Inscriben el peor vino del supermercado a un concurso internacional y gana la medalla de oro
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Inscriben el peor vino del supermercado a un concurso internacional y gana la medalla de oro
La mezcla de vinos, vendida por 2,50€ fue maquillada para participar en el concurso y los jurados no se dieron cuenta de nada
¿Nos podemos fiar de los premios ganados por los vinos? Es lo que el programa belga On n'est pas des pigeons (literalmente "no somos palomas", que se puede traducir por "no somos tontos") ha querido averiguar con un experimento muy simple: inscribir el peor vino que han podido encontrar a un concurso internacional, y contra todo pronóstico, ganó.
Según cuenta a la RTBF Eric Boschman, sumiller y gran especialista del vino en Bélgica, "hay concursos anglosajones que están destinados a hacer dinero... La inscripción es muy cara, el transporte es muy caro, para conseguir medallas de broma".
El sumiller decidió organizar una degustación para encontrar el peor vino que podía, y designo como 'ganadora' una mezcla de diferentes vinos europeos vendida por 2,50€ en un supermercado local.
Las etiquetas fueron sustituidas luego por una más bonitas con el color del programa y el vino fue rebautizado 'Le Château Colombier' y, detalle , una paloma como logotipo.
El equipo del programa eligió el concurso internacional Gilbert et Gaillard. Para inscribirse, no hacía falta nada más que abonar unos 50€ y facilitar los resultados de una análisis en laboratorio del vino, para que se sepa su graduación y su tasa de azúcar, entre otras cosas.
Medalla de oro
La botella de menos de tres euros recibió el premio más codiciado.
El jurado lo ha descrito como sigue: "Boca suave, nerviosa y rica con jóvenes efluvios netos que prometen una bonita complejidad. Muy interesante."
Debido a ello, el programa tuvo que pagar 60 euros para comprar 1000 pegatinas que representaban la medalla para pegar en las botellas. Un verdadero negocio.
¿Cómo ganó este vino el concurso?
En algunos concursos, todos pueden inscribirse para ser jurados, aunque no sepan nada de vinos. Y es así que Samy Hosni, periodista del programa, se convirtió en catador para un concurso internacional en la ciudad francesa de Mâcon. En su mesa, no había ni un profesional.
El problema, es que las medallas influencian a menudo el futuro comercial de un vino: gracias a un premio, aumentan de hasta un 15% sus ventas.
Entonces, cuidado con los premios y medallas recibidas por un vino, más vale fiarse de su propio paladar.
No obstante, el programa de la RTBF no duda en citar el Concurso Internacional de Bruselas cómo referencia confiable a la hora de elegir un vino premiado.
Porque bueno es saberlo.
Diez claves para saber si un vino barato es bueno
Desde los datos destacados que puede aportarte la etiqueta hasta el significado del color o lo que insinua el precio
Partiendo de la base de que, a día de hoy, en territorio nacional es realmente difícil encontrar un vino malo (entiéndase por malo cabezón), sí que existen determinados factores a tener en cuenta para que no nos den gato por liebre o, haciendo honor a la cultura del vino, para que no nos la den con queso. La copa, se entiende. Este es nuestro decálogo para evitar que lo barato acabe saliendo caro.
Que no te engañe la etiqueta
Dejarse guiar por un profesional es siempre la mejor idea en caso de que todo te suene a chino, aunque la mayoría de las veces el nombre del vino o una etiqueta molona acabará seduciéndote antes de preguntar. Esto no tiene por qué ser malo. La mayoría de las veces un buen diseño acompaña a un buen vino. Pero si no quieres fallar, te interesa más entender lo que pone en la contraetiqueta. Fíjate en la región de origen, el grado alcohólico y la crianza. Estos datos te ayudarán a hacerte una idea del tipo de vino que vas a tomar, de si es ligero o intenso, si tendrá matices afrutados, una acidez marcada o un toque de madera. El respaldo de una denominación de origen te dará la confianza que necesitas para decidirte.
El color no determina la calidad
El color es uno de los aspectos que más varían en un vino: depende de la elaboración, la evolución o las propias variedades. El color no nos habla de la calidad, pero sí nos puede indicar otros datos interesantes, como la edad del vino. Por ejemplo, en los blancos, los tonos amarillo pajizos son sinónimo de juventud, mientras que los dorados indican evolución. En los tintos, los ribetes violetas denotan viveza y los anaranjados oxidación, es decir, envejecimiento. En los rosados, el color responde a una mayor o menor extracción durante la elaboración, y está siempre muy unido a las tendencias del mercado. No es oro todo lo que reluce, así que no dejes que el color influya en tus criterios de compra. Tanto si te gusta como si no.
No te dejes seducir por las puntuaciones
Un vino es mejor cuanta mayor sea su puntuación en las guías. Mentira podrida. El vino será bueno, estamos de acuerdo, pero eso no quiere decir que a nos vaya a gustar más. Las guías de vino las elaboran personas a partir de sus propios criterios, que no tienen por qué ser los mismos que los nuestros. Aunque traten de medir aspectos concretos y tangibles, las calificaciones no dejan de ser opiniones individuales. Una guía de vinos nos puede servir como orientación, pero nunca como biblia.
Si tiene rosca, ¿es malo?
Considerar que un vino es mejor que otro por llevar un tapón de corcho es uno de los mayores cuñadismos que siguen existiendo hoy en el mundo del vino. El corcho natural tiene reconocidos beneficios, sobre todo si se trata de un vino de guarda. Sin embargo, en muchas ocasiones, se continúa usando por mantener la tradición y darle al consumidor lo que espera. Para un vino joven, pensado para consumo en el año, lo mismo da cerrar la botella con corcho, plástico, rosca o chapa, pues la función del tapón es únicamente la de sellar el envase. El sistema de cierre no influye en la calidad del vino, si acaso será testigo de la evolución del mismo en botella. De hecho, en países europeos como Alemania es habitual encontrar todo tipo de vinos tapados con rosca o silicona (más económico y sin riesgo de TCA), incluso los más caros, siguiendo el camino marcado por países del Nuevo Mundo como Australia o Nueva Zelanda.
