Florida celebra con un «viva España» los 450 años de la primera ciudad de EE.UU.
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Florida celebra con un «viva España» los 450 años de la primera ciudad de EE.UU.
Un amplio programa recuerda la fundación de San Agustín por Pedro Menéndez
La ciudad más antigua de Estados Unidos ha abierto al grito de «¡viva España!» los actos de su 450º aniversario. El asturiano Pedro Menéndez de Avilés, uno de los marinos más notables de la historia naval española, surcó el Atlántico en 1565 para fundar en Florida San Agustín, el primer asentamiento europeo en lo que hoy es territorio bajo la bandera de las barras y estrellas. Ahora, cuatro siglos y medio después, la población se viste de gala para conmemorar la efeméride. Y no es sólo una frase hecha.
Una procesión por el centro histórico, encabezada por un actor vestido de Menéndez de Avilés e integrada por más de cien figurantes, abría las celebraciones hace unos días. Desde la calle Córdova, a pocos metros del imponente castillo de San Marcos que los españoles erigieron para defenderse de piratas y tropas inglesas, el colorido desfile pasó al ritmo del tambor entre edificios de inequívoco sabor hispano. Banderas rojigualdas ondeaban desde balcones de estilo asturiano y locales con nombres como el café Mi Casa o del Hidalgo jalonaban el itinerario.
Tras rodear la antigua casa del gobernador de la Florida, Menéndez y su nutrida comitiva desembocaron en el elegante museo Lightner, donde tuvo lugar la gala anual con la que se celebra cada año en este rincón estadounidense el cumpleaños del fundador. En el interior, la crema de la sociedad local, vestida de etiqueta y a casi 200 dólares el cubierto, se daba cita para festejar con una cena los 498 años del nacimiento de Pedro Menéndez, aunque en esta ocasión servía además como pistoletazo de salida para el 450º aniversario. «¡Viva San Agustín! ¡Viva España!», proclamaba el reencarnado fundador.
A la gala asistió, junto con las autoridades locales, una delegación de Avilés, cuna del fundador de San Agustín. Sólo dos días antes, los avilesinos entregaron a su ciudad hermana la réplica en miniatura del galeón San Pelayo, en el que Menéndez llegó a Florida en 1565. La maqueta, realizada en el Museo Marítimo de Asturias, en Luanco, es una fiel reproducción, hecha de forma artesanal pieza a pieza, en la que se han invertido cinco años de trabajo.
La alcaldesa de la localidad asturiana, Pilar Varela, admitió que se trataba de un momento «muy emocionante» que simbolizaba los 450 años de historia compartida entre las dos ciudades y entre EE.UU. y España. La regidora de San Agustín, Nancy Shaver, que agradeció el regalo en castellano, declaró a ABC que esta efeméride debe servir para «contar al mundo» que, décadas antes de la llegada de los ingleses a Norteamérica, los españoles ya habían fundado la primera colonia en este suelo y plantaron las raíces de lo que hoy es la nación estadounidense.
San Agustín es todo un ejemplo de éxito de la Marca España. Rezuma orgullo por su pasado español y, en la actualidad, el turismo basado en su historia es, como señala la alcaldesa, «el motor de su economía». Entre dos y cuatro millones de visitantes acuden aquí cada año buscando los orígenes españoles de los Estados Unidos.
El próximo abril, una delegación de San Agustín devolverá la visita a los asturianos. Entonces le donará un regalo también muy especial: una reproducción, esta vez a tamaño natural, del obelisco existente en una plaza de la ciudad floridana dedicada a la Constitución española de 1812. Se trata del único monumento dedicado a «La Pepa» que se conserva en toda América, testimonio de la época en que los españoles todavía ejercían su dominio en aquella parte de Norteamérica.
Los actos se extenderán a lo largo del resto del año. Ese mismo mes de abril se inaugurará en San Agustín la exposición «Tapiz: los hilos culturales de la primera América», que explicará cómo la combinación de hispanos, africanos y nativos puso los cimientos de la actual cultura estadounidense.
Los principales eventos, no obstante, se reservan para septiembre, cuando se cumplen exactamente los 450 años de la fundación de San Agustín. Entre los días 4 y 8 de ese mes, las calles se llenarán de música, danza y representaciones teatrales con sabor español. Unos días después, se celebrará en esta ciudad la vigésima edición del Foro España-Estados Unidos, para el que se espera la presencia de los Reyes, aún pendiente de confirmación.
Comitiva festiva en San Agustín (Florida) en la celebración dedicada a su fundador, Pedro Menéndez de Avilés
La ciudad más antigua de Estados Unidos ha abierto al grito de «¡viva España!» los actos de su 450º aniversario. El asturiano Pedro Menéndez de Avilés, uno de los marinos más notables de la historia naval española, surcó el Atlántico en 1565 para fundar en Florida San Agustín, el primer asentamiento europeo en lo que hoy es territorio bajo la bandera de las barras y estrellas. Ahora, cuatro siglos y medio después, la población se viste de gala para conmemorar la efeméride. Y no es sólo una frase hecha.
Una procesión por el centro histórico, encabezada por un actor vestido de Menéndez de Avilés e integrada por más de cien figurantes, abría las celebraciones hace unos días. Desde la calle Córdova, a pocos metros del imponente castillo de San Marcos que los españoles erigieron para defenderse de piratas y tropas inglesas, el colorido desfile pasó al ritmo del tambor entre edificios de inequívoco sabor hispano. Banderas rojigualdas ondeaban desde balcones de estilo asturiano y locales con nombres como el café Mi Casa o del Hidalgo jalonaban el itinerario.
Tras rodear la antigua casa del gobernador de la Florida, Menéndez y su nutrida comitiva desembocaron en el elegante museo Lightner, donde tuvo lugar la gala anual con la que se celebra cada año en este rincón estadounidense el cumpleaños del fundador. En el interior, la crema de la sociedad local, vestida de etiqueta y a casi 200 dólares el cubierto, se daba cita para festejar con una cena los 498 años del nacimiento de Pedro Menéndez, aunque en esta ocasión servía además como pistoletazo de salida para el 450º aniversario. «¡Viva San Agustín! ¡Viva España!», proclamaba el reencarnado fundador.
Intercambio de regalos
A la gala asistió, junto con las autoridades locales, una delegación de Avilés, cuna del fundador de San Agustín. Sólo dos días antes, los avilesinos entregaron a su ciudad hermana la réplica en miniatura del galeón San Pelayo, en el que Menéndez llegó a Florida en 1565. La maqueta, realizada en el Museo Marítimo de Asturias, en Luanco, es una fiel reproducción, hecha de forma artesanal pieza a pieza, en la que se han invertido cinco años de trabajo.
La alcaldesa de la localidad asturiana, Pilar Varela, admitió que se trataba de un momento «muy emocionante» que simbolizaba los 450 años de historia compartida entre las dos ciudades y entre EE.UU. y España. La regidora de San Agustín, Nancy Shaver, que agradeció el regalo en castellano, declaró a ABC que esta efeméride debe servir para «contar al mundo» que, décadas antes de la llegada de los ingleses a Norteamérica, los españoles ya habían fundado la primera colonia en este suelo y plantaron las raíces de lo que hoy es la nación estadounidense.
