LEYENDAS URBANAS IV
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LEYENDAS URBANAS IV
LA VENGANZA DE TUNCHI
Esta es una leyenda muy conocida en la amazonía peruana, una leyenda que ha pasado de generación en generación y aunque yo no soy de ese lugar, el tiempo que he vivido allí me ha servido para cuidarme de esas pequeñas "presencias".
Dice la leyenda (aunque tal vez sea un caso que se deriva de esta), que una chica acababa de entrar a un convento como misionera y fue trasladada a la selva, ella venía de España.
No conocía muy bien las leyendas, y sobre todo por ser religiosa las que conocía, no les tomaba importancia. Esa noche, se habían reunido todas las monjas después de un viaje en lancha hasta un tribu llamada Los Boras, a rezar el rosario nocturno, como lo hacían diariamente.
Cuado iban por el segundo Ave María escucharon un silbido muy agudo, casi como el que hace una uña contra la pizarra, pero era diferente, era un silbido de alguna criatura. A la monja le extrañó que todas se hubieran quedado paralizadas y nadie dijera nada. Ella dijo:
"¿Qué pasa? ¿No lo oyen, es horrible?¿Qué es eso? ". Las demás se miraron y aparentemente se asustaron. En el instante en que la monja terminó la pregunta, el silbido cesó.
Todas se fueron a la cama, como si nada. Esa misma noche, todas dormían cuando escucharon un grito desgarrador que provenía de uno de los cuartos. Era la monja, no se sabe como enloqueció y aparentemente se suicidó. La leyenda no lo narra así.
Los nativos que conocen la historia dicen que fue la venganza del Tunchi, un ser al que solo se le percibe por su silbido agudo (como el de una uña contra una pizarra), y que si alguien lo ofende tal como lo hizo la monja (¡Qué horrible!), vendrá por ti y te matará de la forma mas horripilante que puedas imaginar. No se sabe como mató a la monja pero encontraron a su cuerpo y una expresión de horror inimaginable en su rostro. ¿Habrá sido el Tunchi o simplemente fanatismo religioso a pesar que no tuviera sentido para hacerlo?
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LAS GEMELAS
Dicen que cuando nacen gemelas lo que le pasa a una le pasa a la otra siempre, esto precisamente es lo que le sucedió a dos chicas gemelas de España.
Eran dos hermanas que se llevaban muy bien, nunca se peleaban indiscutían, pero por razones de trabajo tuvieron que cambiar su residencia a la ciudad, donde estaba la carretera que era peligrosísima en esos momentos.
Las niñas tuvieron que cruzar solas por que a la madre la llamaron del trabajo para que fuera urgentemente, les dijo a las niñas que cruzaran solas pero con cuidado y mirando a los dos lados y las niñas obedecieron.
Nada más girarse la madre para marcharse oyó un golpe muy fuerte detrás suyo, eran sus hijas que habían sido atropelladas por un camión, las dos desgraciadamente habían muerto.
Cuatro años más tarde la madre aún era joven ya que tenía 34 años, todavía vivía en la misma casa cerca de la carretera y no olvidaba ningún día a sus dos gemelas. Afortunadamente había vuelto a tener hijos, casualmente eran dos gemelas, además muy parecidas a las que murieron atropelladas, esto hacía que la madre en parte olvidara ese trágico suceso.
Pero la fatalidad estuvo a punto de volver a la familia, a pesar de prohibirles expresamente acercarse a la carretera, un día las dos niñas fueron jugando y decidieron cruzar la misma, no venía nadie en ningún sentido, no había peligro, en el último momento apareció su madre y les dijo que no cruzaran muy alterada y chillando, a lo que las niñas respondieron al unísono:
- Si no pensábamos cruzar, ya nos atropellaron una vez y no volverá a ocurrir…
Eran dos hermanas que se llevaban muy bien, nunca se peleaban indiscutían, pero por razones de trabajo tuvieron que cambiar su residencia a la ciudad, donde estaba la carretera que era peligrosísima en esos momentos.
Las niñas tuvieron que cruzar solas por que a la madre la llamaron del trabajo para que fuera urgentemente, les dijo a las niñas que cruzaran solas pero con cuidado y mirando a los dos lados y las niñas obedecieron.
Nada más girarse la madre para marcharse oyó un golpe muy fuerte detrás suyo, eran sus hijas que habían sido atropelladas por un camión, las dos desgraciadamente habían muerto.
Cuatro años más tarde la madre aún era joven ya que tenía 34 años, todavía vivía en la misma casa cerca de la carretera y no olvidaba ningún día a sus dos gemelas. Afortunadamente había vuelto a tener hijos, casualmente eran dos gemelas, además muy parecidas a las que murieron atropelladas, esto hacía que la madre en parte olvidara ese trágico suceso.
Pero la fatalidad estuvo a punto de volver a la familia, a pesar de prohibirles expresamente acercarse a la carretera, un día las dos niñas fueron jugando y decidieron cruzar la misma, no venía nadie en ningún sentido, no había peligro, en el último momento apareció su madre y les dijo que no cruzaran muy alterada y chillando, a lo que las niñas respondieron al unísono:
- Si no pensábamos cruzar, ya nos atropellaron una vez y no volverá a ocurrir…
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MARÍA
Me hallaba yo un día comiendo en un restaurante con mis compañeros de trabajo. Recuerdo que me encontraba enfrentado a uno de los televisores del mismo, pero nuestra distendida conversación hacía que no estuviera atento en absoluto a lo que allí se narraba. Sólo cuando vi la fotografía de una vieja amiga quedé sorprendido, al mismo tiempo que preocupado, al hablarse de una misteriosa desaparición de la misma hacía unas semanas y de los desesperados esfuerzos de su familia por encontrarla.
Como digo, esta vieja amiga llamada María, había llegado a conquistar mi corazón en un tiempo pasado, pero seguimos rumbos distintos en la vida y perdimos el contacto, pero se me comprenderá al decir la fraudulenta sorpresa que para mí supuso aquella noticia que hablaba acerca de su desaparición.
