Sanchismo repugnante
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Sandro
Josuhe
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Sánchez, el enemigo público número UNO
Da lástima ver a Pedro Sánchez marginado y humillado, una y otra vez, por sus socios y aliados en los foros internacionales. De nuevo ha quedado fuera de las consultas entre Estados Unidos y los líderes europeos para analizar la guerra de Ucrania. Conociéndolo, estará lleno de rencor y rabia.
El enemigo público número UNO de España se llama Pedro Sánchez. Y en el extranjero también empiezan a conocerlo y a tratarlo como se merece.
Nadie le ha hecho más daño a España en los últimos dos siglos. Y lo peor es que tiene posibilidades de seguir en la Moncloa un nuevo periodo, que utilizará para culminar la demolición de España. Hay millones de hipnotizados que le votan y las instituciones defensivas de España, desde la Corona a las Fuerzas Armadas, la Justicia y el Parlamento, han fracasado y son incapaces de liberar al país de su peor enemigo.
De nada le ha valido a Pedro Sánchez su servilismo lamioso y pelota con Joe Biden porque el presidente norteamericano, a pesar del cambio drástico que el español ha impuesto en sus relaciones con Marruecos, le sigue marginando. Biden ha vuelto a dejar fuera de sus conversaciones con líderes europeos a Sánchez y sólo ha hablado con Macron, Scholz, Draghi y Johnson sobre el conflicto en Ucrania.
Estados Unidos considera Sánchez un tipo indigno y nada fiable y eso no se borra de la noche a la mañana, por mucho que Sánchez se arrastre como un gusano ante el líder de Occidente, aunque envíe aviones, barcos, armas y soldados a las fronteras de Rusia y aunque se someta como un cordero a lo que le manda el amigo americano.
Sánchez no quiere enterarse que no contará con el respeto y el apoyo de Washington mientras mantenga su alianza de gobierno con comunistas totalitarios, amigos de Putín, y busque el apoyo parlamentario de antiguos terroristas y nacionalistas extremistas catalanes y vascos.
Pero hasta ahí no puede llegar Sánchez, que está dispuesto a todo, incluso a renunciar a la dignidad debida como representante de España, menos a prescindir de los que le permiten gobernar. El gobierno es el delirio, el placer y la única obsesión de Pedro, sabedor de que sin el apoyo de Podemos, su coalición se desmorona y tendría que ir a unas elecciones que, frente a una sociedad española rabiosa por la crisis, la ruina económica, el expolio fiscal, la carestía de la electricidad y los combustibles y sus muchas meteduras de pata, tiene perdidas de antemano.
Basta echar una mirada sincera y libre a España, sin sucumbir a las mentiras de la Moncloa, para descubrir que Sánchez es la peor desgracia que le ha ocurrido a España de los últimos 200 años, junto con la pérdida del Imperio Colonial 81898) y la Guerra Civil (1936) y que es urgente revertir esta situación o estaremos condenados a más hambre y miseria. Da escalofríos pensar que si en 3 años y con sólo el 28 por ciento de los votos, casi ha logrado destrozar la nación más antigua de Europa, la de bestialidades que haría si disfrutara de un nuevo mandato. España no podría resistir esa desgracia letal.
Debe haber pocos en España a los que Sánchez no haya traicionado. Está dejando las cunetas llenas de cadáveres mal enterrados y eso siempre se paga, sobre todo cuando se trata del peor gobernante que ha padecido España en dos siglos y que su gobierno no cesa de causar daños terribles a España, a su riqueza, a su prestigio y a su futuro como nación.
España como nación es la gran damnificada por la política de Pedro Sánchez. El rechazo internacional a Sánchez le ha costado a España decenas de miles de millones de euros, perdidos en contratos internacionales vetados, exportaciones gravadas con royalties, marginaciones y inversiones extranjeras no realizadas. Los daños de Pedro Sánchez a España no se limitan al deterioro de la democracia, la desmoralización, el retroceso, la caída de valores y el deterioro de la unidad y la convivencia, sino que se extienden a la economía, a la influencia y prestigio internacional y a su competitividad y solvencia como país.
Con la ayuda del PSOE, de sus aliados, de la débil oposición y de los medios de comunicación comprados, el hundimiento integral de España en el mundo bajo el sanchismo está siendo ocultado al pueblo.
Las víctimas, Pedro, no perdonan y las tuyas ya son legiones.
Francisco Rubiales
El enemigo público número UNO de España se llama Pedro Sánchez. Y en el extranjero también empiezan a conocerlo y a tratarlo como se merece.
Nadie le ha hecho más daño a España en los últimos dos siglos. Y lo peor es que tiene posibilidades de seguir en la Moncloa un nuevo periodo, que utilizará para culminar la demolición de España. Hay millones de hipnotizados que le votan y las instituciones defensivas de España, desde la Corona a las Fuerzas Armadas, la Justicia y el Parlamento, han fracasado y son incapaces de liberar al país de su peor enemigo.
De nada le ha valido a Pedro Sánchez su servilismo lamioso y pelota con Joe Biden porque el presidente norteamericano, a pesar del cambio drástico que el español ha impuesto en sus relaciones con Marruecos, le sigue marginando. Biden ha vuelto a dejar fuera de sus conversaciones con líderes europeos a Sánchez y sólo ha hablado con Macron, Scholz, Draghi y Johnson sobre el conflicto en Ucrania.
Estados Unidos considera Sánchez un tipo indigno y nada fiable y eso no se borra de la noche a la mañana, por mucho que Sánchez se arrastre como un gusano ante el líder de Occidente, aunque envíe aviones, barcos, armas y soldados a las fronteras de Rusia y aunque se someta como un cordero a lo que le manda el amigo americano.
Sánchez no quiere enterarse que no contará con el respeto y el apoyo de Washington mientras mantenga su alianza de gobierno con comunistas totalitarios, amigos de Putín, y busque el apoyo parlamentario de antiguos terroristas y nacionalistas extremistas catalanes y vascos.
Pero hasta ahí no puede llegar Sánchez, que está dispuesto a todo, incluso a renunciar a la dignidad debida como representante de España, menos a prescindir de los que le permiten gobernar. El gobierno es el delirio, el placer y la única obsesión de Pedro, sabedor de que sin el apoyo de Podemos, su coalición se desmorona y tendría que ir a unas elecciones que, frente a una sociedad española rabiosa por la crisis, la ruina económica, el expolio fiscal, la carestía de la electricidad y los combustibles y sus muchas meteduras de pata, tiene perdidas de antemano.
Basta echar una mirada sincera y libre a España, sin sucumbir a las mentiras de la Moncloa, para descubrir que Sánchez es la peor desgracia que le ha ocurrido a España de los últimos 200 años, junto con la pérdida del Imperio Colonial 81898) y la Guerra Civil (1936) y que es urgente revertir esta situación o estaremos condenados a más hambre y miseria. Da escalofríos pensar que si en 3 años y con sólo el 28 por ciento de los votos, casi ha logrado destrozar la nación más antigua de Europa, la de bestialidades que haría si disfrutara de un nuevo mandato. España no podría resistir esa desgracia letal.
Debe haber pocos en España a los que Sánchez no haya traicionado. Está dejando las cunetas llenas de cadáveres mal enterrados y eso siempre se paga, sobre todo cuando se trata del peor gobernante que ha padecido España en dos siglos y que su gobierno no cesa de causar daños terribles a España, a su riqueza, a su prestigio y a su futuro como nación.
España como nación es la gran damnificada por la política de Pedro Sánchez. El rechazo internacional a Sánchez le ha costado a España decenas de miles de millones de euros, perdidos en contratos internacionales vetados, exportaciones gravadas con royalties, marginaciones y inversiones extranjeras no realizadas. Los daños de Pedro Sánchez a España no se limitan al deterioro de la democracia, la desmoralización, el retroceso, la caída de valores y el deterioro de la unidad y la convivencia, sino que se extienden a la economía, a la influencia y prestigio internacional y a su competitividad y solvencia como país.
Con la ayuda del PSOE, de sus aliados, de la débil oposición y de los medios de comunicación comprados, el hundimiento integral de España en el mundo bajo el sanchismo está siendo ocultado al pueblo.
Las víctimas, Pedro, no perdonan y las tuyas ya son legiones.
Francisco Rubiales
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Pedro Sánchez, un desalmado sin corazón
Núñez Feijóo, líder de la oposición española, ha dicho de Pedro Sánchez, con razón, que un presidente que con el 10 por ciento de inflación no baja los impuestos, "no tiene corazón". Pero el tal Sánchez, flagelo de España y enterrador de la nación española, tampoco tiene alma porque es un auténtico desalmado al que los ignorantes, los parásitos y los enemigos de España han hecho presidente.
Consciente de que las próximas elecciones se librarán en torno a los impuestos, Sánchez ha dicho con demagogia que bajar los impuestos equivale a no tener carreteras ni servicios necesarios para el ciudadano. Sus afirmaciones son miserables porque eso no es cierto. En la mayoría de los países de Europa se han bajado los impuestos para impulsar la economía y siguen teniendo servicios mejores que los que tiene España. De hecho, España, el único país que sube impuestos en lugar de bajarlos, es el que más ha deteriorado sus prestaciones y servicios a la ciudadanía, bajo un sanchismo que se comporta como un avariento y codicioso depredador.
La verdad que Sánchez oculta es que en España los impuestos elevados y arbitrarios solo sirven para que el gobierno pueda disfrutar de privilegios, derrochar y comprar poder, votos, voluntades y medios de comunicación, sin tener que ahorrar y ser austeros, como lo son nuestros vecinos europeos.
España, si no baja los impuestos, se estrella. Madrid los ha bajado y se ha convertido en el motor económico de España. Ante la codicia fiscal del sanchismo, las empresas huyen o cierran, los autónomos se arruinan o se sumergen en la economía clandestina y el pueblo trabajador y las clases medias avanzan hacia la ruina, mientras España tiene el gobierno más caro de Europa, el que tiene mas ministerios, el que reparte más subvenciones, casi siempre a los amigos del poder y el que mas se endeuda y derrocha.
El sanchismo será derrotado algún día y expulsado del poder, pero dejará una huella de atraso y pobreza en España que tardará más de una década en borrarse. El trabajo sucio izquierdista quedará hecho y permanecerá porque el socialismo nunca ha gozado de tan buena salud financiera como ahora. Casi todos son ricos y han engordado. Hay muchos jueces que opinan que hay decenas de miles de políticos que no pueden justificar sus abultados patrimonios y que disfrutan de una libertad que no merecen porque han hecho méritos para ser encarcelados. Hay más funcionarios que nunca, más leyes, más gasto público, más presión impositiva, más deuda y más ruina para España, que es lo que las izquierdas querían.
Sánchez tiene razón cuando dice que el peor impuesto es la corrupción, pero es injusto y mentiroso cuando la aplica sólo al corrupto PP porque su partido, el PSOE, sigue siendo el campeón en corrupción, el que más dirigentes tiene presos o imputados, el único que tiene condenados por corruptos a dos ex presidentes regionales, los andaluces Chaves y Griñán, y el que en la actualidad tiene a cuatro altos cargos del gobierno de Sánchez imputados por contratos corruptos durante la pandemia.
Las próximas elecciones girarán en torno a los impuestos. Sánchez lo sabe y por eso ha empezado a mentir diciendo que sin impuestos altos no hay progreso. Sin embargo, la realidad, que es tozuda, le desmiente porque los países más prósperos son aquellos que bajan los impuestos y permiten que el dinero esté en poder del ciudadano.
La España que acuda a las urnas se dividirá en dos bandos, que no serán la derecha y la izquierda, sino los que quieren subir los impuestos y los que los quieren bajar. Un bando, muy nutrido por la izquierda, los parásitos y los enemigos de España, esos que luchan por la separación del País Vasco y Cataluña, quiere impuestos elevados para repartirse el botín, financiar sus abultados privilegios, derrochar, seguir subvencionando sus chiringuitos y poder comprar votos, voluntades y medios de comunicación. El otro bando, donde militan los trabajadores, las clases medias y la gente decente que ama a España y quiere verla progresar, desea impuestos bajos para que avance la prosperidad, se creen puestos de trabajo reales, reinen la libertades y derechos y se limite el excesivo poder de un Estado que suele comportare siempre, cuando acumula demasiado poder, como depredador insaciable.
Pedo Sánchez es el capitán de los que quieren un Estado poderoso e inmenso, controlado por él y los suyos, aunque España retroceda y se empobrezca, mientras ellos se enriquecen y "se forran", como les ha acusado Feijóo.
Esa es la España del presente, donde las izquierdas totalitarias y el separatismo empujan hacia abajo e impiden el resurgir de la nación, por mucho que el mentiroso presidente lo quiera disfrazar con demagogias y falsedades. La España de Pedo Sánchez es la oveja negra de Europa, un país que fue grande en el pasado, pero que hoy es marginado e ignorado por tener a comunistas en su gobierno y por estar presidido por un tipo sin prestigio, falso, que cae mal, que maltrata a su pueblo, del que nadie se fía, que emplea los escasos fondos en comprar votos y poder y que es aislado e ignorado en los debates internacionales de altura y en los grandes foros donde se discute el destino del mundo.
Francisco Rubiales
Consciente de que las próximas elecciones se librarán en torno a los impuestos, Sánchez ha dicho con demagogia que bajar los impuestos equivale a no tener carreteras ni servicios necesarios para el ciudadano. Sus afirmaciones son miserables porque eso no es cierto. En la mayoría de los países de Europa se han bajado los impuestos para impulsar la economía y siguen teniendo servicios mejores que los que tiene España. De hecho, España, el único país que sube impuestos en lugar de bajarlos, es el que más ha deteriorado sus prestaciones y servicios a la ciudadanía, bajo un sanchismo que se comporta como un avariento y codicioso depredador.
La verdad que Sánchez oculta es que en España los impuestos elevados y arbitrarios solo sirven para que el gobierno pueda disfrutar de privilegios, derrochar y comprar poder, votos, voluntades y medios de comunicación, sin tener que ahorrar y ser austeros, como lo son nuestros vecinos europeos.
España, si no baja los impuestos, se estrella. Madrid los ha bajado y se ha convertido en el motor económico de España. Ante la codicia fiscal del sanchismo, las empresas huyen o cierran, los autónomos se arruinan o se sumergen en la economía clandestina y el pueblo trabajador y las clases medias avanzan hacia la ruina, mientras España tiene el gobierno más caro de Europa, el que tiene mas ministerios, el que reparte más subvenciones, casi siempre a los amigos del poder y el que mas se endeuda y derrocha.
El sanchismo será derrotado algún día y expulsado del poder, pero dejará una huella de atraso y pobreza en España que tardará más de una década en borrarse. El trabajo sucio izquierdista quedará hecho y permanecerá porque el socialismo nunca ha gozado de tan buena salud financiera como ahora. Casi todos son ricos y han engordado. Hay muchos jueces que opinan que hay decenas de miles de políticos que no pueden justificar sus abultados patrimonios y que disfrutan de una libertad que no merecen porque han hecho méritos para ser encarcelados. Hay más funcionarios que nunca, más leyes, más gasto público, más presión impositiva, más deuda y más ruina para España, que es lo que las izquierdas querían.