San Agustín es todo un ejemplo de éxito de la Marca España. Rezuma orgullo por su pasado español y, en la actualidad, el turismo basado en su historia es, como señala la alcaldesa, «el motor de su economía». Entre dos y cuatro millones de visitantes acuden aquí cada año buscando los orígenes españoles de los Estados Unidos.
El próximo abril, una delegación de San Agustín devolverá la visita a los asturianos. Entonces le donará un regalo también muy especial: una reproducción, esta vez a tamaño natural, del obelisco existente en una plaza de la ciudad floridana dedicada a la Constitución española de 1812. Se trata del único monumento dedicado a «La Pepa» que se conserva en toda América, testimonio de la época en que los españoles todavía ejercían su dominio en aquella parte de Norteamérica.
Los actos se extenderán a lo largo del resto del año. Ese mismo mes de abril se inaugurará en San Agustín la exposición «Tapiz: los hilos culturales de la primera América», que explicará cómo la combinación de hispanos, africanos y nativos puso los cimientos de la actual cultura estadounidense.
Los principales eventos, no obstante, se reservan para septiembre, cuando se cumplen exactamente los 450 años de la fundación de San Agustín. Entre los días 4 y 8 de ese mes, las calles se llenarán de música, danza y representaciones teatrales con sabor español. Unos días después, se celebrará en esta ciudad la vigésima edición del Foro España-Estados Unidos, para el que se espera la presencia de los Reyes, aún pendiente de confirmación.
La primera cena de acción de gracias, a base de cocido
El origen de las celebraciones del Día de Acción de Gracias se suele situar en la llegada de los peregrinos del Mayflower a Massachusetts en 1620. Sin embargo, 55 años antes ya hubo otra celebración de este tipo.
Pedro Menéndez de Avilés avistó Florida el 28 de agosto de 1565, día de San Agustín de Hipona, y once días después, el 8 de septiembre, bautizó con el nombre de este santo el primer asentamiento europeo en lo que hoy son los Estados Unidos. Ese día, tras improvisar un altar, el padre Francisco López de Mendoza Grajales ofició la primera misa en el ahora territorio estadounidense y a continuación se celebró una cena de acción de gracias, el primer thanks- giving al norte de México. Según se cuenta, por los productos que llevaban los expedicionarios, la cena bien pudo ser un cocido, a base de productos de cerdo y garbanzos, acompañado de galletas y vino.
Más allá de la anécdota, la fundación de San Agustín supuso el inicio del cristianismo en lo que sería EE.UU. Con la creación allí de la misión Nombre de Dios, se emprendió una labor evangelizadora que se extendería hasta las costas del Pacífico, en la actual California. Solo en Florida, llegó a haber más de doscientas misiones durante el periodo español.
Por eso la Iglesia estadounidense también celebra este 450º aniversario. Según el actual director de la misión Nombre de Dios, Eric Johnson, la llegada de Menéndez fue «realmente importante», ya que llevaba órdenes de Felipe II de «establecer misiones para mostrar a Jesucristo al pueblo nativo» y difundir en esta tierra de la palabra de Dios.
Entre otros actos, el 8 de septiembre se prevé una gran misa de acción de gracias en la basílica catedral de San Agustín, a la que acudirá como enviado del Papa el cardenal Sean O’Malley, de Boston.
Por: MANUEL TRILLO.-
Pedro Menéndez de Avilés avistó Florida el 28 de agosto de 1565, día de San Agustín de Hipona, y once días después, el 8 de septiembre, bautizó con el nombre de este santo el primer asentamiento europeo en lo que hoy son los Estados Unidos. Ese día, tras improvisar un altar, el padre Francisco López de Mendoza Grajales ofició la primera misa en el ahora territorio estadounidense y a continuación se celebró una cena de acción de gracias, el primer thanks- giving al norte de México. Según se cuenta, por los productos que llevaban los expedicionarios, la cena bien pudo ser un cocido, a base de productos de cerdo y garbanzos, acompañado de galletas y vino.
Más allá de la anécdota, la fundación de San Agustín supuso el inicio del cristianismo en lo que sería EE.UU. Con la creación allí de la misión Nombre de Dios, se emprendió una labor evangelizadora que se extendería hasta las costas del Pacífico, en la actual California. Solo en Florida, llegó a haber más de doscientas misiones durante el periodo español.
Por eso la Iglesia estadounidense también celebra este 450º aniversario. Según el actual director de la misión Nombre de Dios, Eric Johnson, la llegada de Menéndez fue «realmente importante», ya que llevaba órdenes de Felipe II de «establecer misiones para mostrar a Jesucristo al pueblo nativo» y difundir en esta tierra de la palabra de Dios.
Entre otros actos, el 8 de septiembre se prevé una gran misa de acción de gracias en la basílica catedral de San Agustín, a la que acudirá como enviado del Papa el cardenal Sean O’Malley, de Boston.
Por: MANUEL TRILLO.-
Intentan reventar con acusaciones de «genocidio» el multitudinario 450 aniversario de San Agustín de la Florida
El cardenal O'Malley resalta la labor de quienes fueron a Norteamérica a difundir la Palabra de Jesucristo
MANUEL TRILLO
Miles de personas se echaron este martes a las calles de San Agustín, en Florida, para celebrar que hace 450 años el español Pedro Menéndez de Avilés fundó el primer asentamiento europeo que prosperó en lo que ahora conocemos por los Estados Unidos de América. Pese a que en torno a una veintena de personas trataron de reventar los actos conmemorativos previstos para este «Founder's day» (el Día del Fundador), los habitantes de la ciudad más antigua del país arroparon de forma masiva con entusiasmo y vivas a España tanto la recreación histórica del desembarco de los españoles en 1565 como la procesión por el centro histórico hasta la basílica catedral y la misa con motivo de la efeméride.
La jornada histórica comenzó temprano en San Agustín. Las autoridades locales y, por parte española, el embajador de España en Washington, Ramón Gil-Casares; el cónsul en Miami, Cándido Creis, y la concejal de Cultura de Avilés, Yolanda Fernández, además del cónsul británico en Miami, asistieron en el centro de visitantes de la localidad a la cuenta atrás hasta las ocho de mañana, hora en que la ciudad cumplía oficialmente 450 años de existencia. El director de la entidad organizadora de los actos del aniversario, resaltó que «ninguna otra en Estados Unidos puede decir que tiene 450 años de historia» y recordó el espíritu de concordia con que llegaron los españoles a esta tierra.
Ya en ese primer acto del día, sin embargo, los críticos con la celebración irrumpieron en la estancia y colocaron una pancarta junto al reloj de la cuenta atrás, prácticamente sobre la cabeza del embajador español, que rezaba: «El olvido es parte del genocidio».
A continuación se recreó en el recinto de la misión Nombre de Dios -donde comenzó la evangelización de lo que hoy es Estados Unidos- el momento en que Pedro Menéndez de Avilés puso sus pies en la costa de Florida para fundar San Agustín el 8 de septiembre de 1565.
A bordo de una chalupa elaborada con los métodos de la antigua carpintería de ribera por la Saint Augustine Maritime Heritage Foundation, el actor que reencarnaba al Adelantado de la Florida, Chad Light, desembarcó, besó la cruz que le ofreció un sacerdote y revivió el momento en que el marino fundó la ciudad en nombre del rey de España.
