Trump derrota a Clinton y al mundialismo progre
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Trump será anfitrión de la tradicional fiesta de Janucá en la Casa Blanca
Trump continúa con la tradición estadounidense de celebrar el heroísmo judío en Janucá y organizará una fiesta en honor a la festividad.
El presidente Donald Trump será el anfitrión de una fiesta de Janucá en la Casa Blanca el 7 de diciembre, continuando la tradición estadounidense de celebrar el heroísmo judío en estas vacaciones
Maggie Haberman del The New York Times fue la primera en tuitear sobre la noticia, y un funcionario de la administración confirmó la noticia al Times of Israel este domingo.
La fiesta de Janucá en la Casa Blanca es organizada por el Presidente de los Estados Unidos y la Primera Dama para reconocer y celebrar el festival judío de Janucá. La tradición se estableció en 2001, durante la administración de George W. Bush. La lista de invitados incluye a cientos de políticos judíos estadounidenses, jefes de organización y decanos de la escuela y de distintas yeshivot.
Janucá comienza este año en la noche del 12 de diciembre y durará hasta el 20 de diciembre.
Janucá, una fiesta de ocho días, conmemora la victoria de los Macabeos sobre los griegos que gobernaron gran parte de la Tierra de Israel, prohibieron la religión judía bajo pena de muerte y profanaron el Templo Sagrado.
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Mensaje de 250 rabinos a Trump: “Serás recordado por siempre, la promesa de Dios a Josué se cumpla en ti: se fuerte y valiente”
250 rabinos envían carta a Trump: ‘Serás recordado por siempre’
El presidente del Consejo de Samaria entrega una carta a la Casa Blanca expresando el apoyo de los principales rabinos a la declaración sobre Jerusalem. ‘Serás recordado por siempre’.
El presidente del Consejo Regional de Samaria, Yossi Dagan, envió una carta a la Casa Blanca en apoyo del reconocimiento del presidente Donald Trump de Jerusalén como la capital del pueblo judío.
Aproximadamente 250 rabinos de todo el país firmaron la carta. Entre los signatarios se encuentran: el rabino principal de Israel, el rabino Itzjak Yosef, el rabino de Tzfat, rabino Shmuel Eliyahu, y el líder religioso sionista, Decano de la Yeshivá, el rabino Jaim Druckman.
“Ahora tienes el raro privilegio de ser el primer presidente en encabezar el reconocimiento de Jerusalén como la capital eterna del Estado de Israel“, escribieron los rabinos. “Estamos seguros de que serás recordado en la historia del pueblo judío para siempre como alguien que estuvo a la vanguardia y no tuvo miedo. Que la promesa de Dios a Josué se cumpla en ti: ‘¿No te ordené, sé fuerte y ten coraje, no temas y no te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo dondequiera que vayas?“.
El jefe del Consejo de Samaria, Yossi Dagan, como se dijo, transfirió la carta a la Casa Blanca y dijo que “Jerusalén es la capital del Estado de Israel, el pueblo estadounidense lo entiende, todos lo entienden, apoyamos la decisión del presidente, pero recuerde que el Estado de Israel es un estado independiente y necesita tomar sus decisiones por sí mismo “.
El Rabino Eliyahu, el iniciador de la carta, dijo: “Vemos este reconocimiento como una etapa más en la implementación de la profecía de Isaías sobre el reconocimiento de los gentiles de la centralidad de Jerusalén“.
“Esperamos que otras naciones ilustradas y creyentes sigan los pasos de los Estados Unidos“.
JUDIOS.ORG
El presidente del Consejo de Samaria entrega una carta a la Casa Blanca expresando el apoyo de los principales rabinos a la declaración sobre Jerusalem. ‘Serás recordado por siempre’.
El presidente del Consejo Regional de Samaria, Yossi Dagan, envió una carta a la Casa Blanca en apoyo del reconocimiento del presidente Donald Trump de Jerusalén como la capital del pueblo judío.
