La maldición de la herencia recibida: las 'patatas calientes' que Rajoy deja a su sucesor (o a sí mismo)
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La maldición de la herencia recibida: las 'patatas calientes' que Rajoy deja a su sucesor (o a sí mismo)
Hace casi cuatro años, cuando Rajoy acababa de aterrizar en La Moncloa, acuñó uno de los lemas que le han acompañado a lo largo de la legislatura: la "herencia recibida", ese déficit galopante que obligó a una subida del IRPF nada más tomar posesión y esa economía en declive que necesitaba despertar.
A día de hoy, Rajoy sigue acordándose de la herencia recibida aunque no presta demasiada atención a la que él mismo dejará a su sucesor tras las elecciones del 20 de diciembre, que incluso podría ser el propio Rajoy.
Como le ocurrió al propio Rajoy, el nuevo ocupante de La Moncloa tendrá que modificar previsiblemente los presupuestos de 2016 para convencer a Bruselas de que España cumplirá los objetivos de déficit. Como las cuentas del próximo año son muy optimistas en cuanto a los ingresos, los primeros meses del ejercicio serán claves para saber si el nuevo Gobierno sólo tiene que retocar o debe reformar a fondo los presupuestos.
Además, una vez más, el nuevo jefe de La Moncloa tendrá que lidiar con las díscolas comunidades autónomas, que también se saltarán el objetivo de déficit en 2015, según los expertos. Así que el nuevo ministro de Hacienda será quien se encargue de imponer nuevas medidas a los gobiernos autonómicos incumplidores.
Tal y como establece el MoU (Memorando de entendimiento) firmado por España a cambio de la ayuda europea, el Estado tiene hasta el año 2018 para salir del capital de Bankia así que el nuevo Ejecutivo tendrá que fijar el calendario para la venta de la participación del Frob.
Ahora mismo, la cotización de la entidad oscila en torno a los 1,2 euros, por lo que aún está lejos del 1,51 euros que marcaba cuando el Estado vendió el primer paquete accionarial. Algunas fuerzas se muestran partidarias de no privatizar Bankia, aunque para ello habría que modificar el pacto con Bruselas.
Uno de los problemas que el Gobierno de Mariano Rajoy ha aplazado es la solución a la quiebra de las autopistas de segunda generación. Hasta el año pasado, parecía casi hecho el acuerdo para integrar las vías en quiebra en una empresa pública, pero la cercanía de las elecciones autonómicas frustró el acuerdo entonces y ahora ha quedado aplazado hasta el próximo ejercicio.
Lo cierto es que el Ejecutivo decidió posponer una solución a las autopistas en quiebra puesto que, debido a una cláusula de Responsabilidad Patrimonial Administrativa, el Estado tendrá que aportar algo más de 4.000 millones al sector.
Otra de las patatas calientes que tendrá que afrontar el nuevo Gobierno será la Sareb. De momento, el llamado banco malo no ha logrado salir de números rojos y el ritmo de ventas tampoco es el esperado. Y, además, los expertos avisan de que muchos de los pisos de su cartera tardarán años en encontrar comprador. La entidad tiene 15 años para deshacerse de toda su cartera y algunos ya avisan de que es posible que sea un plazo insuficiente. El nuevo Ejecutivo será el encargado de marcar los plazos y el futuro del banco malo.
Éstos serán sus primeros retos, pero también tiene otros a medio plazo:
La Ley de Estabilidad Presupuestaria obligará al futuro Gobierno a hacer un notable esfuerzo para reducir su nivel de endeudamiento. La norma fija en un máximo del 60% del Producto Interior Bruto (PIB) la deuda en el año 2020 y está previsto que este ejercicio termine muy cerca del 100% del PIB.
De esta forma, y tras un primer ejercicio en el que se espera una mínima rebaja, el Ejecutivo tendrá que rebajar nada menos que 40 puntos del PIB el nivel de endeudamiento público.
El nuevo Ejecutivo tendrá otro reto importante a la hora de afrontar la crisis de las pensiones con la mitad del fondo de reserva que tenía Rajoy cuando llegó. En estos cuatro año, la hucha se ha quedado casi sin 40.000 millones de euros y, a pesar de las reformas de pensiones aprobadas en los últimos años, el crecimiento del gasto en pensiones sigue superando al incremento de los ingresos por cotizaciones sociales.
Salvo un crecimiento sin precedentes del empleo, lo cierto es que el sistema parece abocado a una crisis para la que contará con la mitad de margen que Rajoy, que se ha servido todos los años de la hucha para evitar elevar el endeudamiento.
