Turquía no reconoce el genocidio contra los armenios de 1915, pero por primera vez da el pésame
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Turquía no reconoce el genocidio contra los armenios de 1915, pero por primera vez da el pésame
El mensaje de Erdogan jamás usa el término genocidio
Propone una investigación histórica "del dolor compartido"
No se refirió a la responsabilidad del entonces Imperio Otomano en los asesinatos
El presidente turco expresa sus condolencias a los "nietos" de los asesinados armenios
El presidente turco Erdogan propone una investigación histórica pero no pide perdón por la masacre. "Deseamos" que los cientos de miles de hombres, mujeres y niños armenios "descansen en paz y expresamos nuestras condolencias a sus nietos".
REDACCIÓN HO.- Por primera vez el Gobierno turco presentó el pasado domingo su "pésame" a los descendientes de los armenios por los "sufrimientos" del "difícil período" de los últimos años del Imperio Otomano.
En su mensaje el primer ministro turco, Recep Tayyp Erdogan, ha afirmado que el 24 de abril "tiene un significado particular para nuestros ciudadanos armenios y para todos los armenios del mundo". La referencia la ha hecho el día en el que se conmemora el "genocidio de los armenios", la deportación [en la foto] y el exterminio que los armenios llaman "el Gran mal" de centenares de miles de hombres, mujeres y niños de esa etnia, motivado por el temor de que quisieran ayudar al imperio ruso cristiano y aliarse con los enemigos de Turquía.
"Deseamos que los armenios que perdieron sus vidas en este contexto a del siglo XX descansen en paz y expresamos nuestras condolencias a sus nietos", manifestó Erdogan, en una declaración escrita, publicada en nueve idiomas, en la página web de la jefatura de Gobierno.
El mensaje de Erdogan, en la víspera del Día en el que se recuerda la masacre contra los armenios - si bien es significativa la novedad- jamás usa el término 'genocidio', que Turquía rechaza absolutamente, ensambla la cuestión de los armenios a aquella de "turcos, curdos y árabes" y "millones de otros ciudadanos otomanos" y quiere ser una afirmación de disponibilidad para una investigación histórica, junto al rechazo de responsabilidad de la Turquía moderna y una invitación al diálogo. En particular, el pasado no debería impedir a turcos y armenios el mostrar "actitudes recíprocamente humanas", según declaraciones de Erdogan recogidas por Asia News y AIN.
"Millones de personas de todas las religiones y etnias- escribe Erdogan- han perdido la vida en la Primera Guerra Mundial". "Cualquier acercamiento escrupuloso, ecuo y humanitario de estos problemas requiere comprensión de todos los sufrimientos padecidos en este período, sin discriminaciones por religión o etnia".
"En Turquía, expresar opiniones diversas o pensar libremente sobre los acontecimientos de 1915 es requisito de una prospectiva pluralista y de una cultura democrática y moderna". Y también si algunos pueden percibir este clima de libertad como una oportunidad para expresar "afirmaciones y acusaciones ofensivas y hasta provocativas", Turquía reafirma su apertura y apoyo para un examen histórico de los acontecimientos de aquel tiempo. Los "episodios" de la Primera Guerra Mundial son "nuestro dolor compartido". "Juzgar aquel doloroso período de historia en la prospectiva de un justo recuerdo es responsabilidad humana y de los estudiosos", concluye Erdogan.
>> Genocidios olvidados: El genocido contra los kurdos de Dêrsim (1937)
Propone una investigación histórica "del dolor compartido"
No se refirió a la responsabilidad del entonces Imperio Otomano en los asesinatos
El presidente turco expresa sus condolencias a los "nietos" de los asesinados armenios
El presidente turco Erdogan propone una investigación histórica pero no pide perdón por la masacre. "Deseamos" que los cientos de miles de hombres, mujeres y niños armenios "descansen en paz y expresamos nuestras condolencias a sus nietos".
REDACCIÓN HO.- Por primera vez el Gobierno turco presentó el pasado domingo su "pésame" a los descendientes de los armenios por los "sufrimientos" del "difícil período" de los últimos años del Imperio Otomano.
