Los científicos descubren por fin por qué los tardígrados son prácticamente indestructibles
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Los científicos descubren por fin por qué los tardígrados son prácticamente indestructibles
Prácticamente, nada ni nadie es capaz de acabar con uno de los seres vivos más sorprendentes del planeta, visibles solo a través de un microscopio pero rodeados de grandes incógnitas para la ciencia.
Los tardígrados parecen animales de ciencia ficción, pesadillas de Disney e incluso criaturas diseñadas por ordenador, pero existen, y tienen mil ases bajo la manga para escapar de las fauces de la muerte.
También llamados osos de agua, estas criaturas microscópicas de 8 patas y que viven en el agua son capaces de aguantar el vacío del espacio, sobrevivir a un disparo o volver a la vida después de haber estado décadas deshidratados. ¿Cómo consiguen los osos de agua ser prácticamente inmortales? Hasta ahora era todo un enigma para los investigadores, según recoge el blog Big Think.
Ahora, un científico llamado Thomas Boothby ha descifrado parte del misterio. Este investigador de la Universidad de Carolina del Norte ha explicado a The New York Times algunas de las conclusiones de su trabajo.
Se hacen una bolita durante décadas y reviven en el agua en cuestión de horas
En un experimento se comprobó como los tardígrados sobreviven a la desecación total: al detectar que se acerca una época de sequía, mete la cabeza y las extremidades en su exoesqueleto, convirtiéndose en una pequeña bola, permaneciendo inmóvil hasta regresar de nuevo a su medio natural: el agua.
Después, "vuelven a correr, a comer, a reproducirse como si nada" en cuestión de horas. Parece magia, pero es pura naturaleza. Los científicos pensaban que para ello, los tardígrados utilizaban un azúcar llamado trehalosa para protegerse del daño celular de la desecación, un proceso llamada anhidrobiosis que también usan los monos marinos y los gusanos nematodos.
Estos organismos producen suficiente azúcar como para que represente el 20% de su peso corporal.
Pero este estado reversible no es el mecanismo que emplea el tardígrado para blindarse ante la falta de agua. En el caso de esta criatura, la trehalosa solamente ocupa alrededor del 2% de todo su sistema. Este animal, por extraño que te suene... se convierte en vidrio.
El nuevo experimento depositó los tardígrados en una cámara de desecación, que imitaba las condiciones que los organismos encontrarían en un estanque en desaparición. A medida que padecían anhidrobiosis, examinaron qué genes se activaban, y la proteína específica que producían. Si se bloqueaban los fenes que producían la proteína llamada TDP, los osos de agua morían.
"Si tomamos esos genes y los introducimos en organismos como bacterias y levaduras, que normalmente no tienen esas proteínas, se vuelven mucho más tolerantes a la desecación", explica Boothby.
La proteína protectora inunda el sistema cuando los genes se activan ante el proceso de desecación, de un modo muy similar a la forma en la que la trehalosa preserva a los monos marinos.
De hecho, se denomina evolución convergente, "evolución independiente de mutaciones que producen el mismo rasgo en poblaciones o especies distintas", cuando organismos que no tienen relación entre sí desarrollan el mismo rasgo para sobrevivir.
Lo curioso en este caso es que se trata de una proteína sin una estructura tridimensional definida. Cuando se activa, se pone en marcha el proceso de vitrificación, que recubre las moléculas del interior de las células tardígradas, manteniéndolas intactas. Hasta detectar agua de nuevo, permanece en estasis. Después, se disuelve en el líquido y el tardígrado revive.
El descubrimiento no es solo teórico, sino que podría tener aplicaciones prácticas, como por ejemplo para la creación de medicamentos o vacunas liofilizadas que no precisen refrigeración para abastecer a las comunidades rurales más aisladas.
