EL DESPERTAR DEL ISLAM
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EL DESPERTAR DEL ISLAM
Los pueblos islámicos languidecieron durante siglos bajo el poder turco hasta que el quebrantamiento del Imperio otomano tras la primera guerra mundial y el de sus herederas coloniales Francia e Inglaterra tras la segunda les concedió sus ansiada libertad y regaló al mundo una vigorosa floración de jóvenes naciones islámicas nuevamente dueñas de sus destinos: Egipto, Libia, Siria, Líbano, Jordania, Iraq, Arabia Saudí y Yemen. A ellas se unirían sus hermanas Argelia y Marruecos.
Con la euforia de la recién estrenada autonomía, algunos líderes árabes dieron en soñar en una sola nación que uniera a todos los pueblos islámicos (el panarabismo), como en los tiempos gloriosos del califato omeya de Damasco. Por separado no somos nada –dijeron-, juntos formaríamos la nación más poderosa de la Tierra.
La idea no era mala sobre el papel o discutida en los cafés, pero quizá resultaba utópica en el siglo XX. La fanática cohesión religiosa que un día cimentó el Imperio omeya y los que lo sucedieron se había rebajado considerablemente con el tiempo. Los árabes instruidos se sentían más inclinados a un socialismo vagamente laico como el qué predicaban el egipcio Nasser o el argelino Ben Bella, que soñaron con acomodar a la realidad de los pueblos islámicos el modelo económico soviético, entonces muy prestigiado entre los parias de la Tierra.
Durante un tiempo, las pautas socialistas, consideradas signo de modernidad y progreso, suavizaron las costumbres islámicas. En los años cincuenta y sesenta, los árabes de las clases dirigentes que habitaban las ciudades vistieron a la europea, las mujeres abandonaron el velo y las largas tocas y los hombres se raparon las barbas.
El mundo árabe deseaba occidentalizares, pero para escapar de su atraso secular, necesitaban al más que buena voluntad y atuendos europeos. Las estructuras económicas y sociales perduraban. El mero cambio de apariencia exterior no bastaba. Con el progresivo desencanto, los líderes que al principio proclamaban libertad y democracia se fueron tornando dictadores autócratas, la corrupción administrativa heredada de los virreyes otomanos se perpetuó, y el pueblo, que tenía acceso a la propaganda de los bienes de consumo occidentales pero no a su disfrute, se sintió frustrado y malcontento.
Aquellos tímidos brotes de socialismo islámico de Argelia, Líbano y la extinta RAU (República Árabe Unida) se agostaron ante la dura realidad: se habían liberado de las potencias imperialista que los explotaban, eran dueños de su propio destino, pero seguían tan subdesarrollados y sometidos a poderes tiránicos como antes. Incluso peor. No se habían independizado de sí mismos, de los esquemas tribales y de la consideración de la mujer (más de la mitad de la población) como ciudadano de segunda clase, dos factores que impiden el desarrollo de una sociedad moderna.
A partir de los años cincuenta, el aumento del población (la población islámica global es aproximadamente de mil doscientos millones, el 20 por ciento de la población del mundo) y la falta de perspectiva laborales originaron una creciente ola migratoria hacia los países desarrollados de Occidente (Europa y América) donde el ciudadano disfrutaba de un nivel de vida y de libertades civiles impensables en los países islámicos. Algunos se integraron en el país de acogida y mejoraron de vida, pero otros llevaron consigo la sociedad opresiva e intolerante de la que venían huyendo y la reprodujeron en guetos y comunidades cerradas en las que voluntariamente se recluyeron.
Con la euforia de la recién estrenada autonomía, algunos líderes árabes dieron en soñar en una sola nación que uniera a todos los pueblos islámicos (el panarabismo), como en los tiempos gloriosos del califato omeya de Damasco. Por separado no somos nada –dijeron-, juntos formaríamos la nación más poderosa de la Tierra.
La idea no era mala sobre el papel o discutida en los cafés, pero quizá resultaba utópica en el siglo XX. La fanática cohesión religiosa que un día cimentó el Imperio omeya y los que lo sucedieron se había rebajado considerablemente con el tiempo. Los árabes instruidos se sentían más inclinados a un socialismo vagamente laico como el qué predicaban el egipcio Nasser o el argelino Ben Bella, que soñaron con acomodar a la realidad de los pueblos islámicos el modelo económico soviético, entonces muy prestigiado entre los parias de la Tierra.
Durante un tiempo, las pautas socialistas, consideradas signo de modernidad y progreso, suavizaron las costumbres islámicas. En los años cincuenta y sesenta, los árabes de las clases dirigentes que habitaban las ciudades vistieron a la europea, las mujeres abandonaron el velo y las largas tocas y los hombres se raparon las barbas.
El mundo árabe deseaba occidentalizares, pero para escapar de su atraso secular, necesitaban al más que buena voluntad y atuendos europeos. Las estructuras económicas y sociales perduraban. El mero cambio de apariencia exterior no bastaba. Con el progresivo desencanto, los líderes que al principio proclamaban libertad y democracia se fueron tornando dictadores autócratas, la corrupción administrativa heredada de los virreyes otomanos se perpetuó, y el pueblo, que tenía acceso a la propaganda de los bienes de consumo occidentales pero no a su disfrute, se sintió frustrado y malcontento.
Aquellos tímidos brotes de socialismo islámico de Argelia, Líbano y la extinta RAU (República Árabe Unida) se agostaron ante la dura realidad: se habían liberado de las potencias imperialista que los explotaban, eran dueños de su propio destino, pero seguían tan subdesarrollados y sometidos a poderes tiránicos como antes. Incluso peor. No se habían independizado de sí mismos, de los esquemas tribales y de la consideración de la mujer (más de la mitad de la población) como ciudadano de segunda clase, dos factores que impiden el desarrollo de una sociedad moderna.
A partir de los años cincuenta, el aumento del población (la población islámica global es aproximadamente de mil doscientos millones, el 20 por ciento de la población del mundo) y la falta de perspectiva laborales originaron una creciente ola migratoria hacia los países desarrollados de Occidente (Europa y América) donde el ciudadano disfrutaba de un nivel de vida y de libertades civiles impensables en los países islámicos. Algunos se integraron en el país de acogida y mejoraron de vida, pero otros llevaron consigo la sociedad opresiva e intolerante de la que venían huyendo y la reprodujeron en guetos y comunidades cerradas en las que voluntariamente se recluyeron.
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Re: EL DESPERTAR DEL ISLAM
¿Cómo se explica es contradicción? Por la frustración y el desencanto que se apoderado del mundo islámico tras el fracaso de su tímida aproximación al socialismo y a los valores occidentales. Aquel frustrado intento aperturista desencadenó una reacción contraria en la ultraconservadora monárquica saudí cuyas consecuencias se prolongan hasta hoy. Veamos cómo.
