La disputa más larga es un misterio de 500 años. España sigue sin saber si le pertenecen unas tierras diminutas frente a Tenerife
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La disputa más larga es un misterio de 500 años. España sigue sin saber si le pertenecen unas tierras diminutas frente a Tenerife
A veces los países no se ponen de acuerdo por los siglos de los siglos
No existen muchas disputas en el planeta como la que dirime España desde hace más de cinco siglos. Tampoco hay una forma sencilla de explicarlo. Si quisiéramos resumir los hechos que se han sucedido en una frase sería algo así: España quiere una isla, pero no sabe si le pertenece, mientras otra nación ha estado más rápida y ahora parece que le pertenece, pero no es ni una cosa ni la otra. Sí, un auténtico galimatías que nadie tiene realmente claro. Veamos su historia.
Islas Salvajes. Primeros vayamos con los hechos. Estamos ante un archipiélago del océano Atlántico que se encuentra a 165 kilómetros de Canarias (Tenerife es la isla más cercana), y a 280 de la isla de Madeira, región autóctona de Portugal. A su vez, las islas de Salvaje Pequeña, Ilhéu de Fora, y Salvaje Grande forman parte del archipiélago de las Islas Salvajes.
Muy importante también, más que islas, podrían ser perfectamente islotes debido a su tamaño reducido. En cualquier caso, su historia es interesante y está marcada por las disputas territoriales entre España y Portugal y su importancia ecológica.
Salvaje Grande. Como su nombre indica, es la más grande del archipiélago, con una superficie de aproximadamente 2.5 km². Su terreno es accidentado y árido, sin fuentes de agua dulce y vegetación escasa. Dicho esto, ha sido objeto de interés debido a su posición estratégica en el Atlántico.
Salvaje pequeña. Estamos ante la segunda isla más grande del archipiélago, con una superficie de alrededor de 0.25 km². Es aún más inhóspita que Salvaje Grande, con menos vegetación y recursos naturales. Su principal valor ha sido ecológico, sirviendo como refugio para aves marinas. En 1971 se incluyó también en la reserva natural de las Islas Salvajes.
Ilhéu de Fora. La más pequeña, un islote rocoso diminuto situado cerca de Salvaje Pequeña. Su superficie es enana, y esencialmente una formación rocosa sin vegetación ni recursos hídricos. ¿Entonces? Debido a su tamaño, no tiene una historia de ocupación o uso significativo más allá de ser parte del ecosistema protegido de las Islas Salvajes. Como los otros islotes del archipiélago, se protege como parte de la reserva natural.
Por tanto, y si has llegado hasta aquí, te estarás preguntando para qué demonios tanta pelea entre ambas naciones por un pedazo de tierra enano y sin apenas vegetación. Bueno, todo comenzó en el siglo XV, y su importancia radica en cuestiones de soberanía, derechos de pesca y control de las aguas circundantes.
Esta tierra es mía. Portugal siempre ha defendido que el archipiélago fue descubierto por navegantes portugueses en el siglo XV (en 1460 por el navegante Diogo Gomes). Desde entonces, el país no ha dudado en reclamar la soberanía, considerándolas parte del territorio de Madeira por posesión ininterrumpida y su derecho a descubrimiento.
En la otra acera y desde el mismo período del siglo XV, España también tenía un gran interés en el Atlántico, especialmente con su control sobre las Islas Canarias. La visión española cuenta que el archipiélago fue visto por Jean de Bérhencourt décadas antes que Gomes, durante la conquista de Canarias. Además, se esgrime que aparecen en un mapa fechado de 1367 de los hermanos Francesco y Domenico Pizzigani.
Sea como fuere, y aunque España nunca ocupó realmente las Islas Salvajes, su cercanía a las Canarias hizo que se viera involucrada en la cuestión territorial y que las reclamara desde entonces por su “proximidad geográfica” a las islas del sur (está más cerca de Tenerife que de Madeira).
División y cierta tranquilidad. Con el Tratado de Tordesillas en 1494, mediado por el Papa, se dividió el Nuevo Mundo entre España y Portugal. Aunque dicho tratado no menciona explícitamente las Islas Salvajes, estableció un precedente para las disputas territoriales en el Atlántico.
Así, en los siguientes siglos la disputa sobre las Islas Salvajes fue intermitente y se mantuvo en un nivel relativamente bajo, sin llegar a conflictos militares, ya que el archipiélago no fue visto como muy estratégico. Sin embargo, el siglo XX volvió a reavivar el conflicto.