No obstante, mis menesteres laborales permitieron que aquel suceso cayera en el profundo abismo de los recuerdos perdidos. Pero una noche de sábado otoñal que me hallaba solo en casa, quizás leyendo algún viejo libro, oí el timbre de mi puerta sonar. No esperaba a nadie, por lo que mi sorpresa fue mayúscula, de modo que no dudé en mirar a través de la mirilla de mi puerta, y un sentimiento de suma alegría me inundó al poder reconocer el rostro de la perdida María.
La invité a casa a cenar y mantuvimos una distendida conversación como las que teníamos en antaño, pero no pude evitar recordarle el suceso que había podido ver en la televisión acerca de su desaparición.
Casi avergonzada, me dijo que sabía perfectamente el daño que había causado a su familia a causa de la misma, y me confesó que realmente había ido a mi hogar porque deseaba que la llevara de regreso a su casa. No quise preguntarle más acerca del asunto, y acepté conducirla al día siguiente a su morada cuando hubiéramos descansado algo, pues la madrugada se hallaba avanzada.
A las diez de la mañana del día siguiente partimos en mi coche, y un sentimiento de desesperación cuya causa me era desconocida se apoderó de mí, por lo que cometí algunas imprudencias con el automóvil. Llegamos cerca de una zona donde un magnífico lago reinaba sobre el paisaje, y mi amiga María me pidió que parara un momento. Me instó cogiéndome de la mano, que la acompañara a través de los escabrosos setos que conducían a una especie de precipicio en cuya parte inferior se hallaba el agua virgen del lago. Llegados al borde del precipicio, no pude evitar la tentación de asomarme, en el instante en el que noté que la mano de María dejaba de coger la mía.
Sería inútil intentar explicar con las palabras justas el horror que me inundó al contemplar la macabra y horripilante escena que apareció ante mis ojos. Un cuerpo semidesnudo se hallaba en la parte inferior del precipicio en un avanzado estado de putrefacción, pero a pesar de su lamentable apariencia, sabía perfectamente de quién se trataba.
Sumergido en un estado que rozaba el ensueño solo pude oír nuevamente casi susurradas por el viento, unas palabras de ultratumba que reiteraban "llévame de vuelta a casa, llévame de vuelta a casa..." y casi sin poder mis extremidades giré mi cuello, pero la única compañera que hallé en aquel horrendo paraje, fue a mi sombra...
Como digo, esta vieja amiga llamada María, había llegado a conquistar mi corazón en un tiempo pasado, pero seguimos rumbos distintos en la vida y perdimos el contacto, pero se me comprenderá al decir la fraudulenta sorpresa que para mí supuso aquella noticia que hablaba acerca de su desaparición.
No obstante, mis menesteres laborales permitieron que aquel suceso cayera en el profundo abismo de los recuerdos perdidos. Pero una noche de sábado otoñal que me hallaba solo en casa, quizás leyendo algún viejo libro, oí el timbre de mi puerta sonar. No esperaba a nadie, por lo que mi sorpresa fue mayúscula, de modo que no dudé en mirar a través de la mirilla de mi puerta, y un sentimiento de suma alegría me inundó al poder reconocer el rostro de la perdida María.
La invité a casa a cenar y mantuvimos una distendida conversación como las que teníamos en antaño, pero no pude evitar recordarle el suceso que había podido ver en la televisión acerca de su desaparición.
Casi avergonzada, me dijo que sabía perfectamente el daño que había causado a su familia a causa de la misma, y me confesó que realmente había ido a mi hogar porque deseaba que la llevara de regreso a su casa. No quise preguntarle más acerca del asunto, y acepté conducirla al día siguiente a su morada cuando hubiéramos descansado algo, pues la madrugada se hallaba avanzada.
A las diez de la mañana del día siguiente partimos en mi coche, y un sentimiento de desesperación cuya causa me era desconocida se apoderó de mí, por lo que cometí algunas imprudencias con el automóvil. Llegamos cerca de una zona donde un magnífico lago reinaba sobre el paisaje, y mi amiga María me pidió que parara un momento. Me instó cogiéndome de la mano, que la acompañara a través de los escabrosos setos que conducían a una especie de precipicio en cuya parte inferior se hallaba el agua virgen del lago. Llegados al borde del precipicio, no pude evitar la tentación de asomarme, en el instante en el que noté que la mano de María dejaba de coger la mía.
Sería inútil intentar explicar con las palabras justas el horror que me inundó al contemplar la macabra y horripilante escena que apareció ante mis ojos. Un cuerpo semidesnudo se hallaba en la parte inferior del precipicio en un avanzado estado de putrefacción, pero a pesar de su lamentable apariencia, sabía perfectamente de quién se trataba.
Sumergido en un estado que rozaba el ensueño solo pude oír nuevamente casi susurradas por el viento, unas palabras de ultratumba que reiteraban "llévame de vuelta a casa, llévame de vuelta a casa..." y casi sin poder mis extremidades giré mi cuello, pero la única compañera que hallé en aquel horrendo paraje, fue a mi sombra...
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SOBRE EL RIÑÓN QUE NOS FALTA
Un joven decidió un sábado por la noche asistir a una fiesta. Se estaba divirtiendo bastante, se tomó unas cervezas y una muchacha que conoció allí y a la que parecía gustarle, le invitó a ir a otra fiesta. Rápidamente aceptó y marchó con ella. Fueron a un apartamento, donde continuaron tomando cerveza y aparentemente le dieron droga (no sabe cuál).
Lo siguiente que recuerda es que despertó totalmente desnudo en una bañera llena de cubitos de hielo. Todavía sentía los efectos de la droga y de la cerveza. Miró a su alrededor y estaba solo. Luego, se miró el pecho y descubrió que tenía escrito con pintura roja este mensaje: “Llame al 911 o usted morirá”.
Vio un teléfono cercano a la bañera, así que llamó inmediatamente. Le explicó a la operadora la situación en la que se encontraba. La operadora le aconsejó que saliera de la bañera y que se mirara en el espejo. Se observó aparentemente normal, así que la operadora le dijo que revisara la espalda. Al hacerlo, se apercibió que tenía dos ranuras de nueve pulgadas en la parte baja del abdomen. La operadora le dijo que se metiera nuevamente en la bañera y que mandaría un equipo de emergencia.