La familia real saudí profesa una interpretación extremadamente puritana y rigorista del islam sunita, la wahabí o salafista. (Salafistas notorios fueron Bin Laden y los responsables del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York. También los terroristas que perpetraron la matanza de Atocha se iniciaron en la mezquita de la M-30 de Madrid, principal foco de salafismo en España, construida y mantenida con petrodólares saudíes). En otras circunstancias es dudoso que esta doctrina tan rigorista se hubiera impuesto en sociedad alguna, pero el respaldo de los billones e petrodólares que acumulan los príncipes saudíes les permite influir grandemente en las depauperadas sociedades islámicas.
Los príncipes saudíes gastan millonadas (mera calderilla comparada con sus ingresos) en la financiación de mezquitas e imanes salafistas donde quiera que haya musulmanes. Los misioneros salafistas llevan su ardiente mensaje tanto a los correligionarios emigrados a Europa como a las escuelas coránicas de Afganistán, que están en sus manos, como a los rincones más apartados de África, donde el islam gana terreno tanto al animismo como al cristianismos.
La frustración de los pueblos que no han podido alcanzar el nivel de vida de Occidente (al que culpan de ese fracaso), sumada a la actividad misional de los salfisas que los persuade de que el regreso al islam riguroso los hará más felices, explica que tantos musulmanes cambien democracia por teocracia, y tolerancia por intolerancia. Los que en su juventud usaron pantalones vaqueros y dejaron que sus esposas vistieran a la europea, abominan ahora de pantalones y minifaldas y regresan, contritos a lo que creen ser su prístina identidad, la chilaba, la Kandora, el hijab, la kufiyya y el recitado del Corán con un ojo rencoroso clavado en Occidente, que, a pesar de ser corrupto y degenerado (desde la perspectiva islámica), nada en la abundancia y tiene de todo mientras que ellos, y los buenos musulmanes, siguen sumidos en la miseria. (El caso de argelino es especialmente significativo: comenzó siendo un país socialista y europeizado y paulatinamente ha ido virando hacia el fundamentalismo religiosos contra el que hoy se debate).
Ese rencor racial y religioso es caldo de cultivo de los fundamentalismos que creen encontrar las claves en su vida política y social en el Corán, un libro concebido para tribus y pastores y caravaneros en el siglo VII. Esto explica que se recluyan en un voluntario apartheid regido por normas contrarias a la sociedad que los acoge (recordemos los conflictos planteados por el velo femenino en las escuelas y por el uso del burka; recordemos su insistencia en mantener esas barbas, esos gorros, esos atuendos diferenciadores). También explica que sigan sin integrarse incluso los muslmanes de la tercera generación nacida en Europa. Los imanes salfistas predican la guerra santa contra los impíos regímenes occidentales y contra los regímenes musulmanes tolerantes, a los que consideran apóstatas. El ateo y decadente Occidente sigue siendo para ellos una tierra de infieles cuya sociedad moralmente corrupta no tiene nada que ofrecerles parte de oportunidades profesionales, gratuidad del estado del bienestar, hospitales, servicios, igualdad entre los sexos, carreteras, escuelas, justicia y derechos civiles desconocidos en los países musulmanes.
Manifestación islámica en Occidente: <el islam dominará el mundo. Al diablo con la libertad>
LOS MUSULMANES NO ESTÁN CONTENTOS
No están contentos en Gaza
No están contentos en Judea y Samaria
No están contentos en Israel
No están contentos en Egipto
No están contentos en Libia
No están contentos en Argelia
No están contentos en Túnez
No están contentos en Marruecos
No están contentos en Yemen
No están contentos en Irak
No están contentos en Siria
No están contentos en el Líbano
No están contentos en Sudán
No están contentos en Jordania
Y... ¿DÓNDE ESTÁN CONTENTOS? PUES
Están contentos en Inglaterra
Están muy contentos en Francia
Están contentísimos en España
Están supercontentos en Italia
Están contentos en Alemania
Están contentos en Suecia
Están contentos en Holanda
Están contentos en Bélgica
Están contentos en Noruega
Están contentos en USA
Están contentos en Suiza
Están contentos en Dinamarca
O SEA, EN CUALQUIER PAÍS DEL MUNDO
DONDE NO HAYA UN GOBIERNO MUSULMÁN
Pero... ¿a quién culpan de su descontento en Egipto, Siria, Libia, Túnez, Yemen. etc.?
NO AL ISLAM,
NO A SUS CORRUPTOS DIRIGENTES,
NO A SU FANATISMO.
LA CULPA LA TIENEN LOS MISMOS PAÍSES EN DONDE
ELLOS PRECISAMENTE VIVEN BIEN, CON SUS COSTUMBRES
SU SEGURIDAD SOCIAL, SUS MEZQUITAS, SUS DERECHOS.
La familia real saudí profesa una interpretación extremadamente puritana y rigorista del islam sunita, la wahabí o salafista. (Salafistas notorios fueron Bin Laden y los responsables del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York. También los terroristas que perpetraron la matanza de Atocha se iniciaron en la mezquita de la M-30 de Madrid, principal foco de salafismo en España, construida y mantenida con petrodólares saudíes). En otras circunstancias es dudoso que esta doctrina tan rigorista se hubiera impuesto en sociedad alguna, pero el respaldo de los billones e petrodólares que acumulan los príncipes saudíes les permite influir grandemente en las depauperadas sociedades islámicas.
Los príncipes saudíes gastan millonadas (mera calderilla comparada con sus ingresos) en la financiación de mezquitas e imanes salafistas donde quiera que haya musulmanes. Los misioneros salafistas llevan su ardiente mensaje tanto a los correligionarios emigrados a Europa como a las escuelas coránicas de Afganistán, que están en sus manos, como a los rincones más apartados de África, donde el islam gana terreno tanto al animismo como al cristianismos.
La frustración de los pueblos que no han podido alcanzar el nivel de vida de Occidente (al que culpan de ese fracaso), sumada a la actividad misional de los salfisas que los persuade de que el regreso al islam riguroso los hará más felices, explica que tantos musulmanes cambien democracia por teocracia, y tolerancia por intolerancia. Los que en su juventud usaron pantalones vaqueros y dejaron que sus esposas vistieran a la europea, abominan ahora de pantalones y minifaldas y regresan, contritos a lo que creen ser su prístina identidad, la chilaba, la Kandora, el hijab, la kufiyya y el recitado del Corán con un ojo rencoroso clavado en Occidente, que, a pesar de ser corrupto y degenerado (desde la perspectiva islámica), nada en la abundancia y tiene de todo mientras que ellos, y los buenos musulmanes, siguen sumidos en la miseria. (El caso de argelino es especialmente significativo: comenzó siendo un país socialista y europeizado y paulatinamente ha ido virando hacia el fundamentalismo religiosos contra el que hoy se debate).
