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Blas Infante, el absurdo mito andaluz

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Blas Infante, el absurdo mito andaluz Empty Blas Infante, el absurdo mito andaluz

Mensaje por Extranauta Lun Dic 03, 2012 11:51 pm

Para la gente cultivada de Andalucía, la figura de Blas Infante corresponde a la de un fantoche separatista fascinado con el cuento de Al Andalus y con el islam. Los alcaldes y dirigentes andaluces del PP, sin embargo, han vuelto a reivindicar la figura del fantoche como ‘Padre de la Patria Andaluza’, durante los actos institucionales del Día de Andalucía.

Como a mucha de esta gente del PP le da igual un roto que un descosido, repasemos brevemente quién fue Blas Infante y lo que quiso. Converso al islam tras un viaje a Marruecos para buscar a los herederos de Boabdil, el último rey moro de Granada, Blas Infante defendió una Andalucía independiente que tuviese como principal referencia histórica la etapa de Al Andalus, que él idealizó hasta el delirio. En su obra ‘El ideal andaluz’ propone un Estado andaluz independiente hermanado con Marruecos. Incluso en una de sus delirantes citas sostenía que el “idioma andaluz” (sic) debía escribirse con caracteres árabes y no latinos.

El ‘Padre de la patria andaluza’ fue también un eminente masón, como seguramente no conoce la mayoría de los cargos públicos del PP en Andalucía. A mayor abundamiento, Blas Infante solicitó la entrada a la masonería en 1923 en una logia reunificada llamada Isis y Osiris y perteneciente al Gran Oriente de España.

Nada de lo anterior parece importar a los cargos públicos del PP. Desde muy de mañana depositaron clavelitos verdes y blancos en los monolitos levantados en honor de Blas Infante hasta en la aldea más mísera de Andalucía.

Los democristianos de Arenas, los liberales de Teófila, los progres de Celia Villalobos, los hijos de papá con seguro político, organizaron su festejo andalucista en honor a una antigualla a la que ninguno de ellos ha leído nunca.

Nuestros populares, tan beligerantes con la memoria de Sabino Arana, se sienten sin embargo emocionadísimos al recordar a quien fue cien veces peor. Los magníficos cipayos del andalucismo orquestaron su acción a espalda de la inmensa mayoría de los andaluces, escasamente sensibles a la incomparable capacidad de aggiornamento de nuestra clase política, que saltó del ‘Cara al sol’ al ‘Andaluces levantaos’, y del azul mahón al verde califal, como Suárez saltó del franquismo a la democracia liberal sin tocar baranda.

El estado moral de la derecha andaluza puede medirse, asimismo, por esas declaraciones institucionales repletas de loas a la “patria andaluza” y al valor menospreciante de algunos políticos catalanes, cuando ellos saben que el mayor desprecio que ha recibido y recibe esta tierra procede de quienes durante lustros se han dedicado a canjear estampitas electorales a cambio de un vinito, un bocadillo, una peonada o un viaje en autobús al programa de Juan y Medio.

¿Cuántos años lleva Andalucía sufriendo las políticas procaces y ofensivas para la dignidad de los andaluces que llevan a cabo los propios andaluces? La antología del engaño y la comedia que vive Andalucía cada 28 de febrero hubiese provocado el rubor del mismísimo Mairena machadiano, a la vez que nos descubre lo alejados que viven los políticos de sus votantes. Ni como ideólogo, ni como político, ni como historiador, ni siquiera como rapsoda de los reyezuelos nazaríes, considero que no hay nada interesante ni que valga la pena recordar del botarate al que llaman ‘Padre’ de una patria que no es la que reconocemos como única.

Naturalmente que yo soy falible, no como los que convierten en dogma de fe las excrecencias ideológicas de alguien tan gris y tan mediocre como Blas Infante. Ésos, como la izquierda progre y como don Javier Arenas Bocanegra, no se equivocan nunca.

