¿Por qué odian lo chinos a Japón?
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¿Por qué odian lo chinos a Japón?
La rivalidad histórica entre ambos vecinos está alimentada por las atrocidades de la guerra, las disputas territoriales y el ascenso de China como primera potencia de Asia
¿Por qué odian los chinos tanto a Japón, como se ha visto en las manifestaciones por las disputadas islas Senkaku (Diaoyu en mandarín)? Hace ahora 81 años, el Ejército nipón invadió Manchuria, al noreste de China, tras un atentado contra una línea de ferrocarril gestionada entonces por una compañía japonesa. Aunque el «Incidente de Mukden» fue preparado por sus propios soldados, el imperio del Sol Naciente aprovechó la excusa para empezar una sangrienta ocupación que se prolongó hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Además de la humillación sufrida, esos catorce años dejaron atroces capítulos como la masacre de Nanjing, el uso de esclavas sexuales por parte del Ejército nipón y hasta experimentos con seres humanos al más puro estilo nazi.
Desde que acabó la contienda con el lanzamiento de sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, la actitud de Japón ha sido muy distinta a la del otro gran derrotado, Alemania, que ha liderado la Unión de Europa para redimirse por su pasado. En Asia, ni China ni Corea del Sur se creen las formalistas disculpas que, de forma tan automática como poco convincente, los distintos Gobiernos nipones han repetido palabra por palabra durante los últimos años.
A este orgullo típicamente japonés se suman los habituales desaires que suelen enervar a sus vecinos, como las periódicas peregrinaciones al santuario sintoísta de Yasukuni, enclavado entre el Palacio Imperial de Tokio y el Museo Militar de Yushukan. Allí se veneran las almas de los 2,5 millones de soldados nipones caídos en acto de servicio desde la restauración de la dinastía imperial Meiji (1866-69) hasta el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Entre ellos figuran más de un millar de criminales de guerra – 14 de primera clase – ajusticiados por los Aliados al término del conflicto. En 1978, todos ellos fueron incluidos de forma secreta en el Registro de Almas de Yasukuni. Por ello, cada visita de los parlamentarios y ministros japoneses supone una grave ofensa para las naciones que más sufrieron la ocupación nipona, como China y Corea, donde se calcula que murieron entre 20 y 30 millones de personas.
¿Por qué odian los chinos tanto a Japón, como se ha visto en las manifestaciones por las disputadas islas Senkaku (Diaoyu en mandarín)? Hace ahora 81 años, el Ejército nipón invadió Manchuria, al noreste de China, tras un atentado contra una línea de ferrocarril gestionada entonces por una compañía japonesa. Aunque el «Incidente de Mukden» fue preparado por sus propios soldados, el imperio del Sol Naciente aprovechó la excusa para empezar una sangrienta ocupación que se prolongó hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Además de la humillación sufrida, esos catorce años dejaron atroces capítulos como la masacre de Nanjing, el uso de esclavas sexuales por parte del Ejército nipón y hasta experimentos con seres humanos al más puro estilo nazi.
Desde que acabó la contienda con el lanzamiento de sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, la actitud de Japón ha sido muy distinta a la del otro gran derrotado, Alemania, que ha liderado la Unión de Europa para redimirse por su pasado. En Asia, ni China ni Corea del Sur se creen las formalistas disculpas que, de forma tan automática como poco convincente, los distintos Gobiernos nipones han repetido palabra por palabra durante los últimos años.
A este orgullo típicamente japonés se suman los habituales desaires que suelen enervar a sus vecinos, como las periódicas peregrinaciones al santuario sintoísta de Yasukuni, enclavado entre el Palacio Imperial de Tokio y el Museo Militar de Yushukan. Allí se veneran las almas de los 2,5 millones de soldados nipones caídos en acto de servicio desde la restauración de la dinastía imperial Meiji (1866-69) hasta el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Entre ellos figuran más de un millar de criminales de guerra – 14 de primera clase – ajusticiados por los Aliados al término del conflicto. En 1978, todos ellos fueron incluidos de forma secreta en el Registro de Almas de Yasukuni. Por ello, cada visita de los parlamentarios y ministros japoneses supone una grave ofensa para las naciones que más sufrieron la ocupación nipona, como China y Corea, donde se calcula que murieron entre 20 y 30 millones de personas.
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Re: ¿Por qué odian lo chinos a Japón?