En su mensaje el primer ministro turco, Recep Tayyp Erdogan, ha afirmado que el 24 de abril "tiene un significado particular para nuestros ciudadanos armenios y para todos los armenios del mundo". La referencia la ha hecho el día en el que se conmemora el "genocidio de los armenios", la deportación [en la foto] y el exterminio que los armenios llaman "el Gran mal" de centenares de miles de hombres, mujeres y niños de esa etnia, motivado por el temor de que quisieran ayudar al imperio ruso cristiano y aliarse con los enemigos de Turquía.
"Deseamos que los armenios que perdieron sus vidas en este contexto a del siglo XX descansen en paz y expresamos nuestras condolencias a sus nietos", manifestó Erdogan, en una declaración escrita, publicada en nueve idiomas, en la página web de la jefatura de Gobierno.
El mensaje de Erdogan, en la víspera del Día en el que se recuerda la masacre contra los armenios - si bien es significativa la novedad- jamás usa el término 'genocidio', que Turquía rechaza absolutamente, ensambla la cuestión de los armenios a aquella de "turcos, curdos y árabes" y "millones de otros ciudadanos otomanos" y quiere ser una afirmación de disponibilidad para una investigación histórica, junto al rechazo de responsabilidad de la Turquía moderna y una invitación al diálogo. En particular, el pasado no debería impedir a turcos y armenios el mostrar "actitudes recíprocamente humanas", según declaraciones de Erdogan recogidas por Asia News y AIN.
"Millones de personas de todas las religiones y etnias- escribe Erdogan- han perdido la vida en la Primera Guerra Mundial". "Cualquier acercamiento escrupuloso, ecuo y humanitario de estos problemas requiere comprensión de todos los sufrimientos padecidos en este período, sin discriminaciones por religión o etnia".
"En Turquía, expresar opiniones diversas o pensar libremente sobre los acontecimientos de 1915 es requisito de una prospectiva pluralista y de una cultura democrática y moderna". Y también si algunos pueden percibir este clima de libertad como una oportunidad para expresar "afirmaciones y acusaciones ofensivas y hasta provocativas", Turquía reafirma su apertura y apoyo para un examen histórico de los acontecimientos de aquel tiempo. Los "episodios" de la Primera Guerra Mundial son "nuestro dolor compartido". "Juzgar aquel doloroso período de historia en la prospectiva de un justo recuerdo es responsabilidad humana y de los estudiosos", concluye Erdogan.
>> Genocidios olvidados: El genocido contra los kurdos de Dêrsim (1937)
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Inmigrantes turcos se manifiestan pidiendo “el exterminio de los perros armenios”
Un grupo de manifestantes de origen turco se manifestó por las calles del centro de Estocolmo pidiendo “el exterminio de los perros armenios”. Como puede verse en el vídeo, a pesar del claro contenido racista de las proclamas, la policía sueco optó por permitir que la concentración se desarrollase con toda normalidad. La manifestación fue organizada por Turkiska Riksförbundet, la federación que aglutina a las asociaciones de inmigrantes turcos en el país nórdico.
Otra más de la Alianza de Civilizaciones:
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Turquía y el genocidio armenio: sigue la represión turca ante la indiferencia de los gobiernos occidentales
Uzay Bulut.- El acto conmemorativo del genocidio armenio que –como todos los años desde 2005– la delegación estambulita de la Asociación por los Derechos Humanos de Turquía (IHD) y el European Grassroots Antiracist Movement (EGAM) tenían previsto celebrar el 24 de abril fue impedido por la Policía, que confiscó carteles y pancartas sobre el genocidio y comprobó si los participantes estaban fichados. Tres activistas por los derechos humanos fueron detenidos y posteriormente puestos en libertad.
En una entrevista exclusiva con Gatestone, Ayşe Günaysu, activista del Comité contra el Racismo y la Discriminación de IHD, declaró: “De camino a la comisaría, los detenidos fueron obligados a escuchar canciones racistas con palabras hostiles hacia los armenios”.
Ese acto anual conmemora la persecución, encarcelamiento y posterior matanza de más de doscientos intelectuales y líderes de la comunidad armenia de Estambul por orden de las autoridades otomanas, así como el desencadenamiento del genocidio armenio. Las víctimas fueron conducidas a prisión, un edificio que hoy alberga el Museo de Arte Islámico Turco, y posteriormente a la estación ferroviaria de Haydarpaşa, desde donde fueron trasladadas a Anatolia para su exterminio. Al habla Günaysu:
“En nuestras conmemoraciones mostramos los escenarios del crimen (…) Leemos en voz alta y recordamos los nombres de las más de 2.000 ciudades y aldeas armenias destruidas durante el genocidio. Escribimos sus nombres y los exponemos en tablones. Así que no sólo conmemoramos las muertes, también intentamos dar a conocer la verdad sobre el genocidio al pueblo de Turquía”.
