La democracia y la ética se pudren en Occidente
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La democracia y la ética se pudren en Occidente
Occidente persigue y acosa a Edward Snowden, cuyo único delito es haber denunciado abusos y suciedades como el espionaje masivo practicado por el gobierno de Washington. Desde una óptica democrática, Snowden es un héroe, pero las democracias le persiguen y tiene que obtener el asilo "humanitario" que necesita de un país sospechoso de totalitarismo., como la Venezuela de Maduro ¿Qué esta pasando en este mundo desquiciado?
La reacción de Occidente ante el reciente conflicto de Egipto también demuestra el profundo deterioro de la ética política y de los principios democráticos en Occidente, una parte del mundo que en el pasado fue un bastión de la defensa de las libertades y derechos ciudadanos.
La mayoría de los políticos han calificado de "Golpe de Estado" la expulsión del presidente islamista Mursi y lo han condenado sin tener en cuenta, porque a ellos no les conviene, el peso decisivo que ha tenido en los acontecimiento el deseo de la inmensa mayoría de los ciudadanos, que solicitaban que Mursi fuera depuesto.
Reconocer la verdad de lo que ha ocurrido en Egipto parece que es demasiado para los deteriorados y corrompidos políticos de Occidente. El ejército egipcio se ha limitado a deponer a un presidente que había traicionado las promesas a sus electores, que había antepuesto sus intereses de partido al interés general y que había alterado gravemente el orden constitucional. Admitir que ese movimiento del ejército el positivo y lícito significaría para los escasamente demócratas políticos occidentales reconocer que el pueblo tiene un protagonismo y un peso decisivos en la democracia, algo que altos políticos no les interesa porque ellos consideran que la esencia de la democracia es el poder y que ese poder, cuando ha sido elegido en las urnas, es intocable y sagrado.
Admitir que los pueblos tienen derecho a deponer a sus dirigentes, aunque hayan sido elegidos por sufragio universal, cuando traicionan al electorado, incumplen sus promesas o gobiernan mal, dañando los intereses de la nación y del pueblo, entra en colisión con el sucio corporativismo defensivo que han adoptado la mayoría de los políticos occidentales, a pesar de que su doctrina, que hace intocables a los electos, es contraria a la democracia real y a la ética política.
Es una realidad decepcionante para los ciudadanos que los gobiernos de las antiguas democracias de Occidente, aunque unos más que otros, se estén alejando de la ortodoxia y de la decencia democráticas, olvidando que el pueblo es el protagonista supremo y que el ciudadano es el soberano. Los políticos, de manera bastarda y depravada, han relegado al pueblo, procuran aniquilar la ciudadanía responsable y pensante y pretenden acaparar más poder y protagonismo embruteciendo, fanatizando y desinformando a los ciudadanos. Es cierto que no todos los países han prostituido la democracia con la misma intensidad y que países como España ostentan el lamentable liderazgo del deterioro y del abuso de la castas de políticos, aliadas con banqueros que tienen los mismos vicios y carencias que los políticos, pero hay que reconocer que el deterioro alcanza a todos, como acaba de demostrarse con el espionaje a ciudadanos y a delegaciones extranjeras descubierto en Estados Unidos y Gran Bretaña.
El envilecimiento de las democracias es un fenómeno terrible que afecta a casi todos los países, aunque hay algunos que baten récords en desvergüenza, como ha ocurrido en España, donde los políticos acumulan méritos suficientes para que el pueblo los considere el más grave problema del país y el mayor obstáculo para la regeneración y el resurgimiento de la nación. Hechos tan lamentables como le robo de los ahorros de miles de españoles, perpetrado por la banca mediante la venta de productos tóxicos como las participaciones preferentes, con el apoyo de la clase política, además del vil y sucio saqueo del sistema de cajas de ahorros por políticos y sindicalistas, están llevando a algunas democracias hasta niveles de basura, superiores en abusos y arbitrariedades a algunas sociedades totalitarias bolivarianas, africanas y musulmanas.