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Blas Infante, el absurdo mito andaluz Empty Blas Infante, el visionario belicista y la élite intelectual

Mensaje por Infornauta Jue Feb 28, 2019 8:22 pm

Blas Infante, el absurdo mito andaluz Blas-Infante-est%C3%A1-considerado-el-m%C3%A1ximo-ide%C3%B3logo-del-andalucismo-pol%C3%ADtico-en-todas-sus-vertientes

“Blas Infante es el líder y creador del mal llamado andalucismo, ha pasado a la historia como pacifista pero lo que se oculta es que realmente fue un belicista que hizo campaña a favor de la entrada de España en la Primera Guerra Mundial”

Blas Infante es el líder y creador del mal llamado andalucismo, ha pasado a la historia como pacifista pero lo que se oculta es que realmente fue un belicista que hizo campaña a favor de la entrada de España en la Primera Guerra Mundial y que dedicó un drama épico a Almanzor, el caudillo árabe famoso por su crueldad y masacres a los cristianos, además de que jamás consiguió acta de diputado y su movimiento “andalucista” fue insignificante en la práctica a lo largo del reinado de Alfonso XIII.

Blas Infante Pérez había escrito: “Yo, criado entre jornaleros e hijo de un pueblo jornalero por excelencia morisco o andaluz, había vivido la tragedia de la Andalucía secularmente martirizada, de un pueblo que soportaba con musulmana resignación y aristócrata mansedumbre”. Lo que nos viene a expresar que para Infante los andaluces son “moriscos”; entonces se nos crea la pregunta ¿Qué deben hacer los andaluces que no lo son?. La verdad sobre el imaginativo Infante era muy diferente pues era hijo de acomodados labradores, estudió y no tuvo especiales problemas económicos, pudiéndose dedicar a fantasear y recrearse en imaginar un Al-Andalus romántico e idílico. Se podría investigar sobre el pasado genealógico del ideólogo malagueño andalucista, pero lo cierto es que aunque su ascendencia hubiera sido de cristianos viejos, en el transcurso de su deriva intelectual fue acercándose al islam hasta el punto de profesarlo de forma encubierta.

“En la filosofía excluyente de Blas Infante se eliminó de raíz toda referencia a la secuencia histórica relativa al antiguo legado de Tartessos y la clásica Bética de los senadores romanos”

A pesar de todo, como consecuencia del proyecto descentralizador del estado emprendido por la II República, que no llegó a prosperar, se hacía necesaria la adopción o recreación de una bandera para cada región de España. Entonces cabe preguntarse cómo consiguieron embaucar al muy católico y españolista pueblo andaluz una bandera de corte islámico. La respuesta, cuajada de mentiras, nos aparece claramente si leemos las noticias aparecidas en la prensa de aquella época.

En la filosofía excluyente de Infante se eliminó de raíz toda referencia a la secuencia histórica relativa al antiguo legado de Tartessos y la clásica Bética de los senadores romanos que alcanzaba hasta el otro lado del estrecho en la Hispania Tingitania. El fundador del nacionalismo andaluz radicalizaba su postura conforme se fue concentrando en el estudio de Al-Andalus y como dice el andalucista Manuel Ruiz Romero: “La comprensión de esta etapa marginada será vía obligada en la recuperación de la conciencia del pueblo para el andaluz”.

Infante cultivó desde el descubrimiento y acercamiento sentimental a Al-Andalus, una febril, por no decir enfermiza, devoción por todo lo musulmán que lo llevaría a declarar públicamente su cripto-mahometanismo: “Nosotros no podemos, no queremos, no llegaremos a ser jamás europeos. Externamente en el vestido o en ciertas costumbres ecuménicamente impuestas con inexorable rigor hemos venido pareciendo aquello que nuestros dominadores exigieron de nosotros. Pero jamás hemos dejado de ser lo que somos de verdad: esto es andaluces, euro-africanos, euro-orientales, hombres universalistas, síntesis armónicas de hombres.”

Vemos que Sabino Arana no fue el único trastornado de las ensoñaciones, para Infante: “Los moros andaluces viven en el destierro desde hace cuatro siglos”.

Sería muy interesante abrir al debate y a la luz pública la totalidad de la obra de Infante frente a los apóstatas y neoconversos, para descubrir y desenmascarar las ensoñaciones, por no decir payasadas, de este visionario al que se pretende hacer pasar por un hombre de buenas intenciones, cuando no era otra cosa que un renegado, algo que dejó patente en el siguiente comentario:

“Sería muy interesante abrir al debate y a la luz pública la totalidad de la obra de Infante frente a los apóstatas y neoconversos”

“El rencor europeo o de animalidad europea que se ofreció a la historia con el nombre de fervor católico se ensañó contra esta cultura superior de Al-Andalus, no sólo por odio al nombre musulmán que la designaba sino por el temor de que su fuerza cautivante de las almas descubriese la verdadera naturaleza de la inspiración animal que rigió la conquista”.