IHD viene concentrándose por tal motivo en la estación de Haydarpaşa desde 2010. Este año se preveía celebrar el acto en la plaza de Sultanahmet. De nuevo Günaysu:
“No pedimos permiso a la oficina del gobernador de Estambul para conmemorar el genocidio. Simplemente les llamamos por teléfono y les informamos de la hora y el lugar del acto. Nuestras pancartas decían “¡Genocidio! ¡Reconocimiento! ¡Petición de perdón! ¡Compensación!”, en inglés y turco. La Policía nos dijo que podíamos celebrar el acto con la condición de que no usáramos la palabra ‘genocidio’. Pero dijimos que no podíamos censurarnos y nos reunimos en la plaza de Sultanahmet para recordar a las víctimas. También habíamos preparado una nota de prensa, pero no pudimos leerla ni distribuirla a la prensa. La Policía también nos confiscó los carteles y las fotos de los intelectuales armenios detenidos el 24 de abril de 1915″.
En la nota de prensa de IHD cuya distribución impidió la Policía se decía: “En el origen de todos los males de este país se halla el genocidio cometido contra los pueblos cristianos de Asia Menor y el norte de Mesopotamia, contra los armenios, los asirios y los griegos. Ahora, nos inclinamos con respeto ante la memoria de las víctimas armenias, asirias/siríacas y griegas del genocidio. Y nosotros, descendientes de los perpetradores del genocidio, reiteramos nuestro sentimiento de vergüenza por no ser capaces de impedir la continuación del mismo mediante su negación y las sucesivas olas de destrucción a lo largo de las distintas generaciones”.
Lamentablemente, la agresión turca contra los armenios continúa. El 28 de diciembre de 2012, una armenia de 85 años llamada Maritsa Küçük recibió una paliza y fue asesinada a puñaladas en su casa en el barrio de Samatya, una de las mayores comunidades armenias de Estambul. Günaysu:
“Durante la intervención policial y las detenciones por la conmemoración del genocidio en Sultanahmet, la hija de Küçük, Baydzar Midilli, gritó: “Mi madre es una víctima del genocidio, ¡¿y seguís diciendo que no hay genocidio?!”. Cuando los agentes se dirigieron hacia ella, aparentemente para detenerla por protestar, Eren Keskin, abogado pro derechos humanos, los detuvo y les dijo que su madre había sido asesinada por ser armenia. Entonces, un jefe de policía evitó la detención”.
El 24 de abril de 2011 –96º aniversario del genocidio–, Sevag Balıkçı, un armenio que estaba realizando el servicio militar obligatorio, fue asesinado a tiros por un nacionalista turco. Su asesino aún no ha sido llevado ante la Justicia. En la conmemoración del mes pasado, siete años después de su asesinato, los familiares y amigos de Balıkçı se reunieron junto a su tumba para rendirle homenaje.
Según Günaysu, los agentes dijeron a los congregados que no tenían permiso para decir la palabra genocidio en sus discursos:
Había muchos policías armados en el cementerio. La Policía estuvo a punto de intervenir cuando la gente rezaba. Dos activistas pidieron a la Policía que respetara las oraciones y el luto. Por fortuna, los agentes atendieron la petición y se apartaron un poco.
El genocidio cristiano en la Turquía otomana se prolongó por espacio de diez años, desde 1913 hasta 1923, y tuvo por objetivo a armenios, griegos, asirios y otros cristianos. El resultado fue la aniquilación de alrededor de tres millones de personas. Aunque ha pasado un siglo, sigue siendo una herida abierta para las víctimas y sus descendientes. El periódico digital Artı Gerçek informó hace poco de que aún se podían ver huesos de víctimas en un lago del este del país.
Los lugareños llamaron al lago Gvalé Arminu (el “lago armenio”) tras la matanza de un millar de hombres, mujeres y niños que tuvo lugar allí hace 103 años. Según el reportaje, sólo dos niños, a los que habían escondido los vecinos, sobrevivieron. Ni siquiera los huesos que aparecen cuando se seca el lago en verano han provocado una investigación del Gobierno, que sigue negando el genocidio y trata de silenciar agresivamente a quienes intentan hablar de él.