Desgraciadamente, después de que lo examinaron a fondo en el hospital, reparó en lo que le había pasado: le habían robado los riñones. Actualmente, esta persona se halla en el hospital conectado a un sistema que lo mantiene vivo. La Universidad de Texas y el centro médico de la Universidad de Baylor realizan gestiones para encontrar donantes.
Lo siguiente que recuerda es que despertó totalmente desnudo en una bañera llena de cubitos de hielo. Todavía sentía los efectos de la droga y de la cerveza. Miró a su alrededor y estaba solo. Luego, se miró el pecho y descubrió que tenía escrito con pintura roja este mensaje: “Llame al 911 o usted morirá”.
Vio un teléfono cercano a la bañera, así que llamó inmediatamente. Le explicó a la operadora la situación en la que se encontraba. La operadora le aconsejó que saliera de la bañera y que se mirara en el espejo. Se observó aparentemente normal, así que la operadora le dijo que revisara la espalda. Al hacerlo, se apercibió que tenía dos ranuras de nueve pulgadas en la parte baja del abdomen. La operadora le dijo que se metiera nuevamente en la bañera y que mandaría un equipo de emergencia.
Desgraciadamente, después de que lo examinaron a fondo en el hospital, reparó en lo que le había pasado: le habían robado los riñones. Actualmente, esta persona se halla en el hospital conectado a un sistema que lo mantiene vivo. La Universidad de Texas y el centro médico de la Universidad de Baylor realizan gestiones para encontrar donantes.
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SUERTE QUE NO ENCENDISTE LA LUZ
Hace unos dos años, en Granada capital, ocurrió un asesinato que llamó mucho la atención. Fue en un piso de estudiantes, donde vivían cuatro chicas. Una noche, dos de las chicas se fueron a sus respectivos pueblos ya que era viernes, para pasar el fin de semana. Las otras dos se quedaron en el piso. Una de ellas decidió irse a dormir al piso de una compañera de clase. Se fue dejando a la otra sola en la vivienda.
Por la noche, la que se había ido a dormir fuera se dio cuenta de que no tenía pijama y volvió al piso a recogerlo. Fue a su habitación y no encendió la luz para no “despertar” a su compañera. Cogió el pijama que estaba en el armario y se fue de nuevo.
A la mañana siguiente, cuando volvió, se dio cuenta de que la policía estaba en el piso y que los vecinos llenaban el pasillo. Se asustó mucho porque no sabía qué había pasado. Se dirigió a su habitación y vio que un “cuerpo” se encontraba en el suelo tapa-do con una sábana. ¡Era un cadáver! ¡Su amiga había muerto! ¿Cómo? Se puso muy nerviosa, un montón de preguntas se atropellaban en su mente y no encontraba ninguna respuesta.
La noche antes un ladrón había entrado en el piso y, estando la chica sola, la mató después de robarle el dinero que tenía. Cuando la chica protagonista fue al piso a recoger el pijama, el ladrón se encontraba en su habitación y ya había asesinado a su compañera. Dicho hombre dejó escrito en el espejo de la habitación, con pintalabios rojo: “SUERTE QUE NO ENCENDISTE LA LUZ”.
Por la noche, la que se había ido a dormir fuera se dio cuenta de que no tenía pijama y volvió al piso a recogerlo. Fue a su habitación y no encendió la luz para no “despertar” a su compañera. Cogió el pijama que estaba en el armario y se fue de nuevo.
A la mañana siguiente, cuando volvió, se dio cuenta de que la policía estaba en el piso y que los vecinos llenaban el pasillo. Se asustó mucho porque no sabía qué había pasado. Se dirigió a su habitación y vio que un “cuerpo” se encontraba en el suelo tapa-do con una sábana. ¡Era un cadáver! ¡Su amiga había muerto! ¿Cómo? Se puso muy nerviosa, un montón de preguntas se atropellaban en su mente y no encontraba ninguna respuesta.
La noche antes un ladrón había entrado en el piso y, estando la chica sola, la mató después de robarle el dinero que tenía. Cuando la chica protagonista fue al piso a recoger el pijama, el ladrón se encontraba en su habitación y ya había asesinado a su compañera. Dicho hombre dejó escrito en el espejo de la habitación, con pintalabios rojo: “SUERTE QUE NO ENCENDISTE LA LUZ”.
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Verónica
Si te pones delante de un espejo de noche y a oscuras en un cuarto de baño con tres velas encendidas, e invocas a Verónica diciendo su nombre tres veces durante tres veces (una por cada vela) aparece reflejado en el espejo la fecha de tu muerte en el vaho producido por las velas.
• «Existe un juego que jugaba de niño, hace ya tiempo que no lo juego, y que ya se me ha olvidado un poco cómo era, hasta que leyendo en los libros de ocultismo que tengo lo volví a recordar. Bueno, existe un juego llamado las 12 VÍRGENES, creo que ése era el nombre (...) En este juego, tú y tus amigos se ponen delante de un espejo, también lo puedes hacer solo, y con dos velas en las manos enpiezas a contar desde el 1 hasta el numero de años que tienes. Supuestamente esto se hace el día de tu cumpleaños y no es aconsejable para las personas de más de sesenta. ¿No lo creen? Bueno, entonces, supuestamente empiezas a contar; cuando termina debes ver a través de tu espejo el rostro de un demonio, ya que éste, el espejo, es sólo un portal a otra dimensión.»
• «Existe un juego que jugaba de niño, hace ya tiempo que no lo juego, y que ya se me ha olvidado un poco cómo era, hasta que leyendo en los libros de ocultismo que tengo lo volví a recordar. Bueno, existe un juego llamado las 12 VÍRGENES, creo que ése era el nombre (...) En este juego, tú y tus amigos se ponen delante de un espejo, también lo puedes hacer solo, y con dos velas en las manos enpiezas a contar desde el 1 hasta el numero de años que tienes. Supuestamente esto se hace el día de tu cumpleaños y no es aconsejable para las personas de más de sesenta. ¿No lo creen? Bueno, entonces, supuestamente empiezas a contar; cuando termina debes ver a través de tu espejo el rostro de un demonio, ya que éste, el espejo, es sólo un portal a otra dimensión.»