Al parecer, para Infante no existió ni la barbarie islámica que inmoló a tantos mártires de Cristo bajo las cimitarras y la tortura, ni tampoco el esclavismo que se cebó desde el norte de África sobre las costas del sur de Europa.

Hoy día que la comunidad autónoma de Andalucía ha reconocido a Blas Infante como Padre de la Patria Andaluza, cuando como bandera andaluza flamea en los ayuntamientos democráticos de toda Andalucía el lienzo blanco y verde inventado por Blas Infante, cuando políticos de todo color cantan los versos del himno que Infante compuso, a la vez que se obliga a los niños andaluces a celebrar el día de Andalucía con que nos presenta a un ser bondadoso y estupendo en este musulmán encubierto, creo que sería de interés divulgar y desenmascarar las obras completas de este señor.

En 1918 se celebra la Asamblea Andalucista de Ronda, donde se proclama que en adelante la bandera de Andalucía consistirá en tres franjas horizontales del mismo ancho, verde, blanca y verde. Blas Infante justificó la elección de estos colores por ser los correspondientes, el verde, al Califato Omeya de Córdoba y el blanco, al Imperio Almohade, considerándolos como las dos épocas en las que un poder político centrado en Andalucía consiguió mayor esplendor. Según esta idea, a la tonalidad específica de verde, más bien oscura, se le denominó “verde omeya”, y dicha denominación ha sido reconocida oficialmente mediante el Decreto 212/1983. Junto a este significado “histórico” coexistiría un significado “simbólico”, que identifica al verde con la esperanza y al blanco con la paz, como recoge la letra del himno: “La bandera blanca y verde / viene tras siglos de guerra / a decir paz y esperanza / bajo el sol de nuestra tierra”.

Todo ello mientras se oculta la bandera española de los ayuntamientos… ¿puede llegar a mayor dimensión la cortedad de miras y la falta de visión de futuro y de perspectiva de conjunto? Link
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Blas Infante, el absurdo mito andaluz Empty Blas Infante, un tarado convertido en héroe

Mensaje por ¿Sabías Que? Vie Jul 19, 2019 5:55 pm

España, el país que olvida fácilmente a sus héroes más insignes y premia y reconoce a sus grandes traidores. Dentro de la categoría de grandes traidores a España, ocupa un lugar preferente Blas Infante, considerado por algunos como el padre de la patria andaluza. Un individuo convertido al islam en 1924 y que pensaba que Andalucía debería ser parte de aquellos que la ocuparon durante casi ocho siglos. Es una paradoja, como en la actualidad, los progres más recalcitrantes, aquellos a los que les gustaría una España desmembrada y dividida, aquellos que nos hablan de los derechos de los homosexuales y el reconocimiento de la mujer, admiran y reivindican la figura de un “tarado” como Blas Infante, de religión musulmana, religión que ni mucho menos tiene entre sus preferencias el reconocimiento ni a la mujer ni a los homosexuales.

Pero quizá lo más llamativo de todo esto es que el Partido Popular de Casado y su hombre fuerte en Andalucía, el presidente autonómico Juan Moreno Bonilla, se suman al reconocimiento y a los homenajes del tarado Infante, con motivo del 134 aniversario de su nacimiento, con palabras elogiosas y afirmando que fue Blas Infante ”el que nos despertó la conciencia de ser andaluz”, para a continuación seguir diciendo que su historia, la de Andalucía, es tres veces milenaria, calificando a Blas Infante como andaluz universal. Se le olvido decir a Moreno Bonilla que para Infante el Islam es una cultura universal y omitiendo el carácter de superioridad que el hombre tiene sobre la mujer en esta religión. Luego nos extrañamos del vacío ideológico de algunos y de la pérdida de la batalla cultural. La católica Andalucía teniendo como modelo a seguir al islamista Ahmad, más conocido como Blas Infante.

