La ciencia desmonta el mito filomagrebí de los progres: Los españoles no tenemos sangre de moros
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La ciencia desmonta el mito filomagrebí de los progres: Los españoles no tenemos sangre de moros
Es muy común en el discurso de la progresía apelar a que “somos medio moros” como coartada para tratar de callar a quien se oponga a la inmigración masiva. Es una forma de decir “como eres moro, tu argumento queda invalidado”.
Este mantra es muy utilizado por la ideologia proinmigracionista: “ya estamos mestizados con los magrebís, así que no podemos quejarnos de absolutamente nada”.
Aparte del evidente racismo intrínseco de este argumento, lo increíble es como muchos españoles se han tragado esta historia. La ideología del mediomorismo les ha alienado de la realidad. Pueden tener delante a un montón de españoles que bien pasarían por franceses o por italianos, y lo siguen diciendo: “somos medio moros”. Y aunque es obvio que siempre hay excepciones, tratan de establecer una equiparación con lo magrebí cuando en todo caso habría que establecerla con lo íbero-romano.
En España hay muchos lugares donde el rubismo infantil supera el 50% (y hasta los 3-4 años se produce en el 90% de los niños españoles), aunque en edad adulta los cabellos tornen castaños o totalmente morenos. Y donde los fenotipos mas abundantes son los castaños, morenos de tez clara, e incluso con minorías de gente rubia, lo cual queda encuadrado en la variedad pigmenticia euromediterránea. Cualquier español medio que viaje por Europa o por Estados Unidos se da cuenta que nadie lo confunde con un “panchito” ni con un “moro”.
Es un hecho historico y genético que los moros supusieron una impronta muy débil en el acerbo genético español. Por no hablar de que las minoritarias élites dirigentes, de ascendencia árabe, o huyeron o fueron expulsados con Felipe II. Después, el estrecho de Gibraltar siempre supuso una barrera natural que dificultó el flujo de poblaciones.
Existen muchos estudios similares, bien tapaditos por los medios progres, que reflejan los mismos resultados. Paso a destacar algunos puntos:
El análisis genético ha revelado que los intercambios culturales producidos entre el Magreb y la península ibérica no conllevaron grandes intercambios de poblaciones
Aquí: Genética e historia de las poblaciones del Norte de África y la península ibérica
*Autores: E. Bosch, F. Calafell, S. Plaza, A. Pérez-Lezaun, D. Comas y J. Bertranpetit. Investigación llevada a cabo en la Unidad de Biología Evolutiva de la univerdidad Pompeu Fabra, cuya actividad se centre en el estudio de la diversidad genética en poblaciones humanas y en primates
Según la revista Nature que de esto saben un poquillo los porcentajes genéticos en España son los siguientes ascendencia raza blanca en la península ibérica: iberos cartagineses, béticos, romanos, godos, vikingos, alanos, celtas, asturcones, etc, 96%.
Porcentaje de razas arábigas, o de otras ascendencias (indios) en la península ibérica; moros, judíos, indios, negros, gitanos, etc……4% y encima no son ni puros muchos de ellos están mezclados con blancos.
Niños de un colegio de Andalucía
Este mantra es muy utilizado por la ideologia proinmigracionista: “ya estamos mestizados con los magrebís, así que no podemos quejarnos de absolutamente nada”.
Aparte del evidente racismo intrínseco de este argumento, lo increíble es como muchos españoles se han tragado esta historia. La ideología del mediomorismo les ha alienado de la realidad. Pueden tener delante a un montón de españoles que bien pasarían por franceses o por italianos, y lo siguen diciendo: “somos medio moros”. Y aunque es obvio que siempre hay excepciones, tratan de establecer una equiparación con lo magrebí cuando en todo caso habría que establecerla con lo íbero-romano.
En España hay muchos lugares donde el rubismo infantil supera el 50% (y hasta los 3-4 años se produce en el 90% de los niños españoles), aunque en edad adulta los cabellos tornen castaños o totalmente morenos. Y donde los fenotipos mas abundantes son los castaños, morenos de tez clara, e incluso con minorías de gente rubia, lo cual queda encuadrado en la variedad pigmenticia euromediterránea. Cualquier español medio que viaje por Europa o por Estados Unidos se da cuenta que nadie lo confunde con un “panchito” ni con un “moro”.
Es un hecho historico y genético que los moros supusieron una impronta muy débil en el acerbo genético español. Por no hablar de que las minoritarias élites dirigentes, de ascendencia árabe, o huyeron o fueron expulsados con Felipe II. Después, el estrecho de Gibraltar siempre supuso una barrera natural que dificultó el flujo de poblaciones.
Existen muchos estudios similares, bien tapaditos por los medios progres, que reflejan los mismos resultados. Paso a destacar algunos puntos:
El análisis genético ha revelado que los intercambios culturales producidos entre el Magreb y la península ibérica no conllevaron grandes intercambios de poblaciones
Aquí: Genética e historia de las poblaciones del Norte de África y la península ibérica
*Autores: E. Bosch, F. Calafell, S. Plaza, A. Pérez-Lezaun, D. Comas y J. Bertranpetit. Investigación llevada a cabo en la Unidad de Biología Evolutiva de la univerdidad Pompeu Fabra, cuya actividad se centre en el estudio de la diversidad genética en poblaciones humanas y en primates
Según la revista Nature que de esto saben un poquillo los porcentajes genéticos en España son los siguientes ascendencia raza blanca en la península ibérica: iberos cartagineses, béticos, romanos, godos, vikingos, alanos, celtas, asturcones, etc, 96%.
Porcentaje de razas arábigas, o de otras ascendencias (indios) en la península ibérica; moros, judíos, indios, negros, gitanos, etc……4% y encima no son ni puros muchos de ellos están mezclados con blancos.
Niños de un colegio de Andalucía
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¿DESCIENDEN LOS ANDALUCES DE LOS MOROS?