Ese rencor racial y religioso es caldo de cultivo de los fundamentalismos que creen encontrar las claves en su vida política y social en el Corán, un libro concebido para tribus y pastores y caravaneros en el siglo VII. Esto explica que se recluyan en un voluntario apartheid regido por normas contrarias a la sociedad que los acoge (recordemos los conflictos planteados por el velo femenino en las escuelas y por el uso del burka; recordemos su insistencia en mantener esas barbas, esos gorros, esos atuendos diferenciadores). También explica que sigan sin integrarse incluso los muslmanes de la tercera generación nacida en Europa. Los imanes salfistas predican la guerra santa contra los impíos regímenes occidentales y contra los regímenes musulmanes tolerantes, a los que consideran apóstatas. El ateo y decadente Occidente sigue siendo para ellos una tierra de infieles cuya sociedad moralmente corrupta no tiene nada que ofrecerles parte de oportunidades profesionales, gratuidad del estado del bienestar, hospitales, servicios, igualdad entre los sexos, carreteras, escuelas, justicia y derechos civiles desconocidos en los países musulmanes.
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LOS MUSULMANES NO ESTÁN CONTENTOS
No están contentos en Gaza
No están contentos en Judea y Samaria
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No están contentos en Túnez
No están contentos en Marruecos
No están contentos en Yemen
No están contentos en Irak
No están contentos en Siria
No están contentos en el Líbano
No están contentos en Sudán
No están contentos en Jordania
Y... ¿DÓNDE ESTÁN CONTENTOS? PUES
Están contentos en Inglaterra
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Pero... ¿a quién culpan de su descontento en Egipto, Siria, Libia, Túnez, Yemen. etc.?
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NO A SUS CORRUPTOS DIRIGENTES,
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Última edición por CYBERNAUTAS el Vie Sep 25, 2015 9:23 pm, editado 2 veces (Razón : Texto extraído del libro de Juan Eslava Galán: Historia del mundo contada para escépticos.)
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Por qué no debe autorizarse una gran mezquita, por Antonio Alemany
El colectivo musulmán residente en Mallorca- nada menos, por lo visto, 45.000 personas- aspiran y exigen que se creen cementerios específicos para ellos y, especialmente, que se autorice la erección de una Gran Mezquita. No debe aceptarse esta pretensión por múltiples, obvios y razonables criterios, que van desde lo jurídico a lo cultural y moral. Comencemos con la primera razón: el principio de reciprocidad.
La reciprocidad es una de las piedras angulares del Derecho Internacional que deriva del“principio de soberanía” de un Estado, de cualquier Estado. Es un principio que viene de lejos en las relaciones internacionales y que puede sintetizarse a la llana: yo te aplico a ti la ley que tu me aplicas en tu país. Cuando en el mundo musulmán se persigue, por ejemplo, a los cristianos, prohibiendo y, con frecuencia, persiguiendo- con masacres incluidas- el culto cristiano en estos países constituiría un sarcasmo y un burla de este principio de reciprocidad que, por lo demás, impregna, literalmente para que no haya dudas, buena parte del articulado de la Constitución española, comenzando por la extradición y acabando por el derecho de sufragio a los extranjeros residentes en España. A mayor abundamiento, el mundo musulmán considera “infieles” a los que no son musulmanes, siendo lo más grave que la inmensa mayoría islamista ha interiorizado la sharía, este “código de conducta” canónico cuya vigencia y aplicación práctica no es, desde luego, ninguna broma. Aquí se podrán erigir grandes mezquitas el día que se puedan erigir grandes catedrales en el mundo islámico. Por desgracia, el mundo islámico actual no tiene nada que ver con la idealizada, por Américo Castro, “España de las tres culturas”. Hoy, todos los sabios árabes españoles que transmitieron a Occidente toda la sabiduría griega serían reputados como “herejes”
Pero, lo importante, no son sólo estas normas de reciprocidad que rigen en los países civilizados, sino otros aspectos culturales y morales que, concreta y específicamente, en los residentes musulmanes, chocan frontalmente con los principios, valores, derechos y libertades de las sociedades de acogida, la balear entre otras. Es viejo, ante la inmigración, el debate entre el multiculturalismo y el asimilismo, debate que sólo se produce en las sociedades tolerantes occidentales- jamás en las sociedades islámicas- cuyo “buenismo” lleva a considerar al inmigrante musulmán, su cultura, sus principios y sus valores, en términos etnológicos, es decir, la consideración del inmigrante en función de lo patrones de sus culturas de origen. Esta tolerante contemplación de la “diferencia” del inmigrante islámico provoca unos conflictos sencillamente- al menos por ahora- irresolubles. Y es que el “multiculturalismo” resulta intolerable cuando choca frontalmente con los principios y valores occidentales, constitucionalmente fijados, y que son de obligado respeto y práctica por todos los residentes en territorio español, incluidos, por supuesto y muy especialmente, los residentes musulmanes. No hace falta advertir que mientras la violencia de género que practican, aquí y ahora, los musulmanes respecto de la mujer constituyen una flagrante violación de las leyes españolas que, obviamente, quieren consolidar y seguir practicando las mezquitas, madrassas y demás instrumentos del comisariado de la virtud musulmana. ¿Grandes mezquitas? Francamente, no, gracias.
La reciprocidad es una de las piedras angulares del Derecho Internacional que deriva del“principio de soberanía” de un Estado, de cualquier Estado. Es un principio que viene de lejos en las relaciones internacionales y que puede sintetizarse a la llana: yo te aplico a ti la ley que tu me aplicas en tu país. Cuando en el mundo musulmán se persigue, por ejemplo, a los cristianos, prohibiendo y, con frecuencia, persiguiendo- con masacres incluidas- el culto cristiano en estos países constituiría un sarcasmo y un burla de este principio de reciprocidad que, por lo demás, impregna, literalmente para que no haya dudas, buena parte del articulado de la Constitución española, comenzando por la extradición y acabando por el derecho de sufragio a los extranjeros residentes en España. A mayor abundamiento, el mundo musulmán considera “infieles” a los que no son musulmanes, siendo lo más grave que la inmensa mayoría islamista ha interiorizado la sharía, este “código de conducta” canónico cuya vigencia y aplicación práctica no es, desde luego, ninguna broma. Aquí se podrán erigir grandes mezquitas el día que se puedan erigir grandes catedrales en el mundo islámico. Por desgracia, el mundo islámico actual no tiene nada que ver con la idealizada, por Américo Castro, “España de las tres culturas”. Hoy, todos los sabios árabes españoles que transmitieron a Occidente toda la sabiduría griega serían reputados como “herejes”
Pero, lo importante, no son sólo estas normas de reciprocidad que rigen en los países civilizados, sino otros aspectos culturales y morales que, concreta y específicamente, en los residentes musulmanes, chocan frontalmente con los principios, valores, derechos y libertades de las sociedades de acogida, la balear entre otras. Es viejo, ante la inmigración, el debate entre el multiculturalismo y el asimilismo, debate que sólo se produce en las sociedades tolerantes occidentales- jamás en las sociedades islámicas- cuyo “buenismo” lleva a considerar al inmigrante musulmán, su cultura, sus principios y sus valores, en términos etnológicos, es decir, la consideración del inmigrante en función de lo patrones de sus culturas de origen. Esta tolerante contemplación de la “diferencia” del inmigrante islámico provoca unos conflictos sencillamente- al menos por ahora- irresolubles. Y es que el “multiculturalismo” resulta intolerable cuando choca frontalmente con los principios y valores occidentales, constitucionalmente fijados, y que son de obligado respeto y práctica por todos los residentes en territorio español, incluidos, por supuesto y muy especialmente, los residentes musulmanes. No hace falta advertir que mientras la violencia de género que practican, aquí y ahora, los musulmanes respecto de la mujer constituyen una flagrante violación de las leyes españolas que, obviamente, quieren consolidar y seguir practicando las mezquitas, madrassas y demás instrumentos del comisariado de la virtud musulmana. ¿Grandes mezquitas? Francamente, no, gracias.
