Los riesgos de depilarse el vello púbico
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Los riesgos de depilarse el vello púbico
Hace poco conocimos el origen del vello púbico en los humanos. Lo que no estaba claro es hasta qué punto supone un riesgo para nuestra salud depilarse la zona de forma integral. El año pasado, un estudio publicado en la prestigiosa revista médica «British Medical Journal» ya alertaba de que la moda del pubis brasileño favorece las infecciones cutáneas, como el molusco contagioso o molluscum contagiosum, una enfermedad que se transmite por vía sexual.
Recientemente, para sorpresa de muchos, la actriz Cameron Díaz se desmarcaba de la moda imperante y defendía las bondades del vello en su libro «The body book»: «No olvidemos que la especie humana estaba cubierta de pelo, y aunque ahora solo lo tenemos en algunas zonas, creo que ese vello que se ha mantenido tiene un propósito». También se atrevió a llamar la atención sobre este tema la cadena de ropa American Apparel, que exhibió en sus escaparates neoyorquinos modelos desnudas con un abundante vello púbico.
El dermatólogo Ramón Grimalt, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), defiende la necesidad de mantener el vello púbico y alerta sobre el peligro de esta moda, a la que califica como «absurda», argumentando que favorece el contagio de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS).
Como recuerda este experto, al igual que el pelo de la cabeza sirve para evitar las quemaduras solares y los traumatismos y el de las cejas y las pestañas para paliar los traumatismos y las motas en los ojos y los párpados, el púbico tiene como objetivo «mantener a raya las heridas, los golpes genitales y las infecciones durante las relaciones sexuales». «Para evitar el contagio de enfermedades de transmisión sexual debemos mantener el vello púbico. Si uno usa de forma adecuada el preservativo y mantiene el pelo púbico sin rasurar, el riesgo de contagio es casi cero», opina Grimalt.
El dermatólogo asegura que con la depilación integral han aumentado de forma espectacular los condilomas genitales causados por el virus del papiloma humano (HPV). «Desde la última moda de depilación púbica en ambos sexos, los dermatólogos asistimos impotentes a un aumento alarmante de las enfermedades de transmisión sexual entre los jóvenes», advierte.
El pelo púbico, explica, tiene una función protectora contra el roce inevitable durante las relaciones sexuales. «Si los dos sujetos presentan un pubis sin pelo, cualquier infección de la piel que se encuentre encima de la piel de uno de ellos pasará indefectiblemente al compañero sexual», apunta.
No supone un riesgo, sin embargo, recortarlo y depilarse el área lateral no es tan arriesgado, por «el menor roce» de esta zona.
Recientemente, para sorpresa de muchos, la actriz Cameron Díaz se desmarcaba de la moda imperante y defendía las bondades del vello en su libro «The body book»: «No olvidemos que la especie humana estaba cubierta de pelo, y aunque ahora solo lo tenemos en algunas zonas, creo que ese vello que se ha mantenido tiene un propósito». También se atrevió a llamar la atención sobre este tema la cadena de ropa American Apparel, que exhibió en sus escaparates neoyorquinos modelos desnudas con un abundante vello púbico.
El dermatólogo Ramón Grimalt, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), defiende la necesidad de mantener el vello púbico y alerta sobre el peligro de esta moda, a la que califica como «absurda», argumentando que favorece el contagio de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS).
Como recuerda este experto, al igual que el pelo de la cabeza sirve para evitar las quemaduras solares y los traumatismos y el de las cejas y las pestañas para paliar los traumatismos y las motas en los ojos y los párpados, el púbico tiene como objetivo «mantener a raya las heridas, los golpes genitales y las infecciones durante las relaciones sexuales». «Para evitar el contagio de enfermedades de transmisión sexual debemos mantener el vello púbico. Si uno usa de forma adecuada el preservativo y mantiene el pelo púbico sin rasurar, el riesgo de contagio es casi cero», opina Grimalt.
El dermatólogo asegura que con la depilación integral han aumentado de forma espectacular los condilomas genitales causados por el virus del papiloma humano (HPV). «Desde la última moda de depilación púbica en ambos sexos, los dermatólogos asistimos impotentes a un aumento alarmante de las enfermedades de transmisión sexual entre los jóvenes», advierte.
El pelo púbico, explica, tiene una función protectora contra el roce inevitable durante las relaciones sexuales. «Si los dos sujetos presentan un pubis sin pelo, cualquier infección de la piel que se encuentre encima de la piel de uno de ellos pasará indefectiblemente al compañero sexual», apunta.
No supone un riesgo, sin embargo, recortarlo y depilarse el área lateral no es tan arriesgado, por «el menor roce» de esta zona.