Uno de los capítulos más brutales ocurrió en Nanjing. Durante el asalto a la ciudad, que comenzó el 13 de diciembre y se prolongó seis semanas, perecieron al menos 150.000 personas, según el Tribunal Internacional de Tokio que juzgó a los criminales de guerra nipones. Las autoridades chinas elevan dicha cifra hasta las 300.000 personas. En cualquier caso, en dicha ciudad se desató una auténtica orgía de sangre y destrucción documentada en el estremecedor libro «The rape of Nanking», de Iris Chang.
Las imágenes de la época que recupera el documental «Nanking», de Bill Guttentag y Dan Sturman, muestran matanzas indiscriminadas perpetradas de las más atroces maneras: a bayonetazos, quemando vivos a los prisioneros o en masivas ejecuciones sumarias con ametralladoras a orillas del río Yangtsé y en la falda del monte Mufu que se cobraron decenas de miles de vidas.
El horror que desataron las tropas niponas fue tal que dos tenientes, Toshiaki Mukai y Tsuyosi Noda, se retaron para ver quién era capaz de decapitar a más prisioneros con sus catanas. Como si de una competición deportiva se tratara, el periódico «Nichinichi Shimbun» informaba a finales de 1937 de que Mukai había vencido al cortar 106 cabezas, frente a las 105 de Noda, ilustrando el artículo con una fotografía de ambos oficiales posando orgullosos con sus sables.
Además, los japoneses violaron a 20.000 mujeres y niñas. En medio de aquel apocalipsis, los chinos aún recuerdan al alemán John Rabe, un directivo de Siemens y miembro del Partido nazi alemán apodado «el Schindler de Nanjing» porque, junto a otros expatriados, organizó una «zona de seguridad» donde se refugiaron 250.000 personas que huían del infierno desatado por los soldados nipones.
Las imágenes de la época que recupera el documental «Nanking», de Bill Guttentag y Dan Sturman, muestran matanzas indiscriminadas perpetradas de las más atroces maneras: a bayonetazos, quemando vivos a los prisioneros o en masivas ejecuciones sumarias con ametralladoras a orillas del río Yangtsé y en la falda del monte Mufu que se cobraron decenas de miles de vidas.
El horror que desataron las tropas niponas fue tal que dos tenientes, Toshiaki Mukai y Tsuyosi Noda, se retaron para ver quién era capaz de decapitar a más prisioneros con sus catanas. Como si de una competición deportiva se tratara, el periódico «Nichinichi Shimbun» informaba a finales de 1937 de que Mukai había vencido al cortar 106 cabezas, frente a las 105 de Noda, ilustrando el artículo con una fotografía de ambos oficiales posando orgullosos con sus sables.
Además, los japoneses violaron a 20.000 mujeres y niñas. En medio de aquel apocalipsis, los chinos aún recuerdan al alemán John Rabe, un directivo de Siemens y miembro del Partido nazi alemán apodado «el Schindler de Nanjing» porque, junto a otros expatriados, organizó una «zona de seguridad» donde se refugiaron 250.000 personas que huían del infierno desatado por los soldados nipones.
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Re: ¿Por qué odian lo chinos a Japón?
Un horror que también conoció Lei Guiying, violada cuando tenía 13 años y utilizada como esclava sexual por el Ejército japonés. Fallecida a los 79 años en abril de 2007, poco después de conceder su última entrevista a ABC, Lei Guiying fue una de las 200.000 «mujeres del consuelo» chinas, coreanas, filipinas, taiwanesas e indonesias que poblaban los burdeles regentados por el propio Ejército imperial para levantar la moral de la tropa. «A veces tenía que atender a cinco clientes al día, que nos violaban como animales y luego nos pegaban para desahogarse», relató la anciana en su casa de Tang Shan, a 30 kilómetros de Nanjing. Sólo en China se calcula que había 10.000 de esos prostíbulos.
En Manchuria, donde los japoneses impusieron un gobierno títere dirigido por el último emperador de China, Pu Yi, la Unidad 731 llevó a cabo sus siniestros experimentos. Al más puro estilo Mengele, el Ejército nipón llegó a efectuar vivisecciones en seres humanos vivos, sobre los que se probaban armas químicas y biológicas como la peste bubónica, el tifus o el cólera. Según los investigadores, al menos 3.000 civiles fueron utilizados como conejillos de indias en el campo de Harbin, que empezó a funcionar en 1939 y fue destruido por el Ejército nipón en 1945 para ocultar pruebas.
