España se enfrenta a una de las sequías más destructivas de la historia
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España se enfrenta a una de las sequías más destructivas de la historia
España se enfrenta en 2017 a una de las sequías más graves de la historia ¿Por qué ahora? ¿Podemos evitar una sequía igual el futuro?
España sufre una sequía cada ocho o diez años porque se encuentra en la zona templada del planeta y bajo la influencia de dos corrientes de aire: una masa de aire frío y húmedo que viene del Atlántico y una masa de aire caliente y seco de origen africano.
Según el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, los años hidrológicos 2013/14, 2014/15 y 2015/16 fueron bastante secos en general, especialmente el segundo de ellos, aunque con una distribución geográfica de las precipitaciones muy desigual.
«Somos el país con más embalses per cápita del mundo, tenemos más de 1.300 grandes embalses y ya no se pueden hacer más, a no ser que se construyan en zonas de alto valor ecológico», asegura Julio Barea, responsable de la campaña de Aguas de Greenpeace. «Los efectos de la sequía son cada año peores, porque ya no es solo un tema meteorológico, la península las lleva sufriendo desde hace más de 10.000 años, ahora además se agudizan por el cambio climático, por lo que van a ser más recurrentes, con periodos más cortos entre sequías y duración más intensa».
El año 2017 se va a recordar como el más seco desde 1965, la media de precipitaciones a nivel estatal está siendo un 20 por ciento menor que otros años, pero en algunas cuencas el porcentaje llega hasta el 65 por ciento. Tanto es así que sufren sequía hidrológica crónica cuencas como la del Júcar, el Segura y el Duero.
Pero hagamos lo que hagamos no va a llover más de lo que llueve. Según datos del Informe Anual de Indicadores: Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente del Ministerio de Medio Ambiente de 2015, el consumo urbano e industrial supone apenas el 15 por ciento del consumo de agua de nuestro país, el resto, el 85 por ciento se utiliza para la agricultura y la ganadería. «Se ha apostado por una política agraria muy destructiva; se cultivan, por ejemplo, maíz o alfalfa, grandes consumidoras de agua y que ni siquiera son especies autóctonas europeas, que esquilmas nuestras reservas hídricas», añade el experto.
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ya ha advertido en numerosas ocasiones que las medidas para luchar contra la sequía se deben llevar a cabo cuando todavía hay suficiente agua en los embalses y que hay que evitar el derroche del agua en la medida de lo posible. NG.
España sufre una sequía cada ocho o diez años porque se encuentra en la zona templada del planeta y bajo la influencia de dos corrientes de aire: una masa de aire frío y húmedo que viene del Atlántico y una masa de aire caliente y seco de origen africano.
Según el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, los años hidrológicos 2013/14, 2014/15 y 2015/16 fueron bastante secos en general, especialmente el segundo de ellos, aunque con una distribución geográfica de las precipitaciones muy desigual.
«Somos el país con más embalses per cápita del mundo, tenemos más de 1.300 grandes embalses y ya no se pueden hacer más, a no ser que se construyan en zonas de alto valor ecológico», asegura Julio Barea, responsable de la campaña de Aguas de Greenpeace. «Los efectos de la sequía son cada año peores, porque ya no es solo un tema meteorológico, la península las lleva sufriendo desde hace más de 10.000 años, ahora además se agudizan por el cambio climático, por lo que van a ser más recurrentes, con periodos más cortos entre sequías y duración más intensa».
El año 2017 se va a recordar como el más seco desde 1965, la media de precipitaciones a nivel estatal está siendo un 20 por ciento menor que otros años, pero en algunas cuencas el porcentaje llega hasta el 65 por ciento. Tanto es así que sufren sequía hidrológica crónica cuencas como la del Júcar, el Segura y el Duero.
Pero hagamos lo que hagamos no va a llover más de lo que llueve. Según datos del Informe Anual de Indicadores: Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente del Ministerio de Medio Ambiente de 2015, el consumo urbano e industrial supone apenas el 15 por ciento del consumo de agua de nuestro país, el resto, el 85 por ciento se utiliza para la agricultura y la ganadería. «Se ha apostado por una política agraria muy destructiva; se cultivan, por ejemplo, maíz o alfalfa, grandes consumidoras de agua y que ni siquiera son especies autóctonas europeas, que esquilmas nuestras reservas hídricas», añade el experto.
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ya ha advertido en numerosas ocasiones que las medidas para luchar contra la sequía se deben llevar a cabo cuando todavía hay suficiente agua en los embalses y que hay que evitar el derroche del agua en la medida de lo posible. NG.
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