La represión nazi contra los católicos
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La represión nazi contra los católicos
Estaba hojeando ahora un libro de Barbara Koehn, “La resistencia alemana contra Hitler” (2003), que recoge una serie de datos que evidencian la represión de Hitler contra la Iglesia Católica, algo muy distinto de lo que afirma cierta propaganda. Como este tema suele aparecer con cierta frecuencia en algunos medios, pongo a continuación de forma breve una serie de hechos y datos significativos que recogen este libro y otras fuentes, limitándome a consignar las agresiones del régimen nazi contra los católicos:
Marzo de 1933: Mons. Bertram empieza a denunciar ante el presidente alemán, Paul von Hindenburg, los actos ilegales perpetrados por los nazis contra instituciones y bienes de la Iglesia, y pide su amparo ante los ataques.
De 1933 a 1939, la Iglesia envía a Hitler 55 denuncias de violaciones del concordato. Hitler ni siquiera las contesta.
Enero de 1934: el cardenal Pacelli, Secretario de Estado de la Santa Sede, denuncia el cada vez mayor número de sacerdotes encarcelados por el régimen nazi.
7 de abril de 1934: manifestantes nazis asaltan el palacio episcopal de Würzburgo (Baviera) y lo destrozan.
30 de junio de 1934: por orden de Hitler caen asesinados los católicos E.J. Jung, Erich Klausener, A. Probst y Fritz Gerlich, todos ellos críticos con el régimen nazi.
1935: agresiones nazis contra los católicos en Münster (Westfalia). Los nazis corean contra los agredidos lemas como “Cuando la juventud alemana marcha, Cristo revienta” y “Judíos fuera”, y tachan al clero de “banda de los mentirosos del hábito negro” y “cerdos negros”.
Ese año, el régimen establece normas discriminatorias para los obreros católicos e inicia una campaña de difamación contra la Iglesia, con juicios amañados.
1938: tras la anexión de Austria, los nazis prohíben las organizaciones juveniles católicas y la enseñanza de la religión católica en el país, y, poco más tarde, y ordenan el cierre de la centenaria Facultad de Teología de Innsbruck.
8 de octubre de 1938: un centenar de nazis asaltan y arrasan el palacio arzobispal de Viena y hieren el Arzobispo, Mons. Theodor Innitzer. El palacio es saqueado por los nazis, que robar obras y objetos de arte sacro.
2 de marzo 1939: nuevo Papa, Pío XII. Fue un firme adversario de los nazis y socorre a muchos miles de judíos durante la guerra. Como consecuencia de ello, los nazis le apodan “Volljude” (judío completo).
Septiembre de 1939: invasión de Polonia. Los nazis cierran los seminarios y detienen a seminaristas, sacerdotes y a algunos Obispos. En el Warthegau, una parte del país anexionada a Alemania, hay detenciones masivas de eclesiásticos tanto polacos como alemanes, que son enviados a cárceles y campos de concentración.
Diciembre de 1940: los nazis comienzan a asaltar los monasterios, apropiándose de sus tierras y de sus bienes.
Febrero de 1942: el doctor Schilling empieza experimentos con seres humanos en el campo de concentración de Dachau. Entre sus 1.200 víctimas en los tres años siguientes se encuentran sacerdotes católicos.
1943: ejecutados en Alemania los jóvenes miembros de La Rosa Blanca, grupo clandestino de resistencia integrado por católicos, protestantes y ortodoxos de Munich.
11 de marzo de 1944: cuando atendía a un judío enfermo, es detenido por los nazis el periodista católico Odardo Focherini. En 1943 organizó, junto al padre Dante Sala, una red para la expatriación hacia Suiza de más de un centenar de judíos. Focherini murió en el campo de Hersbruck el 27 de diciembre de 1944.
23 de enero de 1945: es ahorcado por los nazis Nikolaus Gross, periodista católico crítico con el nazismo.
El número de católicos perseguidos se muestra en la situación de su clero: sólo en Alemania, de 27.000 sacerdotes, más de 12.000 han sufrido la represión a manos de los nazis: interrogatorios, intimidaciones, amenazas, la cárcel y los campos de concentración.
Más de 3.000 religiosos, diáconos, sacerdotes y obispos católicos fueron a parar al campo de concentración de Dachau. De ellos, 1.780 eran polacos: 868 perecieron allí. En Sachsenhausen fueron recluidos 711 sacerdotes católicos, allí murieron 96 de ellos. En otro campo, el de Auschwitz, fueron asesinados dos santos: el sacerdote polaco Maximilian Kolbe y la monja alemana Edith Stein.