Para que nada de esto se olvide, el régimen chino educa a su pueblo en el odio a Japón y la televisión emite constantemente series y películas de guerra. «La culpa de este conflicto la tiene el Gobierno japonés porque ha manejado la disputa de las islas con poca habilidad, pero también Pekín porque ha usado la propaganda y la educación para alimentar el resentimiento en la sociedad», razona Wen-Cheng Lin, profesor de la Universidad Sun Yat-sen de Taiwán.
Por su parte, Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, cree que «el ascenso de China alerta de una crisis de identidad en Japón, inmerso en una inestabilidad que amenaza con volverse crónica». A su juicio, «ambos países han sostenido históricamente una pugna, a veces visible, otras veces oculta, por el liderazgo del mundo confuciano». Una lucha que continúa hoy día
http://www.abc.es/20120920/internacional/abci-china-odia-japon-201209192148.html
En Manchuria, donde los japoneses impusieron un gobierno títere dirigido por el último emperador de China, Pu Yi, la Unidad 731 llevó a cabo sus siniestros experimentos. Al más puro estilo Mengele, el Ejército nipón llegó a efectuar vivisecciones en seres humanos vivos, sobre los que se probaban armas químicas y biológicas como la peste bubónica, el tifus o el cólera. Según los investigadores, al menos 3.000 civiles fueron utilizados como conejillos de indias en el campo de Harbin, que empezó a funcionar en 1939 y fue destruido por el Ejército nipón en 1945 para ocultar pruebas.
Para que nada de esto se olvide, el régimen chino educa a su pueblo en el odio a Japón y la televisión emite constantemente series y películas de guerra. «La culpa de este conflicto la tiene el Gobierno japonés porque ha manejado la disputa de las islas con poca habilidad, pero también Pekín porque ha usado la propaganda y la educación para alimentar el resentimiento en la sociedad», razona Wen-Cheng Lin, profesor de la Universidad Sun Yat-sen de Taiwán.
Por su parte, Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, cree que «el ascenso de China alerta de una crisis de identidad en Japón, inmerso en una inestabilidad que amenaza con volverse crónica». A su juicio, «ambos países han sostenido históricamente una pugna, a veces visible, otras veces oculta, por el liderazgo del mundo confuciano». Una lucha que continúa hoy día
http://www.abc.es/20120920/internacional/abci-china-odia-japon-201209192148.html
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¿Se encaminan China y Japón al conflicto armado?
Asia Oriental es una poderosa región económica, pero su avance en este campo no parece reflejarse en el de las relaciones entre los países, sobre todo debido al asunto de la soberanía sobre las islas en disputa entre Japón, China y Corea del Sur.
Dos recientes artículos de 'The Telegraph' con acusaciones mutuas entre el embajador de China en el Reino Unido y de su homólogo japonés muestran las claras diferencias en los puntos de vista de los dos países acerca de estas disputas. El exembajador británico en Corea del Norte, John Everard, mantiene en un nuevo artículo de análisis en 'The Telegraph' que de momento no existe ninguna base política para resolver el enfrentamiento "de rencor" en la región.
Las islas Senkaku/Diaoyu, la 'manzana de la discordia'
La actual antipatía china hacia Japón tiene sus raíces en la brutal ocupación japonesa de gran parte de China en la Segunda Guerra Mundial. Al final de esa guerra un grupo de islas, llamadas Senkaku en japonés y Diaoyu en chino, controlado por Japón desde 1895, fue puesto bajo administración de EE.UU., país que controló las Senkaku hasta 1972, cuando entregó el control de estas islas y de Okinawa a Japón. En los últimos años los islotes eran de propiedad privada, pero en 2012 el Gobierno nipón los compró y anunció su nacionalización, lo que dio inicio a una nueva escalada de tensión entre Tokio y Pekín.
Nueva zona china de defensa aérea
China consideró la adquisición de las islas por el Gobierno nipón como una provocación. El 23 de noviembre de 2013, Pekín estableció una zona de identificación de defensa aérea sobre el mar de China Oriental que comprende las islas Senkaku/Diaoyu y también el islote Roca Socotra, que se encuentra en la esfera de los intereses surcoreanos.
Por su parte, Japón expresó ante China su protesta en relación al anuncio de la creación de la nueva zona. Su mejor aliado, EE.UU., reaccionó enviando a la región sus aviones de combate B-52, que incursionaron sin previo aviso en la nueva zona de defensa aérea decretada por China sin cumplir con los requisitos del país asiático. Washington también advirtió que actuará en cumplimiento de los acuerdos militares con Japón en caso de cualquier agresión contra su aliado.
