La vida secreta de los desiertos
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La vida secreta de los desiertos
El polvo del Sáhara alimenta la selva amazónica. Es el gran secreto de los desiertos: sirven para equilibrar el planeta.
Millones de toneladas de polvo en suspensión abandonan las zonas desérticas de África y viajan por todo el globo. 27 millones de esas toneladas llegan a la selva amazónica cada año, pero no la cubren de arena, le dan de comer.
¿Cómo? El polvo del desierto está cargado de fósforo, una sustancia que permite el crecimiento y desarrollo de las plantas. En zonas tropicales, como en la Amazonía, los suelos están tan expuestos que los fertilizantes escasean y el polvo que les llega del Sahel se convierte en una fuente muy importante de sustento. La mejora de la calidad del suelo permite además contrarrestar desprendimientos de tierras e inundaciones.
Otro secreto: están llenos de vida. Y aunque a veces se conciben como hábitats yermos, son un punto caliente de biodiversidad. “Antílopes que sobreviven sin agua, plantas que se mantienen verdes sin lluvia, zorros cuyas orejas emiten calor… el desierto es la casa de miles de animales y plantas adaptados a vivir en una parte muy especial de nuestro planeta”. Así los define el Fondo de Conservación del Sáhara, organización que vela por la preservación de sus ecosistemas y de más de 120 especies, en especial del antílope ADAX, en peligro crítico de extinción.
Pero los desiertos esconden muchos secretos más: reducen la probabilidad de que se produzcan ciclones tropicales (al absorber el calor del aire que forman las tormentas), absorben enormes cantidades de CO2 a través del suelo y pueden evitar otro tanto gracias al sol que reciben: son las zonas con mayor radiación solar del planeta. Captan tal cantidad de energía que podrían abastecer a toda la población mundial de forma limpia y renovable. Algunos ya abastecen a cientos de miles a través de la energía solar fotovoltaica.
En el desierto de Atacama, en Chile, las plantas fotovoltaicas El Romero Solar y Almeyda generan energía limpia equivalente al consumo de 320.000 hogares chilenos. Es el punto de mayor radiación solar del planeta, pero también uno de los más castigados por el cambio climático. Y su vulnerabilidad es la que le impulsa a buscar soluciones como esta, sostenibles, para mitigarlo.
Algo similar sucede miles de kilómetros más al norte de Atacama. En el Sáhara mexicano, con una superficie de más de 300.000 kilómetros cuadrados el desierto de Sonora aloja una de las mayores plantas fotovoltaicas del mundo: Puerto Libertad, capaz de atender la demanda eléctrica de más de 580.000 hogares mexicanos. Energía producida en el desierto y destinada a impulsar el desarrollo del país: industria, agricultura, servicios, hogares….
Reducción de dióxido de carbono, producción de energía, suelos fértiles, biodiversidad… vida. Los desiertos ya aportan su grano de arena en la lucha contra la emergencia climática. Es importante conocer su potencial y saber que forman parte del equilibrio interno del planeta, que la tierra frondosa se alimenta de la tierra árida… y que esas dunas interminables bajo un sol de justicia esconden secretos que merece la pena observar, como pedía El Principito de Saint Exupèry: "Si algún día, viajando por África cruzan el desierto, si por casualidad pasan por allí, no se apresuren, se lo ruego, y deténganse un poco".
Fuente
Millones de toneladas de polvo en suspensión abandonan las zonas desérticas de África y viajan por todo el globo. 27 millones de esas toneladas llegan a la selva amazónica cada año, pero no la cubren de arena, le dan de comer.
¿Cómo? El polvo del desierto está cargado de fósforo, una sustancia que permite el crecimiento y desarrollo de las plantas. En zonas tropicales, como en la Amazonía, los suelos están tan expuestos que los fertilizantes escasean y el polvo que les llega del Sahel se convierte en una fuente muy importante de sustento. La mejora de la calidad del suelo permite además contrarrestar desprendimientos de tierras e inundaciones.
Otro secreto: están llenos de vida. Y aunque a veces se conciben como hábitats yermos, son un punto caliente de biodiversidad. “Antílopes que sobreviven sin agua, plantas que se mantienen verdes sin lluvia, zorros cuyas orejas emiten calor… el desierto es la casa de miles de animales y plantas adaptados a vivir en una parte muy especial de nuestro planeta”. Así los define el Fondo de Conservación del Sáhara, organización que vela por la preservación de sus ecosistemas y de más de 120 especies, en especial del antílope ADAX, en peligro crítico de extinción.
Pero los desiertos esconden muchos secretos más: reducen la probabilidad de que se produzcan ciclones tropicales (al absorber el calor del aire que forman las tormentas), absorben enormes cantidades de CO2 a través del suelo y pueden evitar otro tanto gracias al sol que reciben: son las zonas con mayor radiación solar del planeta. Captan tal cantidad de energía que podrían abastecer a toda la población mundial de forma limpia y renovable. Algunos ya abastecen a cientos de miles a través de la energía solar fotovoltaica.
En el desierto de Atacama, en Chile, las plantas fotovoltaicas El Romero Solar y Almeyda generan energía limpia equivalente al consumo de 320.000 hogares chilenos. Es el punto de mayor radiación solar del planeta, pero también uno de los más castigados por el cambio climático. Y su vulnerabilidad es la que le impulsa a buscar soluciones como esta, sostenibles, para mitigarlo.
Algo similar sucede miles de kilómetros más al norte de Atacama. En el Sáhara mexicano, con una superficie de más de 300.000 kilómetros cuadrados el desierto de Sonora aloja una de las mayores plantas fotovoltaicas del mundo: Puerto Libertad, capaz de atender la demanda eléctrica de más de 580.000 hogares mexicanos. Energía producida en el desierto y destinada a impulsar el desarrollo del país: industria, agricultura, servicios, hogares….
Reducción de dióxido de carbono, producción de energía, suelos fértiles, biodiversidad… vida. Los desiertos ya aportan su grano de arena en la lucha contra la emergencia climática. Es importante conocer su potencial y saber que forman parte del equilibrio interno del planeta, que la tierra frondosa se alimenta de la tierra árida… y que esas dunas interminables bajo un sol de justicia esconden secretos que merece la pena observar, como pedía El Principito de Saint Exupèry: "Si algún día, viajando por África cruzan el desierto, si por casualidad pasan por allí, no se apresuren, se lo ruego, y deténganse un poco".
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