Origen de los rituales de fin de año
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Origen de los rituales de fin de año
A pocas horas para el Año Nuevo en diversas locaciones, una de las celebraciones más universales del mundo occidental, millones de personas celebrarán la llegada de un nuevo año lleno de buenos deseos y metas. De igual forma, en esta celebración abundan las tradiciones o cábalas con sus propias características en cada país.
El 31 de diciembre, representa para muchas culturas, la culminación de un ciclo, un cierre, un cambio y un inicio. Aunque, muy a pesar de nuestras dudas sobre ese cambio, nos aferramos a la idea de que puede pasar, de que esa renovación es posible. De tal forma que, como es costumbre, no sólo nos convencemos a nosotros mismos de esa “revolución interna” sino que, nos vemos obligados a hacer rituales y maniobras para poder creer en ese cambio.
Si hay un factor común en los países latinoamericanos, es la tendencia a potenciar ciertas tradiciones y supersticiones, para de alguna manera atraer la buena suerte, el dinero, el éxito y el amor. Pero ¿Cuál sería el origen de los rituales tan comunes en épocas modernas?
Desde tiempos inmemorables, el miedo a la enfermedad, la muerte o el peligro han hecho que la humanidad se arraigue a la superstición; un fenómeno que se ha extendido por todo el mundo a través de las diferentes civilizaciones con un origen incierto. A pesar de que el físico y escritor Charles Panati aseguraba que las primeras supersticiones tuvieron su origen hace más de 50.000 millones de años A.C, con los Neanderthales y su visión del Más Allá, muchos consideran que las tradiciones actuales son creencias irracionales -e inevitables- para la mayoría de las personas.
Además de las “creencias” que sirven durante todo el año, como el trébol de cuatro hojas, la pata de conejo o cruzar los dedos, existen algunas supersticiones que tienen fijada su fecha en el calendario. En el caso de España, el último día del mes de diciembre, con la celebración de Nochevieja, hay dos que se han convertido en inquebrantable tradición. Tomarse las 12 uvas al ritmo de las campanadas o llevar ropa interior -o cualquier otra prenda- de un determinado color (amarillo o rojo) son algunas de las costumbres que, de alguna forma, prometen un próspero y bien avenido año nuevo.
Rituales Curiosos en el Mundo
En Bielorrusia, las mujeres realizan un ritual para saber quién se casará en el año que empieza. Se coloca un cúmulo de maíz frente a cada una de ellas, luego sueltan un gallo y a la que se dirija para comer será quien se case.
En Dinamarca, cuando llega la medianoche del 31 de diciembre, los daneses tiran platos contra las puertas de los hogares de sus amigos y familiares para dotarles de buen augurio. Así, cuantos más pedazos se amontonen en la puerta, mayor será la suerte para el año próximo. Además, también saltan encima de una silla para atraer suerte.
En Brasil, ir al mar a las 12 y saltar siete olas pidiendo siete deseos es una arraigada costumbre. Esto puede ser porque, el agua y el mar han estado asociados con la purificación en muchas culturas a lo largo de la historia. Pero, en este caso la tradición se remonta a las culturas africanas. El siete es un número espiritual y se vincula con la diosa del mar Yemanjá, quien, en Año Nuevo, da fuerzas para superar las dificultades. En otros países, como Puerto Rico, no se trata de dar saltos, sino de dejarse caer de espaldas al mar para ahuyentar a los malos espíritus.
Mientras que los rituales en el mar no nos llaman la atención en países tropicales como Brasil, sí debería sorprendernos que se realice en el invierno de Escocia, que el 1 de enero, con un tiempo del demonio, se zambullen en las heladas aguas del Firth of Forth, en South Queensferry, disfrazados de los personajes más delirante. Ya lo dice todo el nombre de esta tradición: Loony Dook, «chapuzón chiflado».
La Navidad es una época para pasar en familia y en la localidad chilena de Talca lo llevan al pie de la letra. Tanto que despiden el año en el cementerio, junto a todos sus parientes, los vivos y los muertos. Así que cuando redoblan las campanas de medianoche, miles de talquinos iluminan las tumbas con velas, descorchan las botellas y ¡que empiece la fiesta! Cuentan que esta extraña celebración dio comienzo a finales de los años 80, cuando un antiguo funcionario del cementerio local falleció y sus familiares se colaron en el camposanto con una radio, flores y bebidas para recibir el año al lado del difunto y a los vecinos les pareció una gran idea.
En algunas regiones rurales de Rumanía, existe la tradición de disfrazarse de oso en Año Nuevo e ir casa por casa bailando para espantar a los malos espíritus.
En algunas regiones de Italia las calles no son un lugar seguro, sobre todo en Nochevieja. Una puede salir de juerga deseando que le llueva un ligue del cielo y lo que le cae encima es un armario ropero. Porque en Nápoles, Sicilia o Calabria dicta la tradición que para librarse de lo malo de un año que termina hay que arrojar por la ventana los muebles que no se quiere.
Celebrar un Fin de Año a la filipina es apagar las luces y abrir todas las puertas, ventanas y cajones a medianoche, golpeándolos con fuerza, para espantar a los malos espíritus. La clave es ser lo más ruidosos posible para que se den por aludidos.
Lo raro de la tradición para recibir el Año Nuevo en Groenlandia es la cena, para la que se prepara un manjar llamado kiviak, que es carne de alca, un ave acuática. Lo curioso de esta receta no es sólo la especie de ave a la que no estamos acostumbrados, sino a que esta se come cruda, macerada dentro de la piel de una foca en la que se enrolla sin dejar entrar nada de aire, y que tarda 7 meses en estar lista para comer.