Según John Everard, no está claro si China esperaba esta reacción, pero es poco probable que recibiera con entusiasmo la cooperación más estrecha entre EE.UU. y Japón provocada por su acción. No obstante, ahora para Pekín sería muy difícil dar marcha atrás y perder la cara hasta ante su propio pueblo, ya que la antipatía a Japón está muy extendida en China, y mostrar debilidad en este asunto podría conllevar una reacción muy hostil por parte de los propios chinos.
Japón, a su vez, tampoco puede dar marcha atrás. La soberanía sobre las islas en disputa se considera una cuestión de orgullo patrio y los nacionalistas japoneses, que tienen un peso considerable en la arena política del país, forzarían el fin de cualquier Gobierno que cediera ante la presión china.
El controvertido 'homenaje' japonés a los criminales de guerra
En medio de toda esta tensión, el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, decidió visitar el pasado mes de diciembre el santuario Yasukuni, donde se rinde homenaje a los guerreros japoneses, algunos de los cuales son considerados crueles criminales de guerra durante la invasión japonesa de China y de otros países de Asia Oriental. El gesto de Abe no hace sino añadir tensión a la ya muy deteriorada relación entre Pekín y Tokio.
Corea del Sur también expresó su decepción por la visita del primer ministro japonés al santuario, algo que, según las autoridades de Seúl, tendrá enormes repercusiones diplomáticas.
Dos aliados fundamentales de EE.UU. en Asia, en desacuerdo
Todo esto muestra que no es sólo con China con la que Japón tiene una disputa territorial. Un pequeño archipiélago llamado Dokdo en coreano y Takeshima en japonés, actualmente está bajo el control de Seúl, pero es reclamado por Tokio. Por otra parte, los tribunales surcoreanos comenzaron a reconsiderar el acuerdo de 1965 entre Japón y Corea del Sur sobre las reclamaciones de indemnización a los coreanos que fueron forzados a trabajar como esclavos durante la ocupación japonesa.
Pese a la exasperación que esta situación provoca en EE.UU., las relaciones entre Seúl y Tokio, sus dos principales aliados en la región, se hacen cada vez más tensas sobre esas cuestiones en la medida en que además casi no se mantienen relaciones diplomáticas entre la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, y el primer ministro nipón, Shinzo Abe.
Otros países, también involucrados
China también tiene disputas territoriales con Filipinas, Vietnam e Indonesia sobre islas en el mar de China Meridional. Everard señala que Pekín se está volviendo cada vez más agresivo en la promoción de sus reclamaciones y además construye estructuras permanentes en algunas de esas islas en disputa.
En diciembre, se retiró del proceso de arbitraje de la ONU sobre su disputa territorial con las Filipinas y envió su primer portaviones, el Liaoning, a la zona. Se trata de la primera vez que un Estado, y además un miembro permanente del Consejo de Seguridad, recurre a esta medida.
Por lo tanto, publica Everard, es fácil de entender el 'nerviosismo' de sus vecinos, así como el aumento de sus presupuestos militares y los intentos de incrementar la cooperación militar ante la amenaza china.
El aumento del poder militar de China también preocupa a EE.UU., que tiene tratados de defensa con varios países de la región. Una disputa armada entre China y uno de ellos podría amenazar con desencadenar un conflicto militar directo entre Washington y Pekín.
Ausencia de ayuda institucional
Si tensiones parecidas se produjeran en Europa, habría varias instituciones regionales que instarían a las partes a negociar una solución (en particular, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa). Incluso en África, continente que rara vez destaca por un desarrollo pacífico de sus conflictos, la Unión Africana está teniendo una trayectoria eficaz en la mediación de conflictos.
Pero nada parecido existe en el este de Asia, subraya el exembajador británico en Corea del Norte. Los países se ven obligados a resolver sus desacuerdos de forma bilateral, sin ningún apoyo institucional. Esto permite a los países más fuertes presionar a los más débiles individualmente.
John Everard concluye que la posibilidad de que cualquier desavenencia en Asia Oriental se convierta en una confrontación militar, de momento no es grande, pero tampoco lo es la posibilidad de que cualquiera de las disputas se resuelva pacíficamente en un futuro próximo.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/116351-china-japon-conflicto-guerra-islas-asia
Dos recientes artículos de 'The Telegraph' con acusaciones mutuas entre el embajador de China en el Reino Unido y de su homólogo japonés muestran las claras diferencias en los puntos de vista de los dos países acerca de estas disputas. El exembajador británico en Corea del Norte, John Everard, mantiene en un nuevo artículo de análisis en 'The Telegraph' que de momento no existe ninguna base política para resolver el enfrentamiento "de rencor" en la región.