En esta ocasión, diversas personas trataron de bloquear el paso de la chalupa con piragüas y balsas neumáticas, al tiempo que protestaban a gritos contra lo que consideraban apoyo al «genocidio», obligando a la guardia costera a proteger la embarcación. Además, en tierra al menos dos mujeres que se encontraban entre el público fueron desalojadas por agentes policiales al entender que trataban de entorpecer el desarrollo del evento. Poco antes, Steven T. Newcomb, un activista shawnee, denunciaba que los españoles «destruyeron tierras, recursos y lenguas» sin «devolver nada».
En todo caso, la gran mayoría de los asistentes ahogó el intento de torpedear las celebraciones con aplausos y expresiones de apoyo a Menéndez y a España.
La fiesta se trasladó luego al casco histórico en un desfile de dos kilómetros por las calles de la ciudad en el que, siguiendo a Menéndez de Avilés, participaron decenas de personas ataviadas como en el siglo XVI. Durante la procesión se sucedieron los aplausos del público y los gritos de «viva España», mientras en los balcones colgaban banderas rojas y amarillas en homenaje a la nación donde San Agustín -y por tanto Estados Unidos- hunde sus raíces.
En la catedral basílica se celebró una misa solemne con motivo del 450 aniversario que ofició el cardenal de Boston Seán Patrick O'Malley y que fue televisada en directo para todo el noreste del estado de Florida y parte del sur de Georgia.
Miles de fieles abarrotaron el templo y muchos de ellos, sin sitio en el interior, tuvieron que seguir la eucaristía desde una pantalla gigante que se instaló fuera. La misa, que se prolongó durante hora y media, fue celebrada en parte en español.
En su homilía, el cardenal O'Malley empezó señalando que le enviaba el Papa porque «hace 450 años la Palabra de Jesucristo llegó a estas costas». Según dijo, con esta misa se recordaba a aquellos que fueron «al fin del mundo a proclamar la Buena Nueva y bautizar a nuevos hermanos y hermanas», así como a «los mártires de Florida que dieron su vida por la misión que Cristo y la Iglesia les encomendó».
Poco después, en una rueda de prensa, el obispo de la diócesis de San Agustín, Felipe de Jesús Estévez, admitió que, pese a que «el encuentro entre españoles y nativos no era fácil», en sus comienzos fue «un modelo de armonía», si bien luego hubo «encontronazos desfavorables».
El embajador español, «emocionado»
Pese a los intentos de boicot, el embajador español resaltó para ABC que había sido «una experiencia muy emocionante aterrizar y ver toda la ciudad llena de banderas españolas» y que en ella están «orgullosísimos de su pasado español y de ser la primera ciudad del país». Recordó, en este sentido, que cuando nació Jamestown -la primera colonia inglesa en Norteamérica, fundada en Virginia en 1607-, «en San Agustín ya estaban renovando la ciudad».
Entre los asistentes a los actos de este martes se encontraba Álvaro Armada, conde de Güemes y descendiente de la familia de Pedro Menéndez, que reivindicó «el origen español de Estados Unidos», así como la figura del navegante asturiano, al que calificó de «héroe, padre de la patria y fundador» de esta nación norteamericana.
Con este martes concluyeron cinco días de intensa actividad festiva en San Agustín, aunque el próximo día 18 se prevé de nuevo que las calles se llenen de gente para recibir a los Reyes de España, que participarán en la jornada inaugural del XX Foro España-Estados Unidos, que en esta ocasión se celebra en la ciudad como gesto hacia su 450 aniversario.
MANUEL TRILLO
Miles de personas se echaron este martes a las calles de San Agustín, en Florida, para celebrar que hace 450 años el español Pedro Menéndez de Avilés fundó el primer asentamiento europeo que prosperó en lo que ahora conocemos por los Estados Unidos de América. Pese a que en torno a una veintena de personas trataron de reventar los actos conmemorativos previstos para este «Founder's day» (el Día del Fundador), los habitantes de la ciudad más antigua del país arroparon de forma masiva con entusiasmo y vivas a España tanto la recreación histórica del desembarco de los españoles en 1565 como la procesión por el centro histórico hasta la basílica catedral y la misa con motivo de la efeméride.
La jornada histórica comenzó temprano en San Agustín. Las autoridades locales y, por parte española, el embajador de España en Washington, Ramón Gil-Casares; el cónsul en Miami, Cándido Creis, y la concejal de Cultura de Avilés, Yolanda Fernández, además del cónsul británico en Miami, asistieron en el centro de visitantes de la localidad a la cuenta atrás hasta las ocho de mañana, hora en que la ciudad cumplía oficialmente 450 años de existencia. El director de la entidad organizadora de los actos del aniversario, resaltó que «ninguna otra en Estados Unidos puede decir que tiene 450 años de historia» y recordó el espíritu de concordia con que llegaron los españoles a esta tierra.
Ya en ese primer acto del día, sin embargo, los críticos con la celebración irrumpieron en la estancia y colocaron una pancarta junto al reloj de la cuenta atrás, prácticamente sobre la cabeza del embajador español, que rezaba: «El olvido es parte del genocidio».
A continuación se recreó en el recinto de la misión Nombre de Dios -donde comenzó la evangelización de lo que hoy es Estados Unidos- el momento en que Pedro Menéndez de Avilés puso sus pies en la costa de Florida para fundar San Agustín el 8 de septiembre de 1565.
A bordo de una chalupa elaborada con los métodos de la antigua carpintería de ribera por la Saint Augustine Maritime Heritage Foundation, el actor que reencarnaba al Adelantado de la Florida, Chad Light, desembarcó, besó la cruz que le ofreció un sacerdote y revivió el momento en que el marino fundó la ciudad en nombre del rey de España.
En esta ocasión, diversas personas trataron de bloquear el paso de la chalupa con piragüas y balsas neumáticas, al tiempo que protestaban a gritos contra lo que consideraban apoyo al «genocidio», obligando a la guardia costera a proteger la embarcación. Además, en tierra al menos dos mujeres que se encontraban entre el público fueron desalojadas por agentes policiales al entender que trataban de entorpecer el desarrollo del evento. Poco antes, Steven T. Newcomb, un activista shawnee, denunciaba que los españoles «destruyeron tierras, recursos y lenguas» sin «devolver nada».
En todo caso, la gran mayoría de los asistentes ahogó el intento de torpedear las celebraciones con aplausos y expresiones de apoyo a Menéndez y a España.
La fiesta se trasladó luego al casco histórico en un desfile de dos kilómetros por las calles de la ciudad en el que, siguiendo a Menéndez de Avilés, participaron decenas de personas ataviadas como en el siglo XVI. Durante la procesión se sucedieron los aplausos del público y los gritos de «viva España», mientras en los balcones colgaban banderas rojas y amarillas en homenaje a la nación donde San Agustín -y por tanto Estados Unidos- hunde sus raíces.
En la catedral basílica se celebró una misa solemne con motivo del 450 aniversario que ofició el cardenal de Boston Seán Patrick O'Malley y que fue televisada en directo para todo el noreste del estado de Florida y parte del sur de Georgia.
Miles de fieles abarrotaron el templo y muchos de ellos, sin sitio en el interior, tuvieron que seguir la eucaristía desde una pantalla gigante que se instaló fuera. La misa, que se prolongó durante hora y media, fue celebrada en parte en español.