Antes de nada, me gustaría precisar que el término moro viene del latín maurus, el gentilicio de los habitantes de la provincia romana de Mauritania o Mauretania, zona del norte de África que correspondía a la costa mediterránea de lo que hoy es Marruecos y que nada tiene que ver con el actual país de Mauritania. Como todos sabemos, las oleadas que atravesaron el estrecho de Gibraltar y llegaron a la península Ibérica en 711 eran casi en su totalidad bereberes recientemente islamizados procedentes de esta zona -árabes, lo que se dice árabes, escasos-. Por extensión, el termino moro acabó por utilizarse para denominar al que profesaba la religión islámica y al musulmán que habitó en España desde el siglo VIII hasta el XV.
Dicho lo cual, la respuesta al título está mucho más cerca del no que del sí. No me atrevo a decir un NO (rotundo) porque casi ocho siglos dan para mucho, pero podemos decir que su legado genético y fisonómico es mínimo comparado con el de otros.
La ley islámica permitía que los moros “emparentasen carnalmente” con cristianas (emires, califas y reyezuelos tuvieron a cristianas como concubinas y favoritas), pero las moras no podían hacerlo con cristianos, bajo pena de muerte. Por tanto, el único caso posible de mestizaje en al-Andalus era el de padre musulmán y madre cristiana y, lógicamente, sus hijos fueron educados en el Islam. Más tarde, durante la llamada Reconquista, los reinos cristianos del norte fueron vaciando la península de población musulmana conforme se fueron ganando territorios. Tras la toma de Granada en 1492 por los Reyes Católicos, se expulsó a los judíos y en 1502 se proclamó el decreto de conversión forzosa (obligando a los musulmanes a convertirse o abandonar la península), buscando la unificación religiosa. Los moriscos, que así se llamó a los musulmanes que se convirtieron al cristianismo y se quedaron, serían en este momento el único resto de mestizaje, pero la mayoría de ellos siguieron manteniendo en la intimidad sus costumbres, lengua e incluso religión. En 1570, Felipe II envió a su hermanastro Juan de Austria a las Alpujarras para sofocar una rebelión de los moriscos. Tras años ayudando a piratas berberiscos y turcos, Felipe III ordenó la expulsión definitiva de los moriscos en 1609. Así que, la “sangre” mora que quedó en el antiguo al-Andalus fue mínima.
Pues, sencillamente, de los cristianos que repoblaron el sur: leoneses, castellanos, gallegos, aragoneses… Y para dejarlo más claro, en palabras de maestros:
Podréis vosotros, amigos andaluces, gozar de la autonomía política que ahora deseáis. Porque sois nietos de los conquistadores cristianos, podréis vivir autónomos dentro de España. Claudio Sánchez Albornoz (historiador y ministro de la Segunda República)
La ilusión de que los andaluces desciendan de los moros no se sostiene más que en la fantasía de algunos pseudo-historiadores y de ciertos conversos al Islam que repudian sus nombres de pila Sebastián, José, Paquita, por Abderramán, Mohamed o Aixa”. Juan Eslava Galán (escritor y ganador del Premio Planeta)
Pero tras el brillo guerrero las loas mas o menos fundadas aparece de modo invariable el interés económico. Interesa que los musulmanes se mantengan – como antes los cristianos- por una básica motivación económica, al menos mientras no se repueblen las nuevas tierras con suficientes norteños, proceso iniciado a mediados del siglo XIII en el valle del Guadalquivir y culminado en las Alpujarras en 1570. La población sometida (mudéjar), en declive demográfico y económico constante, sobrevive por un tiempo en las áreas rurales y en menor proporción dedicados a la construcción, el servicio doméstico y pequeñas industrias artesanales. La emigración hacia el norte de África y el reino de Granada, espoleada tanto por los alfaquíes, que no podían soportar la idea del mestizaje, como por los conquistadores, va despoblando las morerías, de suerte que en tiempos de Alfonso XI habían pasado a mejor vida las de Niebla, Carinona, Jerez, Moguer y Constantina, y las de Écija, y Sevilla se redujeron gravemente.
Todo ello en paralelo a una afluencia masiva de norteños que castellaniza de forma profunda y radical el centro y oeste de la actual Andalucía, volviendo esta realidad histórica innegable ilusorias y de un folklorismo delirante las presentes pretensiones de quienes aseguran muy serios «descender de los moros». Los excelentes estudios del profesor Manuel González Jiménez nos eximen de repetir aquí hechos bien aquilatados y probados en la documentación existente. Sabemos que a la muerte de Fernando II ya repoblados los reinos de Jaén y Córdoba, por el Rey Sabio – canonizado en la actualidad como gran protector de moros y judíos- concentró sus esfuerzos en poblaciones grandes o medianas y en el eje defensivo en torno a la frontera con Granada. Pero no sólo afluyen gallegos, asturianos o leoneses, en Camas se establecen 100 ballesteros catalanes y la toponimia urbana de Sevilla nos aviva la memoria con la denominación de sus viejas calles. Los resultados que presenta R. Arié en el oriente peninsular son muy similares en Valencia, Baleares y Aragón, aunque la repoblación aragonesa en el levante fue más lenta y, por motivaciones económicas, se intentó frenar, al menos al principio, la salida de mano de obra mudéjar. Serafín Fanjul (catedrático de Literatura Árabe en en la Universidad Autónoma de Madrid).
JAVIER SANZ —
Dicho lo cual, la respuesta al título está mucho más cerca del no que del sí. No me atrevo a decir un NO (rotundo) porque casi ocho siglos dan para mucho, pero podemos decir que su legado genético y fisonómico es mínimo comparado con el de otros.
