100 años del hundimiento del vapor Príncipe de Asturias, el "Titanic español"
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100 años del hundimiento del vapor Príncipe de Asturias, el "Titanic español"
El hundimiento del Titanic ha pasado a los anales de la historia como una de las mayores tragedias de la historia naval. Sin embargo, existen otros muchos naufragios que han costado la vida a un gran número de personas y que, con el paso de los años, han caído en el mayor de los olvidos. Uno de ellos es el del vapor Príncipe de Asturias, considerado como el Titanic español, un trasatlántico de lujo que se hundió frente a las costas brasileñas tal día como hoy el 5 de marzo en 1916.
Este navío, construido en los astilleros Rusell & Co de Glasgow en 1914, era junto a su gemelo, el Infanta Isabel, el mayor barco mercante español de su momento. Ambas naves fueron encargadas por la naviera gaditana Pinillos para cubrir la ruta entre Barcelona y Buenos Aires.
El 17 de febrero de 1916, menos de dos años después de su viaje inaugural, el Príncipe de Asturias zarpó del puerto de la Ciudad Condal, con 201 pasajeros y 193 tripulantes y unas 5.000 toneladas de carga, entre las que destacaban veinte estatuas de bronce que servirían para construir un monumento conmemorativo del centenario de la República Argentina, 40.000 libras esterlinas en oro o un coche Renault 35 HP.
Además, en sus bodegas podían viajar varios centenares de inmigrantes que huían de una Europa arrasada por la Primera Guerra Mundial.
Tras hacer escala en los puertos de Valencia, Cádiz y Las Palmas de Gran Canaria, el 4 de marzo, el buque se aproximaba a las costas brasileñas en medio de una gran tormenta que le impidió entrar en el puerto de Santos, tal y como estaba previsto. Las condiciones adversas, además, provocaron que el navío se desviara de su ruta y se aproximara demasiado a la costa.
En la madrugada del 5 de marzo, con una mar muy picada y fuertes vientos del sudoeste, el Príncipe de Asturias colisionó con los arrecifes de Punta Pirabura. El impacto abrió una brecha en el casco a la altura de la sala de máquinas. El agua entró directamente en las calderas, provocando su explosión inmediata.
El agua se calentó rápidamente e inundó el resto de la nave. Muchos de los pasajeros fallecieron abrasados por el agua hirviente de las calderas. La inundación provocó también un fallo generalizado del sistema eléctrico que hizo imposible que el radiotelegrafista enviara un mensaje de socorro.
El barco comenzó a escorarse hacia la izquierda, lo que impidió descolgar los botes salvavidas y, en tan solo cinco minutos se hundió. Los pasajeros intentaron salvarse lanzándose al agua y tratando de alcanzar a nado las cercanas costas, pero muchos murieron ahogados o estrellados contra las rocas. De las 600 personas que, oficialmente, iban a bordo, solo lograron sobrevivir 59 pasajeros y 87 tripulantes, tal y como recogen las crónicas de la época.
Sin embargo, a pesar de haber sucedido apenas cuatro años después del hundimiento del Titanic y afectar a un trasatlántico de lujo, la catástrofe del Príncipe de Asturias, al igual que ocurriría con la del Valbanera, naufragado dos años más tarde en aguas cubanas, es hoy una historia prácticamente desconocida.
El misterio del «Titanic español», el vapor que se hundió por una borrachera
Este navío, construido en los astilleros Rusell & Co de Glasgow en 1914, era junto a su gemelo, el Infanta Isabel, el mayor barco mercante español de su momento. Ambas naves fueron encargadas por la naviera gaditana Pinillos para cubrir la ruta entre Barcelona y Buenos Aires.
El 17 de febrero de 1916, menos de dos años después de su viaje inaugural, el Príncipe de Asturias zarpó del puerto de la Ciudad Condal, con 201 pasajeros y 193 tripulantes y unas 5.000 toneladas de carga, entre las que destacaban veinte estatuas de bronce que servirían para construir un monumento conmemorativo del centenario de la República Argentina, 40.000 libras esterlinas en oro o un coche Renault 35 HP.
Además, en sus bodegas podían viajar varios centenares de inmigrantes que huían de una Europa arrasada por la Primera Guerra Mundial.
Tras hacer escala en los puertos de Valencia, Cádiz y Las Palmas de Gran Canaria, el 4 de marzo, el buque se aproximaba a las costas brasileñas en medio de una gran tormenta que le impidió entrar en el puerto de Santos, tal y como estaba previsto. Las condiciones adversas, además, provocaron que el navío se desviara de su ruta y se aproximara demasiado a la costa.
En la madrugada del 5 de marzo, con una mar muy picada y fuertes vientos del sudoeste, el Príncipe de Asturias colisionó con los arrecifes de Punta Pirabura. El impacto abrió una brecha en el casco a la altura de la sala de máquinas. El agua entró directamente en las calderas, provocando su explosión inmediata.
El agua se calentó rápidamente e inundó el resto de la nave. Muchos de los pasajeros fallecieron abrasados por el agua hirviente de las calderas. La inundación provocó también un fallo generalizado del sistema eléctrico que hizo imposible que el radiotelegrafista enviara un mensaje de socorro.
El barco comenzó a escorarse hacia la izquierda, lo que impidió descolgar los botes salvavidas y, en tan solo cinco minutos se hundió. Los pasajeros intentaron salvarse lanzándose al agua y tratando de alcanzar a nado las cercanas costas, pero muchos murieron ahogados o estrellados contra las rocas. De las 600 personas que, oficialmente, iban a bordo, solo lograron sobrevivir 59 pasajeros y 87 tripulantes, tal y como recogen las crónicas de la época.
Sin embargo, a pesar de haber sucedido apenas cuatro años después del hundimiento del Titanic y afectar a un trasatlántico de lujo, la catástrofe del Príncipe de Asturias, al igual que ocurriría con la del Valbanera, naufragado dos años más tarde en aguas cubanas, es hoy una historia prácticamente desconocida.
El misterio del «Titanic español», el vapor que se hundió por una borrachera
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