especialmente por los rituales practicados por los nativos, incomprensibles para la mentalidad europea del siglo XVI. Entre las ciudades mayas, sobresale la sagrada Chichén Itzá, construida entre los años 800 y 1100 de nuestra era y situada en el actual estado de Yucatán.
En el norte de Chichén Itzá se encuentra el emblemático templo de Kukulkán, cercano al cenote sagrado, un sumidero que contiene los restos de más de 200 individuos, la mayoría de ellos niños sacrificados a sus deidades.
El estudio de los restos de 64 de estos menores ofrece una ventana a la comprensión de la mitología maya, así como a sus vínculos genéticos, su dieta y el origen de los individuos sacrificados. También permite explorar las consecuencias demográficas y epidemiológicas que tuvo el contacto con los europeos en esta mítica cultura mesoamericana.
Sacrificios y Gemelos
Hasta ahora, se pensaba que las inmolaciones mayas incluían tanto a mujeres como a varones, pero los análisis paleogenómicos actuales contradicen esta creencia: todos los 64 niños estudiados eran varones. Además, entre ellos había nueve parejas de hermanos, dos de las cuales eran gemelos idénticos. Estos resultados confirman la preferencia ritual de los mayas por sacrificar varones seleccionados por su parentesco biológico. La presencia de gemelos refleja la importancia ritual de estos en la cultura maya. En el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, se narra el sacrificio de dos gemelos al inframundo, donde habitaban los dioses de la enfermedad y la muerte.
El cenote sagrado de Chichén Itzá podría simbolizar el inframundo y los gemelos sacrificados evocarían a estos dioses.
Vida Cotidiana de las Víctimas
Se ha determinado que la dieta de los niños sacrificados se basaba en el maíz, complementada con animales terrestres y acuáticos. Las variaciones en la dieta sugieren que procedían de comunidades cercanas, aunque algunos podrían haber venido del centro de México o lugares tan lejanos como Honduras. La similitud en la dieta de los niños emparentados indica que fueron criados en una red familiar que les proporcionaba los mismos cuidados.
Además, los que estaban estrechamente relacionados murieron a edades similares, lo que sugiere que pudieron ser sacrificados en el mismo evento.
Continuidad Genética y Efectos del Contacto Europeo
El estudio revela que, a pesar de los cambios culturales y demográficos en los últimos 500 años, existe una continuidad genética entre los antiguos y actuales mayas. Sin embargo, también se observan genes europeos y africanos en la población maya actual, un 7 % y 0,03 % respectivamente. Este mestizaje se realizó preferentemente entre varones extranjeros y mujeres autóctonas. Las guerras, hambrunas y epidemias relacionadas con el contacto con los europeos causaron una drástica disminución de la población maya, que pasó de unos 20 millones en el momento del contacto a 2 millones a finales del siglo XVI, una disminución del 90 % en menos de un siglo.
Adaptación y Supervivencia
El contacto con los conquistadores también tuvo otras consecuencias indirectas significativas. La población maya actual ha desarrollado genes relacionados con el metabolismo de los lípidos y la fertilidad, como reacción a las hambrunas y restricciones desde la época colonial. Además, se ha detectado una selección a favor de genes del sistema inmune que protegen contra enfermedades infecciosas, como la Salmonella enterica, causante de la epidemia de cocoliztli que devastó Mesoamérica en 1545.
Este estudio, publicado en Nature, demuestra cómo las técnicas de investigación antropológica actuales son útiles no solo para estudiar la biología de las poblaciones del pasado, sino también para reconstruir e interpretar su cultura.
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