La ley islámica permitía que los moros “emparentasen carnalmente” con cristianas (emires, califas y reyezuelos tuvieron a cristianas como concubinas y favoritas), pero las moras no podían hacerlo con cristianos, bajo pena de muerte. Por tanto, el único caso posible de mestizaje en al-Andalus era el de padre musulmán y madre cristiana y, lógicamente, sus hijos fueron educados en el Islam. Más tarde, durante la llamada Reconquista, los reinos cristianos del norte fueron vaciando la península de población musulmana conforme se fueron ganando territorios. Tras la toma de Granada en 1492 por los Reyes Católicos, se expulsó a los judíos y en 1502 se proclamó el decreto de conversión forzosa (obligando a los musulmanes a convertirse o abandonar la península), buscando la unificación religiosa. Los moriscos, que así se llamó a los musulmanes que se convirtieron al cristianismo y se quedaron, serían en este momento el único resto de mestizaje, pero la mayoría de ellos siguieron manteniendo en la intimidad sus costumbres, lengua e incluso religión. En 1570, Felipe II envió a su hermanastro Juan de Austria a las Alpujarras para sofocar una rebelión de los moriscos. Tras años ayudando a piratas berberiscos y turcos, Felipe III ordenó la expulsión definitiva de los moriscos en 1609. Así que, la “sangre” mora que quedó en el antiguo al-Andalus fue mínima.
¿Entonces, de dónde procede la población actual de Andalucía?
Pues, sencillamente, de los cristianos que repoblaron el sur: leoneses, castellanos, gallegos, aragoneses… Y para dejarlo más claro, en palabras de maestros:
Podréis vosotros, amigos andaluces, gozar de la autonomía política que ahora deseáis. Porque sois nietos de los conquistadores cristianos, podréis vivir autónomos dentro de España. Claudio Sánchez Albornoz (historiador y ministro de la Segunda República)
La ilusión de que los andaluces desciendan de los moros no se sostiene más que en la fantasía de algunos pseudo-historiadores y de ciertos conversos al Islam que repudian sus nombres de pila Sebastián, José, Paquita, por Abderramán, Mohamed o Aixa”. Juan Eslava Galán (escritor y ganador del Premio Planeta)
Pero tras el brillo guerrero las loas mas o menos fundadas aparece de modo invariable el interés económico. Interesa que los musulmanes se mantengan – como antes los cristianos- por una básica motivación económica, al menos mientras no se repueblen las nuevas tierras con suficientes norteños, proceso iniciado a mediados del siglo XIII en el valle del Guadalquivir y culminado en las Alpujarras en 1570. La población sometida (mudéjar), en declive demográfico y económico constante, sobrevive por un tiempo en las áreas rurales y en menor proporción dedicados a la construcción, el servicio doméstico y pequeñas industrias artesanales. La emigración hacia el norte de África y el reino de Granada, espoleada tanto por los alfaquíes, que no podían soportar la idea del mestizaje, como por los conquistadores, va despoblando las morerías, de suerte que en tiempos de Alfonso XI habían pasado a mejor vida las de Niebla, Carinona, Jerez, Moguer y Constantina, y las de Écija, y Sevilla se redujeron gravemente.
Todo ello en paralelo a una afluencia masiva de norteños que castellaniza de forma profunda y radical el centro y oeste de la actual Andalucía, volviendo esta realidad histórica innegable ilusorias y de un folklorismo delirante las presentes pretensiones de quienes aseguran muy serios «descender de los moros». Los excelentes estudios del profesor Manuel González Jiménez nos eximen de repetir aquí hechos bien aquilatados y probados en la documentación existente. Sabemos que a la muerte de Fernando II ya repoblados los reinos de Jaén y Córdoba, por el Rey Sabio – canonizado en la actualidad como gran protector de moros y judíos- concentró sus esfuerzos en poblaciones grandes o medianas y en el eje defensivo en torno a la frontera con Granada. Pero no sólo afluyen gallegos, asturianos o leoneses, en Camas se establecen 100 ballesteros catalanes y la toponimia urbana de Sevilla nos aviva la memoria con la denominación de sus viejas calles. Los resultados que presenta R. Arié en el oriente peninsular son muy similares en Valencia, Baleares y Aragón, aunque la repoblación aragonesa en el levante fue más lenta y, por motivaciones económicas, se intentó frenar, al menos al principio, la salida de mano de obra mudéjar. Serafín Fanjul (catedrático de Literatura Árabe en en la Universidad Autónoma de Madrid).
JAVIER SANZ —
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Re: La ciencia desmonta el mito filomagrebí de los progres: Los españoles no tenemos sangre de moros
SPANIARD DNA-GENÉTICA DE LOS ESPAÑOLES, MAPA DE ESPAÑA-RESPUESTA A DESCENDENCIA DE LOS ESPAÑOLES.
La evidencia genética es incuestionable, los españoles representan en Europa el mayor porcentaje de haplogrupo R1b con más de un 70% y son el origen de pueblos como el Inglés, el Irlandes y el Escocés. ¿Cómo es la composición genética de los españoles?
España está genéticamente muy relacionada con el resto de los pueblos de la Europa más occidental (Irlanda, Gales, Bretaña francesa y Portugal) mucho más que con ningún otro pueblo. Los análisis genéticos apuntan a una fuerte ascendencia paleolítica entre la población de la Península Ibérica. El haplogrupo R1b del cromosoma Y alcanza frecuencias del 60% en la mayor parte de la Península Ibérica, llegando a alcanzar hasta el 90% en el País Vasco y Navarra. Esto muestra un vínculo ancestral entre la Península Ibérica y el resto de Europa Occidental, y en particular con la Europa Atlántica, con la que comparte altas frecuencias de estos haplogrupos. Irlanda, Gales, Francia y la región norte de El español es un pueblo muy homogéneo desde el punto de vista genético (mucho más que el italiano, por ejemplo) y más relacionado genéticamente con otros pueblos atlánticos como portugueses, franceses, irlandeses y escoceses que con pueblos mediterráneos. Incluso hay quien sugiere que las poblaciones primigenias del norte de la Península Ibérica y el sur de Francia colonizaron el resto de Europa Occidental al final de las últimas glaciaciones. Un estudio elaborado por la Universidad de Oxford, sugiere que parte de la población británica desciende directamente de un grupo de pescadores ibéricos que viajó por mar hasta las Islas Británicas hace aproximadamente 6.000 años.
