Borracha, drogata, lesbiana, comunista, new ager, vegana, antifascista, propalestina, proislam, proaborto…

No. No estoy elogiando a esa panda de mandriles que tenemos por salvadores de España. Hablo de mí. Bueno, de mi yo pasado. Un pasado que, pese a ser vergonzoso, me ha llevado a comprender la situación actual y, tal vez, me ha proporcionado una visión mas amplia que al promedio de la sociedad occidental. Afortunadamente, cada vez son más los que comprenden que nuestros valores y nuestro futuro están en juego. Lamentablemente, muchos son los que saltan de un extremo a otro, obviando que el socialismo también puede ser nacional. En medio hay muchos libertarios (no todos y ni tan siquiera el mayor porcentaje, aunque ellos así lo crean), algunos conservadores, patriotas, judíos, cristianos y gente con simple sentido común. Ése es el lado positivo. Muchos se han bajado del carro de la tolerancia absurda y lo políticamente correcto. Sin embargo, hemos perdido el futuro. Nuestro hijos, ahora son suyos.

Es difícil revertir la situación. No tenemos hijos, el Islam se expande, el cristianismo y judaísmo decaen y sufren de persecución, la economía es cada vez más social, los gobiernos cada vez más monstruosos, la historia que te enseñan es mentira, la raza blanca es una ínfima minoría…

Occidente ha perdido sus valores. La familia tradicional está al borde de la extinción. La identidad moral y sexual no existen. Y así, llegamos a los baños unisex, a reptiles transexuales, a niñas-gato agénero, a hombres de 50 años convertidos en niñas de 6, a personas meando y cagando en las calles por rebeldía, a millones de abortos al año, también por rebeldía. Y es que, ser un terrorista o un asesino hoy en día es ser un demócrata. Que tú y tu burka saltéis por los aires es hoy una heroicidad contra el terrible sistema capitalista cristiano del whiteness y contra todos esos usureros judíos que conspiran en cuartos para acabar con la raza aria de semidioses.

Y allí estaba yo, hace apenas seis años. Comía flores y abrazaba árboles, literalmente, porque era muy buena persona. Sin embargo, apoyar a Pablo Hásel, a Keny Arkana y a Alfón también entraba en mi repertorio. De hecho, nuestros amigos eran comunes. Deseaba destruir el sistema, poner fin a la heterosexualidad y que el dinero desapareciese. Supongo que el jabón y el champú también debían desaparecer. Aupaba la tercera intifada, la islamización de la malvada Europa y la muerte de todos los fascistas de derecha. Gente común; familias, personas pudientes, clase media, creyentes, personas honradas… ellos eran mi objetivo.

No, no me drogaron. No, no era retrasada mental. Como he dicho, ellos se ocupan de los jóvenes. Los jóvenes, en su mayoría, creen o apoyan de alguna forma el socialismo político y cultural. Y si son jóvenes interesados por los problemas sociales, entonces probablemente sean ya comunistas acérrimos, aún sin saberlo. Sin embargo, cuando mis amigos me decían “eres comunista”, yo negaba con rotundidad. Cuando mi mejor amiga me hablaba del Manifiesto Scum, yo sabía en mi corazón que aquello no estaba bien. Cuando me dijeron, “haz la sahada con nosotros”, mi respuesta fue ir a comprar un Corán. Ellos, en cambio, se convirtieron por pura estupidez, sin saber donde se metían. Y es que, hay quien tiene conciencia y por mucho que transite por caminos angostos, sabe que hay algo extraño y acaba por abandonar “el lado oscuro”. Después están aquellos a los que dedico este artículo. Esos que se enorgullecen de ser drogadictos, prostitutas, meones, piojosos, comunistas, brujas y asesinos. Esos, cuya versión de la realidad está tan distorsionada, que se creen artífices de la paz mientras hacen barricadas y asaltan iglesias. Esos que escupen a una familia por el simple hecho de ser eso, una familia. Esos que pegan una paliza a una chica de 18 años por ser miembro de un partido de derecha, mientras con la otra mano acusan a todo y todos de racistas, homófobos, machistas, asesinos, fascistas….

Hoy, seis años después, encuentro algo parecido. Hitler era un héroe, los judíos hacen pan con sangre de niños blancos, Franco fue perfecto, Trump es la reencarnación de Mussolini… Y mira que yo comprendo a Miguel Primo de Rivera y a Franco. Los comprendo, no comparto sus aspiraciones ni sus decisiones en la mayoría de los casos, pero los comprendo. No me gusta el socialismo. No me importa de que color lo vistas ni como lo quieras llamar. No me gusta el socialismo. En cuanto a Hitler, no tengo por donde pillarlo. Gracias a Dios, hoy soy una persona madura, con una mente clara y dos dedos de frente como para creer chorradas del otro extremo de la misma moneda.

Todos ellos, pese a odiarse, actúan de la misma manera. Por ejemplo, los nacionalsocialistas acusan a Israel de racismo, hipocresía y falta de compasión por no abrir las puertas a los refugiados. Olvidan, en favor de sus intereses, que Israel acepta personas de todas las nacionalidades y que es el objetivo principal de los bárbaros que viven a su alrededor. Abrirles la puerta sería la ruina. De hecho, Netanyahu ha ofrecido ayuda a Europa y ha aconsejado al resto de Occidente que no se deje engañar. Es decir, estas personas alaban a Hungría (yo también, todo sea dicho) por el mismo motivo que condenan a Israel. Deciden hacer oídos sordos a los judíos que denuncian los ataques a Europa y, aseguran que todos los judíos son conspiradores en las sombras. Por el otro lado, los monos sarnosos progresistas acusan a Israel por defenderse mientras defienden el derecho de los musulmanes a masacrarlos a todos. Todos usan la mentira para reforzar su ideología. Todos usan la hipocresía. La verdad ha quedado relegada, obsoleta, arrancada de nuestra mente(-)