Aproximadamente 250 rabinos de todo el país firmaron la carta. Entre los signatarios se encuentran: el rabino principal de Israel, el rabino Itzjak Yosef, el rabino de Tzfat, rabino Shmuel Eliyahu, y el líder religioso sionista, Decano de la Yeshivá, el rabino Jaim Druckman.
“Ahora tienes el raro privilegio de ser el primer presidente en encabezar el reconocimiento de Jerusalén como la capital eterna del Estado de Israel“, escribieron los rabinos. “Estamos seguros de que serás recordado en la historia del pueblo judío para siempre como alguien que estuvo a la vanguardia y no tuvo miedo. Que la promesa de Dios a Josué se cumpla en ti: ‘¿No te ordené, sé fuerte y ten coraje, no temas y no te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo dondequiera que vayas?“.
El jefe del Consejo de Samaria, Yossi Dagan, como se dijo, transfirió la carta a la Casa Blanca y dijo que “Jerusalén es la capital del Estado de Israel, el pueblo estadounidense lo entiende, todos lo entienden, apoyamos la decisión del presidente, pero recuerde que el Estado de Israel es un estado independiente y necesita tomar sus decisiones por sí mismo “.
El Rabino Eliyahu, el iniciador de la carta, dijo: “Vemos este reconocimiento como una etapa más en la implementación de la profecía de Isaías sobre el reconocimiento de los gentiles de la centralidad de Jerusalén“.
“Esperamos que otras naciones ilustradas y creyentes sigan los pasos de los Estados Unidos“.
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Josuhe- Cybernauta-Premium
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Trump hace historia en EEUU: los sueldos crecen al 3% y el paro cae por debajo del 4%
Es el primer mes desde diciembre de 2000 en el que hay menos de seis millones de parados en todo el territorio estadounidense.
Barack Obama llegó al poder en medio de una profunda crisis financiera que terminó desencadenando una grave recesión económica. El mandatario izquierdista apostó por aplicar "planes de estímulo" que no lograron evitar el aumento del desempleo hasta cotas del 10% que no se habían registrado en varias décadas.
La hoja de ruta de la Administración Obama empezó a ser rectificada en el año 2010, cuando una mayoría de congresistas adscritos al Partido Republicano puso fin a las políticas expansivas que había defendido el presidente demócrata. Desde entonces, el empleo empezó a arrojar un comportamiento más favorable, hasta caer por debajo del 5% en los últimos meses de 2016.
Sin embargo, aunque las tasas de paro del gigante norteamericano son envidiables desde el punto de vista de un observador español, lo cierto es que el comportamiento de la economía y el mercado laboral bajo gobierno de Barack Obama fue motivo de fuertes críticas. El ex presidente fue criticado por cuestiones como el reducido ritmo de crecimiento de la economía, el estancamiento de los salarios o el aumento de la población inactiva.
Ello explica que el triunfo electoral de Donald Trump se apoyase, en gran medida, en la promesa de revitalizar la economía estadounidense. El magnate inmobiliario habló abiertamente de duplicar la tasa de crecimiento, relanzar los sueldos y frenar la sangría de la participación laboral. Un año y medio después, sus políticas parecen haber conseguido algunos de estos objetivos.
Los datos de empleo del pasado mes de septiembre son reveladores. El paro ha caído al 3,7%, su nivel más bajo desde diciembre de 1969. Durante el último medio siglo apenas se han registrado diez meses en los que el desempleo esté por debajo del 4%, pero cinco de dichos meses corresponden al presente curso 2018.
En números absolutos, este es el primer mes desde diciembre de 2000 en el que hay menos de seis millones de parados. Por otro lado, si se comparan los niveles de empleo actuales con los del mes de la elección de Trump como presidente, vemos que el saldo neto arroja la creación de 4,2 millones de puestos de trabajo.
Esta mejora ha sido generalizada en todos los grupos de población. Para los hispanos, el paro ha caído al 4,5%, el nivel más bajo de la historia. Para las mujeres, la tasa actual es del 3,6%, una décima por debajo del promedio nacional. Algo similar ocurre en otros segmentos: personas sin estudios, población negra, etc.