El haplogrupo predominante en el 70% de los españoles es el R1b, conservamos así el linaje de los primeros pobladores del continente además de una importante herencia celtíbera. Ni los fenicios/cartagineses, ni los griegos, ni los godos, ni los romanos, ni los árabes modificaron sustancialmente la composición genética de esa población primigenia, la aportación de estos pueblos fue mucho más fuerte a nivel cultural que a nivel genético. Eso se debe a muchas razones diversas, entre otras, que estas poblaciones invasoras nunca fueron relevantes numéricamente respecto del resto de la población, algunas de ellas (griegos y fenicios) se dedicaban a construir colonias costeras para el comercio, no a invadir a los nativos. Por otra parte el Estrecho de Gibraltar nunca fue cruzado por una migración importante desde Norafrica a Europa o desde Europa a Norafrica.
LOS ESPAÑOLES SOMOS MOROS?
Veamos como van los últimos estudios científicos sobre ello:
PRIMER ESTUDIO
FUENTE: Unidad de Biología Evolutiva, de la Facultad de Ciencia de la Salud y de la Vida, Universitat Pompeu Fabra. STANFORD DNA Sequencing and Technology Center, Palo Alto Californa, Departament of Genetics, Stanford Universiti, Stanford CA. Conclusión para quien quiera ver la versión en ingles, que dice:
"Finalmente el flujo bidireccional (luego os explicamos que significa eso), a través del Estrecho de Gibraltar ha sido delimitado: la contribucción genética de cromosomas Y europeos al mapa genético del Noroeste africano es aproximadamente de un 4%m y las poblaciones del Noroeste africano han aportado un 7% de los cromosomas Y ibéricos. EL GOBIERNO ISLAMICO DE ESPAÑA, que comenzó en el 711 D.C y después de casi 8 siglos, ha dejados solamente UNA MÍNIMA APORTACIÓN al actual mapa genético de cromosomas Y ibéricos.
O SEA DE MOROS NADA, traducido al castizo..
FUENTE: Unidad de Biología Evolutiva, de la Facultad de Ciencia de la Salud y de la Vida, Universitat Pompeu Fabra, Barcelona. Genetics Department LEICESTER UNIVERSITY UK, Gottingen Genomics Laboratory, UNIVERSIDAD DE GOTTINGEN, ALEMANIA-GERMANY .
Los resultados de los análisis en el noroeste de Africa y la península ibérica, muestran una gran homogeneidad dentro de cada una de ambas regiones, pero una GRAN DISPARIDAD ENTRE ELLA. El estudio de los haplotipo 36, H104 H103 H 102 nos da como resultado que las diferencias genéticas entre MAGREBÍES Y POBLACIONES IBÉRICAS ES EXTREMADAMENTE ACUSADAS.
Los dos estudios están publicados en internet íntegramente para el que los quiera ver, CONCLUSION, SE ACABO EL CUENTO DE LOS MOROS ESPAÑOLES, lo que no se acabara es la estupidez y trauma de algunos individuos de insistir en lo contrario, que la ciencia los contradiga, no importa, que sabrán los científicos.
La evidencia genética es incuestionable, los españoles representan en Europa el mayor porcentaje de haplogrupo R1b con más de un 70% y son el origen de pueblos como el Inglés, el Irlandes y el Escocés. ¿Cómo es la composición genética de los españoles?
España está genéticamente muy relacionada con el resto de los pueblos de la Europa más occidental (Irlanda, Gales, Bretaña francesa y Portugal) mucho más que con ningún otro pueblo. Los análisis genéticos apuntan a una fuerte ascendencia paleolítica entre la población de la Península Ibérica. El haplogrupo R1b del cromosoma Y alcanza frecuencias del 60% en la mayor parte de la Península Ibérica, llegando a alcanzar hasta el 90% en el País Vasco y Navarra. Esto muestra un vínculo ancestral entre la Península Ibérica y el resto de Europa Occidental, y en particular con la Europa Atlántica, con la que comparte altas frecuencias de estos haplogrupos. Irlanda, Gales, Francia y la región norte de El español es un pueblo muy homogéneo desde el punto de vista genético (mucho más que el italiano, por ejemplo) y más relacionado genéticamente con otros pueblos atlánticos como portugueses, franceses, irlandeses y escoceses que con pueblos mediterráneos. Incluso hay quien sugiere que las poblaciones primigenias del norte de la Península Ibérica y el sur de Francia colonizaron el resto de Europa Occidental al final de las últimas glaciaciones. Un estudio elaborado por la Universidad de Oxford, sugiere que parte de la población británica desciende directamente de un grupo de pescadores ibéricos que viajó por mar hasta las Islas Británicas hace aproximadamente 6.000 años.
El haplogrupo predominante en el 70% de los españoles es el R1b, conservamos así el linaje de los primeros pobladores del continente además de una importante herencia celtíbera. Ni los fenicios/cartagineses, ni los griegos, ni los godos, ni los romanos, ni los árabes modificaron sustancialmente la composición genética de esa población primigenia, la aportación de estos pueblos fue mucho más fuerte a nivel cultural que a nivel genético. Eso se debe a muchas razones diversas, entre otras, que estas poblaciones invasoras nunca fueron relevantes numéricamente respecto del resto de la población, algunas de ellas (griegos y fenicios) se dedicaban a construir colonias costeras para el comercio, no a invadir a los nativos. Por otra parte el Estrecho de Gibraltar nunca fue cruzado por una migración importante desde Norafrica a Europa o desde Europa a Norafrica.
LOS ESPAÑOLES SOMOS MOROS?
Veamos como van los últimos estudios científicos sobre ello:
PRIMER ESTUDIO
FUENTE: Unidad de Biología Evolutiva, de la Facultad de Ciencia de la Salud y de la Vida, Universitat Pompeu Fabra. STANFORD DNA Sequencing and Technology Center, Palo Alto Californa, Departament of Genetics, Stanford Universiti, Stanford CA. Conclusión para quien quiera ver la versión en ingles, que dice:
"Finalmente el flujo bidireccional (luego os explicamos que significa eso), a través del Estrecho de Gibraltar ha sido delimitado: la contribucción genética de cromosomas Y europeos al mapa genético del Noroeste africano es aproximadamente de un 4%m y las poblaciones del Noroeste africano han aportado un 7% de los cromosomas Y ibéricos. EL GOBIERNO ISLAMICO DE ESPAÑA, que comenzó en el 711 D.C y después de casi 8 siglos, ha dejados solamente UNA MÍNIMA APORTACIÓN al actual mapa genético de cromosomas Y ibéricos.