El reconocer y homenajear a reconocidos independentistas es algo habitual en España y, como vemos, no es una cuestión única y exclusivamente de la izquierda, la derecha o, mejor dicho, el centro reformista, también se suma a los actos de reconocimiento de grandes traidores a España. Es muy difícil defender la unidad de España a la vez que colaboramos en la tergiversación del relato y ensalzamos a personajes como Blas Infante, considerado como el primero de los separatistas andaluces. Es complicado defender nuestras raíces cristianas cuando admitimos el verde del islam como preferente en una bandera de una comunidad española.

Blas Infante mantenía muy buena relación con el carnicero de Monjuit, Lluís Companys, posiblemente el mayor asesino de catalanes de la historia. Ambos compartían un proyecto en común, la disolución y la destrucción de España. Estos son los héroes actuales a los que el Partido Popular homenajea y rinde pleitesía. Guste o no, el Partido Popular es responsable último de que la infame ley de memoria histórica siga vigente, donde se equipara a las víctimas con sus verdugos y donde son premiados y reconocidos aquellos que tenían como fin el enfrentamiento permanente entre españoles. El Partido Popular y Moreno Bonilla blanquean a un anti español como Blas Infante, lo elevan a la categoría de héroe y aceptan como normales planteamientos rupturistas con el resto de España.

No se entiende que acepten a Blas Infante y se escandalicen con los escritos y el comportamiento de Sabino Arana o Prat de la Riva, cuando nos vienen a decir prácticamente lo mismo, pero cada uno aplicado a la región que los vio nacer. Homenajear a Blas Infante es homenajear a la anti España, dar carta de naturaleza a todo tipo de separatistas e independentistas. Es estar al lado de los que desean la destrucción de nuestra nación.

No existe un independentismo bueno y otro malo. Son todos igual de detestables. La irresponsabilidad del Partido Popular trae consecuencia y su posicionamiento debe ser denunciado. No se puede estar en Misa y replicando, no se puede hablar de defender la unidad de España frente al independentismo, cuando de forma institucional aplaudes a un histórico dirigente independentista. Blas Infante era un tarado convertido al Islam que anhelaba los tiempos de la ocupación musulmana en España y que deseaba la destrucción de nuestra nación y, un personaje con estas cualidades, deber ser reprendido, nunca objeto de homenajes y tributos.

Javier García Isac
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Blas Infante, el absurdo mito andaluz Empty Blas Infante, el padre de la ‘patria andaluza’ que se convirtió al islam y reivindicaba la vuelta de Al-Ándalus

Mensaje por Infornauta Lun Feb 28, 2022 9:04 pm

Su visión de España era demoledora: había que volver a los tiempos de Al-Ándalus, etapa que consideraba la de mayor esplendor en la península. No en vano, Blas Infante se había convertido a la fe de Mahoma el 15 de septiembre de 1924, en la mezquita de Agmhat, ante dos testigos descendientes de moriscos. Allí, ante el mausoleo de Al-Mutamid (último rey musulmán de la taifa de Sevilla que había acudido a este lugar para solicitar la ayuda almorávide ante el avance cristiano), renunció a su nombre cristiano (que cambió por el de Ahmed). Su admiración por Al-Mutamid era tal que llegó a dedicarle una obra con su nombre en la que contrapuso la sociedad idílica islámica frente a la barbarie europea.

Infante, hijo de su tiempo, nació en la España en que el nacionalismo catalán y el vasco comenzaron a echar fuertes raíces, así que no dudó en subirse al carro de Sabino Arana. Comprendiendo que toda nación necesita símbolos, escribió el himno y se inventó una bandera verde y blanca de inspiración islámica con unas telas que su mujer le trajo de Marruecos.

El himno, cantado por todos los niños andaluces en la escuela la víspera del 28 de febrero, dice así: «Sea por Andalucía libre, España y la humanidad«, algo que los partidos de izquierdas o abiertamente andalucistas han sustituido a menudo por “Andalucía libre, los pueblos y la humanidad”, eliminando de esta manera la palabra España.

Logrados el himno y la bandera, a Blas Infante sólo le faltaba la lengua. Y por muy disparatado que pareciera, justificó la misma ajena al español: «El lenguaje andaluz tiene sonidos los cuales no pueden ser expresados en letras castellanas. Al alifato, mejor que al español, hay necesidad de acudir para poder encontrar una más exacta representación gráfica de aquellos sonidos», confesaba el protagonista.