Las islas Senkaku/Diaoyu, la 'manzana de la discordia'
La actual antipatía china hacia Japón tiene sus raíces en la brutal ocupación japonesa de gran parte de China en la Segunda Guerra Mundial. Al final de esa guerra un grupo de islas, llamadas Senkaku en japonés y Diaoyu en chino, controlado por Japón desde 1895, fue puesto bajo administración de EE.UU., país que controló las Senkaku hasta 1972, cuando entregó el control de estas islas y de Okinawa a Japón. En los últimos años los islotes eran de propiedad privada, pero en 2012 el Gobierno nipón los compró y anunció su nacionalización, lo que dio inicio a una nueva escalada de tensión entre Tokio y Pekín.
Nueva zona china de defensa aérea
China consideró la adquisición de las islas por el Gobierno nipón como una provocación. El 23 de noviembre de 2013, Pekín estableció una zona de identificación de defensa aérea sobre el mar de China Oriental que comprende las islas Senkaku/Diaoyu y también el islote Roca Socotra, que se encuentra en la esfera de los intereses surcoreanos.
Por su parte, Japón expresó ante China su protesta en relación al anuncio de la creación de la nueva zona. Su mejor aliado, EE.UU., reaccionó enviando a la región sus aviones de combate B-52, que incursionaron sin previo aviso en la nueva zona de defensa aérea decretada por China sin cumplir con los requisitos del país asiático. Washington también advirtió que actuará en cumplimiento de los acuerdos militares con Japón en caso de cualquier agresión contra su aliado.
Según John Everard, no está claro si China esperaba esta reacción, pero es poco probable que recibiera con entusiasmo la cooperación más estrecha entre EE.UU. y Japón provocada por su acción. No obstante, ahora para Pekín sería muy difícil dar marcha atrás y perder la cara hasta ante su propio pueblo, ya que la antipatía a Japón está muy extendida en China, y mostrar debilidad en este asunto podría conllevar una reacción muy hostil por parte de los propios chinos.
Japón, a su vez, tampoco puede dar marcha atrás. La soberanía sobre las islas en disputa se considera una cuestión de orgullo patrio y los nacionalistas japoneses, que tienen un peso considerable en la arena política del país, forzarían el fin de cualquier Gobierno que cediera ante la presión china.
El controvertido 'homenaje' japonés a los criminales de guerra
En medio de toda esta tensión, el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, decidió visitar el pasado mes de diciembre el santuario Yasukuni, donde se rinde homenaje a los guerreros japoneses, algunos de los cuales son considerados crueles criminales de guerra durante la invasión japonesa de China y de otros países de Asia Oriental. El gesto de Abe no hace sino añadir tensión a la ya muy deteriorada relación entre Pekín y Tokio.
Corea del Sur también expresó su decepción por la visita del primer ministro japonés al santuario, algo que, según las autoridades de Seúl, tendrá enormes repercusiones diplomáticas.
Dos aliados fundamentales de EE.UU. en Asia, en desacuerdo
Todo esto muestra que no es sólo con China con la que Japón tiene una disputa territorial. Un pequeño archipiélago llamado Dokdo en coreano y Takeshima en japonés, actualmente está bajo el control de Seúl, pero es reclamado por Tokio. Por otra parte, los tribunales surcoreanos comenzaron a reconsiderar el acuerdo de 1965 entre Japón y Corea del Sur sobre las reclamaciones de indemnización a los coreanos que fueron forzados a trabajar como esclavos durante la ocupación japonesa.
Pese a la exasperación que esta situación provoca en EE.UU., las relaciones entre Seúl y Tokio, sus dos principales aliados en la región, se hacen cada vez más tensas sobre esas cuestiones en la medida en que además casi no se mantienen relaciones diplomáticas entre la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, y el primer ministro nipón, Shinzo Abe.
Otros países, también involucrados
China también tiene disputas territoriales con Filipinas, Vietnam e Indonesia sobre islas en el mar de China Meridional. Everard señala que Pekín se está volviendo cada vez más agresivo en la promoción de sus reclamaciones y además construye estructuras permanentes en algunas de esas islas en disputa.