Igual que hay vinos baratos muy buenos, también los hay carísimos que no lo son tanto. A la hora de acertar en el restaurante, puede que te sirva saber que un vino que ronde los 25-30 € será siempre bueno, pues en carta suele ver aumentado su precio dos o tres veces con respecto a su coste en tienda. En un establecimiento especializado o en el supermercado podemos bajar hasta alrededor de los 10 euros y garantizarnos una buena experiencia en la copa. Por menos de cinco euros nos la jugamos y no ayudamos al sector. Un vino demasiado barato nos habla de grandes producciones y poco mimo al proceso, mientras que uno muy caro implica un valor añadido (viñedos únicos, producciones limitadas, colaboraciones artísticas). Entre un extremo y otro la horquilla es amplia y apetecible, con opciones para todos los gustos y momentos. A jugar.
Lánzate a la aventura
Entrar en un restaurante que no conoces o con una carta de vinos que no comprendes, puede ser un detonante para probar vinos locales o vinos que, por nuestros prejuicios, pensamos que no nos gustan. Fuera prejuicios: "donde fueres, haz lo que vieres". El vino nos ofrece la posibilidad de viajar desde la copa para descubrir el territorio y sus costumbres, por eso una buena manera de acertar con la elección cuando no sabemos qué pedir es dejarse llevar hacia lo que se elabora o se bebe en la zona en la que estamos. Como dijo un sabio: ante la duda, es mejor optar por el vino más caro de una denominación pequeña, que por el más barato de una región conocida.
El vino de la casa
Aunque antaño este concepto solía responder a un excedente de stock o a un vino que había sufrido una merma de calidad por no rotar con la suficiente celeridad, hoy en día hay vinos de la casa elegidos con cuidado, incluso botellas elaboradas en exclusiva para el restaurante, que tienen como fin dar a conocer al cliente una bodega singular, un estilo de vino que acompaña especialmente bien a la cocina o simplemente facilitarle la vida al público menos experto. En origen, un vino de la casa es una pequeña joya descubierta por el restaurante que se ofrece al cliente buscando que no repercuta en su cartera. No debería ser un vino de mala calidad. Insistimos, no debería.
Honestidad en la copa
Degustar un vino es una experiencia sensorial, pero, sobre todo, personal. El componente subjetivo es muy grande. No necesitas saberte un glosario de palabrejas para demostrar que sabes más que nadie. De verdad que no. En el momento de la cata, toda apreciación es acertada y nadie, por experto que sea, puede decirte que te equivocas. Dicho esto, el mejor consejo para no errar a la hora de elegir un vino es optar siempre por el más honesto. Es decir, el que da exactamente lo que había prometido. Ni más ni menos. Sin falsas expectativas ni añadidos innecesarios. Un vino bien elaborado que se corresponda con la zona, la tierra y la uva. Ecológico o no: un vino sincero.
Vino en lata
El vino en lata no es una moda, es una realidad que va unida a los dos grandes desafíos de la industria: mantener bajos los costes, conseguir una mayor responsabilidad ambiental y social, y llegar al consumidor más joven. Si se trata de hacer que el vino sea algo relevante para la próxima generación de consumidores, la lata es la alternativa ganadora. No es para menos, ya que es un envase económico, fácil de transportar y de consumir en cualquier momento y lugar y, además, permite jugar con el diseño y atraer a otros públicos. Es la puerta de entrada de nuevos productos que harán mella en el mercado el resto de la década, como son las bebidas con poco alcohol y los refrescos con base de vino. Sí, el vino en lata es actualmente una opción buena y barata gracias a la apuesta de futuro y el compromiso con la calidad de un buen puñado de bodegas.
Déjate asesorar por el sumiller
Si después de todo la anterior sigues teniendo dudas, el sumiller será tu mejor aliado para acertar con el vino en el restaurante. Un buen profesional no tratará de venderte el vino más caro sino el que más se adapte a tus gustos y apetencias (además de a tu bolsillo). Y lo mismo sucederá en una tienda de vinos. Pero si no hay un profesional especializado que te pueda orientar, los vinos sin crianza o con poca crianza, además de ser más económicos, son también más fáciles de entender y de disfrutar. Una recomendación a tener en cuenta si quieres salir airoso sin arriesgar demasiado.
Porque bueno es saberlo.
Partiendo de la base de que, a día de hoy, en territorio nacional es realmente difícil encontrar un vino malo (entiéndase por malo cabezón), sí que existen determinados factores a tener en cuenta para que no nos den gato por liebre o, haciendo honor a la cultura del vino, para que no nos la den con queso. La copa, se entiende. Este es nuestro decálogo para evitar que lo barato acabe saliendo caro.
Que no te engañe la etiqueta
Dejarse guiar por un profesional es siempre la mejor idea en caso de que todo te suene a chino, aunque la mayoría de las veces el nombre del vino o una etiqueta molona acabará seduciéndote antes de preguntar. Esto no tiene por qué ser malo. La mayoría de las veces un buen diseño acompaña a un buen vino. Pero si no quieres fallar, te interesa más entender lo que pone en la contraetiqueta. Fíjate en la región de origen, el grado alcohólico y la crianza. Estos datos te ayudarán a hacerte una idea del tipo de vino que vas a tomar, de si es ligero o intenso, si tendrá matices afrutados, una acidez marcada o un toque de madera. El respaldo de una denominación de origen te dará la confianza que necesitas para decidirte.