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VERONICA 2 VERSIÓN
Si a las doce de la noche te pones delante de un espejo con dos velas a los lados, en el espejo se reflejará la imagen de Verónica.
Si te metes en una habitación a oscuras y pones una Biblia y unas tijeras en medio del círculo, llamas tres veces a Verónica, aparece y te mata.
Si te metes en una habitación a oscuras y pones una Biblia y unas tijeras en medio del círculo, llamas tres veces a Verónica, aparece y te mata.
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«Carolina y Verónica
•Existen muchas historias acerca de la maldición de Verónica, la que yo conozco es bien distinta a las que he podido leer aquí.
La leyenda que yo conozco está protagonizada por Verónica y Carolina y me fue contada cuando tenía 14 y estudiaba en el colegio donde se produjeron los hechos.
Carolina y Verónica eran dos jóvenes novicias de un convento, el cual, actualmente, es un colegio de Primaria y Secundaria.
Estas jóvenes habían sido amigas desde la infancia y juntas habían decidido convertirse en religiosas. Durante el último año de sus estudios se celebró en el convento una pequeña convivencia religiosa en la que participaron las otras congregaciones de la comarca. De una de ellas procedía un joven que había sido criado por los monjes debido a que su madre lo abandonó, este joven era bastante atractivo y Carolina se enamoró de él a pesar de sus votos. Por otro lado Verónica también se enamoro de él, pero lo mantuvo en secreto hasta que una noche Carolina fue a buscarla y la encontró en la habitación del joven acostándose con él.
Carolina salió corriendo de la habitación gritando sin darle tiempo a Verónica de explicar que había renunciado a la vida religiosa y había decidido casarse con el joven. Al ver que era imposible que Carolina atendiera a razones decidió acostarse y que ya hablaría con ella por la mañana.
Pero esa mañana nunca llegaría para ella. Por la noche Carolina cogió las tijeras que usaban en los talleres de costura, las cuales estaban atadas a un lazo rojo para poderse colgar del cuello y así no perderlas. Esta se dirigió sigilosamente hacia el
cuarto donde se hallaba Verónica durmiendo, se acercó a la cama, levantó las tijeras abiertas y se las clavó a Verónica en el pecho al mismo tiempo que esta gritaba su nombre. Asustada por lo que había hecho, Carolina cogió el cuerpo de Verónica y lo enterró en el huerto del convento con las tijeras todavía clavadas en el pecho.
Al año siguiente Carolina seguía estudiando en el convento y todo el mundo creía que Verónica se había fugado con aquel joven del que se había enamorado, pero la noche en la que se celebraba el aniversario de la muerte de Verónica, Carolina comenzó a escuchar un ruido de pasos en el corredor que se dirigían a su habitación, de repente la puerta se abrió y Carolina fue incapaz de abrir los ojos hasta que un escalofrío recorrió su cuerpo estremeciéndola de miedo que le hizo abrirlos y observó el cuerpo putrefacto de su amiga la cual sujetaba en las manos las tijeras con el lazo rojo. En cuestión de segundos Verónica clavó las tijeras en el corazón de su amiga dándole muerte.
Al día siguiente las hermanas de la orden hallaron sobre la cama de Carolina las tijeras con el lazo rojo y una pequeña Biblia en cuyas tapas Carolina relataba lo sucedido una noche hacía ya un año cuando por celos había matado a su mejor amiga.
La leyenda que yo conozco está protagonizada por Verónica y Carolina y me fue contada cuando tenía 14 y estudiaba en el colegio donde se produjeron los hechos.
Carolina y Verónica eran dos jóvenes novicias de un convento, el cual, actualmente, es un colegio de Primaria y Secundaria.
Estas jóvenes habían sido amigas desde la infancia y juntas habían decidido convertirse en religiosas. Durante el último año de sus estudios se celebró en el convento una pequeña convivencia religiosa en la que participaron las otras congregaciones de la comarca. De una de ellas procedía un joven que había sido criado por los monjes debido a que su madre lo abandonó, este joven era bastante atractivo y Carolina se enamoró de él a pesar de sus votos. Por otro lado Verónica también se enamoro de él, pero lo mantuvo en secreto hasta que una noche Carolina fue a buscarla y la encontró en la habitación del joven acostándose con él.
Carolina salió corriendo de la habitación gritando sin darle tiempo a Verónica de explicar que había renunciado a la vida religiosa y había decidido casarse con el joven. Al ver que era imposible que Carolina atendiera a razones decidió acostarse y que ya hablaría con ella por la mañana.
Pero esa mañana nunca llegaría para ella. Por la noche Carolina cogió las tijeras que usaban en los talleres de costura, las cuales estaban atadas a un lazo rojo para poderse colgar del cuello y así no perderlas. Esta se dirigió sigilosamente hacia el
cuarto donde se hallaba Verónica durmiendo, se acercó a la cama, levantó las tijeras abiertas y se las clavó a Verónica en el pecho al mismo tiempo que esta gritaba su nombre. Asustada por lo que había hecho, Carolina cogió el cuerpo de Verónica y lo enterró en el huerto del convento con las tijeras todavía clavadas en el pecho.
Al año siguiente Carolina seguía estudiando en el convento y todo el mundo creía que Verónica se había fugado con aquel joven del que se había enamorado, pero la noche en la que se celebraba el aniversario de la muerte de Verónica, Carolina comenzó a escuchar un ruido de pasos en el corredor que se dirigían a su habitación, de repente la puerta se abrió y Carolina fue incapaz de abrir los ojos hasta que un escalofrío recorrió su cuerpo estremeciéndola de miedo que le hizo abrirlos y observó el cuerpo putrefacto de su amiga la cual sujetaba en las manos las tijeras con el lazo rojo. En cuestión de segundos Verónica clavó las tijeras en el corazón de su amiga dándole muerte.
Al día siguiente las hermanas de la orden hallaron sobre la cama de Carolina las tijeras con el lazo rojo y una pequeña Biblia en cuyas tapas Carolina relataba lo sucedido una noche hacía ya un año cuando por celos había matado a su mejor amiga.