INÉS CALDERÓN
A día de hoy, Rajoy sigue acordándose de la herencia recibida aunque no presta demasiada atención a la que él mismo dejará a su sucesor tras las elecciones del 20 de diciembre, que incluso podría ser el propio Rajoy.
1- Unos presupuestos que no convencen a Bruselas
Como le ocurrió al propio Rajoy, el nuevo ocupante de La Moncloa tendrá que modificar previsiblemente los presupuestos de 2016 para convencer a Bruselas de que España cumplirá los objetivos de déficit. Como las cuentas del próximo año son muy optimistas en cuanto a los ingresos, los primeros meses del ejercicio serán claves para saber si el nuevo Gobierno sólo tiene que retocar o debe reformar a fondo los presupuestos.
Además, una vez más, el nuevo jefe de La Moncloa tendrá que lidiar con las díscolas comunidades autónomas, que también se saltarán el objetivo de déficit en 2015, según los expertos. Así que el nuevo ministro de Hacienda será quien se encargue de imponer nuevas medidas a los gobiernos autonómicos incumplidores.
2.- Privatización parcial de Bankia
Tal y como establece el MoU (Memorando de entendimiento) firmado por España a cambio de la ayuda europea, el Estado tiene hasta el año 2018 para salir del capital de Bankia así que el nuevo Ejecutivo tendrá que fijar el calendario para la venta de la participación del Frob.
Ahora mismo, la cotización de la entidad oscila en torno a los 1,2 euros, por lo que aún está lejos del 1,51 euros que marcaba cuando el Estado vendió el primer paquete accionarial. Algunas fuerzas se muestran partidarias de no privatizar Bankia, aunque para ello habría que modificar el pacto con Bruselas.
3.- Rescate de las autopistas
Uno de los problemas que el Gobierno de Mariano Rajoy ha aplazado es la solución a la quiebra de las autopistas de segunda generación. Hasta el año pasado, parecía casi hecho el acuerdo para integrar las vías en quiebra en una empresa pública, pero la cercanía de las elecciones autonómicas frustró el acuerdo entonces y ahora ha quedado aplazado hasta el próximo ejercicio.
Lo cierto es que el Ejecutivo decidió posponer una solución a las autopistas en quiebra puesto que, debido a una cláusula de Responsabilidad Patrimonial Administrativa, el Estado tendrá que aportar algo más de 4.000 millones al sector.
4.- La Sareb y los pisos que nunca se venderán
Otra de las patatas calientes que tendrá que afrontar el nuevo Gobierno será la Sareb. De momento, el llamado banco malo no ha logrado salir de números rojos y el ritmo de ventas tampoco es el esperado. Y, además, los expertos avisan de que muchos de los pisos de su cartera tardarán años en encontrar comprador. La entidad tiene 15 años para deshacerse de toda su cartera y algunos ya avisan de que es posible que sea un plazo insuficiente. El nuevo Ejecutivo será el encargado de marcar los plazos y el futuro del banco malo.
Éstos serán sus primeros retos, pero también tiene otros a medio plazo:
5.- La deuda tiene que bajar 40 puntos en cuatro años
La Ley de Estabilidad Presupuestaria obligará al futuro Gobierno a hacer un notable esfuerzo para reducir su nivel de endeudamiento. La norma fija en un máximo del 60% del Producto Interior Bruto (PIB) la deuda en el año 2020 y está previsto que este ejercicio termine muy cerca del 100% del PIB.
De esta forma, y tras un primer ejercicio en el que se espera una mínima rebaja, el Ejecutivo tendrá que rebajar nada menos que 40 puntos del PIB el nivel de endeudamiento público.
6.- El fondo de reserva de las pensiones ha perdido la mitad de sus fondos
El nuevo Ejecutivo tendrá otro reto importante a la hora de afrontar la crisis de las pensiones con la mitad del fondo de reserva que tenía Rajoy cuando llegó. En estos cuatro año, la hucha se ha quedado casi sin 40.000 millones de euros y, a pesar de las reformas de pensiones aprobadas en los últimos años, el crecimiento del gasto en pensiones sigue superando al incremento de los ingresos por cotizaciones sociales.
Salvo un crecimiento sin precedentes del empleo, lo cierto es que el sistema parece abocado a una crisis para la que contará con la mitad de margen que Rajoy, que se ha servido todos los años de la hucha para evitar elevar el endeudamiento.
INÉS CALDERÓN
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