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la intolerancia del islamismo radical, una gran amenaza
Cuál fue nuestra sorpresa el otro día, viajando a lo largo de la costa de Tarragona, cuando pasamos por un pueblo, por la carretera nacional II (no recuerdo cuál era) y contemplamos una mezquita junto a la iglesia del pueblo, y de la misma medida, una mezquita descomunal de tamaño. Nos quedamos estupefactos todos los que íbamos en el coche. Sorprende ver una mezquita de estas dimensiones en unos lares que siempre han sido cristianos, es algo que no encaja. Nos podrán acusar de xenófobos, de intolerantes por tener estas opiniones. Teóricamente deberíamos permitir que se profesaran todas las religiones en todas partes y que no pasara nada. Pero nuestra opinión es que estamos perdiendo "el oremus" en Europa.
La debilidad de los gobiernos estatales, regionales, locales al defender los fundamentos europeos, como es la religión católica, sin duda el vínculo que nos viene directo de Roma, la cuna de la civilización occidental, nos puede llevar a escenarios dramáticos de aquí a pocos años. Mientras tanto, la quema de iglesias, la tortura y la muerte de cristianos en todo el mundo donde campa el islamismo radical se sucede y tampoco parece que ningún gobierno y ningún país lo defienda como es debido. Así nos va. Dentro de unos años lo pagaremos muy pero que muy caro...
La debilidad de los gobiernos estatales, regionales, locales al defender los fundamentos europeos, como es la religión católica, sin duda el vínculo que nos viene directo de Roma, la cuna de la civilización occidental, nos puede llevar a escenarios dramáticos de aquí a pocos años. Mientras tanto, la quema de iglesias, la tortura y la muerte de cristianos en todo el mundo donde campa el islamismo radical se sucede y tampoco parece que ningún gobierno y ningún país lo defienda como es debido. Así nos va. Dentro de unos años lo pagaremos muy pero que muy caro...
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¿Por qué el Islam no es reformable?
Días atrás tuve la oportunidad de leer, con interés y respeto, el análisis que Daniel Pipes, publicó en su momento bajo el titular, “¿Puede reformarse el Islam? La historia y la condición humana dicen que sí”. Sin pretender entrar en polémica, un servidor, con el debido respeto, viene a defender la tesis contraria, a saber: --“El Islam no es reformable”--, teoría que apoyo en los siguientes hechos:
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Primero.- La esencia del Islamismo, que no es una moda, ni una tendencia cultural que con el tiempo serán sustituidas por otras modas o tendencias, sino –un movimiento político religioso que aspira a hacer del Islam la única ideología político religiosa, en aquellos territorios donde está instaurada, y en aquellos otros donde aspira a instaurarse--. El Islamismo, no es una cuestión que se pueda discutir para un musulmán, el Islamismo se acata tal y como se indica en El noble Corán, porque para los musulmanes contiene la palabra de Dios, revelada a Mahoma en 114 capítulos o "suras", con 6.222 versículos o "aleyas" que deben seguirse, sin discusión ¡en el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso!
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Si aceptamos que el Corán es la principal fuente de Derecho en el mundo islámico; y la Sharia, es el soporte jurídico divino que proporciona mandamientos obligatorios para los islamistas creyentes, así como un esquema de pensamiento y educación según los principios derivados del Corán; por tanto: --la Sharia es la palabra de Alá, que es eterna, universal, perfecta, de obligada aceptación y cumplimiento para los buenos musulmanes--. El Corán es un texto fijo e inmutable.
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Una vez que hemos llegado a esa conclusión, podremos admitir como ejemplo, la posibilidad de conseguir una mezcla homogénea entre el aceite y el agua, pero ante tal hipótesis nos encontraremos con que: --los líquidos que tienen diferentes densidades y solubilidad a la hora de mezclaros los más densos se van al fondo y los menos densos flotan sobre los inferiores--, con otra razón científica que está en la polaridad. La polaridad es una propiedad que tienen los cuerpos cuando los átomos que forman sus moléculas tienen cargas opuestas (eléctricas o magnéticas) por lo que el intento de mezcla, de agua y aceite, se hace imposible. Podremos hablar sobre que la evolución en la historia de otras modificaciones físicas han sido posibles; pero mientras hablamos de esta hipótesis e, incluso, algunos cretinos, podrían considerarlo posible, el resto de ciudadanos nos veríamos inmersos en la melancolía esperando que pudiera ser posible, lo que científicamente no lo es. Algo similar ocurre con la posibilidad de que “el Islam sea reformable”.
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Segundo.- Se puede ser o no islamista; pero un islamista, que admita serlo, tiene imperativamente los siguientes mandatos religiosos:
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--Matar infieles (judíos y cristianos) absuelve de 700 pecados ante Alá— En una ocasión, se le pregunto al Apóstol de Alá: --¿Cuál es la mejor obra? – Él respondió: --Creer en Alá y su Apóstol Mahoma”. Después le preguntaron: --¿Cuál es la siguiente obra mejor en bondad?—Él respondió: --“Participar en la Yihad (guerra santa), la lucha religiosa en la causa de Alá”--. En el concepto musulmán de “guerra santa” se enseña que: --los mártires que mueren se aseguran el cielo--.
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Occidente debe conocer que, para los musulmanes: --La Yihad es una orden que emana de Alá, y que la transmitió Mahoma a sus seguidores. Es un imperativo universal y para todos los tiempos, según el Islam. La Yihad, tiene que durar hasta que la humanidad se someta al Islam.
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C.9:29: -- ¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura (judíos y cristianos), no creen en Alá, ni en el último Día, ni prohíben lo que Alá y Su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente!--
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C. 2:191:-- "Matadlos donde quiera que los encontréis y expulsadlos de donde os hayan expulsado. La oposición (a vuestra creencia) es más grave que matar”. Oponerse al Islam es causa suficiente para que los musulmanes desencadenen una masacre. Los musulmanes tienen la obligación de recuperar el territorio perdido de donde fueron expulsados, por ejemplo España.
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C. 2:193:-- "Luchad contra ellos hasta que no haya más oposición y la Adoración debida sea sólo para Alá. Pero si cesan, que no haya entonces hostilidad excepto contra los injustos”--. Es decir, los musulmanes tienen la obligación de conquistar las tierras de los infieles, es decir, todas las demás.
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C.3:28: -- ¡Que no tomen los creyentes como amigos a los infieles en lugar de tomar a los creyentes –quien obre así no tendrá ninguna participación de Alá— C.5:51:-- ¡Creyentes! ¡No toméis como amigos a los judíos y a los cristianos! Son amigos unos de otros. Quien de vosotros trabe amistad con ellos, se hace uno de ellos. Alá no guía al pueblo impío--. C.4.101:-- Los infieles son para vosotros un enemigo declarado--.
