Políticos, sindicalistas, periodistas y jueces, los cuatro grandes fracasos de España
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Políticos, sindicalistas, periodistas y jueces, los cuatro grandes fracasos de España
Los políticos, los sindicalistas, los periodistas y los jueces son los cuatro grandes culpables del fracaso español y los profesionales más despreciados por la sociedad, en la que el quinto gran culpable es la misma ciudadanía, integrada mayoritariamente por borregos sometidos que apoyan el sistema con su sometimiento y con sus votos ante las urnas, vergonzosamente permisivos e incapaces de poner freno a los abusos, desmanes e injusticias de su lamentable clase dirigente. Las encuestas reflejan en España, con meridiana claridad, el profundo desprecio ciudadano a esos grupos y profesionales, convertidos en los grandes pilares del actual desastre de España, un país de desempleados, pobres, fracasados, con sus valores en quiebra y poblado de gente triste, confusa y sin esperanza.
Los políticos españoles son culpables por corruptos, embaucadores y fracasados. Son los principales culpables porque acumulan mas poder y responsabilidad que ningún otro sector de la sociedad, controlando las leyes, la fuerza, el presupuesto y los poderosos recursos del Estado. A pesar de todo, no han sido capaces de solucionar los grandes problemas del país y muchas veces los han agrandado con sus errores y debilidades, olvidando que han sido elegidos, situados en la cúspide de la sociedad y rodeados de privilegios no para que tomen decisiones, sino para que acierten y aporten soluciones.
Los sindicalistas son también culpables del desastre español por renunciar a su función reguladora en las relaciones laborales y por haberse convertidos en vagos y maleantes subvencionados. Han abandonado a los trabajadores y se han integrado en el poder establecido, formando un bloque compacto con los políticos, especialmente con los de izquierda, repartiéndose privilegios y ventajas y comulgando con desmanes, abusos, corrupciones y traiciones.
Los periodistas se han convertido en los grandes cómplices del poder abusivo, corrupto y antidemocrático que está destrozando España, tras haber asesinado su propia independencia y, subyugados por el poder y sus ventajas, han renunciado a la verdad y a la fiscalización de los poderosos, incorporándose, vergonzosamente, a los dispositivos de propaganda y mentira del sistema. Han abandonado al pueblo a su suerte y han convertido la democracia en una orgía de poderosos sin control, sin crítica y sin vigilancia. Impregnados de ignominia y oprobio, la mayoría de los periodistas españoles, de un modo u otro, directa o indirectamente, se han vendido al poder y han fracasado, convirtiéndose, ante los ojos de los ciudadanos, en traidores y colaboracionistas que deberán ser castigados cuando España consiga ser un país democrático..
Los Jueces, igualmente sometidos al poder político, se han dejado dominar y controlar sin ofrecer resistencia, acabando con la independencia judicial y con la Justicia misma en un país que, por la densidad de delincuentes con poder, necesitaba, urgente e intensamente, de sus servicios. Son culpables, sobre todo, de cobardía y se han convertido en el pilar principal de la indecencia y la ignominia que campean por España, donde los poderosos, especialmente los políticos, saquean y delinquen con una intolerable impunidad práctica. La cobardía de los jueces ha convertido la democracia en una pantomima y ha permitido que la ley sea desigual y rastrera, dura para los pobres, blanda para los ricos e invisible para los poderosos.
Políticos, sindicalistas, periodistas y jueces son cuatro sectores tan intensamente contaminados que han perdido el norte y hasta ignoran su misión y lugar en la democracia. Para que España se regenere y sea un país democrático y decente, donde la prioridad sea el bien común y no el beneficio de los poderosos y el interés de los grandes partidos políticos, las cuatro profesiones contaminadas deben refundarse y regenerarse de manera especial, con una reeducación profunda de sus miembros, que deberán aprender cosas tan elementales como que el poder, en democracia, reside en el pueblo, que el ciudadano es el soberano del sistema, que la democracia es el reino de la verdad y de la luz, que el bien común debe presidir todos los procesos de toma de decisiones, que los poderes básicos del Estado deben ser independientementes, que los seres humanos nacen iguales y que la justicia, la libertad y la decencia son los valores supremos del sistema.
Sigo a la espera de un gobierno justo.
Los políticos españoles son culpables por corruptos, embaucadores y fracasados. Son los principales culpables porque acumulan mas poder y responsabilidad que ningún otro sector de la sociedad, controlando las leyes, la fuerza, el presupuesto y los poderosos recursos del Estado. A pesar de todo, no han sido capaces de solucionar los grandes problemas del país y muchas veces los han agrandado con sus errores y debilidades, olvidando que han sido elegidos, situados en la cúspide de la sociedad y rodeados de privilegios no para que tomen decisiones, sino para que acierten y aporten soluciones.
