Armada de Vizcaya, la primera flota oceánica de Castilla
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Armada de Vizcaya, la primera flota oceánica de Castilla
Tras el Descubrimiento de América y el Tratado de Alcaçovas en 1492, las relaciones entre España y Portugal empeoraron. El rey Juan II de Portugal encargó la organización de una armada en Lisboa, ante lo cual los Reyes Católicos temieron ataques portugueses contra la segunda expedición de Colón compuesta de 17 barcos mercantes. Ante el temor de que esta flota hacia el Nuevo Mundo descubierto pudiera ser asaltada, en 7 de julio de 1493, los Católicos encargan la organización de una Armada Oceánica al bilbaíno Juan de Arbolancha para proteger la navegación castellana entre el estrecho de Gibraltar y el océano Atlántico, y disuadir a los barcos portugueses.
La armada fue conocida como Armada de Vizcaya, por formarse en Bermeo con naves y tripulaciones vizcaínas (en el sentido amplio, esto es, vascongadas). Se trataba de una fuerza muy considerable para la época, tanto por su tonelaje y armamento como por la reputada calidad de sus tripulantes y dotación de su gente de guerra.
Esta armada se concibió desde el primer momento como una fuerza de ataque, para ser utilizada exclusivamente como máquina militar, formada por navíos de guerra y dirigidas por un capitán general. La misión principal de la armada era proteger la navegación comercial castellana, tanto en el estrecho como en las costas atlánticas, así como frenar a los navíos portugueses en la pugna que por el control de la ruta hacia el nuevo continente descubierto mantenían las Coronas española y portuguesa.
Congregadas las naves en Bermeo, al mando del capitán general Iñigo Artieta, se realizó el alarde de cada nave entre el 12 y el 22 de julio de 1493, al tiempo que los capitanes de la Armada juraron obedecer a Iñigo de Artieta como su general, y éste, a su vez honrar y guardar a sus capitanes y al resto de su gente. Todos ellos juraron servir a los monarcas, cumpliendo sus órdenes y defender todo aquello que se les encargara.
La tripulación la componían 870 vascongados, distribuida aproximadamente de una tercera parte por hombre de mar (marineros, maestres y contramaestres) y dos terceras partes de hombres de guerra (pajes, grumetes, artilleros, arcabuceros, trompetas). El coste de la armada fue de 5.854.900 maravedís, formada por 6 naves:
1 carraca propiedad de Iñigo de Artieta tasada en 1000 toneles, una tripulación de 300 hombres, de los que 100 eran marineros y 200 hombres de armas, que en su mayoría procedían de Lequeitio, así como de más de 100 piezas de artillería. A ellos debemos sumar el propio capitán general, Iñigo de Artieta, un piloto, un cirujano, un capellán y cuatro trompetas.
1 nao mayor capitaneada por Martín Pérez de Fagaza, estaba aforada en 405 toneles y embarcada por 200 tripulantes, 60 de ellos eran marineros y 140 de armas, además de un piloto y un cirujano. La mayoría procedían de Bilbao, Baracaldo y otros lugares de Vizcaya.
2 naos medianas capitaneadas por Juan Pérez de Loyola y Antón Pérez de Layzola, estaban evaluadas en 220 y 205 toneles y llevaban ambas 125 hombres, distribuidos en 40 marineros y 85 hombres de armas, así como un piloto y un cirujano en cada una de ellas. Procedían básicamente de la costa guipuzcoana y de la villa de Deva.
1 nao menor era propiedad de Nicolás Ibáñez de Artieta, seguramente pariente de Iñigo, mandada por Juan Martínez de Amezqueta, estaba tasada en 100 toneles y llevaba una dotación de 70 hombres, de los que 25 eran marineros y 45 hombres de armas, además de un piloto y un cirujano.
1 pequeña carabela, proporcionada por Iñigo de Artieta, mandada por Sancho López de Ugarte, para acciones de enlace, aviso y exploración, con aforo de 50 toneles y una tripulación de 30 hombres embarcados.
Zarparon a finales de julio de 1493 de Bermeo y en agosto ya estaban en Cádiz. Durante su estancia en las costas del sur de España, la Armada de Vizcaya protagonizó varias persecuciones en el estrecho de Gibraltar contra naves portuguesas que habían asaltado a una nao vasca. Mientras, los reyes de España y Portugal continuaban las negociaciones encaminadas a repartirse el océano y delimitar las fronteras africanas.
Además de la vigilancia y control del estrecho, su estancia la se simultaneó con otras misiones. El 3 de octubre de 1493, la Armada de Vizcaya partió de Adra (Almería) para transportar al rey Boabdil (Muhamad XII) y sus súbditos hacia África: un total de 6.320 personas. A su regreso, rindió alarde en las costas de Granada en febrero de 1494, manteniendo íntegros sus efectivos. El 23 de este mes ya se encontraba en Cádiz.