En su homilía, el cardenal O'Malley empezó señalando que le enviaba el Papa porque «hace 450 años la Palabra de Jesucristo llegó a estas costas». Según dijo, con esta misa se recordaba a aquellos que fueron «al fin del mundo a proclamar la Buena Nueva y bautizar a nuevos hermanos y hermanas», así como a «los mártires de Florida que dieron su vida por la misión que Cristo y la Iglesia les encomendó».
Poco después, en una rueda de prensa, el obispo de la diócesis de San Agustín, Felipe de Jesús Estévez, admitió que, pese a que «el encuentro entre españoles y nativos no era fácil», en sus comienzos fue «un modelo de armonía», si bien luego hubo «encontronazos desfavorables».
El embajador español, «emocionado»
Pese a los intentos de boicot, el embajador español resaltó para ABC que había sido «una experiencia muy emocionante aterrizar y ver toda la ciudad llena de banderas españolas» y que en ella están «orgullosísimos de su pasado español y de ser la primera ciudad del país». Recordó, en este sentido, que cuando nació Jamestown -la primera colonia inglesa en Norteamérica, fundada en Virginia en 1607-, «en San Agustín ya estaban renovando la ciudad».
Entre los asistentes a los actos de este martes se encontraba Álvaro Armada, conde de Güemes y descendiente de la familia de Pedro Menéndez, que reivindicó «el origen español de Estados Unidos», así como la figura del navegante asturiano, al que calificó de «héroe, padre de la patria y fundador» de esta nación norteamericana.
Con este martes concluyeron cinco días de intensa actividad festiva en San Agustín, aunque el próximo día 18 se prevé de nuevo que las calles se llenen de gente para recibir a los Reyes de España, que participarán en la jornada inaugural del XX Foro España-Estados Unidos, que en esta ocasión se celebra en la ciudad como gesto hacia su 450 aniversario.
Ponce de León: el español que conquistó Florida y puso a Norteamérica en el mapa
Con su desembarco en 1513 arrancó una heroica presencia hispana de más de 300 años en lo que ahora es Estados Unidos
El Domingo de Resurrección de 1513, tres navíos se presentaban frente a una exótica tierra donde nunca hasta entonces había puesto sus pies europeo alguno. O al menos ninguno que hubiera dejado constancia cierta de su visita. Habían partido unas semanas antes desde la recién colonizada Puerto Rico en busca de una misteriosa tierra de Bímini, situada al norte de Cuba, de la que se esperaba obtener gloria y riquezas.
La expedición estaba encabezada por un aguerrido aventurero nacido en 1460 en el pequeño pueblo de Santervás de Campos, hoy provincia de Valladolid. Su nombre, Juan Ponce de León. Entonces no podía saberlo, pero acababa de descubrir el territorio donde siglos más tarde se fundaría una nación que llegaría a ser la más poderosa sobre la faz de la Tierra: los Estados Unidos de América. Gracias a él, Norteamérica entraba así, hace casi 500 años, en la historia de Occidente. Se había adelantado en nada menos que 107 años a los peregrinos puritanos que llegarían en 1620 a Massachusetts a bordo del «Mayflower».
Como Cuba, La Española o el mismo Puerto Rico, Ponce de León creyó que aquello no era más que otra gran isla, y no parte de un inmenso continente, como es en realidad. Y, puesto que su llegada se produjo en plena Semana Santa, la bautizó como la Tierra de la Pascua Florida, aunque solo esta última palabra ha permanecido hasta ahora como nombre de lo que hoy es uno de los 50 estados de EE.UU. Con la llegada de su expedición, se abría una rica historia de más de 300 años de presencia continuada de los españoles en Norteamérica, un periodo de tiempo todavía hoy muy superior a los 236 años transcurridos desde la declaración de independencia de Estados Unidos.
La biografía de Juan Ponce de León está plagada de claroscuros. En ella se mezclan el arrojo y el heroísmo con la tiranía, la crueldad y la codicia, todo además trufado de mitos y leyendas que han desvirtuado su figura a través del tiempo. Tras un tiempo como paje en la Corte aragonesa, curtió su fiero espíritu guerrero combatiendo a los moros en la guerra de la conquista de Granada, un entrenamiento que le serviría en América para imponer el poder de su acero.
Primer gobernador de Puerto Rico
Se cree que su primer contacto con las tierras situadas al otro lado del Atlántico pudo tener lugar en la isla de Gran Turco (ahora conocida como Turcos y Caicos) como integrante de la segunda expedición de Cristóbal Colón en 1493, pero de lo que no hay duda es de su activa participación a partir de 1502 en la conquista de La Española, la isla que hoy comparten Haití y la República Dominicana y que entonces trataba de dominar el gobernador Nicolás de Ovando. Su primer cargo en tierras americanas fue precisamente como responsable de la provincia de Higüey, al este de La Española. Desde allí empezó a plantearse nuevas aventuras.
El ambicioso Ponce de León puso sus ojos en la cercana isla de Borinquén, que no era otra que la actual Puerto Rico. Pese a su enconada disputa con Diego Colón, el hijo del descubridor que reclamaba su privilegio para continuar la labor de su padre, el de Santervás obtuvo permiso real para conquistar Puerto Rico y en 1508 fundó su primer asentamiento, Caparra, que hoy conocemos como San Juan. De esta manera, si algún día Puerto Rico se acaba incorporando como estado de pleno de derecho a EE.UU., habría que adelantar otros cinco años la llegada de los españoles al territorio de este país.
Ponce de León colonizó con rapidez la isla, para lo que contó con la inestimable colaboración del cacique Agüeybana, líder de los nativos taínos. Pero no estaba allí para hacer amigos. Tenía muy claro para lo que había llegado a Puerto Rico y se lanzó con avidez a una implacable explotación de sus riquezas naturales, sometiendo a los indios al duro trabajo en las minas de oro.
No es de extrañar que a la muerte de Agüeybana los taínos se levantaran contra sus explotadores y se desatara una brutal contienda. Pero Ponce de León tenía las de ganar y, tras sofocar la revuelta sin contemplaciones, impuso severos castigos a los insurgentes. A comienzos del siglo XVI, la época del «Flower Power» quedaba todavía muy lejos.
Pero no eran esos todos sus problemas en Puerto Rico. Tan preocupante o más para él era que desde España se le hizo rendir cuentas por la compañía con la que había explotado la isla y se le obligó a devolver parte de lo que había ganado. Para colmo, Diego Colón logró que la Corte le reconociera sus derechos, lo que supuso que Ponce cesara en el ejercicio como gobernador.
En busca de la tierra de Bímini
Para el enérgico conquistador, sin embargo, estos reveses eran la oportunidad para emprender nuevas hazañas. Había llegado a sus oídos la existencia de una incógnita tierra llamada Bímini, situada al norte de Cuba, y no tardó en convencer a Fernando II para lanzarse a explorarla. En marzo de 1513 partió de Puerto Rico al frente de dos carabelas y un bergantín con rumbo al noroeste. Para completar aquella travesía que cambiaría para siempre la historia de Norteamérica, contaba con la valiosa experiencia del avezado piloto Antón de Alaminos, uno de los más grandes marinos españoles de la época.
El Domingo de Resurrección de 1513, tres navíos se presentaban frente a una exótica tierra donde nunca hasta entonces había puesto sus pies europeo alguno. O al menos ninguno que hubiera dejado constancia cierta de su visita. Habían partido unas semanas antes desde la recién colonizada Puerto Rico en busca de una misteriosa tierra de Bímini, situada al norte de Cuba, de la que se esperaba obtener gloria y riquezas.