Si nos fijamos en la tasa de participación, vemos que la población en edad de trabajar que está activa en el mercado laboral cayó del 66% al 63% bajo gobierno de Barack Obama. Sin embargo, los números de la Era Trump muestran que este indicador ha dejado de caer y se ha mantenido más o menos constante. No se recuperan las tasas previas a la Gran Recesión, pero sí se detiene la salida de millones de trabajadores que venía experimentando el mercado de trabajo.
¿Y qué hay de los sueldos? Durante los últimos doce meses, el sueldo por hora ha avanzado a una tasa del 2,8%, mientras que los ingresos semanales han crecido a un ritmo del 3,4%. Las estadísticas del último semestre muestran paráme LD.
Barack Obama llegó al poder en medio de una profunda crisis financiera que terminó desencadenando una grave recesión económica. El mandatario izquierdista apostó por aplicar "planes de estímulo" que no lograron evitar el aumento del desempleo hasta cotas del 10% que no se habían registrado en varias décadas.
La hoja de ruta de la Administración Obama empezó a ser rectificada en el año 2010, cuando una mayoría de congresistas adscritos al Partido Republicano puso fin a las políticas expansivas que había defendido el presidente demócrata. Desde entonces, el empleo empezó a arrojar un comportamiento más favorable, hasta caer por debajo del 5% en los últimos meses de 2016.
Sin embargo, aunque las tasas de paro del gigante norteamericano son envidiables desde el punto de vista de un observador español, lo cierto es que el comportamiento de la economía y el mercado laboral bajo gobierno de Barack Obama fue motivo de fuertes críticas. El ex presidente fue criticado por cuestiones como el reducido ritmo de crecimiento de la economía, el estancamiento de los salarios o el aumento de la población inactiva.
Ello explica que el triunfo electoral de Donald Trump se apoyase, en gran medida, en la promesa de revitalizar la economía estadounidense. El magnate inmobiliario habló abiertamente de duplicar la tasa de crecimiento, relanzar los sueldos y frenar la sangría de la participación laboral. Un año y medio después, sus políticas parecen haber conseguido algunos de estos objetivos.
Los datos de empleo del pasado mes de septiembre son reveladores. El paro ha caído al 3,7%, su nivel más bajo desde diciembre de 1969. Durante el último medio siglo apenas se han registrado diez meses en los que el desempleo esté por debajo del 4%, pero cinco de dichos meses corresponden al presente curso 2018.
En números absolutos, este es el primer mes desde diciembre de 2000 en el que hay menos de seis millones de parados. Por otro lado, si se comparan los niveles de empleo actuales con los del mes de la elección de Trump como presidente, vemos que el saldo neto arroja la creación de 4,2 millones de puestos de trabajo.
Esta mejora ha sido generalizada en todos los grupos de población. Para los hispanos, el paro ha caído al 4,5%, el nivel más bajo de la historia. Para las mujeres, la tasa actual es del 3,6%, una décima por debajo del promedio nacional. Algo similar ocurre en otros segmentos: personas sin estudios, población negra, etc.
Si nos fijamos en la tasa de participación, vemos que la población en edad de trabajar que está activa en el mercado laboral cayó del 66% al 63% bajo gobierno de Barack Obama. Sin embargo, los números de la Era Trump muestran que este indicador ha dejado de caer y se ha mantenido más o menos constante. No se recuperan las tasas previas a la Gran Recesión, pero sí se detiene la salida de millones de trabajadores que venía experimentando el mercado de trabajo.
¿Y qué hay de los sueldos? Durante los últimos doce meses, el sueldo por hora ha avanzado a una tasa del 2,8%, mientras que los ingresos semanales han crecido a un ritmo del 3,4%. Las estadísticas del último semestre muestran paráme LD.