Desde esta base de operaciones la Armada vizcaína escoltó a la flota de transporte del adelantado de las islas Canarias Alonso de Lugo, encargo que no alejó las naves del área a vigilar.
En junio de 1494, la armada se encontraba en el estrecho, donde aprovechaba el paso de embarcaciones portuguesas para asaltarlas, lo que motivó la intervención de la Corona, que ordenó a las tripulaciones permanecer en Cádiz y respetar a los navíos portugueses.
Durante ese mismo mes de junio de 1494, los reinos de Portugal y Castilla aprobaban el Tratado de Tordesillas, por el cual se repartían las zonas de conquista del Nuevo Mundo mediante una línea divisoria (aproximadamente hacia el meridiano 60 en medidas actuales del Océano Atlántico).
La armada de Vizcaya había cumplido su objetivo preventivo, defender la ruta castellana a las nuevas tierras hasta que la diplomacia lograse evitar un posible enfrentamiento con el vecino monarca luso. Entonces, los Reyes Católicos acordaron licenciar a la Armada de Vizcaya y satisfacer su paga, por no ser ya necesarios sus servicios.
Sin embargo, los ataques turcos a Sicilia y Nápoles desaconsejaron tal medida y los monarcas volvieron a solicitar la colaboración de la Armada de Vizcaya.
El consejero real Fonseca volvió a contratar esta flota desde el 20 de agosto de 1494 hasta marzo del siguiente año e incrementó en 7 carabelas, cada una de ellas con 40 hombres a bordo, sumando a más de 1.250 tripulantes. Esta nueva armada capitaneada por Artieta, debía estar dispuesta par a unirse a las 20 naves que se preparaban en Sicilia. Su fin era defender a la Cristiandad del ataque del turco.
En su compañía viajaron 17 carabelas, con portes entre 35 y 95 toneladas y tripulaciones entre 40 y 50 hombres. Buena parte de las mismas eran vascas, a juzgar por los apellidos de sus maestres: Mondragón, Avendaño, Aramburu, Marquina, etc.
En la segunda flota no figuran los navíos de la Armada de Vizcaya, aunque vuelven a ser abundantes las carabelas de procedencia vasca, según los apellidos de maestres y capitanes: Amezquita, Vidavia, Larrauri, Zarauz, Astigarivia, Murueta, etc.
Una vez en la isla en septiembre, la Armada de Vizcaya se puso a las órdenes de Garcerán de Requesens, capitán general de la Armada de Sicilia, y con la cual participó en el bloqueo de Gaeta logrando que sus enemigos no pudiesen recibir provisiones por mar. Navegaba en esta ocasión Iñigo en compañía de su hermano Francisco de Artieta, preboste de la villa de Tabita de Durango.
Coetáneo al servicio de la armada de Vizcaya fue el de otros marinos vascos que actuaron en la defensa de Granada y en los proyectos para expandir el dominio castellano al norte de ÁfricaLink
La armada fue conocida como Armada de Vizcaya, por formarse en Bermeo con naves y tripulaciones vizcaínas (en el sentido amplio, esto es, vascongadas). Se trataba de una fuerza muy considerable para la época, tanto por su tonelaje y armamento como por la reputada calidad de sus tripulantes y dotación de su gente de guerra.
BILBAO, SIGLO XVI
Esta armada se concibió desde el primer momento como una fuerza de ataque, para ser utilizada exclusivamente como máquina militar, formada por navíos de guerra y dirigidas por un capitán general. La misión principal de la armada era proteger la navegación comercial castellana, tanto en el estrecho como en las costas atlánticas, así como frenar a los navíos portugueses en la pugna que por el control de la ruta hacia el nuevo continente descubierto mantenían las Coronas española y portuguesa.
Congregadas las naves en Bermeo, al mando del capitán general Iñigo Artieta, se realizó el alarde de cada nave entre el 12 y el 22 de julio de 1493, al tiempo que los capitanes de la Armada juraron obedecer a Iñigo de Artieta como su general, y éste, a su vez honrar y guardar a sus capitanes y al resto de su gente. Todos ellos juraron servir a los monarcas, cumpliendo sus órdenes y defender todo aquello que se les encargara.
La tripulación la componían 870 vascongados, distribuida aproximadamente de una tercera parte por hombre de mar (marineros, maestres y contramaestres) y dos terceras partes de hombres de guerra (pajes, grumetes, artilleros, arcabuceros, trompetas). El coste de la armada fue de 5.854.900 maravedís, formada por 6 naves:
1 carraca propiedad de Iñigo de Artieta tasada en 1000 toneles, una tripulación de 300 hombres, de los que 100 eran marineros y 200 hombres de armas, que en su mayoría procedían de Lequeitio, así como de más de 100 piezas de artillería. A ellos debemos sumar el propio capitán general, Iñigo de Artieta, un piloto, un cirujano, un capellán y cuatro trompetas.