Hoy nadie duda de que Infante es la figura mitológica del nacionalismo andaluz, una idea no tan minoritaria y que, al contrario de lo que sucede en regiones como Cataluña o País Vasco, no se ha materializado en ningún proyecto político nacionalista. En parte porque el PSOE (como sucede con el PP de Feijóo en Galicia) se ha convertido en partido regionalista-nacionalista sepultando las expectativas de quienes portaban estas ideas en sus siglas como el desaparecido Partido Andalucista.

En cualquier caso, todos los partidos -sí, excepto el que usted está pensando- tienen más que asumido que Blas Infante es el padre de la patria andaluza, algo en realidad secundario por cuanto lo que se afirma es que existe una patria andaluza. El preámbulo del Estatuto de Autonomía andaluz refrendado por todas las fuerzas así lo recoge, consagrando al abogado nacido en Casares (Málaga) como uno de los pilares que justifican el actual modelo autonómico basado en ensalzar las diferencias entre españoles y ocultar los lazos comunes. Por ello, tampoco extraña que todos estos partidos rindan pleitesía a Infante acudiendo cada 10 de agosto al lugar en que fue fusilado durante la Guerra Civil en 1936.

Desde luego, su idea de España era cuanto menos confusa, como su pensamiento, a menudo lleno de vaivenes y contradicciones. En 1919 impulsó el Manifiesto andalucista de Córdoba, en el que afirmaba que Andalucía es «una nacionalidad histórica», tesis alineada con los 14 puntos del presidente de los EEUU Woodrow Wilson publicados después de la Gran Guerra, en los que se enuncia el «principio de las nacionalidades» y su «derecho a la autodeterminación». Aunque en alguna ocasión coqueteó con la idea de una Andalucía anexionada a Marruecos, Blas Infante reivindicó su idea original de Al-Ándalus, esto es, la unidad política del territorio vertebrada por el islam, hasta el punto de rechazar la posible independencia de la región. «Andalucía no puede ni podrá llegar a ser jamás separatista de España. La razón es obvia, ella es, y será siempre, la esencia de España».

Casi 90 años después de su fusilamiento, la figura de Blas Infante resuena en los colegios de toda Andalucía en la víspera de cada 28 febrero sin que nadie explique a los alumnos que su modelo era el de una España musulmana.

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Blas Infante, el absurdo mito andaluz Empty El gran embuste de la patria andaluza y su pretendido líder y «padre», el separatista e islamista Blas Infante.

Mensaje por Cybernauta Jue Feb 29, 2024 12:14 pm

Hoy, 28 de febrero de 2024, se celebra un nuevo «Día de Andalucía» pero, ¿qué hay detrás de esta celebración exactamente? UN GRAN EMBUSTE.

Es hora de decir, alto y claro, que además del adoctrinamiento que han sufrido varias generaciones en lugares como Cataluña y Vascongadas, en el resto de las regiones españolas (ahora denominadas «comunidades autónomas») se ha realizado un lavado de cerebro muy semejante en los últimos cuarenta años. Hoy vamos a hablar del caso de Andalucía:

Desde hace 4 décadas se les inculca a los escolares, desde pequeñitos, que Andalucía es su Nación y su padre el separatista Blas Infante. Pero además, en ese adoctrinamiento va incluída la falsedad de que el andalucismo es algo inmemorial, arraigado en el tiempo, con el único objetivo de que algunos andaluces puedan seguir viviendo del cuento, o sea parasitando de nuestros impuestos.

El adoctrinamiento en la gran mentira parte de una premisa escandalosamente falsa: que se aprobó en referéndum la iniciativa para crear la Comunidad Autónoma andaluza.

Sólo hay que mirar el BOE nº 115, de 13-5-1980 (p. 10.346) para comprobar que en dicho referéndum por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto fue rechazada la ratificación de dicha iniciativa autonómica prevista en el artículo 151.1 CE, ya que en Almería sólo se alcanzó un 42,31 % de síes (necesitándose más de un 50%) para la creación de la gran Andalucía, frente al 57,69 % de noes y papeletas en blanco.