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¿Por qué los seres humanos tenemos vello púbico?
Un enigma más de nuestro cuerpo, apareció después de convertirnos en un «mono desnudo» para, probablemente, cumplir una función distinta a la del resto del vello corporal
Nuestros ancestros sufrieron un proceso de perdida de pelo corporal que nos convirtió en el único mono desnudo del planeta. Sin embargo, somos también el único mono que cubre sus partes púdicas con una ostentosa y casi excesiva mata de grueso vello. ¿Por qué? Si la pérdida del vello corporal fue evolutivamente beneficiosa para nuestros ancestros, ¿por qué no perdimos también el vello púbico en el transcurso de la evolución?
La resolución de este enigma pasa por echar un vistazo al árbol genealógico de unos insectos nada populares, los piojos. Como todos los parásitos, los piojos que hoy corretean por nuestro vello corporal han ido evolucionado junto con sus huéspedes, nuestros antepasados, a lo largo de nuestra historia evolutiva. Por ejemplo, los piojos que encontramos en los gorilas, del género Pthirus, divergieron de los piojos que encontramos en humanos y chimpancés, del género Pediculus, poco después de que los gorilas y el ancestro común a chimpancés y humanos se separasen.
De la misma manera, la especie de piojo que hoy combatimos en el pelo de nuestro hijos, Pediculus humanus capitis, se separó de la que encontramos en los chimpancés aproximadamente en el mismo momento en que chimpancés y humanos tomaron caminos evolutivos distintos, hace unos 6 millones de años. Desde entonces, hasta hace entre 80.000 y 170.000 años, los piojos del cabello humano sobrevivieron refugiados en nuestra testa sin poder colonizar nuevos ambientes, ya que nuestro escaso vello corporal les impedía expandirse. Sin embargo, hace entre 80.000 y 170.000 años (dependiendo de la población humana a la que nos refiramos) los humanos comenzamos a cubrir nuestro cuerpo con ropa y esto permitió a los piojos del cabello recolonizar nuestro cuerpo para convertirse en los piojos del cuerpo humano (Pediculus humanus corporis).
Esta interesante genealogía parásita no solo refleja un hecho evolutivo muy común, como es la coevolución de parásitos y huéspedes, sino que nos proporciona algunas pistas sobre el origen de nuestro vello púbico. Concretamente, lo hace la posición que en ella ocupa una especie muy particular de piojo del que aún no hemos hablado, y que algunos desafortunados humanos cobijan en su vello más íntimo. Se trata del «piojillo» (Pthirus pubis), también conocido como el piojo del vello púbico. Pues bien, resulta que esta especie no pertenece al grupo que evolucionó con chimpancés y humanos (Pediculus), como cabría esperar si hubiese evolucionado en el vello púbico de nuestro ancestro común. Sorprendentemente, pertenece al grupo de los piojos de los gorilas (Pthirus; un grupo que se especializa en vello más grueso que el de nuestro cabello) del que habría divergido hace tan solo 3,5 millones de años. Lo que esto sugiere es que el piojillo del vello púbico habría recolonizado nuestro cuerpo directamente desde los gorilas (mucho después de que gorilas y humanos tomásemos caminos evolutivos distintos) aprovechando la presencia de una nueva clase de pelo, convenientemente grueso, en nuestra especie.
Ornamento sexual
En resumen, el árbol genealógico de los piojos sugiere que nuestro «exagerado» (si lo comparamos con cualquier otra especie de mono del planeta) y grueso vello púbico apareció mucho después de convertirnos en un mono desnudo, y por tanto muy probablemente para servir una función completamente distinta a la del resto de nuestro vello corporal. ¿Cuál? Me temo que aquí volvemos a pisar terreno altamente especulativo. Las características de nuestro vello púbico y el hecho de que este aparezca durante la pubertad han llevado a algunos antropólogos a sugerir que se trata de un ornamento sexual que podría estar relacionado con la transmisión de feromonas sexuales (sustancias químicas atractivas para el sexo opuesto).
Esta posibilidad encaja bien con la presencia de glándulas apocrinas en la región del perineo (entre el ano y los genitales), que además crecen en tamaño y se activan durante la pubertad al mismo tiempo en que crece el vello púbico. Este tipo de glándulas del sudor están relacionadas con la secreción de feromonas sexuales en muchos mamíferos, donde con frecuencia van acompañadas de mechones de pelo que sirven literalmente para atrapar las feromonas emitidas, favoreciendo así su detección por parte de otros individuos.