Sandro- Cybernauta-Premium
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EE UU encadena el mayor periodo de crecimiento de su historia
La economía estadounidense suma 121 meses de expansión desde la recesión de 2008, pero la recuperación es más lenta y desigual que en ciclos anteriores
La expansión económica en Estados Unidos cumple su décimo aniversario y en julio superará el anterior récord de 120 meses seguidos de crecimiento. El gran periodo de expansión fue previo a la crisis de las puntocom en 2001, durante la presidencia de Bill Clinton. Los frutos de la actual recuperación son patentes: la tasa de paro es la más baja en medio siglo, suben los salarios, la vivienda vale más que antes de la Gran Recesión, la inflación es baja y la confianza se mantiene sólida. Los nombres de Barack Obama y Donald Trump quedarán así unidos para siempre en la historia económica. Pero este periodo de recuperación, el más largo de la historia de EE UU, se caracteriza también por que esta es más lenta y desigual.
La Oficina de Investigación Económica de EE UU contabiliza 33 ciclos de crecimiento desde 1854. Estos periodos de expansión duraron entre 10 y 120 meses. Solo en dos ocasiones se superaron los 100 meses seguidos de crecimiento. Alan Blinder, economista de la Universidad de Princeton, señala que las expansiones no mueren por la edad sino porque algo acaba con ellas. Los expertos suelen señalar a la Reserva Federal (Fed) como principal culpable del fin de los ciclos por su empeño en combatir la inflación.
Pero también se suele atribuir el fin de los periodos de bonanza a una espiral en el precio del petróleo o a un desplome de Wall Street, aunque en este último caso el estrés en los mercados financieros suele ir en paralelo a otras calamidades. Pero la principal espita que desencadena una crisis suele ser la caída del consumo y la pérdida de confianza.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, descarta una recesión inminente, pero suele mostrarse cauto por los nubarrones desatados por Trump con su desafío comercial a China.
Hace una década, en plena crisis financiera, en lo único que se pensaba en Washington era en cómo evitar que el terremoto que siguió al derrumbe de Lehman Brothers arrastrara a toda la economía hacia el precipicio. Cerca de nueve millones de personas perdieron sus empleos y el paro llegó al 10%, algo casi inaudito en EE UU, con tasas de desempleo históricamente bajas. Desde los primeros años de Ronald Reagan, a principios de los 80, no se veía un nivel de desempleo similar. Pero una década después la situación ha cambiado radicalmente.
El mercado laboral es donde se observan los mayores progresos. El sector privado creó más de 21 millones de puestos de trabajo durante la recuperación, tras encadenar 110 meses consecutivos de contratación. La ocupación es ahora un 9% más alta que antes de la recesión. El paro bajó en abril al 3,6% y desde hace tres años se vive una situación de pleno empleo. El gran problema que ahora se encuentran las empresas es dar con la mano de obra cualificada que necesitan para cubrir 7,5 millones de vacantes.
Es otro ejemplo de los grandes progresos alcanzados desde la Gran Recesión. Cuando Obama tomó las riendas de la Casa Blanca, se destruían 700.000 empleos al mes. La pérdida de empleo se redujo drásticamente gracias a los programas de estímulo fiscal que se activaron y a la acción agresiva de la Fed. La mayor parte de la recuperación se produjo bajo la presidencia de Obama y la mejora continúa con Trump.
Pero aunque el paro esté en mínimos y la recuperación sea la más duradera, también es más tibia si se compara con los ciclos de los años dorados que siguieron al periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial hasta 1972. En ese época el crecimiento aportó una sustancial mejora en la calidad de vida, algo muy diferente de lo que sucede actualmente. Entonces el incremento de los sueldos fue mucho mayor.
Los salarios también suben desde 2010, pero la mejora se concentra en las rentas más altas, lo que está elevando la desigualdad. Si se tiene en cuenta la inflación, los sueldos en dólares reales apenas mejoraron, como señala Pew Research. “El poder de compra es el mismo que hace cuatro décadas”, apuntan. Antes de la crisis, los salarios crecían un 4% de media al año. En esta expansión, la subida no llega al 3%. Los economistas señalan que con una tasa de paro tan baja como la actual los sueldos deberían crecer mucho más.