Pero hubo que añadir más mentiras para consumar la mentira suprema de Andalucía. Y nuevamente sólo hay que mirar el BOE nº 308, de 24-12-1980 (p. 28.373) para comprobar que se dictó una Ley Orgánica para anular la voluntad popular soberana de quienes mayoritariamente habían rechazado la creación de la autonomía andaluza, la Ley Orgánica 13/1980, de 16 de diciembre, de sustitución en la provincia de Almería de la iniciativa autonómica, cuyo artículo único confirma el pucherazo antidemocrático: «las Cortes Generales (…) declaran sustituida en esta provincia la iniciativa autonómica con objeto de que se incorpore al proceso autonómico de las otras provincias andaluzas». Increíble pero cierto… tanto como que, impugnadas las votaciones en Granada, Almería y Jaén, se dieron por buenos en la bochornosa sentencia de 12-4-1980 de la Audiencia Territorial de Granada los votos de jiennenses muertos, incapaces y sobres con 2 y 3 papeletas. Así de «democráticamente» comenzaba esta artificial «comunidad autónoma»» que ha traído a los andaluces más perjuicios que beneficios.

A estos embustes siguieron muchos más para seguir grandando el mito de Andalucía, a la que por ejemplo, históricamente nunca ha pertenecido la Región de Granada. Y no es nostalgia nazarí, es realidad pura desde 1238 hasta la gran mentira de 1980.

Pues sí, el 28 de febrero de 1980, cinco años después de la muerte del General Francisco Franco, los andaluces fueron convocados para decidir en referendum si la región se constituía en «comunidad autónoma». En dicha consulta no se consiguió el apoyo mayoritario de los habitantes de Andalucía con derecho al voto, pues en la provincia de Almería fueron más los votos en contra que a favor… al año siguiente, el Estatuto de Autonomía de Andalucía fue ratificado por el Rey Don Juan Carlos I, el 30 de diciembre de 1981, … O sea que, la constitución de la región andaluza en «comunidad autónoma» no suscitó tanto entusiasmo como oficialmente se cuenta.

Los símbolos de Andalucía según el Estatuto de Autonomía.

Según el Estatudo de Autonomía de Andalucía, el escudo, la bandera y el himno son los tres símbolos más característicos de la comunidad autónoma. En el primero, aparece la figura de Hércules entre dos columnas y domando a dos leones, mientras que por debajo se puede leer «Andalucía por sí, para España y la Humanidad».

La bandera, formada por tres franjas (verde, blanca y verde) fue aprobada en la Asamblea de Ronda de 1918. Sus colores evocan -dicen los «andalucistas»- los tonos del paisaje andaluz, además de simbolizar los valores de la pureza y la esperanza.

El himno de Andalucía, cuya letra escribió Blas Infante, tiene su origen en el ‘Santo Dios’, un canto religioso. Su melodía fue adaptada por el compositor José del Castillo en 1933, creando así una pieza que sigue sonando casi 100 años después.

Bien, después de esta introducción a mi entender necesaria, hablemos del pretendido «padre de la patria andaluza», otra de las falsedades propagadas por los diversos gobiernos de la región durante casi medio siglo. Bueno es destacar que hasta el gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla la ha asumitido con naturalidad y ha homenajeado a este personaje sin ni siquiera preguntarse por su negación de España, por sus teorías separatistas, o por sus anhelos panislámicos.

Blas Infante jugó en la misma liga que Companys y Sabino Arana, una nefasta liga separatista y contraria a España, y quiso ser presidente de Andalucía a toda costa a pesar de no conseguir nunca ni tan siquiera ser elegido en ningunas elecciones, por más que se presentó, ni contar tampoco con un pueblo que respaldase su quimérico proyecto.

BLAS INFANTE nació en Casares, provincia de Málaga, el 5 de julio de 1885, Blas Infante Pérez de Vargas recibió su primera instrucción en las Escuelas Pías de Archidona. Aunque su familia acusó los efectos de la guerra de 1898, el joven se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada en 1900, a la que sólo acudía para realizar los exámenes, pues Infante ya trabajaba en el juzgado de Casares. En estas condiciones, el joven Blas terminó estudios en 1906. Tres años después aprobó unas oposiciones y comenzó a trabajar como notario en Cantillana, lugar en el que contrajo matrimonio con Angustias García Parias, rica heredera de Peñaflor, en 1919. Para entonces, Infante ya frecuentaba el Ateneo de Sevilla y los ambientes regionalistas andaluces.