El color no determina la calidad
El color es uno de los aspectos que más varían en un vino: depende de la elaboración, la evolución o las propias variedades. El color no nos habla de la calidad, pero sí nos puede indicar otros datos interesantes, como la edad del vino. Por ejemplo, en los blancos, los tonos amarillo pajizos son sinónimo de juventud, mientras que los dorados indican evolución. En los tintos, los ribetes violetas denotan viveza y los anaranjados oxidación, es decir, envejecimiento. En los rosados, el color responde a una mayor o menor extracción durante la elaboración, y está siempre muy unido a las tendencias del mercado. No es oro todo lo que reluce, así que no dejes que el color influya en tus criterios de compra. Tanto si te gusta como si no.
No te dejes seducir por las puntuaciones
Un vino es mejor cuanta mayor sea su puntuación en las guías. Mentira podrida. El vino será bueno, estamos de acuerdo, pero eso no quiere decir que a nos vaya a gustar más. Las guías de vino las elaboran personas a partir de sus propios criterios, que no tienen por qué ser los mismos que los nuestros. Aunque traten de medir aspectos concretos y tangibles, las calificaciones no dejan de ser opiniones individuales. Una guía de vinos nos puede servir como orientación, pero nunca como biblia.
Si tiene rosca, ¿es malo?
Considerar que un vino es mejor que otro por llevar un tapón de corcho es uno de los mayores cuñadismos que siguen existiendo hoy en el mundo del vino. El corcho natural tiene reconocidos beneficios, sobre todo si se trata de un vino de guarda. Sin embargo, en muchas ocasiones, se continúa usando por mantener la tradición y darle al consumidor lo que espera. Para un vino joven, pensado para consumo en el año, lo mismo da cerrar la botella con corcho, plástico, rosca o chapa, pues la función del tapón es únicamente la de sellar el envase. El sistema de cierre no influye en la calidad del vino, si acaso será testigo de la evolución del mismo en botella. De hecho, en países europeos como Alemania es habitual encontrar todo tipo de vinos tapados con rosca o silicona (más económico y sin riesgo de TCA), incluso los más caros, siguiendo el camino marcado por países del Nuevo Mundo como Australia o Nueva Zelanda.
Igual que hay vinos baratos muy buenos, también los hay carísimos que no lo son tanto. A la hora de acertar en el restaurante, puede que te sirva saber que un vino que ronde los 25-30 € será siempre bueno, pues en carta suele ver aumentado su precio dos o tres veces con respecto a su coste en tienda. En un establecimiento especializado o en el supermercado podemos bajar hasta alrededor de los 10 euros y garantizarnos una buena experiencia en la copa. Por menos de cinco euros nos la jugamos y no ayudamos al sector. Un vino demasiado barato nos habla de grandes producciones y poco mimo al proceso, mientras que uno muy caro implica un valor añadido (viñedos únicos, producciones limitadas, colaboraciones artísticas). Entre un extremo y otro la horquilla es amplia y apetecible, con opciones para todos los gustos y momentos. A jugar.
Lánzate a la aventura
Entrar en un restaurante que no conoces o con una carta de vinos que no comprendes, puede ser un detonante para probar vinos locales o vinos que, por nuestros prejuicios, pensamos que no nos gustan. Fuera prejuicios: "donde fueres, haz lo que vieres". El vino nos ofrece la posibilidad de viajar desde la copa para descubrir el territorio y sus costumbres, por eso una buena manera de acertar con la elección cuando no sabemos qué pedir es dejarse llevar hacia lo que se elabora o se bebe en la zona en la que estamos. Como dijo un sabio: ante la duda, es mejor optar por el vino más caro de una denominación pequeña, que por el más barato de una región conocida.
El vino de la casa
Aunque antaño este concepto solía responder a un excedente de stock o a un vino que había sufrido una merma de calidad por no rotar con la suficiente celeridad, hoy en día hay vinos de la casa elegidos con cuidado, incluso botellas elaboradas en exclusiva para el restaurante, que tienen como fin dar a conocer al cliente una bodega singular, un estilo de vino que acompaña especialmente bien a la cocina o simplemente facilitarle la vida al público menos experto. En origen, un vino de la casa es una pequeña joya descubierta por el restaurante que se ofrece al cliente buscando que no repercuta en su cartera. No debería ser un vino de mala calidad. Insistimos, no debería.
Honestidad en la copa
Degustar un vino es una experiencia sensorial, pero, sobre todo, personal. El componente subjetivo es muy grande. No necesitas saberte un glosario de palabrejas para demostrar que sabes más que nadie. De verdad que no. En el momento de la cata, toda apreciación es acertada y nadie, por experto que sea, puede decirte que te equivocas. Dicho esto, el mejor consejo para no errar a la hora de elegir un vino es optar siempre por el más honesto. Es decir, el que da exactamente lo que había prometido. Ni más ni menos. Sin falsas expectativas ni añadidos innecesarios. Un vino bien elaborado que se corresponda con la zona, la tierra y la uva. Ecológico o no: un vino sincero.
Vino en lata
El vino en lata no es una moda, es una realidad que va unida a los dos grandes desafíos de la industria: mantener bajos los costes, conseguir una mayor responsabilidad ambiental y social, y llegar al consumidor más joven. Si se trata de hacer que el vino sea algo relevante para la próxima generación de consumidores, la lata es la alternativa ganadora. No es para menos, ya que es un envase económico, fácil de transportar y de consumir en cualquier momento y lugar y, además, permite jugar con el diseño y atraer a otros públicos. Es la puerta de entrada de nuevos productos que harán mella en el mercado el resto de la década, como son las bebidas con poco alcohol y los refrescos con base de vino. Sí, el vino en lata es actualmente una opción buena y barata gracias a la apuesta de futuro y el compromiso con la calidad de un buen puñado de bodegas.