Sánchez tiene razón cuando dice que el peor impuesto es la corrupción, pero es injusto y mentiroso cuando la aplica sólo al corrupto PP porque su partido, el PSOE, sigue siendo el campeón en corrupción, el que más dirigentes tiene presos o imputados, el único que tiene condenados por corruptos a dos ex presidentes regionales, los andaluces Chaves y Griñán, y el que en la actualidad tiene a cuatro altos cargos del gobierno de Sánchez imputados por contratos corruptos durante la pandemia.
Las próximas elecciones girarán en torno a los impuestos. Sánchez lo sabe y por eso ha empezado a mentir diciendo que sin impuestos altos no hay progreso. Sin embargo, la realidad, que es tozuda, le desmiente porque los países más prósperos son aquellos que bajan los impuestos y permiten que el dinero esté en poder del ciudadano.
La España que acuda a las urnas se dividirá en dos bandos, que no serán la derecha y la izquierda, sino los que quieren subir los impuestos y los que los quieren bajar. Un bando, muy nutrido por la izquierda, los parásitos y los enemigos de España, esos que luchan por la separación del País Vasco y Cataluña, quiere impuestos elevados para repartirse el botín, financiar sus abultados privilegios, derrochar, seguir subvencionando sus chiringuitos y poder comprar votos, voluntades y medios de comunicación. El otro bando, donde militan los trabajadores, las clases medias y la gente decente que ama a España y quiere verla progresar, desea impuestos bajos para que avance la prosperidad, se creen puestos de trabajo reales, reinen la libertades y derechos y se limite el excesivo poder de un Estado que suele comportare siempre, cuando acumula demasiado poder, como depredador insaciable.
Pedo Sánchez es el capitán de los que quieren un Estado poderoso e inmenso, controlado por él y los suyos, aunque España retroceda y se empobrezca, mientras ellos se enriquecen y "se forran", como les ha acusado Feijóo.
Esa es la España del presente, donde las izquierdas totalitarias y el separatismo empujan hacia abajo e impiden el resurgir de la nación, por mucho que el mentiroso presidente lo quiera disfrazar con demagogias y falsedades. La España de Pedo Sánchez es la oveja negra de Europa, un país que fue grande en el pasado, pero que hoy es marginado e ignorado por tener a comunistas en su gobierno y por estar presidido por un tipo sin prestigio, falso, que cae mal, que maltrata a su pueblo, del que nadie se fía, que emplea los escasos fondos en comprar votos y poder y que es aislado e ignorado en los debates internacionales de altura y en los grandes foros donde se discute el destino del mundo.
Francisco Rubiales
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España se enfrenta a su peor pesadilla
Las cosas se ponen feas para España. La Reserva Federal de EEUU acaba de subir los tipos de interés un 0,5%, la mayor subida en 22 años. Esa decisión, unida a la del Banco Central Europeo de dejar de comprar deuda soberana el próximo verano son una bomba para España, que es uno de los países más endeudados del mundo. Pero esa decisión es especialmente dramática para el gobierno irresponsable y manirroto de Pedro Sánchez, acostumbrado a endeudarse para obtener dinero abundante, que emplea en comprar voluntades, poder, medios de comunicación y votos.
Sánchez y sus tribus de totalitarios y enemigos de España utilizan el dinero como pegamento para mantener unida su extraña coalición de mediocres, derrochadores y corruptos. Si les llega a faltar el dinero fácil que les llega de la venta de deuda, tendrán que esquilmar todavía más a los ciudadanos, que ya son los europeos que soportan un mayor esfuerzo fiscal, o tendrán que convocar elecciones anticipadas.
Sin el grifo del dinero abierto, el sanchismo está muerto.
Sin la fuente de dinero abierta, España corre el riesgo inminente de entrar en quiebra. Europa es consciente de esa situación y tendrá que controlar estrechamente las cuentas públicas españolas, que tendrán que dejar de ser un festival de irresponsable derroche.
España tiene el Estado más costoso de Europa, con 17 gobiernos autonómicos y más ministerios, funcionarios y políticos que cualquier otro país europeo. España es también el país con más privilegios para sus políticos, con mas aforados, coches oficiales y concesión de subvenciones a mansalva. Finalmente, es también el que esquilma y saquea a sus ciudadanos con impuestos más crueles y desproporcionados, además de ser el que más gasta en clientelismo y compra de poder, votos y medios de comunicación.
Por causa de su codicia, el gobierno de Sánchez es el mas derrochador y el que soporta un mayor déficit público de toda Europa.
El gobierno de Sánchez quiere solucionar el drama que se avecina subiendo todavía más los impuestos, pero el pueblo español ya no resiste más saqueo fiscal, un escarnio injusto y contrario a la razón que está provocando la huida de empresas, pérdida de empleos y cientos de miles de autónomos que se sumergen en la economía clandestina porque no pueden pagar lo que el gobierno les exige.
Todo ese mundo irresponsable, que incluye regalos y concesiones a los socios del gobierno que le permiten mantenerse en el poder con sus votos, se vendrá abajo cuando el país tenga que apretarse el cinturón para hacer frente a sus obligaciones internacionales.
Pero entonces, el sanchismo tirará la toalla y dejará el marrón al próximo gobierno, que será de derechas y que llegará al poder, como ha ocurrido ya dos veces en el pasado, en la mas absoluta ruina.
Tras los mandatos de los socialistas Felipe González y José Luís Rodríguez Zapatero, la oposición del Partido Popular heredó un país al borde de la quiebra, que tuvo que reconstruir con medidas de austeridad y aplicando normas liberales que reactivaron la vida económica.
El próximo gobierno, cuando suceda al de Pedro Sánchez y sus socios comunistas, encontrará un país por lo menos tres veces más destrozado que en el peor momento del pasado, más endeudado, con menos capacidad de respuesta y con casi todo su prestigio y peso internacional derrochado y tirado por la borda.
La interrupción del programa de compra afectará especialmente a los países más vulnerables de la Eurozona, entre los que está España, con una deuda pública que superó el 121% del PIB en 2021. Las diferencias entre los países del norte y del sur se notaron en la reunión del consejo del BCE, donde el bloque liderado por Alemania presionó para acabar con las compras de deuda para poder subir los intereses antes de verano –un paso que ya han tomado entidades como el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal estadounidense–. El bloque de los países del sur, en cambio, apostaba por esperar a ver cómo se desarrolla el conflicto en Ucrania.
Pedro Sánchez aspira a retirarse con un vistoso alto cargo en la Unión Europea, pero ese proyecto se vendrá abajo cuando se conozca toda la magnitud del desastre que deja en España cuando abandone el poder.
Entre sus principales méritos destaca el que cada español, al llegar al mundo, nace con una deuda personal superior a los 30.000 euros, lo que representa que España es un país con su futuro hipotecado y al borde del abismo.
Francisco Rubiales
Sánchez y sus tribus de totalitarios y enemigos de España utilizan el dinero como pegamento para mantener unida su extraña coalición de mediocres, derrochadores y corruptos. Si les llega a faltar el dinero fácil que les llega de la venta de deuda, tendrán que esquilmar todavía más a los ciudadanos, que ya son los europeos que soportan un mayor esfuerzo fiscal, o tendrán que convocar elecciones anticipadas.
Sin el grifo del dinero abierto, el sanchismo está muerto.
Sin la fuente de dinero abierta, España corre el riesgo inminente de entrar en quiebra. Europa es consciente de esa situación y tendrá que controlar estrechamente las cuentas públicas españolas, que tendrán que dejar de ser un festival de irresponsable derroche.
España tiene el Estado más costoso de Europa, con 17 gobiernos autonómicos y más ministerios, funcionarios y políticos que cualquier otro país europeo. España es también el país con más privilegios para sus políticos, con mas aforados, coches oficiales y concesión de subvenciones a mansalva. Finalmente, es también el que esquilma y saquea a sus ciudadanos con impuestos más crueles y desproporcionados, además de ser el que más gasta en clientelismo y compra de poder, votos y medios de comunicación.
Por causa de su codicia, el gobierno de Sánchez es el mas derrochador y el que soporta un mayor déficit público de toda Europa.
El gobierno de Sánchez quiere solucionar el drama que se avecina subiendo todavía más los impuestos, pero el pueblo español ya no resiste más saqueo fiscal, un escarnio injusto y contrario a la razón que está provocando la huida de empresas, pérdida de empleos y cientos de miles de autónomos que se sumergen en la economía clandestina porque no pueden pagar lo que el gobierno les exige.
Todo ese mundo irresponsable, que incluye regalos y concesiones a los socios del gobierno que le permiten mantenerse en el poder con sus votos, se vendrá abajo cuando el país tenga que apretarse el cinturón para hacer frente a sus obligaciones internacionales.
Pero entonces, el sanchismo tirará la toalla y dejará el marrón al próximo gobierno, que será de derechas y que llegará al poder, como ha ocurrido ya dos veces en el pasado, en la mas absoluta ruina.
Tras los mandatos de los socialistas Felipe González y José Luís Rodríguez Zapatero, la oposición del Partido Popular heredó un país al borde de la quiebra, que tuvo que reconstruir con medidas de austeridad y aplicando normas liberales que reactivaron la vida económica.
El próximo gobierno, cuando suceda al de Pedro Sánchez y sus socios comunistas, encontrará un país por lo menos tres veces más destrozado que en el peor momento del pasado, más endeudado, con menos capacidad de respuesta y con casi todo su prestigio y peso internacional derrochado y tirado por la borda.
La interrupción del programa de compra afectará especialmente a los países más vulnerables de la Eurozona, entre los que está España, con una deuda pública que superó el 121% del PIB en 2021. Las diferencias entre los países del norte y del sur se notaron en la reunión del consejo del BCE, donde el bloque liderado por Alemania presionó para acabar con las compras de deuda para poder subir los intereses antes de verano –un paso que ya han tomado entidades como el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal estadounidense–. El bloque de los países del sur, en cambio, apostaba por esperar a ver cómo se desarrolla el conflicto en Ucrania.
Pedro Sánchez aspira a retirarse con un vistoso alto cargo en la Unión Europea, pero ese proyecto se vendrá abajo cuando se conozca toda la magnitud del desastre que deja en España cuando abandone el poder.
Entre sus principales méritos destaca el que cada español, al llegar al mundo, nace con una deuda personal superior a los 30.000 euros, lo que representa que España es un país con su futuro hipotecado y al borde del abismo.
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La horrible degeneración de España, victima del sanchismo
La destitución de la directora del CNI, Paz Esteban, solo porque los golpistas catalanes exigían su cabeza, constituye el último acto rastrero y miserable del gobierno de España y la constatación de que el gobierno de Pedro Sánchez y sus socios comunistas carece de decencia, honor, dignidad y amor a nuestra nación.
La destitución de una funcionaria ejemplar por un gobierno que todo lo que toca lo pudre y está entregado a los partidos que odian a España representa el descenso del Estado español a las cloacas, donde no existe seguridad jurídica, ni justicia, ni valores, sino únicamente el deseo de poder y la disposición a sacrificar todo con tal de mantener ese poder.
Nunca antes en la Historia de España hubo un gobierno tan envilecido y carente de valores. Antes decíamos que lo superaban los gobiernos del rey felón Fernando VII, pero Sánchez está superando ya la obra nefasta y miserable de aquel monarca hipócrita, traidor y verdugo de España.
Paz Esteban tenía el respaldo del CNI, donde crece el malestar por la gestión del Gobierno de Sánchez. Los espías y expertos del Centro están indignados también con la cobardía de Margarita Robles, la ministra de Defensa, de la que dependen, por haber sacrificado a una funcionaria ejemplar y sucumbido a los deseos de Sánchez, amigo y protector de la chusma separatista y golpista que odia a España.
Sánchez, que demuestra día tras día que lo único que le interesa es conservar el poder como sea, ha utilizado como excusa el espionaje a los móviles del presidente y la ministra de Defensa para justificar una decisión que convulsiona los servicios de Inteligencia en un momento crítico por la cumbre de la OTAN. Lo curioso es que el responsable de la seguridad de las comunicaciones del gobierno, que es el ministro Bolaños, no ha sido responsabilizado, como sería lógico.
Los expertos y algunos altos responsables de la seguridad del Estado pensaban que Pedro Sánchez no se iba a atrever a destituir a la directora del CNI hasta pasada la cumbre de la OTAN, los próximos días 29 y 30 de junio, en la que España se juega su imagen exterior. Sin embargo, el presidente del Gobierno no ha resistido la presión del independentismo y ayer mismo ha entregado la cabeza de la máxima responsable del Centro Nacional de Inteligencia a una chusma independentista y llena de odio a España que sólo mantiene a Sánchez en el poder porque el presidente les está haciendo el trabajo sucio de demoler el Estado y debilitar a España.
Los que han sido premiados con la cabeza de Paz Esteban son los mismos que dieron un golpe de Estado en 2017 para separarse de España y negociaron con Putin el envío a Cataluña de 10.000 soldados rusos, cuya misión habría sido defender la independencia de Cataluña matando soldados españoles.
Millones de españoles, ente los que destacan funcionarios horrorizados, expertos y personas demócratas y decentes, ante el balance que arroja el gobierno de Sánchez, lleno de mentiras, engaños, traiciones y degeneración de casi todos los sectores y actuaciones del poder, sienten una mezcla indescriptible de sorpresa, vergüenza, horror y lástima ante el sufrimiento de España y ante la pasividad de las grandes instituciones que, según la Constitución, tienen el deber de defender la nación y permanecen en silencio ante el abuso sanchista y la demolición de España como nación libre.
El envilecimiento del gobierno de Sánchez no es sólo un terrible drama para España, sino que lo es también para Europa y el mundo occidental que se alinea con la democracia y las libertades.
El sanchismo no es democrático porque desprecia y abomina de todos los valores y mecanismos de la democracia: verdad, transparencia, justicia, limpieza, seguridad jurídica, respeto al pueblo, separación e independencia de los poderes básicos del Estados, defensa de la nación, respeto al bien común y controles efectivos al ejercicio del poder.
Sin la menor duda, la permanencia de un tipejo sin valores, principios, honor y decencia, como Sánchez, en el poder daña los intereses no sólo de España sino de todo el bloque occidental.
Francisco Rubiales
La destitución de una funcionaria ejemplar por un gobierno que todo lo que toca lo pudre y está entregado a los partidos que odian a España representa el descenso del Estado español a las cloacas, donde no existe seguridad jurídica, ni justicia, ni valores, sino únicamente el deseo de poder y la disposición a sacrificar todo con tal de mantener ese poder.
Nunca antes en la Historia de España hubo un gobierno tan envilecido y carente de valores. Antes decíamos que lo superaban los gobiernos del rey felón Fernando VII, pero Sánchez está superando ya la obra nefasta y miserable de aquel monarca hipócrita, traidor y verdugo de España.
Paz Esteban tenía el respaldo del CNI, donde crece el malestar por la gestión del Gobierno de Sánchez. Los espías y expertos del Centro están indignados también con la cobardía de Margarita Robles, la ministra de Defensa, de la que dependen, por haber sacrificado a una funcionaria ejemplar y sucumbido a los deseos de Sánchez, amigo y protector de la chusma separatista y golpista que odia a España.