El primer fruto libresco de esos contactos fue su ensayo «La obra de Costa» (Joaquín Costa), dedicado al regeneracionista oscense, del que recibió unas influencias casi tan poderosas como las provenientes del krausismo que impregnó toda su obra. Al trabajo acerca de Joaquín Costa le siguió la que se considera su obra más importante, El ideal andaluz, que vio la luz en 1915. “Andalucía para sí, para España y para
la Humanidad”. Para Infante los pueblos no son entes políticos sino culturales.

Convertido oficialmente en «Padre de la Patria andaluza», en una sesión plenaria celebrada el día 2 de noviembre de 2006 en el Parlamento de Andalucía, que rescataba la decisión tomada por esa misma institución en abril de 1983, Blas Infante es un producto del andalucismo que tiene como hito fundacional

la Constitución de Antequera elaborada en 1883 por el Partido Republicano Democrático Federal. De hecho, el notario asistió a la Asamblea de Ronda de 1918, que reivindicaba la citada Constitución. En el curso de aquella asamblea, que precedió a la realizada un año más tarde en Córdoba, los andalucistas propusieron una constitución para Andalucía, región susceptible de incorporarse a una república federal española. Para ello, como paso previo, era imprescindible alcanzar la autonomía política para la región, que Infante concebía, en principio, como la suma de las ocho provincias en que se habían dividido en 1833 los antiguos reinos de Granada, Jaén y Sevilla.

Infante tuvo un importante protagonismo en Ronda, pues logró que se aprobaran los símbolos que todavía hoy se identifican con una región convertida en comunidad autónoma por mor del desarrollo de la Constitución de 1978: la bandera verdiblanca de inspiración islámica con el escudo en el que figura Hércules y una leyenda, «Andalucía para sí, para España y para la Humanidad» que los partidos andalucistas han trocado recientemente por un «Andalucía para sí, para los pueblos y para la Humanidad», que omite la palabra tabú.

A la asamblea rondeña le siguió la aparición, en enero de 1919, del Manifiesto andalucista de Córdoba, cuya autoría y primera firma se debieron a Blas Infante. En él se afirmaba que Andalucía es una «nacionalidad histórica», tesis alineada con los Catorce Puntos redactados por Woodrow Wilson y publicados después de la Gran Guerra, en los que se enuncia el principio de las nacionalidades y de su derecho a la autodeterminación.

En 1921, Infante publicó La Dictadura Pedagógica, obra en la que abogó por una sociedad universal regida por docentes y en la que se realizaba una crítica velada, ya presente en el propio título, de la Unión Soviética.

En la Dictadura infantista se apuesta por un modelo de autogobierno político que debía ser encauzado por los hijos más cualificados de la sociedad: los «dictadores pedagogos», capaces de «tallar un Rey» en cada hombre.

Entre 1922 a 1931 Blas Infante trabajó como notario en la localidad onubense de Isla Cristina. Su hostilidad hacia al Directorio de Miguel Primo de Rivera tuvo como consecuencia el cierre de la revista «Andalucía», así como los Centros Andaluces fundados por él mismo en 1916. Ese periodo será crucial en su vida, pues en 1923, Blas Infante, al tiempo que se interesa por el conocimiento del esperanto, lee el Corán. Un año después de la lectura de un ejemplar que anotó cuidadosamente, Infante viajó a Agmhat para visitar la tumba de al-Mutamid, último rey de Sevilla, al que había dedicado una obra homónima que vio la luz en 1920 en la que recreó y preconizó una sociedad armónica frente a la barbarie europea, una sociedad que, no obstante, estaría tutelada por una elite intelectual. Motamid, último rey de Sevilla, precedió a un drama que permaneció inédito e inacabado, titulado Almanzor, en el que el de Casares cantó las glorias de su idealizado al-Andalus, que Infante identificaba con la nacionalidad andaluza perdida.

Blas Infante, el absurdo mito andaluz Blas-infante-en-agmat

El 15 de septiembre de 1924, en Agmhat, Blas Infante se convirtió al islam ante dos testigos descendientes de moriscos. Tras la ceremonia, celebrada en una humilde mezquita, el casareño adoptó el nombre de Ahmad («el que pone en acto lo que estaba en potencia»).

