Qué tipo de árbol de Navidad es más ecológico ¿el natural o el de plástico?
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Re: Qué tipo de árbol de Navidad es más ecológico ¿el natural o el de plástico?
Los árboles de Navidad de venta controlada no se ‘arrancan’ del bosque, sino que son cultivados como cualquier otro producto forestal (álamos, chopos, pinos, etc.). Por eso, su compra no contribuye a la deforestación
Es uno de los temas de debate más recurridos en las tertulias familiares de las comidas navideñas, cuando el ‘cuñao’ de turno señala al árbol de Navidad que hemos puesto en casa y pregunta con tono inquiriente: "¿Por qué compráis cada año un abeto natural en lugar de tener uno de plástico de quita y pon? ¿No es eso más ecológico?". Y la respuesta es no.
Los abetos navideños certificados que se comercializan en centros de jardinería y mercados de Adviento son un producto forestal de cultivo controlado, por lo que al comprarlos no estamos provocando la deforestación de los bosques ni estamos contribuyendo al cambio climático. Todo lo contrario.
Se cultivan en terrenos forestales de zonas de montaña, favoreciendo la economía rural y contribuyendo a la biodiversidad
Los árboles de producción controlada que se cultivan y venden en nuestro país llevan una etiqueta en la punta del tallo que garantiza que proceden de plantaciones forestales renovables, en las que cada vez que se corta un árbol se planta otro.
Cultivo controlado
En realidad, se trata de un tipo de cultivo como cualquier otro, solo que relacionado con el sector forestal en lugar de con el agrícola. Incluso más sostenible, pues no requiere el uso de los agroquímicos que se emplean en la agricultura intensiva ni precisa agua de riego. Además, en el caso de los abetos navideños, no dañan el suelo que ocupan ni afectan a los ecosistemas naturales, como ocurre con otro tipo de especies silvícolas como el eucaliptus
El cultivo y producción de árboles de Navidad es una importante fuente de ingresos en amplias áreas rurales de Cataluña, Navarra y País Vasco, donde en los días previos a las fiestas se comercializan alrededor de tres millones de árboles, que, pese a ser muchos, representan menos de la mitad de nuestra producción nacional.
La mayor parte de los abetos que se cultivan en nuestras montañas van a exportación, especialmente a países como Alemania o Italia, donde tienen una gran aceptación por su excelente calidad. Las dos especies que más se cultivan son el abeto rojo ('Picea excelsea') y el abeto del Cáucaso ('Abies nordmanniana')
El cultivo legal de árboles de Navidad en las explotaciones forestales es un ejemplo de economía circular, pues, mientras los abetos están en el monte, conforman el paisaje, actúan como sumideros de CO₂ y cobijan una rica biodiversidad. Además, cada hectárea de plantación produce diariamente el oxígeno que consumen hasta 40 personas.
En cambio, los árboles artificiales de plástico conllevan el uso de recursos limitados no renovables y su fabricación comporta un elevado gasto de energía y la generación de residuos. Además, cuando se desechan, no son biodegradables, a diferencia de los naturales.
Por todo ello, para contribuir al empleo rural y al reto demográfico de detener el abandono del campo, y para favorecer la actividad forestal en nuestras montañas y evitar la contaminación generada por la producción y los residuos de plástico, es mejor optar por el árbol natural de cultivo controlado, tal y como vienen recomendando desde hace años los propios ingenieros de Montes.
Respecto a si es mejor comprarlo vivo para poder trasplantarlo, aunque hay centros de jardinería que ofrecen recompensas a quienes lo devuelven vivo, lo cierto es que no vale la pena empeñarse en que aguante con vida en el salón de casa, atravesado de luces, en un ambiente cerrado y recalentado. El 90% de los árboles navideños no sobreviven a estas fechas aunque se adquieran con raíces en tiesto. Además, su replantación incontrolada puede generar problemas en el ecosistema de acogida al tratarse de una especie alóctona; por eso, en algunas comunidades está incluso prohibido.
Por el contrario, si al pasar las fiestas son depositados en los puntos de recogida que se habilitan en las ciudades y pueblos, pueden convertirse en abono ecológico, en cobertura vegetal o incluso en 'pellets' de biomasa para calefacción.
El ejemplo de la tradición nórdica
La tradición del árbol de Navidad procede de los países nórdicos, donde los bosques de abetos y abedules son un símbolo natural y el árbol representa mucho más que un elemento del paisaje: constituye una auténtica seña de identidad cultural para las comunidades que los albergan.
Por eso, una opción a la compra del abeto consiste en imitar lo que hacen en muchas ciudades escandinavas y centroeuropeas, donde los vecinos engalanan los árboles que tienen a su alrededor, en las calles, las plazas o los parques. Tal vez ese sea un buen ejemplo del verdadero espíritu de la Navidad: celebrar la convivencia y rendir tributo de respeto a la naturaleza.