Déjate asesorar por el sumiller
Si después de todo la anterior sigues teniendo dudas, el sumiller será tu mejor aliado para acertar con el vino en el restaurante. Un buen profesional no tratará de venderte el vino más caro sino el que más se adapte a tus gustos y apetencias (además de a tu bolsillo). Y lo mismo sucederá en una tienda de vinos. Pero si no hay un profesional especializado que te pueda orientar, los vinos sin crianza o con poca crianza, además de ser más económicos, son también más fáciles de entender y de disfrutar. Una recomendación a tener en cuenta si quieres salir airoso sin arriesgar demasiado.
Porque bueno es saberlo.
Cuál es la diferencia entre fino y manzanilla
Entre el triángulo de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda, se producen algunos de los vinos más conocidos de todo el mundo ¿Pero sabes cuáles son las diferencias entre fino y manzanilla? Te ayudamos a averiguarlo.
Como aperitivo, solo, o acompañando tapas, el vino de jerez es uno de los más universales y más afamados. Y aunque los matices organolépticos que hacen distinto al fino de la manzanilla sean mínimos, vamos a ver las diferencias. Te adelantamos que la clave está en la zona de producción y en el proceso de crianza.
Qué es el fino
El fino, conocido alrededor de todo el mundo, es uno de los emblemas de la región de Jerez y protegido legalmente bajo la Denominación de Origen «Jerez-Xérès-Sherry». Producido únicamente en los terrenos jerezanos de albariza, es un vino blanco y seco que procede exclusivamente de la variedad palomino fino y que desarrolla un tenue velo de flor durante el proceso de crianza que se lleva a cabo en botas de roble americano y siguiendo el tradicional sistema de soleras y criaderas.
Qué es la manzanilla
La manzanilla es uno de los vinos más exclusivos del Marco de Jerez. Blanco y seco, este vino elaborado con la variedad palomino fino y envejecido bajo velo de flor, cuenta con denominación de origen propia «Manzanilla–Sanlúcar de Barrameda». La peculiaridad de la manzanilla es que se produce exclusivamente en las bodegas costeras de Sanlúcar de Barrameda, ya que es el único lugar donde se dan las condiciones necesarias para su correcto desarrollo.
Lugar de elaboración y clima: la manzanilla, sólo en Sanlúcar
Una de las diferencias determinantes es el lugar y el clima bajo el que se elabora cada uno. Mientras que en Sanlúcar el clima marítimo es más húmedo y templado para la elaboración de manzanilla, en Jerez la elaboración de fino se realiza bajo un clima continental y mucho más seco. De modo que, en Sanlúcar, el velo de flor está presente durante todo el año y además es mucho más grueso, haciendo que la manzanilla sea ligeramente más pálida que el fino al estar más aislada del oxígeno. Debido a las temperaturas extremas en Jerez tanto en invierno como en verano, el velo de flor es mucho más fino, llegando a veces casi a desaparecer.
Las albarizas son los suelos predominantes en los que se desarrollan los viñedos para la obtención del vino de Jerez, siendo además los que producen los mejores vinos. Pobres en compuestos químicos y en nutrientes, la ventaja que presentan las albarizas es su gran capacidad para la retención de la humedad, una característica fundamental para el desarrollo de la planta, puesto que además de almacenar la lluvia de invierno, actúa como una esponja conservando la humedad y nutriendo a la planta durante los largos meses de verano.
Otro aspecto fundamental del terreno es que las albarizas al ser de color claro, hacen que los rayos del sol se reflejen y fomenten la completa maduración de la uva elevando su proporción de azúcares y permitiendo una maduración homogénea.
Los vientos dominantes de la zona, conocidos como Poniente y Levante, hacen el resto. Durante los meses calurosos de julio y agosto sopla el Poniente, un viento húmedo proveniente del Atlántico que durante las noches actúa sobre las viñas dotándolas de diminutas gotas de rocío, evitando así que las vides alcancen temperaturas demasiado altas. Por su parte, el viento seco y caluroso de Levante, potencia la acumulación de azúcares en la uva que además de madurarla de manera uniforme, evitan su podredumbre.
El velo de flor, más grueso y persistente en la manzanilla
Además de las condiciones ambientales, y el trabajo de los bodegueros, existe un factor clave para la transformación del mosto en el vino de jerez que a su vez supone una diferencia entre el fino y la manzanilla: el llamado velo de flor. El velo de flor es una capa de levaduras o microorganismos que se forma en la superficie del vino cuando reposan en barrica. Estos microorganismos o levaduras que forman el velo de flor son los responsables de dotar a estos vinos de un carácter realmente peculiar.
Los mostos clasificados con una raya (/), son limpios en nariz, y adecuados para la elaboración de fino y manzanilla. Es en este punto donde a estos mostos se les añade aguardiente de vino, y se dejan reposar en barricas de roble americano de 600 litros de capacidad que se llenan en sus 5/6 partes, dejando una cámara de aire para que empiece la crianza biológica bajo velo de flor.
En las bodegas de Sanlúcar de Barrameda donde se elabora la manzanilla se dan unas cepas específicas que sólo se encuentran en sus botas y que necesitan la proximidad al mar y la brisa marina para prosperar. Es así como gracias a la suavidad del clima, el velo de flor se engrosa y se mantiene durante todo el año, confiriendo al vino ese matiz tan único salino y yodado.