O SEA DE MOROS NADA, traducido al castizo..
FUENTE: Unidad de Biología Evolutiva, de la Facultad de Ciencia de la Salud y de la Vida, Universitat Pompeu Fabra, Barcelona. Genetics Department LEICESTER UNIVERSITY UK, Gottingen Genomics Laboratory, UNIVERSIDAD DE GOTTINGEN, ALEMANIA-GERMANY .
Los resultados de los análisis en el noroeste de Africa y la península ibérica, muestran una gran homogeneidad dentro de cada una de ambas regiones, pero una GRAN DISPARIDAD ENTRE ELLA. El estudio de los haplotipo 36, H104 H103 H 102 nos da como resultado que las diferencias genéticas entre MAGREBÍES Y POBLACIONES IBÉRICAS ES EXTREMADAMENTE ACUSADAS.
Los dos estudios están publicados en internet íntegramente para el que los quiera ver, CONCLUSION, SE ACABO EL CUENTO DE LOS MOROS ESPAÑOLES, lo que no se acabara es la estupidez y trauma de algunos individuos de insistir en lo contrario, que la ciencia los contradiga, no importa, que sabrán los científicos.
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Los sevillanos vienen de Castilla, no del Magreb
Admiro a la izquierda porque nunca deja de trabajar por su causa y nunca da las batallas por perdidas. Semejante entusiasmo y tenacidad quizás se deban a que los izquierdistas consideran que el mundo está mal hecho y que pueden corregirlo, y, como la mayoría de ellos dice no creer en más vida que la terrenal, se apresura en conseguirlo antes de que la parca les visite.
Quiero subrayar que el Ayuntamiento de Sevilla, como el Córdoba, el de Granada, o el de Cádiz, existen gracias a la Reconquista
Este año, los concejales de Izquierda Unida y Podemos en el Ayuntamiento de Sevilla han querido depurar el escudo municipal de elementos machistas, franquistas, reaccionarios, nacional-católicos y belicistas (no sé cómo cabían tantos). Aunque el alcalde socialista no les ha hecho caso, pero la extrema izquierda ha dicho que acudirá a los tribunales.
Simbolismo de la espada
Sobre la espada del rey Fernando, "máxima expresión de violencia", ya les contestó el columnista Enrique García-Máiquez con las palabras del poeta catalán Juan Eduardo Cerliot:
"es un signo de libertad y fuerza, asociada al espíritu, instrumento reservado al defensor de las fuerzas de la luz contra las tinieblas, símbolo de la jerarquía, arma propia y casi exclusiva de las altas dignidades. Su uso constituye una purificación."
Yo quiero ocuparme de la afirmación de que "la conquista de Sevilla produjo una limpieza étnica de gran parte de su población autóctona", porque en estos tiempos de sentimentalismo así se ciega cualquier discusión y se coloca a los partidarios de la verdad y la investigación histórica en el campo de los ‘negacionistas’ y los ‘cómplices’ de los genocidas, como está ocurriendo con la lamentable ‘memoria histórica’.
¡De nuevo, los analfabetos funcionales juzgan el pasado con conceptos y palabras del presente!
Antes, quiero subrayar que el Ayuntamiento de Sevilla, como el Córdoba, el de Granada, o el de Cádiz, existen gracias a la Reconquista. La erección de las instituciones municipales, separadas de la voluntad del emir, del califa o del rey, es obra de los monarcas castellano-leoneses.
Para responder a la pregunta de si hubo ‘limpieza étnica’, hay que partir del hecho de que las primeras deportaciones, saqueos y esclavizaciones de la población nativa española por parte de invasores las realizaron los musulmanes en el siglo VIII.
Durante el califato Omeya, los cristianos y los judíos tuvieron cierta protección por parte del poder, aunque sufrían una humillante y empobrecedora discriminación legal. En el siglo XI, cuando la unidad de al-Andalus desapareció y surgieron los reinos de taifas, su situación empeoró tanto que miles de mozárabes prefirieron la emigración a los reinos españoles antes que seguir en la que había sido su tierra durante siglos. En esta huida a los cristianos les acompañaron también muchos judíos.
En 1060 una comunidad de monjes del monasterio cordobés de San Zoilo se trasladó a Carrión con las reliquias de este santo; en 1063, se llevaron solemnemente las reliquias de San Isidoro de Sevilla a León, donde se encuentran.
Deportaciones de cristianos a África
El avance de la reconquista, militar y político (la imposición de parias o tributos por parte de los cristianos a los musulmanes, lo que suponía reconocer por parte de éstos su ilegitimidad en la Península Ibérica), preocupó tanto a los andalusíes que se tragaron sus prejuicios raciales y su desconfianza, y llamaron en su ayuda a los almorávides bereberes.
Los almorávides desembarcaron en al-Andalus en 1086, después de que Alfonso VI tomase Toledo (1085), derrotaron a los cristianos en Alarcos, sometieron a las taifas y convirtieron a Sevilla en la nueva capital. A partir de 1147, fueron sustituidos por los almohades, que trasladaron la capital a Granada, pero éstos empezaron su decadencia después de las Navas de Tolosa (1212) y del avance posterior al sur de Fernando III de Castilla y de León y de Jaime I de Aragón.
Los almorávides y, sobre todo, los almohades eran musulmanes fanáticos y ejecutaron deportaciones de mozárabes a África. Está documentado el apresamiento y la deportación de cientos de cristianos de la comarca de Málaga en 1106 a Marruecos.