España es, sin la menor duda, uno de los peores países del mundo occidental para los ciudadanos decentes. Los políticos tienen demasiado poder, han perdido el miedo al castigo de la Justicia y han diseñado un país para que unicamente los sinvergüenzas, corruptos, políticos y banqueros se sientan a gusto. El diario más influyente del mundo, el New York Times, publica hoy un artículo destacado sobre la corrupción y el deterioro de la democracia en España cuya tesis central es que apenas ha aflorado una mínima parte del drama político español y que queda mucho horror por descubrirse. La degeneración de la democracia es una epidemia mundial, pero algunos países, entre ellos España, mas que enfermos están en agonía. fuente
La reacción de Occidente ante el reciente conflicto de Egipto también demuestra el profundo deterioro de la ética política y de los principios democráticos en Occidente, una parte del mundo que en el pasado fue un bastión de la defensa de las libertades y derechos ciudadanos.
La mayoría de los políticos han calificado de "Golpe de Estado" la expulsión del presidente islamista Mursi y lo han condenado sin tener en cuenta, porque a ellos no les conviene, el peso decisivo que ha tenido en los acontecimiento el deseo de la inmensa mayoría de los ciudadanos, que solicitaban que Mursi fuera depuesto.
Reconocer la verdad de lo que ha ocurrido en Egipto parece que es demasiado para los deteriorados y corrompidos políticos de Occidente. El ejército egipcio se ha limitado a deponer a un presidente que había traicionado las promesas a sus electores, que había antepuesto sus intereses de partido al interés general y que había alterado gravemente el orden constitucional. Admitir que ese movimiento del ejército el positivo y lícito significaría para los escasamente demócratas políticos occidentales reconocer que el pueblo tiene un protagonismo y un peso decisivos en la democracia, algo que altos políticos no les interesa porque ellos consideran que la esencia de la democracia es el poder y que ese poder, cuando ha sido elegido en las urnas, es intocable y sagrado.
Admitir que los pueblos tienen derecho a deponer a sus dirigentes, aunque hayan sido elegidos por sufragio universal, cuando traicionan al electorado, incumplen sus promesas o gobiernan mal, dañando los intereses de la nación y del pueblo, entra en colisión con el sucio corporativismo defensivo que han adoptado la mayoría de los políticos occidentales, a pesar de que su doctrina, que hace intocables a los electos, es contraria a la democracia real y a la ética política.
Es una realidad decepcionante para los ciudadanos que los gobiernos de las antiguas democracias de Occidente, aunque unos más que otros, se estén alejando de la ortodoxia y de la decencia democráticas, olvidando que el pueblo es el protagonista supremo y que el ciudadano es el soberano. Los políticos, de manera bastarda y depravada, han relegado al pueblo, procuran aniquilar la ciudadanía responsable y pensante y pretenden acaparar más poder y protagonismo embruteciendo, fanatizando y desinformando a los ciudadanos. Es cierto que no todos los países han prostituido la democracia con la misma intensidad y que países como España ostentan el lamentable liderazgo del deterioro y del abuso de la castas de políticos, aliadas con banqueros que tienen los mismos vicios y carencias que los políticos, pero hay que reconocer que el deterioro alcanza a todos, como acaba de demostrarse con el espionaje a ciudadanos y a delegaciones extranjeras descubierto en Estados Unidos y Gran Bretaña.
El envilecimiento de las democracias es un fenómeno terrible que afecta a casi todos los países, aunque hay algunos que baten récords en desvergüenza, como ha ocurrido en España, donde los políticos acumulan méritos suficientes para que el pueblo los considere el más grave problema del país y el mayor obstáculo para la regeneración y el resurgimiento de la nación. Hechos tan lamentables como le robo de los ahorros de miles de españoles, perpetrado por la banca mediante la venta de productos tóxicos como las participaciones preferentes, con el apoyo de la clase política, además del vil y sucio saqueo del sistema de cajas de ahorros por políticos y sindicalistas, están llevando a algunas democracias hasta niveles de basura, superiores en abusos y arbitrariedades a algunas sociedades totalitarias bolivarianas, africanas y musulmanas.
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