Sánchez, que demuestra día tras día que lo único que le interesa es conservar el poder como sea, ha utilizado como excusa el espionaje a los móviles del presidente y la ministra de Defensa para justificar una decisión que convulsiona los servicios de Inteligencia en un momento crítico por la cumbre de la OTAN. Lo curioso es que el responsable de la seguridad de las comunicaciones del gobierno, que es el ministro Bolaños, no ha sido responsabilizado, como sería lógico.
Los expertos y algunos altos responsables de la seguridad del Estado pensaban que Pedro Sánchez no se iba a atrever a destituir a la directora del CNI hasta pasada la cumbre de la OTAN, los próximos días 29 y 30 de junio, en la que España se juega su imagen exterior. Sin embargo, el presidente del Gobierno no ha resistido la presión del independentismo y ayer mismo ha entregado la cabeza de la máxima responsable del Centro Nacional de Inteligencia a una chusma independentista y llena de odio a España que sólo mantiene a Sánchez en el poder porque el presidente les está haciendo el trabajo sucio de demoler el Estado y debilitar a España.
Los que han sido premiados con la cabeza de Paz Esteban son los mismos que dieron un golpe de Estado en 2017 para separarse de España y negociaron con Putin el envío a Cataluña de 10.000 soldados rusos, cuya misión habría sido defender la independencia de Cataluña matando soldados españoles.
Millones de españoles, ente los que destacan funcionarios horrorizados, expertos y personas demócratas y decentes, ante el balance que arroja el gobierno de Sánchez, lleno de mentiras, engaños, traiciones y degeneración de casi todos los sectores y actuaciones del poder, sienten una mezcla indescriptible de sorpresa, vergüenza, horror y lástima ante el sufrimiento de España y ante la pasividad de las grandes instituciones que, según la Constitución, tienen el deber de defender la nación y permanecen en silencio ante el abuso sanchista y la demolición de España como nación libre.
El envilecimiento del gobierno de Sánchez no es sólo un terrible drama para España, sino que lo es también para Europa y el mundo occidental que se alinea con la democracia y las libertades.
El sanchismo no es democrático porque desprecia y abomina de todos los valores y mecanismos de la democracia: verdad, transparencia, justicia, limpieza, seguridad jurídica, respeto al pueblo, separación e independencia de los poderes básicos del Estados, defensa de la nación, respeto al bien común y controles efectivos al ejercicio del poder.
Sin la menor duda, la permanencia de un tipejo sin valores, principios, honor y decencia, como Sánchez, en el poder daña los intereses no sólo de España sino de todo el bloque occidental.
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Vicente Vallés ve al PSOE a la desesperada en Andalucía y no descarta que recurra a una sucia argucia
"Quien ve de cerca la derrota necesita con urgencia que una bomba atómica caiga sobre la campaña para remover las aguas estancadas y, quizá, cambiar la tendencia a su favor"
Quedan apenas diez días para que Andalucía decida cuál será su futuro político.
Las encuestas que se han publicado hasta la fecha (y que seguirán publicitándose hasta el 13 de junio de 2022) dan una mayoría holgada al PP que, incluso, roza la mayoría absoluta.
Quien no levanta cabeza es el PSOE. Juan Espadas, más allá de Sevilla, no concita la atención ni el interés de los andaluces y demoscópicamente lo está experimentando en unas proyecciones de escaños bastante escalofriantes.
De ahí que este 8 de junio de 2022 el periodista Vicente Vallés, en su tribuna de La Razón, considere que en el seno de los socialistas no se descarte en absoluto tensionar la campaña hasta extremos insospechados:
Una campaña electoral no suele ser el ámbito más adecuado para los discursos versallescos. La inteligencia, el argumento fundado, el dato preciso, o la voluntad de consenso quedan desterrados frente al griterío, la frasecilla ingeniosa y la tensión. Eso, la tensión, está en los cánones habituales de las campañas electorales, y no se trata de una circunstancia achacable a las costumbres políticas españolas. Es algo que ocurre en casi todos los países democráticos. Pero aquí, el deseo de tensionar el ambiente en campaña ha adquirido tintes llamativos. Véase el chusco episodio protagonizado por un dirigente socialista andaluz, dichoso de utilizar el insulto «tontopollas» aplicado al líder del PP.
El también presentador de Antena 3 Noticias recuerda lo sucedido en la campaña electoral de Madrid del 4-M de 2021, cuando una izquierda vapuleada en los sondeos recurrió a la estrategia de las cartas con balas enviadas a varios socialistas y hasta al podemita Pablo Iglesias:
Nadie se va a escandalizar a estas alturas. Pero lo interesante es que el uso de determinadas expresiones sugiere que quien pretende elevar la tensión en una campaña suele ser aquel que teme sufrir un mal resultado. El partido que tiene buenas expectativas desea que pasen los días sin que haya incidentes relevantes que puedan suponer un riesgo para su candidato. Por el contrario, quien ve de cerca la derrota necesita con urgencia que una bomba atómica caiga sobre la campaña para remover las aguas estancadas y, quizá, cambiar la tendencia a su favor (¿recuerdan las balas de la campaña madrileña en mayo de 2021?).
También hace memoria de como el PSOE de Zapatero, en su segunda campaña, confesó a micrófono abierto aquello de que le convenía que hubiese tensión en el ambiente:
Es una evidencia –incluso certificada por el CIS de Tezanos– que el PSOE andaluz ha tenido mejores momentos en su historia, y en estas elecciones se debate entre perder o perder por mucho, entre una derrota dulce o una catástrofe. Esta deriva no cambiará si la campaña se desarrolla en un ambiente cansino y de bajo voltaje. Como dijo Zapatero antes de las elecciones generales de 2008 –cuando creía que su micrófono estaba cerrado y solo le oía su directo interlocutor– «nos conviene que haya tensión». En efecto, la hubo y ganó.
Y sentencia que si a Espadas no se le presenta un escenario similar, sus posibilidades de hacerse con el Gobierno de la Junta de Andalucía serán más bien escasas:
Ahora, quien necesita tensión es Juan Espadas, el candidato socialista a presidir la Junta de Andalucía. Su nivel de conocimiento por la población es relativamente bajo, y su posibilidad de perder relativamente alta. Si la campaña no estalla por algún sitio, sus opciones no variarán mucho.
Fuente.
Quedan apenas diez días para que Andalucía decida cuál será su futuro político.
Las encuestas que se han publicado hasta la fecha (y que seguirán publicitándose hasta el 13 de junio de 2022) dan una mayoría holgada al PP que, incluso, roza la mayoría absoluta.
Quien no levanta cabeza es el PSOE. Juan Espadas, más allá de Sevilla, no concita la atención ni el interés de los andaluces y demoscópicamente lo está experimentando en unas proyecciones de escaños bastante escalofriantes.
De ahí que este 8 de junio de 2022 el periodista Vicente Vallés, en su tribuna de La Razón, considere que en el seno de los socialistas no se descarte en absoluto tensionar la campaña hasta extremos insospechados:
Una campaña electoral no suele ser el ámbito más adecuado para los discursos versallescos. La inteligencia, el argumento fundado, el dato preciso, o la voluntad de consenso quedan desterrados frente al griterío, la frasecilla ingeniosa y la tensión. Eso, la tensión, está en los cánones habituales de las campañas electorales, y no se trata de una circunstancia achacable a las costumbres políticas españolas. Es algo que ocurre en casi todos los países democráticos. Pero aquí, el deseo de tensionar el ambiente en campaña ha adquirido tintes llamativos. Véase el chusco episodio protagonizado por un dirigente socialista andaluz, dichoso de utilizar el insulto «tontopollas» aplicado al líder del PP.
El también presentador de Antena 3 Noticias recuerda lo sucedido en la campaña electoral de Madrid del 4-M de 2021, cuando una izquierda vapuleada en los sondeos recurrió a la estrategia de las cartas con balas enviadas a varios socialistas y hasta al podemita Pablo Iglesias:
Nadie se va a escandalizar a estas alturas. Pero lo interesante es que el uso de determinadas expresiones sugiere que quien pretende elevar la tensión en una campaña suele ser aquel que teme sufrir un mal resultado. El partido que tiene buenas expectativas desea que pasen los días sin que haya incidentes relevantes que puedan suponer un riesgo para su candidato. Por el contrario, quien ve de cerca la derrota necesita con urgencia que una bomba atómica caiga sobre la campaña para remover las aguas estancadas y, quizá, cambiar la tendencia a su favor (¿recuerdan las balas de la campaña madrileña en mayo de 2021?).
También hace memoria de como el PSOE de Zapatero, en su segunda campaña, confesó a micrófono abierto aquello de que le convenía que hubiese tensión en el ambiente:
Es una evidencia –incluso certificada por el CIS de Tezanos– que el PSOE andaluz ha tenido mejores momentos en su historia, y en estas elecciones se debate entre perder o perder por mucho, entre una derrota dulce o una catástrofe. Esta deriva no cambiará si la campaña se desarrolla en un ambiente cansino y de bajo voltaje. Como dijo Zapatero antes de las elecciones generales de 2008 –cuando creía que su micrófono estaba cerrado y solo le oía su directo interlocutor– «nos conviene que haya tensión». En efecto, la hubo y ganó.
Y sentencia que si a Espadas no se le presenta un escenario similar, sus posibilidades de hacerse con el Gobierno de la Junta de Andalucía serán más bien escasas:
Ahora, quien necesita tensión es Juan Espadas, el candidato socialista a presidir la Junta de Andalucía. Su nivel de conocimiento por la población es relativamente bajo, y su posibilidad de perder relativamente alta. Si la campaña no estalla por algún sitio, sus opciones no variarán mucho.
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Las víctimas de Sánchez pronto se lo comerán vivo
Pedro Sánchez, como todos los tiranos y sátrapas de la Historia, terminará siendo devorado vivo por la multitud de damnificados, víctimas y cadáveres que va dejando en las cunetas durante su brutal trayectoria política. El pueblo, poco a poco, se cobra su venganza. Sánchez ha perdido las elecciones en Madrid, en Castilla y León y hora las perderá en Andalucía. Es la rebelión del pueblo herido, que quiere la cabeza del tirano.
No serán sus enemigos políticos y menos aun el débil y corrompido PP quien lo descabalgue y le haga pagar sus desmanes, abusos e iniquidades, sino que serán sus propias víctimas, que ya se cuentan por millones, quienes se lo coman vivo.
Algún día se mirará al espejo y se encontrará solo, sin poder y a merced de la legión de personas a las que ha arruinado, destruido con injusticia, maltratado, vejado o hecho infelices, todos dispuestos a cobrarse la venganza que ansían.
La Historia demuestra que ese es siempre el destino ineludible de los miserables con poder que causan dolor a sus semejantes.
Su última víctima ha sido España entera, castigada por la enfurecida Argelia que Sánchez ha humillado. Su penúltima víctima, la que fue directora del CNI, Paz Esteban, está esperando a Sánchez en una curva para poder morderle el hígado y a su lado estarán Pérez de los Cobos, Carmen Calvo, Iván Redondo, Ábalos, Campo, Tomás Gómez, González Laya y millones de españoles a los que el sanchismo ha puteado, empobrecido, acosado, maginado, maltratado, esquilmado con impuestos indecentes y tratado con injusticia.
Es la "legión del odio", integrada por víctimas que esperan la oportunidad de despedazar a su verdugo, el tal Sánchez, un tipo sin escrúpulos y sin piedad que, como ha ocurrido siempre, terminará devorado.
La legión de las víctimas de Sánchez crece cada día, alimentada por la desesperación del sátrapa, que sabe que su poder se apaga. En esa multitud dolorida hay autónomos arruinados, desempleados, victimas del terrorismo, gente que tiene sus viviendas en manos de okupas protegidos por el sanchismo, periodistas marginados por decir la verdad, medios de comunicación sin subvenciones por se libres, militares que no ascienden por ser conservadores o de derechas, profesionales incluíos en las listas negras del sanchismo y cientos de miles de seres anónimos a los que les duele en carne propia fechorías del sanchismo contra la España que aman, como los injustos y mafiosos privilegios de los independentistas y enemigos de España que apoyan el sanchismo en el Parlamento, el asesinato de la democracia, el clientelismo, el despilfarro, la corrupción a gran escala, el desprestigio mundial de España, el endeudamiento atroz, las mentiras reiteradas desde el poder, las estafas, los incumplimientos de promesas y otras suciedades, canalladas y daños a la nación.
Un especial lugar en la vanguardia de la legión antisanchista lo ocupan los traicionados de Podemos y los militantes y votantes de VOX, un partido injustamente tratado por el sanchismo, que lo ha querido asfixiar con un antidemocrático y mafioso "cinturón sanitario" aislante para impedir que siga ganándose la adhesión de millones de españoles decepcionados con la política corrupta que gobierna España.
Una de las más evidentes y significativas muestras de la existencia de una multitudinaria legión de anti sanchistas es que Sánchez ya no puede salir libremente por las calles de España por miedo a ser abucheado. El abucheo al sátrapa se ha convertido en una denuncia constante y ruidosa al sátrapa y a su dañino y antidemocrático gobierno.
Muchas de las víctimas de la injusticia sanchista, entre ellos algunos ex ministros, guardan silencio porque le conocen y le tienen miedo, pero esperan con las uñas afiladas el momento oportuno para desgarrarle la garganta. Todos ellos rememoran en sus noches de pesadillas y vela el destino de sátrapas como Fernando Marcos, Nicolás Ceaucescu, Anastasio Somoza, Noriega, Mussolini, Hitler, Stalin y otros muchos, todos ellos devorados por un destino que un día inesperado se les volvió en contra.
En el ejército que espera venganza están también muchos antiguos socialistas decentes y con principios, como Paco Vázquez y Joaquín Leguina, que no le perdonan la demolición del socialismo español y el asesinato de la ética y la dignidad que quedaba en el PSOE, partido al que Sánchez ha acuchillado y hecho desaparece, sustituyéndolo por un "sanchismo" que no es otra cosa que la perversión de los grande valores humanos, principios decentes y derechos conquistados en libertad.
Francisco Rubiales
No serán sus enemigos políticos y menos aun el débil y corrompido PP quien lo descabalgue y le haga pagar sus desmanes, abusos e iniquidades, sino que serán sus propias víctimas, que ya se cuentan por millones, quienes se lo coman vivo.
Algún día se mirará al espejo y se encontrará solo, sin poder y a merced de la legión de personas a las que ha arruinado, destruido con injusticia, maltratado, vejado o hecho infelices, todos dispuestos a cobrarse la venganza que ansían.
La Historia demuestra que ese es siempre el destino ineludible de los miserables con poder que causan dolor a sus semejantes.
Su última víctima ha sido España entera, castigada por la enfurecida Argelia que Sánchez ha humillado. Su penúltima víctima, la que fue directora del CNI, Paz Esteban, está esperando a Sánchez en una curva para poder morderle el hígado y a su lado estarán Pérez de los Cobos, Carmen Calvo, Iván Redondo, Ábalos, Campo, Tomás Gómez, González Laya y millones de españoles a los que el sanchismo ha puteado, empobrecido, acosado, maginado, maltratado, esquilmado con impuestos indecentes y tratado con injusticia.
Es la "legión del odio", integrada por víctimas que esperan la oportunidad de despedazar a su verdugo, el tal Sánchez, un tipo sin escrúpulos y sin piedad que, como ha ocurrido siempre, terminará devorado.