La expedición estaba encabezada por un aguerrido aventurero nacido en 1460 en el pequeño pueblo de Santervás de Campos, hoy provincia de Valladolid. Su nombre, Juan Ponce de León. Entonces no podía saberlo, pero acababa de descubrir el territorio donde siglos más tarde se fundaría una nación que llegaría a ser la más poderosa sobre la faz de la Tierra: los Estados Unidos de América. Gracias a él, Norteamérica entraba así, hace casi 500 años, en la historia de Occidente. Se había adelantado en nada menos que 107 años a los peregrinos puritanos que llegarían en 1620 a Massachusetts a bordo del «Mayflower».
Los españoles estuvieron más de 300 años en Norteamérica, más que el tiempo que lleva EE.UU. como país independiente
Como Cuba, La Española o el mismo Puerto Rico, Ponce de León creyó que aquello no era más que otra gran isla, y no parte de un inmenso continente, como es en realidad. Y, puesto que su llegada se produjo en plena Semana Santa, la bautizó como la Tierra de la Pascua Florida, aunque solo esta última palabra ha permanecido hasta ahora como nombre de lo que hoy es uno de los 50 estados de EE.UU. Con la llegada de su expedición, se abría una rica historia de más de 300 años de presencia continuada de los españoles en Norteamérica, un periodo de tiempo todavía hoy muy superior a los 236 años transcurridos desde la declaración de independencia de Estados Unidos.
La biografía de Juan Ponce de León está plagada de claroscuros. En ella se mezclan el arrojo y el heroísmo con la tiranía, la crueldad y la codicia, todo además trufado de mitos y leyendas que han desvirtuado su figura a través del tiempo. Tras un tiempo como paje en la Corte aragonesa, curtió su fiero espíritu guerrero combatiendo a los moros en la guerra de la conquista de Granada, un entrenamiento que le serviría en América para imponer el poder de su acero.
Primer gobernador de Puerto Rico
Ponce de León: el español que conquistó Florida y puso a Norteamérica en el mapa
Ponce de León
Se cree que su primer contacto con las tierras situadas al otro lado del Atlántico pudo tener lugar en la isla de Gran Turco (ahora conocida como Turcos y Caicos) como integrante de la segunda expedición de Cristóbal Colón en 1493, pero de lo que no hay duda es de su activa participación a partir de 1502 en la conquista de La Española, la isla que hoy comparten Haití y la República Dominicana y que entonces trataba de dominar el gobernador Nicolás de Ovando. Su primer cargo en tierras americanas fue precisamente como responsable de la provincia de Higüey, al este de La Española. Desde allí empezó a plantearse nuevas aventuras.
El ambicioso Ponce de León puso sus ojos en la cercana isla de Borinquén, que no era otra que la actual Puerto Rico. Pese a su enconada disputa con Diego Colón, el hijo del descubridor que reclamaba su privilegio para continuar la labor de su padre, el de Santervás obtuvo permiso real para conquistar Puerto Rico y en 1508 fundó su primer asentamiento, Caparra, que hoy conocemos como San Juan. De esta manera, si algún día Puerto Rico se acaba incorporando como estado de pleno de derecho a EE.UU., habría que adelantar otros cinco años la llegada de los españoles al territorio de este país.
Ponce de León sofocó la revuelta de los nativos de Puerto Rico sin miramientos e impuso severos castigos
Ponce de León colonizó con rapidez la isla, para lo que contó con la inestimable colaboración del cacique Agüeybana, líder de los nativos taínos. Pero no estaba allí para hacer amigos. Tenía muy claro para lo que había llegado a Puerto Rico y se lanzó con avidez a una implacable explotación de sus riquezas naturales, sometiendo a los indios al duro trabajo en las minas de oro.
No es de extrañar que a la muerte de Agüeybana los taínos se levantaran contra sus explotadores y se desatara una brutal contienda. Pero Ponce de León tenía las de ganar y, tras sofocar la revuelta sin contemplaciones, impuso severos castigos a los insurgentes. A comienzos del siglo XVI, la época del «Flower Power» quedaba todavía muy lejos.
Pero no eran esos todos sus problemas en Puerto Rico. Tan preocupante o más para él era que desde España se le hizo rendir cuentas por la compañía con la que había explotado la isla y se le obligó a devolver parte de lo que había ganado. Para colmo, Diego Colón logró que la Corte le reconociera sus derechos, lo que supuso que Ponce cesara en el ejercicio como gobernador.
En busca de la tierra de Bímini
Para el enérgico conquistador, sin embargo, estos reveses eran la oportunidad para emprender nuevas hazañas. Había llegado a sus oídos la existencia de una incógnita tierra llamada Bímini, situada al norte de Cuba, y no tardó en convencer a Fernando II para lanzarse a explorarla. En marzo de 1513 partió de Puerto Rico al frente de dos carabelas y un bergantín con rumbo al noroeste. Para completar aquella travesía que cambiaría para siempre la historia de Norteamérica, contaba con la valiosa experiencia del avezado piloto Antón de Alaminos, uno de los más grandes marinos españoles de la época.
Llegada de los españoles a la Península que sería llamada de La Florida
Tras semanas de navegación rodeando las Bahamas, la expedición avistó un desconocido territorio el día 27, Domingo de Resurrección. El 2 o el 3 de abril -los historiadores no son unánimes- Ponce desembarcó en un punto de la costa este de la península de Florida que no está todavía claro. Entre los más probables están Melbourne -cerca de Cabo Cañaveral, desde donde hoy día despegan otro tipo de naves, las que se lanzan a la exploración del espacio- y Ponte Vedra -al lado de donde en 1565 el asturiano Pedro Menéndez de Avilés fundaría la primera ciudad de Norteamérica, San Agustín, todavía hoy una encantadora población costera-.
Tras permanecer seis días en la zona, los expedicionarios levaron anclas y pusieron proa al sur, siguiendo la costa de la península que ellos aún creían una isla. Al llegar a la zona meridional de Florida, hicieron el otro gran hallazgo de su histórico viaje. Comprobaron cómo una potente corriente era capaz de empujar a los barcos hacia atrás, incluso aunque llevaran el viento de popa. Acababan de descubrir la Corriente del Golfo, que se convertiría en una especie de autopista marítima que emplearían los barcos españoles cargados de tesoros en sus viajes hacia Europa.
El nuevo territorio era una incógnita para los europeos, pero eso no significaba que estuviera deshabitada. Se calcula que 350.000 nativos poblaban Florida por la época en que desembarcó Ponce. Y los primeros encuentros no fueron precisamente amistosos. No se sabe si la hostilidad de los indios, que atacaron a los inesperados visitantes con palos y flechas nada más llegar, se debió a simple miedo a los extraños, a su tradición guerrera o, como también apunta el historiador Michael Gannon en «La nueva historia de Florida», a que antes de que llegara Ponce de León otros españoles ya se habían pasado por allí antes en incursiones a la caza de esclavos, lo que lógicamente habría predispuesto a los aborígenes en contra del hombre blanco. Hay otra razón de peso para pensar que aquellos indios ya habían tenido encuestros con los españoles: durante su recorrido por la nueva tierra, encontraron uno que chapurreaba el castellano.