El 24 de abril, la gubernamental Agencia Anadolu (AA) publicó una noticia titulada “La industria del genocidio, fuente de ingresos de los grupos de presión armenios” y en la cual se afirmaba que la diáspora y la República armenias hacen falsas acusaciones sobre “la mentira del genocidio armenio” para lucrarse. El mismo día, la AA publicó esta otra información: “Los turcos recuerdan cómo escaparon de la opresión armenia”. Según el mito turco, fueron en realidad los “traicioneros” armenios quienes persiguieron a los turcos, que no hicieron sino actuar en defensa propia para librarse de esos asesinos. Una afirmación muy extendida es: “Se lo merecían”.
Las mentiras y la propaganda del Estado, que hace a las víctimas responsables de su aniquilación, es lo que facilita la persecución de los armenios que quedan en el país, que comprende también la conversión de sus iglesias en mezquitas y las excavaciones en tumbas y templos armenios por cazatesoros.
El Gobierno turco debe parar.
En una entrevista exclusiva con Gatestone, Ayşe Günaysu, activista del Comité contra el Racismo y la Discriminación de IHD, declaró: “De camino a la comisaría, los detenidos fueron obligados a escuchar canciones racistas con palabras hostiles hacia los armenios”.
Ese acto anual conmemora la persecución, encarcelamiento y posterior matanza de más de doscientos intelectuales y líderes de la comunidad armenia de Estambul por orden de las autoridades otomanas, así como el desencadenamiento del genocidio armenio. Las víctimas fueron conducidas a prisión, un edificio que hoy alberga el Museo de Arte Islámico Turco, y posteriormente a la estación ferroviaria de Haydarpaşa, desde donde fueron trasladadas a Anatolia para su exterminio. Al habla Günaysu:
“En nuestras conmemoraciones mostramos los escenarios del crimen (…) Leemos en voz alta y recordamos los nombres de las más de 2.000 ciudades y aldeas armenias destruidas durante el genocidio. Escribimos sus nombres y los exponemos en tablones. Así que no sólo conmemoramos las muertes, también intentamos dar a conocer la verdad sobre el genocidio al pueblo de Turquía”.
IHD viene concentrándose por tal motivo en la estación de Haydarpaşa desde 2010. Este año se preveía celebrar el acto en la plaza de Sultanahmet. De nuevo Günaysu:
“No pedimos permiso a la oficina del gobernador de Estambul para conmemorar el genocidio. Simplemente les llamamos por teléfono y les informamos de la hora y el lugar del acto. Nuestras pancartas decían “¡Genocidio! ¡Reconocimiento! ¡Petición de perdón! ¡Compensación!”, en inglés y turco. La Policía nos dijo que podíamos celebrar el acto con la condición de que no usáramos la palabra ‘genocidio’. Pero dijimos que no podíamos censurarnos y nos reunimos en la plaza de Sultanahmet para recordar a las víctimas. También habíamos preparado una nota de prensa, pero no pudimos leerla ni distribuirla a la prensa. La Policía también nos confiscó los carteles y las fotos de los intelectuales armenios detenidos el 24 de abril de 1915″.
En la nota de prensa de IHD cuya distribución impidió la Policía se decía: “En el origen de todos los males de este país se halla el genocidio cometido contra los pueblos cristianos de Asia Menor y el norte de Mesopotamia, contra los armenios, los asirios y los griegos. Ahora, nos inclinamos con respeto ante la memoria de las víctimas armenias, asirias/siríacas y griegas del genocidio. Y nosotros, descendientes de los perpetradores del genocidio, reiteramos nuestro sentimiento de vergüenza por no ser capaces de impedir la continuación del mismo mediante su negación y las sucesivas olas de destrucción a lo largo de las distintas generaciones”.
Lamentablemente, la agresión turca contra los armenios continúa. El 28 de diciembre de 2012, una armenia de 85 años llamada Maritsa Küçük recibió una paliza y fue asesinada a puñaladas en su casa en el barrio de Samatya, una de las mayores comunidades armenias de Estambul. Günaysu:
“Durante la intervención policial y las detenciones por la conmemoración del genocidio en Sultanahmet, la hija de Küçük, Baydzar Midilli, gritó: “Mi madre es una víctima del genocidio, ¡¿y seguís diciendo que no hay genocidio?!”. Cuando los agentes se dirigieron hacia ella, aparentemente para detenerla por protestar, Eren Keskin, abogado pro derechos humanos, los detuvo y les dijo que su madre había sido asesinada por ser armenia. Entonces, un jefe de policía evitó la detención”.