La legión de las víctimas de Sánchez crece cada día, alimentada por la desesperación del sátrapa, que sabe que su poder se apaga. En esa multitud dolorida hay autónomos arruinados, desempleados, victimas del terrorismo, gente que tiene sus viviendas en manos de okupas protegidos por el sanchismo, periodistas marginados por decir la verdad, medios de comunicación sin subvenciones por se libres, militares que no ascienden por ser conservadores o de derechas, profesionales incluíos en las listas negras del sanchismo y cientos de miles de seres anónimos a los que les duele en carne propia fechorías del sanchismo contra la España que aman, como los injustos y mafiosos privilegios de los independentistas y enemigos de España que apoyan el sanchismo en el Parlamento, el asesinato de la democracia, el clientelismo, el despilfarro, la corrupción a gran escala, el desprestigio mundial de España, el endeudamiento atroz, las mentiras reiteradas desde el poder, las estafas, los incumplimientos de promesas y otras suciedades, canalladas y daños a la nación.
Un especial lugar en la vanguardia de la legión antisanchista lo ocupan los traicionados de Podemos y los militantes y votantes de VOX, un partido injustamente tratado por el sanchismo, que lo ha querido asfixiar con un antidemocrático y mafioso "cinturón sanitario" aislante para impedir que siga ganándose la adhesión de millones de españoles decepcionados con la política corrupta que gobierna España.
Una de las más evidentes y significativas muestras de la existencia de una multitudinaria legión de anti sanchistas es que Sánchez ya no puede salir libremente por las calles de España por miedo a ser abucheado. El abucheo al sátrapa se ha convertido en una denuncia constante y ruidosa al sátrapa y a su dañino y antidemocrático gobierno.
Muchas de las víctimas de la injusticia sanchista, entre ellos algunos ex ministros, guardan silencio porque le conocen y le tienen miedo, pero esperan con las uñas afiladas el momento oportuno para desgarrarle la garganta. Todos ellos rememoran en sus noches de pesadillas y vela el destino de sátrapas como Fernando Marcos, Nicolás Ceaucescu, Anastasio Somoza, Noriega, Mussolini, Hitler, Stalin y otros muchos, todos ellos devorados por un destino que un día inesperado se les volvió en contra.
En el ejército que espera venganza están también muchos antiguos socialistas decentes y con principios, como Paco Vázquez y Joaquín Leguina, que no le perdonan la demolición del socialismo español y el asesinato de la ética y la dignidad que quedaba en el PSOE, partido al que Sánchez ha acuchillado y hecho desaparece, sustituyéndolo por un "sanchismo" que no es otra cosa que la perversión de los grande valores humanos, principios decentes y derechos conquistados en libertad.
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Pedro Sánchez es el mayor corrupto de la política española contemporánea
La nueva ley de Memoria Democrática es pura corrupción porque premia y estimula el mal. La mentira, la opacidad, el engaño, la arrogancia, el reparto arbitrario de los recursos, el estímulo a la división, el uso del miedo, la promoción del rencor, el endeudamiento alocado, el despilfarro y otros dramas típicos del sanchismo, además de maldad son pura corrupción.
La corrupción es el mal uso que hace un funcionario, servidor público o cargo del Estado de su autoridad y de los recursos y derechos que se le confían.
Lo probable es que Pedro Sánchez, cuando abandone el poder, se convierta en multimillonario, como ha ocurrido con sus predecesores socialistas Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. Pero imaginemos por un instante que Pedro Sánchez se marche del poder sin haber robado un sólo euro de las arcas públicas. Aún así, él seria el más corrupto de los presidente de gobierno españoles desde la muerte de Franco, con gran diferencia sobre los demás.
La gente cree que el robo de dinero público es la peor de las corrupciones, pero se equivoca porque es de las más leves y menos dañinas. Hay otras formas de corrupciones peores y más destructivas y repugnantes, como mentir, engañar, despilfarrar, comprar votos con dinero público, silenciar la verdad, comprar medios y periodistas con el dinero de los ciudadanos, endeudarse de manera loca, repartir los recursos de manera arbitraria, controlar el poder judicial, repartir subvenciones de manera sucia, beneficiar a los amigos y aliados del poder, marginar y perjudicar a los adversarios, acosar y hacer la vida imposible a los críticos, asesinar la democracia, engordar el Estado hasta que sea incosteable, despojar a España de prestigio internacional, acabar con las clases medias, comprar poder votos y voluntades con el dinero público y un larguísimo etcétera que incluye atentados, golpes y patadas a las instituciones, a los valores, a la ecuanimidad y a la decencia.
Todos esos capítulos de la peor corrupción y otros que no conocemos porque él ha sabido ocultarlos los ha convertido Pedro Sánchez en signos de identidad de su mandato, lo que le convierte en el más corrupto de los mandatarios españoles desde el rey felón Fernando VII.
Es difícil imaginar un tipo de corrupción que no haya sido practicada por Pedro Sánchez y sus socios de gobierno, que han inundado el país de lodo sucio e inmundicias, desde impuestos abusivos a destrucción de las clases medias, despilfarro, ostentación, arrogancia y apuñalamiento de la democracia y de los valores principales que hacen fuerte a una nación. Ha permitido la entrada de inmigrantes sin control alguno, ha llenado las calles de España de inseguridad, ha alimentado la pobreza, ha castigado a los que producen y trabajan, ha protegido a delincuentes como los okupas, ha indultado a golpistas que nunca se han arrepentido, ha beneficiado a criminales etarras encarcelados, ha despreciado a las víctimas del terrorismo y ha mentido tanto que ha convertido la nación en una pocilga donde la verdad es sacrificada a diario.
Todo eso es corrupción en estado puro, mucho más grave que el robo y mucho más dañina porque el robo se soluciona devolviendo el dinero sustraído, pero el envilecimiento de una nación y el asesinato de la esperanza y las ilusiones no tienen remedio.
Sus fechorías han convertido a España en un país arruinado, problemático y poco fiable para sus aliados, que han dejado de invitar a su gobierno a los grandes foros y reuniones donde se decide el destino del mundo. Los servicios de inteligencia españoles no reciben ya la información sensible que necesitan porque sus aliados no se fían de España, el único país de la OTAN que tiene a comunistas sentados en el Consejo de gobierno.
El gran pecado del sanchismo es que ha alimentado, engordado y acelerado la degradación y la decadencia de nuestra nación, convirtiéndola en uno de los grandes problemas de Europa. Ese empujón dado por Sánchez hacia el abismo es corrupto y es especialmente grave porque no hace mucho España era un modelo de crecimiento y de fe en la democracia para todo el mundo occidental.
Gracias al terrible sanchismo corrompido, España es hoy el país donde los políticos y los ciudadanos están más divorciados y en el que el foso que separa a administradores y administrados es más ancho y profundo. El divorcio se ha hecho tan profundo y denso que el viejo rechazo a los políticos se ha transformado en odio.
Sánchez es más un gran corrupto que cualquier otra cosa, más incluso que un psicópata, un totalitario oculto o un enemigo de la democracia y de España, La corrupción sanchista, de la que apenas se conoce el 10 por ciento de su volumen total, nos llenará de vergüenza a muchas generaciones de españoles el día en que sea desvelada por entero.
Francisco Rubiales
La corrupción es el mal uso que hace un funcionario, servidor público o cargo del Estado de su autoridad y de los recursos y derechos que se le confían.
Lo probable es que Pedro Sánchez, cuando abandone el poder, se convierta en multimillonario, como ha ocurrido con sus predecesores socialistas Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. Pero imaginemos por un instante que Pedro Sánchez se marche del poder sin haber robado un sólo euro de las arcas públicas. Aún así, él seria el más corrupto de los presidente de gobierno españoles desde la muerte de Franco, con gran diferencia sobre los demás.
La gente cree que el robo de dinero público es la peor de las corrupciones, pero se equivoca porque es de las más leves y menos dañinas. Hay otras formas de corrupciones peores y más destructivas y repugnantes, como mentir, engañar, despilfarrar, comprar votos con dinero público, silenciar la verdad, comprar medios y periodistas con el dinero de los ciudadanos, endeudarse de manera loca, repartir los recursos de manera arbitraria, controlar el poder judicial, repartir subvenciones de manera sucia, beneficiar a los amigos y aliados del poder, marginar y perjudicar a los adversarios, acosar y hacer la vida imposible a los críticos, asesinar la democracia, engordar el Estado hasta que sea incosteable, despojar a España de prestigio internacional, acabar con las clases medias, comprar poder votos y voluntades con el dinero público y un larguísimo etcétera que incluye atentados, golpes y patadas a las instituciones, a los valores, a la ecuanimidad y a la decencia.
Todos esos capítulos de la peor corrupción y otros que no conocemos porque él ha sabido ocultarlos los ha convertido Pedro Sánchez en signos de identidad de su mandato, lo que le convierte en el más corrupto de los mandatarios españoles desde el rey felón Fernando VII.
Es difícil imaginar un tipo de corrupción que no haya sido practicada por Pedro Sánchez y sus socios de gobierno, que han inundado el país de lodo sucio e inmundicias, desde impuestos abusivos a destrucción de las clases medias, despilfarro, ostentación, arrogancia y apuñalamiento de la democracia y de los valores principales que hacen fuerte a una nación. Ha permitido la entrada de inmigrantes sin control alguno, ha llenado las calles de España de inseguridad, ha alimentado la pobreza, ha castigado a los que producen y trabajan, ha protegido a delincuentes como los okupas, ha indultado a golpistas que nunca se han arrepentido, ha beneficiado a criminales etarras encarcelados, ha despreciado a las víctimas del terrorismo y ha mentido tanto que ha convertido la nación en una pocilga donde la verdad es sacrificada a diario.
Todo eso es corrupción en estado puro, mucho más grave que el robo y mucho más dañina porque el robo se soluciona devolviendo el dinero sustraído, pero el envilecimiento de una nación y el asesinato de la esperanza y las ilusiones no tienen remedio.
Sus fechorías han convertido a España en un país arruinado, problemático y poco fiable para sus aliados, que han dejado de invitar a su gobierno a los grandes foros y reuniones donde se decide el destino del mundo. Los servicios de inteligencia españoles no reciben ya la información sensible que necesitan porque sus aliados no se fían de España, el único país de la OTAN que tiene a comunistas sentados en el Consejo de gobierno.
El gran pecado del sanchismo es que ha alimentado, engordado y acelerado la degradación y la decadencia de nuestra nación, convirtiéndola en uno de los grandes problemas de Europa. Ese empujón dado por Sánchez hacia el abismo es corrupto y es especialmente grave porque no hace mucho España era un modelo de crecimiento y de fe en la democracia para todo el mundo occidental.
Gracias al terrible sanchismo corrompido, España es hoy el país donde los políticos y los ciudadanos están más divorciados y en el que el foso que separa a administradores y administrados es más ancho y profundo. El divorcio se ha hecho tan profundo y denso que el viejo rechazo a los políticos se ha transformado en odio.
Sánchez es más un gran corrupto que cualquier otra cosa, más incluso que un psicópata, un totalitario oculto o un enemigo de la democracia y de España, La corrupción sanchista, de la que apenas se conoce el 10 por ciento de su volumen total, nos llenará de vergüenza a muchas generaciones de españoles el día en que sea desvelada por entero.
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Sánchez destituye a sus colaboradores quemados, pero se queda el, que es el peor de la banda
Sánchez, para salvarse él del desastre electoral que le amenaza, destituye a los colaboradores que considera más quemados y rechazados, pero se queda él, que es el peor de la banda.
El deterioro del sanchismo es enorme y Sánchez no sabe como recuperar el favor de la sociedad española, cansada de su cesarismo y de su inepta tiranía, camuflada de democracia, que está conduciendo a España hacia la ruina, la decadencia y la desmoralización.
El CIS de Tezanos coloca al PP delante del PSOE por primera vez este verano y Sánchez, asustado, realiza una purga y se dispone a tomar medidas drásticas en su partido, donde muchos están achicharrados ante la opinión pública, empezando por él mismo.
Sánchez convoca un comité federal el sábado y hará cambios en el PSOE tras la salida de Lastra. Todos los cambios serán inútiles si no van precedidos de la renuncia del propio Sánchez, que es el peor lastre de España y el gran culpable del hundimiento electoral de la izquierda.
La purga que Sánchez prepara será inútil y sólo precipitará la llegada de la derrota, como si practicara una sangría a un moribundo.
Sánchez es un desagradecido que también traiciona a sus más cercanos colaboradores. Sánchez culmina con Lastra la purga de los 8 'sherpas' que le ayudaron a escalar la Moncloa.
El reguero de cadáveres que Sánchez ha dejado en la cuneta le pasan factura y le están convirtiendo en un ser torvo, oscuro, histérico y aterrorizado ante la pérdida del poder y la orgía de cielo en la que vive.
A pesar de sus nervios y del más que evidente deterioro de su imagen y de su gobierno, Sánchez se niega a admitir, como buen tirano, que el principal problema es él y que nadie es más rechazado en España que el número uno.
Los excesos terminan siempre pagándose y el sanchismo no ha sido otra cosa que un constante exceso de poder, abuso de autoridad y prostitución de la democracia.
La sociedad española quiere un cambio y ese deseo de cambio se manifiesta también dentro del socialismo, donde muchos abominan del sanchismo y de sus alianzas con la escoria de la nación y de su orgía de poder con los partidos más totalitarios, corruptos y llenos de odio a España.
La Historia demuestra que todos los tiranos realizan purgas cuando se sienten débiles o perciben el rechazo del pueblo. Esa misma Historia demuestra que las purgas suelen ser inútiles porque no cambian lo esencial, que es el mismo tirano.
La dimisión, seguramente forzada, de Adriana Lastra, número "dos" del sanchismo, completa la caída de los ocho socialistas que más ayudaron a Sánchez a instalarse en la Moncloa. El César se ha convertido en un monstruo que devora a sus amigos y colaboradores.
Sánchez ha acabado con el poder colectivo dentro del PSOE y ha neutralizado el poder de sus principales órganos, convirtiendo al partido en un instrumento del César. Ferraz ha perdido gran parte de su poder, hasta el punto de que el partido se dirige ahora desde la Moncloa.
El más quemado de los dirigentes socialistas es Sánchez, al que todos temen y todos empiezan a rechazar, por ahora en silencio y envueltos en cobardía. Los barones socialistas que gobiernan autonomías reconocen en conversaciones privadas su temor a que el pueblo les condene en las urnas para golpear al impopular y odiado Pedro Sánchez.
Pero el tirano tiene tanto poder que es inamovible dentro de un partido castrado y desarmado de ideas, proyectos y estructuras democráticas. En el actual PSOE no hay más poder que el de Sánchez y los cuchillos socialistas, ante el más que evidente próximo desastre electoral, empiezan a alzarse contra el César.
Francisco Rubiales
El deterioro del sanchismo es enorme y Sánchez no sabe como recuperar el favor de la sociedad española, cansada de su cesarismo y de su inepta tiranía, camuflada de democracia, que está conduciendo a España hacia la ruina, la decadencia y la desmoralización.
El CIS de Tezanos coloca al PP delante del PSOE por primera vez este verano y Sánchez, asustado, realiza una purga y se dispone a tomar medidas drásticas en su partido, donde muchos están achicharrados ante la opinión pública, empezando por él mismo.
