PSOE genocida palestinos
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PSOE genocida palestinos
Los titiriteros y otra gentuza subvencionada y totalitaria han montado, con su patrón el PSOE de Rodríguez (¡pobre Besteiro!), una manifestación de apoyo a los grupos terroristas palestinos, acusando a Israel de genocida. Son los mismos que desviaban hacia Aznar la culpa de los autores de la matanza del 11-M y llamaban tranquilamente "asesino" el jefe del Gobierno de entonces por haber apoyado –moralmente, pues no envió un solo soldado– el derrocamiento de Sadam, y por acorralar a la ETA con la ley en la mano, sin (demasiadas) de las habituales claudicaciones ante los asesinos y sin terrorismo de Gobierno como había hecho el PSOE.
En la novelilla, bastante mala, Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi, el protagonista viene a mostrar su desánimo con relación a los portugueses, diciendo algo así como que en su país es sólo el que más grita quien lleva y dirige a los demás. Y algo parecido sucede entre nosotros. Como el carterista que grita a voz en cuello "¡al ladrón!" para despistar cuando le han cogido con las manos en la masa, el PSOE y sus artistas de la subvención y la trola acusan a chillidos a quienes sólo se defienden de quienes aspiran a exterminarlos. Y son muchos los torpes que les hacen caso, gracias, en gran parte, a haber liquidado Rajoy la oposición democrática. Azaña, que pese a sus enormes errores conocía bien y sabía jugar a los suyos, habla constantemente de su mezcla de obtusidad y mala intención: "La zafiedad, la politiquería, las ruines intenciones de gentes que conciben el presente y el porvenir de España según los dictan el interés personal y la preparación de caciques o la ambición de serlo?"; la "política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta". Son frases que debieran circular constantemente, pues nada ha cambiado en ellos. Lo resumiría magistralmente Marañón en dos palabras: "estupidez y canallería".
Estas gentes odian a Israel porque es una democracia y se defiende, como odian a España porque no acaba de someterse a sus indecencias y están siempre con el temor de pagarlas. "Genocidio", dicen los militantes y comparsas del partido autor de más crímenes asimilables al genocidio que hayamos tenido entre nosotros. El partido que organizó la guerra civil ufanándose de ello; el partido cuyas bien instruidas juventudes se jactaban de su intención de fusilar "con entusiasmo" a sus enemigos; el partido que confesaba su odio como una virtud y contribuyó como el que más al exterminio de la Iglesia; que robó, expolió y destruyó bienes culturales e históricos del país como ningún otro en la historia de España. Ese es el partido que grita "¡genocidas!", lo mismo a Israel que al franquismo que libró de España a su proceso revolucionario.
Reconozco que siento un especial desprecio por esa gente. Los comunistas tienen, por lo menos, la dignidad de haber luchado, aun si por una causa falsa, de haber expuesto el pellejo y a menudo de haberlo perdido, de haber soportado años de cárcel; mientras esta patulea, que colaboró con la dictadura de Primo de Rivera, colaboró después, con su pasividad, con el franquismo, que lo premió facilitándole la reorganización en los años 70, precisamente con la ilusión de que sirviera de dique al comunismo. Sólo Besteiro salvó algo, otrora, el honor del PSOE. Por ello lo ha olvidado y condenado la banda de timadores de Rodríguez, ocupada en enaltecer a Negrín y a los chekistas, mientras proclama no haber cambiado de aspiraciones y actitudes desde aquellos años nefastos.
Árticulo escrito por Pio Moa
Esperanza Aguirre no lo ve claro. Yo veo claro que nunca pedirán perdón los de este partido con pasado tan asesino.
En la novelilla, bastante mala, Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi, el protagonista viene a mostrar su desánimo con relación a los portugueses, diciendo algo así como que en su país es sólo el que más grita quien lleva y dirige a los demás. Y algo parecido sucede entre nosotros. Como el carterista que grita a voz en cuello "¡al ladrón!" para despistar cuando le han cogido con las manos en la masa, el PSOE y sus artistas de la subvención y la trola acusan a chillidos a quienes sólo se defienden de quienes aspiran a exterminarlos. Y son muchos los torpes que les hacen caso, gracias, en gran parte, a haber liquidado Rajoy la oposición democrática. Azaña, que pese a sus enormes errores conocía bien y sabía jugar a los suyos, habla constantemente de su mezcla de obtusidad y mala intención: "La zafiedad, la politiquería, las ruines intenciones de gentes que conciben el presente y el porvenir de España según los dictan el interés personal y la preparación de caciques o la ambición de serlo?"; la "política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta". Son frases que debieran circular constantemente, pues nada ha cambiado en ellos. Lo resumiría magistralmente Marañón en dos palabras: "estupidez y canallería".
Estas gentes odian a Israel porque es una democracia y se defiende, como odian a España porque no acaba de someterse a sus indecencias y están siempre con el temor de pagarlas. "Genocidio", dicen los militantes y comparsas del partido autor de más crímenes asimilables al genocidio que hayamos tenido entre nosotros. El partido que organizó la guerra civil ufanándose de ello; el partido cuyas bien instruidas juventudes se jactaban de su intención de fusilar "con entusiasmo" a sus enemigos; el partido que confesaba su odio como una virtud y contribuyó como el que más al exterminio de la Iglesia; que robó, expolió y destruyó bienes culturales e históricos del país como ningún otro en la historia de España. Ese es el partido que grita "¡genocidas!", lo mismo a Israel que al franquismo que libró de España a su proceso revolucionario.
Reconozco que siento un especial desprecio por esa gente. Los comunistas tienen, por lo menos, la dignidad de haber luchado, aun si por una causa falsa, de haber expuesto el pellejo y a menudo de haberlo perdido, de haber soportado años de cárcel; mientras esta patulea, que colaboró con la dictadura de Primo de Rivera, colaboró después, con su pasividad, con el franquismo, que lo premió facilitándole la reorganización en los años 70, precisamente con la ilusión de que sirviera de dique al comunismo. Sólo Besteiro salvó algo, otrora, el honor del PSOE. Por ello lo ha olvidado y condenado la banda de timadores de Rodríguez, ocupada en enaltecer a Negrín y a los chekistas, mientras proclama no haber cambiado de aspiraciones y actitudes desde aquellos años nefastos.
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Esperanza Aguirre no lo ve claro. Yo veo claro que nunca pedirán perdón los de este partido con pasado tan asesino.
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