En este primer viaje a Florida, Ponce de León navegó a lo largo de los cayos de Florida, hasta el último de todos, Cayo Hueso (en inglés, Key West), para después seguir rodeando la península, ahora en dirección norte, por su costa oeste. En todo momento creía todavía que se encontraba ante una gran isla. Según relata Gannon, a la altura del islote Sanibel se produjo otro episodio violento, que en este caso se saldó con un español y al menos cuatro nativos muertos, por lo que Ponce bautizó el lugar con el macabro nombre de Matanzas. Pocos días después, decidió emprender el regreso a casa. Dos de los barcos llegaron a mediados de octubre a Puerto Rico, aunque el tercero, con Antón de Alaminos a bordo, se entretuvo aún varios meses más tratando de dar con la esquiva tierra de Bímini.
El falso mito de la fuente de la juventud
Está claro que la pretensión de Ponce de León con su expedición era encontrar nuevas riquezas y, sin embargo, durante siglos el descubrimiento de Florida se ha atribuido a una falsa leyenda. Una y otra vez se ha dicho que lo que buscaba era una mítica fuente de la eterna juventud que «tornaba mozos a los viejos». Los historiadores se afanan ahora en combatir esta falacia histórica, que se construyó bastantes años después de que Ponce arribara a aquella tierra, pero el cuento funciona tan bien y ya ha quedado tan instalado en la memoria colectiva que va a resultar muy difícil desmontarlo.
A pesar de las posibilidades que ofrecían los vastos territorios recién descubiertos, los españoles tardarían aún décadas en lograr formar asentamientos estables en ellos, donde la hostilidad de los nativos, un clima de sofocante calor, humedad y frecuentes tormentas y huracanes y un terreno pantanoso lleno de aligátores y mosquitos lo ponían fracamente difícil. El mismo Ponce de León, que tras su viaje tuvo que hacer frente a la muerte de su esposa, tardó ocho años en regresar a Florida, y eso que en 1514 había obtenido en España el título de «adelantado» de aquella tierra, lo que significaba que la explotaría con sus propios medios en nombre de la Corona.
Finalmente se decidió a partir de nuevo en 1521. En una carta dirigida en febrero de ese año al Rey, entonces ya Carlos I, explicaba su intención de establecer una población permanente y hacer que allí fuera «alabado el nombre de Jesucristo». Antes de acabar el mes partió de Puerto Rico con dos barcos en los que viajaban 200 hombres y mujeres para colonizar Florida y varios religiosos para evangelizarla, además de animales y útiles para labrar la tierra. Pero Ponce no podría disfrutar mucho de este segundo viaje, que también iba a ser el último. Durante un nuevo choque con los indios, una flecha fue a clavarse en su muslo y, tras ordenar la retirada de la expedición a Cuba, la infección de la herida acabó con su azarosa vida en el mes de julio. Tenía 61 años.
Tras su muerte, fueron varias las expediciones de otros valerosos exploradores españoles que se aventuraron por el suroeste de lo que hoy son los Estados Unidos, poniendo la semilla de la civilización occidental en el continente norteamericano. Lucas Vázquez de Ayllón, Pánfilo de Narváez, Tristán de Luna, Hernando de Soto y Francisco Vázquez de Coronado son algunos de los nombres que se unieron al de Ponce de León en las décadas siguientes antes de que, por fin, en 1565 Menéndez de Avilés fundara San Agustín.
Cinco siglos después
Aún hoy sigue ondeando la vieja bandera española con la cruz de Borgoña en lo alto del viejo castillo de San Marcos de esa ciudad, la primera de Estados Unidos, recuerdo de un pasado español que forma parte de la esencia de ese gran país. El descubrimiento de Florida en 1513 fue el inicio de una etapa de más de tres siglos en la que los españoles extendieron de forma heroica su dominio por Norteamérica desde la costa del Atlántico hasta la mismísima Alaska, un vastísimo territorio que incluía los actuales estados de California, Texas, Nuevo México, Arizona o Luisiana, por citar solo unos pocos.
La huella española permanece en todos esos lugares, no solo en la toponimia, sino en forma de una herencia cultural que no ha podido ser borrada. Sin embargo, la historia no ha hecho plena justicia a aquel puñado de españoles que engrandecieron la gloria de su patria, a menudo olvidados tanto en Estados Unidos, como consecuencia de un relato moldeado por la cultura anglosajona, como en España, siempre ingrata con sus héroes.
2013 se presenta como una oportunidad para saldar esa vieja deuda. En Florida se prepara una larga lista de eventos para conmemorar el quinto centenario de la llegada de Ponce de León a sus costas, pero falta por ver que el resto de Estados Unidos y la propia España estén a la altura. Link
El Domingo de Resurrección de 1513, tres navíos se presentaban frente a una exótica tierra donde nunca hasta entonces había puesto sus pies europeo alguno. O al menos ninguno que hubiera dejado constancia cierta de su visita. Habían partido unas semanas antes desde la recién colonizada Puerto Rico en busca de una misteriosa tierra de Bímini, situada al norte de Cuba, de la que se esperaba obtener gloria y riquezas.
La expedición estaba encabezada por un aguerrido aventurero nacido en 1460 en el pequeño pueblo de Santervás de Campos, hoy provincia de Valladolid. Su nombre, Juan Ponce de León. Entonces no podía saberlo, pero acababa de descubrir el territorio donde siglos más tarde se fundaría una nación que llegaría a ser la más poderosa sobre la faz de la Tierra: los Estados Unidos de América. Gracias a él, Norteamérica entraba así, hace casi 500 años, en la historia de Occidente. Se había adelantado en nada menos que 107 años a los peregrinos puritanos que llegarían en 1620 a Massachusetts a bordo del «Mayflower».
Como Cuba, La Española o el mismo Puerto Rico, Ponce de León creyó que aquello no era más que otra gran isla, y no parte de un inmenso continente, como es en realidad. Y, puesto que su llegada se produjo en plena Semana Santa, la bautizó como la Tierra de la Pascua Florida, aunque solo esta última palabra ha permanecido hasta ahora como nombre de lo que hoy es uno de los 50 estados de EE.UU. Con la llegada de su expedición, se abría una rica historia de más de 300 años de presencia continuada de los españoles en Norteamérica, un periodo de tiempo todavía hoy muy superior a los 236 años transcurridos desde la declaración de independencia de Estados Unidos.
La biografía de Juan Ponce de León está plagada de claroscuros. En ella se mezclan el arrojo y el heroísmo con la tiranía, la crueldad y la codicia, todo además trufado de mitos y leyendas que han desvirtuado su figura a través del tiempo. Tras un tiempo como paje en la Corte aragonesa, curtió su fiero espíritu guerrero combatiendo a los moros en la guerra de la conquista de Granada, un entrenamiento que le serviría en América para imponer el poder de su acero.
Primer gobernador de Puerto Rico
Se cree que su primer contacto con las tierras situadas al otro lado del Atlántico pudo tener lugar en la isla de Gran Turco (ahora conocida como Turcos y Caicos) como integrante de la segunda expedición de Cristóbal Colón en 1493, pero de lo que no hay duda es de su activa participación a partir de 1502 en la conquista de La Española, la isla que hoy comparten Haití y la República Dominicana y que entonces trataba de dominar el gobernador Nicolás de Ovando. Su primer cargo en tierras americanas fue precisamente como responsable de la provincia de Higüey, al este de La Española. Desde allí empezó a plantearse nuevas aventuras.