En 1125, el rey aragonés Alfonso el Batallador penetró en al-Andalus por Valencia, venció a los almohades en Lucena (1126) y, después de realizar unos ritos de toma de posesión de la tierra y el mar en Motril, regresó a su reino seguido por miles de cristianos andalusíes. La reacción almorávide fue apresar y deportar a mozárabes de Córdoba, Sevilla y Granada al norte de África en el mismo 1126 y luego en 1138. Algunos de éstos formaron parte de la guardia del sultán. Cuando los almohades conquistaron Marruecos, muchos de ellos regresaron a la Península y ya se instalaron en los reinos cristianos.
En enero de 1147, los invasores almohades tomaron Sevilla y se cebaron en la comunidad cristiana y judía: matanzas, violaciones, saqueos y esclavizaciones. Se sabe que en 1154 residía en Talavera (Toledo) desde hacía años el arzobispo electo de Sevilla, llamado Clemente. Él fue el último de los metropolitanos conocidos de Isbiliya.
La represión almohade afectó también a los musulmanes. Incluso en el siglo XIII, a varias familias andalusíes poderosas, como los Banu Jaldún (Carmona) y los Banu Hayyay (Sevilla), se les obligó a marchar a África.
Aunque sorprenda a los creyentes en la religión de la tolerancia andalusí, en la Sevilla que se rindió a Fernando III el Santo en 1248 no había cristianos ni judíos, como tampoco los había en la Granada de 1492, escriba lo que escriba Karen Armstrong.
Antes en Marruecos que con infieles
A partir de 1224, gracias a una fitna (guerra civil) entre musulmanes, comenzó la irrupción de castellanos y leoneses en el valle del Guadalquivir. Las ciudades cayeron una detrás de otra: Baza, Úbeda, Andújar, Córdoba, Martos, Jaén, Alcalá de Guadaira…Así, hasta Sevilla, y luego la desembocadura del Guadalquivir, que completan Alfonso X (1252-1284) y Sancho IV (1284-1295).
Gran parte de la ciudades y las plazas fuertes se conquistaron gracias a pactos (‘pleitesías’), que permitían a los musulmanes permanecer en ellas. Otras lo fueron mediante ‘capitulaciones’, en las que los vencidos marchaban libres con todos los bienes muebles y animales que pudieran llevarse.
En el caso de Sevilla, las condiciones de la rendición fueron generosas para lo que era habitual en estas guerras. Los musulmanes no serían esclavizados, pero debían abandonar la ciudad en el plazo de un mes; podían ir adonde quisieran; se les dio el plazo de un mes para vender las casas y los bienes que no quisieran llevarse con ellos; contaron con la protección del ejército real. La ciudad quedó completamente vacía. Y entre los repartos posteriores, a los judíos les correspondieron tres mezquitas que convirtieron en sinagogas.
En los años siguientes, los musulmanes prefirieron pasar al emirato de Granada (éste acabó superpoblado, uno de los motivos que retrasaron su conquista) o al Magreb, al otro lado del Estrecho, antes que vivir bajo soberanía cristiana. Esta migración, fomentada por los imanes, trató de compensarse con la repoblación de las nuevas tierras por cristianos.
Como destaca el catedrático Manuel González Jiménez (En torno a los orígenes de Andalucía. La repoblación del siglo XIII),
La época de la conquista y la repoblación de Andalucía por Fernando III y Alfonso X constituye, sin duda, el momento más decisivo, por no decir el más importante, de la historia de nuestra región
Andalucía, una región despoblada y pobre
La revuelta de los mudéjares en 1264 en el valle del Guadalquivir y Murcia fue de tal intensidad que el primer emir de Granada, Muhámad ibn Nasr, soñó con la recuperación del territorio perdido en las décadas anteriores. Los musulmanes recibieron vía marítima refuerzos de los benimerines. Para derrotar a los rebeldes, Alfonso X tuvo que contar con el socorro de Jaime I. Otro ejemplo de la colaboración de los reinos cristianos en empresas comunes por la religión cristiana y España.
Una vez aplastada, la emigración de musulmanes desde el territorio cristiano se acentuó. Pero la cercanía de la frontera con Granada y el Estrecho y las razzias y revueltas desalentaron a muchos de los pobladores venidos de ultrapuertos, que vendieron las tierras y casas adjudicadas por la Corona y regresaron a sus provincias de origen.
De esta manera, sigue González Jiménez, hacia 1280 había en los reinos de Sevilla, Córdoba y Jaén grandes zonas "vacías por completo de población", fuera por la guerra, o por el abandono por los mudéjares y los cristianos. La Castilla Novísima fue hasta el siglo XV una tierra poco poblada y muy pobre.
Cuando los Reyes Católicos reconquistaron Granada, concedieron al sultán Boabdil un señorío en las Alpujarras con rentas, pero éste, como en el siglo XIII tantos otros andalusíes, prefirió vivir entre ‘verdaderos creyentes’ que entre cristianos, de modo que marchó a Marruecos y murió en Fez en 1533.
Una empresa de toda España
De los pobladores cuyo origen podía deducirse se han elaborado las estadísticas de dos grandes ciudades del reino de Sevilla (del libro de González Jiménez):
Como se ve, la repoblación de Andalucía fue una empresa de toda España.
Los documentos (libros de repartimientos, crónicas, donadíos….) dejan claro que los andaluces no tienen ningún vínculo étnico con los árabes. A pesar de lo cual, algunos andaluces, como los concejales sevillanos de izquierdas, se sienten más cercanos a los magrebíes que a sus compatriotas.
Los motivos por los que algunos ciudadanos europeos de países laicos y ricos admiran a sociedades subdesarrolladas, despóticas y vencidas ya son causa de reflexión.
Pedro Fernández Barbadillo
Quiero subrayar que el Ayuntamiento de Sevilla, como el Córdoba, el de Granada, o el de Cádiz, existen gracias a la Reconquista
Este año, los concejales de Izquierda Unida y Podemos en el Ayuntamiento de Sevilla han querido depurar el escudo municipal de elementos machistas, franquistas, reaccionarios, nacional-católicos y belicistas (no sé cómo cabían tantos). Aunque el alcalde socialista no les ha hecho caso, pero la extrema izquierda ha dicho que acudirá a los tribunales.