Infante consideraba la reconstrucción de Andalucía como paso previo a la regeneración, por la vía islamizadora, de España e incluso de la humanidad. Su pensamiento estaba condensado en esta fórmula:

«Mi nacionalismo no se queda en el al-Andalus prosaico, casi zoológico, sino en el al-Andalus divino, que es el que permite esperar que al-Andalus real se convierta en la cabeza de un islam espiritual, universal, ecuménico y verdaderamente humano».

Al proyecto islamizador o, por mejor decir, reislamizador de Andalucía, ha de sumarse la circunstancia de que Infante consideraba que las esencias andaluzas se mantenían en el mundo rural, donde persistía el sustrato andalusí, oprimido por una burguesía urbana hegemónica desde los tiempos de la Reconquista. En consecuencia, los verdaderos andaluces habrían sido explotados durante siglos en su propia tierra.

Para Infante, miembro de la familia Pérez de Vargas (cristiano viejo), que tanta relevancia tuvo en la Reconquista, los moriscos, desplazados por los castellanos después de vivir una auténtica Edad de Oro, constituían el verdadero pueblo andaluz.

Las ensoñaciones historicistas de Blas Infante tuvieron continuidad después de su traslado a la localidad sevillana de Coria del Río, donde instaló su notaría. Allí se construyó una casa inspirada en la arquitectura islámica, a la que dio el nombre de Dar al-Farah -Casa de la Alegría-, convertida hoy en casa-museo. Políticamente activo, gracias a su impulso, en 1931 se articuló la Junta Liberalista de Andalucía. Ese mismo año, en su obra «La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía», Infante, tras realizar una dura crítica al gobierno provisional de la II República, confesó su participación en una conspiración frustrada. En 1932, Blas Infante se hizo militante de Izquierda Radical Socialista, partido que, aun siendo de carácter nacional, defendía paralelamente su andalucismo.

Los reveses electorales sufridos no impidieron que Infante se presentase, sin éxito alguno, en las elecciones de noviembre de 1933, integrado en las listas de Izquierda Republicana Andaluza, coalición compuesta por el Partido Republicano Radical Socialista y la Izquierda Radical Socialista. Al nuevo fracaso en los comicios se unió el del anteproyecto del Estatuto de Autonomía de Andalucía, propuesto ese mismo año en la Asamblea de Córdoba. Ese mismo año de 1933, Infante le cambió la letra al canto religioso Santo Dios, para convertirlo en el que hoy es himno de Andalucía. Pese a la frecuente manipulación sufrida por su composición, Infante dejó estas reveladoras palabras: «Andalucía no puede ni podrá llegar a ser jamás separatista de España. La razón es obvia, ella es, y será siempre, la esencia de España». El notario, en definitiva, seguía anhelando un regreso a al-Andalus, pues consideraba, transido de un romanticismo de incalculadas consecuencias, a Andalucía «la esencia de España».

Con la victoria del Frente Popular en febrero de 1936 el andalucismo recobró su pulso. En la Asamblea de Sevilla del 5 de julio, Blas Infante fue aclamado como presidente de honor de la Junta Regional de Andalucía. Sin embargo, con el comienzo de la Guerra Civil y el triunfo del alzamiento en Sevilla, Infante fue detenido y fusilado el 11 de agosto de ese mismo año. El 4 de mayo de 1940 el Tribunal de Responsabilidades Políticas le condenó a muerte y a sus familiares a una multa económica, por haber formado «parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1931 y en los años sucesivos hasta 1936 se significó como propagandista de un partido andalucista o regionalista andaluz».

Las circunstancias de su asesinato han contribuido, sin duda, a la mitificación de la figura de Blas Infante, ya reivindicado en los años 70 por un incipiente y renovado andalucismo que se vio favorecido, entre otras, por las actividades del Comité español del Congreso por la Libertad de la Cultura. A pesar de que la actual Constitución cristalizó dentro de un proceso de Transición, que no de ruptura, ajustado a la fórmula «de la ley a la ley», el paso del tiempo ha determinado, acaso para borrar las huellas de su germinación, la búsqueda de una serie de personajes a los que se les ha otorgado la paternidad de inexistentes patrias. Entre ellos figura, en un lugar destacado de Andalucía, Blas Infante.

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