El ambicioso Ponce de León puso sus ojos en la cercana isla de Borinquén, que no era otra que la actual Puerto Rico. Pese a su enconada disputa con Diego Colón, el hijo del descubridor que reclamaba su privilegio para continuar la labor de su padre, el de Santervás obtuvo permiso real para conquistar Puerto Rico y en 1508 fundó su primer asentamiento, Caparra, que hoy conocemos como San Juan. De esta manera, si algún día Puerto Rico se acaba incorporando como estado de pleno de derecho a EE.UU., habría que adelantar otros cinco años la llegada de los españoles al territorio de este país.
Ponce de León colonizó con rapidez la isla, para lo que contó con la inestimable colaboración del cacique Agüeybana, líder de los nativos taínos. Pero no estaba allí para hacer amigos. Tenía muy claro para lo que había llegado a Puerto Rico y se lanzó con avidez a una implacable explotación de sus riquezas naturales, sometiendo a los indios al duro trabajo en las minas de oro.
No es de extrañar que a la muerte de Agüeybana los taínos se levantaran contra sus explotadores y se desatara una brutal contienda. Pero Ponce de León tenía las de ganar y, tras sofocar la revuelta sin contemplaciones, impuso severos castigos a los insurgentes. A comienzos del siglo XVI, la época del «Flower Power» quedaba todavía muy lejos.
Pero no eran esos todos sus problemas en Puerto Rico. Tan preocupante o más para él era que desde España se le hizo rendir cuentas por la compañía con la que había explotado la isla y se le obligó a devolver parte de lo que había ganado. Para colmo, Diego Colón logró que la Corte le reconociera sus derechos, lo que supuso que Ponce cesara en el ejercicio como gobernador.
En busca de la tierra de Bímini
Para el enérgico conquistador, sin embargo, estos reveses eran la oportunidad para emprender nuevas hazañas. Había llegado a sus oídos la existencia de una incógnita tierra llamada Bímini, situada al norte de Cuba, y no tardó en convencer a Fernando II para lanzarse a explorarla. En marzo de 1513 partió de Puerto Rico al frente de dos carabelas y un bergantín con rumbo al noroeste. Para completar aquella travesía que cambiaría para siempre la historia de Norteamérica, contaba con la valiosa experiencia del avezado piloto Antón de Alaminos, uno de los más grandes marinos españoles de la época.
El Domingo de Resurrección de 1513, tres navíos se presentaban frente a una exótica tierra donde nunca hasta entonces había puesto sus pies europeo alguno. O al menos ninguno que hubiera dejado constancia cierta de su visita. Habían partido unas semanas antes desde la recién colonizada Puerto Rico en busca de una misteriosa tierra de Bímini, situada al norte de Cuba, de la que se esperaba obtener gloria y riquezas.
La expedición estaba encabezada por un aguerrido aventurero nacido en 1460 en el pequeño pueblo de Santervás de Campos, hoy provincia de Valladolid. Su nombre, Juan Ponce de León. Entonces no podía saberlo, pero acababa de descubrir el territorio donde siglos más tarde se fundaría una nación que llegaría a ser la más poderosa sobre la faz de la Tierra: los Estados Unidos de América. Gracias a él, Norteamérica entraba así, hace casi 500 años, en la historia de Occidente. Se había adelantado en nada menos que 107 años a los peregrinos puritanos que llegarían en 1620 a Massachusetts a bordo del «Mayflower».
Los españoles estuvieron más de 300 años en Norteamérica, más que el tiempo que lleva EE.UU. como país independiente
Como Cuba, La Española o el mismo Puerto Rico, Ponce de León creyó que aquello no era más que otra gran isla, y no parte de un inmenso continente, como es en realidad. Y, puesto que su llegada se produjo en plena Semana Santa, la bautizó como la Tierra de la Pascua Florida, aunque solo esta última palabra ha permanecido hasta ahora como nombre de lo que hoy es uno de los 50 estados de EE.UU. Con la llegada de su expedición, se abría una rica historia de más de 300 años de presencia continuada de los españoles en Norteamérica, un periodo de tiempo todavía hoy muy superior a los 236 años transcurridos desde la declaración de independencia de Estados Unidos.
La biografía de Juan Ponce de León está plagada de claroscuros. En ella se mezclan el arrojo y el heroísmo con la tiranía, la crueldad y la codicia, todo además trufado de mitos y leyendas que han desvirtuado su figura a través del tiempo. Tras un tiempo como paje en la Corte aragonesa, curtió su fiero espíritu guerrero combatiendo a los moros en la guerra de la conquista de Granada, un entrenamiento que le serviría en América para imponer el poder de su acero.
Primer gobernador de Puerto Rico
Ponce de León: el español que conquistó Florida y puso a Norteamérica en el mapa
Ponce de León
Se cree que su primer contacto con las tierras situadas al otro lado del Atlántico pudo tener lugar en la isla de Gran Turco (ahora conocida como Turcos y Caicos) como integrante de la segunda expedición de Cristóbal Colón en 1493, pero de lo que no hay duda es de su activa participación a partir de 1502 en la conquista de La Española, la isla que hoy comparten Haití y la República Dominicana y que entonces trataba de dominar el gobernador Nicolás de Ovando. Su primer cargo en tierras americanas fue precisamente como responsable de la provincia de Higüey, al este de La Española. Desde allí empezó a plantearse nuevas aventuras.
El ambicioso Ponce de León puso sus ojos en la cercana isla de Borinquén, que no era otra que la actual Puerto Rico. Pese a su enconada disputa con Diego Colón, el hijo del descubridor que reclamaba su privilegio para continuar la labor de su padre, el de Santervás obtuvo permiso real para conquistar Puerto Rico y en 1508 fundó su primer asentamiento, Caparra, que hoy conocemos como San Juan. De esta manera, si algún día Puerto Rico se acaba incorporando como estado de pleno de derecho a EE.UU., habría que adelantar otros cinco años la llegada de los españoles al territorio de este país.
Ponce de León sofocó la revuelta de los nativos de Puerto Rico sin miramientos e impuso severos castigos
Ponce de León colonizó con rapidez la isla, para lo que contó con la inestimable colaboración del cacique Agüeybana, líder de los nativos taínos. Pero no estaba allí para hacer amigos. Tenía muy claro para lo que había llegado a Puerto Rico y se lanzó con avidez a una implacable explotación de sus riquezas naturales, sometiendo a los indios al duro trabajo en las minas de oro.
No es de extrañar que a la muerte de Agüeybana los taínos se levantaran contra sus explotadores y se desatara una brutal contienda. Pero Ponce de León tenía las de ganar y, tras sofocar la revuelta sin contemplaciones, impuso severos castigos a los insurgentes. A comienzos del siglo XVI, la época del «Flower Power» quedaba todavía muy lejos.
Pero no eran esos todos sus problemas en Puerto Rico. Tan preocupante o más para él era que desde España se le hizo rendir cuentas por la compañía con la que había explotado la isla y se le obligó a devolver parte de lo que había ganado. Para colmo, Diego Colón logró que la Corte le reconociera sus derechos, lo que supuso que Ponce cesara en el ejercicio como gobernador.