C.5:51:-- “¡Vosotros que creéis! No toméis por aliados a los judíos ni a los cristianos; unos son aliados de otros. Es cierto que Alá no guía a los injustos”.
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Los musulmanes no deben tomar amigos entre los cristianos ni judíos. Deben combatir contra quienes rechacen el Islam hasta que se rindan, paguen el tributo y se humillen.
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C. 8:17:-- “Y no los matasteis vosotros, Alá los mató. Ni tirabas tú cuando tirabas sino que era Alá quien tiraba”. Esta es una absolución por adelantado para quien mata “en nombre de Alá”. El musulmán nunca tiene sentimientos de culpa tras las matanzas de infieles.
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C. 9:5:-- “Y cuando hayan pasado los meses inviolables, matad a los asociadores donde quiera que los halléis. Capturadlos, sitiadlos y tendedles toda clase de emboscadas; pero si se retractan, establecen el salat y entregan el zakat, dejad que sigan su camino. Verdaderamente Alá es Perdonador y Compasivo”.
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C.9:14:-- ¡Combatid contra ellos! Alá les castigará a manos nuestras y les llenará de vergüenza, mientras que a vosotros os auxiliará contra ellos, curando así los pechos de gente creyente--.
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C.9:123: --¡Creyentes! ¡Combatid contra los infieles que tengáis cerca! ¡Que os encuentren duros! ¡Sabed que Alá está con los que Le temen!
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C. 47:4:-- “Y cuando tengáis un encuentro con los que se niegan a creer, golpeadlos en la nuca; y una vez los hayáis dejado fuera de combate, apretad las ligaduras y luego, liberadlos con benevolencia o pedid un rescate. Así hasta que la guerra deponga sus cargas. Así es, y si Alá quisiera se defendería de ellos, pero lo hace para poneros a prueba unos con otros. Y los que combaten en el camino de Alá, Él no dejará que sus obras se pierdan.”.
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Otra cuestión a tener presente es “la desigualdad en el Islam”, que chocan frontalmente con el concepto de la Carta de los Derechos del Hombre. El musulmán es superior al no musulmán. [Corán 3:110] “Sois la mejor comunidad que ha surgido en bien de los hombres. Ordenáis lo reconocido, impedís lo reprobable y creéis en Alá”
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El hombre es superior a la mujer. [Corán 4:34] “Los hombres están al cargo de las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos sobre otros y en virtud de lo que (en ellas) gastan de sus riquezas. Las habrá que sean rectas, obedientes y que guarden, cuando no las vean, aquello que Alá manda guardar. Pero aquéllas cuya rebeldía temáis, amonestadlas, no os acostéis con ellas, pegadles; pero si os obedecen, no busquéis ningún medio contra ellas. Alá es siempre Excelso, Grande.”. Y sin embargo, las feministas callan, incluso hablan de “feminismo islámico”.
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Los amos (los musulmanes) son superiores a los esclavos o siervos (cristianos y judíos). El Islam aún no ha derogado la esclavitud. Esta aún se practica en Arabia Saudita y Sudán, donde la trata de negros es tema de actualidad.
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Tercero.- A pesar de ser un texto de algo más de 1.400 años de antigüedad, resulta absolutamente vigente. Los temas que desarrolla no han perdido actualidad ni importancia, y su lenguaje es perfectamente comprensible.
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El totalitarismo islámico se ha auto otorgado la potestad de decidir que países tienen el derecho de existir y cuales no. Los islamistas exigen imperiosamente la reislamización de la Península Ibérica, territorio al que consideran profanado por los “cruzados españoles y portugueses”, así como pretenden reislamizar Israel, territorio al que también consideran profanado, pero por los “sionistas judíos”.
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Es decir, cuando en un territorio musulmán, generación, tras generación, tras generación, las personas que allí residen (y les trato de personas, no de ciudadanos, porque dichas personas no disponen de los derechos de ciudadanía posteriores a la Revolución Francesa) reciben los principios del Islam, nunca llegan a conocer lo que significa “libre albedrío”, ocurriéndoles lo que a las aves que nacen en una jaula –que llegan a creer que volar es una enfermedad--, resulta absurdo hipotetizar sobre la posibilidad de que ese islamismo, gravado a sangre y fuego en la genética musulmana, pudiera llegar a autoreformarse.
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Manosear esa posibilidad, puede tener efectos secundarios en una sociedad acomodaticia y acostumbrada a –que sean otros quienes analicen, sobre esta o aquella cuestión política y nos digan (a la sociedad) lo que está debe pensar al respecto—sobre el Islamismo en particular.
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Cuarto.- ¿Cómo pueden hacer uso de ese derecho personas, mujeres en su mayoría, que no han tenido la oportunidad de educarse? Para poder leer a pensadores como: --Erasmo, Tomás Moro, Aristóteles, Sócrates, Nietzsche, Platón, Marx, Descartes, Confucio, Kant, Rousseau, Voltaire, Schopenhauer, Sartre, Montesquieu, Tolstoi, Kafka, Dostoyevski, Séneca, Foucault, Rusell, Camus, Bakunin, Tagore, Chesterton, Arendt, Troskky, Cicerón, Maimónides, Averroes, Tomás de Aquino, etc.--, lo primero que hace falta es saber leer y luego tener la oportunidad de poder hacerlo, para tras la lectura y el análisis de lo leído poder llegar a una conclusión o la contraria, de forma libre, personal e intransferible. Y después, haciendo uso del libre albedrío, que cada cual opte por hacerse prosélito de esta o aquella religión, o de ninguna. ¿Ustedes se imaginan al autoproclamado califa del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), Abú Bakr al Baghdadi leyendo, como Averroes, a Aristóteles y elaborar una crítica al respecto?
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Por tanto llegados a este punto es, salvo mejor opinión, un error dar a entender que algún día, respecto al Islamismo, las cosas podrán ser de otra forma. Y para aquellos que ven mejoras en la cuestión, procede preguntarles: --¿respecto al Islam, las cosas han empeorado o mejorado en el último cuarto de siglo? Y en relación a Turquía ¿hay hoy más o menos libertad para la ciudadanía que cuando llegó al poder el Premier turco Recep Tayyip Erdoğán (hoy Presidente)?
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Por todo lo anterior y como dijo, Isaac Asimov: --Negar un hecho es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho--.
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…He dicho!
*Por Ángel Rico
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Primero.- La esencia del Islamismo, que no es una moda, ni una tendencia cultural que con el tiempo serán sustituidas por otras modas o tendencias, sino –un movimiento político religioso que aspira a hacer del Islam la única ideología político religiosa, en aquellos territorios donde está instaurada, y en aquellos otros donde aspira a instaurarse--. El Islamismo, no es una cuestión que se pueda discutir para un musulmán, el Islamismo se acata tal y como se indica en El noble Corán, porque para los musulmanes contiene la palabra de Dios, revelada a Mahoma en 114 capítulos o "suras", con 6.222 versículos o "aleyas" que deben seguirse, sin discusión ¡en el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso!