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«Carolina y Verónica. continua
Se dice que el espíritu de Verónica todavía vaga buscando venganza y que para invocarla es necesario una tabla de ouija, una Biblia abierta por la mitad y unas tijeras abiertas rodeadas por un lazo rojo, pero esto es muy peligroso de hacer, ya que si aparece Verónica y encuentra a alguien en la reunión con los mismos sentimientos de celos y odio que su amiga Carolina, le clavará las tijeras en el corazón.»
Hasta ese día nunca había pensado en el nombre Verónica. Me contaron que si la noche de San Juan pones unas tijeras y te pones frente el espejo y dices cinco veces Verónica, las tijeras cobran vida y se quedan en tu habitación hasta que te mate.»
«Basilio Muñoz optó por usar el sistema de las tijeras y el libro de "Verónica". Al cabo de unos segundos, y ante el asombro de todos los presentes, las tijeras se precipitaron sobre el joven, clavándose en un pliegue de la camisa sin que sufriera daño físico.»
•«Era la noche de los difuntos, una gélida noche de tormenta. Los rayos y los truenos invadían el cielo del pequeño pueblo donde vivia Verónica con su novio, Álvaro. Ese día la chica se habia quedado sola, porque él estaba de viaje. Verónica tenía miedo, porque había oído que en Halloween los fantasmas salen de sus tumbas, por eso le habia pedido a Alvaro que se quedara, pero él debía cerrar un negocio importante.
La chica se encerró en el salón con la tele puesta, dispuesta a controlar su miedo. De pronto, escuchó pisadas en el pasillo, se dijo a sí misma que los fantasmas no existen, se armó de valor y salio a ver quién era. Allí no había nadie. Asustada, volvió al salón y se acurrucó en el sofá. Entonces oyó claramente un par de golpes en la puerta de la habitación. Verónica se tapó los ojos aterrorizada mientras la puerta se abría. Su pánico era tal que ni siquiera miró quien era. Segundos después, sintió un profundo dolor en el pecho: unas tijeras le habían atravesado el corazón.
Verónica murió al instante sin saber que no había sido un espíritu, sino Álvaro, quien la había asesinado. Su novio le engañaba con otra chica y esa fue su terrible forma de cortar con Verónica. Nadie descubrió su crimen...
Pasaron los días, los meses y, para cuando llegó el aniversario de la muerte de Verónica, Álvaro ya había dejado a su otra novia. En todo este tiempo, él no fue capaz de sentir una pizca de lástima por la difunta, ni tampoco arrepentirse de haberle quitado la vida. Llegó la noche de difuntos y Álvaro se sentó en su sillón (el mismo donde acabó la vida de Verónica) y se dispuso a leer un libro. De repente, sonaron unos pasos en el pasillo que distrajeron su atención: "¿Quién está ahí?", preguntó. No obtuvo respuesta y, nervioso, salió a comprobar quién era. ¡No había nadie! Álvaro se sentó de nuevo y oyó como alguien aporreaba la puerta. Todo aquello era siniestro y empezaba a darle miedo porque se acordó de que lo que le estaba ocurriendo era lo mismo que hizo él antes de matar a Verónica.
Sin embargo, nadie conocía su secreto... Nadie, ¡excepto Verónica! La puerta se abrió y ella apareció allí. Estaba palidísima y llevaba una mano sobre el corazón. En la otra, unas tijeras. Álvaro quiso gritar, pero estaba paralizado. Intentó correr, pero antes de que lo consiguiera, el fantasma de Verónica hundió las tijeras en el fondo de su corazón. Esto fue la venganza de la noche de los Difuntos.»
Hasta ese día nunca había pensado en el nombre Verónica. Me contaron que si la noche de San Juan pones unas tijeras y te pones frente el espejo y dices cinco veces Verónica, las tijeras cobran vida y se quedan en tu habitación hasta que te mate.»
«Basilio Muñoz optó por usar el sistema de las tijeras y el libro de "Verónica". Al cabo de unos segundos, y ante el asombro de todos los presentes, las tijeras se precipitaron sobre el joven, clavándose en un pliegue de la camisa sin que sufriera daño físico.»
•«Era la noche de los difuntos, una gélida noche de tormenta. Los rayos y los truenos invadían el cielo del pequeño pueblo donde vivia Verónica con su novio, Álvaro. Ese día la chica se habia quedado sola, porque él estaba de viaje. Verónica tenía miedo, porque había oído que en Halloween los fantasmas salen de sus tumbas, por eso le habia pedido a Alvaro que se quedara, pero él debía cerrar un negocio importante.
La chica se encerró en el salón con la tele puesta, dispuesta a controlar su miedo. De pronto, escuchó pisadas en el pasillo, se dijo a sí misma que los fantasmas no existen, se armó de valor y salio a ver quién era. Allí no había nadie. Asustada, volvió al salón y se acurrucó en el sofá. Entonces oyó claramente un par de golpes en la puerta de la habitación. Verónica se tapó los ojos aterrorizada mientras la puerta se abría. Su pánico era tal que ni siquiera miró quien era. Segundos después, sintió un profundo dolor en el pecho: unas tijeras le habían atravesado el corazón.
Verónica murió al instante sin saber que no había sido un espíritu, sino Álvaro, quien la había asesinado. Su novio le engañaba con otra chica y esa fue su terrible forma de cortar con Verónica. Nadie descubrió su crimen...
Pasaron los días, los meses y, para cuando llegó el aniversario de la muerte de Verónica, Álvaro ya había dejado a su otra novia. En todo este tiempo, él no fue capaz de sentir una pizca de lástima por la difunta, ni tampoco arrepentirse de haberle quitado la vida. Llegó la noche de difuntos y Álvaro se sentó en su sillón (el mismo donde acabó la vida de Verónica) y se dispuso a leer un libro. De repente, sonaron unos pasos en el pasillo que distrajeron su atención: "¿Quién está ahí?", preguntó. No obtuvo respuesta y, nervioso, salió a comprobar quién era. ¡No había nadie! Álvaro se sentó de nuevo y oyó como alguien aporreaba la puerta. Todo aquello era siniestro y empezaba a darle miedo porque se acordó de que lo que le estaba ocurriendo era lo mismo que hizo él antes de matar a Verónica.
