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El origen de Don Pelayo

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Mensaje por Cybernauta Vie Ago 21, 2015 5:09 pm

A Pelayo lo conocemos en la historia como el fundador de la monarquía en Asturias, es decir el primer Rey asturiano con el que se inicia, a su vez, la Reconquista Cristiana. Pero antes de ser rey, Don Pelayo, puede que fuera un jefe local de Cangas de Onís. El territorio asturiano, a pesar de ser haber sido conquistado por romanos o visigodos, había sabido resistir al yugo del poder extranjero. “Asturias nunca había estado sometida directamente ni a Roma ni al mundo visigodo. Conquistar un territorio es fácil, pero de ahí a dominarlo existe un abismo”. Son palabras de Javier Fernández Conde,-catedrático de Historia Medieval -en un reciente estudio que revisa la historiografía existente en un complejo contexto, desde la decadencia y posterior desaparición del poder político de Roma hasta la batalla de Covadonga (año 722). El estudio trata de demostrar que la monarquía en Asturias nace por una unión de poderes locales que buscaban combatir entre ellos al Islam. En este contexto se sitúa el héroe Don Pelayo, en una etapa de nuestra historia, que, a pesar de ser decisiva en el comienzo de la Reconquista Cristiana frente al poder musulmán, sigue estando llena de imprescisiones e inexactitudes. El lugar es Asturias ¿Que ocurrió aquí en estos territorios entre los s.VII y VIII cuando el resto de la península había sido conquistada rápidamente por los árabes?
El origen de Don Pelayo Pelayo

A Pelayo lo conocemos en la historia como el fundador de la monarquía en Asturias, es decir el primer Rey asturiano con el que se inicia, a su vez, la Reconquista Cristiana. Pero antes de ser rey, Don Pelayo, puede que fuera un jefe local de Cangas de Onís. Esta idea forma parte de una nueva teoría sobre el origen de la monarquía asturiana que acaba de ser publicada en el último número de la revista “Territorio, sociedad y poder” , editada por Trea y la Universidad de Oviedo. A su vez, el estudio forma parte de las actas dadas a conocer durante el simposio internacional Poder y simbología en Europa. Siglos VIII-X , celebrado en septiembre del 2008 y se titula “Poderes sociales y políticos en Asturias. Siglos VIII-X”

Este nuevo estudio que avalan investigadores como Avelino Gutiérrez, Lorenzo Arias y Margarita Fernández Mier, dirigidos por el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo, Javier Fernández Conde; aportan un nuevo punto de vista. Del estudio se desprende, que uno de los motivos principales por los que estos jefes locales se rebelaron contra el Islam fue que rechazaban los impuestos que les querían imponer. “A los poderes musulmanes les interesaba que la población estuviera dominada pagando tributos”.

Que Pelayo aprovechara la resistencia de los nativos a pagar impuestos al poder emergente de Córdoba para formar su propio reino no era extraño. El análisis añade que “esta situación pudo reforzar la posición de unos magnates” que no habían emergido hasta el siglo VIII.

“No somos el ombligo del mundo. Monarquías como las de Asturias se estaban creando en todas partes”, indica Javier Fernández Conde.
El origen de Don Pelayo Reconquistal

Origen de Don Pelayo

Uno de los temas más controvertidos de este personaje de la Historia es su origen, ya que se le atribuyen procedencias de lo más variadas. La Crónica Albeldense le hace un noble godo.

El testamento de Alfonso III, del año 869, vincula territorialmente a Pelayo con el área central de Asturias, aunque sin aportar datos sobre su lugar de origen. Recientes investigaciones arqueológicas sugieren que antes de convertirse en el primer monarca astur podría haber sido cabecilla de una organización política local previa.

El posible origen astur de Pelayo

Las crónicas Albeldense y Rotense de la etapa final del Reino de Asturias (siglo IX) atribuyen un origen godo a Pelayo, aunque este dato ha sido cuestionado por algunos historiadores, especialmente a partir de la publicación de los trabajos de Abilio Barbero y Marcelo Vigil al respecto: resultaría paradójico que los astures, que se habían rebelado contra el dominio godo en tiempos del rey Wamba, aceptasen como caudillo en la nueva lucha contra los musulmanes a un aristócrata enemigo, perteneciente a un pueblo que tan sólo veinte años antes había sojuzgado a Asturias.