La tensión crece. En 1932 Portugal “pone la bandera” y empieza a legislar el territorio como suyo con base a la máxima del derecho adquirido. Decreta que pertenece al distrito de Funchal y que es coto de caza particular, al menos desde 1903, por un banquero de Madeira llamado Luis da Rocha. Seis años después, en el 38, la Comisión Permanente de Derecho Marítimo otorga a Portuga la propiedad, aunque queda pendiente el recurso que debía introducir España.
España no lo hace, ya tiene suficiente con la Guerra Civil en su propio territorio, y finalmente en el 71 Portugal adquiere el territorio a Rocha ¿Cómo? Por 1,5 millones de dólares Portugal declaró las Islas Salvajes como una reserva natural, lo que fue visto por España como un claro movimiento para consolidar su soberanía sobre el archipiélago.
El conflicto de la pesca. Las tensiones iban en aumento con España, que mantenía una postura ambigua sobre la soberanía, especialmente en relación con los derechos de pesca y la delimitación de la Zona Económica Exclusiva (ZEE). Además, en 1972 Portugal expandió su ZEE para incluir las Islas Salvajes, una línea roja para España, ya que afectaba los derechos de los pescadores canarios. España finalmente no reconoció la extensión de la ZEE portuguesa en este territorio.
El conflicto hoy. Las décadas siguientes a 1980 estuvieron marcadas por varios incidentes diplomáticos, especialmente relacionados con la pesca. España y Portugal intercambiaron notas diplomáticas y protestas, aunque nunca se llegó a un enfrentamiento abierto. Con la entrada del nuevo milenio, la disputa continuó con ambos países defendiendo sus posiciones. Portugal siguió manteniendo y reforzando su presencia en las islas, mientras que España insistió en que las Islas Salvajes no debían generar una ZEE, argumentando que las tierras eran "rocas" y no "islas" según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
Hoy, Portugal mantiene el control de las Islas Salvajes, y aunque la disputa no ha sido resuelta formalmente, la situación parece que se ha estabilizado. Portugal sigue gestionando la reserva natural y se ha asegurado el reconocimiento internacional de facto de su soberanía. Digamos que lo que hay es más un entendimiento tácito para evitar que afecte a las relaciones bilaterales. España y Portugal llevan 500 años sin saber realmente a quién le pertenecen, pero al menos parecen tener claro no querer llevar la disputa a más.
xataka.com
No existen muchas disputas en el planeta como la que dirime España desde hace más de cinco siglos. Tampoco hay una forma sencilla de explicarlo. Si quisiéramos resumir los hechos que se han sucedido en una frase sería algo así: España quiere una isla, pero no sabe si le pertenece, mientras otra nación ha estado más rápida y ahora parece que le pertenece, pero no es ni una cosa ni la otra. Sí, un auténtico galimatías que nadie tiene realmente claro. Veamos su historia.
Islas Salvajes. Primeros vayamos con los hechos. Estamos ante un archipiélago del océano Atlántico que se encuentra a 165 kilómetros de Canarias (Tenerife es la isla más cercana), y a 280 de la isla de Madeira, región autóctona de Portugal. A su vez, las islas de Salvaje Pequeña, Ilhéu de Fora, y Salvaje Grande forman parte del archipiélago de las Islas Salvajes.
Muy importante también, más que islas, podrían ser perfectamente islotes debido a su tamaño reducido. En cualquier caso, su historia es interesante y está marcada por las disputas territoriales entre España y Portugal y su importancia ecológica.
Salvaje Grande. Como su nombre indica, es la más grande del archipiélago, con una superficie de aproximadamente 2.5 km². Su terreno es accidentado y árido, sin fuentes de agua dulce y vegetación escasa. Dicho esto, ha sido objeto de interés debido a su posición estratégica en el Atlántico.
Salvaje pequeña. Estamos ante la segunda isla más grande del archipiélago, con una superficie de alrededor de 0.25 km². Es aún más inhóspita que Salvaje Grande, con menos vegetación y recursos naturales. Su principal valor ha sido ecológico, sirviendo como refugio para aves marinas. En 1971 se incluyó también en la reserva natural de las Islas Salvajes.
Ilhéu de Fora. La más pequeña, un islote rocoso diminuto situado cerca de Salvaje Pequeña. Su superficie es enana, y esencialmente una formación rocosa sin vegetación ni recursos hídricos. ¿Entonces? Debido a su tamaño, no tiene una historia de ocupación o uso significativo más allá de ser parte del ecosistema protegido de las Islas Salvajes. Como los otros islotes del archipiélago, se protege como parte de la reserva natural.