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Si aceptamos que el Corán es la principal fuente de Derecho en el mundo islámico; y la Sharia, es el soporte jurídico divino que proporciona mandamientos obligatorios para los islamistas creyentes, así como un esquema de pensamiento y educación según los principios derivados del Corán; por tanto: --la Sharia es la palabra de Alá, que es eterna, universal, perfecta, de obligada aceptación y cumplimiento para los buenos musulmanes--. El Corán es un texto fijo e inmutable.
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Una vez que hemos llegado a esa conclusión, podremos admitir como ejemplo, la posibilidad de conseguir una mezcla homogénea entre el aceite y el agua, pero ante tal hipótesis nos encontraremos con que: --los líquidos que tienen diferentes densidades y solubilidad a la hora de mezclaros los más densos se van al fondo y los menos densos flotan sobre los inferiores--, con otra razón científica que está en la polaridad. La polaridad es una propiedad que tienen los cuerpos cuando los átomos que forman sus moléculas tienen cargas opuestas (eléctricas o magnéticas) por lo que el intento de mezcla, de agua y aceite, se hace imposible. Podremos hablar sobre que la evolución en la historia de otras modificaciones físicas han sido posibles; pero mientras hablamos de esta hipótesis e, incluso, algunos cretinos, podrían considerarlo posible, el resto de ciudadanos nos veríamos inmersos en la melancolía esperando que pudiera ser posible, lo que científicamente no lo es. Algo similar ocurre con la posibilidad de que “el Islam sea reformable”.
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Segundo.- Se puede ser o no islamista; pero un islamista, que admita serlo, tiene imperativamente los siguientes mandatos religiosos:
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--Matar infieles (judíos y cristianos) absuelve de 700 pecados ante Alá— En una ocasión, se le pregunto al Apóstol de Alá: --¿Cuál es la mejor obra? – Él respondió: --Creer en Alá y su Apóstol Mahoma”. Después le preguntaron: --¿Cuál es la siguiente obra mejor en bondad?—Él respondió: --“Participar en la Yihad (guerra santa), la lucha religiosa en la causa de Alá”--. En el concepto musulmán de “guerra santa” se enseña que: --los mártires que mueren se aseguran el cielo--.
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Occidente debe conocer que, para los musulmanes: --La Yihad es una orden que emana de Alá, y que la transmitió Mahoma a sus seguidores. Es un imperativo universal y para todos los tiempos, según el Islam. La Yihad, tiene que durar hasta que la humanidad se someta al Islam.
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C.9:29: -- ¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura (judíos y cristianos), no creen en Alá, ni en el último Día, ni prohíben lo que Alá y Su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente!--
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C. 2:191:-- "Matadlos donde quiera que los encontréis y expulsadlos de donde os hayan expulsado. La oposición (a vuestra creencia) es más grave que matar”. Oponerse al Islam es causa suficiente para que los musulmanes desencadenen una masacre. Los musulmanes tienen la obligación de recuperar el territorio perdido de donde fueron expulsados, por ejemplo España.
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C. 2:193:-- "Luchad contra ellos hasta que no haya más oposición y la Adoración debida sea sólo para Alá. Pero si cesan, que no haya entonces hostilidad excepto contra los injustos”--. Es decir, los musulmanes tienen la obligación de conquistar las tierras de los infieles, es decir, todas las demás.
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C.3:28: -- ¡Que no tomen los creyentes como amigos a los infieles en lugar de tomar a los creyentes –quien obre así no tendrá ninguna participación de Alá— C.5:51:-- ¡Creyentes! ¡No toméis como amigos a los judíos y a los cristianos! Son amigos unos de otros. Quien de vosotros trabe amistad con ellos, se hace uno de ellos. Alá no guía al pueblo impío--. C.4.101:-- Los infieles son para vosotros un enemigo declarado--.
C.5:51:-- “¡Vosotros que creéis! No toméis por aliados a los judíos ni a los cristianos; unos son aliados de otros. Es cierto que Alá no guía a los injustos”.
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Los musulmanes no deben tomar amigos entre los cristianos ni judíos. Deben combatir contra quienes rechacen el Islam hasta que se rindan, paguen el tributo y se humillen.
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C. 8:17:-- “Y no los matasteis vosotros, Alá los mató. Ni tirabas tú cuando tirabas sino que era Alá quien tiraba”. Esta es una absolución por adelantado para quien mata “en nombre de Alá”. El musulmán nunca tiene sentimientos de culpa tras las matanzas de infieles.
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C. 9:5:-- “Y cuando hayan pasado los meses inviolables, matad a los asociadores donde quiera que los halléis. Capturadlos, sitiadlos y tendedles toda clase de emboscadas; pero si se retractan, establecen el salat y entregan el zakat, dejad que sigan su camino. Verdaderamente Alá es Perdonador y Compasivo”.
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C.9:14:-- ¡Combatid contra ellos! Alá les castigará a manos nuestras y les llenará de vergüenza, mientras que a vosotros os auxiliará contra ellos, curando así los pechos de gente creyente--.
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C.9:123: --¡Creyentes! ¡Combatid contra los infieles que tengáis cerca! ¡Que os encuentren duros! ¡Sabed que Alá está con los que Le temen!
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C. 47:4:-- “Y cuando tengáis un encuentro con los que se niegan a creer, golpeadlos en la nuca; y una vez los hayáis dejado fuera de combate, apretad las ligaduras y luego, liberadlos con benevolencia o pedid un rescate. Así hasta que la guerra deponga sus cargas. Así es, y si Alá quisiera se defendería de ellos, pero lo hace para poneros a prueba unos con otros. Y los que combaten en el camino de Alá, Él no dejará que sus obras se pierdan.”.
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Otra cuestión a tener presente es “la desigualdad en el Islam”, que chocan frontalmente con el concepto de la Carta de los Derechos del Hombre. El musulmán es superior al no musulmán. [Corán 3:110] “Sois la mejor comunidad que ha surgido en bien de los hombres. Ordenáis lo reconocido, impedís lo reprobable y creéis en Alá”
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El hombre es superior a la mujer. [Corán 4:34] “Los hombres están al cargo de las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos sobre otros y en virtud de lo que (en ellas) gastan de sus riquezas. Las habrá que sean rectas, obedientes y que guarden, cuando no las vean, aquello que Alá manda guardar. Pero aquéllas cuya rebeldía temáis, amonestadlas, no os acostéis con ellas, pegadles; pero si os obedecen, no busquéis ningún medio contra ellas. Alá es siempre Excelso, Grande.”. Y sin embargo, las feministas callan, incluso hablan de “feminismo islámico”.
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Los amos (los musulmanes) son superiores a los esclavos o siervos (cristianos y judíos). El Islam aún no ha derogado la esclavitud. Esta aún se practica en Arabia Saudita y Sudán, donde la trata de negros es tema de actualidad.