El 24 de abril de 2011 –96º aniversario del genocidio–, Sevag Balıkçı, un armenio que estaba realizando el servicio militar obligatorio, fue asesinado a tiros por un nacionalista turco. Su asesino aún no ha sido llevado ante la Justicia. En la conmemoración del mes pasado, siete años después de su asesinato, los familiares y amigos de Balıkçı se reunieron junto a su tumba para rendirle homenaje.
Según Günaysu, los agentes dijeron a los congregados que no tenían permiso para decir la palabra genocidio en sus discursos:
Había muchos policías armados en el cementerio. La Policía estuvo a punto de intervenir cuando la gente rezaba. Dos activistas pidieron a la Policía que respetara las oraciones y el luto. Por fortuna, los agentes atendieron la petición y se apartaron un poco.
El genocidio cristiano en la Turquía otomana se prolongó por espacio de diez años, desde 1913 hasta 1923, y tuvo por objetivo a armenios, griegos, asirios y otros cristianos. El resultado fue la aniquilación de alrededor de tres millones de personas. Aunque ha pasado un siglo, sigue siendo una herida abierta para las víctimas y sus descendientes. El periódico digital Artı Gerçek informó hace poco de que aún se podían ver huesos de víctimas en un lago del este del país.
Los lugareños llamaron al lago Gvalé Arminu (el “lago armenio”) tras la matanza de un millar de hombres, mujeres y niños que tuvo lugar allí hace 103 años. Según el reportaje, sólo dos niños, a los que habían escondido los vecinos, sobrevivieron. Ni siquiera los huesos que aparecen cuando se seca el lago en verano han provocado una investigación del Gobierno, que sigue negando el genocidio y trata de silenciar agresivamente a quienes intentan hablar de él.
El 24 de abril, la gubernamental Agencia Anadolu (AA) publicó una noticia titulada “La industria del genocidio, fuente de ingresos de los grupos de presión armenios” y en la cual se afirmaba que la diáspora y la República armenias hacen falsas acusaciones sobre “la mentira del genocidio armenio” para lucrarse. El mismo día, la AA publicó esta otra información: “Los turcos recuerdan cómo escaparon de la opresión armenia”. Según el mito turco, fueron en realidad los “traicioneros” armenios quienes persiguieron a los turcos, que no hicieron sino actuar en defensa propia para librarse de esos asesinos. Una afirmación muy extendida es: “Se lo merecían”.
Las mentiras y la propaganda del Estado, que hace a las víctimas responsables de su aniquilación, es lo que facilita la persecución de los armenios que quedan en el país, que comprende también la conversión de sus iglesias en mezquitas y las excavaciones en tumbas y templos armenios por cazatesoros.
El Gobierno turco debe parar.
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Así fue la limpieza étnica perpetrada por Turquía en Chipre
¿Está el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que sigue refiriéndose a Chipre como una amenaza para la seguridad del Mediterráneo oriental, intentando mandar un mensaje? Erdogan lleva tiempo advirtiendo a los chipriotas y a las compañías internacionales interesadas en los recursos energéticos de la zona de que no confíen en “la parte griega de Chipre”.
Los repetidos ataques verbales del mandatario turco contra los greco-chipriotas también arrojan luz sobre la reciente entrevista, emitida en directo, de la televisión turco-chipriota al general Turgut Yenağralı, de 84 años y exmiembro de la paramilitar Organización de Resistencia Turca (TMT), fundada en 1957 y conocida por sus actividades criminales en Chipre.
En la entrevista, Yenağralı presumió de su papel en la matanza masiva de greco-chipriotas. “Íbamos por todo Chipre y dábamos una paliza o matábamos a quienes hubiesen cometido crímenes contra la turquidad”, empezó diciendo.
Una fotografía de folleto con fecha del 20 de julio de 1974 y puesta a disposición por la Oficina de Prensa e Información grecochipriota, que muestra las tropas turcas durante la invasión turca de Chipre el 20 de julio de 1974.