Simbolismo de la espada
Sobre la espada del rey Fernando, "máxima expresión de violencia", ya les contestó el columnista Enrique García-Máiquez con las palabras del poeta catalán Juan Eduardo Cerliot:
"es un signo de libertad y fuerza, asociada al espíritu, instrumento reservado al defensor de las fuerzas de la luz contra las tinieblas, símbolo de la jerarquía, arma propia y casi exclusiva de las altas dignidades. Su uso constituye una purificación."
Yo quiero ocuparme de la afirmación de que "la conquista de Sevilla produjo una limpieza étnica de gran parte de su población autóctona", porque en estos tiempos de sentimentalismo así se ciega cualquier discusión y se coloca a los partidarios de la verdad y la investigación histórica en el campo de los ‘negacionistas’ y los ‘cómplices’ de los genocidas, como está ocurriendo con la lamentable ‘memoria histórica’.
¡De nuevo, los analfabetos funcionales juzgan el pasado con conceptos y palabras del presente!
Antes, quiero subrayar que el Ayuntamiento de Sevilla, como el Córdoba, el de Granada, o el de Cádiz, existen gracias a la Reconquista. La erección de las instituciones municipales, separadas de la voluntad del emir, del califa o del rey, es obra de los monarcas castellano-leoneses.
Para responder a la pregunta de si hubo ‘limpieza étnica’, hay que partir del hecho de que las primeras deportaciones, saqueos y esclavizaciones de la población nativa española por parte de invasores las realizaron los musulmanes en el siglo VIII.
Durante el califato Omeya, los cristianos y los judíos tuvieron cierta protección por parte del poder, aunque sufrían una humillante y empobrecedora discriminación legal. En el siglo XI, cuando la unidad de al-Andalus desapareció y surgieron los reinos de taifas, su situación empeoró tanto que miles de mozárabes prefirieron la emigración a los reinos españoles antes que seguir en la que había sido su tierra durante siglos. En esta huida a los cristianos les acompañaron también muchos judíos.
En 1060 una comunidad de monjes del monasterio cordobés de San Zoilo se trasladó a Carrión con las reliquias de este santo; en 1063, se llevaron solemnemente las reliquias de San Isidoro de Sevilla a León, donde se encuentran.
Deportaciones de cristianos a África
El avance de la reconquista, militar y político (la imposición de parias o tributos por parte de los cristianos a los musulmanes, lo que suponía reconocer por parte de éstos su ilegitimidad en la Península Ibérica), preocupó tanto a los andalusíes que se tragaron sus prejuicios raciales y su desconfianza, y llamaron en su ayuda a los almorávides bereberes.
Los almorávides desembarcaron en al-Andalus en 1086, después de que Alfonso VI tomase Toledo (1085), derrotaron a los cristianos en Alarcos, sometieron a las taifas y convirtieron a Sevilla en la nueva capital. A partir de 1147, fueron sustituidos por los almohades, que trasladaron la capital a Granada, pero éstos empezaron su decadencia después de las Navas de Tolosa (1212) y del avance posterior al sur de Fernando III de Castilla y de León y de Jaime I de Aragón.
Los almorávides y, sobre todo, los almohades eran musulmanes fanáticos y ejecutaron deportaciones de mozárabes a África. Está documentado el apresamiento y la deportación de cientos de cristianos de la comarca de Málaga en 1106 a Marruecos.
En 1125, el rey aragonés Alfonso el Batallador penetró en al-Andalus por Valencia, venció a los almohades en Lucena (1126) y, después de realizar unos ritos de toma de posesión de la tierra y el mar en Motril, regresó a su reino seguido por miles de cristianos andalusíes. La reacción almorávide fue apresar y deportar a mozárabes de Córdoba, Sevilla y Granada al norte de África en el mismo 1126 y luego en 1138. Algunos de éstos formaron parte de la guardia del sultán. Cuando los almohades conquistaron Marruecos, muchos de ellos regresaron a la Península y ya se instalaron en los reinos cristianos.
En enero de 1147, los invasores almohades tomaron Sevilla y se cebaron en la comunidad cristiana y judía: matanzas, violaciones, saqueos y esclavizaciones. Se sabe que en 1154 residía en Talavera (Toledo) desde hacía años el arzobispo electo de Sevilla, llamado Clemente. Él fue el último de los metropolitanos conocidos de Isbiliya.
La represión almohade afectó también a los musulmanes. Incluso en el siglo XIII, a varias familias andalusíes poderosas, como los Banu Jaldún (Carmona) y los Banu Hayyay (Sevilla), se les obligó a marchar a África.
Aunque sorprenda a los creyentes en la religión de la tolerancia andalusí, en la Sevilla que se rindió a Fernando III el Santo en 1248 no había cristianos ni judíos, como tampoco los había en la Granada de 1492, escriba lo que escriba Karen Armstrong.
Antes en Marruecos que con infieles
A partir de 1224, gracias a una fitna (guerra civil) entre musulmanes, comenzó la irrupción de castellanos y leoneses en el valle del Guadalquivir. Las ciudades cayeron una detrás de otra: Baza, Úbeda, Andújar, Córdoba, Martos, Jaén, Alcalá de Guadaira…Así, hasta Sevilla, y luego la desembocadura del Guadalquivir, que completan Alfonso X (1252-1284) y Sancho IV (1284-1295).
Gran parte de la ciudades y las plazas fuertes se conquistaron gracias a pactos (‘pleitesías’), que permitían a los musulmanes permanecer en ellas. Otras lo fueron mediante ‘capitulaciones’, en las que los vencidos marchaban libres con todos los bienes muebles y animales que pudieran llevarse.
En el caso de Sevilla, las condiciones de la rendición fueron generosas para lo que era habitual en estas guerras. Los musulmanes no serían esclavizados, pero debían abandonar la ciudad en el plazo de un mes; podían ir adonde quisieran; se les dio el plazo de un mes para vender las casas y los bienes que no quisieran llevarse con ellos; contaron con la protección del ejército real. La ciudad quedó completamente vacía. Y entre los repartos posteriores, a los judíos les correspondieron tres mezquitas que convirtieron en sinagogas.
