la característica que le hace especial a la Iglesia de la Isla Kizhi.

Ubicada en la región de Karelia a 350 kilómetros al noreste desde San Petersburgo, forma parte del Museo-Reserva Kizhi y desde 1990 ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El conjunto arquitectónico ha recibido reconocimiento internacional porque se lo considera único por 3 criterios a la vez: como una obra maestra del genio creativo humano, una estructura en armonía con el paisaje circundante y el pináculo de las habilidades de carpintería.

Hay muchas leyendas que envuelven de encanto la Iglesia de la Isla Kizhi. Una dice que el propio zar Pedro I el Grande visitó Kizhi antes de la construcción del templo y al enterarse de las intenciones de erigir esta gran iglesia de madera, prometió enviar clavos y al parecer habría olvidado su promesa, por lo que los artesanos tuvieron que construir el templo sin clavos (hay unos pocos, sólo en sus cúpulas).

Tiene una altura desde la base hasta la cruz de la cabecera central de 37 metros, su planta es de 20,6 × 29 metros, tiene 8 niveles.

Está coronada con 22 preciosas cúpulas, en una especie de “patrón rítmico” que le otorgan una apariencia sublime.

En su interior hay un fabuloso iconostasio tallado en oro, de 7 metros de alto y 23,5 metros de largo, que se exhibe desde 2019 y después de 40 años de almacenamiento en el Museo-Reserva.

El toque de las campanas se prohibió desde 1929 y solo en 1989, las 12 campanas sonaron nuevamente: 9 viejas y 3 nuevas.

Estuvo cerrada por 4 décadas hasta este 2020.

Más información: es.m.wikipedia.org