Los sindicalistas son también culpables del desastre español por renunciar a su función reguladora en las relaciones laborales y por haberse convertidos en vagos y maleantes subvencionados. Han abandonado a los trabajadores y se han integrado en el poder establecido, formando un bloque compacto con los políticos, especialmente con los de izquierda, repartiéndose privilegios y ventajas y comulgando con desmanes, abusos, corrupciones y traiciones.
Los periodistas se han convertido en los grandes cómplices del poder abusivo, corrupto y antidemocrático que está destrozando España, tras haber asesinado su propia independencia y, subyugados por el poder y sus ventajas, han renunciado a la verdad y a la fiscalización de los poderosos, incorporándose, vergonzosamente, a los dispositivos de propaganda y mentira del sistema. Han abandonado al pueblo a su suerte y han convertido la democracia en una orgía de poderosos sin control, sin crítica y sin vigilancia. Impregnados de ignominia y oprobio, la mayoría de los periodistas españoles, de un modo u otro, directa o indirectamente, se han vendido al poder y han fracasado, convirtiéndose, ante los ojos de los ciudadanos, en traidores y colaboracionistas que deberán ser castigados cuando España consiga ser un país democrático..
Los Jueces, igualmente sometidos al poder político, se han dejado dominar y controlar sin ofrecer resistencia, acabando con la independencia judicial y con la Justicia misma en un país que, por la densidad de delincuentes con poder, necesitaba, urgente e intensamente, de sus servicios. Son culpables, sobre todo, de cobardía y se han convertido en el pilar principal de la indecencia y la ignominia que campean por España, donde los poderosos, especialmente los políticos, saquean y delinquen con una intolerable impunidad práctica. La cobardía de los jueces ha convertido la democracia en una pantomima y ha permitido que la ley sea desigual y rastrera, dura para los pobres, blanda para los ricos e invisible para los poderosos.
Políticos, sindicalistas, periodistas y jueces son cuatro sectores tan intensamente contaminados que han perdido el norte y hasta ignoran su misión y lugar en la democracia. Para que España se regenere y sea un país democrático y decente, donde la prioridad sea el bien común y no el beneficio de los poderosos y el interés de los grandes partidos políticos, las cuatro profesiones contaminadas deben refundarse y regenerarse de manera especial, con una reeducación profunda de sus miembros, que deberán aprender cosas tan elementales como que el poder, en democracia, reside en el pueblo, que el ciudadano es el soberano del sistema, que la democracia es el reino de la verdad y de la luz, que el bien común debe presidir todos los procesos de toma de decisiones, que los poderes básicos del Estado deben ser independientementes, que los seres humanos nacen iguales y que la justicia, la libertad y la decencia son los valores supremos del sistema.
Sigo a la espera de un gobierno justo.
Cybernauta- Co-Administrador
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Los periodistas son los grandes cómplices de los políticos en la destrucción de España
Ayer escuché a Casimiro García Abadillo, director del periódico El Mundo, afirmar en la tertulia de la Primera Cadena que hay que subirle el sueldo a los políticos, mientras que sus compañeros tertulianos apoyaban esa tesis y hasta vinculaban la corrupción que destroza a España a esos bajos sueldos. Estoy indignado y avergonzado de mis colegas, además de convencidos de que los periodistas, después de los políticos, somos los máximos responsables del hundimiento de España por haber contribuido a la confusión y a la perversión de los valores y principios.
Mi primera reacción ha sido dejar de leer "El Mundo", pero después he reflexionado y concluido que hay muchos otros medios en España que son todavía mas esclavos y falsos que ese periódico y que contribuyen mas intensamente al engaño y al oprobio.
¿Cómo se le puede subir el sueldo a los que los ciudadanos rechazan y desprecian en las encuestas porque los consideran los grandes culpables de la ruina y hundimiento de España? En las empresas, cuando un directivo es responsable de pérdidas y retrocesos, se le cesa, pero nunca se le sube el sueldo.
Dicen esos periodistas vendidos al sistema, que defienden en las tertulias posturas admisibles por el poder para seguir cobrando los 1.000 euros mínimos por comparecencia, que subiendo los sueldos se acercarían los mas inteligentes y capaces a la política, olvidando que los partidos políticos, verdaderas organizaciones de mediocres y para mediocres, son los primeros que expulsarían del poder a los mas capaces porque pondrían en evidencia a esos altos dirigentes que, además de ser corruptos e ineficientes, tienden a rodearse de mediocres y sólo valoran la sumisión y la lisonja.
La mayoría de los periodistas con acceso a grandes medios y tribunas de gran audiencia son cómplices de los grandes delitos que están convirtiendo la política española en una pocilga. No defienden la verdad, no informan al ciudadano, no difunden la altísima densidad de la corrupción en España, no condenan el despilfarro, hablan de democracia como si existiera y no sintonizan con el pueblo en sus grandes dramas y demandas, que son el castigo de los políticos corruptos, el fin de la impunidad de la casta política, el aumento de los controles al poder, la defensa de la mas que justa protesta en las calles, el abuso de poder, el mal ejemplo de los que ocupan las mas altas instancias del Estado y el dramático deterioro de la Justicia.