Sánchez convoca un comité federal el sábado y hará cambios en el PSOE tras la salida de Lastra. Todos los cambios serán inútiles si no van precedidos de la renuncia del propio Sánchez, que es el peor lastre de España y el gran culpable del hundimiento electoral de la izquierda.
La purga que Sánchez prepara será inútil y sólo precipitará la llegada de la derrota, como si practicara una sangría a un moribundo.
Sánchez es un desagradecido que también traiciona a sus más cercanos colaboradores. Sánchez culmina con Lastra la purga de los 8 'sherpas' que le ayudaron a escalar la Moncloa.
El reguero de cadáveres que Sánchez ha dejado en la cuneta le pasan factura y le están convirtiendo en un ser torvo, oscuro, histérico y aterrorizado ante la pérdida del poder y la orgía de cielo en la que vive.
A pesar de sus nervios y del más que evidente deterioro de su imagen y de su gobierno, Sánchez se niega a admitir, como buen tirano, que el principal problema es él y que nadie es más rechazado en España que el número uno.
Los excesos terminan siempre pagándose y el sanchismo no ha sido otra cosa que un constante exceso de poder, abuso de autoridad y prostitución de la democracia.
La sociedad española quiere un cambio y ese deseo de cambio se manifiesta también dentro del socialismo, donde muchos abominan del sanchismo y de sus alianzas con la escoria de la nación y de su orgía de poder con los partidos más totalitarios, corruptos y llenos de odio a España.
La Historia demuestra que todos los tiranos realizan purgas cuando se sienten débiles o perciben el rechazo del pueblo. Esa misma Historia demuestra que las purgas suelen ser inútiles porque no cambian lo esencial, que es el mismo tirano.
La dimisión, seguramente forzada, de Adriana Lastra, número "dos" del sanchismo, completa la caída de los ocho socialistas que más ayudaron a Sánchez a instalarse en la Moncloa. El César se ha convertido en un monstruo que devora a sus amigos y colaboradores.
Sánchez ha acabado con el poder colectivo dentro del PSOE y ha neutralizado el poder de sus principales órganos, convirtiendo al partido en un instrumento del César. Ferraz ha perdido gran parte de su poder, hasta el punto de que el partido se dirige ahora desde la Moncloa.
El más quemado de los dirigentes socialistas es Sánchez, al que todos temen y todos empiezan a rechazar, por ahora en silencio y envueltos en cobardía. Los barones socialistas que gobiernan autonomías reconocen en conversaciones privadas su temor a que el pueblo les condene en las urnas para golpear al impopular y odiado Pedro Sánchez.
Pero el tirano tiene tanto poder que es inamovible dentro de un partido castrado y desarmado de ideas, proyectos y estructuras democráticas. En el actual PSOE no hay más poder que el de Sánchez y los cuchillos socialistas, ante el más que evidente próximo desastre electoral, empiezan a alzarse contra el César.
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Sánchez ha decidido resistir hasta el final "caiga quien caiga"
A Sánchez le está ocurriendo lo que a Pablo Iglesias, al que los errores y rechazos le expulsaron del poder. Pero Iglesias, más decente que Pedro Sánchez, se marchó al comprobar que era un estorbo, mientras que el peligroso y soberbio Sánchez quiere resistir "caiga quien caiga".
Sánchez, después de cuatro derrotas electorales seguidas, en Galicia, Madrid, Castilla León y Andalucía, junto con el rechazo a su persona que reflejan las encuestas, tiene motivos más que suficientes para marcharse y dejar el poder a otro que sea más aceptado y querido por los españoles, pero su soberbia le impide dar ese paso democrático y ha decidido resistir hasta el final, tomando medidas de dudosa legalidad democrática y asumiendo que habrá muchos daños colaterales con su resistencia a ultranza.
Sánchez no quiere perder ni ser derrotado. Su personalidad, narcisista, soberbia y obstinada, se lo impide y, ante la derrota, se convierte en una fiera herida, peligrosa y antidemocrática. Sánchez, en caída libre, es más peligroso que un misil.
En lugar de corregir su rumbo, al percibir el rechazo y la sombra de la derrota, Sánchez ha reaccionado con la arrogancia y la soberbia de un demente, acaparando más poder, hablando de conspiraciones en su contra y tomando, de manera impúdica y antidemocrática, el control de recursos electorales claves, como son la empresa INDRA y el INE.
Las reacciones de Sánchez ante el declive de su partido son histéricas y demenciales: más gasto público, más clientelismo, más compra de voluntades, nuevas caras en el sanchismo, que son precisamente las más rechazadas por el pueblo, como la de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, elevada a Vicesecretaria General del partido.
A Sánchez se le critica por su despilfarro, pero él lo acentúa, como lo demuestra el hecho de que ha utilizado decenas de veces aviones, helicópteros y coches en pocos días, para visitar los incendios, trayectos que podía haber realizado perfectamente en coche. También ha incrementado el gasto en publicidad, clave para silenciar a muchos medios de comunicación y convertirlos en altavoces de la bajeza del poder.
El despilfarro de Sánchez se está disparando y escandaliza a sus propios colaboradores, Hasta el ex ministro Jordi Sevilla le ha pedido que lo frene.
Lo más inquietante de la personalidad política de Sánchez es que él no cree en las ideas, ni los proyectos, ni las reformas, sino únicamente en el clientelismo. Él cree que para ganar las próximas elecciones solo hay un camino: usar el dinero público para subvencionar grupos que después, a cambio, votarán al sanchismo. Bajo esa filosofía dispara el gasto, aumenta los impuestos y despliega una política económica nefasta que asfixia a los empresarios, arruina las clases medias y dispara la inflación que es el peor enemigo del momento.
Sánchez es un irresponsable al que, por desgracia, nadie pone freno. Su partido esta plagado de cobardes abducidos y las instituciones españoles están llenas de miedo y son incapaces de plantar cara al sátrapa.
El dominio que ejerce Sánchez sobre España es superior al que ejercían monarcas absolutos como Carlos V, Felipe II o Fernando VII. Nadie se atreve a frenar al sátrapa. El panorama es desolador.
Francisco Rubiales
Sánchez, después de cuatro derrotas electorales seguidas, en Galicia, Madrid, Castilla León y Andalucía, junto con el rechazo a su persona que reflejan las encuestas, tiene motivos más que suficientes para marcharse y dejar el poder a otro que sea más aceptado y querido por los españoles, pero su soberbia le impide dar ese paso democrático y ha decidido resistir hasta el final, tomando medidas de dudosa legalidad democrática y asumiendo que habrá muchos daños colaterales con su resistencia a ultranza.
Sánchez no quiere perder ni ser derrotado. Su personalidad, narcisista, soberbia y obstinada, se lo impide y, ante la derrota, se convierte en una fiera herida, peligrosa y antidemocrática. Sánchez, en caída libre, es más peligroso que un misil.
En lugar de corregir su rumbo, al percibir el rechazo y la sombra de la derrota, Sánchez ha reaccionado con la arrogancia y la soberbia de un demente, acaparando más poder, hablando de conspiraciones en su contra y tomando, de manera impúdica y antidemocrática, el control de recursos electorales claves, como son la empresa INDRA y el INE.
Las reacciones de Sánchez ante el declive de su partido son histéricas y demenciales: más gasto público, más clientelismo, más compra de voluntades, nuevas caras en el sanchismo, que son precisamente las más rechazadas por el pueblo, como la de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, elevada a Vicesecretaria General del partido.
A Sánchez se le critica por su despilfarro, pero él lo acentúa, como lo demuestra el hecho de que ha utilizado decenas de veces aviones, helicópteros y coches en pocos días, para visitar los incendios, trayectos que podía haber realizado perfectamente en coche. También ha incrementado el gasto en publicidad, clave para silenciar a muchos medios de comunicación y convertirlos en altavoces de la bajeza del poder.
El despilfarro de Sánchez se está disparando y escandaliza a sus propios colaboradores, Hasta el ex ministro Jordi Sevilla le ha pedido que lo frene.
Lo más inquietante de la personalidad política de Sánchez es que él no cree en las ideas, ni los proyectos, ni las reformas, sino únicamente en el clientelismo. Él cree que para ganar las próximas elecciones solo hay un camino: usar el dinero público para subvencionar grupos que después, a cambio, votarán al sanchismo. Bajo esa filosofía dispara el gasto, aumenta los impuestos y despliega una política económica nefasta que asfixia a los empresarios, arruina las clases medias y dispara la inflación que es el peor enemigo del momento.
Sánchez es un irresponsable al que, por desgracia, nadie pone freno. Su partido esta plagado de cobardes abducidos y las instituciones españoles están llenas de miedo y son incapaces de plantar cara al sátrapa.
El dominio que ejerce Sánchez sobre España es superior al que ejercían monarcas absolutos como Carlos V, Felipe II o Fernando VII. Nadie se atreve a frenar al sátrapa. El panorama es desolador.
Francisco Rubiales
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El "Sanchismo" es la máxima expresión del radicalismo en España, más que Podemos y VOX
El "sanchismo" es la máxima expresión del radicalismo en la España actual, más que Podemos y que VOX. Sin embargo, gracias a la utilización intensiva de la propaganda y la mentira, Pedro Sánchez y los suyos están evitando que los españoles conozcan toda la inmensa dimensión del extremismo radical que encierra hoy el socialismo sanchista, el partido que ha abierto el corazón del Estado a los golpistas catalanes, los comunistas, los filo-etarras y los nacionalistas mercenarios, todos ellos unidos por el odio común a España y dispuestos siempre a canjear sus votos por dinero y privilegios.
Para colmo de desgracias, el brutal radicalismo sanchista está provocando a España daños inmensos, hasta el punto de que España, uno de los países más prósperos y de crecimiento sólido en Europa hace sólo unas décadas, es hoy el mayor problema económico, ético y político para la Unión Europea.
El radicalismo de Pedro Sánchez parece insuperable. Sólo Sánchez se ha atrevido a meter dentro de la Comisión de Secretos Oficiales, el santuario donde se conocen los más profundos secretos del Estado y de sus cloacas, así como las operaciones de espionaje y de la inteligencia española, a partidos que odian a España y cuya lealtad a la nación es más que dudosa, un sorprendente paso nada democrático y propio de tiranías extremistas, que ni siquiera la extrema izquierda y la extrema derecha que existen en el resto de Europa se habrían atrevido a dar.
La frontera altamente sensible que ha traspasado Pedro Sánchez no puede explicarse desde la razón y la lógica, sino únicamente desde el radicalismo extremo, el que suele anidar en mentes dañadas.
El exterminio de las clases medias, el acoso a las empresas y los impuestos brutales, junto con la opacidad y el establecimiento de una tiranía personal dentro del socialismo español, donde no existe órgano de control capaz de plantar cara a tirano, demuestran con creces el radicalismo extremo que Sánchez ha impuesto en España, superior, incluso, al de no pocas tiranía comunistas..
La consecuencia inmediata de las locuras radicales del sanchismo y su entrega a partidos enemigos de la libertad y la democracia es que los aliados de España ya no se fían del gobierno español, al que niegan acceso a información sensible y al que ni siquiera consultan o invitan a los foros donde se debaten las políticas y los destinos de Occidente.
En el plano interno, la primera consecuencia del radicalismo sanchista ha sido una caída vertiginosa en intención de voto que está creando desánimo y honda preocupación en las filas socialistas, donde muchos ya culpan al mismo Sánchez del desastre.
La presencia en esa Comisión, donde circulan los secretos oficiales y la información más que reservada, de BILDU, un partido lleno de antiguos terroristas vascos, que sigue rindiendo pleitesía y homenaje al terrorismo de ETA, es incomprensible desde la óptica de la democracia, la Unión Europea, la OTAN y el resto de los grandes foros de Occidente, como tampoco es explicable la inclusión en esa comisión de golpistas catalanes, comunistas amigos de Putin y de partidos nacionalistas mercenarios, como el PNV, incansables luchadores por la independencia vasca y capaces siempre de canjear sus apoyos y votos por dinero y privilegios.
El máximo radicalismo en la España del presente no es VOX, como repiten los medios de comunicación comprados por la tiranía sanchista, sino el actual PSOE, que ha abandonado sus viejos postulados y principios socialdemócratas y los ha sustituido por un pragmatismo izquierdista extremo, más parecido al comportamiento de los bolcheviques de Lenin que al de cualquier partido de izquierdas en Occidente o al de cualquier democracia mundial, incluso las mas prostituidas.
El gobierno radical de Sánchez ha eliminado la transparencia en el sistema español, valor imprescindible en democracia, y ha suprimido también la verdad, otro requisito democrático necesario, y los ha sustituido por la opacidad, la mentira y el incumplimiento de su promesas. Sin escrúpulos e ignorando el intocable papel que la democracia reserva a la información veraz y libre, el extremismo sanchista emplea gran cantidad de dinero público, procedente de los impuestos, en beneficiar y comprar medios de comunicación y periodistas para que manipulen, engañen y oculten la verdad al pueblo.
El de Sánchez es el gobierno de Europa que más se ha endeudado, que más despilfarra, que más ministerios tiene, que más derrocha, el que tiene más políticos cobrando del erario público, más que Francia, Alemania e Inglaterra juntos, el que tiene más aforados, el que posee más cochos oficiales para uso exclusivo de la clase política, el que financia a sus partidos con más generosidad, el que con mas crueldad saquea a sus ciudadanos con impuestos abusivos e injustos, el que mas generosamente financia a los partidos políticos y, con gran diferencia, el que más engaña y miente a sus ciudadanos. Su amistad y cooperación estrecha con gobiernos dictatoriales manchados de sangre y acusados de ser cómplices del narcotráfico, como los de Venezuela y Cuba, denotan también el sucio extremismo del sanchismo en sus relaciones internacionales.
Todo eso refleja un radicalismo extremo, más allá de lo conocido hoy en cualquier otro país de Europa y, probablemente, del mundo que declara su fe en la democracia.
Pero el sanchismo, hábil en la propaganda y el disimulo, está suavizando el rechazo internacional a su política de convivencia con terroristas y comunistas sometiéndose a la voluntad de Washington como no lo había hecho antes ningún otro gobierno español, superior incluso al de Aznar cuando protagonizó la famosa foto de las Azores con Tony Blair y George Busch.
El elenco de barbaridades extremistas y violaciones de la democracia que practica el sanchismo supera a cualquier otro partido de Europa, incluso aquellos a los que se les estigmatiza como "extrema derecha", ninguno de los cuales se acerca siquiera a la mitad de los desmanes radicales del sanchismo en España.
Francisco Rubiales
Para colmo de desgracias, el brutal radicalismo sanchista está provocando a España daños inmensos, hasta el punto de que España, uno de los países más prósperos y de crecimiento sólido en Europa hace sólo unas décadas, es hoy el mayor problema económico, ético y político para la Unión Europea.
El radicalismo de Pedro Sánchez parece insuperable. Sólo Sánchez se ha atrevido a meter dentro de la Comisión de Secretos Oficiales, el santuario donde se conocen los más profundos secretos del Estado y de sus cloacas, así como las operaciones de espionaje y de la inteligencia española, a partidos que odian a España y cuya lealtad a la nación es más que dudosa, un sorprendente paso nada democrático y propio de tiranías extremistas, que ni siquiera la extrema izquierda y la extrema derecha que existen en el resto de Europa se habrían atrevido a dar.