Por el contrario, en las bodegas de Jerez de la Frontera donde se elabora el fino, al haber más distancia con la costa y darse unas condiciones climáticas totalmente diferentes, el velo de flor es mucho más fino, hasta el punto de casi desaparecer. Esto hace que se produzca un vino mucho más untuoso y con más cuerpo.
No es de extrañar que el escritor y viajero británico Richard Ford denominase a las bodegas como bodegas-catedrales, ya que son grandes edificios sombríos de gruesos muros y con ventanas altas para promover la circulación del aire. Además al contar en su mayoría con suelos de albero que suelen regarse, se generan las condiciones óptimas para regular la temperatura en el interior de la bodega. Es en estos espacios donde se produce la mágica transformación del zumo de la uva palomino fino en jerez, y donde además vemos la segunda distinción clara entre el fino y la manzanilla.
La Palomino fino es variedad de cepa, cuyo cultivo es de los más antiguos de la zona, es la más importante en la elaboración de los vinos de Jerez como el fino y la manzanilla, siendo además la única cepa utilizada en la elaboración de la manzanilla sanluqueña. Si bien puede cultivarse en otras tierras, es en los terrenos de las albarizas jerezanas donde origina estos magníficos y singulares vinos. La palomino fino, cultivada sobre espalderas, es una variedad blanca de hoja grande con sarmientos semirrastreros. Sus numerosos racimos son anchos, largos, y repletos de uvas de tamaño mediano, de piel fina y de una tonalidad verde amarillenta.
Otra variedad dentro del Marco de Jerez cultivada igualmente en otras zonas de Andalucía es la pedro ximénez, una uva que se caracteriza por su alto contenido en azúcar y su mayor nivel de acidez. Aunque no sea lo más habitual, desde hace algunos años se han elaborado vinos finos con esta variedad de uva.
La Moscatel, originaria de África, esta uva se emplea para la elaboración de vinos de ese mismo nombre y que corresponden a la zona de Chipiona, produciendo uno de los vinos dulces de más calidad del mundo.
Por su parte, la manzanilla es un vino muy pálido, y de una tonalidad amarilla pajiza, es un vino de aroma punzante y delicado en el que destacan notas florales y aromas de panadería. Es un vino muy seco al paladar, salino, fresco y delicado. Su leve acidez genera una agradable sensación de frescor con un regusto persistente y ligeramente amargo al paladar. Es ideal para tomarla sola como aperitivo, o como acompañamiento para todo tipo de tapas. Aunque con lo que mejor combina, es con todo tipo de sabores provenientes del mar.
Es bajo el sistema de soleras y criaderas, donde los vinos viejos transmiten sus mejores cualidades a los más jóvenes al mezclarse. Para ello, las botas se alinean en hileras de varias alturas, siendo la más próxima al suelo, conocida como solera, la que contiene el vino más viejo. De los barriles de la solera se extrae una cantidad de vino (siempre inferior a una tercera parte), para proceder a su embotellado, y se sustituye por la misma cantidad de vino de las botas de la hilera inmediatamente superior y llamada primera criadera. Esta bota, a su vez, se rellena con vino de la segunda, la segunda con vino de la tercera, y así sucesivamente hasta llegar a la solera. Es durante este proceso donde los vinos jóvenes adquieren las mejores cualidades de los viejos.
Porque bueno es saberlo.
Como aperitivo, solo, o acompañando tapas, el vino de jerez es uno de los más universales y más afamados. Y aunque los matices organolépticos que hacen distinto al fino de la manzanilla sean mínimos, vamos a ver las diferencias. Te adelantamos que la clave está en la zona de producción y en el proceso de crianza.
Qué es el fino
El fino, conocido alrededor de todo el mundo, es uno de los emblemas de la región de Jerez y protegido legalmente bajo la Denominación de Origen «Jerez-Xérès-Sherry». Producido únicamente en los terrenos jerezanos de albariza, es un vino blanco y seco que procede exclusivamente de la variedad palomino fino y que desarrolla un tenue velo de flor durante el proceso de crianza que se lleva a cabo en botas de roble americano y siguiendo el tradicional sistema de soleras y criaderas.
Qué es la manzanilla
La manzanilla es uno de los vinos más exclusivos del Marco de Jerez. Blanco y seco, este vino elaborado con la variedad palomino fino y envejecido bajo velo de flor, cuenta con denominación de origen propia «Manzanilla–Sanlúcar de Barrameda». La peculiaridad de la manzanilla es que se produce exclusivamente en las bodegas costeras de Sanlúcar de Barrameda, ya que es el único lugar donde se dan las condiciones necesarias para su correcto desarrollo.
Diferencias entre fino y manzanilla
En cuanto a las diferencias entre fino y manzanilla, no existen tantas como podamos pensar, y es que realmente podemos remitirnos a 3 factores clave: el terruño o lugar donde se elabora cada uno, la bodega, y la crianza biológica o velo de flor.Lugar de elaboración y clima: la manzanilla, sólo en Sanlúcar
Una de las diferencias determinantes es el lugar y el clima bajo el que se elabora cada uno. Mientras que en Sanlúcar el clima marítimo es más húmedo y templado para la elaboración de manzanilla, en Jerez la elaboración de fino se realiza bajo un clima continental y mucho más seco. De modo que, en Sanlúcar, el velo de flor está presente durante todo el año y además es mucho más grueso, haciendo que la manzanilla sea ligeramente más pálida que el fino al estar más aislada del oxígeno. Debido a las temperaturas extremas en Jerez tanto en invierno como en verano, el velo de flor es mucho más fino, llegando a veces casi a desaparecer.