La expansión económica durante la última década también se caracteriza por estar por debajo del potencial previo a la crisis. Desde junio de 2009, cuando se inició la recuperación, EE UU crece a un ritmo medio anual del 2,3%. Aceleró al 3,1% en el primer trimestre de 2019, pero la previsión es que se suavizará. No es solo que el rendimiento sea más débil. También es más desigual.
La última crisis fue la más profunda desde la Gran Depresión y provocó un gran agujero del que costó mucho salir. El detonante fue una burbuja inmobiliaria que estalló en el verano de 2006. La caída de precios duró hasta 2012 y los inmuebles se depreciaron un 30%. El desplome pegó así un mordisco a la renta de las familias y millones de familias perdieron sus casas. Eso afectó al consumo. Pero los precios están ahora un 15% por encima del máximo previo a la crisis.
Los economistas de BMO Capital creen que la combinación de crecimiento sostenido, incremento del empleo, inflación contenida en el 1,8% y bajos tipos de interés es “lo más cerca que se puede estar del nirvana”. Por ese cóctel Trump dice que EE UU es la envidia de todo el mundo. “Es la mejor economía en la historia de América”, proclama.
El republicano atribuye el crecimiento actual a sus políticas económicas, en particular al recorte de impuestos, la desregulación y el proteccionismo comercial. El PIB se expande pero no al ritmo del 4% que prometió como candidato ni por encima del 3% de su plan presupuestario. Lo achaca al alza de tipos de interés. “Tenemos el potencial de subir como un cohete”, aseguraba hace un mes.
Pero las cosas no pintan tan bien. La economía muestra síntomas de debilidad por la escasa mejora de la productividad y los efectos de la eclosión de las plataformas digitales en los negocios tradicionales. Los analistas de Cumberland Advisors señalan que Trump y Powell tienen poco margen para cometer errores con sus decisiones de política económica. Los de Deutsche Bank opinan que el actual es el mejor rendimiento que puede tener la economía de EE UU y “el riesgo es mayor”. “Ya no es suficiente con decir que las cosas van bien”, concluyen. Fuente
La expansión económica en Estados Unidos cumple su décimo aniversario y en julio superará el anterior récord de 120 meses seguidos de crecimiento. El gran periodo de expansión fue previo a la crisis de las puntocom en 2001, durante la presidencia de Bill Clinton. Los frutos de la actual recuperación son patentes: la tasa de paro es la más baja en medio siglo, suben los salarios, la vivienda vale más que antes de la Gran Recesión, la inflación es baja y la confianza se mantiene sólida. Los nombres de Barack Obama y Donald Trump quedarán así unidos para siempre en la historia económica. Pero este periodo de recuperación, el más largo de la historia de EE UU, se caracteriza también por que esta es más lenta y desigual.
La Oficina de Investigación Económica de EE UU contabiliza 33 ciclos de crecimiento desde 1854. Estos periodos de expansión duraron entre 10 y 120 meses. Solo en dos ocasiones se superaron los 100 meses seguidos de crecimiento. Alan Blinder, economista de la Universidad de Princeton, señala que las expansiones no mueren por la edad sino porque algo acaba con ellas. Los expertos suelen señalar a la Reserva Federal (Fed) como principal culpable del fin de los ciclos por su empeño en combatir la inflación.
Pero también se suele atribuir el fin de los periodos de bonanza a una espiral en el precio del petróleo o a un desplome de Wall Street, aunque en este último caso el estrés en los mercados financieros suele ir en paralelo a otras calamidades. Pero la principal espita que desencadena una crisis suele ser la caída del consumo y la pérdida de confianza.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, descarta una recesión inminente, pero suele mostrarse cauto por los nubarrones desatados por Trump con su desafío comercial a China.
Hace una década, en plena crisis financiera, en lo único que se pensaba en Washington era en cómo evitar que el terremoto que siguió al derrumbe de Lehman Brothers arrastrara a toda la economía hacia el precipicio. Cerca de nueve millones de personas perdieron sus empleos y el paro llegó al 10%, algo casi inaudito en EE UU, con tasas de desempleo históricamente bajas. Desde los primeros años de Ronald Reagan, a principios de los 80, no se veía un nivel de desempleo similar. Pero una década después la situación ha cambiado radicalmente.
