Psiquiatra afirma que las posesiones demoníacas son algo real

El Dr. Richard Gallagher, un psiquiatra de Nueva York de 60 años, dice que ha visto cerca de 100 casos verdaderos de posesión demoníaca en los últimos 25 años.


El profesional sexagenario ha escuchado a los posesos hablar en griego antiguo, latín y chino entre otros idiomas no nativos de las víctimas. «Las voces provienen de la gente, pero no son realmente humanas», expresa al ser entrevistado por Daily Mail.

«Son de demonios malignos y manipuladores». «Son ángeles caídos, eso es lo que creo», continúa el Dr. Gallagher. «Y son extremadamente listos, mucho más brillantes que los humanos. Han estado entre nosotros por milenios, por lo que se expresan en todos los lenguajes».

Las víctimas de posesión y opresión —en esta última la entidad maligna molesta a la persona sin llegar a poseerla— vistas en primera persona por el psiquiatra le fueron derivadas usualmente por exorcistas.

Odio a Dios

Según el especialista, los espíritus malignos se la agarran con la gente porque odian a Dios y a los humanos. «Nosotros tenemos la habilidad de amar y volvernos a Dios; ellos no. Ellos han tomado sus decisiones y odian la imagen de Dios en los seres humanos», explica. «No solo quieren destruirnos espiritualmente y alejarnos de Dios, también parecen sentir un placer casi sádico en destruirnos como criaturas que aún pueden elegir a Dios, a su enemigo, criaturas que pueden todavía amar, algo que ellos ya no pueden hacer. Han rechazado toda idea del bien y el amor de una forma pervertida».

Clarividencia

El Dr. Gallagher también señala que los demonios que poseen a las personas tienen poderes extraordinarios que les permiten conocer datos como si fueran los mejores clarividentes. En una ocasión, un demonio le dijo cómo su madre había muerto de cáncer de ovarios. Esa misma entidad maligna también sabía como otros 15 parientes de otras personas habían fallecido.

En otra ocasión, un demonio le describió exactamente lo que llevaba puesto un sacerdote, a pesar que este aún estaba en camino a encontrarse con el Dr. Gallagher y la persona posesa.

Que existe, existe…

«Entiendo que creer en espíritus malignos no es algo muy confortable, y tiene implicaciones que, ya sabes, nos negamos a aceptar. Habiendo dicho eso, hay un montón de teorías que intentan explicar las posesiones demoníacas, pero ninguna tiene sentido una vez que has presenciado estos casos. Pronto te das cuenta que claramente no es algo que pueda ser explicado por una psicopatología, un engaño o algo como eso», agrega.

Y a pesar de haber tenido tantos encuentros cercanos con el mal, Gallagher dice que no está preocupado de que los demonios vengan por él alguna vez, ya que tiene su propia fe y la de otros. «Tengo mucha gente que reza por mí. No he visto al diablo por ningún lado pero, como siempre le digo a la gente, es un error tanto ver al diablo por todas partes como negar su existencia».

El doctor ha escrito un libro intitulado Enemigos Demoníacos: Experiencias de un Psiquiatra en el Mundo del Exorcismo (en inglés, Demonic Foes: Experiences of a Psychiatrist in the World of Exorcism), que será publicado el año que viene.

¿Y usted, sabes si está poseído?

El Padre Fortea, en su obra, Exorcística, plantea las bases sobre cómo distinguir si una persona está poseída o no por el maligno. Es el máximo exorcista que hay en el Vaticano y su experiencia lo avala. Aunque estos siete puntos sean vitales para diagnosticar si alguien sufre los peligros de Satán, siempre es recomendable tener una opinón psiquiátrica, puesto que en más de uno y de dos casos podríamos encontrar que en lugar de posesiones infernales, lo que presenciamos es más bien producto de alguna patología mental.

1. Ante lo sagrado o lo religioso, el sujeto manifiesta una gama de sensaciones que van, según cada individuo, desde el fastidio hasta el horror, desde una leve molestia hasta la expresión de ira e incluso furia desatada.

2. En estos casos más extremos, las reacciones del «poseído» suelen ir acompañadas de blasfemias o insultos, dirigidos hacia el objeto religioso situado en su proximidad.

3. El poseso, en los episodios agudos de manifestación de furia, pierde la consciencia. Cuando vuelve en sí, no recuerda nada. Sin embargo, aunque el protagonista no sea consciente de lo sucedido durante el episodio de posesión, ha padecido un cambio de personalidad mientras ha durado dicha crisis. Durante la misma, parece haber aflorado una segunda personalidad.

4. Esa segunda personalidad siempre tiene carácter maligno. Es frecuente que, durante esos momentos, las pupilas se vuelvan hacia arriba o hacia abajo, dejando los ojos en blanco. Los músculos faciales se tensan de forma antinatural, crispación que también se aprecia en sus manos. En esos momentos de crisis, la voz del sujeto denota odio y rabia.

5. Acabada la crisis furiosa, el individuo «poseído» vuelve lentamente a la normalidad. Llamativamente, dicho tránsito es prácticamente idéntico al que se observa en los sujetos que recuperan el estado habitual de conciencia tras haber sido hipnotizados.

6. Más allá de las crisis furiosas durante las cuales emerge su segunda personalidad, el individuo lleva una vida absolutamente normal, sin que dichos episodios afecten ni a sus relaciones personales ni a su entorno social. Es así que el sujeto se muestra como una persona perfectamente cuerda, que distingue con claridad entre la realidad que lo rodea y el mundo intrapsíquico.

7. Sólo en contadas ocasiones el relato consciente de los sujetos parece coincidir con las alucinaciones sensoriales (concretamente exponen que, esporádicamente, ven sombras, sienten una sensación extraña en alguna parte del cuerpo y oyen crujidos). Al contrario, no suelen oír voces internas, ni percibir que algo les corre bajo la piel, sino que lo normal es que tengan los sentimientos que ese ser les transmite: ira, rabia, tristeza y otros. http://www.revistaenigmas.com/secciones/ciencia-al-limite/7-criterios-diagnosticar-poseido

Hay crímenes terribles que muchas personas palidecen al escuchar. La mayoría trata de convencerse de que el ser humano no puede albergar tanta maldad, que no es capaz de actuar de esta manera por sí mismo.