Las albarizas son los suelos predominantes en los que se desarrollan los viñedos para la obtención del vino de Jerez, siendo además los que producen los mejores vinos. Pobres en compuestos químicos y en nutrientes, la ventaja que presentan las albarizas es su gran capacidad para la retención de la humedad, una característica fundamental para el desarrollo de la planta, puesto que además de almacenar la lluvia de invierno, actúa como una esponja conservando la humedad y nutriendo a la planta durante los largos meses de verano.
Otro aspecto fundamental del terreno es que las albarizas al ser de color claro, hacen que los rayos del sol se reflejen y fomenten la completa maduración de la uva elevando su proporción de azúcares y permitiendo una maduración homogénea.
Los vientos dominantes de la zona, conocidos como Poniente y Levante, hacen el resto. Durante los meses calurosos de julio y agosto sopla el Poniente, un viento húmedo proveniente del Atlántico que durante las noches actúa sobre las viñas dotándolas de diminutas gotas de rocío, evitando así que las vides alcancen temperaturas demasiado altas. Por su parte, el viento seco y caluroso de Levante, potencia la acumulación de azúcares en la uva que además de madurarla de manera uniforme, evitan su podredumbre.
El velo de flor, más grueso y persistente en la manzanilla
Además de las condiciones ambientales, y el trabajo de los bodegueros, existe un factor clave para la transformación del mosto en el vino de jerez que a su vez supone una diferencia entre el fino y la manzanilla: el llamado velo de flor. El velo de flor es una capa de levaduras o microorganismos que se forma en la superficie del vino cuando reposan en barrica. Estos microorganismos o levaduras que forman el velo de flor son los responsables de dotar a estos vinos de un carácter realmente peculiar.
Los mostos clasificados con una raya (/), son limpios en nariz, y adecuados para la elaboración de fino y manzanilla. Es en este punto donde a estos mostos se les añade aguardiente de vino, y se dejan reposar en barricas de roble americano de 600 litros de capacidad que se llenan en sus 5/6 partes, dejando una cámara de aire para que empiece la crianza biológica bajo velo de flor.
En las bodegas de Sanlúcar de Barrameda donde se elabora la manzanilla se dan unas cepas específicas que sólo se encuentran en sus botas y que necesitan la proximidad al mar y la brisa marina para prosperar. Es así como gracias a la suavidad del clima, el velo de flor se engrosa y se mantiene durante todo el año, confiriendo al vino ese matiz tan único salino y yodado.
Por el contrario, en las bodegas de Jerez de la Frontera donde se elabora el fino, al haber más distancia con la costa y darse unas condiciones climáticas totalmente diferentes, el velo de flor es mucho más fino, hasta el punto de casi desaparecer. Esto hace que se produzca un vino mucho más untuoso y con más cuerpo.
No es de extrañar que el escritor y viajero británico Richard Ford denominase a las bodegas como bodegas-catedrales, ya que son grandes edificios sombríos de gruesos muros y con ventanas altas para promover la circulación del aire. Además al contar en su mayoría con suelos de albero que suelen regarse, se generan las condiciones óptimas para regular la temperatura en el interior de la bodega. Es en estos espacios donde se produce la mágica transformación del zumo de la uva palomino fino en jerez, y donde además vemos la segunda distinción clara entre el fino y la manzanilla.
Variedades de uva empleadas: la manzanilla, solo con palomino fino
La manzanilla de Sanlúcar de Barrameda se elabora empleando exclusivamente Palomino fino. El fino por su parte, puede elaborarse también con Pedro Ximénez y con Moscatel. Aunque la variedad predominante para la elaboración de los vinos de Jerez sea la palomino fino, que ocupa casi el 95% del terreno, el Consejo Regulador señala como aptas variedades de viníferas como las cepas de pedro ximénez y moscatel, ambas tradicionales del Marco de Jerez.La Palomino fino es variedad de cepa, cuyo cultivo es de los más antiguos de la zona, es la más importante en la elaboración de los vinos de Jerez como el fino y la manzanilla, siendo además la única cepa utilizada en la elaboración de la manzanilla sanluqueña. Si bien puede cultivarse en otras tierras, es en los terrenos de las albarizas jerezanas donde origina estos magníficos y singulares vinos. La palomino fino, cultivada sobre espalderas, es una variedad blanca de hoja grande con sarmientos semirrastreros. Sus numerosos racimos son anchos, largos, y repletos de uvas de tamaño mediano, de piel fina y de una tonalidad verde amarillenta.
Otra variedad dentro del Marco de Jerez cultivada igualmente en otras zonas de Andalucía es la pedro ximénez, una uva que se caracteriza por su alto contenido en azúcar y su mayor nivel de acidez. Aunque no sea lo más habitual, desde hace algunos años se han elaborado vinos finos con esta variedad de uva.
La Moscatel, originaria de África, esta uva se emplea para la elaboración de vinos de ese mismo nombre y que corresponden a la zona de Chipiona, produciendo uno de los vinos dulces de más calidad del mundo.
Diferencias organolépticas: el fino es seco, la manzanilla salina
El fino es de un brillante tono amarillo pajizo o dorado, un vino de aroma punzante y delicado a la nariz, con ligeros recuerdos a almendras, notas de masa fresca de pan y hierbas del campo. En el paladar resulta seco, delicado y ligero. Y en el post gusto persisten los sabores almendrados dejando tras de sí una agradable sensación de frescor. Es extraordinario para servirlo como aperitivo, ya que gracias a su extraordinaria capacidad para estimular las papilas gustativas, es una de las mejores formas de preparar el paladar para disfrutar de una buena comida.Por su parte, la manzanilla es un vino muy pálido, y de una tonalidad amarilla pajiza, es un vino de aroma punzante y delicado en el que destacan notas florales y aromas de panadería. Es un vino muy seco al paladar, salino, fresco y delicado. Su leve acidez genera una agradable sensación de frescor con un regusto persistente y ligeramente amargo al paladar. Es ideal para tomarla sola como aperitivo, o como acompañamiento para todo tipo de tapas. Aunque con lo que mejor combina, es con todo tipo de sabores provenientes del mar.