Sin embargo, nadie conocía su secreto... Nadie, ¡excepto Verónica! La puerta se abrió y ella apareció allí. Estaba palidísima y llevaba una mano sobre el corazón. En la otra, unas tijeras. Álvaro quiso gritar, pero estaba paralizado. Intentó correr, pero antes de que lo consiguiera, el fantasma de Verónica hundió las tijeras en el fondo de su corazón. Esto fue la venganza de la noche de los Difuntos.»
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«Carolina y Verónica. Final
•«Existe otra manera de invocación de espíritus, aunque ésta es más bien un mito, que puede haberse exagerado con el paso del tiempo. Se trata de invocar al espíritu de Verónica.
La técnica es muy fácil. Solamente se utiliza un libro de unas ciento cincuenta o doscientas páginas sin dibujos, un cordel y unas tijeras (sin punta). Se trata de colocar las tijeras entre medias del libro, y con el cordel atar ambos, de manera que se puedan coger las tijeras sin que se caiga el libro. Se elige un médium, y dos personas que han de sostener el libro.
Tras estar durante un rato concentrados, las dos personas elegidas para sostener el libro lo sostendrán con los dedos meñiques. El médium dividirá la mitad del espacio del libro en sí y la otra mitad en no. De esta manera, cuando el espíritu se manifieste, el libro girará en la dirección del sí o en la dirección del no. Si se quedase donde está, se supondrá que el espíritu no sabe la respuesta o no le apetece responder.
Esta manera de invocar espíritus viene de una historia de hace mucho tiempo. Al parecer, una joven llamada Verónica se suicidó utilizando unas tijeras de punta. Al parecer, su espíritu deambula por ahí, para hacer penitencia. Ése es el motivo de utilizar las tijeras para la invocación. Y también el motivo de utilizarlas sin punta, ya que en una manifestación del espiritu (personalmente, no me creo esto) las tijeras podrían salir disparadas y clavarse en el médium o en alguno de los participantes. Eso, claro, es algo difícil de saber; Podría ser verdad pero también podría ser una fantasía de alguien.»
La técnica es muy fácil. Solamente se utiliza un libro de unas ciento cincuenta o doscientas páginas sin dibujos, un cordel y unas tijeras (sin punta). Se trata de colocar las tijeras entre medias del libro, y con el cordel atar ambos, de manera que se puedan coger las tijeras sin que se caiga el libro. Se elige un médium, y dos personas que han de sostener el libro.
Tras estar durante un rato concentrados, las dos personas elegidas para sostener el libro lo sostendrán con los dedos meñiques. El médium dividirá la mitad del espacio del libro en sí y la otra mitad en no. De esta manera, cuando el espíritu se manifieste, el libro girará en la dirección del sí o en la dirección del no. Si se quedase donde está, se supondrá que el espíritu no sabe la respuesta o no le apetece responder.
Esta manera de invocar espíritus viene de una historia de hace mucho tiempo. Al parecer, una joven llamada Verónica se suicidó utilizando unas tijeras de punta. Al parecer, su espíritu deambula por ahí, para hacer penitencia. Ése es el motivo de utilizar las tijeras para la invocación. Y también el motivo de utilizarlas sin punta, ya que en una manifestación del espiritu (personalmente, no me creo esto) las tijeras podrían salir disparadas y clavarse en el médium o en alguno de los participantes. Eso, claro, es algo difícil de saber; Podría ser verdad pero también podría ser una fantasía de alguien.»
Última edición por Curioso el Dom Dic 09, 2012 10:21 pm, editado 1 vez
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A Verónica no le gustan los cementerios
Hay muchas leyendas sobre Verónica, pero ésta me ha llamado mucho la atención. Se la contaron a una amiga mía y comienza así: un día se reunieron un grupo de amigos para hacer espiritismo, pero no encontraron una casa en donde hacerlo, y pensaron hacer espiritismo en un cementerio. A casi nadie les gustó la idea, pero les pareció muy emocionante y accedieron.
Una vez que llegaron al cementerio, no supieron a quién invocar, y a una chica se le ocurrió invocar a Verónica. A la chica le gustaba mucho Verónica, se sabía muchas historias de ella, pero nunca se le había ocurrido invocarla a ella para que le contara su verdadera historia. Se colocaron y empezaron todos a invocar a Verónica, pero no ocurrió nada; todos se empezaron a impacientar, pero la chica no, estaba totalmente convencida de que Verónica iba a aparecer.
Pasadas varias horas, ya lo dejaron y la chica se quedó muy callada y seria. A los dos días, la chica comentó a sus amigos que le ocurrían cosas muy extrañas por la noche. Un amigo le dijo que se quedaba una noche en su casa para ver si era verdad o invenciones. Ya la chica y el chico se fueron a la cama y empezaron a escuchar unas voces muy raras, como si vinieran de lejos. El chico y la chica empezaron a tener miedo cuando esas voces se hicieron más claras e intensas, pero entonces las voces pararon y el chico le preguntó a la chica si era una broma y la chica le dijo que no, que era Verónica, que no le gustaba lo que habíamos hecho; pasados unos minutos, en un espejo se podía ver la silueta de una mujer. La chica y el chico empezaron a temblar, y escucharon lo siguiente de una voz que veía desde lejos:
—No me gustan los cementerios; no sabéis nada de mí.
Se dice que al chico y a la chica Verónica les contó su verdadera historia, pero nunca se sabrá la verdad, ya que se volvieron locos. El chico se suicidó y la chica se intentó quitar la vida pero no pudo, y ahora está en un manicomio. Cada vez que le pregunta por aquella noche, ella se vuelve histérica y no puede hablar, no le deja Verónica. Nadie sabe la verdad, pero algo grave tuvo que ocurrir.
Una vez que llegaron al cementerio, no supieron a quién invocar, y a una chica se le ocurrió invocar a Verónica. A la chica le gustaba mucho Verónica, se sabía muchas historias de ella, pero nunca se le había ocurrido invocarla a ella para que le contara su verdadera historia. Se colocaron y empezaron todos a invocar a Verónica, pero no ocurrió nada; todos se empezaron a impacientar, pero la chica no, estaba totalmente convencida de que Verónica iba a aparecer.