En diciembre, se retiró del proceso de arbitraje de la ONU sobre su disputa territorial con las Filipinas y envió su primer portaviones, el Liaoning, a la zona. Se trata de la primera vez que un Estado, y además un miembro permanente del Consejo de Seguridad, recurre a esta medida.
Por lo tanto, publica Everard, es fácil de entender el 'nerviosismo' de sus vecinos, así como el aumento de sus presupuestos militares y los intentos de incrementar la cooperación militar ante la amenaza china.
El aumento del poder militar de China también preocupa a EE.UU., que tiene tratados de defensa con varios países de la región. Una disputa armada entre China y uno de ellos podría amenazar con desencadenar un conflicto militar directo entre Washington y Pekín.
Ausencia de ayuda institucional
Si tensiones parecidas se produjeran en Europa, habría varias instituciones regionales que instarían a las partes a negociar una solución (en particular, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa). Incluso en África, continente que rara vez destaca por un desarrollo pacífico de sus conflictos, la Unión Africana está teniendo una trayectoria eficaz en la mediación de conflictos.
Pero nada parecido existe en el este de Asia, subraya el exembajador británico en Corea del Norte. Los países se ven obligados a resolver sus desacuerdos de forma bilateral, sin ningún apoyo institucional. Esto permite a los países más fuertes presionar a los más débiles individualmente.
John Everard concluye que la posibilidad de que cualquier desavenencia en Asia Oriental se convierta en una confrontación militar, de momento no es grande, pero tampoco lo es la posibilidad de que cualquiera de las disputas se resuelva pacíficamente en un futuro próximo.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/116351-china-japon-conflicto-guerra-islas-asia
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"China se prepara para una guerra rápida y contundente contra Japón"
China se prepara para una "guerra corta y contundente" contra Japón, según advirtió un subjefe de inteligencia de la Flota del Pacífico de EE.UU.
El capitán James Fannell, afirmó que el Ejército Popular de Liberación chino, está llevando a cabo en la actualidad ejercicios de entrenamiento para un posible ataque a las islas en disputa con en el Mar de China Oriental (Senkaku en japonés, Diaoyu en chino).
"Hemos sido testigos de maniobras militares masivas, anfibias e interregionales" que China está llevando a cabo, aseguró Fannell. "Nuestra conclusión es que el Ejército Popular de Liberación tiene encomendada la nueva misión de prepararse para una guerra rápida y contundente para destruir las fuerzas japonesas en el mar de China Oriental".
Las declaraciones de Fannell están recogidas en un informe enviado al Instituto Naval de Noticias de EE.UU., el órgano oficial de información de la Marina estadounidense.
"Existe una creciente preocupación de que el patrón de conducta chino en el mar de China Meridional refleje un esfuerzo gradual de este país por asegurarse el control de la zona contenida en la llamada zona de las 'nueve líneas de división' (un límite utilizado por el Gobierno chino para definir una parte del mar del Sur de China sobre la que China afirma tener soberanía), a pesar de las objeciones de sus vecinos, y a pesar de que no exista una explicación para ello ni esté fundamentado en el derecho internacional", explicó Fannell.
Por su parte, el teniente jubilado del Ejército estadounidense Ralph Peters afirmó que "los chinos han llevado a cabo ejercicios de entrenamiento dirigidos a intimidar a Taiwán desde hace décadas, pero nunca lo han invadido". En su opinión los últimos ejercicios chinos son, probablemente, una demostración de fuerza y "sí, una amenaza", pero no significa que "Pekín tenga realmente la intención de atacar", agregó citado por Foxnews. Link
El capitán James Fannell, afirmó que el Ejército Popular de Liberación chino, está llevando a cabo en la actualidad ejercicios de entrenamiento para un posible ataque a las islas en disputa con en el Mar de China Oriental (Senkaku en japonés, Diaoyu en chino).
"Hemos sido testigos de maniobras militares masivas, anfibias e interregionales" que China está llevando a cabo, aseguró Fannell. "Nuestra conclusión es que el Ejército Popular de Liberación tiene encomendada la nueva misión de prepararse para una guerra rápida y contundente para destruir las fuerzas japonesas en el mar de China Oriental".
Las declaraciones de Fannell están recogidas en un informe enviado al Instituto Naval de Noticias de EE.UU., el órgano oficial de información de la Marina estadounidense.