En los años siguientes, los musulmanes prefirieron pasar al emirato de Granada (éste acabó superpoblado, uno de los motivos que retrasaron su conquista) o al Magreb, al otro lado del Estrecho, antes que vivir bajo soberanía cristiana. Esta migración, fomentada por los imanes, trató de compensarse con la repoblación de las nuevas tierras por cristianos.
Como destaca el catedrático Manuel González Jiménez (En torno a los orígenes de Andalucía. La repoblación del siglo XIII),
La época de la conquista y la repoblación de Andalucía por Fernando III y Alfonso X constituye, sin duda, el momento más decisivo, por no decir el más importante, de la historia de nuestra región
Andalucía, una región despoblada y pobre
La revuelta de los mudéjares en 1264 en el valle del Guadalquivir y Murcia fue de tal intensidad que el primer emir de Granada, Muhámad ibn Nasr, soñó con la recuperación del territorio perdido en las décadas anteriores. Los musulmanes recibieron vía marítima refuerzos de los benimerines. Para derrotar a los rebeldes, Alfonso X tuvo que contar con el socorro de Jaime I. Otro ejemplo de la colaboración de los reinos cristianos en empresas comunes por la religión cristiana y España.
Una vez aplastada, la emigración de musulmanes desde el territorio cristiano se acentuó. Pero la cercanía de la frontera con Granada y el Estrecho y las razzias y revueltas desalentaron a muchos de los pobladores venidos de ultrapuertos, que vendieron las tierras y casas adjudicadas por la Corona y regresaron a sus provincias de origen.
De esta manera, sigue González Jiménez, hacia 1280 había en los reinos de Sevilla, Córdoba y Jaén grandes zonas "vacías por completo de población", fuera por la guerra, o por el abandono por los mudéjares y los cristianos. La Castilla Novísima fue hasta el siglo XV una tierra poco poblada y muy pobre.
Cuando los Reyes Católicos reconquistaron Granada, concedieron al sultán Boabdil un señorío en las Alpujarras con rentas, pero éste, como en el siglo XIII tantos otros andalusíes, prefirió vivir entre ‘verdaderos creyentes’ que entre cristianos, de modo que marchó a Marruecos y murió en Fez en 1533.
Una empresa de toda España
De los pobladores cuyo origen podía deducirse se han elaborado las estadísticas de dos grandes ciudades del reino de Sevilla (del libro de González Jiménez):
Como se ve, la repoblación de Andalucía fue una empresa de toda España.
Los documentos (libros de repartimientos, crónicas, donadíos….) dejan claro que los andaluces no tienen ningún vínculo étnico con los árabes. A pesar de lo cual, algunos andaluces, como los concejales sevillanos de izquierdas, se sienten más cercanos a los magrebíes que a sus compatriotas.
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Los andaluces tienen tanta «sangre árabe» como los cántabros o catalanes
El legado genético de al-Ándalus fue muy escaso a pesar de la ocupación de la Península durante más de 800 años
Al-Ándalus nos ha dejado una gigantesca herencia cultural que pervive hasta nuestros días. Desde los miles de arabismos de la lengua española a la Alhambra de Granada, desde el gusto por las aceitunas o los escabeches al califato de Córdoba. Sin embargo, poco corre en la sangre de los andaluces actuales de los árabes y africanos que ocuparon la Península ibérica durante más de 800 años. Un estudio genético realizado por investigadores de la Universidad de Granada ha demostrado que el legado genético de esos pobladores entre los habitantes del sur de la Península es comparable al de otras zonas donde su presencia fue menor, como Cantabria o Cataluña. Incluso al que existe hoy en día en otros países del Mediterráneo como Portugal o Italia.
La investigación, publicada en la prestigiosa revista «Scientific Reports», se fija en los marcadores genéticos del cromosoma Y en individuos varones de las provincias de Granada, Málaga y Almería. El objetivo era determinar el posible legado genético de las poblaciones que formaron el antiguo Reino de Granada. Sin embargo, y en contra de lo que tradicionalmente se cree, los resultados muestran que los andaluces actuales tienen un componente muy bajo de ADN del norte de África, similar al que tiene un barcelonés o un romano. La población vasca, más aislada, recibió una herencia árabe ligeramente más pequeña.
Una expulsión efectiva
¿Cuál es la razón? Parece difícil de creer si se compara con las grandes y vibrantes obras que en España ilustran el poderío de la cultura árabe. «La Reconquista fue muy efectiva. Las gentes del norte de África fueron expulsados, no se les integró, y se repobló la zona con habitantes del resto de la Península», explica la autora principal del trabajo, María Saiz Guinaldo, del Laboratorio de Identificación Genética de la UGR. «Genéticamente, es difícil identificar algún trazo del legado genético dejado por los antiguos pobladores», dicen.
Las similitudes entre la población de Granada, Málaga y Almería y la del resto de poblaciones españolas y algunas europeas hacen que las posibles diferencias existentes sean muy difíciles de identificar, a pesar de que el cromosoma Y es uno de los más pequeños del genoma humano, con un tamaño de unos 60Mb (millones de bases), y se hereda de forma directa de padres a hijos.
«Nuestros resultados revelan que ningún componente africano ha permanecido en la población del Sur de la Península Ibérica, a pesar de haber estado ocupada por éstos durante 800 años -señala Saiz-. La presencia de haplogrupos típicamente africanos en la población de Granada, Málaga y Almería no es significativa cuando se compara con las frecuencias de éstos en poblaciones europeas, tanto mediterráneas como del norte de Europa».
Otros estudios previos han indicado un gradiente mayor de este legado en el norte de España, por ejemplo en Galicia, «pero las diferencias son mínimas. No se puede decir que los gallegos sean más africanos que los andaluces, no es una diferencia significativa», explica la investigadora.
ABC.
> Al-Andalus no dejó rastro en la genética del sur de España
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