Yenağralı declaró que ni a él ni a sus compañeros les dijeron nunca los líderes turco-chipriotasque redujeran o interrumpieran sus actividades. Esta omisión seguramente no sorprenda, dado que uno de los fundadores del TMT fue Rauf Denktaş, jefe del Estado Federado Turco de Chipreentre 1975 y 1983 y presidente de la República Turca del Norte de Chipre entre 1983 y 2005; ambos Estados sólo han sido reconocidos por Turquía.
Yenağralı dijo que, después de que Chipre obtuviera la independencia del Reino Unido (1960), la TMT enterró las armas y siguió sus actividades de forma “clandestina”, pero que posteriormente las retomó. “Las armas seguían llegando de Turquía”, añadió. “Empezamos a enviar hombres a Turquía para que recibieran instrucción militar. Yo también fui a Turquía dos veces a recibir formación militar y de espionaje antes de 1960”.
Yenağralı afirmó que cuando se crearon las Fuerzas de Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en Chipre (1964) se hizo amigo de algunos funcionarios de la ONU, lo que facilitó aún más que la TMT se reorganizara y tomara posiciones. “Un comandante de la ONU me preparó un uniforme de los Cuerpos de la Paz de la ONU, me lo puse y viajé en su vehículo de la ONU. Y es que le mandaba carne de cordero cada semana, y una noche le mandé dos mujeres [prostitutas]”.
“Matar era mi arte”, proclamó al explicar las actividades de su organización tras la invasión turca de Chipre, en 1974. “Más que el Ejército turco, fueron los turco-chipriotas los que mataron a los prisioneros greco-chipriotas”. También expresó su tristeza por que un comandante turco le impidiera matar a prisioneros de guerra greco-chipriotas en la península de Karpasia. “Sigo lamentando haberla perdido [la oportunidad]”, afirmó.
Yenağralı dijo que también había participado en el traslado ilegal de colonos de Turquía a Chipre, para reemplazar con ellos a los greco-chipriotas que se refugiaron en el sur de la isla tras huir de las matanzas en la parte norte. La invasión turca cambió la estructura demográfica del territorio, convirtiendo lo que antes era una mayoría griega en el norte en una zona predominantemente turca por primera vez en la historia.
Las confesiones de Yenağralı expusieron la mentira turca que considera la invasión del 74 una“operación de paz” para proteger a los turco-chipriotas. Como ilustró Yenağralı, Turquía perpetró actos criminales en Chipre durante décadas, antes y también después de la independencia de la isla (1960).
Tras la entrevista de Yenağralı, Şener Levent, director del periódico turco-chipriota Afrika,escribió:
A estos “asesinos rabiosos” no se les ha hecho responsables de la matanza de greco-chipriotas inocentes, de la limpieza étnica en el norte de Chipre. El mayor problema es que él y sus compañeros de sangre fueron asistidos e incitados por las autoridades turcas. Todos los responsables deben ser juzgados en tribunales penales internacionales; y cuanto antes mejor.
israelnoticias.com |
Los repetidos ataques verbales del mandatario turco contra los greco-chipriotas también arrojan luz sobre la reciente entrevista, emitida en directo, de la televisión turco-chipriota al general Turgut Yenağralı, de 84 años y exmiembro de la paramilitar Organización de Resistencia Turca (TMT), fundada en 1957 y conocida por sus actividades criminales en Chipre.
En la entrevista, Yenağralı presumió de su papel en la matanza masiva de greco-chipriotas. “Íbamos por todo Chipre y dábamos una paliza o matábamos a quienes hubiesen cometido crímenes contra la turquidad”, empezó diciendo.
–Pregunta: ¿Por qué se implicó en esas actividades? ¿Se trataba de una aventura, o buscaba emociones fuertes?
–Yenağralı: No, era por la turquidad.
–Pregunta: ¿Era fácil matar a esa gente?
–Yenağralı: Con nada se disfruta más… Sentíamos un gran placer al matar a esa gente.
–Pregunta: ¿Le importaba si esas personas eran criminales o no?
–Yenağralı: ¿Por qué [le importaría] a nadie? Criminales o no… Mientras sean kafires[infieles], son los mismos perros… Cuando queríamos disparar a los kafires, [las dos mujeres que pertenecían grupo] se escondían el arma [en los sujetadores] y lo hacían por nosotros.
