El coche 'made in Spain' que fue un rotundo éxito y ahora cumple 40 años

Supuso un gran avance en materia de diseño y materiales, y estuvo 12 años en el mercado con más de 2,3 millones de unidades vendidas en todo el mundo

Hace 40 años (el 23 de septiembre de 1982), quienes pasaban por el Campo de Marte parisino se encontraron con una multitud que contemplaba a cierta distancia la Torre Eiffel. Lo que llamaba la atención de quienes allí estaban no era el popular monumento, sino una enorme caja de madera que estaba siendo descendida desde la primera planta de la torre y que fue posada con delicadeza en el suelo.



En su interior había un Citroën BX, que al ser extraído de su almacenaje se acompañó de un gran espectáculo de fuegos artificiales. Quienes allí estuvieron debieron sentir una especie de salto en el tiempo, ya que el coche era mucho más moderno que el GSA al que sustituía. Pero seguro que pocos apostaban por que el coche se mantuviera en el mercado hasta junio de 1994, cuando cesó la producción en Rennes La Janais (Francia) y Vigo con un total de 2.337.016 unidades fabricadas.

Debía ser muy ligero

El germen del BX apareció en 1978 y se llamaba XB (un nombre en clave que luego cambió sus letras). Según pedían los responsables de la marca, el nuevo modelo tenía que ser moderno, no convencional y con énfasis en la innovación. Además, tenía que ser muy ligero y debía contar con suspensión hidroneumática.



El diseño se encargó a Marcello Gandini, que trabajaba en Bertone y por entonces ya era una leyenda al haber creado los Lamborghini Miura y Countach, además del Lancia Stratos entre otros muchos modelos. Y Gandini creó unas premisas: hacer un coche original, que pareciera robusto pero sin excentricidades y con un cuadro de instrumentos casi futurista inspirado en el del CX.

Materiales compuestos

El centro técnico de la marca tuvo que invertir mucho dinero en CAD (diseño asistido por ordenador), lo que al final acortaría los tiempos necesarios para su desarrollo. Gracias a ello se consiguió además ajustar el coeficiente aerodinámico en 0,34. Pero igual de revolucionario fue que ya entonces (hablamos de hace 40 años) se utilizaran materiales compuestos en los parachoques, el portón (de fibra de vidrio de poliéster inyectado), el capó (de fibra de vidrio de poliéster comprimido) e incluso las aletas.



Como consecuencia de ello, el BX presumiría de un peso de solo 885 kg en su versión más ligera, un peso que hoy no podríamos ni imaginar en una berlina de cinco puertas de este tamaño (4,23 metros de largo), ya que hoy las necesidades de equipamiento en materia de entretenimiento y seguridad son muy numerosas.

Bien equipado

Aun así, el BX venía con importantes novedades en cuanto a su dotación, siempre según versiones. Podía incorporar techo corredizo, aire acondicionado, cuadro de relojes digital, tapicería de terciopelo, llantas de aleación, reloj digital y ordenador de a bordo.


En cuanto a motores, salió al mercado con dos 1.4 de gasolina, uno con 62 CV y otro con 72 CV, y con un 1.6 de 90 CV. Pero hubo versiones más potentes con los años. De hecho, el BX fue el primer coche francés de gran producción con culata de 16 válvulas, como también fue el primer modelo francés en ofrecer una variante diésel automática.

En 1985 llega el familiar

El BX recibió en 1987 una versión familiar que añadía 17 cm más de longitud (4,40 metros) y en 1987 suavizó sus líneas no solo por fuera, sino también por dentro, donde incorporaba un salpicadero sin tantas aristas.


Y aunque entre las versiones de catálogo el tope de gama fue una variante GTI 16v con 160 CV (motor que también se montaría en los ZX y Xsara), el verdadero 'unicornio' fue el que bautizaron como BX 4TC: un modelo del que solo se fabricaron 200 unidades para homologar el coche de carreras con el que Citroën correría en el Mundial de Rallyes.

La trayectoria de este coche de competición, con 200 CV y tracción total, no fue exitosa, pero no importa; las versiones de calle ya se encargaron de encumbrar a esta berlina de Citroën.

Recuerdos de ayer.