La frontera altamente sensible que ha traspasado Pedro Sánchez no puede explicarse desde la razón y la lógica, sino únicamente desde el radicalismo extremo, el que suele anidar en mentes dañadas.
El exterminio de las clases medias, el acoso a las empresas y los impuestos brutales, junto con la opacidad y el establecimiento de una tiranía personal dentro del socialismo español, donde no existe órgano de control capaz de plantar cara a tirano, demuestran con creces el radicalismo extremo que Sánchez ha impuesto en España, superior, incluso, al de no pocas tiranía comunistas..
La consecuencia inmediata de las locuras radicales del sanchismo y su entrega a partidos enemigos de la libertad y la democracia es que los aliados de España ya no se fían del gobierno español, al que niegan acceso a información sensible y al que ni siquiera consultan o invitan a los foros donde se debaten las políticas y los destinos de Occidente.
En el plano interno, la primera consecuencia del radicalismo sanchista ha sido una caída vertiginosa en intención de voto que está creando desánimo y honda preocupación en las filas socialistas, donde muchos ya culpan al mismo Sánchez del desastre.
La presencia en esa Comisión, donde circulan los secretos oficiales y la información más que reservada, de BILDU, un partido lleno de antiguos terroristas vascos, que sigue rindiendo pleitesía y homenaje al terrorismo de ETA, es incomprensible desde la óptica de la democracia, la Unión Europea, la OTAN y el resto de los grandes foros de Occidente, como tampoco es explicable la inclusión en esa comisión de golpistas catalanes, comunistas amigos de Putin y de partidos nacionalistas mercenarios, como el PNV, incansables luchadores por la independencia vasca y capaces siempre de canjear sus apoyos y votos por dinero y privilegios.
El máximo radicalismo en la España del presente no es VOX, como repiten los medios de comunicación comprados por la tiranía sanchista, sino el actual PSOE, que ha abandonado sus viejos postulados y principios socialdemócratas y los ha sustituido por un pragmatismo izquierdista extremo, más parecido al comportamiento de los bolcheviques de Lenin que al de cualquier partido de izquierdas en Occidente o al de cualquier democracia mundial, incluso las mas prostituidas.
El gobierno radical de Sánchez ha eliminado la transparencia en el sistema español, valor imprescindible en democracia, y ha suprimido también la verdad, otro requisito democrático necesario, y los ha sustituido por la opacidad, la mentira y el incumplimiento de su promesas. Sin escrúpulos e ignorando el intocable papel que la democracia reserva a la información veraz y libre, el extremismo sanchista emplea gran cantidad de dinero público, procedente de los impuestos, en beneficiar y comprar medios de comunicación y periodistas para que manipulen, engañen y oculten la verdad al pueblo.
El de Sánchez es el gobierno de Europa que más se ha endeudado, que más despilfarra, que más ministerios tiene, que más derrocha, el que tiene más políticos cobrando del erario público, más que Francia, Alemania e Inglaterra juntos, el que tiene más aforados, el que posee más cochos oficiales para uso exclusivo de la clase política, el que financia a sus partidos con más generosidad, el que con mas crueldad saquea a sus ciudadanos con impuestos abusivos e injustos, el que mas generosamente financia a los partidos políticos y, con gran diferencia, el que más engaña y miente a sus ciudadanos. Su amistad y cooperación estrecha con gobiernos dictatoriales manchados de sangre y acusados de ser cómplices del narcotráfico, como los de Venezuela y Cuba, denotan también el sucio extremismo del sanchismo en sus relaciones internacionales.
Todo eso refleja un radicalismo extremo, más allá de lo conocido hoy en cualquier otro país de Europa y, probablemente, del mundo que declara su fe en la democracia.
Pero el sanchismo, hábil en la propaganda y el disimulo, está suavizando el rechazo internacional a su política de convivencia con terroristas y comunistas sometiéndose a la voluntad de Washington como no lo había hecho antes ningún otro gobierno español, superior incluso al de Aznar cuando protagonizó la famosa foto de las Azores con Tony Blair y George Busch.
El elenco de barbaridades extremistas y violaciones de la democracia que practica el sanchismo supera a cualquier otro partido de Europa, incluso aquellos a los que se les estigmatiza como "extrema derecha", ninguno de los cuales se acerca siquiera a la mitad de los desmanes radicales del sanchismo en España.
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Culpad a Sánchez, por favor
El año 2023 será de gran dureza para España, con bajo o nulo crecimiento económico, avance de la pobreza, escasez de alimentos y energía, probablemente de sequía, endeudamiento disparado, tensiones con Europa, cuchilladas entre gobierno y oposición y mucha crispación en un gobierno que tendrá que abrir las urnas en el peor momento y que hará cosas impensables para torcer la voluntad popular y mantenerse en el poder.
Todo el mundo sabe que lo lógico es que el PSOE, lleno de fracaso y con un Sánchez que provoca rechazo masivo, pierda las próximas elecciones y que el partido, destrozado por Pedro Sánchez, puede perder también las autonomías donde gobierna, miles de ayuntamientos, diputaciones y hasta bajar de 90 diputados en las generales, lo que significaría un desastre que lo situaría al borde de la desaparición.
Todos sabemos igualmente que el gran culpable del desastre que se acerca es Pedro Sánchez por sus errores garrafales y por el balance sobrecogedor de su mandato, en el que han crecido la pobreza, la injusticia, la mentira, el odio, el saqueo de los ciudadanos, la inseguridad en la calles, la división y la tristeza. Todos saben también que Pedro Sánchez es incapaz de rectificar y que está dispuesto a mantener sus errores hasta el final en una loca carrera hacia la destrucción y el fracaso.
Pero, a pesar de toda esa carga negativa estremecedora, los socialistas no se atreven a culpar al verdadero culpable y obligar a Sánchez a que convoque elecciones generales anticipadas, abandone el suplicio a España y se marche de una vez.
Es una solución dura que dejaría al partido al pie de los caballos, pero resistir hasta el final sin enmendar el drama es todavía peor.
Aunque parezca increíble, Pedro Sánchez sigue pensando que puede ganar las próximas elecciones, tanto las municipales y autonómicas como las generales. A la vista de las actuales encuestas, que según los demoscópicos no reflejan una foto instantánea sino una tendencia consolidada hacia la derrota, lo que Sánchez piensa es una locura casi imposible, salvo que ocurra algo mágico y capaz de conmover al país, que al final le salve, como ocurrió con Zapatero, que fue presidente porque unos trenes estallaron y murieron muchos españoles en el más oscuro, sospechoso y brutal atentado de la Historia de España.
Sánchez tiene un plan, pero es casi imposible que funcione, aunque no deja de ser inteligente. Está derramando el dinero que obtiene endeudando a España y con sus impuestos abusivos en medidas populistas que le proporcionan votos y, simultáneamente, se está repartiendo el electorado de izquierdas con la vicepresidenta comunista Yolanda Díaz, que se ocupará de atraer el voto de la chusma marginada, incluyendo a violentos, okupas, vagos y maleantes, en los que se estimula el odio hacia la derecha y a los ricos, mientras que el PSOE se moderará y echará las redes en el centro izquierda, a la que ya empieza a halagar condenando a los okupas, esgrimiendo el fantasma de la extrema derecha y aportando dinero para suavizar la inflación, un dinero que consigue de manera suicida endeudando a la nación,
El problema es que todo esto llega demasiado tarde, cuando el grueso de los españoles ya piensa que Sánchez es un tipo peligroso, capaz de lo peor y que la única receta para salvar a España es echarlo cuanto antes.
El desprestigio y la falta de credibilidad de Sánchez ha llegado a un nivel de saturación en las capas más cultas e informadas de la población, donde hasta hay miles de españoles que piensan que se propone falsificar los resultados electorales con un pucherazo.
¿A que esperan los socialistas para echar a Sánchez, como ya hicieron en el pasado cuando lo expulsaron del partido por tramposo, al ser sorprendido manipulando una urna ilegal? ¿Por que le tienen tanto miedo y respeto?
La única respuesta es que saben que Sánchez, a pesar de su fracaso y de su pésimo gobierno, sigue contando con muchos apoyos entre las élites globalistas con sede en Estados Unidos y Gran Bretaña. Esas élites, donde militan los Soros, los Bill Gates y otros muchos sinestros prebostes obsesionados en controlar el mundo, son las que le han impuesto, entre otras muchas medidas que parecen orientadas a destruir las fortalezas de España, que se enfrente a Rusia en el asunto de Ucrania, conflicto en el que España está demostrando un innecesario e inexplicable entusiasmo anti-Putin, a pesar de que no tenemos con Rusia conflicto alguno y si los tenemos con los anglosajones, que nos marginan, amenazan, tienen parte del territorio español ocupado (Gibraltar) y están armando y potenciando a nuestro peor enemigo, que es Marruecos.
Sánchez es, sin duda, un peligro que debilita a España y la empuja hacia el fracaso, pero tanto el grueso de los medios de comunicación, sobre todo las televisiones, regados con abundante dinero público, como el mismo PSOE, incomprensiblemente, a pesar de su larga historia como partido de poder en España, están apostando por el desastre y se han convertido en sus cómplices y en los que le amparan en la ruina de la nación.
Francisco Rubiales
Todo el mundo sabe que lo lógico es que el PSOE, lleno de fracaso y con un Sánchez que provoca rechazo masivo, pierda las próximas elecciones y que el partido, destrozado por Pedro Sánchez, puede perder también las autonomías donde gobierna, miles de ayuntamientos, diputaciones y hasta bajar de 90 diputados en las generales, lo que significaría un desastre que lo situaría al borde de la desaparición.
Todos sabemos igualmente que el gran culpable del desastre que se acerca es Pedro Sánchez por sus errores garrafales y por el balance sobrecogedor de su mandato, en el que han crecido la pobreza, la injusticia, la mentira, el odio, el saqueo de los ciudadanos, la inseguridad en la calles, la división y la tristeza. Todos saben también que Pedro Sánchez es incapaz de rectificar y que está dispuesto a mantener sus errores hasta el final en una loca carrera hacia la destrucción y el fracaso.
Pero, a pesar de toda esa carga negativa estremecedora, los socialistas no se atreven a culpar al verdadero culpable y obligar a Sánchez a que convoque elecciones generales anticipadas, abandone el suplicio a España y se marche de una vez.
Es una solución dura que dejaría al partido al pie de los caballos, pero resistir hasta el final sin enmendar el drama es todavía peor.
Aunque parezca increíble, Pedro Sánchez sigue pensando que puede ganar las próximas elecciones, tanto las municipales y autonómicas como las generales. A la vista de las actuales encuestas, que según los demoscópicos no reflejan una foto instantánea sino una tendencia consolidada hacia la derrota, lo que Sánchez piensa es una locura casi imposible, salvo que ocurra algo mágico y capaz de conmover al país, que al final le salve, como ocurrió con Zapatero, que fue presidente porque unos trenes estallaron y murieron muchos españoles en el más oscuro, sospechoso y brutal atentado de la Historia de España.
Sánchez tiene un plan, pero es casi imposible que funcione, aunque no deja de ser inteligente. Está derramando el dinero que obtiene endeudando a España y con sus impuestos abusivos en medidas populistas que le proporcionan votos y, simultáneamente, se está repartiendo el electorado de izquierdas con la vicepresidenta comunista Yolanda Díaz, que se ocupará de atraer el voto de la chusma marginada, incluyendo a violentos, okupas, vagos y maleantes, en los que se estimula el odio hacia la derecha y a los ricos, mientras que el PSOE se moderará y echará las redes en el centro izquierda, a la que ya empieza a halagar condenando a los okupas, esgrimiendo el fantasma de la extrema derecha y aportando dinero para suavizar la inflación, un dinero que consigue de manera suicida endeudando a la nación,
El problema es que todo esto llega demasiado tarde, cuando el grueso de los españoles ya piensa que Sánchez es un tipo peligroso, capaz de lo peor y que la única receta para salvar a España es echarlo cuanto antes.
El desprestigio y la falta de credibilidad de Sánchez ha llegado a un nivel de saturación en las capas más cultas e informadas de la población, donde hasta hay miles de españoles que piensan que se propone falsificar los resultados electorales con un pucherazo.
¿A que esperan los socialistas para echar a Sánchez, como ya hicieron en el pasado cuando lo expulsaron del partido por tramposo, al ser sorprendido manipulando una urna ilegal? ¿Por que le tienen tanto miedo y respeto?
La única respuesta es que saben que Sánchez, a pesar de su fracaso y de su pésimo gobierno, sigue contando con muchos apoyos entre las élites globalistas con sede en Estados Unidos y Gran Bretaña. Esas élites, donde militan los Soros, los Bill Gates y otros muchos sinestros prebostes obsesionados en controlar el mundo, son las que le han impuesto, entre otras muchas medidas que parecen orientadas a destruir las fortalezas de España, que se enfrente a Rusia en el asunto de Ucrania, conflicto en el que España está demostrando un innecesario e inexplicable entusiasmo anti-Putin, a pesar de que no tenemos con Rusia conflicto alguno y si los tenemos con los anglosajones, que nos marginan, amenazan, tienen parte del territorio español ocupado (Gibraltar) y están armando y potenciando a nuestro peor enemigo, que es Marruecos.
Sánchez es, sin duda, un peligro que debilita a España y la empuja hacia el fracaso, pero tanto el grueso de los medios de comunicación, sobre todo las televisiones, regados con abundante dinero público, como el mismo PSOE, incomprensiblemente, a pesar de su larga historia como partido de poder en España, están apostando por el desastre y se han convertido en sus cómplices y en los que le amparan en la ruina de la nación.
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Pedro Sánchez, asesino del "bien común"
El "bien común", que es el faro que debe orientar e iluminar a todo gobierno decente, ha sido asesinado por Pedro Sánchez. No una sino decenas de veces. Lo asesina cuando miente, cuando expolia a los ciudadanos, cuando incumple sus promesas y, sobre todo, cuando compra votos y utiliza el poder y los recursos públicos para dividir, enfrentar, crispar y mantenerse en el poder.
El más reciente tiro a bocajarro contra el "bien común" ha sido pactar con BILDU la retirada de la Guardia Civil de Navarra, una suciedad repugnante que equivale a beneficiar a los herederos de los asesinos de ETA quitando de en medio a los que derrotaron en el pasado oscuro a los pistoleros etarras.
El "bien común" es "lo que es bueno o beneficioso para todos los integrantes de una sociedad o comunidad". Perseguir ese bien común es deber de todo gobierno democrático y legítimo. Asesinarlo, como hace Sánchez, cuando le conviene, es cosa de tiranos y de canallas.