Pasadas varias horas, ya lo dejaron y la chica se quedó muy callada y seria. A los dos días, la chica comentó a sus amigos que le ocurrían cosas muy extrañas por la noche. Un amigo le dijo que se quedaba una noche en su casa para ver si era verdad o invenciones. Ya la chica y el chico se fueron a la cama y empezaron a escuchar unas voces muy raras, como si vinieran de lejos. El chico y la chica empezaron a tener miedo cuando esas voces se hicieron más claras e intensas, pero entonces las voces pararon y el chico le preguntó a la chica si era una broma y la chica le dijo que no, que era Verónica, que no le gustaba lo que habíamos hecho; pasados unos minutos, en un espejo se podía ver la silueta de una mujer. La chica y el chico empezaron a temblar, y escucharon lo siguiente de una voz que veía desde lejos:
—No me gustan los cementerios; no sabéis nada de mí.
Se dice que al chico y a la chica Verónica les contó su verdadera historia, pero nunca se sabrá la verdad, ya que se volvieron locos. El chico se suicidó y la chica se intentó quitar la vida pero no pudo, y ahora está en un manicomio. Cada vez que le pregunta por aquella noche, ella se vuelve histérica y no puede hablar, no le deja Verónica. Nadie sabe la verdad, pero algo grave tuvo que ocurrir.
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Verónica puede hablar
Como hay muchas historias de Verónica, voy a contar la que se está contando mucho en Cáceres. La historia popular de Verónica es la que dice que a medianoche haces un círculo en el centro, pones una Biblia y unas tijeras y dices su nombre cinco veces y aparece Verónica y mueres.
Me han contado una variante muy buena que trata de un caso particular. Trata sobre una chica a la que le gustaba mucho el espiritismo, pero ella era muy miedosa, y un día le contaron una historia de Verónica que cuenta que si a medianoche tú haces un círculo y en el centro poner una Biblia, una rosa, la tijera con la que has cortado la rosa y un tablero de espiritismo con un vaso, y luego pronuncias cinco veces su nombre, entonces Verónica habla contigo y te dice cómo y dónde vas a morir.
La chica, al contarle esta historia, tuvo gran interés pero también miedo, y decidió que una noche lo tenía que hacer. Una noche ella se quedó sola en casa y decidió hacerlo: cortó una rosa de su jardín e hizo un círculo en el salón y puso la Biblia, la rosa, la tijera y el tablero de espiritismo. Y esperó hasta que fue medianoche y pronunció su nombre cinco veces, pero no sucedió nada. La chica esperó un rato y de pronto vio que el vaso empezó a moverse y pudo leer:
—Morirás esta noche. Cuando la rosa se marchite, la tijera se te clavará en el pecho.
La chica, toda asustada, gritó en voz alta:
—¡No quiero morir! ¿Eres Verónica? Por favor, no me hagas daño.
Y vio que el vaso se movía y leyó:
—Soy Verónica, yo no te voy a hacer daño, pero tú no puedes evitar tu destino.
La chica empezó a ponerse histérica y pegó una patada al tablero de espiritismo y todo salió por los aires; pero entonces vio la rosa y pensó que si nunca se marchitaba no se le clavaría la tijera, y entonces salió disparada a por la rosa, pero tropezó con el tablero de espiritismo y se cayó encima de la tijera y se la clavó en el pecho. Dicen que cuando se la encontraron sus padres había un hermoso rosal que brotaba de la sangre de la chica.
Me han contado una variante muy buena que trata de un caso particular. Trata sobre una chica a la que le gustaba mucho el espiritismo, pero ella era muy miedosa, y un día le contaron una historia de Verónica que cuenta que si a medianoche tú haces un círculo y en el centro poner una Biblia, una rosa, la tijera con la que has cortado la rosa y un tablero de espiritismo con un vaso, y luego pronuncias cinco veces su nombre, entonces Verónica habla contigo y te dice cómo y dónde vas a morir.
La chica, al contarle esta historia, tuvo gran interés pero también miedo, y decidió que una noche lo tenía que hacer. Una noche ella se quedó sola en casa y decidió hacerlo: cortó una rosa de su jardín e hizo un círculo en el salón y puso la Biblia, la rosa, la tijera y el tablero de espiritismo. Y esperó hasta que fue medianoche y pronunció su nombre cinco veces, pero no sucedió nada. La chica esperó un rato y de pronto vio que el vaso empezó a moverse y pudo leer:
—Morirás esta noche. Cuando la rosa se marchite, la tijera se te clavará en el pecho.
La chica, toda asustada, gritó en voz alta:
—¡No quiero morir! ¿Eres Verónica? Por favor, no me hagas daño.
Y vio que el vaso se movía y leyó:
—Soy Verónica, yo no te voy a hacer daño, pero tú no puedes evitar tu destino.
La chica empezó a ponerse histérica y pegó una patada al tablero de espiritismo y todo salió por los aires; pero entonces vio la rosa y pensó que si nunca se marchitaba no se le clavaría la tijera, y entonces salió disparada a por la rosa, pero tropezó con el tablero de espiritismo y se cayó encima de la tijera y se la clavó en el pecho. Dicen que cuando se la encontraron sus padres había un hermoso rosal que brotaba de la sangre de la chica.
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Verónica 3 versión
1. Si te colocas delante de un espejo desnuda/o la noche de san Juan a las 12:00 en punto de la noche y repites tres veces la palabra Verónica verás tu propio entierro.
2. Si te metes en un servicio con unas tijeras a las 12:00 y rodeada de velas y repites tres veces la palabra Verónica, ésta aparecerá, levantará las tijeras y te las clavará en el corazón.
La aparición de Verónica.
Dicen las habladurías que puedes ver a Verónica. Si una noche de tormentas tienes ganas de comprobarlo, haz lo siguiente: enciérrate en el servicio con dos velas y una tijera. Las tijeras se ponen encima del espejo. Tienes que decir tres veces Verónica, y si se te aparece, te matará con las tijeras. Si no se te aparece dicen que tendrás una larga vida.
la La novia de la muerte.
La historia de Verónica sucedió hace bastante tiempo. Ésta iba vestida de novia, ya que iba a celebrar su boda, y murió en un accidente de tráfico.
El accidente ocurrió en una curva y como testigo tuvo a la luna llena.