Por tanto, y si has llegado hasta aquí, te estarás preguntando para qué demonios tanta pelea entre ambas naciones por un pedazo de tierra enano y sin apenas vegetación. Bueno, todo comenzó en el siglo XV, y su importancia radica en cuestiones de soberanía, derechos de pesca y control de las aguas circundantes.
Esta tierra es mía. Portugal siempre ha defendido que el archipiélago fue descubierto por navegantes portugueses en el siglo XV (en 1460 por el navegante Diogo Gomes). Desde entonces, el país no ha dudado en reclamar la soberanía, considerándolas parte del territorio de Madeira por posesión ininterrumpida y su derecho a descubrimiento.
En la otra acera y desde el mismo período del siglo XV, España también tenía un gran interés en el Atlántico, especialmente con su control sobre las Islas Canarias. La visión española cuenta que el archipiélago fue visto por Jean de Bérhencourt décadas antes que Gomes, durante la conquista de Canarias. Además, se esgrime que aparecen en un mapa fechado de 1367 de los hermanos Francesco y Domenico Pizzigani.
Sea como fuere, y aunque España nunca ocupó realmente las Islas Salvajes, su cercanía a las Canarias hizo que se viera involucrada en la cuestión territorial y que las reclamara desde entonces por su “proximidad geográfica” a las islas del sur (está más cerca de Tenerife que de Madeira).
División y cierta tranquilidad. Con el Tratado de Tordesillas en 1494, mediado por el Papa, se dividió el Nuevo Mundo entre España y Portugal. Aunque dicho tratado no menciona explícitamente las Islas Salvajes, estableció un precedente para las disputas territoriales en el Atlántico.
Así, en los siguientes siglos la disputa sobre las Islas Salvajes fue intermitente y se mantuvo en un nivel relativamente bajo, sin llegar a conflictos militares, ya que el archipiélago no fue visto como muy estratégico. Sin embargo, el siglo XX volvió a reavivar el conflicto.
La tensión crece. En 1932 Portugal “pone la bandera” y empieza a legislar el territorio como suyo con base a la máxima del derecho adquirido. Decreta que pertenece al distrito de Funchal y que es coto de caza particular, al menos desde 1903, por un banquero de Madeira llamado Luis da Rocha. Seis años después, en el 38, la Comisión Permanente de Derecho Marítimo otorga a Portuga la propiedad, aunque queda pendiente el recurso que debía introducir España.
España no lo hace, ya tiene suficiente con la Guerra Civil en su propio territorio, y finalmente en el 71 Portugal adquiere el territorio a Rocha ¿Cómo? Por 1,5 millones de dólares Portugal declaró las Islas Salvajes como una reserva natural, lo que fue visto por España como un claro movimiento para consolidar su soberanía sobre el archipiélago.
El conflicto de la pesca. Las tensiones iban en aumento con España, que mantenía una postura ambigua sobre la soberanía, especialmente en relación con los derechos de pesca y la delimitación de la Zona Económica Exclusiva (ZEE). Además, en 1972 Portugal expandió su ZEE para incluir las Islas Salvajes, una línea roja para España, ya que afectaba los derechos de los pescadores canarios. España finalmente no reconoció la extensión de la ZEE portuguesa en este territorio.
El conflicto hoy. Las décadas siguientes a 1980 estuvieron marcadas por varios incidentes diplomáticos, especialmente relacionados con la pesca. España y Portugal intercambiaron notas diplomáticas y protestas, aunque nunca se llegó a un enfrentamiento abierto. Con la entrada del nuevo milenio, la disputa continuó con ambos países defendiendo sus posiciones. Portugal siguió manteniendo y reforzando su presencia en las islas, mientras que España insistió en que las Islas Salvajes no debían generar una ZEE, argumentando que las tierras eran "rocas" y no "islas" según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
Hoy, Portugal mantiene el control de las Islas Salvajes, y aunque la disputa no ha sido resuelta formalmente, la situación parece que se ha estabilizado. Portugal sigue gestionando la reserva natural y se ha asegurado el reconocimiento internacional de facto de su soberanía. Digamos que lo que hay es más un entendimiento tácito para evitar que afecte a las relaciones bilaterales. España y Portugal llevan 500 años sin saber realmente a quién le pertenecen, pero al menos parecen tener claro no querer llevar la disputa a más.
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