Condenan con frivolidad esperpéntica a los "antisistemas", ignorando que todo español decente es hoy un antisistema, ya que para estar con este sistema es necesario ser casi delincuente y cómplice de los abusos, arbitrariedades y delitos que comete la clase dirigente, todos ellos tolerados y amparados por un sistema deleznable que no tiene nada de democrático.
Ninguno de esos periodistas mas o menos sometidos que pululan como abejorros por las tertulias españolas se atreve a hablar de la gran verdad oculta y prohibida: España no es un país democrático. Y no lo es porque no cumple ni una sola de las condiciones básicas consensuadas por los grandes autores y teóricos mundiales para que exista la democracia: ni existe una ley igual para todos asumida por los ciudadanos; ni los poderes básicos del Estado funcionan con independencia y libertad; ni los partidos y políticos tienen seriamente limitados y controlados sus poderes; ni existe una sociedad civil fuerte que sirva como contrapeso al poder del Estado; ni las elecciones son realmente libres, ya que no son los ciudadanos sino los partidos los que eligen y elaboran las listas cerradas y bloqueadas, ni existe una Justicia eficaz que sea capaz de castigar a los delincuentes, demasiado impunes si pertenecen a la clase dirigente; ni está garantizada la información veraz al ciudadano y la fiscalización de la política, misiones imprescindibles que la democracia encomienda al periodismo, porque España carece de una prensa democrática y la mayoría de los medios están "comprados" o "sometidos" al poder político.
Mi primera reacción ha sido dejar de leer "El Mundo", pero después he reflexionado y concluido que hay muchos otros medios en España que son todavía mas esclavos y falsos que ese periódico y que contribuyen mas intensamente al engaño y al oprobio.
¿Cómo se le puede subir el sueldo a los que los ciudadanos rechazan y desprecian en las encuestas porque los consideran los grandes culpables de la ruina y hundimiento de España? En las empresas, cuando un directivo es responsable de pérdidas y retrocesos, se le cesa, pero nunca se le sube el sueldo.
Dicen esos periodistas vendidos al sistema, que defienden en las tertulias posturas admisibles por el poder para seguir cobrando los 1.000 euros mínimos por comparecencia, que subiendo los sueldos se acercarían los mas inteligentes y capaces a la política, olvidando que los partidos políticos, verdaderas organizaciones de mediocres y para mediocres, son los primeros que expulsarían del poder a los mas capaces porque pondrían en evidencia a esos altos dirigentes que, además de ser corruptos e ineficientes, tienden a rodearse de mediocres y sólo valoran la sumisión y la lisonja.
La mayoría de los periodistas con acceso a grandes medios y tribunas de gran audiencia son cómplices de los grandes delitos que están convirtiendo la política española en una pocilga. No defienden la verdad, no informan al ciudadano, no difunden la altísima densidad de la corrupción en España, no condenan el despilfarro, hablan de democracia como si existiera y no sintonizan con el pueblo en sus grandes dramas y demandas, que son el castigo de los políticos corruptos, el fin de la impunidad de la casta política, el aumento de los controles al poder, la defensa de la mas que justa protesta en las calles, el abuso de poder, el mal ejemplo de los que ocupan las mas altas instancias del Estado y el dramático deterioro de la Justicia.
Condenan con frivolidad esperpéntica a los "antisistemas", ignorando que todo español decente es hoy un antisistema, ya que para estar con este sistema es necesario ser casi delincuente y cómplice de los abusos, arbitrariedades y delitos que comete la clase dirigente, todos ellos tolerados y amparados por un sistema deleznable que no tiene nada de democrático.
Ninguno de esos periodistas mas o menos sometidos que pululan como abejorros por las tertulias españolas se atreve a hablar de la gran verdad oculta y prohibida: España no es un país democrático. Y no lo es porque no cumple ni una sola de las condiciones básicas consensuadas por los grandes autores y teóricos mundiales para que exista la democracia: ni existe una ley igual para todos asumida por los ciudadanos; ni los poderes básicos del Estado funcionan con independencia y libertad; ni los partidos y políticos tienen seriamente limitados y controlados sus poderes; ni existe una sociedad civil fuerte que sirva como contrapeso al poder del Estado; ni las elecciones son realmente libres, ya que no son los ciudadanos sino los partidos los que eligen y elaboran las listas cerradas y bloqueadas, ni existe una Justicia eficaz que sea capaz de castigar a los delincuentes, demasiado impunes si pertenecen a la clase dirigente; ni está garantizada la información veraz al ciudadano y la fiscalización de la política, misiones imprescindibles que la democracia encomienda al periodismo, porque España carece de una prensa democrática y la mayoría de los medios están "comprados" o "sometidos" al poder político.
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