Fuente: CodigoOculto.com
El 31 de diciembre, representa para muchas culturas, la culminación de un ciclo, un cierre, un cambio y un inicio. Aunque, muy a pesar de nuestras dudas sobre ese cambio, nos aferramos a la idea de que puede pasar, de que esa renovación es posible. De tal forma que, como es costumbre, no sólo nos convencemos a nosotros mismos de esa “revolución interna” sino que, nos vemos obligados a hacer rituales y maniobras para poder creer en ese cambio.
Si hay un factor común en los países latinoamericanos, es la tendencia a potenciar ciertas tradiciones y supersticiones, para de alguna manera atraer la buena suerte, el dinero, el éxito y el amor. Pero ¿Cuál sería el origen de los rituales tan comunes en épocas modernas?
Desde tiempos inmemorables, el miedo a la enfermedad, la muerte o el peligro han hecho que la humanidad se arraigue a la superstición; un fenómeno que se ha extendido por todo el mundo a través de las diferentes civilizaciones con un origen incierto. A pesar de que el físico y escritor Charles Panati aseguraba que las primeras supersticiones tuvieron su origen hace más de 50.000 millones de años A.C, con los Neanderthales y su visión del Más Allá, muchos consideran que las tradiciones actuales son creencias irracionales -e inevitables- para la mayoría de las personas.
Además de las “creencias” que sirven durante todo el año, como el trébol de cuatro hojas, la pata de conejo o cruzar los dedos, existen algunas supersticiones que tienen fijada su fecha en el calendario. En el caso de España, el último día del mes de diciembre, con la celebración de Nochevieja, hay dos que se han convertido en inquebrantable tradición. Tomarse las 12 uvas al ritmo de las campanadas o llevar ropa interior -o cualquier otra prenda- de un determinado color (amarillo o rojo) son algunas de las costumbres que, de alguna forma, prometen un próspero y bien avenido año nuevo.
Rituales Curiosos en el Mundo
En Bielorrusia, las mujeres realizan un ritual para saber quién se casará en el año que empieza. Se coloca un cúmulo de maíz frente a cada una de ellas, luego sueltan un gallo y a la que se dirija para comer será quien se case.
En Dinamarca, cuando llega la medianoche del 31 de diciembre, los daneses tiran platos contra las puertas de los hogares de sus amigos y familiares para dotarles de buen augurio. Así, cuantos más pedazos se amontonen en la puerta, mayor será la suerte para el año próximo. Además, también saltan encima de una silla para atraer suerte.
En Brasil, ir al mar a las 12 y saltar siete olas pidiendo siete deseos es una arraigada costumbre. Esto puede ser porque, el agua y el mar han estado asociados con la purificación en muchas culturas a lo largo de la historia. Pero, en este caso la tradición se remonta a las culturas africanas. El siete es un número espiritual y se vincula con la diosa del mar Yemanjá, quien, en Año Nuevo, da fuerzas para superar las dificultades. En otros países, como Puerto Rico, no se trata de dar saltos, sino de dejarse caer de espaldas al mar para ahuyentar a los malos espíritus.
Mientras que los rituales en el mar no nos llaman la atención en países tropicales como Brasil, sí debería sorprendernos que se realice en el invierno de Escocia, que el 1 de enero, con un tiempo del demonio, se zambullen en las heladas aguas del Firth of Forth, en South Queensferry, disfrazados de los personajes más delirante. Ya lo dice todo el nombre de esta tradición: Loony Dook, «chapuzón chiflado».
La Navidad es una época para pasar en familia y en la localidad chilena de Talca lo llevan al pie de la letra. Tanto que despiden el año en el cementerio, junto a todos sus parientes, los vivos y los muertos. Así que cuando redoblan las campanas de medianoche, miles de talquinos iluminan las tumbas con velas, descorchan las botellas y ¡que empiece la fiesta! Cuentan que esta extraña celebración dio comienzo a finales de los años 80, cuando un antiguo funcionario del cementerio local falleció y sus familiares se colaron en el camposanto con una radio, flores y bebidas para recibir el año al lado del difunto y a los vecinos les pareció una gran idea.
En algunas regiones rurales de Rumanía, existe la tradición de disfrazarse de oso en Año Nuevo e ir casa por casa bailando para espantar a los malos espíritus.
En algunas regiones de Italia las calles no son un lugar seguro, sobre todo en Nochevieja. Una puede salir de juerga deseando que le llueva un ligue del cielo y lo que le cae encima es un armario ropero. Porque en Nápoles, Sicilia o Calabria dicta la tradición que para librarse de lo malo de un año que termina hay que arrojar por la ventana los muebles que no se quiere.
Celebrar un Fin de Año a la filipina es apagar las luces y abrir todas las puertas, ventanas y cajones a medianoche, golpeándolos con fuerza, para espantar a los malos espíritus. La clave es ser lo más ruidosos posible para que se den por aludidos.
Lo raro de la tradición para recibir el Año Nuevo en Groenlandia es la cena, para la que se prepara un manjar llamado kiviak, que es carne de alca, un ave acuática. Lo curioso de esta receta no es sólo la especie de ave a la que no estamos acostumbrados, sino a que esta se come cruda, macerada dentro de la piel de una foca en la que se enrolla sin dejar entrar nada de aire, y que tarda 7 meses en estar lista para comer.
Fuente: CodigoOculto.com
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