En busca de la tierra de Bímini
Para el enérgico conquistador, sin embargo, estos reveses eran la oportunidad para emprender nuevas hazañas. Había llegado a sus oídos la existencia de una incógnita tierra llamada Bímini, situada al norte de Cuba, y no tardó en convencer a Fernando II para lanzarse a explorarla. En marzo de 1513 partió de Puerto Rico al frente de dos carabelas y un bergantín con rumbo al noroeste. Para completar aquella travesía que cambiaría para siempre la historia de Norteamérica, contaba con la valiosa experiencia del avezado piloto Antón de Alaminos, uno de los más grandes marinos españoles de la época.
Llegada de los españoles a la Península que sería llamada de La Florida
Tras semanas de navegación rodeando las Bahamas, la expedición avistó un desconocido territorio el día 27, Domingo de Resurrección. El 2 o el 3 de abril -los historiadores no son unánimes- Ponce desembarcó en un punto de la costa este de la península de Florida que no está todavía claro. Entre los más probables están Melbourne -cerca de Cabo Cañaveral, desde donde hoy día despegan otro tipo de naves, las que se lanzan a la exploración del espacio- y Ponte Vedra -al lado de donde en 1565 el asturiano Pedro Menéndez de Avilés fundaría la primera ciudad de Norteamérica, San Agustín, todavía hoy una encantadora población costera-.
Tras permanecer seis días en la zona, los expedicionarios levaron anclas y pusieron proa al sur, siguiendo la costa de la península que ellos aún creían una isla. Al llegar a la zona meridional de Florida, hicieron el otro gran hallazgo de su histórico viaje. Comprobaron cómo una potente corriente era capaz de empujar a los barcos hacia atrás, incluso aunque llevaran el viento de popa. Acababan de descubrir la Corriente del Golfo, que se convertiría en una especie de autopista marítima que emplearían los barcos españoles cargados de tesoros en sus viajes hacia Europa.
El nuevo territorio era una incógnita para los europeos, pero eso no significaba que estuviera deshabitada. Se calcula que 350.000 nativos poblaban Florida por la época en que desembarcó Ponce. Y los primeros encuentros no fueron precisamente amistosos. No se sabe si la hostilidad de los indios, que atacaron a los inesperados visitantes con palos y flechas nada más llegar, se debió a simple miedo a los extraños, a su tradición guerrera o, como también apunta el historiador Michael Gannon en «La nueva historia de Florida», a que antes de que llegara Ponce de León otros españoles ya se habían pasado por allí antes en incursiones a la caza de esclavos, lo que lógicamente habría predispuesto a los aborígenes en contra del hombre blanco. Hay otra razón de peso para pensar que aquellos indios ya habían tenido encuestros con los españoles: durante su recorrido por la nueva tierra, encontraron uno que chapurreaba el castellano.
En este primer viaje a Florida, Ponce de León navegó a lo largo de los cayos de Florida, hasta el último de todos, Cayo Hueso (en inglés, Key West), para después seguir rodeando la península, ahora en dirección norte, por su costa oeste. En todo momento creía todavía que se encontraba ante una gran isla. Según relata Gannon, a la altura del islote Sanibel se produjo otro episodio violento, que en este caso se saldó con un español y al menos cuatro nativos muertos, por lo que Ponce bautizó el lugar con el macabro nombre de Matanzas. Pocos días después, decidió emprender el regreso a casa. Dos de los barcos llegaron a mediados de octubre a Puerto Rico, aunque el tercero, con Antón de Alaminos a bordo, se entretuvo aún varios meses más tratando de dar con la esquiva tierra de Bímini.
El falso mito de la fuente de la juventud
Está claro que la pretensión de Ponce de León con su expedición era encontrar nuevas riquezas y, sin embargo, durante siglos el descubrimiento de Florida se ha atribuido a una falsa leyenda. Una y otra vez se ha dicho que lo que buscaba era una mítica fuente de la eterna juventud que «tornaba mozos a los viejos». Los historiadores se afanan ahora en combatir esta falacia histórica, que se construyó bastantes años después de que Ponce arribara a aquella tierra, pero el cuento funciona tan bien y ya ha quedado tan instalado en la memoria colectiva que va a resultar muy difícil desmontarlo.
A pesar de las posibilidades que ofrecían los vastos territorios recién descubiertos, los españoles tardarían aún décadas en lograr formar asentamientos estables en ellos, donde la hostilidad de los nativos, un clima de sofocante calor, humedad y frecuentes tormentas y huracanes y un terreno pantanoso lleno de aligátores y mosquitos lo ponían fracamente difícil. El mismo Ponce de León, que tras su viaje tuvo que hacer frente a la muerte de su esposa, tardó ocho años en regresar a Florida, y eso que en 1514 había obtenido en España el título de «adelantado» de aquella tierra, lo que significaba que la explotaría con sus propios medios en nombre de la Corona.
Finalmente se decidió a partir de nuevo en 1521. En una carta dirigida en febrero de ese año al Rey, entonces ya Carlos I, explicaba su intención de establecer una población permanente y hacer que allí fuera «alabado el nombre de Jesucristo». Antes de acabar el mes partió de Puerto Rico con dos barcos en los que viajaban 200 hombres y mujeres para colonizar Florida y varios religiosos para evangelizarla, además de animales y útiles para labrar la tierra. Pero Ponce no podría disfrutar mucho de este segundo viaje, que también iba a ser el último. Durante un nuevo choque con los indios, una flecha fue a clavarse en su muslo y, tras ordenar la retirada de la expedición a Cuba, la infección de la herida acabó con su azarosa vida en el mes de julio. Tenía 61 años.
Tras su muerte, fueron varias las expediciones de otros valerosos exploradores españoles que se aventuraron por el suroeste de lo que hoy son los Estados Unidos, poniendo la semilla de la civilización occidental en el continente norteamericano. Lucas Vázquez de Ayllón, Pánfilo de Narváez, Tristán de Luna, Hernando de Soto y Francisco Vázquez de Coronado son algunos de los nombres que se unieron al de Ponce de León en las décadas siguientes antes de que, por fin, en 1565 Menéndez de Avilés fundara San Agustín.
Cinco siglos después
Aún hoy sigue ondeando la vieja bandera española con la cruz de Borgoña en lo alto del viejo castillo de San Marcos de esa ciudad, la primera de Estados Unidos, recuerdo de un pasado español que forma parte de la esencia de ese gran país. El descubrimiento de Florida en 1513 fue el inicio de una etapa de más de tres siglos en la que los españoles extendieron de forma heroica su dominio por Norteamérica desde la costa del Atlántico hasta la mismísima Alaska, un vastísimo territorio que incluía los actuales estados de California, Texas, Nuevo México, Arizona o Luisiana, por citar solo unos pocos.
La huella española permanece en todos esos lugares, no solo en la toponimia, sino en forma de una herencia cultural que no ha podido ser borrada. Sin embargo, la historia no ha hecho plena justicia a aquel puñado de españoles que engrandecieron la gloria de su patria, a menudo olvidados tanto en Estados Unidos, como consecuencia de un relato moldeado por la cultura anglosajona, como en España, siempre ingrata con sus héroes.
2013 se presenta como una oportunidad para saldar esa vieja deuda. En Florida se prepara una larga lista de eventos para conmemorar el quinto centenario de la llegada de Ponce de León a sus costas, pero falta por ver que el resto de Estados Unidos y la propia España estén a la altura. Link
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