Sánchez no es un asesino casual del "bien común" sino un persistente asesino en serie que lo ha matado decenas de veces. Lo hizo cuando pactó un gobierno con Podemos a pesar de haber prometido a los españoles que no lo haría. Lo hizo cuando indultó a los golpistas delincuentes de Cataluña, sólo porque necesitaba sus votos para seguir en el poder. Lo está haciendo ahora al pactar los nuevos presupuestos con los pro etarras de BILDU y cuando reduce las penas por los delitos de sedición y malversación. Lo hace cada día, cuando reparte los recursos públicos de manera arbitraria e injusta, dando a los suyos más que a los adversarios. Lo hace cuando despilfarra, cuando nos saquea con impuestos abusivos, cuando fomenta las discordias y estimula la división, cuando engorda el Estado que ya es el más seboso e insostenible de Europa, cuando nos endeuda con demencia, cuando su torpeza y mal gobierno logran que España tenga más muertos que nadie por COVID y cuando viola la Constitución, potenciando la desigualdad de los españoles ante la leyes.
Los nobles castellanos proclamaban al nuevo rey con la frase "Rex eris si recte facias, si non facias non eris" (“Serás rey si actúas rectamente, si no lo haces no lo serás”), una sentencia sabia que si se aplicara a Pedro Sánchez hace años que habría sido depuesto por pervertir el poder y utilizarlo contra el bien común.
El gobierno de Sánchez, al comportarse de ese modo y asesinar el "bien común" no es legítimo. La legitimidad consiste en que el comportamiento de un gobierno se encuentre en plena concordancia con las exigencias del Derecho Natural. Pedro Sánchez, al cumplir las reglas para acceder al poder, consiguió la "legitimidad de origen", pero al comportarse como un demente injusto, al mentir, al ser arbitrario y al asesinar el bien común, ha perdido la "legitimidad de ejercicio".
No hay un sólo jurista independiente y solvente en España que sea capaz de negar que "Sánchez engañó a los electores que confiaron en él cuando repitió hasta el cansancio que no haría pactos ni con Podemos ni con los separatistas". Al hacerlo, perdió la legitimidad y se convirtió en un tirano.
Técnicamente, Sánchez es un vulgar tirano opresor. La legitimidad de ejercicio se obtiene siempre que el gobernante procura el "bien común" de sus gobernados, que consiste en crear las condiciones necesarias para que todos alcancen su pleno desarrollo.
Tomás Moro dijo con acierto: “El rey debe velar más por la felicidad de su pueblo que por la suya, porque es como un pastor, y el pastor antes que nada tiene que apacentar a sus ovejas”.
Sánchez, un depredador insensato, mentiroso, ávido de poder, lleno de codicia y sin ética, es lo más alejado que pueda imaginarse a un pastor que busca la felicidad de sus ciudadanos.
Recuerda cuando se abran las urnas que Sánchez encabeza un gobierno manifiestamente ilegítimo y y que votar a un enemigo acérrimo del "bien común" equivale a acuchillar a España.
Francisco Rubiales
El más reciente tiro a bocajarro contra el "bien común" ha sido pactar con BILDU la retirada de la Guardia Civil de Navarra, una suciedad repugnante que equivale a beneficiar a los herederos de los asesinos de ETA quitando de en medio a los que derrotaron en el pasado oscuro a los pistoleros etarras.
El "bien común" es "lo que es bueno o beneficioso para todos los integrantes de una sociedad o comunidad". Perseguir ese bien común es deber de todo gobierno democrático y legítimo. Asesinarlo, como hace Sánchez, cuando le conviene, es cosa de tiranos y de canallas.
Sánchez no es un asesino casual del "bien común" sino un persistente asesino en serie que lo ha matado decenas de veces. Lo hizo cuando pactó un gobierno con Podemos a pesar de haber prometido a los españoles que no lo haría. Lo hizo cuando indultó a los golpistas delincuentes de Cataluña, sólo porque necesitaba sus votos para seguir en el poder. Lo está haciendo ahora al pactar los nuevos presupuestos con los pro etarras de BILDU y cuando reduce las penas por los delitos de sedición y malversación. Lo hace cada día, cuando reparte los recursos públicos de manera arbitraria e injusta, dando a los suyos más que a los adversarios. Lo hace cuando despilfarra, cuando nos saquea con impuestos abusivos, cuando fomenta las discordias y estimula la división, cuando engorda el Estado que ya es el más seboso e insostenible de Europa, cuando nos endeuda con demencia, cuando su torpeza y mal gobierno logran que España tenga más muertos que nadie por COVID y cuando viola la Constitución, potenciando la desigualdad de los españoles ante la leyes.
Los nobles castellanos proclamaban al nuevo rey con la frase "Rex eris si recte facias, si non facias non eris" (“Serás rey si actúas rectamente, si no lo haces no lo serás”), una sentencia sabia que si se aplicara a Pedro Sánchez hace años que habría sido depuesto por pervertir el poder y utilizarlo contra el bien común.
El gobierno de Sánchez, al comportarse de ese modo y asesinar el "bien común" no es legítimo. La legitimidad consiste en que el comportamiento de un gobierno se encuentre en plena concordancia con las exigencias del Derecho Natural. Pedro Sánchez, al cumplir las reglas para acceder al poder, consiguió la "legitimidad de origen", pero al comportarse como un demente injusto, al mentir, al ser arbitrario y al asesinar el bien común, ha perdido la "legitimidad de ejercicio".
No hay un sólo jurista independiente y solvente en España que sea capaz de negar que "Sánchez engañó a los electores que confiaron en él cuando repitió hasta el cansancio que no haría pactos ni con Podemos ni con los separatistas". Al hacerlo, perdió la legitimidad y se convirtió en un tirano.
Técnicamente, Sánchez es un vulgar tirano opresor. La legitimidad de ejercicio se obtiene siempre que el gobernante procura el "bien común" de sus gobernados, que consiste en crear las condiciones necesarias para que todos alcancen su pleno desarrollo.
Tomás Moro dijo con acierto: “El rey debe velar más por la felicidad de su pueblo que por la suya, porque es como un pastor, y el pastor antes que nada tiene que apacentar a sus ovejas”.
Sánchez, un depredador insensato, mentiroso, ávido de poder, lleno de codicia y sin ética, es lo más alejado que pueda imaginarse a un pastor que busca la felicidad de sus ciudadanos.
Recuerda cuando se abran las urnas que Sánchez encabeza un gobierno manifiestamente ilegítimo y y que votar a un enemigo acérrimo del "bien común" equivale a acuchillar a España.
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Llamar "corrupto" a Pedro Sánchez es justo
Algunos socialistas se indignan porque se llama "corrupto" a Pedro Sánchez y dicen que no está probado que robe. La respuesta adecuada en democracia es que robar no es la peor de las corrupciones y que mentir, engañar, despilfarrar, intimidar, repartir los recursos de manera arbitraria, beneficiar a los delincuentes golpistas, controlar la Justicia, burlar la democracia y el Estado de Derecho y otras muchas barbaridades sanchistas son mucho peores que el robo de dinero público.
Sánchez acaba de declarar que "pasará a la historia" por haber desenterrado al general Franco y expulsarlo de su tumba en el Valle de los Caídos, pero la verdad es que lo hará por comportarse como enemigo de España, por querer mantenerse en el poder a toda costa, por sus mentiras y por ser un pésimo gobernante.
Reformar leyes básicas para ayudar a delincuentes amigos, mentir, comprar medios de comunicación, desinformar, comprar voluntades, utilizar el dinero público para comprar votos y fortalecer su poder, beneficiar a los que le apoyan políticamente, incluso indultando a delincuentes, todo eso es corrupción, peor que el robo, un delito que se remedia devolviendo el botín, mientras que los daños a la nación y a la democracia casi siempre son irreversibles.
Las bajezas y comportamientos vergonzantes de Sánchez comienzan en su currículum falsificado, donde aparecían títulos académicos falsos y cargos inflados, y en su tesis doctoral, escrita por otros, hechos que son suficientes para que un ministro dimita en Alemania, Francia, Gran Bretaña y cualquier otro país democrático y decente del mundo.
Pero su mancha más oscura quizás sea haber sido expulsado de la dirección del PSOE tras ser sorprendido realizando un pucherazo con una urna clandestina, escondida detrás de unas cortinas.
Discutir que un tipo de esa calaña, capaz de cambiar el código penal para beneficiar a delincuentes golpistas catalanes, es insensato porque las evidencias son avasalladoras.
Casi tan grave como su pucherazo es su maridaje con la mentira y su odio a la verdad. Su acceso al poder está plagado de irregularidades antidemocráticas porque jamás cumplió muchas de las promesas principales que hizo al electorado. Esa estafa a los votantes es incompatible con la democracia y es calificada de corrupta en todas las democracias decentes del mundo.
Hasta los suyos empiezan a rebelarse sin poder soportar el hedor que despide el gobierno. Emiliano García-Page, presidente socialista de Castilla-La Mancha, tras afirmar que "Con el Código penal no se mercadea", ha enviado un mensaje implícito a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, exigiendo que se tipifique como delito en el Código Penal "hacer lo contrario de lo que se promete".
De todas las fechorías vergonzantes de Pedro Sánchez, la estafa a los votantes españoles sigue siendo la mayor y la más indecente. Durante la campaña electoral prometió que no formaría gobierno con los comunistas de Podemos y lo ha hecho, que no pactaría con los independentistas catalanes y lo ha hecho, y que jamás permitiría la entrada de un tipo como Pablo Iglesias en el gobierno "porque España no podría dormir" y llegó a ser su vicepresidente.
Engaños al electorado de esa dimensión son ilegales en muchas democracias y hasta conllevan la pena de cárcel, aunque en España, donde las leyes siempre benefician al poder, sean habituales.
El horizonte se acerca cargado de amenazas, todas ellas atraídas por Pedro Sánchez, al que muchos califican de psicópata. Su política genera inseguridad en las calles, saqueo fiscal, una inmigración ilegal insoportable, odio, división, miedo al futuro y desconfianza en todo lo que provenga de lo público, deteriorando la democracia y contaminando la convivencia.
Provocar esos desastres desde el poder y gobernar siempre para favorecer únicamente a los suyos le hará pasar a la Historia como un despreciable gobernante y como un castigo para España.
Francisco Rubiales
Sánchez acaba de declarar que "pasará a la historia" por haber desenterrado al general Franco y expulsarlo de su tumba en el Valle de los Caídos, pero la verdad es que lo hará por comportarse como enemigo de España, por querer mantenerse en el poder a toda costa, por sus mentiras y por ser un pésimo gobernante.
Reformar leyes básicas para ayudar a delincuentes amigos, mentir, comprar medios de comunicación, desinformar, comprar voluntades, utilizar el dinero público para comprar votos y fortalecer su poder, beneficiar a los que le apoyan políticamente, incluso indultando a delincuentes, todo eso es corrupción, peor que el robo, un delito que se remedia devolviendo el botín, mientras que los daños a la nación y a la democracia casi siempre son irreversibles.
Las bajezas y comportamientos vergonzantes de Sánchez comienzan en su currículum falsificado, donde aparecían títulos académicos falsos y cargos inflados, y en su tesis doctoral, escrita por otros, hechos que son suficientes para que un ministro dimita en Alemania, Francia, Gran Bretaña y cualquier otro país democrático y decente del mundo.
Pero su mancha más oscura quizás sea haber sido expulsado de la dirección del PSOE tras ser sorprendido realizando un pucherazo con una urna clandestina, escondida detrás de unas cortinas.
Discutir que un tipo de esa calaña, capaz de cambiar el código penal para beneficiar a delincuentes golpistas catalanes, es insensato porque las evidencias son avasalladoras.
Casi tan grave como su pucherazo es su maridaje con la mentira y su odio a la verdad. Su acceso al poder está plagado de irregularidades antidemocráticas porque jamás cumplió muchas de las promesas principales que hizo al electorado. Esa estafa a los votantes es incompatible con la democracia y es calificada de corrupta en todas las democracias decentes del mundo.
Hasta los suyos empiezan a rebelarse sin poder soportar el hedor que despide el gobierno. Emiliano García-Page, presidente socialista de Castilla-La Mancha, tras afirmar que "Con el Código penal no se mercadea", ha enviado un mensaje implícito a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, exigiendo que se tipifique como delito en el Código Penal "hacer lo contrario de lo que se promete".
De todas las fechorías vergonzantes de Pedro Sánchez, la estafa a los votantes españoles sigue siendo la mayor y la más indecente. Durante la campaña electoral prometió que no formaría gobierno con los comunistas de Podemos y lo ha hecho, que no pactaría con los independentistas catalanes y lo ha hecho, y que jamás permitiría la entrada de un tipo como Pablo Iglesias en el gobierno "porque España no podría dormir" y llegó a ser su vicepresidente.
Engaños al electorado de esa dimensión son ilegales en muchas democracias y hasta conllevan la pena de cárcel, aunque en España, donde las leyes siempre benefician al poder, sean habituales.
El horizonte se acerca cargado de amenazas, todas ellas atraídas por Pedro Sánchez, al que muchos califican de psicópata. Su política genera inseguridad en las calles, saqueo fiscal, una inmigración ilegal insoportable, odio, división, miedo al futuro y desconfianza en todo lo que provenga de lo público, deteriorando la democracia y contaminando la convivencia.
Provocar esos desastres desde el poder y gobernar siempre para favorecer únicamente a los suyos le hará pasar a la Historia como un despreciable gobernante y como un castigo para España.
Francisco Rubiales
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Engaño, estafa y propaganda en el sanchismo
La proximidad de las elecciones ha convertido a Pedro Sánchez en una máquina de engañar a los ciudadanos. Casi todo es falso en el sanchismo y todo vale si sirve para ganar votos. Lo último: imágenes de propaganda grabadas por la Moncloa de Pedro Sánchez jugando a la petanca con unos falsos pensionistas, que resultaron ser cargos del PSOE. La mentira rodea e infecta al presidente. El mensaje difundido es que después de estar con los mas poderosos del mundo en Davos, Pedro Sánchez juega con ancianos a los que sube la pensión.
La última estafa sanchista la publica OK Diario, que ha hecho periodismo del bueno al identificar a los ancianos que juegan con el presidente, todos concejales y cargos con carné del PSOE.
El twist publicado por Pedro Sánchez dice: "Tras defender en #Davos que aquellos que más tienen, más paguen, he pasado un rato entrañable con un grupo de pensionistas de #Coslada. Nos comprometimos a revalorizar las pensiones por Ley, y lo hicimos. Por una jubilación segura y digna. Política útil. #GobernamosContigo".
La propaganda sanchista está a "revientacalderas" porque se acercan unas elecciones que el sanchismo puede perder, según las encuestas. Esa propaganda es una admirable y costosa fábrica de mentiras que ocupa la mayoría de los esfuerzos del gobierno y que es lo único que funciona en el sanchismo. Todo retrocede y funciona mal, pero la propaganda inunda España de mentiras y Sánchez confía en que, enterrados por esa montaña de falsedades, los españoles le voten.
No es cierto que la economía marche bien, como dicen los sanchistas, ni que los jueces hayan aceptado sin indignarse y rebelarse el asalto de Sánchez a la justicia independiente, ni que Europa alabe todo lo que hace Sánchez, ni que Cataluña esté pacificada, ni que el "proceso" independentista haya terminado, ni que España sea respetada en el mundo, ni que la sociedad haya aceptado el indignante y mafioso indulto de los delincuentes golpistas catalanes. Ocurre justo lo contrario a todo eso: el fuego de la indignación de los demócratas y de los españoles decentes arde con más fuerza, España pierde peso y poder y su política, antidemocrática y corrupta, está bajo sospecha, incluso en Bruselas, por sus fracasos, trucos y artimañas, por falsear cifras y datos, por mentir con descaro, por no respetar la democracia, por su política de endeudamiento suicida, por alimentar el distanciamiento con los ciudadanos y por gobernar desde la Moncloa no para todos los españoles, sino para los que son afines al gobierno.