Sin embargo, y a pesar de estos paralelismos, (aún) no existe evidencia firme que demuestre esta función en humanos, por lo que el vello púbico permanece de momento como un enigma más de nuestro cuerpo. Una cosa sí que sabemos, estudios recientes sugieren que la guerra que, a base de depilaciones brasileñas y armados con modernas máquinas de afeitar, hoy libramos contra el vello púbico esta trayendo consecuencias no siempre positivas. Aunque está reduciendo considerablemente las infestaciones por piojillos, al incrementar el contacto piel a piel durante las relaciones sexuales la ausencia de vello púbico parece estar favoreciendo la transmisión de varias enfermedades de transmisión sexual. Tenedlo en cuenta la próxima vez que blandáis la cuchilla de afeitar.
Nuestros ancestros sufrieron un proceso de perdida de pelo corporal que nos convirtió en el único mono desnudo del planeta. Sin embargo, somos también el único mono que cubre sus partes púdicas con una ostentosa y casi excesiva mata de grueso vello. ¿Por qué? Si la pérdida del vello corporal fue evolutivamente beneficiosa para nuestros ancestros, ¿por qué no perdimos también el vello púbico en el transcurso de la evolución?
La resolución de este enigma pasa por echar un vistazo al árbol genealógico de unos insectos nada populares, los piojos. Como todos los parásitos, los piojos que hoy corretean por nuestro vello corporal han ido evolucionado junto con sus huéspedes, nuestros antepasados, a lo largo de nuestra historia evolutiva. Por ejemplo, los piojos que encontramos en los gorilas, del género Pthirus, divergieron de los piojos que encontramos en humanos y chimpancés, del género Pediculus, poco después de que los gorilas y el ancestro común a chimpancés y humanos se separasen.
De la misma manera, la especie de piojo que hoy combatimos en el pelo de nuestro hijos, Pediculus humanus capitis, se separó de la que encontramos en los chimpancés aproximadamente en el mismo momento en que chimpancés y humanos tomaron caminos evolutivos distintos, hace unos 6 millones de años. Desde entonces, hasta hace entre 80.000 y 170.000 años, los piojos del cabello humano sobrevivieron refugiados en nuestra testa sin poder colonizar nuevos ambientes, ya que nuestro escaso vello corporal les impedía expandirse. Sin embargo, hace entre 80.000 y 170.000 años (dependiendo de la población humana a la que nos refiramos) los humanos comenzamos a cubrir nuestro cuerpo con ropa y esto permitió a los piojos del cabello recolonizar nuestro cuerpo para convertirse en los piojos del cuerpo humano (Pediculus humanus corporis).
Esta interesante genealogía parásita no solo refleja un hecho evolutivo muy común, como es la coevolución de parásitos y huéspedes, sino que nos proporciona algunas pistas sobre el origen de nuestro vello púbico. Concretamente, lo hace la posición que en ella ocupa una especie muy particular de piojo del que aún no hemos hablado, y que algunos desafortunados humanos cobijan en su vello más íntimo. Se trata del «piojillo» (Pthirus pubis), también conocido como el piojo del vello púbico. Pues bien, resulta que esta especie no pertenece al grupo que evolucionó con chimpancés y humanos (Pediculus), como cabría esperar si hubiese evolucionado en el vello púbico de nuestro ancestro común. Sorprendentemente, pertenece al grupo de los piojos de los gorilas (Pthirus; un grupo que se especializa en vello más grueso que el de nuestro cabello) del que habría divergido hace tan solo 3,5 millones de años. Lo que esto sugiere es que el piojillo del vello púbico habría recolonizado nuestro cuerpo directamente desde los gorilas (mucho después de que gorilas y humanos tomásemos caminos evolutivos distintos) aprovechando la presencia de una nueva clase de pelo, convenientemente grueso, en nuestra especie.
Ornamento sexual
En resumen, el árbol genealógico de los piojos sugiere que nuestro «exagerado» (si lo comparamos con cualquier otra especie de mono del planeta) y grueso vello púbico apareció mucho después de convertirnos en un mono desnudo, y por tanto muy probablemente para servir una función completamente distinta a la del resto de nuestro vello corporal. ¿Cuál? Me temo que aquí volvemos a pisar terreno altamente especulativo. Las características de nuestro vello púbico y el hecho de que este aparezca durante la pubertad han llevado a algunos antropólogos a sugerir que se trata de un ornamento sexual que podría estar relacionado con la transmisión de feromonas sexuales (sustancias químicas atractivas para el sexo opuesto).