Por este motivo, cuando llueve y hay luna llena, cuentan que en dicha curva, donde Verónica encontró la muerte, se te aparece vestida de novia y tú mueres.
Por eso a Verónica se la conoce como la novia de la muerte.
2. Si te metes en un servicio con unas tijeras a las 12:00 y rodeada de velas y repites tres veces la palabra Verónica, ésta aparecerá, levantará las tijeras y te las clavará en el corazón.
La aparición de Verónica.
Dicen las habladurías que puedes ver a Verónica. Si una noche de tormentas tienes ganas de comprobarlo, haz lo siguiente: enciérrate en el servicio con dos velas y una tijera. Las tijeras se ponen encima del espejo. Tienes que decir tres veces Verónica, y si se te aparece, te matará con las tijeras. Si no se te aparece dicen que tendrás una larga vida.
la La novia de la muerte.
La historia de Verónica sucedió hace bastante tiempo. Ésta iba vestida de novia, ya que iba a celebrar su boda, y murió en un accidente de tráfico.
El accidente ocurrió en una curva y como testigo tuvo a la luna llena.
Por este motivo, cuando llueve y hay luna llena, cuentan que en dicha curva, donde Verónica encontró la muerte, se te aparece vestida de novia y tú mueres.
Por eso a Verónica se la conoce como la novia de la muerte.
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La Dama de azul
Un camionero se dirigía a su destino en un pequeño pueblo de la sierra. Era un día de verano sofocante. Al pasar por una gasolinera vio a una anciana de pie en el andén haciendo autostop. Como iba bien de tiempo decidió parar a recogerla. Así, emprendieron juntos el camino hacia el pueblo de la señora, que pillaba de camino al pueblo de destino del camionero. Al llegar a un punto de la carretera, en una curva pronunciada, la anciana advierte: Tenga cuidado aquí, que fue donde mi hija y yo nos matamos. Al girar la cabeza el camionero, la anciana ha desaparecido.
*
Se cuenta en Gran Bretaña que en un pequeño pueblo, hace tiempo, vivía una joven chica, la cual salió un día de casa para ir de fiesta con sus amigos, y ésta no volvió más. La chica parece ser que murió en un accidente de tráfico, en una curva muy cerrada, y que su cuerpo no fue encontrado.
Dicen que los días de luna llena, algunos conductores han visto a una joven chica haciendo autostop y que el coche que la recoja tendrá una ingrata sorpresa.
Dicen que al que recoja a esa chica ésta no le dirigirá la palabra hasta estar cerca de una curva, donde la chica dice: Aquí es donde tuve yo mi accidente y donde tendrás tú el tuyo, y se produce lo dicho.
Estos textos creo que se cuentan para que vean que hay que tener cuidado con quien montas a tu lado.
*
Se cuenta en Gran Bretaña que en un pequeño pueblo, hace tiempo, vivía una joven chica, la cual salió un día de casa para ir de fiesta con sus amigos, y ésta no volvió más. La chica parece ser que murió en un accidente de tráfico, en una curva muy cerrada, y que su cuerpo no fue encontrado.
Dicen que los días de luna llena, algunos conductores han visto a una joven chica haciendo autostop y que el coche que la recoja tendrá una ingrata sorpresa.
Dicen que al que recoja a esa chica ésta no le dirigirá la palabra hasta estar cerca de una curva, donde la chica dice: Aquí es donde tuve yo mi accidente y donde tendrás tú el tuyo, y se produce lo dicho.
Estos textos creo que se cuentan para que vean que hay que tener cuidado con quien montas a tu lado.
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La curva de Torreseca
Cuenta la leyenda que la curva de Torreseca está encantada. Todo esto comenzó una noche lluviosa. Más o menos a las 11:45 de la noche se dirigían una pareja de recién casados en viaje de novios hacia un destino indefinido. La felicidad de los dos se palpaba en el ambiente; aunque la seguridad del muchacho ante el volante era indiscutible, la chica le preguntó:
— ¿No crees que vas muy deprisa?
— ¡No! —dijo él—. ¡Vamos, voy a setenta!
—Sí, pero está lloviendo —replicó ella, cada vez más inquieta.
—No te preocupes...
Justo después de decir estas palabras, el coche patinó; se deslizó por la carretera y se despeñó por un barranquillo al pie de una curva muy cerrada; los dos amantes, marido y mujer, murieron en el acto.
Un año después, un hombre que viajaba por la carretera recogió a una muchacha vestida de novia. Él la ofreció su cazadora para que no pasara frío. Al instante, ella dijo: «Gracias; por favor, frene. En esta curva me maté yo». El hombre desvió su mirada hacia ella y frenó en seco: habían desaparecido ella y la cazadora.
Un tiempo después, el hombre se dirigió hacia la tumba de aquella pareja que se mató en la curva y encontró su cazadora encima de la lápida de la tumba de ella.
Desde entonces, cuenta la leyenda que en las noches de lluvia, si vas por la carretera de la curva de Torreseca, es de noche y te encuentras con una mujer vestida de novia haciendo autostop, debes recogerla. Si no la recoges, tu muerte es segura...
— ¿No crees que vas muy deprisa?
— ¡No! —dijo él—. ¡Vamos, voy a setenta!
—Sí, pero está lloviendo —replicó ella, cada vez más inquieta.
—No te preocupes...
Justo después de decir estas palabras, el coche patinó; se deslizó por la carretera y se despeñó por un barranquillo al pie de una curva muy cerrada; los dos amantes, marido y mujer, murieron en el acto.
Un año después, un hombre que viajaba por la carretera recogió a una muchacha vestida de novia. Él la ofreció su cazadora para que no pasara frío. Al instante, ella dijo: «Gracias; por favor, frene. En esta curva me maté yo». El hombre desvió su mirada hacia ella y frenó en seco: habían desaparecido ella y la cazadora.
Un tiempo después, el hombre se dirigió hacia la tumba de aquella pareja que se mató en la curva y encontró su cazadora encima de la lápida de la tumba de ella.
Desde entonces, cuenta la leyenda que en las noches de lluvia, si vas por la carretera de la curva de Torreseca, es de noche y te encuentras con una mujer vestida de novia haciendo autostop, debes recogerla. Si no la recoges, tu muerte es segura...
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