La mitad del esfuerzo propagandístico se emplea en mentir y la otra mitad en ocultar verdades. Hasta los ministros salen en tromba para magnificar el desencuentro entre VOX y el PP en Castilla y León, donde es mentira que se hayan suprimido derechos de la mujer. Todo el montaje es para ocultar fracasos del gobierno, como los de la ley del "Si es sí", que ya lleva doscientos delincuentes sexuales beneficiados con reducciones de condena o libertad anticipada.
Los grandes dramas de España se ocultan con la colaboración corrompida de unos medios de comunicación que nunca cayeron tan bajo en la historia moderna de España. La compra de medios y de periodistas para que mientan y digan lo que al gobierno le conviene cuesta a España cientos de millones. Así consigue Sánchez que no se hable de las violaciones, asaltos y violencia que crece por toda España, protagonizados, en gran parte, por los inmigrantes ilegales que Sánchez acoge con pagas y ayudas que no están al alcance de los españoles. Tampoco se habla de los suicidios y enfermedades mentales, que crecen, del hambre y la pobreza, que avanzan en la España "progresista", del verdadero nivel del desempleo, más alto que el que reflejan las trucadas cifras del gobierno, ni de la verdadera situación de la economía, ni de la fuga de empresas, acosadas por los impuestos más elevados y abusivos de toda Europa, y un larguísimo etcétera de mentiras y desgracias que el sanchismo esconde, mientras difunde mentiras a diestro y siniestro.
Es tan obscena y falsa la propaganda sanchista que la oposición tendría ya hecha la campaña electoral para ganar si se limitara a decir la verdad. La confrontación de la verdad real con la mentira del poder arrojaría efectos devastadores para un gobierno que miente y engaña como una ametralladora, justo lo contrario de lo que exige la democracia, que es un sistema basado en la verdad y la transparencia.
Casi todo lo que el gobierno dice es mentira: la Guerra Civil la provocó el socialismo, Franco hizo muchas cosas bien hechas, fue el socialismo el que robó las reservas del Banco de España y las envió a Moscú y a México, la II República fue derrotada por su incompetencia y porque ella misma destrozó la sociedad y los valores, el socialismo, con Zapatero y Sánchez, han resucitado el enfrentamiento y el odio, enterrando de manera irresponsable el espíritu de perdón mutuo y concordia de la Transición, las clases medias españolas, soporte y fortaleza de la economía y la sociedad, están siendo destruidas por la izquierda que gobierna, los impuestos en España son, probablemente, los más elevados e injustos del mundo, pedir inversiones para España es ridículo porque las empresas saben que si se instalan aquí serán desplumadas por el gobierno... y un largo etcétera de mentiras, todo un edificio de falsedad y engaño que se ha convertido en la obra sucia y degenerada del gobierno sanchista.
Francisco Rubiales
La última estafa sanchista la publica OK Diario, que ha hecho periodismo del bueno al identificar a los ancianos que juegan con el presidente, todos concejales y cargos con carné del PSOE.
El twist publicado por Pedro Sánchez dice: "Tras defender en #Davos que aquellos que más tienen, más paguen, he pasado un rato entrañable con un grupo de pensionistas de #Coslada. Nos comprometimos a revalorizar las pensiones por Ley, y lo hicimos. Por una jubilación segura y digna. Política útil. #GobernamosContigo".
La propaganda sanchista está a "revientacalderas" porque se acercan unas elecciones que el sanchismo puede perder, según las encuestas. Esa propaganda es una admirable y costosa fábrica de mentiras que ocupa la mayoría de los esfuerzos del gobierno y que es lo único que funciona en el sanchismo. Todo retrocede y funciona mal, pero la propaganda inunda España de mentiras y Sánchez confía en que, enterrados por esa montaña de falsedades, los españoles le voten.
No es cierto que la economía marche bien, como dicen los sanchistas, ni que los jueces hayan aceptado sin indignarse y rebelarse el asalto de Sánchez a la justicia independiente, ni que Europa alabe todo lo que hace Sánchez, ni que Cataluña esté pacificada, ni que el "proceso" independentista haya terminado, ni que España sea respetada en el mundo, ni que la sociedad haya aceptado el indignante y mafioso indulto de los delincuentes golpistas catalanes. Ocurre justo lo contrario a todo eso: el fuego de la indignación de los demócratas y de los españoles decentes arde con más fuerza, España pierde peso y poder y su política, antidemocrática y corrupta, está bajo sospecha, incluso en Bruselas, por sus fracasos, trucos y artimañas, por falsear cifras y datos, por mentir con descaro, por no respetar la democracia, por su política de endeudamiento suicida, por alimentar el distanciamiento con los ciudadanos y por gobernar desde la Moncloa no para todos los españoles, sino para los que son afines al gobierno.
La mitad del esfuerzo propagandístico se emplea en mentir y la otra mitad en ocultar verdades. Hasta los ministros salen en tromba para magnificar el desencuentro entre VOX y el PP en Castilla y León, donde es mentira que se hayan suprimido derechos de la mujer. Todo el montaje es para ocultar fracasos del gobierno, como los de la ley del "Si es sí", que ya lleva doscientos delincuentes sexuales beneficiados con reducciones de condena o libertad anticipada.
Los grandes dramas de España se ocultan con la colaboración corrompida de unos medios de comunicación que nunca cayeron tan bajo en la historia moderna de España. La compra de medios y de periodistas para que mientan y digan lo que al gobierno le conviene cuesta a España cientos de millones. Así consigue Sánchez que no se hable de las violaciones, asaltos y violencia que crece por toda España, protagonizados, en gran parte, por los inmigrantes ilegales que Sánchez acoge con pagas y ayudas que no están al alcance de los españoles. Tampoco se habla de los suicidios y enfermedades mentales, que crecen, del hambre y la pobreza, que avanzan en la España "progresista", del verdadero nivel del desempleo, más alto que el que reflejan las trucadas cifras del gobierno, ni de la verdadera situación de la economía, ni de la fuga de empresas, acosadas por los impuestos más elevados y abusivos de toda Europa, y un larguísimo etcétera de mentiras y desgracias que el sanchismo esconde, mientras difunde mentiras a diestro y siniestro.
Es tan obscena y falsa la propaganda sanchista que la oposición tendría ya hecha la campaña electoral para ganar si se limitara a decir la verdad. La confrontación de la verdad real con la mentira del poder arrojaría efectos devastadores para un gobierno que miente y engaña como una ametralladora, justo lo contrario de lo que exige la democracia, que es un sistema basado en la verdad y la transparencia.
Casi todo lo que el gobierno dice es mentira: la Guerra Civil la provocó el socialismo, Franco hizo muchas cosas bien hechas, fue el socialismo el que robó las reservas del Banco de España y las envió a Moscú y a México, la II República fue derrotada por su incompetencia y porque ella misma destrozó la sociedad y los valores, el socialismo, con Zapatero y Sánchez, han resucitado el enfrentamiento y el odio, enterrando de manera irresponsable el espíritu de perdón mutuo y concordia de la Transición, las clases medias españolas, soporte y fortaleza de la economía y la sociedad, están siendo destruidas por la izquierda que gobierna, los impuestos en España son, probablemente, los más elevados e injustos del mundo, pedir inversiones para España es ridículo porque las empresas saben que si se instalan aquí serán desplumadas por el gobierno... y un largo etcétera de mentiras, todo un edificio de falsedad y engaño que se ha convertido en la obra sucia y degenerada del gobierno sanchista.
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España: gobernados por el caos y la chapuza
La España de Sánchez es el imperio del caos, la chapuza y el mal gobierno. Lo único que funciona son sus mentiras y el expolio de los impuestos. El resto es un desastre que Pedro Sánchez disimula con su propaganda y con el miserable ejército de los medios de comunicación comprados.
El más riguroso ensayo sobre el sanchismo debería titularse: "Mentiras y chapuzas" porque esos han sido los dos rasgos principales del gobierno socialista-comunista que todavía está padeciendo España.
Crecen las quejas por el mal funcionamiento de la administración bajo el socialcomunismo sanchista. Imposible lograr una cita previa en la Seguridad Social y misión imposible encontrar cita con un especialista. Retrasos inadmisibles y vejatorios para cobrar las pensiones o el desempleo.
El indulto a los golpistas catalamnes fue una chapuza llena de injusticia e indecencia. El nombramiento de una ex ministra de Justicia como Fiscal General del Estado fue una chapuza casi imposible de superar, que puso de relieve que el respeto a la democracia y al rigor legal de Sánchez no existen.
Con la ley de Memoria Democrática, el chapucero gobierno de Pedro Sánchez se cargó el perdón y la concordia construidos por los españoles en la Transición, una aberración que supera los límites de la chapuza y merece ser llamada "atentado" contra España.
El asalto a la Justicia ha sido una chapuza, como también son chapuzas terribles las relaciones con Marruecos, la traición indecente a los saharauis, los beneficios para violadores y pederastas de la ley del "Sí es sí", la implicación intensa en a guerra de Ucrania y los privilegios y concesiones anticonstitucionales a los golpistas independentistas catalanes.
El último capítulo en la colección de chapuzas del gobierno ha sido el de los trenes que no caben por los túneles, un despilfarro intolerable en un gobierno europeo que ha costado cientos de millones de euros a los españoles.
Los impuestos abusivos, más que un chapuza son un atentado contra la Constitución y la dignidad ciudadana. El impuesto a la banca, que pagarán finalmente los ciudadanos, es otra chapuza del sanchismo.
Un periódico tan leído como OK Diario titula "2050 chapuzas del sanchismo" un artículo que describe el sanchismo chapucero de la siguiente manera: "Los crímenes más aterradores no son los que cometen los asesinos, sino los de los incapacitados para gobernar. Un criminal satisface su locura quitándole la vida a una o equis personas, pero un déspota sin luces ni soluciones, sacrifica las vidas de una nación entera. Estamos en manos de un zumbado que quiere convertir España en un país inhabitable".
La más grave chapuza quizás ha sido la gestión de los fondos europeos, un caos mitad imbécil y mitad corrupto con un reparto opaco y tan oscuro y chapucero que Bruselas tiene que enviar a España un equipo de investigadores para saber donde ha ido a parar el dinero recibido para que la nación superara los estragos de la pandemia.
Entre las muchas chapuzas destacan tantas que es imposible nombrarlas: el estado de degradación en que se encuentra Cataluña, la conquista de nuevos enemigos de España como Rusia y Argelia, la sospecha nacional, intolerable en democracia, de que Sánchez prepara un pucherazo en las próximas elecciones, la degradación de las universidades y el estado de crispación, división y enfrentamiento que el gobierno ha generado y alimentado desde el poder.
Chapuzas son las subvenciones, otorgadas con arbitrariedad corrupta, como lo son también las relaciones con los sindicatos, generosamente comprados a pesar de que cada día representan menos a los que producen y trabajan, y las medidas populistas encuadradas en la gigantesca chapuza de la compra masiva de voluntades y votos, todo para mantenerse en la Moncloa, que es la chapuza estelar y el foro que ilumina la actuación del que probablemente es el peor gobierno de España desde los tiempos de Viriato.
Su mismo gobierno es una gigantesca chapuza que une a partidos en teoría incompatibles. Golpistas, amigos del terrorismo y comunistas totalitarios unidos al socialismo degradado de Sánchez sólo para gobernar y repartirse el botín del poder.
Francisco Rubiales
El más riguroso ensayo sobre el sanchismo debería titularse: "Mentiras y chapuzas" porque esos han sido los dos rasgos principales del gobierno socialista-comunista que todavía está padeciendo España.
Crecen las quejas por el mal funcionamiento de la administración bajo el socialcomunismo sanchista. Imposible lograr una cita previa en la Seguridad Social y misión imposible encontrar cita con un especialista. Retrasos inadmisibles y vejatorios para cobrar las pensiones o el desempleo.
El indulto a los golpistas catalamnes fue una chapuza llena de injusticia e indecencia. El nombramiento de una ex ministra de Justicia como Fiscal General del Estado fue una chapuza casi imposible de superar, que puso de relieve que el respeto a la democracia y al rigor legal de Sánchez no existen.
Con la ley de Memoria Democrática, el chapucero gobierno de Pedro Sánchez se cargó el perdón y la concordia construidos por los españoles en la Transición, una aberración que supera los límites de la chapuza y merece ser llamada "atentado" contra España.
El asalto a la Justicia ha sido una chapuza, como también son chapuzas terribles las relaciones con Marruecos, la traición indecente a los saharauis, los beneficios para violadores y pederastas de la ley del "Sí es sí", la implicación intensa en a guerra de Ucrania y los privilegios y concesiones anticonstitucionales a los golpistas independentistas catalanes.
El último capítulo en la colección de chapuzas del gobierno ha sido el de los trenes que no caben por los túneles, un despilfarro intolerable en un gobierno europeo que ha costado cientos de millones de euros a los españoles.
Los impuestos abusivos, más que un chapuza son un atentado contra la Constitución y la dignidad ciudadana. El impuesto a la banca, que pagarán finalmente los ciudadanos, es otra chapuza del sanchismo.
Un periódico tan leído como OK Diario titula "2050 chapuzas del sanchismo" un artículo que describe el sanchismo chapucero de la siguiente manera: "Los crímenes más aterradores no son los que cometen los asesinos, sino los de los incapacitados para gobernar. Un criminal satisface su locura quitándole la vida a una o equis personas, pero un déspota sin luces ni soluciones, sacrifica las vidas de una nación entera. Estamos en manos de un zumbado que quiere convertir España en un país inhabitable".
La más grave chapuza quizás ha sido la gestión de los fondos europeos, un caos mitad imbécil y mitad corrupto con un reparto opaco y tan oscuro y chapucero que Bruselas tiene que enviar a España un equipo de investigadores para saber donde ha ido a parar el dinero recibido para que la nación superara los estragos de la pandemia.
Entre las muchas chapuzas destacan tantas que es imposible nombrarlas: el estado de degradación en que se encuentra Cataluña, la conquista de nuevos enemigos de España como Rusia y Argelia, la sospecha nacional, intolerable en democracia, de que Sánchez prepara un pucherazo en las próximas elecciones, la degradación de las universidades y el estado de crispación, división y enfrentamiento que el gobierno ha generado y alimentado desde el poder.
Chapuzas son las subvenciones, otorgadas con arbitrariedad corrupta, como lo son también las relaciones con los sindicatos, generosamente comprados a pesar de que cada día representan menos a los que producen y trabajan, y las medidas populistas encuadradas en la gigantesca chapuza de la compra masiva de voluntades y votos, todo para mantenerse en la Moncloa, que es la chapuza estelar y el foro que ilumina la actuación del que probablemente es el peor gobierno de España desde los tiempos de Viriato.
Su mismo gobierno es una gigantesca chapuza que une a partidos en teoría incompatibles. Golpistas, amigos del terrorismo y comunistas totalitarios unidos al socialismo degradado de Sánchez sólo para gobernar y repartirse el botín del poder.
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