El sistema de soleras y criaderas
Es bajo el sistema de soleras y criaderas, donde los vinos viejos transmiten sus mejores cualidades a los más jóvenes al mezclarse. Para ello, las botas se alinean en hileras de varias alturas, siendo la más próxima al suelo, conocida como solera, la que contiene el vino más viejo. De los barriles de la solera se extrae una cantidad de vino (siempre inferior a una tercera parte), para proceder a su embotellado, y se sustituye por la misma cantidad de vino de las botas de la hilera inmediatamente superior y llamada primera criadera. Esta bota, a su vez, se rellena con vino de la segunda, la segunda con vino de la tercera, y así sucesivamente hasta llegar a la solera. Es durante este proceso donde los vinos jóvenes adquieren las mejores cualidades de los viejos.
Porque bueno es saberlo.
El vino más caro del mundo es español y solo fabrica 300 unidades al año
España es el tercer productor de vino con 28 millones de hectolitros al año
La mitad de la producción mundial de vino tan solo se concentra en tres países: Francia, Italia y España. Esto se debe a que el cultivo de la vid está asociado con climas templado y cálidos como el que se da en la zona del Mar Mediterráneo, aunque se cree que el vino tiene su origen en los montes Zagros, una región de Oriente Medio que ahora ocupan Irak e Irán. Aunque sin duda fue en la antigua Grecia cuando el consumo de vino comenzó a extenderse, dada las avanzadas técnicas de fermentación y conservación de la época: entonces el vino se mezclaba con agua y se preservaba en pellejos de cabra.
No obstante, la etnología, ciencia que estudia todo el proceso de elaboración del vino, ha ido evolucionando con los años para tener en cuenta todos los factores que afectan al producto final: desde la elección de la uva (existen alrededor de 10.00 variantes según la experta británica en el sector Jancis Robinson), la tierra de cultivo, el clima, las barricas de fermentación y conservación... Todo ello implica un estudio meticuloso que dan como resultado una de las bebidas más cotizadas del planeta. Y, casualmente, en España se fabrica el que es el vino más caro del mundo.
En nuestro país existen hasta 70 Denominaciones de Origen de vino, título que se otorga a todos aquellos líquidos fabricados con uva de una misma región, entre las que se encuentran Ribera de Duero, Rioja, Rueda y Jerez, reconocidas mundialmente. Entre Protos, Ramón Bilbao, Albariño, Verdejo o Márques de Cáceres destaca uno en concreto, no tanto por su exposición internacional sino por su exclusividad. Se trata de Aurum Red, conocido por ser el vino más caro del mundo.
Enfocado a clientes extranjeros
La localidad de Las Pedroñeras, Cuenca, a 160km de Madrid, es mucho más conocida por sus ajos que por el vino, a pesar de que allí también se encuentra la bodega Aurum Red, el sueño hecho realidad de Hilario García, etnólogo de tercera generación.
"Estoy dedicado al vino. Mis sueños están dentro de esa botella. El precio del vino es lo que menos me importa". Estas palabras de García a la BBC en 2019 cobran más sentido aún cuando se conoce el precio de sus botellas, y es que las botellas de Arum Red pueden varias entre lo 100 euros del Aurum Red white añada de 2016 o los 25.000 euros del exclusivo líquido Aurum Red Gold.
Así se trata de la firma vinícola en comercialización más cara del mundo, si bien a lo largo de la historia se han llegado a vender botellas exclusivas por alto valor económico. Es el caso de una botella de Domaine de la Romanée Conti añada de 1945 que se subastó en Nueva York hace 6 años por un valor de más de 550.000 dólares.
En este caso, cada botella de Aurum Red Gold, que se entrega en mano, está adornada con una medalla de dos peces de 18 quilates. Sin embargo, "es el mercado el que ha determinado el precio del vino, yo no tengo mucho que ver con eso", reconoce Hilario García cuando se refiere a sus inicios, donde cada botella salía con un precio de mercado de 4.000 euros, pero se podía revender por hasta 17.000 euros.
Por su parte, es el proceso de maduración y el innovador tratamiento de con ozono las claves para el éxito de Aurum Red, que fabrica 300 botellas al año, aunque tan solo 150 se ponen a la venta, para sus exclusivos cliente, sobre todo expertos y entusiastas del vino con origen Japón, China y Estados Unidos.
Misma botella, diferente sabor
"Aurum Red ha sido envejecido en roble selecto de alta calidad y se le ha transmitido durante 24 meses todos los sentimientos de amor. Aurum Red es el néctar de Dioses hecho vino. Transmite el momento de ilusión de quienes lo disfrutan transfiriendo esencia de amor, felicidad y amistad. Estos conceptos universales son incluidos en el vino desde su siembra, elaboración y envejecimiento y así lo reflejan al final en la copa."
Así describe en la página web de la compañía parte del proceso de elaboración de este manjar líquido, y esque este vino cuenta con varias características especiales que hacen de su aroma y sabor algo único en el mercado.
La primera de ellas referida al cultivo del viñedo, al que después de una intensa investigación consiguió aplicarle un tratamiento de ozono: "Monté un pequeño laboratorio y busqué formas de aplicar esta técnica de manera más eficiente. Lo usé primero en algunas cebollas que estaba cultivando. Funcionó tan bien que pensé: ¿Por qué no probarlo en las viñas?". De esta manera, García bombeaba ozono al agua con la que regaba los viñedos lo que permitió a la uva extraer más nutrientes, dando como resultado una uva final de alta calidad.