Obviamente, los hechos aquí reflejados son sólo una parte de toda la persecución que sufrieron los católicos de varios países a manos de los nazis. Desgraciadamente es difícil encontrar datos sobre esta represión, especialmente cifras totales de los católicos que murieron en los campos de concentración y de exterminio.
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Marzo de 1933: Mons. Bertram empieza a denunciar ante el presidente alemán, Paul von Hindenburg, los actos ilegales perpetrados por los nazis contra instituciones y bienes de la Iglesia, y pide su amparo ante los ataques.
De 1933 a 1939, la Iglesia envía a Hitler 55 denuncias de violaciones del concordato. Hitler ni siquiera las contesta.
Enero de 1934: el cardenal Pacelli, Secretario de Estado de la Santa Sede, denuncia el cada vez mayor número de sacerdotes encarcelados por el régimen nazi.
7 de abril de 1934: manifestantes nazis asaltan el palacio episcopal de Würzburgo (Baviera) y lo destrozan.
30 de junio de 1934: por orden de Hitler caen asesinados los católicos E.J. Jung, Erich Klausener, A. Probst y Fritz Gerlich, todos ellos críticos con el régimen nazi.
1935: agresiones nazis contra los católicos en Münster (Westfalia). Los nazis corean contra los agredidos lemas como “Cuando la juventud alemana marcha, Cristo revienta” y “Judíos fuera”, y tachan al clero de “banda de los mentirosos del hábito negro” y “cerdos negros”.
Ese año, el régimen establece normas discriminatorias para los obreros católicos e inicia una campaña de difamación contra la Iglesia, con juicios amañados.
1938: tras la anexión de Austria, los nazis prohíben las organizaciones juveniles católicas y la enseñanza de la religión católica en el país, y, poco más tarde, y ordenan el cierre de la centenaria Facultad de Teología de Innsbruck.
8 de octubre de 1938: un centenar de nazis asaltan y arrasan el palacio arzobispal de Viena y hieren el Arzobispo, Mons. Theodor Innitzer. El palacio es saqueado por los nazis, que robar obras y objetos de arte sacro.
2 de marzo 1939: nuevo Papa, Pío XII. Fue un firme adversario de los nazis y socorre a muchos miles de judíos durante la guerra. Como consecuencia de ello, los nazis le apodan “Volljude” (judío completo).
Septiembre de 1939: invasión de Polonia. Los nazis cierran los seminarios y detienen a seminaristas, sacerdotes y a algunos Obispos. En el Warthegau, una parte del país anexionada a Alemania, hay detenciones masivas de eclesiásticos tanto polacos como alemanes, que son enviados a cárceles y campos de concentración.
Diciembre de 1940: los nazis comienzan a asaltar los monasterios, apropiándose de sus tierras y de sus bienes.
Febrero de 1942: el doctor Schilling empieza experimentos con seres humanos en el campo de concentración de Dachau. Entre sus 1.200 víctimas en los tres años siguientes se encuentran sacerdotes católicos.
1943: ejecutados en Alemania los jóvenes miembros de La Rosa Blanca, grupo clandestino de resistencia integrado por católicos, protestantes y ortodoxos de Munich.
11 de marzo de 1944: cuando atendía a un judío enfermo, es detenido por los nazis el periodista católico Odardo Focherini. En 1943 organizó, junto al padre Dante Sala, una red para la expatriación hacia Suiza de más de un centenar de judíos. Focherini murió en el campo de Hersbruck el 27 de diciembre de 1944.
23 de enero de 1945: es ahorcado por los nazis Nikolaus Gross, periodista católico crítico con el nazismo.
El número de católicos perseguidos se muestra en la situación de su clero: sólo en Alemania, de 27.000 sacerdotes, más de 12.000 han sufrido la represión a manos de los nazis: interrogatorios, intimidaciones, amenazas, la cárcel y los campos de concentración.
Más de 3.000 religiosos, diáconos, sacerdotes y obispos católicos fueron a parar al campo de concentración de Dachau. De ellos, 1.780 eran polacos: 868 perecieron allí. En Sachsenhausen fueron recluidos 711 sacerdotes católicos, allí murieron 96 de ellos. En otro campo, el de Auschwitz, fueron asesinados dos santos: el sacerdote polaco Maximilian Kolbe y la monja alemana Edith Stein.
Obviamente, los hechos aquí reflejados son sólo una parte de toda la persecución que sufrieron los católicos de varios países a manos de los nazis. Desgraciadamente es difícil encontrar datos sobre esta represión, especialmente cifras totales de los católicos que murieron en los campos de concentración y de exterminio.
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