Pleno empleo
El mercado laboral es donde se observan los mayores progresos. El sector privado creó más de 21 millones de puestos de trabajo durante la recuperación, tras encadenar 110 meses consecutivos de contratación. La ocupación es ahora un 9% más alta que antes de la recesión. El paro bajó en abril al 3,6% y desde hace tres años se vive una situación de pleno empleo. El gran problema que ahora se encuentran las empresas es dar con la mano de obra cualificada que necesitan para cubrir 7,5 millones de vacantes.
Es otro ejemplo de los grandes progresos alcanzados desde la Gran Recesión. Cuando Obama tomó las riendas de la Casa Blanca, se destruían 700.000 empleos al mes. La pérdida de empleo se redujo drásticamente gracias a los programas de estímulo fiscal que se activaron y a la acción agresiva de la Fed. La mayor parte de la recuperación se produjo bajo la presidencia de Obama y la mejora continúa con Trump.
Pero aunque el paro esté en mínimos y la recuperación sea la más duradera, también es más tibia si se compara con los ciclos de los años dorados que siguieron al periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial hasta 1972. En ese época el crecimiento aportó una sustancial mejora en la calidad de vida, algo muy diferente de lo que sucede actualmente. Entonces el incremento de los sueldos fue mucho mayor.
Los salarios también suben desde 2010, pero la mejora se concentra en las rentas más altas, lo que está elevando la desigualdad. Si se tiene en cuenta la inflación, los sueldos en dólares reales apenas mejoraron, como señala Pew Research. “El poder de compra es el mismo que hace cuatro décadas”, apuntan. Antes de la crisis, los salarios crecían un 4% de media al año. En esta expansión, la subida no llega al 3%. Los economistas señalan que con una tasa de paro tan baja como la actual los sueldos deberían crecer mucho más.
La expansión económica durante la última década también se caracteriza por estar por debajo del potencial previo a la crisis. Desde junio de 2009, cuando se inició la recuperación, EE UU crece a un ritmo medio anual del 2,3%. Aceleró al 3,1% en el primer trimestre de 2019, pero la previsión es que se suavizará. No es solo que el rendimiento sea más débil. También es más desigual.
La última crisis fue la más profunda desde la Gran Depresión y provocó un gran agujero del que costó mucho salir. El detonante fue una burbuja inmobiliaria que estalló en el verano de 2006. La caída de precios duró hasta 2012 y los inmuebles se depreciaron un 30%. El desplome pegó así un mordisco a la renta de las familias y millones de familias perdieron sus casas. Eso afectó al consumo. Pero los precios están ahora un 15% por encima del máximo previo a la crisis.
Los economistas de BMO Capital creen que la combinación de crecimiento sostenido, incremento del empleo, inflación contenida en el 1,8% y bajos tipos de interés es “lo más cerca que se puede estar del nirvana”. Por ese cóctel Trump dice que EE UU es la envidia de todo el mundo. “Es la mejor economía en la historia de América”, proclama.
El republicano atribuye el crecimiento actual a sus políticas económicas, en particular al recorte de impuestos, la desregulación y el proteccionismo comercial. El PIB se expande pero no al ritmo del 4% que prometió como candidato ni por encima del 3% de su plan presupuestario. Lo achaca al alza de tipos de interés. “Tenemos el potencial de subir como un cohete”, aseguraba hace un mes.
Pero las cosas no pintan tan bien. La economía muestra síntomas de debilidad por la escasa mejora de la productividad y los efectos de la eclosión de las plataformas digitales en los negocios tradicionales. Los analistas de Cumberland Advisors señalan que Trump y Powell tienen poco margen para cometer errores con sus decisiones de política económica. Los de Deutsche Bank opinan que el actual es el mejor rendimiento que puede tener la economía de EE UU y “el riesgo es mayor”. “Ya no es suficiente con decir que las cosas van bien”, concluyen. Fuente
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