"Existe una creciente preocupación de que el patrón de conducta chino en el mar de China Meridional refleje un esfuerzo gradual de este país por asegurarse el control de la zona contenida en la llamada zona de las 'nueve líneas de división' (un límite utilizado por el Gobierno chino para definir una parte del mar del Sur de China sobre la que China afirma tener soberanía), a pesar de las objeciones de sus vecinos, y a pesar de que no exista una explicación para ello ni esté fundamentado en el derecho internacional", explicó Fannell.
Por su parte, el teniente jubilado del Ejército estadounidense Ralph Peters afirmó que "los chinos han llevado a cabo ejercicios de entrenamiento dirigidos a intimidar a Taiwán desde hace décadas, pero nunca lo han invadido". En su opinión los últimos ejercicios chinos son, probablemente, una demostración de fuerza y "sí, una amenaza", pero no significa que "Pekín tenga realmente la intención de atacar", agregó citado por Foxnews. Link
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La alianza Japón-EE.UU. contra China podría reforzarse pronto
En el contexto del fomento de las tensiones en Asia, puede que pronto China tenga que entrentarse a una alianza más fuerte entre EE.UU. y Japón, pese a sus intentos de negociar una colaboración chino-estadounidense sobre la Zona de Defensa Aérea.
China, cuya relación con Japón se tensó aún más cuando Tokio y Washington se opusieron frontalmente al establecimiento de la Zona de Identificación de Defensa Aérea china en el mar de China Oriental, puede descubrir en un futuro próximo que la alianza entre su vecino asiático y el país norteamericano se ha reforzado, informa el diario 'The Diplomat'.
La compleja cuestión diplomática que surgió entre las persistentes disputas territoriales en el mar Oriental de China por unas islas deshabitadas (conocidas como Senkaku en japonés y Diaoyu en chino) hizo que los lazos de Japón y EE.UU. se estrecharan aún más. Ambos Estados se opusieron fuertemente a la Zona de Indentificación de Defensa Aérea china.
Aunque las recientes declaraciones del jefe del Estado Mayor de EE.UU., Raymond Odierno, sobre que su país debe trabajar con China y sus aliados en la región respecto a la zona de control aéreo concuerdan con las del embajador chino en EE.UU., Cui Tiankai, quien afirmó que esta cuestión no debería ser un tema de diferencias entre China y EE.UU., hay una gran probabilidad de que el gigante asiático vea un refuerzo de las relaciones estadounidenses-japonesas, mientras se esfuerza en construir un nuevo tipo de relaciones de igualdad con EE.UU., subraya el rotativo.
Sin embargo, en seguida tras las declaraciones de los diplomáticos sobre la posible colaboración chino-estadounidense sobre la zona de control, China de nuevo acusó a EE.UU. de fomentar tensiones en Asia, desmintiendo que esté haciendo "vagas reclamaciones territoriales" para paulatinamente imponer su control sobre el mar de China meridional, tal como afirma EE.UU., y acusó a Washington de exagerar las tensiones en la región.
Al mismo tiempo, para EE.UU. y Japón fortalecer su compromiso mutuo y la confianza sería más natural y probable. Washington tiene numerosas bases militares en el territorio nipón y en toda la región, y está obligado a proporcionar asistencia militar a Japón en el marco del tratado de cooperación mutua firmado en 1960. En las circunstancias actuales, para EE.UU. es más urgente y prácticamente más rentable estrechar lazos con Japón en lugar de buscar una confianza estratégica instantánea y una reconciliación total con China, afirma el periódico.
Así, en principio de este mes el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, se reunió con el canciller nipón, Fumio Kishida, para reiterar las intenciones del Gobierno de Obama de acudir en ayuda de Japón si las tensiones y hostilidades se intensifican en el mar de China Oriental. Fuente
China, cuya relación con Japón se tensó aún más cuando Tokio y Washington se opusieron frontalmente al establecimiento de la Zona de Identificación de Defensa Aérea china en el mar de China Oriental, puede descubrir en un futuro próximo que la alianza entre su vecino asiático y el país norteamericano se ha reforzado, informa el diario 'The Diplomat'.
La compleja cuestión diplomática que surgió entre las persistentes disputas territoriales en el mar Oriental de China por unas islas deshabitadas (conocidas como Senkaku en japonés y Diaoyu en chino) hizo que los lazos de Japón y EE.UU. se estrecharan aún más. Ambos Estados se opusieron fuertemente a la Zona de Indentificación de Defensa Aérea china.