Una fotografía de folleto con fecha del 20 de julio de 1974 y puesta a disposición por la Oficina de Prensa e Información grecochipriota, que muestra las tropas turcas durante la invasión turca de Chipre el 20 de julio de 1974.
Yenağralı declaró que ni a él ni a sus compañeros les dijeron nunca los líderes turco-chipriotasque redujeran o interrumpieran sus actividades. Esta omisión seguramente no sorprenda, dado que uno de los fundadores del TMT fue Rauf Denktaş, jefe del Estado Federado Turco de Chipreentre 1975 y 1983 y presidente de la República Turca del Norte de Chipre entre 1983 y 2005; ambos Estados sólo han sido reconocidos por Turquía.
Yenağralı dijo que, después de que Chipre obtuviera la independencia del Reino Unido (1960), la TMT enterró las armas y siguió sus actividades de forma “clandestina”, pero que posteriormente las retomó. “Las armas seguían llegando de Turquía”, añadió. “Empezamos a enviar hombres a Turquía para que recibieran instrucción militar. Yo también fui a Turquía dos veces a recibir formación militar y de espionaje antes de 1960”.
Yenağralı afirmó que cuando se crearon las Fuerzas de Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en Chipre (1964) se hizo amigo de algunos funcionarios de la ONU, lo que facilitó aún más que la TMT se reorganizara y tomara posiciones. “Un comandante de la ONU me preparó un uniforme de los Cuerpos de la Paz de la ONU, me lo puse y viajé en su vehículo de la ONU. Y es que le mandaba carne de cordero cada semana, y una noche le mandé dos mujeres [prostitutas]”.
“Matar era mi arte”, proclamó al explicar las actividades de su organización tras la invasión turca de Chipre, en 1974. “Más que el Ejército turco, fueron los turco-chipriotas los que mataron a los prisioneros greco-chipriotas”. También expresó su tristeza por que un comandante turco le impidiera matar a prisioneros de guerra greco-chipriotas en la península de Karpasia. “Sigo lamentando haberla perdido [la oportunidad]”, afirmó.
Yenağralı dijo que también había participado en el traslado ilegal de colonos de Turquía a Chipre, para reemplazar con ellos a los greco-chipriotas que se refugiaron en el sur de la isla tras huir de las matanzas en la parte norte. La invasión turca cambió la estructura demográfica del territorio, convirtiendo lo que antes era una mayoría griega en el norte en una zona predominantemente turca por primera vez en la historia.
Las confesiones de Yenağralı expusieron la mentira turca que considera la invasión del 74 una“operación de paz” para proteger a los turco-chipriotas. Como ilustró Yenağralı, Turquía perpetró actos criminales en Chipre durante décadas, antes y también después de la independencia de la isla (1960).
Tras la entrevista de Yenağralı, Şener Levent, director del periódico turco-chipriota Afrika,escribió:
Nuestros hermanos greco-chipriotas que han migrado de los pueblos de Mesaoria y que estén leyendo esto se preguntarán: “¿Mató este hombre [Yenağralı] a mi padre? ¿Mató a mi madre, a mi hermano?”. Yo también me lo preguntaría. Este hombre sigue vivo y reside en Mağusa [Famagusta]. Sé que no es el único. Hay otros. Uno de nuestros ciudadanos dice que “en Serdarlı [Chatos] había otro que también presumía de haber aplastado la cabeza de un greco-chipriota con una piedra. ¡Está orgulloso de ello!”.
Y nos preguntamos por qué no hay aún un proceso de paz. ¿Cómo podemos hacer la paz cuando hay asesinos rabiosos viviendo entre nosotros? En vez de enjuiciarlos, les permitimos salir en televisión y jactarse de sus asesinatos. ¿Seguimos buscando personas desaparecidas? Vayan a preguntarle a este hombre… Después de ejecutar su “arte”, ¿a qué pozo tiraba a los asesinados, o dónde los enterró? Si él y los suyos no lo saben, ¿quién lo va a saber? Si no pides cuentas a un asesino que dice “Mi arte era matar”, ¿a quién se las vas a pedir?
A estos “asesinos rabiosos” no se les ha hecho responsables de la matanza de greco-chipriotas inocentes, de la limpieza étnica en el norte de Chipre. El mayor problema es que él y sus compañeros de sangre fueron asistidos e incitados por las autoridades turcas. Todos los responsables deben ser juzgados en tribunales penales internacionales; y cuanto antes mejor.
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