Este descubrimiento podría tener algunas aplicaciones prácticas. Por ejemplo, en medicina, las vacunas suelen necesitar refrigeración. Pero en el mundo en desarrollo no siempre se dispone de ella, lo que dificulta el suministro de vacunas a comunidades rurales vulnerables.
Fuente.
Los tardígrados parecen animales de ciencia ficción, pesadillas de Disney e incluso criaturas diseñadas por ordenador, pero existen, y tienen mil ases bajo la manga para escapar de las fauces de la muerte.
También llamados osos de agua, estas criaturas microscópicas de 8 patas y que viven en el agua son capaces de aguantar el vacío del espacio, sobrevivir a un disparo o volver a la vida después de haber estado décadas deshidratados. ¿Cómo consiguen los osos de agua ser prácticamente inmortales? Hasta ahora era todo un enigma para los investigadores, según recoge el blog Big Think.
Ahora, un científico llamado Thomas Boothby ha descifrado parte del misterio. Este investigador de la Universidad de Carolina del Norte ha explicado a The New York Times algunas de las conclusiones de su trabajo.
Se hacen una bolita durante décadas y reviven en el agua en cuestión de horas
En un experimento se comprobó como los tardígrados sobreviven a la desecación total: al detectar que se acerca una época de sequía, mete la cabeza y las extremidades en su exoesqueleto, convirtiéndose en una pequeña bola, permaneciendo inmóvil hasta regresar de nuevo a su medio natural: el agua.
Después, "vuelven a correr, a comer, a reproducirse como si nada" en cuestión de horas. Parece magia, pero es pura naturaleza. Los científicos pensaban que para ello, los tardígrados utilizaban un azúcar llamado trehalosa para protegerse del daño celular de la desecación, un proceso llamada anhidrobiosis que también usan los monos marinos y los gusanos nematodos.
Estos organismos producen suficiente azúcar como para que represente el 20% de su peso corporal.
Pero este estado reversible no es el mecanismo que emplea el tardígrado para blindarse ante la falta de agua. En el caso de esta criatura, la trehalosa solamente ocupa alrededor del 2% de todo su sistema. Este animal, por extraño que te suene... se convierte en vidrio.
El nuevo experimento depositó los tardígrados en una cámara de desecación, que imitaba las condiciones que los organismos encontrarían en un estanque en desaparición. A medida que padecían anhidrobiosis, examinaron qué genes se activaban, y la proteína específica que producían. Si se bloqueaban los fenes que producían la proteína llamada TDP, los osos de agua morían.
"Si tomamos esos genes y los introducimos en organismos como bacterias y levaduras, que normalmente no tienen esas proteínas, se vuelven mucho más tolerantes a la desecación", explica Boothby.
La proteína protectora inunda el sistema cuando los genes se activan ante el proceso de desecación, de un modo muy similar a la forma en la que la trehalosa preserva a los monos marinos.
De hecho, se denomina evolución convergente, "evolución independiente de mutaciones que producen el mismo rasgo en poblaciones o especies distintas", cuando organismos que no tienen relación entre sí desarrollan el mismo rasgo para sobrevivir.
Lo curioso en este caso es que se trata de una proteína sin una estructura tridimensional definida. Cuando se activa, se pone en marcha el proceso de vitrificación, que recubre las moléculas del interior de las células tardígradas, manteniéndolas intactas. Hasta detectar agua de nuevo, permanece en estasis. Después, se disuelve en el líquido y el tardígrado revive.
El descubrimiento no es solo teórico, sino que podría tener aplicaciones prácticas, como por ejemplo para la creación de medicamentos o vacunas liofilizadas que no precisen refrigeración para abastecer a las comunidades rurales más aisladas.
Este descubrimiento podría tener algunas aplicaciones prácticas. Por ejemplo, en medicina, las vacunas suelen necesitar refrigeración. Pero en el mundo en desarrollo no siempre se dispone de ella, lo que dificulta el suministro de vacunas a comunidades rurales vulnerables.
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