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Tercero.- A pesar de ser un texto de algo más de 1.400 años de antigüedad, resulta absolutamente vigente. Los temas que desarrolla no han perdido actualidad ni importancia, y su lenguaje es perfectamente comprensible.
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El totalitarismo islámico se ha auto otorgado la potestad de decidir que países tienen el derecho de existir y cuales no. Los islamistas exigen imperiosamente la reislamización de la Península Ibérica, territorio al que consideran profanado por los “cruzados españoles y portugueses”, así como pretenden reislamizar Israel, territorio al que también consideran profanado, pero por los “sionistas judíos”.
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Es decir, cuando en un territorio musulmán, generación, tras generación, tras generación, las personas que allí residen (y les trato de personas, no de ciudadanos, porque dichas personas no disponen de los derechos de ciudadanía posteriores a la Revolución Francesa) reciben los principios del Islam, nunca llegan a conocer lo que significa “libre albedrío”, ocurriéndoles lo que a las aves que nacen en una jaula –que llegan a creer que volar es una enfermedad--, resulta absurdo hipotetizar sobre la posibilidad de que ese islamismo, gravado a sangre y fuego en la genética musulmana, pudiera llegar a autoreformarse.
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Manosear esa posibilidad, puede tener efectos secundarios en una sociedad acomodaticia y acostumbrada a –que sean otros quienes analicen, sobre esta o aquella cuestión política y nos digan (a la sociedad) lo que está debe pensar al respecto—sobre el Islamismo en particular.
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Cuarto.- ¿Cómo pueden hacer uso de ese derecho personas, mujeres en su mayoría, que no han tenido la oportunidad de educarse? Para poder leer a pensadores como: --Erasmo, Tomás Moro, Aristóteles, Sócrates, Nietzsche, Platón, Marx, Descartes, Confucio, Kant, Rousseau, Voltaire, Schopenhauer, Sartre, Montesquieu, Tolstoi, Kafka, Dostoyevski, Séneca, Foucault, Rusell, Camus, Bakunin, Tagore, Chesterton, Arendt, Troskky, Cicerón, Maimónides, Averroes, Tomás de Aquino, etc.--, lo primero que hace falta es saber leer y luego tener la oportunidad de poder hacerlo, para tras la lectura y el análisis de lo leído poder llegar a una conclusión o la contraria, de forma libre, personal e intransferible. Y después, haciendo uso del libre albedrío, que cada cual opte por hacerse prosélito de esta o aquella religión, o de ninguna. ¿Ustedes se imaginan al autoproclamado califa del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), Abú Bakr al Baghdadi leyendo, como Averroes, a Aristóteles y elaborar una crítica al respecto?
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Por tanto llegados a este punto es, salvo mejor opinión, un error dar a entender que algún día, respecto al Islamismo, las cosas podrán ser de otra forma. Y para aquellos que ven mejoras en la cuestión, procede preguntarles: --¿respecto al Islam, las cosas han empeorado o mejorado en el último cuarto de siglo? Y en relación a Turquía ¿hay hoy más o menos libertad para la ciudadanía que cuando llegó al poder el Premier turco Recep Tayyip Erdoğán (hoy Presidente)?
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Por todo lo anterior y como dijo, Isaac Asimov: --Negar un hecho es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho--.
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…He dicho!
*Por Ángel Rico
TresTristesTigres- Cybernauta-Master
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«Europa, sin alma, sin hijos, necesita a Cristo ante el reto del Islam», dice un veterano misionero
El padre Piero Gheddo (www.gheddopiero.it), veterano misionero italiano del PIME, fue director de la revista Mondo e Missione, ha sido fundador y director de la agencia de noticias AsiaNews y es autor de más de 80 libros sobre misiones y misioneros. Ha viajado por la mayoría de los países de Asia y ha conocido el Islam en su diversidad.
Y tiene claro que Occidente no superará el reto del Islam con bombas, sobornos ni ofertas de mero consumismo.
"Si Occidente quiere hablar y enfrentar el desafío del Islam, debe volver a Cristo", afirma, no sólo desde la fe sino desde el convencimiento de muchos años de ver el contraste entre Asia y Occidente.
"La civilización que fundamos nosotros los cristianos -Occidente- hoy no satisface a nadie, ni siquiera a nuestro pueblo que la inició. Es una civilización sin alma, sin esperanza, sin hijos y sin alegría, que son un signo de demasiados fracasos de una sociedad sin Dios", añade en un escrito de análisis publicado en la agencia AsiaNews con el título "Occidente ha de volver a Cristo si quiere derrotar al terror del Califato".
Este es el análisis íntegro del padre Gheddo ante el recrudecimiento de la violencia islamista en muchos países.
"Occidente ha de volver a Cristo si quiere derrotar al terror del Califato".
»Las atrocidades del "Califato islámico" en Irak y Siria han sacudido el Oeste, que en su política-económica-religiosa-moral se vuelve cada vez más indiferente a lo que ocurre en países cercanos a nosotros y los miles de refugiados desesperados (unos 100.000 desde el inicio del año) que nuestra Italia acoge.
»Desde que nació el Isis (Califato Islámico del Levante y del Oriente) ha conquistado en Siria e Irak una amplia base territorial, con violencia demoníaca y horrible contra los que no se convierten al Islam sunita, obligando a los Estados Unidos y algunos países europeos a intervenir.
»Parece que la opinión pública occidental se ha dado cuenta de cuánto odio anima a estos fantasmas de pesadilla que agitan una bandera de color negro.
»Es odio no sólo contra los cristianos, sino contra Occidente y nuestra forma de vida, lo que ellos ven como un enemigo mortal del Islam, ya que destruye los fundamentos de la religión coránica: desarrollo económico-liberal y bienestar, la democracia y los derechos humanos y de las mujeres, la ciencia y la tecnología, la alfabetización universal, la libertad de prensa y de costumbres, etc.
»La civilización islámica se basa en la obediencia a Dios (por supuesto, el Dios del Islam), mientras que la occidental se basa en el hombre que construye el futuro con su razón, su libertad, sus derechos. Nuestra civilización, que tiene profundas raíces cristianas, cree que puede prescindir de Dios. Islam significa dependencia de Dios, mientras Occidente significa (para algunas personas) desarrollo humano sin Dios: laicismo, ateísmo práctico, "moral laica" (es decir, la "moral hecha por ti", la primacía absoluta de la conciencia individual que ignora a Dios y a Jesucristo, etc.).
»Si este análisis muy somero es correcto o al menos plausible, también indica cómo hacer frente a la amenaza del Islam radical a Occidente y ser hermanos de los pueblos islámicos, en gran mayoría contrarios a la violencia del Califato. Pero la amenaza se está extendiendo no sólo en el Medio Oriente, sino en Nigeria, la República Centroafricana, Mali, Libia, Sudán, Mauritania, y amenaza a los gobiernos de Egipto y Argelia.
»La historia reciente nos muestra un par de cosas:
»1) La guerra no resuelve nada, en realidad empeora la situación (ver las dos guerras en Irak). Quién espera una nueva cruzada y un nuevo Lepanto no tiene en cuenta los 1.300 millones de musulmanes, que se unirían para ir contra Occidente.