Esta posibilidad encaja bien con la presencia de glándulas apocrinas en la región del perineo (entre el ano y los genitales), que además crecen en tamaño y se activan durante la pubertad al mismo tiempo en que crece el vello púbico. Este tipo de glándulas del sudor están relacionadas con la secreción de feromonas sexuales en muchos mamíferos, donde con frecuencia van acompañadas de mechones de pelo que sirven literalmente para atrapar las feromonas emitidas, favoreciendo así su detección por parte de otros individuos.
Sin embargo, y a pesar de estos paralelismos, (aún) no existe evidencia firme que demuestre esta función en humanos, por lo que el vello púbico permanece de momento como un enigma más de nuestro cuerpo. Una cosa sí que sabemos, estudios recientes sugieren que la guerra que, a base de depilaciones brasileñas y armados con modernas máquinas de afeitar, hoy libramos contra el vello púbico esta trayendo consecuencias no siempre positivas. Aunque está reduciendo considerablemente las infestaciones por piojillos, al incrementar el contacto piel a piel durante las relaciones sexuales la ausencia de vello púbico parece estar favoreciendo la transmisión de varias enfermedades de transmisión sexual. Tenedlo en cuenta la próxima vez que blandáis la cuchilla de afeitar.
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Depilarse o no depilarse, ¿qué es peor para el sexo?
Lo peor es estar depilado. "Siempre que sean los dos integrantes de la pareja quienes han optado por la depilación integral", aclara Ramón Grimalt, dermatólogo y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Y es que, al mantener relaciones sexuales totalmente depilados, estamos más expuestos a contraer enfermedades venéreas, incluido el sida.
"Cuando los dos sujetos que practican sexo lo hacen sin pelo en la zona genital, cambia considerablemente la superficie de roce que hay entre las dos personas. En este caso, el preservativo está protegiendo un área muy pequeña donde hay riesgo de contraer enfermedades. Sin embargo, si existe un cojinete de pelo y aire entre las dos personas, no existe contacto de piel con piel excepto en la parte que cubre el preservativo. Esta es la razón por la que ahora estamos viendo en el pubis enfermedades que antes solo veíamos en el pene y los genitales. Y es más: la mayoría de enfermedades de transmisión sexual se transfiere por contagio a través de pequeños traumatismos. Y al depilarse con cuchilla, por ejemplo, es muy probable hacerse microheridas, que serán la puerta de entrada de la infección", explica Grimalt.
Además, la presencia del vello púbico parece estar relacionada con la transmisión de feromonas sexuales. De hecho, tenemos glándulas apocrinas (las que segregan estas hormonas) entre el ano y los genitales, que crecen en tamaño y actividad a la misma vez que se despierta nuestra sexualidad, durante la adolescencia. Algo que también ocurre en otros mamíferos en los que sí está comprobado que tienen una función durante el apareamiento. En nuestro caso, la ciencia aún no ha logrado demostrarlo pero el hecho de que su falta nos traiga más infecciones en la zona.
LOS PELIGROS DE RASURARSE
DESHAZTE DEL VELLO EN CUALQUIER PARTE DEL CUERPO DE FORMA NATURAL Y PERMANENTE!!!
http://www.familiachidaoficial.com/2016/05/deshazte-del-vello-en-cualquier-parte.html?m=0
"Cuando los dos sujetos que practican sexo lo hacen sin pelo en la zona genital, cambia considerablemente la superficie de roce que hay entre las dos personas. En este caso, el preservativo está protegiendo un área muy pequeña donde hay riesgo de contraer enfermedades. Sin embargo, si existe un cojinete de pelo y aire entre las dos personas, no existe contacto de piel con piel excepto en la parte que cubre el preservativo. Esta es la razón por la que ahora estamos viendo en el pubis enfermedades que antes solo veíamos en el pene y los genitales. Y es más: la mayoría de enfermedades de transmisión sexual se transfiere por contagio a través de pequeños traumatismos. Y al depilarse con cuchilla, por ejemplo, es muy probable hacerse microheridas, que serán la puerta de entrada de la infección", explica Grimalt.
Además, la presencia del vello púbico parece estar relacionada con la transmisión de feromonas sexuales. De hecho, tenemos glándulas apocrinas (las que segregan estas hormonas) entre el ano y los genitales, que crecen en tamaño y actividad a la misma vez que se despierta nuestra sexualidad, durante la adolescencia. Algo que también ocurre en otros mamíferos en los que sí está comprobado que tienen una función durante el apareamiento. En nuestro caso, la ciencia aún no ha logrado demostrarlo pero el hecho de que su falta nos traiga más infecciones en la zona.
LOS PELIGROS DE RASURARSE
DESHAZTE DEL VELLO EN CUALQUIER PARTE DEL CUERPO DE FORMA NATURAL Y PERMANENTE!!!
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