Aunque las recientes declaraciones del jefe del Estado Mayor de EE.UU., Raymond Odierno, sobre que su país debe trabajar con China y sus aliados en la región respecto a la zona de control aéreo concuerdan con las del embajador chino en EE.UU., Cui Tiankai, quien afirmó que esta cuestión no debería ser un tema de diferencias entre China y EE.UU., hay una gran probabilidad de que el gigante asiático vea un refuerzo de las relaciones estadounidenses-japonesas, mientras se esfuerza en construir un nuevo tipo de relaciones de igualdad con EE.UU., subraya el rotativo.
Sin embargo, en seguida tras las declaraciones de los diplomáticos sobre la posible colaboración chino-estadounidense sobre la zona de control, China de nuevo acusó a EE.UU. de fomentar tensiones en Asia, desmintiendo que esté haciendo "vagas reclamaciones territoriales" para paulatinamente imponer su control sobre el mar de China meridional, tal como afirma EE.UU., y acusó a Washington de exagerar las tensiones en la región.
Al mismo tiempo, para EE.UU. y Japón fortalecer su compromiso mutuo y la confianza sería más natural y probable. Washington tiene numerosas bases militares en el territorio nipón y en toda la región, y está obligado a proporcionar asistencia militar a Japón en el marco del tratado de cooperación mutua firmado en 1960. En las circunstancias actuales, para EE.UU. es más urgente y prácticamente más rentable estrechar lazos con Japón en lugar de buscar una confianza estratégica instantánea y una reconciliación total con China, afirma el periódico.
Así, en principio de este mes el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, se reunió con el canciller nipón, Fumio Kishida, para reiterar las intenciones del Gobierno de Obama de acudir en ayuda de Japón si las tensiones y hostilidades se intensifican en el mar de China Oriental. Fuente
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En la Segunda Guerra chino-japonesa
En el marco de la Segunda Guerra chino-japonesa (1937-1945) que precedió e incluso perduró durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los enfrentamientos entre ambos ejércitos llegaron a uno de sus puntos máximos en 1937.
Pocas veces se ha visto en la historia un episodio tan violento y con tanto ensañamiento como en la Masacre de Nankín, una ciudad china ubicada a orillas del río Yang-Tsé, cerca de su desembocadura.
Nankín se convirtió en un objetivo porque el general Chiang Kai-Shek dirigía las operación desde allí, lo cual puso a toda su población en el punto de mira de las fuerzas niponas.
El asedio empezó con un bombardeo indiscriminado y, tras aplastar toda resistencia, los japoneses entraron en una ciudad abierta. Fue entonces cuando empezó un mes y medio de terror continuado. Bajo la premisa de no dejar ni un prisionero vivo, los soldados japoneses perpetraron todo tipo de atrocidades contra la población china.
Hubo entierros e incineraciones de personas vivas, decapitaciones, competiciones de asesinatos, crímenes sobre niños y una de las violaciones colectivas a mujeres, niñas y ancianas más grandes jamás documentadas en la historia: se calcula que entre 20.000 y 80.000 mujeres, que posteriormente fueron asesinadas de los modos más brutales posibles.
Los cálculos arrojan la tremenda cifra de entre 100.000 y 300.000 muertos, un drama que Japón trató de silenciar impidiendo que la prensa entrase hasta que no fue retirado el último cadáver.
Pocas veces se ha visto en la historia un episodio tan violento y con tanto ensañamiento como en la Masacre de Nankín, una ciudad china ubicada a orillas del río Yang-Tsé, cerca de su desembocadura.
Nankín se convirtió en un objetivo porque el general Chiang Kai-Shek dirigía las operación desde allí, lo cual puso a toda su población en el punto de mira de las fuerzas niponas.
El asedio empezó con un bombardeo indiscriminado y, tras aplastar toda resistencia, los japoneses entraron en una ciudad abierta. Fue entonces cuando empezó un mes y medio de terror continuado. Bajo la premisa de no dejar ni un prisionero vivo, los soldados japoneses perpetraron todo tipo de atrocidades contra la población china.
Hubo entierros e incineraciones de personas vivas, decapitaciones, competiciones de asesinatos, crímenes sobre niños y una de las violaciones colectivas a mujeres, niñas y ancianas más grandes jamás documentadas en la historia: se calcula que entre 20.000 y 80.000 mujeres, que posteriormente fueron asesinadas de los modos más brutales posibles.
Los cálculos arrojan la tremenda cifra de entre 100.000 y 300.000 muertos, un drama que Japón trató de silenciar impidiendo que la prensa entrase hasta que no fue retirado el último cadáver.
Tristan- Cybernauta-Master
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