Es posible que esta exclusiva técnica sea la responsable del factor más representativo de Aurum Red. Esto implica que, según el giro que se lleva a cabo para saborear el vino, este puede resultar distintos matices: "Girando a la derecha podrás percibir pan de higos, aromas de breva, sobremaduración, notas especiadas, aroma lineal y fruto seco maduro. Girando hacia la izquierda percibirá, más finura, aromas más sutiles, más aromas de cassis, tostado, cacao, frutas pequeñas maduras y arándanos".
Bueno, es saberlo.
La mitad de la producción mundial de vino tan solo se concentra en tres países: Francia, Italia y España. Esto se debe a que el cultivo de la vid está asociado con climas templado y cálidos como el que se da en la zona del Mar Mediterráneo, aunque se cree que el vino tiene su origen en los montes Zagros, una región de Oriente Medio que ahora ocupan Irak e Irán. Aunque sin duda fue en la antigua Grecia cuando el consumo de vino comenzó a extenderse, dada las avanzadas técnicas de fermentación y conservación de la época: entonces el vino se mezclaba con agua y se preservaba en pellejos de cabra.
No obstante, la etnología, ciencia que estudia todo el proceso de elaboración del vino, ha ido evolucionando con los años para tener en cuenta todos los factores que afectan al producto final: desde la elección de la uva (existen alrededor de 10.00 variantes según la experta británica en el sector Jancis Robinson), la tierra de cultivo, el clima, las barricas de fermentación y conservación... Todo ello implica un estudio meticuloso que dan como resultado una de las bebidas más cotizadas del planeta. Y, casualmente, en España se fabrica el que es el vino más caro del mundo.
En nuestro país existen hasta 70 Denominaciones de Origen de vino, título que se otorga a todos aquellos líquidos fabricados con uva de una misma región, entre las que se encuentran Ribera de Duero, Rioja, Rueda y Jerez, reconocidas mundialmente. Entre Protos, Ramón Bilbao, Albariño, Verdejo o Márques de Cáceres destaca uno en concreto, no tanto por su exposición internacional sino por su exclusividad. Se trata de Aurum Red, conocido por ser el vino más caro del mundo.
Enfocado a clientes extranjeros
La localidad de Las Pedroñeras, Cuenca, a 160km de Madrid, es mucho más conocida por sus ajos que por el vino, a pesar de que allí también se encuentra la bodega Aurum Red, el sueño hecho realidad de Hilario García, etnólogo de tercera generación.
"Estoy dedicado al vino. Mis sueños están dentro de esa botella. El precio del vino es lo que menos me importa". Estas palabras de García a la BBC en 2019 cobran más sentido aún cuando se conoce el precio de sus botellas, y es que las botellas de Arum Red pueden varias entre lo 100 euros del Aurum Red white añada de 2016 o los 25.000 euros del exclusivo líquido Aurum Red Gold.
Así se trata de la firma vinícola en comercialización más cara del mundo, si bien a lo largo de la historia se han llegado a vender botellas exclusivas por alto valor económico. Es el caso de una botella de Domaine de la Romanée Conti añada de 1945 que se subastó en Nueva York hace 6 años por un valor de más de 550.000 dólares.
En este caso, cada botella de Aurum Red Gold, que se entrega en mano, está adornada con una medalla de dos peces de 18 quilates. Sin embargo, "es el mercado el que ha determinado el precio del vino, yo no tengo mucho que ver con eso", reconoce Hilario García cuando se refiere a sus inicios, donde cada botella salía con un precio de mercado de 4.000 euros, pero se podía revender por hasta 17.000 euros.
Por su parte, es el proceso de maduración y el innovador tratamiento de con ozono las claves para el éxito de Aurum Red, que fabrica 300 botellas al año, aunque tan solo 150 se ponen a la venta, para sus exclusivos cliente, sobre todo expertos y entusiastas del vino con origen Japón, China y Estados Unidos.
Misma botella, diferente sabor
"Aurum Red ha sido envejecido en roble selecto de alta calidad y se le ha transmitido durante 24 meses todos los sentimientos de amor. Aurum Red es el néctar de Dioses hecho vino. Transmite el momento de ilusión de quienes lo disfrutan transfiriendo esencia de amor, felicidad y amistad. Estos conceptos universales son incluidos en el vino desde su siembra, elaboración y envejecimiento y así lo reflejan al final en la copa."
Así describe en la página web de la compañía parte del proceso de elaboración de este manjar líquido, y esque este vino cuenta con varias características especiales que hacen de su aroma y sabor algo único en el mercado.
La primera de ellas referida al cultivo del viñedo, al que después de una intensa investigación consiguió aplicarle un tratamiento de ozono: "Monté un pequeño laboratorio y busqué formas de aplicar esta técnica de manera más eficiente. Lo usé primero en algunas cebollas que estaba cultivando. Funcionó tan bien que pensé: ¿Por qué no probarlo en las viñas?". De esta manera, García bombeaba ozono al agua con la que regaba los viñedos lo que permitió a la uva extraer más nutrientes, dando como resultado una uva final de alta calidad.
Es posible que esta exclusiva técnica sea la responsable del factor más representativo de Aurum Red. Esto implica que, según el giro que se lleva a cabo para saborear el vino, este puede resultar distintos matices: "Girando a la derecha podrás percibir pan de higos, aromas de breva, sobremaduración, notas especiadas, aroma lineal y fruto seco maduro. Girando hacia la izquierda percibirá, más finura, aromas más sutiles, más aromas de cassis, tostado, cacao, frutas pequeñas maduras y arándanos".
Bueno, es saberlo.
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