1 nao mayor capitaneada por Martín Pérez de Fagaza, estaba aforada en 405 toneles y embarcada por 200 tripulantes, 60 de ellos eran marineros y 140 de armas, además de un piloto y un cirujano. La mayoría procedían de Bilbao, Baracaldo y otros lugares de Vizcaya.
2 naos medianas capitaneadas por Juan Pérez de Loyola y Antón Pérez de Layzola, estaban evaluadas en 220 y 205 toneles y llevaban ambas 125 hombres, distribuidos en 40 marineros y 85 hombres de armas, así como un piloto y un cirujano en cada una de ellas. Procedían básicamente de la costa guipuzcoana y de la villa de Deva.
1 nao menor era propiedad de Nicolás Ibáñez de Artieta, seguramente pariente de Iñigo, mandada por Juan Martínez de Amezqueta, estaba tasada en 100 toneles y llevaba una dotación de 70 hombres, de los que 25 eran marineros y 45 hombres de armas, además de un piloto y un cirujano.
1 pequeña carabela, proporcionada por Iñigo de Artieta, mandada por Sancho López de Ugarte, para acciones de enlace, aviso y exploración, con aforo de 50 toneles y una tripulación de 30 hombres embarcados.
Zarparon a finales de julio de 1493 de Bermeo y en agosto ya estaban en Cádiz. Durante su estancia en las costas del sur de España, la Armada de Vizcaya protagonizó varias persecuciones en el estrecho de Gibraltar contra naves portuguesas que habían asaltado a una nao vasca. Mientras, los reyes de España y Portugal continuaban las negociaciones encaminadas a repartirse el océano y delimitar las fronteras africanas.
Además de la vigilancia y control del estrecho, su estancia la se simultaneó con otras misiones. El 3 de octubre de 1493, la Armada de Vizcaya partió de Adra (Almería) para transportar al rey Boabdil (Muhamad XII) y sus súbditos hacia África: un total de 6.320 personas. A su regreso, rindió alarde en las costas de Granada en febrero de 1494, manteniendo íntegros sus efectivos. El 23 de este mes ya se encontraba en Cádiz.
Desde esta base de operaciones la Armada vizcaína escoltó a la flota de transporte del adelantado de las islas Canarias Alonso de Lugo, encargo que no alejó las naves del área a vigilar.
En junio de 1494, la armada se encontraba en el estrecho, donde aprovechaba el paso de embarcaciones portuguesas para asaltarlas, lo que motivó la intervención de la Corona, que ordenó a las tripulaciones permanecer en Cádiz y respetar a los navíos portugueses.
Durante ese mismo mes de junio de 1494, los reinos de Portugal y Castilla aprobaban el Tratado de Tordesillas, por el cual se repartían las zonas de conquista del Nuevo Mundo mediante una línea divisoria (aproximadamente hacia el meridiano 60 en medidas actuales del Océano Atlántico).
La armada de Vizcaya había cumplido su objetivo preventivo, defender la ruta castellana a las nuevas tierras hasta que la diplomacia lograse evitar un posible enfrentamiento con el vecino monarca luso. Entonces, los Reyes Católicos acordaron licenciar a la Armada de Vizcaya y satisfacer su paga, por no ser ya necesarios sus servicios.
Sin embargo, los ataques turcos a Sicilia y Nápoles desaconsejaron tal medida y los monarcas volvieron a solicitar la colaboración de la Armada de Vizcaya.
El consejero real Fonseca volvió a contratar esta flota desde el 20 de agosto de 1494 hasta marzo del siguiente año e incrementó en 7 carabelas, cada una de ellas con 40 hombres a bordo, sumando a más de 1.250 tripulantes. Esta nueva armada capitaneada por Artieta, debía estar dispuesta par a unirse a las 20 naves que se preparaban en Sicilia. Su fin era defender a la Cristiandad del ataque del turco.
En su compañía viajaron 17 carabelas, con portes entre 35 y 95 toneladas y tripulaciones entre 40 y 50 hombres. Buena parte de las mismas eran vascas, a juzgar por los apellidos de sus maestres: Mondragón, Avendaño, Aramburu, Marquina, etc.
En la segunda flota no figuran los navíos de la Armada de Vizcaya, aunque vuelven a ser abundantes las carabelas de procedencia vasca, según los apellidos de maestres y capitanes: Amezquita, Vidavia, Larrauri, Zarauz, Astigarivia, Murueta, etc.
Una vez en la isla en septiembre, la Armada de Vizcaya se puso a las órdenes de Garcerán de Requesens, capitán general de la Armada de Sicilia, y con la cual participó en el bloqueo de Gaeta logrando que sus enemigos no pudiesen recibir provisiones por mar. Navegaba en esta ocasión Iñigo en compañía de su hermano Francisco de Artieta, preboste de la villa de Tabita de Durango.
Coetáneo al servicio de la armada de Vizcaya fue el de otros marinos vascos que actuaron en la defensa de Granada y en los proyectos para expandir el dominio castellano al norte de ÁfricaLink
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