Por otro lado, ni siquiera las regiones más romanizadas, como la Bética y la Tarraconense, opusieron una seria resistencia al colapso del reino visigótico, y la mayor parte de la aristocracia visigótica, representada por condes como Teodomiro o Casio, aceptó el nuevo dominio omeya a cambio de conservar su estatus. Incluso la viuda de Rodrigo, Egilona, fue tomada como esposa por uno de los jefes de los invasores, Abd al-Aziz, primer valí de Al-Ándalus.

Las primitivas crónicas asturianas, como la Albeldense, no incluyen la genealogía de Pelayo, aunque sí lo declaran hijo del duque Faffila —Favila— de ascendencia goda, por tanto. Los primeros documentos que trazan un supuesto árbol genealógico de Pelayo que lo haría descendiente de Chindasvinto (como la Estoria General de España escrita por el rey Alfonso X el Sabio) son cinco siglos posteriores a los hechos. En este sentido, la ideología neogoticista que impregnó los reinados de los reyes de Asturias Alfonso II y Alfonso III hizo desvirtuar progresivamente los orígenes del reino de Asturias: se pretendía entroncar los orígenes del reino de Asturias con el estado visigótico, para de esta manera legitimar las aspiraciones imperiales de los reyes de León y de Castilla.

De hecho, el antropónimo Pelayo no es germánico (como lo son todos los nombres de los reyes visigodos), sino que deriva del griego πελάγιος (marino), lo que apuntaría a un origen hispano-romano del personaje. Por lo demás, dicho nombre de pila era usado con profusión por los habitantes del noroeste de España.

En cualquier caso, lo cierto es que las informaciones proporcionadas tanto por las crónicas cristianas como por las islámicas lo presentan como un personaje estrechamente vinculado a Asturias y que poseía propiedades fundiarias en la región. De este modo, el testamento del rey Alfonso III (recopilado por el padre Flórez en su España Sagrada) menciona que Pelayo tenía tierras en Tiñana (Siero), no muy lejos de Lucus Asturum, una de las ciudades más importantes de la Asturias romana y prerromana. Por su parte, la Crónica Rotense señala que, tras su huida de Córdoba, Pelayo se refugió en Bres (Piloña) en pleno corazón del territorio de los luggones argandenos y cerca de su capital, Paelontium (Belonciu).

Asimismo, tanto Al Maqqari[8] como Ibn Jaldún,en el siglo XVI, atribuían orígenes asturianos a Pelayo, y el primero de ellos, al describir los sucesos de Covadonga, califica al personaje de asno salvaje, una denominación muy poco apropiada para un pretendido miembro de la aristocracia goda y que hace pensar más bien en un caudillo procedente de las montañas y alejado de los refinados centros de cultura romano-visigóticos, pudiendo ser simplemente un hecho de propaganda y rencor escritos en una época totalmente diferente (ocho siglos después), y desde Egipto, lo que deja claras dudas sobre la fidelidad de estos “relatos” que sin testigos, ni acceso a una información lejana, y recopilando los siglos de leyendas anti-Pelayo que se pudieran haber dado en el bando musulman a lo largo de la Reconquista; siendo esta la información accesible para un “historiador” del régimen que escribe sobre los hechos 8 siglos después y a miles de kilómetros, desde Egipto. Los relatos de otros cronistas musulmanes como Iban Al-Akir, en la que relata como “Muza” ataca al enemigo robando, destruyendo iglesias, campanas. o Al-Nuwairi hacen referencia a un lugar denominado la roca de Pelayo, conquistado por Muza en su campaña de los años 712–714, y que los historiadores identifican con el cerro de Santa Catalina, donde se asentaba la ciudad de Gegio (Gijón). El hecho de que el topónimo portase el nombre de Pelayo sugiere que este personaje era por aquel entonces el gobernante local de la villa, aunque si el texto fue escrito con el paso de los siglos, puede ser una variación y adaptación literaria. En tal caso, la leyenda sobre el matrimonio de Munuza con su hermana Adosinda, de ser cierto, habría tenido como objetivo reforzar el pacto entre la aristocracia astur y los nuevos dominadores árabe-bereberes.

Por último no puede dejar de resaltarse el hecho de que la transmisión del poder en el seno de la monarquía asturiana se llevaba a cabo siguiendo reglas de origen indígena, residuos de una anterior estructura matriarcal: así, la mujer a menudo transmitía derechos hereditarios al marido, como sucede en los casos de los reyes Alfonso I y Silo, que acceden al poder gracias a sus esposas Ermesinda y Adosinda, ambas de la familia de Pelayo. Sólo en época posterior, a partir de Ramiro I de Asturias, se impone definitivamente la sucesión por línea patrilineal.
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