»2) La reforma del Islam vendrá de la formación de los pueblos islámicos a través de la educación y la libertad de la investigación histórico-crítica de las fuentes islámicas, para contextualizar el Corán y Muhammad al mundo moderno, como se hace en la Iglesia a través de los Concilios y la sucesión de los 265 Papas que la guían;
»3) Occidente puede ayudar a este proceso de maduración, con:
- la asistencia a los refugiados y los perseguidos,
- el diálogo con los musulmanes "moderados" y los musulmanes en Occidente
- el respeto a la verdad en la descripción de las atrocidades de los terroristas islámicos, que denuncie sus raíces coránicas e históricas, igual que el exterminio de los judíos se atribuye a la ideología racista de los nazis. El diálogo sin respeto por la verdad histórica se convierte en un pretexto hipócrita que no sirve y no convence a nadie.
»4) Lo más importante, si Occidente quiere hablar y enfrentar el desafío del Islam, debe volver a Cristo. La civilización que habíamos fundado nosotros los cristianos hoy no satisface a nadie, ni siquiera a nuestro pueblo que lo inició. Es una civilización sin alma, sin esperanza, sin hijos y sin alegría, que son un signo de demasiados fracasos de una sociedad sin Dios. Aún no se ha dado cuenta de que los Diez Mandamientos y el Evangelio son las directrices que Dios nos ha dado a nosotros, los seres humanos creados por él, para vivir una vida que conduce a la paz, la fraternidad y la solidaridad, el desarrollo auténtico, la justicia y la paz (véase el resumen en la "Populorum Progressio").
»Si Occidente no recupera sus "raíces cristianas" y no las pone de fundamento en su vida y su cultura, seguirá la guerra y la autodestrucción de nuestros pueblos. http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=37355
> “El islam es un arma de destrucción masiva”
Y tiene claro que Occidente no superará el reto del Islam con bombas, sobornos ni ofertas de mero consumismo.
"Si Occidente quiere hablar y enfrentar el desafío del Islam, debe volver a Cristo", afirma, no sólo desde la fe sino desde el convencimiento de muchos años de ver el contraste entre Asia y Occidente.
"La civilización que fundamos nosotros los cristianos -Occidente- hoy no satisface a nadie, ni siquiera a nuestro pueblo que la inició. Es una civilización sin alma, sin esperanza, sin hijos y sin alegría, que son un signo de demasiados fracasos de una sociedad sin Dios", añade en un escrito de análisis publicado en la agencia AsiaNews con el título "Occidente ha de volver a Cristo si quiere derrotar al terror del Califato".
Este es el análisis íntegro del padre Gheddo ante el recrudecimiento de la violencia islamista en muchos países.
"Occidente ha de volver a Cristo si quiere derrotar al terror del Califato".
»Las atrocidades del "Califato islámico" en Irak y Siria han sacudido el Oeste, que en su política-económica-religiosa-moral se vuelve cada vez más indiferente a lo que ocurre en países cercanos a nosotros y los miles de refugiados desesperados (unos 100.000 desde el inicio del año) que nuestra Italia acoge.
»Desde que nació el Isis (Califato Islámico del Levante y del Oriente) ha conquistado en Siria e Irak una amplia base territorial, con violencia demoníaca y horrible contra los que no se convierten al Islam sunita, obligando a los Estados Unidos y algunos países europeos a intervenir.
»Parece que la opinión pública occidental se ha dado cuenta de cuánto odio anima a estos fantasmas de pesadilla que agitan una bandera de color negro.
»Es odio no sólo contra los cristianos, sino contra Occidente y nuestra forma de vida, lo que ellos ven como un enemigo mortal del Islam, ya que destruye los fundamentos de la religión coránica: desarrollo económico-liberal y bienestar, la democracia y los derechos humanos y de las mujeres, la ciencia y la tecnología, la alfabetización universal, la libertad de prensa y de costumbres, etc.
»La civilización islámica se basa en la obediencia a Dios (por supuesto, el Dios del Islam), mientras que la occidental se basa en el hombre que construye el futuro con su razón, su libertad, sus derechos. Nuestra civilización, que tiene profundas raíces cristianas, cree que puede prescindir de Dios. Islam significa dependencia de Dios, mientras Occidente significa (para algunas personas) desarrollo humano sin Dios: laicismo, ateísmo práctico, "moral laica" (es decir, la "moral hecha por ti", la primacía absoluta de la conciencia individual que ignora a Dios y a Jesucristo, etc.).
»Si este análisis muy somero es correcto o al menos plausible, también indica cómo hacer frente a la amenaza del Islam radical a Occidente y ser hermanos de los pueblos islámicos, en gran mayoría contrarios a la violencia del Califato. Pero la amenaza se está extendiendo no sólo en el Medio Oriente, sino en Nigeria, la República Centroafricana, Mali, Libia, Sudán, Mauritania, y amenaza a los gobiernos de Egipto y Argelia.
»La historia reciente nos muestra un par de cosas:
»1) La guerra no resuelve nada, en realidad empeora la situación (ver las dos guerras en Irak). Quién espera una nueva cruzada y un nuevo Lepanto no tiene en cuenta los 1.300 millones de musulmanes, que se unirían para ir contra Occidente.
»2) La reforma del Islam vendrá de la formación de los pueblos islámicos a través de la educación y la libertad de la investigación histórico-crítica de las fuentes islámicas, para contextualizar el Corán y Muhammad al mundo moderno, como se hace en la Iglesia a través de los Concilios y la sucesión de los 265 Papas que la guían;
»3) Occidente puede ayudar a este proceso de maduración, con:
- la asistencia a los refugiados y los perseguidos,
- el diálogo con los musulmanes "moderados" y los musulmanes en Occidente
- el respeto a la verdad en la descripción de las atrocidades de los terroristas islámicos, que denuncie sus raíces coránicas e históricas, igual que el exterminio de los judíos se atribuye a la ideología racista de los nazis. El diálogo sin respeto por la verdad histórica se convierte en un pretexto hipócrita que no sirve y no convence a nadie.
»4) Lo más importante, si Occidente quiere hablar y enfrentar el desafío del Islam, debe volver a Cristo. La civilización que habíamos fundado nosotros los cristianos hoy no satisface a nadie, ni siquiera a nuestro pueblo que lo inició. Es una civilización sin alma, sin esperanza, sin hijos y sin alegría, que son un signo de demasiados fracasos de una sociedad sin Dios. Aún no se ha dado cuenta de que los Diez Mandamientos y el Evangelio son las directrices que Dios nos ha dado a nosotros, los seres humanos creados por él, para vivir una vida que conduce a la paz, la fraternidad y la solidaridad, el desarrollo auténtico, la justicia y la paz (véase el resumen en la "Populorum Progressio").
»Si Occidente no recupera sus "raíces cristianas" y no las pone de fundamento en su vida y su cultura, seguirá la guerra y la autodestrucción de nuestros pueblos. http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=37355
> “El islam es un arma de destrucción masiva”
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