Es bastante obvio.
Es uno de los temas de debate más recurridos en las tertulias familiares de las comidas navideñas, cuando el ‘cuñao’ de turno señala al árbol de Navidad que hemos puesto en casa y pregunta con tono inquiriente: "¿Por qué compráis cada año un abeto natural en lugar de tener uno de plástico de quita y pon? ¿No es eso más ecológico?". Y la respuesta es no.
Los abetos navideños certificados que se comercializan en centros de jardinería y mercados de Adviento son un producto forestal de cultivo controlado, por lo que al comprarlos no estamos provocando la deforestación de los bosques ni estamos contribuyendo al cambio climático. Todo lo contrario.
Se cultivan en terrenos forestales de zonas de montaña, favoreciendo la economía rural y contribuyendo a la biodiversidad
Los árboles de producción controlada que se cultivan y venden en nuestro país llevan una etiqueta en la punta del tallo que garantiza que proceden de plantaciones forestales renovables, en las que cada vez que se corta un árbol se planta otro.
Cultivo controlado
En realidad, se trata de un tipo de cultivo como cualquier otro, solo que relacionado con el sector forestal en lugar de con el agrícola. Incluso más sostenible, pues no requiere el uso de los agroquímicos que se emplean en la agricultura intensiva ni precisa agua de riego. Además, en el caso de los abetos navideños, no dañan el suelo que ocupan ni afectan a los ecosistemas naturales, como ocurre con otro tipo de especies silvícolas como el eucaliptus
El cultivo y producción de árboles de Navidad es una importante fuente de ingresos en amplias áreas rurales de Cataluña, Navarra y País Vasco, donde en los días previos a las fiestas se comercializan alrededor de tres millones de árboles, que, pese a ser muchos, representan menos de la mitad de nuestra producción nacional.
La mayor parte de los abetos que se cultivan en nuestras montañas van a exportación, especialmente a países como Alemania o Italia, donde tienen una gran aceptación por su excelente calidad. Las dos especies que más se cultivan son el abeto rojo ('Picea excelsea') y el abeto del Cáucaso ('Abies nordmanniana')
El cultivo legal de árboles de Navidad en las explotaciones forestales es un ejemplo de economía circular, pues, mientras los abetos están en el monte, conforman el paisaje, actúan como sumideros de CO₂ y cobijan una rica biodiversidad. Además, cada hectárea de plantación produce diariamente el oxígeno que consumen hasta 40 personas.
En cambio, los árboles artificiales de plástico conllevan el uso de recursos limitados no renovables y su fabricación comporta un elevado gasto de energía y la generación de residuos. Además, cuando se desechan, no son biodegradables, a diferencia de los naturales.
Por todo ello, para contribuir al empleo rural y al reto demográfico de detener el abandono del campo, y para favorecer la actividad forestal en nuestras montañas y evitar la contaminación generada por la producción y los residuos de plástico, es mejor optar por el árbol natural de cultivo controlado, tal y como vienen recomendando desde hace años los propios ingenieros de Montes.
Respecto a si es mejor comprarlo vivo para poder trasplantarlo, aunque hay centros de jardinería que ofrecen recompensas a quienes lo devuelven vivo, lo cierto es que no vale la pena empeñarse en que aguante con vida en el salón de casa, atravesado de luces, en un ambiente cerrado y recalentado. El 90% de los árboles navideños no sobreviven a estas fechas aunque se adquieran con raíces en tiesto. Además, su replantación incontrolada puede generar problemas en el ecosistema de acogida al tratarse de una especie alóctona; por eso, en algunas comunidades está incluso prohibido.
Los restos de los abetos pueden convertirse en biomasa
Por el contrario, si al pasar las fiestas son depositados en los puntos de recogida que se habilitan en las ciudades y pueblos, pueden convertirse en abono ecológico, en cobertura vegetal o incluso en 'pellets' de biomasa para calefacción.
El ejemplo de la tradición nórdica
La tradición del árbol de Navidad procede de los países nórdicos, donde los bosques de abetos y abedules son un símbolo natural y el árbol representa mucho más que un elemento del paisaje: constituye una auténtica seña de identidad cultural para las comunidades que los albergan.
Un árbol decorado de Navidad en una localidad suiza.
Por eso, una opción a la compra del abeto consiste en imitar lo que hacen en muchas ciudades escandinavas y centroeuropeas, donde los vecinos engalanan los árboles que tienen a su alrededor, en las calles, las plazas o los parques. Tal vez ese sea un buen ejemplo del verdadero espíritu de la Navidad: celebrar la convivencia y rendir tributo de respeto a la naturaleza.
Es bastante obvio.
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